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Estrella Distante, la Comunidad y la dictadura: una lucha contra el olvido

Por Manuel Alvarez

Este cuento es muy simple aunque hubiera podido ser muy complicado.
También: es un cuento inconcluso, porque este tipo de historias no tienen un final.
Roberto Bolaño

Este trabajo se propone desarrollar un análisis de la novela Estrella Distante de

Roberto Bolaño, publicada el año 1996, la que se enmarca dentro de la denominada

literatura postdictatorial chilena. Ésta es una novela escrita desde las fronteras, es decir,

desde la lejanía de las tierras españolas que refugiaron al autor hasta en los últimos días de

su vida, y que fue el lugar preciso que encontró para poder mirar desde una perspectiva

diferente la realidad chilena. Bolaño, a mi entender, desde una singular forma escritural,

desarrolla esta novela con miras al pasado democrático, la dictadura y el período de

transición chileno, desde una distancia discursiva, espacial y temporal, pero también

personal, que le permite cuestionar la verdad de los hechos, los valores de la justicia y,

además, dar cuenta de la incertidumbre de lo relatado, la crisis de la experiencia de sujetos

contemporáneos, en fin, las (in)certezas de lo vivido y el estado de una realidad que no se

permite olvidar el pasado pero que se encuentra en el aire.

La pretensión principal de este trabajo es ver a la novela Estrella Distante como una

construcción compleja de la verdad, es decir, una elaboración estética de los espacios de la

lucha contra el olvido y, también ver a esta novela como esa compañera fiel del transcurso

de la historia moderna, y que cambia un poco a partir de los tiempos postdictatoriales y

postmodernos; o como el mismo Bolaño definía a la novela como género:


“Un intento fallido de amnesia donde todos somos iguales, las sombras inocentes y los

brutos malévolos, los personajes ficticios, es decir, todos somos víctimas sólo que de

una forma indolora […] trata sobre el efecto del tiempo en las historias, sobre el lento

progreso del olvido que es una de las formas de la ocultación hacia la que con más

gusto y puede que con más justificación tendemos.”1

En este sentido el presente trabajo busca dar cuenta de tres puntos: primero la pérdida

de una comunidad que desaparece con el advenimiento de la dictadura militar chilena: una

comunidad que se configura por medio de la juventud, la poesía y un proyecto político con

horizonte en la revolución y el socialismo de la Unidad Popular. Segundo el

establecimiento de un Estado dictatorial que se impone sobre la sociedad chilena y sobre

aquella comunidad, a través del miedo, el terror, la tortura y la persecución, encarnado en la

figura de un asesino/poeta de la dictadura. Y finalmente, la conformación de una tercera

comunidad encarnada en tres personajes que en busca de aquel asesino, buscan una forma

de configurar el presente en que ya ellos no son más que sujetos producto de una época que

aniquiló toda base sólida en la cual asentar la experiencia y su conformación misma, es

decir, un momento en que ya cualquier noción de esa primera comunidad se ha extinguido

y en que cada sujeto no es mas que un huérfano. Mirándolo así en Estrella distante observo

un principio de vacuidad, encarnada sobre todo en la figura del narrador. Una vacuidad

dada por aquello que fue y que hoy ya no está, esta novela como diría Ignacio Echeverría

nos ubica entre la historia y la melancolía, “una ‘extraña melancolía’ de ya no poder

entregarse con fe ciega ni una ni otra [literatura o historia]. Se mantiene, sin embargo, la

tenue posibilidad de que en el camino de reconstruir con la palabra una memoria de los

1
Bolaño, Roberto. “Entre el juego y el olvido”. Entrevista de Silvia Adela Kohan para La Nación (Buenos
Aires). Barcelona, 25/04/01
hechos, sea posible descubrir o inventar aquella comunidad que se ha desbandado después

del desastre.”2

Estrella Distante es una novela cuyo tiempo se despliega desde el año 1971, o tal vez

1972 [la incertidumbre respecto a la fecha, como de los hechos mismos, es propia de la

novela], cuando el narrador ve por primera vez a Alberto Ruiz-Tagle, luego Carlos Wieder.

Éste, en un comienzo, se presenta como un poeta auto-didacta de la región del Bíobío y

asistente a los talleres de poesía que se daban dentro de la universidad de Concepción, para

luego transformarse en un asesino de la dictadura y, a su vez, en un poeta vanguardista que

realiza performances poéticas escribiendo poemas en el cielo desde un avión; un sujeto,

cuyo acto poético más importante, y el que lo condena, es la exposición de una colección de

fotos en un departamento, donde muestra los cuerpos mutilados de cada una de sus

víctimas. El relato transcurre con Carlos Wieder como eje central, y alrededor de su figura

se (re)construyen, primero, los crímenes que cometió (como el asesinato de las Hermanas

Garmendia, el más importante dentro de la novela). En segundo lugar, se hace un

seguimiento de la vida de los personajes que lo conocieron en el contexto de los talleres y

de Concepción de esos años, para luego relatarnos cómo vivieron después de conocerlo, lo

que coincide con el tiempo de la dictadura. Y en tercer lugar, se desarrolla la intriga que la

figura del personaje principal representa para el narrador y su amigo Bibiano O’Ryan,

quienes sospechan de Ruiz-Tagle/Wieder desde un principio. Finalmente, se produce la

aparición de la figura de un detective llamado Abel Romero, quien junto con el narrador,

realizará la búsqueda de este infame personaje ya en los años noventa, y desde Barcelona.

La novela parte así: “La primera vez que vi a Carlos Wieder fue en 1971 tal vez en

1972, cuando Salvador Allende era presidente de Chile […] Entonces se hacía llamar
2
Echeverria, Ignacio. “Historia particular de una infamia”. En Roberto Bolaño: la escritura como
Tauromaquia. Coord. Celina Manzoni. Buenos Aires: Corregidor, 2002. p. 37-38
Alberto Ruiz-Tagle y a veces iba al taller de poesía de Juan Stein, en Concepción, la

llamada capital del Sur […] No hablaba demasiado. Yo sí. La mayoría de los que íbamos

hablábamos mucho: no sólo de poesía, sino de política, de viajes […].”3 Ya desde este

punto el narrador nos sumerge en un ambiente especial, el ambiente del taller se muestra

como un espacio, de creación, de dialogo, de participación, de compañerismo, posibles

publicaciones, de proyectos de antologías, etc. y que está enmarcado dentro del momento

del triunfo del socialismo por la vía democrática pero donde también había una creencia en

la lucha armada, este era el momento de la utopía revolucionaría. En este sentido dentro de

la novela se nos muestra a un grupo de poetas jóvenes, un aspecto que no es extraño dentro

de la obra de Bolaño, pues plaga su obra [los real visceralistas por ejemplo] y que va más

allá de la simple constatación autobiográfica, sino que también guarda relación con una

perspectiva particular del mundo, del oficio y la historia de su generación: “la historia de

una generación envejecida, de sus esfuerzos y de sus sueños.”4

A este taller, al igual que al otro que se dicta dentro de la misma universidad pero a

cargo de Diego Soto, asisten solo estudiantes universitarios, de las más variadas carreras y

orígenes, todos con alguna filiación a pensamientos ideológicos de izquierda, todos de clase

media; sólo Ruiz-Tagle/Wieder es diferente. Este es un hecho que no pasa desapercibido

para nadie, para el narrador y su amigo Bibiano O’Ryan, es claro rasgo de sospecha, para

las hermanas Garmendia, también asistentes al taller y próximas víctimas del asesino, es un

rasgo de interés. El personaje no encaja con el resto ni por su apellido, ni por su

personalidad y su vestimenta, incluso tampoco se define como un estudiante, pues se

presenta como un autodidacta, posición que también es cuestionada en la novela. A pesar

3
Estrella distante. p. 13
4
Echeverria, Ignacio. “Sobre la juventud y otras estafas”. En Roberto Bolaño: la escritura como
Tauromaquia. Coord. Celina Manzoni. Buenos Aires: Corregidor, 2002. p. 72
de esto los integrantes del taller no reparan mucho en su figura, con la excepción claro del

narrador y su amigo, quienes sienten constantemente el halito de sospecha que rodea a este

personaje.

La destrucción de este espacio comunitario se ve acompañada por el momento

histórico que marca la caída de la utopía, el golpe de estado efectuado en Chile el 11 de

septiembre de 1973. Este momento dentro del relato se marca a través del episodio donde

las hermanas Garmendia hablan con el narrador y le dicen que se marchan, se irán a

Nacimiento, a la casa de campo heredada por sus padres. El narrador al recibir esta noticia

insiste en ir a verlas, una vez que se reúne con ellas. Él describe este momento de la

siguiente manera: “Ninguno había cenado así que nos metimos los tres en la cocina e

hicimos huevos con cebolla, pan amasado y té. Me sentí de pronto muy feliz,

inmensamente feliz, capaz de hacer cualquier cosa, aunque sabía que en esos momentos

todo aquello en lo que creía se hundía para siempre y mucha gente, entre ellos más de un

amigos, estaba siendo perseguida y torturada.”5 Esa comida con las hermanas Garmendia

quienes se configuran como las representantes del espacio del taller, son sus estrellas, es el

último episodio donde se vislumbra ese espacio que nunca volverá después de la dictadura

militar. Es el fin de la comunidad de jóvenes poetas, es el fin del proyecto revolucionario,

es el fin de una comunidad a la cual nunca se retornará.

Desde este punto comienza la configuración del Estado en su peor forma, la de una

dictadura. Referente a este punto hay dos episodios que son significativos. El primero es la

transformación de Alberto Ruiz-Tagle en Carlos Wieder, esto sucede cuando una vez que

las gemelas Garmendia están en su casa de Nacimiento y Ruiz-Tagle/Wieder las va a visitar

y lo que en una primera parece un tertulia de amigos donde se conversa y se lee poesía.

5
Estrella distante. p. 27
Avanza la noche, ya es tarde todos se van a la cama, desde este punto desaparece Ruiz-

Tagle y aparece Wieder.

“Unas horas después Alberto Ruiz-Tagle, aunque ya debería empezar a

llamarle Carlos Wieder, se levanta […] Todos duermen. Él, probablemente, se ha

acostado con Verónica Garmendia. No tiene importancia. […] Lo cierto es que Carlos

Wieder se levanta con la seguridad de un sonámbulo y recorre la casa en silencio. […]

Finalmente encuentra la habitación de la tía […] De un salto se pone junto a la

cabecera. En su mano derecha sostiene un corvo. Ema Oyarzún duerme plácidamente.

Wieder le quita la almohada y le tapa la cara. Acto seguido, de un solo tajo, le abre el

cuello.”6

En ese momento llega a la casa un grupo de hombre que vienen a ayudar a Wieder a

realizar el asesinato: “Y detrás de ellos entra la noche en las casa de las hermanas

Garmendia. Y quince minutos después, tal vez diez, cuando se marchan, la noche vuelve a

salir, de inmediato, entra la noche, sale la noche, efectiva y veloz.”7 Si se observa

detenidamente este hecho es muy significativo, pues la entrada de la noche, la entrada de la

dictadura, la entrada a la época más oscura de la historia chilena dentro del relato está

representada en la transformación del sujeto de sospecha en un asesino, pero no un asesino

de cualquier persona, sino un asesino de aquellas personas que simbolizaban precisamente

a la época que se ha interrumpido, aquellas personas que ya habíamos dicho eran al

representación de la comunidad comprometida social, política y creativamente. Este

asesinato es el único que se relata dentro de la novela, es el único que como lectores se nos

6
Estrella distante. p. 31-32
7
Ibid. P. 33
hace ver. Con aquello se nos dice este es el fin de una época y el comienzo de otra que

marcará a los individuos para siempre.

Hay un segundo momento que marca el inicio del Estado fundado en el miedo y es

iluminador. El narrador se encuentra detenido en el Centro La Peña a las afueras de

Concepción, las circunstancias de su detención él mismo las cataloga de banales, sin

embargo, su presencia ahí le permite presenciar el primer acto poético de Carlos Wieder.

Desde las alturas y al parecer, dirigido a quienes se encontraba en este, porque no decirlo,

campo de concentración, aparece un avión, que uno de los detenidos cree es de la segunda

Guerra Mundial, el avión se dirige lento, de pronto empieza a escribir frases en el cielo,

escribe lo que parece ser un poema en el cielo. Son letras perfectas, escritas con humo

negro, que configuran los versos del Génesis bíblico en latín. Mientras cada uno de los

detenidos sumía su atención en este extraño acontecimiento el avión sigue por todo el cielo

del Concepción lanzando sus versos y finalizando el acto con una sola palabra “Aprendan”.

Este acto marca el inicio de la fama de Wieder como poeta, como vanguardista, como

persona pública, pero al mismo tiempo marca el génesis de la dictadura, del miedo, de la

inseguridad, de una herida que quizás nunca devendrá en cicatriz y que no desaparecerá de

la vida de los que lo presenciaron.

Roberto Esposito en su libro Communitas lleva a cabo un análisis respecto a la

formación del Estado, y la consecuente difuminación de la comunidad, a través del

pensamiento de Thomas Hobbes. El elemento estructurante que Hobbes, y el mismo

Esposito, observan respecto al origen del Estado es el miedo. El miedo que el hombre tiene

a la muerte. “Porque el miedo que nos atraviesa –e incluso nos constituye– es precisa y

esencialmente miedo a la muerte. Miedo de no ser más lo que somos: vivos. O de ser

demasiado pronto lo que también somos: precisamente «mortales» en tanto destinados a la


muerte.”8 Es decir, la perdida de los lazos comunitarios y la formación del Leviatán (el

Estado) ocurren debido a un instinto de conservación que determina a cada hombre, o sea,

“tememos a la muerte porque queremos sobrevivir. Pero queremos sobrevivir justamente

porque tememos a la muerte.”9 En este sentido la muerte es entendida como aquello que

está en un primer lugar, es el punto de origen. Y en el caso de Estrella distante esto no es

muy diferente. En ella a través de la muerte de las gemelas Garmendia se da el origen de

Carlos Wieder, la estrella poética de la dictadura militar chilena; pero en un plano aun

mayor con esa muerte y con el miedo que generan las múltiples muertes y persecuciones

ejecutadas por los organismo de represores del golpe militar, se genera la formación del

Estado militar.

Hay que atender además, en cuanto a la configuración del Estado militar represor, al

hecho de que “El miedo no sólo está en el origen de la política, sino que es su origen, en el

sentido literal de que no habría política sin miedo.” 10 Pues si se revisa históricamente la

dictadura militar en una primera instancia se presentó ella misma como la forma de

salvación frente al socialismo imperante en Chile. Ante un ambiente de inseguridad

marcado por el control del comercio y la constante conspiración contra las medidas del

gobierno de Salvador Allende, se fue gestando una inseguridad latente en la mentalidad de

cierta parte de la población, que incluso hasta hoy día se mantiene. Así los golpistas y

ciertos sectores políticos inconformes justificaron, y aun hoy justifican, el proceder de la

junta militar encabezada por Augusto Pinochet. De esta manera, se puede apreciar que en

una primera instancia el golpe de estado se fundó en el miedo, en el miedo de cierta parte

de los ciudadanos frente a lo que ya en momentos de la dictadura se empezaría a denominar

8
Esposito, Roberto. Comunitas. Buenos aires: Amorrortu, 2003. p. 54-55
9
Ibid. p. 55
10
Ibid. p. 56
el cáncer marxista. Por eso se puede decir que, aunque Hobbes haya visto el miedo desde

una perspectiva positiva que incluso era el origen de las formas legítimas del Estado, en el

caso de la historia de Chile y en el caso de la historia que se aprecia en el relato de Bolaño,

el miedo también es quien genera las formas más degeneradas, defectuosas y sombrías del

mismo. En este caso, y a pesar de Hobbes, tenemos que decir que el miedo pierde su carga

positiva, pues, ya no construye un Estado fundado en el derecho y el bienestar moral, sino

por el contrario funda un Estado que se rige por el despotismo y la tiranía.

Si en algo tiene sentido lo planteado por Esposito a través de Hobbes es que el

miedo no sólo origina y explica el pacto de formación del Estado sino que además lo

protege y lo mantiene vivo. En el caso de la dictadura, ésta se fundó en base al miedo y

luego se encargó de mantenerlo vivo para así justificar su existencia. La dictadura hizo que

cada uno de los individuos de la sociedad chilena no se olivarán de tenerlo, lo hizo parte de

cada uno de ellos, con el fin de mantenerlos separados entre ellos pero a su vez de ellos

mismos. Si algo hizo particularmente la dictadura fue romper con los lazos comunitarios y

sociales dentro de Chile, pues éstos significaban una amenaza para las pretensiones del

gobierno impuesto a través del golpe. Este punto no se llevó a cabo por medio del principio

que rige la filosofía de Hobbes, es decir, no fue el miedo propio de los hombres de que

cualquiera puede matar a cualquiera, sino que fue el miedo, que se sumó a la incertidumbre

política del momento, fundado en el mismo discurso y accionar de la dictadura de

Pinochet. El Estado dictatorial se dedicó a ejercer el miedo sobre los hombres que

constituían la población de Chile. Esposito entiende que “Lo que los hombres tienen en

común […] es la capacidad de matar, y en correspondencia, la posibilidad de que les den

muerte: potencia de muerte generalizada a tal punto que se convierte en el único vínculo
que asimila a los individuos por lo demás separados e independientes.”11 Bueno, en el caso

de Chile lo que mantuvo a los hombres separados fue el miedo ejercido por el terror del

Estado. Aquí no hubo espacio para que los hombres estuvieran en conflicto y, por lo tanto,

delegaran su poder, traducido en su necesidad de seguridad, al Estado, para que éste los

resguardara de sí mismos, sino que hubo unos sujetos que resguardados por la posición que

un régimen democrático les había otorgado decidieron tomar las riendas de una sociedad y

ejercer violentamente el control de la misma. Por medio del vacío de lazos comunitarios

previos se levantó este Leviatán tirano y se mantuvo por diecisiete años. Sólo que en este

caso la disociación comunitaria no estaba en función de unir a los individuos bajo un

mismo alero, sino que la disociación se encontraba enfocada en el exclusivo mantenimiento

del régimen.

Dentro de Estrella distante la presencia del Estado tiránico no se observa

directamente ejercida salvo por medio del personaje de Carlos Wieder. Al episodio ya

relatado del asesinato de las gemelas Garmendia, donde se aprecian los mecanismos bajos

los cuales operaron una serie de asesinos de la dictadura, hay que sumarle el episodio más

relevante dentro de lo que él consideraba sus actos poéticos. A partir del asesinato, la

narración se concentra en mostrarnos la figura del poeta vanguardista en que se convierte

Wieder, señala su relación con el estableshiment de la poesía chilena, el espaldarazo que

recibe de parte de un crítico literario de nombre Ibacache12, se comentan sus performances

artísticas celebradas dentro de Chile y aprobadas por quienes ostentan el poder; se narra su

viaje a la Antártica donde el poeta/asesino quiere plasmar su poesía y la “estrella chilena”.

Finalmente, llegamos al año 1974, cuando el “poeta” es llamado desde Santiago para que

realice una muestra de su poesía aérea frente a los altos mandos de la Junta Militar, al
11
Ibid. p. 62
12
[personaje que es el protagonista en Nocturno de Chile]
mismo tiempo que él prepara una exhibición fotográfica en el departamento de un amigo.

La demostración aérea pasa sin pena ni gloria, salvo por algunos actos de temeridad de

parte de Wieder, pues el mal clima no permitió que sus poemas fueran visibles en el cielo.

Sin embargo, llegado el momento de la exhibición fotográfica, a la que asisten sólo los más

cercanos a Wieder, se desata la caída del ángel de la muerte, pues, las fotografías muestran

aquello que nadie esperaba, imágenes de una realidad por unos sabida, por algunos

ignorada y por otros evitada:

“La mayoría eran mujeres. El escenario de las fotos casi no variaba de una

a otra por lo que se deduce es el mismo lugar. Las mujeres parecen maniquíes, en

algunos casos maniquíes desmembrados, destrozados, aunque Muñoz Cano no

descarta que en un treinta por ciento de los casos estuvieran vivas en el momento

de hacerles las instantánea.”13

Dice Paz Soldán: “Al interior de la novela, las fotos de Wieder sirven para revelar su

condición de asesino aliado al régimen; el ‘arte nuevo’ no muestra otra cosa que la

complicidad del artista con el poder; ante esa revelación, el efecto en los espectadores es

fulminante […]”14 Las fotografías evidencian el horror, muestran los cuerpos

descuartizados de las mujeres que desaparecieron en Concepción y otras partes del sur,

algunos de los testigos incluso pueden distinguir a las Garmendia, tienen una ordenación

particular, tienen ciertas temáticas, incluso desprenden sensaciones como nostalgia y

melancolía. Las repercusiones de este acto produjeron el enjuiciamiento secreto de Wieder,

13
Estrella distante. p. 99
14
Paz Soldán, Edmundo. “Introducción: Roberto Bolaño: Literatura y Apocalipsis”. En Bolaño Salvaje. Paz
Soldán, Edmundo y Gustavo Faverón Patriau. Compiladores y editores. Editorial Candaya. Barcelona. 2008.
Pág. 17
su destitución de la FACH, y su posterior desaparición de la escena nacional. Pero, como

era normal en la dictadura, no hubo justicia, lo que pone de manifiesto que el Estado,

cuando no era el responsable del crimen, se convertía en el cómplice que resguardaba al

asesino. La exposición sólo refleja una realidad encubierta, el acto y sus repercusiones nos

evidencian los mecanismos bajo los cuales opera la dictadura, la única condena que se le

hace al personaje es la de evidenciar esos mecanismos, sobre todo frente a los pocos civiles

que presenciaron el acto, a quienes se les amenaza y calla, siendo siempre la consigna el

silencio y el miedo.

De esta manera termina la historia de Wieder en Chile, luego del fracasado y oscuro

episodio de las fotografías se le pierde la pista, se va del país, en definitiva Carlos Wieder

desaparece. Sin embargo, dentro de la narración siempre hay un personaje encargado de

seguirle la pista. De esta forma es como se empieza a configurar lo que a mi parecer es la

segunda comunidad dentro de la novela, la que aquí denominaré «la comunidad de los

detectives». La figura del detective como se entiende aquí no está regida por las

características del canon, en realidad, dentro de la obra de Bolaño nunca es así. A pesar de

que la trama del misterio y las figuras detectivescas son comunes en gran parte de su obra,

basta mencionar a La pista de hielo, Monsieur Pain, Los detectives salvajes, 2666, etc; a mi

parecer, su utilización nunca está orientada hacia lo que este personaje normalmente hace,

es decir, revelar un misterio. Pareciera ser, de hecho, que lo que menos importa es llegar a

la resolución del enigma, por eso sería irresponsable postular a Roberto Bolaño como un

cultivador del género policial, sino más bien hay que verlo como una reciclador del mismo,

alguien que usa las partes del policial, así como otros géneros, y sus características con

otros fines dentro de la narración. En este sentido sigo a lo que afirma Celina Manzoni: “Su

proyecto de escritura [el de Bolaño], sustentado en la pasión de contar, propone una poética
en la que confluyen y se cruzan con libertad, formas culturales que de manera tradicional

han sido catalogadas y discriminadas por su condición, de ‘cultas’ o de ‘populares’.”15 Así

se puede apuntar a una dinámica dentro de la obra de Roberto Bolaño, que tiene que ver

con una apropiación de las tradiciones más heterogéneas, las cuales se re-funcionalizan en

múltiples sentidos. Aquí a mi parecer Bolaño nunca quiere presentar a un detective como

Sherlock Holmes o Auguste Dupin, cuyo método racional o detection16 es lo que más

importa; es decir, no quiere representar personajes que mediante el despliegue de sus

facultades lógicas resuelvan el mundo y den fe de una ideología propia de la modernidad,

sino que lo que hace es mostrar una “fascinación por las figuras de la ley”, o como sostiene

Paz Soldán:

Esas figuras que sirven para dar fe de la inteligibilidad del universo y de la autoridad de la

razón para desbrozar el caos en torno nuestro, figuras que existen para decirnos que la

razón ha sido derrotada, y articular una reflexión existencialista en que el mundo se revela

sin sentido y la especie, a la manera de Sísifo, ‘condenada desde el principio’, no se

arredra, continúa luchando y marcha en busca de ‘una felicidad que en el fondo sabe

inexistente’”17

Como ya dije en la novela siempre hay un personaje que efectúa un seguimiento de

Wieder y que a mi parecer se configura como un detective; puntualmente son tres los

personajes que a mi llevan a cabo este rol. La primera es la figura de Bibiano O’Ryan,

15
Manzoni, Celina. Roberto Bolaño: La Escritura como Tauromaquia. Prólogo. Corregidor. 2002. Pág. 14
16
Uso el concepto de detection para señalar el procedimiento racional en base a la observación con el que se
resuelve un enigma, y que posee variadas fuentes como el Serendypity o zadiguismo, y que fue usado por
algunos ilustados como Voltaire y que se acuño como parte de la vulgarización científica propia de la época
posterior a la ilustración y del desarrollo de este género. Para una mayor explicación del concepto consultar:
Del Monte, Alberto. Breve historia de la novela policiaca. Madrid: ediciones Taurus, 1962.
17
Paz Soldán, Edmundo. En Bolaño Salvaje. Barcelona. 2008. Pág. 24
personaje que hace el seguimiento de Wieder durante los años de la dictadura y que es el

escritor y amigo del narrador. Él se obsesiona con el poeta/asesino, lo investiga, también a

las personas que fueron sus víctimas y su obra poética, hasta lo incluye en un estudio sobre

escritores de ultraderecha que lleva a cabo [¿La Literatura Nazi en América?]. El segundo

personaje que toma este rol es presentado en el momento más actual y quien de mejor

forma representa el papel de investigador, pues posee características tanto del detective del

policial clásico como del policial negro norteamericano. Este personaje se llama Abel

Romero: “fue uno de los policías más famosos de la época de Allende. Ahora es un hombre

de más de cincuenta años, bajo de estatura, moreno, excesivamente delgado y con el pelo

negro peinado con gomina o fijador.”18 Él era un detective de la Policía de Investigaciones

antes del Golpe de Estado, poseía fama gracias a la solución de dos casos que fueron muy

conocidos en Chile y que nadie más pudo resolver, recibió de manos de Salvador Allende la

medalla al mérito por sus acciones y, en el momento de la dictadura, estuvo preso durante

tres años para luego exiliarse. Llegó a vivir a Francia, donde fue contactado y contratado en

los años noventa para localizar a Carlos Wieder; realiza el seguimiento del asesino por

distintas locaciones de Europa, investigación que finalmente desemboca en el departamento

del narrador, a quien Abel Romero le pide ayuda y termina contratando como su ayudante.

Romero necesita encontrar a un poeta y para eso necesita de otro poeta, “es entonces

cuando aparece en escena Abel Romero y cuando vuelvo a aparecer en escena yo. Chile

también nos ha olvidado.”19 Continuando con la figura del detective, más precisamente, con

la caracterización de Romero, cabe señalar que éste se configura como un personaje que

tiene su propio modo de investigación, sus sospechas nunca son erróneas; sin embargo,

tampoco se nos muestra su método, que queda muchas veces en manos del azar y las
18
Estrella distante. p. 121
19
Estrella distante. p. 121
corazonadas. Por último, cabe destacar la figura del narrador que se transforma en el tercer

detective al aceptar el dinero que Romero le ofrece y participar de esta investigación que

tiene como fondo encontrar a Wieder. Poco a poco, el narrador se va obsesionando con la

búsqueda del asesino y termina siendo él quien lo encuentra a través de las pistas que halla

tanto en el análisis de revistas literarias y poéticas, como en la revisión de películas

pornográficas. Las revistas son la expresión de discursos extremistas ideológicamente

hablando, son de las más variadas índoles y en los más diversos idiomas. El narrador sólo

puede sacar conjeturas de ellas, sin embargo, al final de la revisión que hace, nota en cuatro

de las revistas la presencia de Wieder, que ahora se hace llamar Jules Defoe. Sin embargo,

su papel no sólo se limita a la búsqueda, es el narrador quien ejecuta el reconocimiento de

Wieder, es él quien al verlo tiene que lidiar con el enfrentamiento del pasado, y al mismo

tiempo con asumir lo que se es en el presente.

La función de estos detectives pareciera que es la de encontrar al poeta/asesino,

búsqueda que desembocaría en el respectivo ajusticiamiento que la vuelta a la democracia,

la concertación y su política de los consensos no es capaz de dar. Sin embargo, en el relato

todo aquello queda determinado por la incertidumbre. Como lectores nunca sabemos que

fue lo que realmente pasó, nunca se nos relata que pasa después de que el narrador

reconoce a Wieder y se lo comunica a Abel Romero. A mi entender tampoco es eso lo que

importa. La novela no está configurada para eso, ni mucho menos la posición de estos

personajes. Esta comunidad está para decirnos que han sido los testigos de un final de siglo

que ha cambiado el sustento del vivir, que hoy los proyectos y los sueños han desaparecido,

que las heridas de estas vivencias no han dejado más que la incertidumbre frente a

cualquier aspecto de la vida. Al final de la novela lo que nos queda es una pregunta,

¿Realmente lo que importaba era encontrar a Carlos Wieder o todo no fue más que un
crudo testimonio ficcionalizado de la historia de este país proveniente sobre todo de un

sujeto, el narrador, que hoy se encuentra desamparado?

Creo ver en la figura del narrador a un sujeto que a través de esta narración quiere

hacer un intento por hablar de lo que pasó y que siente que no se puede callar y mucho

menos olvidar. Aun así es un sujeto víctima de su propia vivencia y, por lo tanto, articular

su experiencia le resulta difícil, por no decir, imposible en términos de un relato coherente

y por sobre todo marcado por la certeza de que lo que se vivió fue así o de que lo que se

vivió devendrá en una posterior superación y realización de él, de los otros, como personas

íntegras. Lo que nos muestra esta comunidad de detectives, encabezada por el narrador, es

la perdida de todo asidero que permite el establecimiento de un ser que se encuentre

satisfecho consigo mismo, la pérdida de todo lazo que haga sentir a ese ser menos

abandonado, menos huérfano.

Cuando se analiza la narración de esta novela en el marco que aquí se ha tratado,

resulta imposible no dar cuenta de este último punto, es decir, hay que verla como un relato

que se construye estéticamente en pos de una lucha contra el olvido. Pero ¿cómo hacerlo si

todo lo que enmarca a esta historia reciente, la de los tiempos de la Unidad Popular, la

Dictadura militar y la postdictadura, está marcada por la imposibilidad de los sujetos de dar

cuenta de ello? A mi parecer, esto es lo que se esconde en la función de este narrador

personaje, figura central de la comunidad de los detectives, que configura su relato

alrededor de Wieder pero que al mismo tiempo gira en su experiencia como persona que

sufrió los embates de la dictadura a través de este asesino. Es el narrador quien nos quiere

dar cuenta de su experiencia, no en forma de testimonio, o no por lo menos con los rasgos

que caracterizan a este tipo de escritura, él prefiere mostrárnosla desde su propia

inseguridad, es decir, desde su propia subjetividad.


Entenderé aquí por experiencia como aquel punto de contacto entre el lenguaje

público y la esfera propiamente subjetiva; en palabras de Martín Jay: “entre la dimensión

compartida que se expresa a través de la cultura y lo inefable de la interioridad individual

[…]”20 Apelando a estas ideas, lo que pretendo es demostrar que, en Estrella distante, se

está en presencia de personajes, y sobre todo de un narrador, que tienen una incapacidad

para articular su subjetividad debido a un drama social complejo, como lo es la dictadura y

todo lo que ella conllevó, lo que finalmente produce un relato que no se acomoda a una

capacidad narrativa específica, la de la memoria y del relato testimonial, y deriva en la

utilización de una serie de recursos estéticos que se presentan como una forma de

representación que, por sus características, permite articular un cierto orden y estructurar

un relato marcado por la in-certidumbre. Así, se retrata ficcionalmente un momento

histórico cuya característica fundamental es la pérdida de todo horizonte que permita

establecer un bosquejo de la verdad, de lo cierto, y, que por tanto, permita obtener una

respuesta una vez que haya sido procesado.

El conocer las cosas, el definir la relación entre lo que se vivió, lo que se sintió, lo

que se conoció y las referencias verdaderas es lo que se ve afectado principalmente cuando

se quiere rememorar el pasado, sobre todo un pasado donde han quedado radicadas

experiencias traumáticas. Pues, todo lo que gira alrededor de ese hecho histórico involucra

el ejercicio de una violencia, lo que reprime la capacidad de acceder al real conocimiento

de lo sucedido. Esta condición de violencia ejercida por la dictadura engloba también al

momento histórico actual, en el cual la relación de verdad entre el discurso y los hechos del

pasado está condicionada por nuestra percepción, la que no responde tanto a un sentir

20
Jay, Martín. La crisis de la experiencia en la era de la postsubjetividad. Ediciones Universidad Diego
Portales. Santiago, Chile. 2003. Pág. 22
colectivo, sino más bien, a una experiencia individual que se ve limitada por esa violencia.

Siguiendo tanto a Benjamín21 como a Adorno22, establezco que la experiencia entra en crisis

producto de la exposición de un individuo a una situación traumática o catástrofe, situación

que deviene en la imposibilidad del sujeto para poder expresarla plenamente, es decir, para

dar a conocer la situación, o la experiencia que surge de ella, como el producto de un

proceso de comprensión individual cuyo resultado sería una situación comunicativa

significativa o una narración.

Esto es lo que encontramos en la novela de Roberto Bolaño. En ella nos

enfrentamos con un sujeto que se encuentra en crisis porque ha vivido un momento

histórico que no es posible encuadrar dentro de una lógica que le permita apropiarse de ello

y extraer el material necesario para traducir esa vivencia en sabiduría. De este modo, nos

encontramos ante la pérdida de toda certeza, y ante un pasado traumático que es asumido

melancólicamente, lo que no permite la elaboración del duelo, asegurando el término de la

vivencia, la superación de ella o el cierre de algún sentido. Un pasado al que, sin embargo,

se anhela retratar literariamente en función de aquellos, los miembros de una comunidad,

que se configuraron a partir de aquel momento.

En este escenario, el sujeto ya no posee la capacidad de determinar si la propia

experiencia resulta ser o no una experiencia real, en tanto ha perdido la autoridad para

garantizar o siquiera enunciar una experiencia. Tal como lo señala Agamben:

“Porque la experiencia no tiene su correlato necesario en el conocimiento, sino en la

autoridad, es decir, en la palabra y el relato. Actualmente ya nadie parece disponer de

autoridad suficiente para garantizar una experiencia y, si dispone de ella, ni siquiera es


21
Benjamin, Walter. El Narrador. Santiago: Ediciones Metales pesados, 2008
22
Adorno, Theodor. Notas sobre Literatura: “La posición del narrador en la novela contemporánea”
rozado por la idea de basar en una experiencia el fundamento de su propia autoridad. Por

el contrario, lo que caracteriza al tiempo presente es que toda autoridad se fundamenta en

lo inexperimentable y nadie podría aceptar como válida una autoridad cuyo único título

de legitimación fuese una experiencia”23

Agamben plantea lo anterior desde una perspectiva que entiende que la experiencia y su

crisis no son el producto exclusivo de la exposición de los sujetos a un pasado histórico que

los ha marcado, sino también de situaciones donde entra en juego la actualidad de la

existencia; un tiempo presente donde las vivencias ya no devienen en experiencias pues no

se encuentran las herramientas necesarias para transformarlas en tales. Un momento donde,

en palabras de Cristían Montes, “[…] los aspectos sustantivos de la vivencia no logran ser

procesados integralmente en sus conciencias [de los sujetos y que], no pueden, por lo

mismo, comunicarlos ni convertirlos en relato, y de esta forma la experiencia no logra

consolidarse.”24 Los sujetos no necesariamente tienen que sufrir un episodio traumático

para que experimentar la incomunicabilidad, basta sólo con que se sitúen en la dinámica de

las ciudades o en la avasalladora dinámica informativa de los medios de comunicación. Así,

en Estrella distante vemos confluir, por un lado, la problemática del tratamiento de la

historia y la memoria de la dictadura, y por otro, una vivencia propia de la posmodernidad,

en la que el sujeto ya no encuentra un sustento firme desde el cual legitimar su vivir; el

sujeto, por tanto, se encuentra huérfano, pues ya no hay expresiones que puedan establecer

y reafirmar los saberes cósmicos, históricos e incluso biográficos en los que se asienta la

existencia.

23
Agamben, Giorgio. Infancia e Historia. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora, 2004. Pág. 9-10
24
Montes, Cristian. La crisis de la experiencia en Putas asesinas, de Roberto Bolaño. Trabajo parte del
Proyecto FONDECYT Número 1071130: “Política y cultura en Chile: transformaciones y continuidad (1939-
2000), dirigido por Bernardo Subercaseux.
Hay que establecer que esta “comunidad de los detectives” y particularmente el

narrador se configuran como los sobreviviente, lo cual presenta siempre un problema pues,

al momento de ordenar y tener que encadenar su relato, no puede nunca narrar lo que quiere

narrar, no puede transformar en una situación comunicativa significativa su propia

experiencia. Además, tampoco puede narrar porque en su figura no sólo se condensan las

sensaciones de horror y miedo, sino que, y tal como establece Ana Longoni: “el

sobreviviente aparece como portavoz de un reconocimiento que todavía hoy no puede ser

escuchado por muchos: el proyecto revolucionario sufrió una derrota en esas miles de vidas

y en el terror que con la represión de Estado se impuso en la sociedad.” 25. Es decir, el

sobreviviente es la figura que simboliza una generación que vivió el antes y el después de

este hecho histórico, pero que desde su sobrevivencia representa tanto el quiebre de los

ideales que guiaron a esa generación, como también la traición de otros. El sobreviviente es

la prueba de la represión, encarna el dolor de toda una generación pero no es la figura que

podrá representar de la mejor forma ese dolor. En el sobreviviente, que en este caso es el

narrador (en él, en su memoria, en su cuerpo), están las marcas del pasado que no puede ser

olvidado, y que en esta figura encuentra la forma de plasmar el horror y el terrorismo del

Estado y del Asesino Wieder.

Ya finalizando, sólo puedo sostener que esta novela y estas formas particulares

observadas dentro del relato, para Bolaño tenían una función: la de incomodar. Pues, como

afirma Manzoni, “Su recuperación de lo infame se instala en otro contexto, la lucha sorda

entre olvido y memoria que escenifican algunas novedades recientes de autores chilenos en

las que es como si el repetido oficio persuasivo de la dictadura hubiera realizado un

desgaste de las palabras que luego busca perpetuarse en una retórica que formula la
25
Longoni, Ana. Traiciones: La figura del traidor en los relatos acerca de los sobrevivientes de la represión.
Grupo editorial Norma. Argentina, 2007. Pág. 43
“democracia de los acuerdos” y con ella la política de la transacción y del olvido.” 26 Tal

como lo señala la autora citada, con la utilización de lo infame, de una infamia de la

historia y de un personaje de igual condición; Bolaño busca las imposiciones que, en Chile

y América latina, las dictaduras legaron a los períodos democráticos posteriores: la política

del consenso y de mirar hacia el futuro, sin proceder a un reconocimiento pleno del pasado.

La estabilidad democrática, en última instancia, no se traduce para el autor en un Nunca

más, sino más bien en una convicción de que “Quien comparte la conciencia del horror y

con el destino de quienes lo sufrieron realizará el trabajo de construir la imagen y develar

el fantasma, buscará que los modos del relato no nos confirme y conforme en la seguridad

de que lo que pasó ya no puede volver a pasar […]”27

Bibliografía

Adorno, Theodor. Notas sobre Literatura: “La posición del narrador en la novela
contemporánea”

Agamben, Giorgio. Infancia e Historia. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora, 2004

Benjamin, Walter. El Narrador. Santiago: Ediciones Metales pesados, 2008

Bolaño, Roberto. “entre el juego y el olvido”. Entrevista de Silvia Adela Kohan para La
Nación (Buenos Aires). Barcelona, 25/04/01

-------------------- Estrella distante. Barcelona: Anagrama, 2008

Esposito, Roberto. Comunitas. Buenos aires: Amorrortu, 2003

26
Manzoni, Celina. Op.cit. Pág. 18
27
Manzoni, Celina. “Narrar lo inefable. El juego del doble y los desplazamientos en Estrella distante.”. en
Roberto Bolaño: la escritura como tauromaquia . Op. cit. 50
Jay, Martín. La crisis de la experiencia en la era de la postsubjetividad. Ediciones
Universidad Diego Portales. Santiago, Chile. 2003

Longoni, Ana. Traiciones: La figura del traidor en los relatos acerca de los sobrevivientes
de la represión. Grupo editorial Norma. Argentina, 2007.

Manzoni, Celina. Roberto Bolaño: la escritura como Tauromaquia. Buenos Aires:


Corregidor, 2002

Montes, Cristian. La crisis de la experiencia en Putas asesinas, de Roberto Bolaño. Trabajo


parte del Proyecto FONDECYT Número 1071130: “Política y cultura en Chile:
transformaciones y continuidad (1939-2000), dirigido por Bernardo Subercaseux.

Paz Soldán, Edmundo y Gustavo Faverón Patriau. Bolaño Salvaje.. Compiladores y


editores. Editorial Candaya. Barcelona. 2008

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