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COMENTARIO DE LIBROS
EL MOMENTO PRESENTE.
EN PSICOTERAPIA Y LA VIDA
COTIDIANA
Autor: Daniel N. Stern.
Editorial: Cuatro Vientos, 2017, 276 págs.
Javier Pinedo1
1
Instituto de Estudios Humanísticos. Universidad de Talca.
Que el presente no existe ja al reino del tiempo para robarle las claves y poder
Sino en la medida en que se hace pasado regresar y modificar el pasado y evitar que muera la
Y ya pasó…, familia del sombrerero. Así lo hace y logra su objetivo,
Como la juventud. pero cuando el tiempo, que es un hombre vestido con
un abrigo de enormes hombreras y grandes bigotes, se
En resumidas cuentas da cuenta de la trampa, baja a la tierra para castigar a
Solo nos va quedando el mañana: Alicia y a sus amigos. Y el castigo consiste en vivir en
Yo levanto mi copa un eterno presente: un minuto antes de la hora del té.
Por ese día que no llega nunca Los personajes consideran terrible un castigo que
Pero que es lo único les impide pasar al minuto siguiente. Incluso en una In-
De lo que realmente disponemos”. glaterra tan puntual.
Es un castigo pavoroso, pues en nuestra vida coti-
El Dalai Lama, en cambio, con sabiduría oriental diana no existe un presente sino múltiples, y cada uno
recupera ese momento que se le escapa a Nicanor: depende de cuestiones internas, externas y también
“Solo hay dos días en el año en que no se puede culturales. ¿Cómo es el presente de un campesino? ¿O
hacer nada: uno es el llamado ayer, y el otro es el lla- de un artista con todo el tiempo para él…?
mado mañana. Así hoy es el día apropiado para amar, Por otro lado, hay diferencias entre las culturas
creer, hacer y sobre todo para vivir”. humanas, existen algunas más preocupadas de mirar
Me parece que es de estas percepciones básicas de hacia atrás para encontrar los modelos de vida futura,
donde surgen las reflexiones de Stern y que nos iden- y la vida en estos casos consiste en repetir lo caminado.
tifican plenamente a todos nosotros: la sensación de la No innovar sino mantener.
injusta brevedad de la vida y de cómo la perdemos por Otras, en cambio, como la nuestra actual, se desin-
el olvido de miles de presentes idos mientras nos ocu- teresan tanto en el ayer como en el presente y gastan
pamos de mirar hacia atrás o hacia adelante. sus energías en adivinar lo que vendrá. Siempre maña-
En mi opinión, aunque en un sentido técnico al na y siempre joven. Muchos de nuestros estudiantes se
interior de la psicología, el libro de Stern tiene esa in- burlan con ironía de lo que pasó en la historia: “Yo no
tencionalidad, convencernos de olvidar las quimeras había nacido” responden cuando se les pregunta por
del futuro o de los días pasados y volver la mirada en Shakespeare o Salvador Allende, como si la vida cul-
lo que nos está sucediendo aquí y ahora: Hic et Nunc, al tural y política hubiera comenzado solo con su propia
decir de los romanos. llegada al mundo.
O aun mejor, que solo podemos comprender el Esos estudiantes viven para mañana, sin sospechar
ayer y el mañana conociendo nuestro día a día. En tér- que hay ciudades en que el día domingo es el más abu-
minos terapéuticos pero también existenciales: se trata rrido del mundo, ciudades que están vacías porque ese
de ganar más vida para uno mismo (un día más largo y día nadie trabaja, y solo el trabajo es actual.
más vivido) y para nuestro entorno, pues no perder el En todo caso, me parece que el libro que comen-
presente significa tener conciencia de lo que uno hace tamos constituye una interesante reflexión que puede
en cada instante. Captar ese momento (levantarse, ayudar a tomar conciencia de nuestros actos, incluso de
hacer la cama, desayunar), mirándose a sí mismo, nos los que realizamos de manera automática. Es el objeti-
ayudaría a comprender mejor quiénes somos y en qué vo central, evitar el hacer sin pensar y hacerlo sabiendo
época vivimos. lo que hacemos en nuestra vida cotidiana. Los ejemplos
que entrega Stern, levantarse, hacer la cama, tostar el
3. Celebrando el libro de Stern, me permito un co- pan, deben ser acciones detalladamente meditadas, y
mentario (crítico) final, en el sentido que pudiera no solo para responderle al psiquiatra en el momento
existir el peligro de caer en cierta dictadura del de la consulta: “¿Usted se acuerda de lo que hizo esta
presente y olvidar los otros dos tiempos verbales mañana al levantarse?”.
sin los cuales el presente se diluye. No se trata de tranquilizar al psiquiatra sino a nues-
tra propia conciencia individual, pues en la medida que
Recuerdo la novela (¿para niños?) de Lewis Carroll, aumenta también puede aumentar nuestro sentido en
Alicia a través del espejo, en la que la protagonista via- la búsqueda de la felicidad.