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Números 4:1 - 5:4

Llegamos hoy al capítulo 4 de Números. En este capítulo,


estudiaremos el servicio de los levitas en el tabernáculo, como
Tema central. Las tres familias de la tribu de Leví, tenían que
desempeñar ciertos deberes en el tabernáculo. Este capítulo nos
informa quiénes son los que deben servir, el orden de su servicio
y cuántos había en la tribu, que podrían servir. Leamos pues los
primeros tres versículos de este capítulo 4 de Números, que nos
dicen

Quiénes pueden servir


"Habló Jehová a Moisés y a Aarón, y les dijo: Haced un censo de
los hijos de Coat entre los hijos de Leví, por sus familias y según
las casas de sus padres, de treinta años para arriba, hasta los
cincuenta años de edad, de todos los que puedan entrar en el
servicio del Tabernáculo de reunión."
Los años más productivos en la vida de los levitas, eran los
comprendidos entre los 30 y los 50 años. Y estos eran
precisamente los años durante los cuales debían servir. Ahora,
leamos los versículos 4 al 6, que nos presentan

El orden de su servicio
"El oficio de los hijos de Coat en el Tabernáculo de reunión, en el
Lugar santísimo, será este: Cuando haya que trasladar el
campamento, vendrán Aarón y sus hijos, desarmarán el velo que
está a la entrada del Lugar Santísimo y cubrirán con él el Arca del
pacto. Pondrán sobre ella la cubierta de pieles finas de tejones,
extenderán encima un paño todo de azul y le pondrán sus varas
para transportarla."
Pasando ahora al versículo 15, leemos lo siguiente
"Después que acaben Aarón y sus hijos de cubrir el santuario y
todos los utensilios del santuario, cuando haya que trasladar el
campamento, llegarán los hijos de Coat para llevarlos, pero no
tocarán ninguna cosa santa, no sea que mueran. Estas serán las
cosas que cargarán los hijos de Coat en el Tabernáculo de
reunión."
Los únicos que vieron los muebles que había en el lugar
Santísimo, fueron Aarón y sus hijos. Esos muebles eran el arca,
y el propiciatorio o tapa que cubría el arca, y eran cubiertos
cuidadosamente por Aarón y sus hijos antes de que los coatitas
los transportasen. Pasemos ahora a los versículos 24 y 25:
"Este será el oficio de las familias de Gersón, su trabajo y su
carga: Llevarán las cortinas del Tabernáculo, el Tabernáculo de
reunión, su cubierta, la cubierta de pieles finas de tejones que
está encima de él, la cortina de la puerta del Tabernáculo de
reunión"
Y sigue dando una lista de algunas de las otras cortinas y cuerdas,
las cuales estaban a cargo de las familias de Gersón. Leamos
ahora los versículos 29, 31 y 32:
"Harás un censo de los hijos de Merari, por familias y según las
casas de sus padres. Su responsabilidad en cuanto a su servicio
en el Tabernáculo de reunión será transportar las tablas del
Tabernáculo, sus travesaños, sus postes y sus bases, los postes
del atrio que lo rodea y sus bases, sus estacas y sus cuerdas, con
todos sus instrumentos y todo lo que se necesita para su servicio.
Asignaréis por sus nombres todos los utensilios que ellos tienen
que transportar."
Merari llevaba los artículos pesados: los postes, las tablas y los
travesaños. Los coatitas llevaban los muebles. Parece que Gersón
se hacía cargo de lo más fácil; las cortinas, las cubiertas y las
cuerdas.
Usando ahora su imaginación, piense usted lo que ocurría cuando
se ponían en marcha. No creemos que Moisés y Aarón salieran
del tabernáculo por la mañana para discutir el asunto. Moisés no
decía: "Bueno, vamos a citar la Junta Directiva para ver si
debemos ponernos en marcha o no." No dependían de ese tipo
de cosas. Esperaban simplemente para ver si la columna de nube
se elevaba del tabernáculo. Ahora, si se elevaba, eso quería decir
que debían marchar. Si la nube no ascendía, significaba que
debían quedarse en el campamento aquel día. Moisés y Aarón
tenían que estar alertas. Debían seguir la dirección que el Espíritu
de Dios les daba. Y el hijo de Dios debe ser guiado hoy de esta
misma manera. No es que veamos una columna visible de nube,
sino que somos guiados interiormente por el Espíritu de Dios.
Como lo dice el Apóstol Pablo, escribiendo a los Romanos, en el
capítulo 8, versículo 14: "Porque todos los que son guiados por el
Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios". El Espíritu de Dios,
amigo oyente, quiere guiar a los que son hijos de Dios.
Cuando la columna de nube se elevaba, enseguida Aarón y sus
hijos iban primero al velo. Usted recordará que el arca y el
propiciatorio estaban dentro del lugar separado por el velo, en el
lugar Santísimo. Creemos que el arca y su tapa, el propiciatorio,
estaban colocados junto al velo, y no junto a la pared de atrás; y
así, cuando el sumo sacerdote entraba en el lugar Santísimo, se
volvía y miraba hacia el oriente, y luego rociaba la sangre en el
propiciatorio; el sumo sacerdote hacía esto solo un día al año.
Pero en el día en que debían ponerse en marcha, no entraban
más allá del velo.
El velo era sostenido por anillos y en este día el sumo sacerdote
debía entrar, tomar el velo y bajarlo. Luego, Aarón y sus hijos
dejaban caer el velo sobre el propiciatorio y sobre el arca, y luego
los envolvían en tejidos de lino y en otras cubiertas, y finalmente
los envolvían con la cortina exterior del tabernáculo. Era
solamente después que todos los enseres estuviesen envueltos,
que permitían entrar a los coatitas. Había varas que encajaban
en los anillos de todos los muebles. Los coatitas entraban
entonces y levantaban los muebles por medio de estas varas y
los llevaban afuera. Los sacerdotes que llevaban el arca iban
adelante y esperaban que la columna de nube los guiara.
Veremos el orden de su marcha en otro estudio más adelante.
Por la noche, cuando llegaban a un nuevo campamento, cada
hombre sabía lo que le correspondía hacer. Cada uno llevaba la
parte particular del tabernáculo que le correspondía durante la
marcha. Cuando acampaban, lo primero que hacían era colocar
el arca en su lugar. Luego todo el campamento era instalado,
según donde fuese puesta el arca.
Los coatitas que llevaban los otros muebles, los colocaban en
relación al arca, y luego el tabernáculo, con sus tablas y cortinas,
era armado alrededor de ellos. En otras palabras, se ponían
primero los muebles. Ahora, esa no es la manera como nosotros
construimos las casas en la actualidad. Pero recuerde que esto
estaba diseñado para una marcha y por eso, todo tenía que ser
plegable y portátil. Colocaban los muebles primero y luego ponían
el tabernáculo alrededor de ellos.
Como cada uno tenía su tarea específica que llevar a cabo,
opinamos que el campamento se instalaba con bastante rapidez.
Creemos que después de unos 15 minutos más o menos de
haberse detenido y colocado el arca en su lugar, ya estaría el
tabernáculo completamente armado.
Resumiendo, pues, tenemos que cuando Israel llegaba al lugar
donde debía acampar, lo primero que se hacía era poner el arca
en su lugar. Luego venían los coatitas, quienes traían los muebles
y los colocaban. En el momento en que los colocaban, Merari
llegaba con las tablas, los postes y travesaños y desempeñaba su
parte. Luego Gersón venía con las cortinas. Por último, el sumo
sacerdote quitaba el velo y lo colgaba. ¡Qué emoción debe haber
sido ver a Israel entrar en el campamento! Después de 40 años
de práctica deben haberlo hecho muy bien.
Cada hombre, pues, tenía su oficio. De la misma manera, hoy en
día, amigo oyente, cada cristiano tiene su don, su capacidad y un
trabajo específico que Dios quiere que haga. Creemos que Dios
nos recompensará según nuestra fidelidad en hacer lo que El
quiere que hagamos. No debemos hacer lo que nos apetezca
hacer, ni lo que creamos que debemos hacer; sino que debemos
ejercer los dones que El nos ha dado, bajo Su dirección.
(Supongamos por ejemplo, que la persona encargada de llevar la
estaca de la parte noroeste del tabernáculo se cansara de su
trabajo. Un día, al meter la estaca, diría: "Estoy cansado de hacer
esto. Ya van 20 años que llevo esta estaca de la tienda. Vengo
por la mañana y la desprendo y la quito del suelo, la pongo sobre
mis hombros y la llevo en el carro junto con la familia. Parece que
nadie ve cuánto trabajo yo. Nadie me recompensa por lo que
hago. Moisés nunca me ha llamado a pasar adelante para
premiarme por mi trabajo. Estoy cansado de hacer siempre lo
mismo y creo que cualquier día voy a dejar de llevar esta estaca."
Un día, pues, cuando están desarmando el tabernáculo, le es un
poco difícil sacar su estaca del suelo y perdiendo la paciencia, la
deja allí y dice: "¡Nadie hará caso de todos modos. Mi trabajo no
es tan importante. Todo lo que me corresponde hacer es llevar
una sola estaca de la tienda; creo, pues, que simplemente la
dejaré allí mismo."
¿Puede usted imaginarse, amigo oyente, el problema a la noche
siguiente? Tratarían de levantar el tabernáculo, pero la estaca de
la parte noroeste no estaría allí. Los hombres se lo informarían a
Moisés, y buscarían al que debía haber llevado esa estaca. Moisés
le preguntaría: "¿Dónde está la estaca?" Y el hombre respondería:
"Pues, la dejé allí donde acampamos anoche." Moisés le
preguntaría entonces, por qué la había dejado allí y el hombre
diría: "Tuve un momento de desaliento y no creí que mi trabajo
fuese verdaderamente." Moisés diría: "Tú no creíste que fuera
importante. Pero ahora, no podemos levantar el tabernáculo sin
ella. Esa estaca es muy importante y la necesitamos.")
Amigo oyente, ¿quién es el que puede determinar, quiénes hacen
las cosas de más importancia en el servicio de Dios hoy en día?
Aquel hombre había sido fiel por 20 años, y luego de repente,
perdió el control de sus actos y fíjese usted lo que sucedió cuando
trataron de armar el tabernáculo. ¿No puede ser esta acaso una
ilustración de la actitud de muchos hijos de Dios, quienes en
nuestros días no creen que su servicio sea importante? Hermano
que me escucha, Dios no le recompensará a usted según la
cantidad de trabajo que haya hecho, ni por la importancia o
categoría que los demás le den a su trabajo, sino según la manera
en que haya sido fiel en hacer lo que El le ha mandado que haga.
Si usted está llevando esa estaca de la tienda de la parte
noroeste, no se olvide de llevarla hoy. El trabajo que el Señor le
ha dado, es muy importante para Su reino.
Y tenemos ahora

El censo de los levitas para el servicio


En los versículos 46 al 49 de este capítulo 4 de Números, vemos
que contaron a todos los hombres que eran elegibles, es decir,
aptos para el servicio en cada una de las familias de Leví, y cuyas
edades estaban comprendidas entre los 30 y los 50 años. Leamos,
pues, estos versículos 46 al 49:
"Todos los levitas que Moisés, Aarón y los jefes de Israel
registraron por familias y según las casas de sus padres, desde el
de edad de treinta años para arriba hasta el de cincuenta años de
edad, todos los que podían entrar en el servicio y el transporte
del Tabernáculo de reunión, fueron, según el censo, ocho mil
quinientos ochenta. Como lo mandó el Señor por medio de
Moisés, fueron registrados, cada uno según su oficio y según su
carga: su censo lo hizo él, como le fue mandado."
Y así concluimos nuestro estudio del capítulo 4 de Números. Y
llegamos ahora al capítulo 5. En este capítulo encontramos las
Ofrendas de Restitución y de Celos. Es posible que usted, amigo
oyente, haya creído que este libro de Números, no es un libro
muy interesante, pero esperamos que ahora haya cambiado de
opinión en cuanto a esto, porque aquí hay material muy
interesante y un mensaje pertinente para nosotros en estos días.
Hemos visto la disposición ordenada del campamento, la cual era
una preparación para la marcha a través del desierto. Tenía que
haber esta preparación. Al cristiano actual le hace falta reconocer
que es solamente un peregrino que anda por el desierto de este
mundo. Toda cosa y cada persona tienen que estar en su debido
lugar para poder caminar, trabajar, luchar y adorar en el desierto.
Llegamos ahora a la exposición de algunas instrucciones en
cuanto a la purificación del campamento. Estas instrucciones
aparecen en la sección del libro que abarca desde el capítulo 5,
hasta el capítulo 8. Y al llegar a esta sección que trata sobre la
purificación del campamento, es necesario que reconozcamos que
el motivo de esta purificación y limpieza, era que estaban
sirviendo a un Dios Santo. Y ésta, amigo oyente, es una verdad
para que usted y yo la tengamos en cuenta...
En la purificación del campamento, se consideraba en primer
lugar la ofrenda de restitución y de celos y este es el Tema del
capítulo 5. Veamos pues, los primeros cuatro versículos de este
capítulo 5 de Números, que nos presentan

La contaminación por enfermedad y muerte


"El Señor habló a Moisés y le dijo: Manda a los hijos de Israel que
echen del campamento a todo leproso, a todos los que padecen
flujo de semen y a todo impuro por contacto con un cadáver.
Tanto a hombres como a mujeres echaréis; fuera del
campamento los echaréis, para que no contaminen el
campamento de aquellos entre los cuales yo habito. Así lo hicieron
los hijos de Israel: los echaron fuera del campamento. Como el
Señor lo dijo a Moisés, así lo hicieron los hijos de Israel."
Tenían que echar fuera del campamento al leproso. Esta medida
nos puede parecer algo cruel. Pero amigo oyente, había un
propósito muy definido que se cumplía con esto: existía el peligro
de la contaminación y la transmisión de la enfermedad. Y leemos
que el campamento no debía ser contaminado, porque Dios
moraba en medio del campamento.
Dios, pues, mandó que ciertas personas fueran excluidas del
campamento. Ahora, esta no fue una decisión hecha por algunos
que se creían superiores, ni por otros que creían tener algún
privilegio espiritual que querían defender. La lepra es un tipo, una
ilustración del pecado. Vimos esto en el libro de Levítico.
Cualquiera erupción que proviniese del interior del cuerpo o un
flujo del mismo, habla de la carne, es decir, de la parte física del
ser humano, controlada por las pasiones y el pecado, que tienen
que ser tratadas a tiempo y apropiadamente.
Tenemos que comprender que si vamos a caminar con Dios, si
vamos a gozar de la comunión y el compañerismo con El, debe
haber una purificación de nuestras vidas. Amigo oyente, Dios no
va a caminar con usted si está controlado y contaminado por el
pecado. Hay algunos que creen que pueden participar del servicio
cristiano, y a la vez, encubrir un pecado en sus vidas. Dios no nos
bendice ni camina con nosotros mientras vivamos en pecado
consciente. "Porque nuestro Dios es fuego consumidor," como lo
dice el escritor a los Hebreos en el capítulo 12:29. Y el salmista
dice en el Salmo 89 y verso 7: "Dios temible en la gran
congregación de los santos, y formidable sobre todos cuantos
están a su alrededor"
Creemos que la razón por la cual existen tantos problemas,
dificultades, enfermedades y angustia, es porque hay cristianos
que no están dispuestos a tratar debidamente el pecado que se
halla en sus vidas.
Cuando lleguemos en nuestro estudio, al libro de Josué, veremos
que los israelitas no pudieron obtener la victoria en la ciudad de
Hai porque Acán, un miembro de la tribu de Judá, había pecado
y lo había encubierto. O sea que, había pecado en el
campamento. Ese pecado tendría que ser revelado y tratado y
solo entonces podría Israel obtener la victoria total.
Dios no derramará Sus bendiciones hasta que esas situaciones
sean tratadas y sometidas a la autoridad de Su Palabra.
Como nuestro tiempo ya se ha terminado, tendremos que
detenernos aquí. Estimado oyente, le invitamos a acompañarnos
en nuestro próximo programa, en el que trataremos el asunto de
la restitución por daños y perjuicios. Nos queda hoy la reflexión
sobre el pecado y nuestra situación de rebelión y desobediencia,
que nos separan de Dios. Recordemos que, a la luz de la Biblia,
Dios mismo provee el remedio para esta situación. Dice el apóstol
Juan en su primera carta 1:8 y 9, Si decimos que no tenemos
pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está
en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.

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