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com/nacional/delincuentes-obtienen-hasta-250-mil-dolares-por-
trafico-de-organos-interpol/

En Colombia nos robaron las tripas: sobre la donación de órganos obligatoria

Jairo Alberto Cardona Reyes

Termina el 2016 y los medios de comunicación en Colombia se han ocupado de gran cantidad de
problemáticas o temas que inundan los horarios de las emisiones televisivas, radiales y las
primeras planas de los periódicos, desviando de alguna manera la atención sobre asuntos
fundamentales que refieren a derechos individuales como es la nueva ley que regula la donación
de órganos en Colombia y que, por un lado, niega el derecho de la familia de opinar sobre el
destino del cuerpo del ser querido y se centra en la “presunción de donante” que asumen de
forma obligada todos aquellos que no realizan anticipadamente engorrosos trámites para que
terceros no dispongan de sus órganos. Por otro lado, esta ley de donación obligatoria abre la
posibilidad de otro grave problema, el tráfico de órganos; problemática que afecta fuertemente a
países como México, en donde existe toda una red de tráfico de órganos incluso hacia otros
países, esto con la ayuda de algunos médicos, hospitales, políticos y cárteles de delincuencia
organizada.

La ley 1805 del 4 de agosto de 2016 modifica la ley 73 de 1988 y la ley 919 de 2004 en materia de
donación de componentes anatómicos pretende, como lo expresa el artículo 1°. “[…] ampliar la
presunción legal de donación de componentes anatómicos para fines de trasplantes u otros usos
terapéuticos”. Esta ley entenderá el consentimiento de donar los órganos, tanto de aquella
persona que explícitamente lo manifiesta mediante documento notarial como de aquella que no
expresa su negativa con un documento similar y otros trámites, es decir, la mayoría de personas
que desconocen la existencia de esta norma, aprobada de forma casi clandestina por el Senado.

Así, la presunción de donante queda, según la nueva ley, de la siguiente manera: “Se presume que
se es donante cuando una persona durante su vida se ha abstenido de ejercer el derecho que
tiene a oponerse a que de su cuerpo se extraigan órganos, tejidos o componentes anatómicos

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después de su fallecimiento”. Modificación del artículo 2° de la Ley 73 de 1988. Esta “voluntad de
donación”, como lo expresa el parágrafo 1, pide respeto por la voluntad del “fallecido” y a la vez,
niega el derecho de la familia para disponer de la integridad del cuerpo de su ser querido, en otras
palabras: “La voluntad de donación expresada en vida por una persona solo puede ser revocada
por ella misma y no podrá ser sustituida por sus deudos y/o familiares”. Presunción por demás
ridícula si pensamos que algunas personas no definen estrictamente con anticipación lo que
desean que se haga con su cuerpo simplemente porque no desean pensar en esas cosas, o porque
quieren que su familia lo decida cuando llegue el momento, dadas sus creencias religiosas,
filosóficas o culturales.

Si concebimos el cuerpo como el instrumento a través del cual nos relacionamos con el mundo
que nos rodea y con los otros, también podríamos hacer la presunción de que ejercer mi libertad
anticipada sobre el cuerpo, es decir, el único requisito para que los demás sepan cómo quiero que
se disponga de aquel, es mi conciencia, expresada en una carta de la cual se pueda demostrar mi
escritura o en el testimonio de algún familiar ante el cual haya manifestado mi negativa a donar.
Esto, de acuerdo a mi derecho al libre desarrollo de la personalidad, que garantiza que cada
persona puede elegir aquello que quiere ser, libertad que a arbitrariamente la ley 1805 del 4 de
agosto de 2016 está violentando.

Sólo pensando en términos utilitaristas podríamos comprender el beneficio que puede traer una
ley de donación obligatoria, la cual beneficiaría a cientos de personas que requieren de este
auxilio para prolongar su vida, pero esta decisión no puede ser de ninguna manera forzada, como
ya se está haciendo. Antes de decidir cualquier cosa debería darse un referendo o algún
mecanismo similar que permita por lo menos el pronunciamiento sobre lo que puede configurarse
en la negación total de nuestra libertad como personas.

En una sociedad que pretende manejar la vida de los ciudadanos lo más fácil es la imposición, la
dominación del otro por medio del poder que otorgan las instituciones, es incomprensible porqué
les cuesta tanto a nuestros dirigentes pedir permiso para disponer sobre algo que nos pertenece,
sobre nosotros mismos. Es tan grande el nivel de utilidad que se quiere aplicar a los cuerpos
robados por el gobierno, que ya se empiezan a crear criterios de clasificación y bases de datos de
los pacientes dentro de las EPS E IPS para clasificar, dividir y repartir nuestras partes
anticipadamente, comenzamos a ser catalogados, como lo indica el artículo 13 de esta nueva ley
de donación:

[…] créese una Comisión Intersectorial de Calidad cuyo objeto será actualizar la reglamentación
vigente en materia de donación de órganos y tejidos, diferenciando según se trate de: donante
potencial para órganos, donante potencial para tejidos, donante vivo, donante fallecido, donante
efectivo, implante o injerto, órgano o tejido, componente anatómico; con especial atención a los
resultados y a la calidad de los servicios prestados por las Instituciones Prestadoras de Salud
(IPS). […] Dicha Comisión será integrada por representantes de la Red de Donación y Trasplantes
de Órganos y Tejidos, del sector asegurador, de la academia, de las Instituciones Prestadoras de
Salud (IPS) habilitadas para hacer trasplantes y los demás miembros que el Gobierno considere
pertinentes.

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Aún existe el consentimiento de la familia

Según la Ley 73 del 20 de diciembre de 1988, con las modificaciones hechas por la Ley 1805 de
2016, en su artículo primero, los órganos pueden ser utilizados según consentimiento del donante,
el receptor, los familiares, el abandono del cadáver o presunción legal de donación. O, como lo
expresa el artículo segundo, por presunción legal de donación y en caso de fallecimiento, según el
consentimiento o negación de la familia en las seis horas siguientes a la muerte cerebral o antes
de la autopsia. Podemos ver entonces que en esos primeros artículos y habiendo una
consideración, aunque reducida, el consentimiento de la familia en cuanto a la disposición de los
órganos de su ser querido, no es como lo indica la nueva ley de donación y los medios.

La disposición anterior es conforme a la sentencia C-933 de 2007 de la Corte Constitucional (Sobre


la donación de órganos o componentes anatómicos post-mortem), esto, en ausencia de la
declaración de voluntad de la persona fallecida y con el fin de salvaguardar los derechos familiares
a oponerse a cualquier tipo de extracción de órganos, en virtud de sus derechos constitucionales,
especialmente de libertad de conciencia y de culto. Así lo expresa la sentencia:

El fundamento constitucional del otorgamiento del derecho a los familiares de una persona
fallecida a oponerse a la extracción de órganos o componentes anatómicos del cadáver de esta
última, encuentra sustento y fundamento constitucional, de la misma manera que respecto de la
propia persona en vida, en el principio general de libertad, y los derechos de libertad de
conciencia –art. 18 CN-, y el de libertad de cultos –art.19-, en razón de los vínculos afectivos,
emocionales y psicológicos que desarrollan las personas con sus familiares más allegados y que
afectan directamente el desarrollo de su autonomía personal, por lo cual la ley les concede
igualmente la posibilidad de manifestar su consentimiento u oponerse a la ablación de órganos
del cadáver de un familiar.

Mayor vigilancia y sanciones para el tráfico de órganos

Finalmente, podemos decir que han quedado bien establecidos los parámetros del tratamiento
sobre los órganos extraídos, al igual que la cadena de custodia durante todo el proceso de
donación de órganos y tejidos, como lo contempla la ley 1805 del 4 de agosto de 2016: se prohíbe
trasplante de órganos para extranjeros no residentes, salvo cónyuges o familiares cercanos del
donante, aunque queda abierta la posibilidad de, habiendo abastecido la necesidad de donantes a
nivel nacional, que pueda autorizarse la donación a extranjeros no residentes o incluso la
exportación de órganos, y ahí es donde podemos ver un riesgo evidente de tráfico, ya que, dada la
constante en el porcentaje de accidentalidad y de homicidios en Colombia, el número de órganos
que los presuntos donantes pueden proveer lograría satisfacer la demanda nacional en poco
tiempo.

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Esto, sumado a los altos niveles de corrupción presentes en alguna medida en todas las instancias
del gobierno y las instituciones. Un ejemplo de esto es que ya se han reportado casos de
extracción de órganos sin el consentimiento familiar, como lo pretende la nueva ley, sin que ésta
haya entrado en vigencia todavía, pues, ya que los órganos se extraen mediante un procedimiento
quirúrgico que no altera el aspecto externo del cuerpo, son las decisiones o procedimientos
irregulares los que delatan a estos funcionarios inescrupulosos.

En el caso de México, se espera reestructurar la ley general de salud y se quieren reformular las
políticas sobre donación de órganos, ampliando la presunción de donante como se ha hecho en
Colombia, sin embargo, en ambos países no pueden crearse leyes o sanciones suficientes para
atacar un negocio que produce tan buenos ingresos. Como lo explica para el diario La jornada del
28 de octubre de 2016 el sacerdote y defensor de los derechos humanos Alejandro Solalinde, en
este nuevo “negocio” han entrado los carteles de la droga, los políticos y funcionarios del sector
de la salud, incluso afirma el sacerdote:

Existen clínicas particulares fronterizas en cuyos quirófanos se realizan estas extracciones. Tienen
crematorios asociados y allí desaparece el resto de los cuerpos, el desecho, ni siquiera podemos
tener la esperanza del ADN para saber quiénes murieron allí. A esta gente no le interesa llevar un
registro de las víctimas, no tienen las identidades de las personas que asesinaron. No dejan rastro
de nada. Lo único que les interesa saber es si los migrantes están sanos. […]Todo está hecho para
el mercado; está la demanda y la oferta.

En términos generales, lo más deseable es que el gobierno aclare los puntos de la nueva ley de
donación de órganos, que se explique a través de diferentes mecanismos pedagógicos en las
regiones, especialmente el tema de la presunción de donación y los derechos que la familia
todavía tiene para disponer del cuerpo de sus seres queridos, como lo contempla la Corte
Constitucional, y no solamente las visiones amañadas del Senado. Por otro lado, es necesario
establecer comités de verificación que incluyan a la Defensoría del pueblo y otros organismos de
vigilancia para que en verdad se regulen estos procedimientos, para que no se repita el caso de las
clínicas estéticas clandestinas, pues en Colombia, ante una gran ganancia a la vista, los corruptos
siempre están montando su negocio por adelantado.

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