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COMUNICACIÓN
PARA LA
PARTICIPACIÓN
CIUDADANA EN
TIBANÁ.
Por otro lado la participación debe permitir la construcción de lo colectivo, del espacio común que
comparten unas personas que se reconocen a si mismas como comunidad. Dar al otro el lugar que
le corresponde y advertir que sin los demás es imposible transformar la realidad, nos obliga a
buscar momentos de negociación de intereses, momentos de encuentro, de diálogo, en los que se
de la palabra a todos. La participación incluye esas dos caras, y para fortalecer la democracia
participativa es importante que se fortalezcan los espacios de participación y discusión.
Por esto, los mecanismos de comunicación subyacentes a los procesos participativos deben ser
congruentes con un modelo pluralista y democrático, en el que se dé la palabra a todos y se
garantice el derecho de expresar las ideas propias públicamente. El objetivo de esta investigación
es proponer un abordaje teórico y metodológico que permita formular unas estrategias o formas
de comunicación adecuadas a la realidad particular del municipio de Tibaná, con el fin de
fortalecer los espacios de participación existentes, garantizados en la organización política
democrática del país, y generar otros espacios de diálogo y construcción de lo público. Las
estrategias de comunicación deben procurar que la gente participe, en las dos acepciones que
hemos descrito, como controladores del gobierno y como gestores de iniciativas y proyectos
colectivos.
Para lograr ese objetivo, este trabajo se constituye de dos partes. En primer lugar se desarrolló un
ejercicio de conceptualización teórica para definir los conceptos clave de democracia,
participación, y comunicación. La indagación teórica permitió identificar un concepto de
comunicación ideal para promover espacios de participación en términos de las dos acepciones
que hemos mencionado. Como resultado de este recorrido teórico, se concibió entonces un
concepto de comunicación que se identifica con un proceso educativo de reflexión y construcción
de la realidad, en el que una comunidad dialoga libremente, se amplifica la voz de todos y se
potencializa su participación en la esfera pública.
La metodología del trabajo de campo incluyó varias visitas al municipio, en las que se aplicaron
técnicas etnográficas como la observación participante y las entrevistas no directivas. Se realizó un
encuentro con la comunidad a partir de un taller, en el cual se generó un espacio de conversación
en torno a temáticas concernientes a la participación y la comunicación de los habitantes en
general ante la solución de problemas concretos que enfrenta el municipio.
Los resultados se presentan como narraciones etnográficas de lo observado por los investigadores,
en términos de cinco aspectos a observar o variables de investigación de carácter cualitativo:
problemáticas del municipio, formas de comunicación y participación frente a estas problemáticas,
y formas de participación y comunicación en general.
A partir de este recorrido teórico y empírico, se formularon conclusiones sobre cuáles son las rutas
teóricas y metodológicas a seguir si se quiere formular una estrategia de comunicación para la
participación adecuada para el municipio de Tibaná. Se concluyó que la herramienta teórica
apropiada para conceptualizar la comunicación con el ánimo de promover la participación
democrática, está en las aproximaciones de la comunicación – educación, en tanto se reconoce allí
el valor pedagógico de los procesos comunicativos para la construcción de la realidad subjetiva de
cada comunidad. En este mismo sentido se concluyó que la metodología pertinente al estudio de
la comunicación para la participación comunitaria parte de los presupuestos etnográficos, en tanto
permiten a la comunidad realizar su descripción de sí misma y a través de ésta, formular su papel
en la solución de sus problemas cotidianos.
De la misma manera, la aproximación del trabajo de campo permitió caracterizar los mecanismos
por los cuales las instituciones determinan la participación en la población de Tibaná y los
mecanismos con los que cuenta la comunidad para comunicarse en términos de la resolución de
problemáticas concretas.
Este trabajo se hace con la convicción de que la comunicación es una herramienta que debe
ponerse al servicio del fortalecimiento de procesos de participación democrática en el país, y es
responsabilidad de los profesionales en Comunicación Social promover articulaciones de esta
disciplina con los procesos democráticos que se viven en el Colombia, que tengan en cuenta los
contextos y realidades particulares de las diferentes comunidades. Esto porque es indispensable
que los comunicadores sociales enfoquen su mirada y sus objetivos misionales a la construcción de
estrategias de comunicación social, si es esa la disciplina que practican, recordando que
comunicación no es sólo difusión de información, sino que proviene del término comunio, que
significa participación, y que el término social no puede seguir siendo simplemente un adorno más
en el nombre de estos programas.
OBJETIVOS
Objetivo General
Investigar las posibilidades conceptuales y metodológicas que faciliten formular una propuesta de
comunicación para la participación comunitaria en el municipio de Tibaná.
Objetivos específicos
- Plantear una relación conceptual que permita establecer los referentes desde los cuales
puede ser concebida la comunicación para favorecer la participación política.
Dar una definición de la democracia es, necesariamente, un ejercicio que está condenado a la
imprecisión, puesto que la democracia es una noción histórica, es decir, que cambia a medida que
las sociedades y la cultura humana se transforman. Por esta razón la aproximación que se busca
hacer al término en este trabajo es una conceptualización, más no una definición.
La discusión del concepto de democracia recae en la discusión entre dos posturas: una idealista y
otra realista. Una posición idealista sostendría que nunca llegaremos a la democracia en tanto su
misma formulación es una utopía o una entelequia, mientras que una posición realista
argumentaría que la democracia es impensable porque no es posible dar la participación a todos,
alguien debe asumir las decisiones urgentes, alguien debe hacerse responsable de la justicia, entre
otros asuntos. Sin embargo esto no pasa de ser una discusión teórica, la realidad del
funcionamiento de la democracia, aunque está dentro de estas dos tendencias, es mucho más
compleja. El acercamiento que busca hacerse en la presente investigación no busca la forma ideal
de la democracia, y tampoco abandona su búsqueda por considerarla inalcanzable.
Para empezar, democracia es un término que, como señala Sartori (1994), se encuentra siempre
en la relación entre el ser y el deber ser. Se dice, de esta forma, que nuestros Estados modernos
son Estados democráticos, en tanto cumplen una serie de requisitos formales. Pero también se
dice que la democracia está por construirse y que lo que tenemos en nuestros días es el proyecto
en marcha hacia ella. En este sentido, Sartori señala que la democracia como concepto, tiene un
nivel de análisis en lo deontológico, esto es, en la discusión en torno al deber ser.
Así, encontramos, por ejemplo, la aproximación a la democracia que hace el francés Alexis de
Tocqueville, quien argumenta que la revolución democrática que se hizo en la sociedad no se logró
en las costumbres, ideas o hábitos de las personas, cambio necesario para hacer útil esa
revolución, por lo cual la democracia está aún a medio camino, pues es necesario que los
ciudadanos comprendan a cabalidad lo que implica esta forma de gobierno. Dice Tocqueville al
respecto:
Concibo una sociedad en la que todos, contemplando la ley como obra suya, la amen y se
sometan a ella sin esfuerzo; en la que la autoridad del gobierno, sea respetada como necesaria
y no como divina; mientras el respeto que se tributa al jefe de Estado no es hijo de la pasión
sino de un sentimiento razonado y tranquilo (…) Conocedor de sus verdaderos intereses, el
pueblo comprenderá que, para aprovechar los bienes de la sociedad, es necesario someterse a
sus cargas (…) Entiendo que en un Estado democrático, constituido de esta manera, la
sociedad no permanecerá inmóvil; pero los movimientos del cuerpo social podrán ser
reglamentados y progresivos. (Tocqueville, 1957, pág. 36)
Cuando se intenta definir la democracia es frecuente que se parta desde una formulación
etimológica del concepto. Se dice que demos y kratos refieren a pueblo y poder, y constituirían un
nuevo término con un sentido de poder del pueblo. Sin embargo, ni siquiera en la época de la
formulación original del término, en la Grecia antigua, se puede establecer con certeza lo que es el
pueblo. Demos para los griegos no significa pueblo, sino colectivo de ciudadanos. Desde la
perspectiva que aquí se prefiere se debe descartar una conceptualización de la democracia a partir
de la etimología, pues no pasa de ser una información anecdótica del término, o como lo señala
Sartori, “la democracia etimológica que se refiere al demos de los griegos, hoy llega a ser un
edificio construido sobre un protagonista que no existe” (Sartori, 1994, pág. 20)
Pero es problemático afirmar que una democracia consista en el poder de las mayorías, pues este
poder no puede ser ejercido a costa de los derechos de las minorías. En este punto, Sartori señala
bellamente que, por lo pronto, una primera conceptualización de la democracia estaría en su
concepción como respeto por las minorías. La conceptualización de Sartori es aquella desde la cual
asumimos la democracia en el contexto específico de la presente investigación.
De manera que hablar de una democracia de masas tampoco es hablar de democracia, en tanto la
versión moderna considera que el respeto por los derechos de las minorías debe ser parte de la
realidad sociopolítica en una sociedad que se considere democrática. Lo que es relevante del
concepto de la democracia acuñado por los griegos, es su relación con el concepto de colectivo de
ciudadanos. Sartori señala que:
Esta comunidad, no representaba en Grecia más de cinco mil ciudadanos. Sin embargo y como ya
se ha dicho, el tema de la democracia no se reduce a la cantidad de personas que puedan tomar
parte en las decisiones que las afectan, sino que la relevancia está en el hecho de que estas
personas constituyan una comunidad. Esta comunidad tiene lugar en tanto se reconozcan a sí
mismos como parte de ella y a los otros como actores en el mismo nivel. Lo relevante del
encuentro de cinco mil actores en un espacio de decisión es su carácter de ciudadanos. Ésta
situación sólo es posible en la medida en que estos ciudadanos tengan la capacidad y en cierto
modo, la capacitación, para comprender su papel en la comunidad y tomar partido en las
decisiones que los afectan.
De manera que lo importante del asunto democrático, es que la soberanía, esto es, la capacidad
para decidir y controlar el poder, esté en el colectivo de ciudadanos. La democracia reposa en una
comunidad, en la medida en que sus individuos hagan parte autónoma de esa comunidad y tengan
las herramientas comunicativas, educativas y en última instancia culturales, para tomar las
decisiones y efectuar el control del poder en beneficio de la comunidad. De forma que la
democracia implica una alineación entre los conceptos de pueblo y comunidad. Así, la articulación
que le da forma a la democracia es entonces la del colectivo de ciudadanos y este concepto debe
entenderse como las asociaciones de los ciudadanos en tanto estos se encuentran para dar
solución a sus problemas, mas no entendido como las agrupaciones privadas, como lo entiende la
concepción liberal.
Ahora, la forma como se han constituido las democracias modernas, es decir las democracias
estatales de nuestro tiempo, otorga el poder soberano al pueblo en el sentido de que este toma
las decisiones pero no las ejecuta. Se da una relación de titularidad según la cual el pueblo
designa, por medio de la elección popular, unos representantes que ejecutan esa voluntad
popular. Esa es la característica de la democracia representativa electoral. En este sentido, señala
Sartori:
“Para realizar la democracia (para que sea posible, para que pueda funcionar y la gente
pueda seguir su vida, que sería, a las claras, una vida sometida) se desunen la titularidad y
el ejercicio del poder” (Sartori, 1994, pág. 20).
En el marco de la democracia electoral, el pueblo que cuenta es aquel que hace parte de las
mayorías victoriosas. Su participación en el poder es, en el mejor caso, apenas parcial. De donde
se deduce que, cada vez más, operan los mecanismos que separan a los gobernados del ejercicio
de gobierno. Los mecanismos que se deben construir para dar cabida al proyecto democrático,
aunque sea de forma incipiente, deben procurar la reducción de la distancia entre la titularidad y
el ejercicio del poder, deben ser puentes verdaderos entre los gobernados y el ejercicio de
gobernar.
Bajo esta concepción, el punto fundamental que debe ser vigilado es el control sobre el gobierno.
Si los gobernantes (controlados) se sustraen del poder de los controladores (gobernados), el
gobierno sobre el pueblo, o para el caso la comunidad, empieza a correr el riesgo de no tener
ninguna relación con el gobierno del pueblo (podemos decir de la comunidad). En otras palabras,
cualquier desviación de la ubicación del poder que no esté en las comunidades es inadmisible en el
marco de una democracia.
Es por esta última razón que los ejercicios de cualquier tipo que pretendan ubicarse en el camino
hacia la democracia, deben tener como horizonte la participación de las comunidades en el
control efectivo de las decisiones de los gobiernos. Esta participación, constituye un rasgo esencial
en el concepto de democracia, en la medida en que permite el desarrollo de los individuos en el
estrechamiento de las relaciones entre los gobernantes y los gobernados. En últimas, como señala
Sartori, el concepto de democracia debe concebirse de la siguiente manera:
“Decimos democracia para aludir, a grandes rasgos, a una sociedad libre, no oprimida por
un poder político discrecional e incontrolable, ni dominada por una oligarquía cerrada y
restringida, en la cual los gobernantes “respondan” a los gobernados. Hay democracia
cuando existe una sociedad abierta en la que la relación entre gobernantes y gobernados
es entendida en el sentido de que el Estado está al servicio de los ciudadanos y no los
ciudadanos al servicio del Estado, en la cual el gobierno existe para el pueblo y no
viceversa” (Sartori, 1994, págs. 23-24).
En esta definición reconocemos cuatro aspectos clave, que pueden relacionarse con algunos
elementos identificables en múltiples modelos que buscan definir la comunicación, proceso
fuertemente ligado al de participación, cuya relación con esta será desarrollada a lo largo de esta
conceptualización. Participación y comunicación son procesos sociales, que involucran a diferentes
actores o individuos, al ponerlos en interacción. La interacción como encuentro de dos agentes,
implica procesos de negociación, en los que los intereses particulares de cada uno de los actores
deben reducirse en beneficio de los intereses colectivos, pactando la forma a través de la cual será
posible alcanzarlos. Los procesos de participación y comunicación son el eje mediante el cual se
articula la convivencia entre los seres humanos, negociando intereses. Ya desde aquí podemos
encontrar similitudes entre estos dos términos, conceptualizables pero indefinibles, que nos
sugieren una suerte de relación metonímica entre las dos concepciones.
La participación es una forma de intervención social, definida ésta como el “proceso de desarrollo
de la acción conjunta de unas personas, que les permite hacerse visibles ante la sociedad mayor o
ante una comunidad determinada, por cuanto defienden o promueven sus intereses y
1
La definición de participación a partir de su funcionalidad que hacen los autores contiene cuatro elementos,
de los cuales el último es la modernización del Estado, los otros tres son la participación como elemento para
subsanar la marginalidad, la participación como elemento para combatir la manipulación clientelista y la
participación como reductora de la participación del Estado que permite la inclusión de nuevos actores.
(González, Bolivar, & Segura, 1997)
expectativas” (González & cols., 1997, pág 11). Recordemos que la democracia sólo es posible en
tanto existe un colectivo de ciudadanos, un grupo de personas que se reconocen a sí mismas como
parte de una comunidad, que establecen acuerdos de convivencia solamente sintiéndose parte de
un todo. La democracia es el marco de referencia que legitima los pactos de las mayorías sin
perder de vista el respeto por las minorías, y no es una forma de organización utópica e
inalcanzable, sino una construcción histórica de la cual el colectivo de ciudadanos es el actor
principal.
Se pueden encontrar varios tipos de participación (González & cols., 1997), según el área que se
busque afectar:
La democracia participativa
La democracia participativa es un modelo intermedio entre la democracia directa, en la que todos
los ciudadanos participan en el ejercicio del gobierno, y la democracia representativa, en la que se
delegan representantes que tomen decisiones en nombre de los ciudadanos. Se basa en un
estrecho nexo entre electores y elegidos, entre gobernados y gobernantes, en el cual éstos últimos
tienen responsabilidades con los gobernados, que de no ser cumplidas, pueden conducir a que los
electores revoquen su mandato.
La participación es entonces, el principio de organización de la vida social, el eje central del
sistema político y de la sociedad. Esta idea de participación concibe la democracia como un
sistema pluralista donde debe haber espacio para la expresión de múltiples opiniones, y es una
participación que no se limita a conceder titularidad a los representantes, a elegir mediante el
voto, sino que vincula a los ciudadanos al ejercicio de poder, convirtiéndolos en controladores de
sus gobernantes.
El gran hito de la democracia participativa en Colombia es la Constitución de 1991, que consagra la
participación como uno de los principios de la organización política Colombiana, considerándola
no sólo como un derecho, sino como un deber. Como derecho, garantiza la posibilidad de todo
ciudadano de elegir y ser elegido, así como de hacer uso de los mecanismos de participación
dispuestos por la Constitución. Como deber, se destaca la importancia de tener una sociedad civil
fuerte y organizada, que pueda ser un actor presente y activo dentro del panorama nacional. La
Constitución consagra la obligación de los ciudadanos de fiscalizar a quienes eligen y ejercer
veeduría sobre las actividades del Estado.
González identifica los mecanismos y niveles de participación, que varían según el momento en el
que se dan, y la influencia que tienen en el diseño global de la política pública. Se puede hablar de
los siguientes niveles o momentos de participación: acceso a la información, consulta (los
participantes en determinado proceso expresan su opinión), iniciativa (presentación de
sugerencias), fiscalización (vigilancia sobre las decisiones que se toman y sobre su ejecución),
concertación (negociación), decisión y gestión (manejo de los recursos disponibles para poner en
práctica las decisiones tomadas).
En cuanto a los mecanismos de participación, encontramos que los hay de dos tipos: en primer
lugar, de participación política, entre los que se encuentran el voto, el plebiscito, el referendo, la
consulta popular, el cabildo abierto, la iniciativa legislativa y la revocatoria del mandato. Un
segundo tipo de mecanismos de participación se relaciona con la participación comunitaria y
ciudadana. Dentro de estos se encuentran las Juntas de Acción Local JAL, que funcionan como
organismos de consulta y de iniciativa que conceptúan sobre los presupuestos de las localidades
antes de que sean aprobados por los Concejos. Las funciones de las JAL son, entre otras, postular
funcionarios, convocar audiencias públicas, consultar a otras organizaciones de la sociedad civil
sobre temas pertinentes, y celebrar al menos dos cabildos abiertos por periodo. También pueden
participar en iniciativas, presentando proyectos a los Concejos, ayudando a diseñar planes de
desarrollo, proponiendo prioridades de inversión y sugiriendo la creación de impuestos. Su papel
dentro de la fiscalización es vital para vigilar la prestación de los servicios públicos e inversiones,
de forma que se perfila como un organismo de participación activa del colectivo de ciudadanos,
desde el cual se ejerce control del gobierno.
En Colombia se presenta un ambiente de apatía y falta de credibilidad, (González & cols., 1997),
que genera el alejamiento entre los ciudadanos y la política. Esta disminución de la capacidad
política de integración genera una creciente deslegitimación de la actividad política en general,
que alcanza incluso a los movimientos sociales. “La participación ciudadana después de alejarse
de los partidos políticos no ha encontrado en los movimientos sociales un centro de expresión
donde pueda fortalecerse. Por esta situación, la participación desarticulada y aislada, producto
usual de reclamos concretos, se ha convertido en un medio que, auque eficaz en ocasiones para
conseguir reivindicaciones concretas, no ha contribuido para la creación de un sistema de
participación permanente” (González & cols., 1997, pág. 44). Esto significa que, aunque
eventualmente la comunidad se reúna para hacer oír su voz frente a un asunto concreto que le
afecte, difícilmente se pasa por formas institucionalizadas de actividad política, como las consultas
populares y las votaciones, con lo cual la participación cívica y social queda disociada de la
participación política. Ésta situación profundiza la dificultad de hacer viable la representación
política de lo social, y con ello la participación de la ciudadanía en la formulación de políticas
públicas para su propio beneficio. “La participación política, entonces, es la relacionada no sólo
con la elección de funcionarios a puestos estatales, sino también la que tiene que ver con proyectos
que afecten a la comunidad. Tiene entonces, amplias connotaciones, pues involucra intereses
privados y comunes, y conlleva efectos de corto, mediano y largo plazo” (González & cols., 1997,
pág. 43).
Esta invocación creciente de la sociedad civil en la formulación de políticas públicas puede hacerse
desde dos perspectivas: la liberalista y la comunitarista. La primera celebra la modernización como
liberación de la iniciativa privada de la tutela estatal. El fortalecimiento de la sociedad civil, desde
este punto de vista, significa hacer de la empresa privada el motor del desarrollo social. Por otro
lado, la perspectiva comunitarista apunta a la creación de nuevos movimientos sociales y formas
de acción colectiva que incorporen nuevos puntos de vista e intereses a la formulación de
proyectos. Esta última perspectiva es la que más se ajusta a los objetivos de esta investigación.
La estrecha interacción entre una sociedad civil fortalecida y el Estado en los espacios de
participación públicos debe contar con la “consolidación de un régimen democrático en el que se
consagre el pluralismo y la democracia entre los diferentes sectores” (González & cols., 1997, pág.
49). De esta forma, se fortalece lo público, pues se revela el carácter inacabado de la realidad, en
cuya construcción se hace necesaria la participación de todos los ciudadanos, aún de las minorías.
Como bien lo explica González: “el proceso de discusión de los asuntos públicos y la participación
de la ciudadanía en ellos sustantiva la democracia como construcción social, histórica y
modificable por la voluntad de los hombres” (González & cols., 1997, pág. 48).
Así, podemos reconocer una conceptualización de la participación que involucra a una comunidad
que se reconoce a sí misma como tal, al compartir y negociar intereses, necesidades y
expectativas, así como también una historia común y una cultura particular. Dentro de una
democracia participativa esta comunidad, denominada como colectivo de ciudadanos, ejerce
control sobre el Estado, el cual se encuentra a su servicio y legitima sus derechos, de modo que no
se desvinculen la titularidad y el ejercicio del poder, esto es, no se limite el poder decisión de los
ciudadanos a su poder de elección de representantes.
La participación incluiría el tomar parte del ejercicio de gobierno tanto como veedor como gestor
de iniciativas, de forma que se fortalezca lo público, lo colectivo, y se estrechen los lazos de
integración e identidad entre la comunidad misma. Pero una característica fundamental de la
democracia nos lleva a vincularla con la comunicación: el respeto por las minorías. La imposición
de las decisiones de las mayorías no es una opción democrática, sino que por el contrario se debe
tener en cuenta la opinión de las minorías y darles un espacio dentro de la construcción de lo
colectivo. Por tal motivo, la participación debe implicar procesos de comunicación de este tipo,
que permitan que se escuche la voz de todos. Una comunicación que fomente la participación en
los términos que la hemos conceptualizado, y que fortalezca la democracia, es el concepto
fundamental de este trabajo. Por eso, a continuación desarrollaremos un ejercicio de
conceptualización de la comunicación, que revise algunos intentos por definir este término, para
optar luego por aquellos que sean adecuados para hacer oír la voz de las minorías en la
participación política, en una democracia pluralista.
Estos desarrollos motivaron a Claude Henri de Saint-Simon para concebir a principios del siglo XIX
un concepto de red que le brindaba, tal vez por primera vez, una teoría sobre la continuidad de las
teorías del orden biológico hacia el orden social. Hacia el final del siglo XIX se formulan las
primeras concepciones de una ciencia de la comunicación. Estas primeras aproximaciones están
marcadas por una influencia importante de las concepciones de la ciencia del momento.
Estos desarrollos motivaron a Claude Henri de Saint-Simon para concebir a principios del siglo XIX
un concepto de red que le brindaba, tal vez por primera vez, una teoría sobre la continuidad de las
teorías del orden biológico hacia el orden social. Hacia el final del siglo XIX se formulan las
primeras concepciones de una ciencia de la comunicación. Estas primeras aproximaciones están
marcadas por una influencia importante de las concepciones de la ciencia del momento.
Se concibe la historia como un desarrollo continuo y lineal. Los trabajos de Comte y Spencer
sugieren una concepción de la historia de la sociedad en tres fases, desde un estado teológico-
ficticio, pasando por un estado metafísico-abstracto y llegando a un estado positivo-científico.
Aunque el éxito del proyecto moderno y científico augura grandes expectativas para los
investigadores, empieza a sospecharse que el desarrollo de los medios de difusión signifique la
posibilidad de manipular la sociedad de una manera más efectiva. La relación entre el éxito de los
desarrollos tecnológicos y la preocupación por el efecto en la sociedad de dichos desarrollos, será
una constante en las diversas formulaciones de una teoría de la comunicación a lo largo de la
historia.
Escuela de Chicago
En 1910 aparece en Estados Unidos una preocupación por abordar el tema de la comunicación con
un enfoque sociológico que de cuenta de los modos de comunicación en la organización de la
sociedad. Esta es la motivación de la Escuela de Chicago, en la que Robert Ezra Park inicia una línea
de investigación sobre el efecto de la comunicación de masas entre los públicos. La Escuela de
Chicago parte de una concepción muy urbana de la sociedad, que concibe a las ciudades como
laboratorios sociales que se caracterizan por su desorganización, marginalidad, aculturación y
asimilación.
Con una metodología dialéctica que luego tenderá a ser cada vez más etnográfica en tanto se
preocupa por la raíz pragmática de las interacciones sociales, se empiezan a tratar temas como la
función de la prensa en la sociedad, la naturaleza de la información, la profesionalidad del
periodismo y el papel de la propaganda social. Sin embargo, este enfoque de la Escuela de Chicago
guarda una constante preocupación por los efectos nocivos en la sociedad, como el
silenciamiento, a los que conduce la comunicación de masas.
Durante la primera mitad del siglo XX y como consecuencia de las investigaciones iniciadas por la
Escuela de Chicago, el investigador americano Harold Lasswell inició una serie de estudios sobre
los medios de difusión y la propaganda. A partir de estas investigaciones, los medios de
comunicación se concibieron como instrumentos de circulación de símbolos eficaces que se
usarían para la gestión gubernamental de las opiniones. Lasswell partió de una opinión muy
extendida tras la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial según la cual esta derrota
tenía una deuda importante con la propaganda que los aliados habían divulgado en toda Europa.
La concepción de Lasswell es tal vez la primera en involucrar la dinámica de la democracia y los
sistemas políticos con la capacidad de los medios de comunicación para hacer propaganda y
difundir las ideas. Sus investigaciones dieron pie para el desarrollo de una Sociología funcionalista
de los medios de comunicación, desde este enfoque, la comunicación se concibió como un
proceso que estaba formulado en una famosa pregunta que se extendió rápidamente: ¿Quién dice
qué, por qué canal (medio), a quién y con qué efecto?
A partir de esta formulación se crearon varias líneas de investigación como el análisis del control,
los análisis de la audiencia, los análisis de los medios de comunicación o soportes, los análisis de
contenido y los análisis de los efectos, siendo los dos últimos los más extendidos. La formulación
de Lasswell le permite más tarde encontrar tres funciones principales del proceso de la
comunicación en la sociedad:
a) la vigilancia del entorno, entendida como el mantenimiento del control sobre el sistema
de valores de una comunidad
b) la respuesta, con el énfasis en la relación que efectúan los componentes de la sociedad
para producirla.
c) la transmisión de la herencia social.
Posteriormente los investigadores Lazarsfeld y Merton agregaron una cuarta función que abrió
otra línea de estudio: el entretenimiento. Esta línea de investigación que en principio se aplicó al
cine, permitió posteriormente abordar el estudio del fenómeno de la decisión y de la función de
los líderes de opinión que fue sistematizada por Lazarsfeld en un modelo de dos pasos en el que
las personas que estaban expuestas a los medios influían en su opinión a quienes no lo estaban
directamente. La investigación en este punto se concentró en el papel de la atención, el interés y
el deseo para motivar una acción específica como la compra.
Desde este momento la investigación sobre los efectos de la comunicación se hizo más específica.
Los estudios sobre el fenómeno de los líderes de opinión partieron de que su función estaba dada
en el control del flujo de información, sin embargo, la investigación se concentró luego en las
reacciones de cada individuo ante los estímulos informativos que resultaron no ser homogéneas.
Industrias culturales y Teoría Crítica
La Teoría Crítica, defendida por la escuela de Frankfurt hacia los años cuarenta y principalmente
por sus dos líderes indiscutibles Theodor Adorno y Max Horkheimer, define las grandes líneas de
una visión crítica de la cultura de masas. Bajo este enfoque crítico el énfasis está en los supuestos
efectos nocivos de los medios de comunicación sobre la sociedad, en la medida en que la
información y el entretenimiento son producidos industrialmente. De esta forma se da lugar a un
concepto que guiará su investigación, el de industria cultural.
Hacia los años 40 el énfasis en las investigaciones sobre comunicación se posó en la información.
Hacia la mitad del siglo XX el matemático estadounidense Claude Elwood Shannon formuló una
teoría matemática de la información que sistematizaba formalmente los procesos de la
comunicación. Para Shannon, la comunicación era un proceso lineal que sucedía entre dos puntos,
un origen y un final, y consistía en la reproducción en un punto dado, de forma exacta o
aproximada, de un mensaje seleccionado en otro punto.
La comunicación según el modelo de Shannon estaba constituida por una cadena de elementos
que guardaban una función específica:
La cibernética
Norber Wiener formula en 1948 la cibernética como el desarrollo de unas técnicas y un lenguaje
que permitan abordar el problema del control y la comunicación. Bajo este enfoque, la
comunicación se define como “la acción de hacer participar a un organismo o a un sistema situado
en un punto dado R en las experiencias y estímulos del entorno de otro individuo o sistema situado
en otro lugar y otro tiempo, utilizando los elementos de conocimiento que tienen en común”
(Mattelart, 2001, pág. 46).
La cibernética pretende, según la formulación de Wiener, estudiar los mecanismos de control que
los organismos tienen para ajustarse a sus metas de comportamiento, partiendo de que la relación
entre los organismos es una relación comunicativa. La cibernética explica la dinámica de la
comunicación en términos de la oposición de dos fenómenos que le son consustanciales: la
entropía y la organización. Para Wiener, la cantidad de información de un sistema es la medida de
su grado de organización; la entropía, entonces, es la medida de su grado de desorganización. Y
ambos están relacionados inversamente, de forma que al crecer la entropía disminuye la
organización y viceversa. El enfoque cibernético permite hacer un análisis de la sociedad en tanto
sistema simbólico desembocando su objeto de estudio en lo que luego se llamaría la sociedad de
la información.
Etnometodología
Bajo este enfoque la comunicación es mucho más que un proceso lineal que puede ser descrito
sistemáticamente con modelos teóricos, tampoco es un indicador del estado de la sociedad con
respecto al poder, ni puede equipararse al simple flujo de información. Es todo eso y además un
proceso complejo que da cuenta de las relaciones intersubjetivas, lingüísticas y del entorno con los
individuos, que siempre son relaciones con sentido que siguen un curso en el que el énfasis debe
situarse en los contenidos del habla y en las formas no verbales.
La Comunicación Para el Cambio Social (Communication For Social Change, CFSC), también
llamada Comunicación para el Desarrollo2, es una disciplina de la comunicación social que busca
que los individuos y las comunidades se apropien de los contenidos de los mensajes y de los
procesos de comunicación, para otorgarles un poder o capacidad de organización, identificación y
solución de los problemas particulares a los que se enfrentan. El enfoque de la Comunicación Para
el Cambio Social sostiene que la comunicación es un factor determinante para posibilitar que la
gente tome el control de sus propias vidas, establezca sus propias agendas en relación con su
2
Autores como Alfonso Gumucio hablan de Comunicación Para el Cambio Social y Comunicación para el
Desarrollo como si fueran dos formas de llamar al mismo enfoque comunicativo que tiene en cuenta la
participación de las comunidades en la solución de sus problemáticas, sin hacer mayores diferenciaciones
entre los dos términos. por ejemplo en Gumucio Dagron, Alfonso. (2004). El Cuarto Mosquetero: la
Comunicación Para el Cambio Social. En Comunicación y Desarrollo, Vol. 12 No. 001, Universidad del
Norte, Barranquilla, Colombia, pp. 2-23, y en Gumucio Dagron, Alfonso. (2006). Tiempo de Milagros: Tres
Retos para la Comunicación para el Cambio Social. Ponencia para el Seminario “Sin Comunicación no hay
Desarrollo”, Lima, Centro de Competencia en Comunicación para América Latina. Nosotros denominaremos
a este enfoque Comunicación Para el Cambio Social a lo largo de esta investigación.
situación política, social, económica, amplificando las voces de aquellos marginados, e
incorporándolas a los debates públicos y políticos de la sociedad.
Según Alfonso Gumucio (2004), director ejecutivo del Consorcio de Comunicación Para el Cambio
Social y especialista en Comunicación para el Desarrollo, la Comunicación Para el Cambio Social es
la tendencia más reciente en la aplicación de la comunicación social en estrategias de desarrollo
de las comunidades durante las últimas cuatro décadas. Se han puesto en práctica cuatro tipos de
estrategias, de las cuales las Comunicación Para el Cambio Social, precedida de la Comunicación
Instrumental, es la última. La primera de ellas es denominada Información Manipuladora, surgida
tras la segunda guerra mundial, contribuye al desarrollo de la publicidad tal como se conoce hoy
por hoy, con el ánimo de influenciar las elecciones de los consumidores a través de la
manipulación de mensajes en los medios masivos de comunicación.
La segunda tendencia es la de la Información Asistencialista, que surge como una publicidad social
de los modelos de desarrollo dictados desde el Norte, que busca “persuadir” a los clientes de
adoptar nuevos comportamientos y técnicas, para que los pueblos subdesarrollados aprendan de
los pueblos desarrollados, dispuestos a compartir generosamente su tecnología y su
conocimiento. Implica un modelo no dialógico sino de imposición aparentemente bien
intencionada, pues no tiene en cuenta las percepciones propias de cada cultura sobre sus
necesidades y sobre su propia visión del desarrollo.
El Modelo Integral de Comunicación para el Cambio Social (Figueroa, Kincaid, Rani, & Lewis,
2002), concibe a una comunicación “de muchos para muchos”, horizontal, y que se centra en el
proceso. Este proceso inicia cuando un estímulo, que puede ser interno o externo a la comunidad
actúa como detonante del diálogo. Luego se desarrollarían una serie de pasos que pueden tener
lugar al interior de la comunidad, algunos de ellos de forma simultánea, y que llevarían a la
solución de un problema común, el mismo acerca del cual se dialoga. Si estos pasos se completan
de manera satisfactoria, es más probable que las acciones que emprenda la comunidad sean
exitosas. Identificando los procesos previos que ha llevado la comunidad en la solución de sus
problemáticas, el modelo funcionaría de forma descriptiva, y a su vez podría explicarse por qué
algunos proyectos anteriores no concluyeron exitosamente, con lo cual se convertiría en un
modelo prescriptivo. En cualquiera de los dos casos el énfasis se pone en el proceso, puesto que
el hecho mismo de que la gente se reúna, identifique un problema, tome unas decisiones,
planifique acciones colectivas y las implemente es un indicador de éxito, así los objetivos
planteados inicialmente no se consoliden.
Desde esta perspectiva la Comunicación para el Cambio Social es un proyecto, no una actividad
prescrita que se lleva a cabo hasta conseguir un resultado. Cada vez que una comunidad utiliza el
diálogo y los procesos de acción colectiva para alcanzar una serie de objetivos compartidos, su
potencial de cooperación y de afrontamiento de problemas futuros se incrementa.
En la segunda reunión llevada a cabo por expertos para examinar la relación entre cambio social y
comunicación, en 1998 se definió la Comunicación para el Cambio Social como “un proceso de
diálogo público y privado a través del cual las personas definen quiénes son, qué quieren y cómo
van a obtener lo que quieren” (Figueroa & cols., 2001, pág. 10).
- La sostenibilidad del cambio social es más probable si los individuos y comunidades más
afectados se apropian de los procesos y contenidos de la comunicación.
- La comunicación para el cambio social debe ser empoderadora, horizontal (en contraste
con una de arriba hacia abajo) y debe dar una voz a los miembros de la comunidad que no
son escuchados.
- Las comunidades deben ser agentes de su propio cambio.
- El énfasis se debe poner no en la persuasión y transmisión de información de expertos
externos, sino en el diálogo, el debate y la negociación sobre temas pertinentes para la
comunidad.
- El énfasis en los resultados debe ir más allá de los comportamientos individuales, hasta
normas sociales, políticas, cultura, y el ambiente que las soporta.
Sin embargo, en opinión de Alfonso Gumucio (2004), la comprensión de la función que puede
cumplir la Comunicación Para el Cambio Social es aún precaria, no sólo por parte de las entidades
encargadas del desarrollo, sino en el campo académico. Gumucio enfatiza el hecho de que,
aunque en los años setentas el nombre la mayoría de programas de Periodismo en el mundo
cambió a “Comunicación Social”, estos programas continúan produciendo anualmente miles de
periodistas y publicistas, pero muy pocos comunicadores comprometidos con la comunidad y con
el desarrollo social. Afirma que tratar de introducir el tema de la Comunicación para el Cambio
Social en países desarrollados como los Estados Unidos ha sido muy difícil, razón por la cual los
principales expositores de esta corriente han surgido en el Tercer Mundo, sobre todo en
Latinoamérica, y desde disciplinas tan variadas como la antropología, la agronomía, como es el
caso de Colin Fraser o Juan Díaz Bordenave, la sociología, educación, como en el caso de Paulo
Freire, salud y periodismo, como en el caso de Luis Ramiro Beltrán. Otros latinoamericanos que
han generado aportes a la Comunicación para el Cambio Social incluyen a Prieto Castillo, Reyes
Mata, Roncagliolo, Pasquali, Mefalópulos y Kaplún.
La Comunicación-Educación.
Desde una perspectiva no muy lejana de la Comunicación Para el Cambio Social, y también surgida
desde la escuela latinoamericana, que integra no sólo a comunicadores sino también a pedagogos,
antropólogos, sociólogos, entre otros profesionales de diversas disciplinas, en los últimos años
surge el campo de la Comunicación-Educación, que acerca y relaciona estos dos campos en el
campo específico y autónomo de la intervención social. De Oliveira Soares (2000) señala dos
posiciones que buscan explicar la forma como estás dos áreas se aproximan. La primera de ellas es
la teoría de la interfaz, según la cual, tanto la educación como la comunicación son campos
históricamente constituidos, y podemos aproximarlos pero no integrarlos.
Numerosas críticas a esta modelización pedagógica surgieron desde diversas perspectivas. Desde
la llamada pedagogía de la educación, Rodríguez Illera y J. Sarramona proponen ver al receptor-
estudiante como un sistema de “transformación autoestructurante y autoconstructivo”
(Valderrama, 2000, pág. XIII), que posee experiencias previas al proceso de enseñanza-aprendizaje
a partir de las cuales produce interpretaciones particulares de los contenidos educativos. Otra
fuente de crítica surgió de la semiótica y los estudios culturales. El primero introdujo el concepto
de código, resaltando la necesidad de desarrollar competencias codificadoras y decodificadoras
tanto en los estudiantes como en los profesores. Los segundos pusieron a la cultura como telón
de fondo de los procesos pedagógicos y comunicativos, puntualizando en la idea de que tanto
emisor como receptor son dos sujetos situados en dos culturas distintas, con universos simbólicos
y valorativos particulares.
Tal vez las críticas que más fuerza han tenido a esta educación tradicional han sido las hechas por
Paulo Freire, quien se refiere a ella como “educación bancaria”, así como las reflexiones de Mario
Kaplún, ambas reseñadas más adelante. Otros pensadores que han considerado el tema son
Daniel Prieto y Francisco Gutiérrez.
La irrupción de la comunicación-educación ha traído dos rupturas epistemológicas: La primera de
ellas es la reinterpretación del papel del sujeto, individual y colectivo, en los procesos
comunicativos y educativos. De ser considerado un sujeto pasivo frente a los medios se pasó a
considerar un sujeto activo, crítico, que crea significados desde sus propias interpretaciones.
Además, se ha pasado a un reconocimiento de los procesos educativos que existen más allá de los
procesos lineales tradicionales. Gracias a este encuentro han sido acogidas ideas como la de la
educación a lo largo de la vida, en la que cualquier situación puede ser una oportunidad para
aprender y desarrollar las capacidades del individuo.
El modelo pedagógico de Paulo Freire
Freire da la palabra a los oprimidos, que de tanto oír que son incapaces, se convencen de que los
son, se sienten inferiores al patrón, y hablan de si mismos como los que no saben, y del
profesional, del educador, como quien sabe y a quien deben escuchar. Esta forma de educación
tradicional no permite la liberación de los hombres, en tanto reproduce los contenidos de las
clases dominantes en las clases populares, y conlleva a la perpetuación de la situación de opresión,
en la que unos saben y los demás escuchan. Freire compara esta forma de educación tradicional,
que denomina “educación bancaria” con una nueva pedagogía, la del oprimido, la de la liberación,
una educación problematizadora.
Para Freire, la palabra es la esencia misma del diálogo. La palabra verdadera, aquella que
transforma al ser pronunciada, es una que implica dos dimensiones: la acción, sin la cual es mero
verbalismo, y la reflexión, sin la cual es activismo vacío. La palabra es algo más que un medio para
el diálogo, es el diálogo mismo. Existir como humanos es “pronunciar” el mundo, y esto implica
estas dos dimensiones. El mundo pronunciado retorna problematizado, al haberse efectuado un
análisis crítico, una reflexión sobre la palabra que conlleve al deseo de actuar para construir una
nueva realidad.
Un diálogo verdadero debe retomar los temas significativos para la comunidad, denominados
“temas generadores” o “universo mínimo temático”, para lo cual habrá que hacer una exploración
previa sobre su pensamiento-lenguaje referido a la realidad, sus niveles de percepción sobre la
misma, y su visión del mundo. En el proceso de búsqueda de las temáticas significativas es vital
considerar que las preocupaciones, anhelos y motivos que constituyen las temáticas son
preocupaciones, anhelos y motivos humanos, y por tanto cambiantes, y que a lo largo del tiempo
pueden irse diferenciando, renovando, y por lo tanto, nuevos temas irán surgiendo. Por tanto la
investigación temática como un primer momento del proceso educativo se convierte en el proceso
de educación dialógica en sí mismo, en el cual se exploran los temas y se desarrollan en conjunto
con los individuos.
La experiencia de Freire alrededor del mundo le permitió identificar temas de carácter universal,
que se presentan como contenidos significativos para diferentes comunidades en diversas
ubicaciones geográficas. Uno de estos temas es el del subdesarrollo, ligado al problema de la
dependencia de los países del Tercer Mundo, para el cual se hace necesaria una respuesta activa
totalizadora: el desarrollo a partir de la propia acción de la comunidad
Kaplún identifica tres modelos de educación a cada uno de los cuales corresponde un modelo
comunicativo particular. El primero de ellos corresponde a la educación tradicional, la cual pone
énfasis en los contenidos, en la transmisión de conocimientos y valores del profesor al alumno, del
experto al pueblo ignorante. Es aquella educación que Freire denomina “bancaria”. Al estar
centrada en los contenidos, el modelo comunicacional es un modelo de transmisión de
información, desde un emisor (E) que envía su mensaje (m) a un receptor (R).
m
E R
El segundo tipo de comunicación sería aquella que pone énfasis en los efectos, corresponde a lo
que Kaplún llama “ingeniería del comportamiento” y consiste esencialmente en moldear la
conducta de las personas con objetivos previamente establecidos. Sirve para “persuadir” a los
individuos de adoptar ciertas formas de pensamiento, ciertas acciones específicas o un cambio en
las actitudes. Este modelo es el que se aplica en los medios masivos de comunicación, cuyo
objetivo es moldear y uniformar la opinión del público y sus conductas. Así mismo, es
característica de las técnicas publicitarias y de la propaganda política, donde lo que interesa es que
el público compre un producto anunciado, adopte cierta ideología o apoye a determinado
candidato, por ejemplo en las campañas electorales. En todos estos casos, se pretende que la
reflexión en torno al mensaje, por parte del destinatario, sea cada vez más reducida, no pase por
la conciencia del receptor sino que se convierta en hábito a partir de procesos de reforzamiento.
El modelo comunicativo de este tipo sería similar al anterior, donde un emisor es el dueño del
contenido y el canal de comunicación, y un receptor permanece subordinado a la espera del
mensaje. Sin embargo, en este modelo la respuesta del emisor o retroalimentación (r) es
importante, puesto que permite saber si el mensaje enviado ha tenido efecto. El efecto sería la
adopción de la conducta, el cambio de actitud, la simpatía con el producto o con la opinión. El
objetivo de la comunicación es afectar de una forma particular el comportamiento del receptor y
su respuesta, la denominada “retroalimentación”, sería tan sólo la conformación de que el
mensaje ha tenido el efecto previsto.
m
E R
r
El último tipo de educación identificado por Kaplún es una que pone el énfasis en el proceso, no se
preocupa demasiado por los contenidos a ser comunicados, ni de los efectos en términos de
comportamiento, sino en el proceso de interacción entre las personas y su realidad. El objetivo es
lograr que el individuo logre ser capaz de razonar por sí mismo, logre reflexionar sobre las
relaciones entre los objetos del mundo de forma crítica, y se reconozca como agente
transformador de las problemáticas que se le presentan. Es una educación autogestionada, donde
el individuo aprende a aprender, y se identifica con la educación problematizadora Freireana. El
modelo de comunicación de este tipo de pedagogía se denomina “EMIREC”, resultado de la unión
entre el Emisor y el Receptor. En este modelo, los sujetos de la comunicación actúan
alternadamente como emisores y receptores, intercambiando mensajes en un ciclo bidireccional y
permanente. Cada hombre es un emisor-receptor, un EMIREC, de la misma forma que un
educador no es ya sólo educador sino educador-educando, y el educando es educando-educador,
como lo proponía el mismo Freire
EMIREC EMIREC
A B
El recorrido que hemos hecho por diferentes modelos de comunicación nos llevó a una
conceptualización afín a la que hemos hecho sobre participación y democracia, un modelo de
comunicación que define éste concepto como un proceso pedagógico, una comunicación que es a
su vez educación. Sin embargo, la educación, cuyo objetivo es el conocimiento del mundo, no es
en este caso transmisión de información desde un sabio que posee ese conocimiento hacia un
aprendiz que no lo tiene. La comunicación-educación, cuyos orígenes se encuentran en la obra de
Paulo Freire, concibe al mundo como una construcción histórica de los hombres, cuya
transformación está en sus manos, y cuyo conocimiento sólo es posible desde la experiencia
particular de cada ser en él. La educación es entonces construcción de ese conocimiento del
mundo, un mundo dinámico mediado por la interpretación subjetiva, que sólo es cognoscible en
un intercambio constante de ideas y experiencias. Por eso la educación es diálogo, y el diálogo es
educación, en términos de la construcción conjunta del conocimiento. Esto implica la
consideración del punto de vista del otro y con ello la reflexión en torno a la búsqueda de la
comprensión de quiénes son los hombres en el mundo, para donde van, y cómo van a llegar allá.
La comunicación es el mecanismo por el cual las personas discuten públicamente en qué sociedad
quieren vivir, y cómo deben conducirse para alcanzar estos ideales. Es un acto de re-conocimiento
del mundo con una doble acepción de reflexión y construcción de destinos comunes. Esto sólo es
posible cuando se reconoce el lugar del otro como sujeto con el que se comparte una realidad, y
que es así mismo capaz de transformarla. Sólo es posible en la medida de que exista comunidad,
identidad, un espacio colectivo, pues sólo es posible construir una realidad donde haya bienestar
tanto para uno mismo como para el otro desde la negociación de intereses y la asociación
alrededor de destinos comunes
FUNDAMENTOS METODOLÓGICOS
Las ciencias sociales se valen de diversos métodos para recolectar información, entre los que se
encuentran los métodos cuantitativos y los métodos cualitativos de investigación. Para Strauss
(1987), la diferencia fundamental entre ambos tipos estriba en que la investigación cuantitativa se
centra en el estudio de las relaciones entre variables cuantificadas, mientras que la investigación
cualitativa realiza una observación profunda de los fenómenos en sus contextos estructurales y
situacionales.
La perplejidad que suscita la extrema diversidad del género humano es la que mueve cada vez a
más profesionales a utilizar métodos de investigación cualitativa, como el trabajo de campo, con el
ánimo de rescatar modos de vida en vías de extinción ante el afán generalizador de la
modernidad. La etnografía se perfila como un nuevo paradigma de investigación que pone su
énfasis en la construcción del conocimiento desde la multiplicidad de concepciones que existen,
en tanto existen múltiples grupos humanos con visiones de la realidad diferentes.
La Etnografía
Según Rosana Guber (2001), la etnografía puede definirse en tres acepciones distintas, como un
enfoque de las ciencias sociales, como un método de investigación y como un tipo de texto.
Como enfoque, la etnografía es una concepción y práctica de conocimiento que busca comprender
los fenómenos sociales desde la perspectiva de sus miembros, entendidos como “actores”,
“agentes” o “sujetos sociales”.
Los agentes son entonces portadores privilegiados de información, pues sólo ellos pueden dar
cuenta de lo que piensan, sienten, dicen y hacen con respecto a los eventos que los involucran.
Recurrir a ellos como fuente de información pone a prueba las generalizaciones etnocéntricas que
buscan explicar el comportamiento humano, dando paso a una visión más compleja de la realidad,
concebida como construcción dinámica.
La flexibilidad en los métodos etnográficos, en sus técnicas e instrumentos, se funda en que son
los actores y no el investigador los protagonistas de la investigación. De allí nace el principio
metodológico de la etnografía, la sabia ignorancia del investigador, que lo obliga a cuestionar sus
certezas, des-conocer su conocimiento previo y andar el camino del re-conocimiento de la realidad
en términos que no conoce. La disposición a aprender del otro lo convierte en sujeto
cognoscente, remplazando la noción tradicional de investigador como sujeto asertivo, portador de
un conocimiento preexistente. Desde aquí se encuentran fuertes similitudes entre éste método y
el proceso educativo-comunicativo propuesto por Freire, que hemos reseñado en el marco
teórico, según el cual, el encuentro entre educador y educando es horizontal, no existe imposición
de opiniones ni transferencia de información del más instruido al aprendiz, sino que ambos se
encuentra en la misma posición cognoscente, en donde es fundamental el reconocimiento del
saber del otro y el respeto a su interpretación del mundo, fruto de sus experiencias. Educadores y
educandos se convierten en Educandos-educadores, llevando a cabo interacciones activas donde
la construcción conjunta del conocimiento es el resultado.
El trabajo de campo etnográfico no es recibido solamente por el intelecto, sino por la persona
misma del investigador, que se encuentra con múltiples rupturas que cuestionan su propia manera
de ver el mundo, y que los antropólogos han bautizado “incidentes reveladores”. La construcción
del conocimiento obtenido a partir de la etnografía no sólo reconsidera las teorías y presupuestos
de las diversas disciplinas que utilizan éste método, sino que reconstruye los conceptos propios
del investigador sobre tal disciplina y sobre el mundo.
La tercera acepción del término etnografía se refiere a la descripción textual posterior al trabajo
de campo, generalmente de forma monográfica y escrita, aunque también es común que sea
audiovisual, en la cual el investigador intenta mostrar una cultura en términos inteligibles para los
que no pertenecen a ella. El trabajo del investigador es, en este sentido, equiparable al de un
traductor, con la “presencia de la interlocución teórica que se inspira en los datos etnográficos”
(Guber, 2001, pág. 19).
Revisaremos entonces las principales técnicas etnográficas que son útiles en el desarrollo de los
objetivos de la presente investigación, como son la observación participante y la entrevista no
dirigida.
La Observación Participante
Sin embargo, este principio de participación e integración gradual del investigador a las conductas
nativas, se encuentra en una tensión epistemológica entre el observar y el participar, que, no
obstante, es enriquecedora. Desde una perspectiva positivista, la observación debe hacerse desde
una posición lo más objetiva posible, manteniendo la distancia de un observador externo que evita
involucrarse con sus sujetos experimentales. Pero desde el naturalismo y variantes del
interpretativismo, “los fenómenos socioculturales no pueden estudiarse de manera externa, pues
cada gesto cobra sentido más allá de su apariencia física en los significados que le atribuyen los
actores” (Guber, 2001, pág. 60). La simple presencia del investigador en medio de la comunidad
introduce cierta afectación, que puede considerarse un grado mínimo de participación.
La relación entre observar desde lejos y participar aprendiendo a comportarse como un nativo
más no sólo es complementaria, sino que se despliega en el trabajo de campo como un proceso
continuo. En un primer momento el investigador es tan sólo un observador, que podría
simplemente mirar desde afuera las formas de vida de la comunidad, pero poco a poco podrá
establecer contactos con algunos de sus miembros, por ejemplo, en los mercados, ocupando
inicialmente el rol de cliente y luego el de “cliente conversador”. En la flexibilidad y apertura de
los miembros de la comunidad y en la capacidad del investigador de reconocer las oportunidades
de entablar estos contactos, reside la ventaja metodológica de la falta de sistematicidad de la
observación participante. En las distintas formas en que puede presentarse, “la participación
implica grados de desempeño de roles locales” (Guber, 2001, pág. 72), que van cambiando a lo
largo del desarrollo de la investigación, y alimentan de diversas formas el conocimiento de la
cultura a la que se tiene acceso, en distintos momentos. La adecuación del rol se realiza a través
de procesos de ensayo y error, en los que el investigador pone en práctica las actividades
actitudes, y conductas que observa en la comunidad, orientándose a obtener una reacción de
aceptación por parte de ella.
La entrevista no directiva
La entrevista es una estrategia para obtener información sobre hechos externos que ocurren, a
partir del cuestionamiento a los informantes, de forma que lo reportado sea lo más ajustado
posible a la realidad, y pueda develarse la verdad de lo ocurrido. La característica principal de las
entrevistas no directivas es que “su valor no reside en su carácter referencial – informar sobre
cómo son las cosas – sino “performativo” (Guber, 2001, pág. 76). La entrevista etnográfica es no
directiva a partir del supuesto del “hombre invisible”, en el cuál el entrevistador no impone al
entrevistado los códigos metacomunicativos de la entrevista tradicional, en los que el informante
se encuentra a la espera de la pregunta que hará el entrevistador.
El investigador que utiliza la entrevista etnográfica permite que fluya libremente la conversación
hasta el momento en que el sujeto verbalice los temas significativos de los cuáles es pertinente
hablar. Ésta es la manera de acceder a información, no sólo sobre un hecho particular de la
realidad, visto desde la perspectiva de un individuo, sino sobre las temáticas, términos y conceptos
más espontáneos y reveladores para el entrevistado.
La entrevista no directiva “sugiere la metáfora de un guía por tierras desconocidas: el investigador
aprende a acompañar al informante sobre los caminos de su lógica. […] Estos trozos de
información, verbalizaciones y prácticas pueden parecer absurdas e inconducentes, pero son el
camino que se le propone recorrer, aún con sentido crítico y capacidad de asombro” (Guber, 2001.
pág. 83).
Esto no significa que no haya un leve viraje hacia una dirección particular. Al iniciar su contacto, el
investigador necesita partir de una temática predeterminada, de unas preguntas que provienen de
sus intereses más generales y de los de su investigación. Esta temática inicial será provisoria hasta
tanto no se sustituya o se vincule a otras temáticas más significativas. Así que, en sus inicios, la
entrevista sirve fundamentalmente para descubrir preguntas, para descubrir los marcos de
referencia de los actores y aproximarse poco a poco a sus sentidos locales. Progresivamente será
posible hacer preguntas estratégicamente directivas, como proponer situaciones imaginarias
mediante preguntas hipotéticas, por ejemplo, o con preguntas contrastivas que permitan
establecer la relación entre conceptos y categorías, entre muchas otras.
Los aspectos que se observaron, que podemos denominar variables, pueden agruparse en cinco,
los cuáles son:
El uso de la temática de “problemas” también es útil por una razón metodológica, pues el
diálogo y el debate se hacen posibles cuando los agentes de la comunicación tienen un
asunto en común sobre el cual se hace necesario negociar. Hablar de temas que afectan
directamente a las personas es más estimulante que hablar de un tema abstracto, como
por ejemplo “el concepto de comunicación”, que podría haber sido el tema a tratar en el
taller, siendo ésta una investigación sobre estrategias comunicativas de una población
particular. Proponer un tema como el de las necesidades y problemáticas más
importantes del municipio estimula la locución, que es finalmente, lo que nos interesa
observar, pues es importante presenciar las formas como la gente de Tibaná se comunica
entre si y participa públicamente.
La información acerca de las variables de estudio se recogió también por medio de la consulta de
documentos oficiales sobre Tibaná, y a través de entrevistas a miembros del gobierno municipal,
como el Alcalde, concejales y presidentes de Juntas de Acción Comunal.
Se realizaron entrevistas no directivas a personas nativas del municipio, como la señora Marta
Romero, personera municipal durante el anterior periodo de gobierno y el señor Julián Barrios,
vecino del municipio de Jenesano. También fue posible sostener charlas con la señora Patricia
Niño, madre comunitaria del programa Acción Social de la Presidencia de la República, así como
con miembros del gobierno municipal, como el concejal Gustavo Tello, parte del actual Concejo, y
el señor alcalde en ejercicio Gerardo Romero.
En el taller participaron 27 personas, que fueron convocadas de forma institucional a través del
alcalde, de las cuales 21 eran hombres y 6 eran mujeres. La mayoría de ellos viven en estrato
socioeconómico 2, aunque vale resaltar que en Tibaná la mayoría de veredas son de estrato 1. Los
asistentes, convocados por la alcaldía, pertenecían a grupos y organizaciones tanto del gobierno
como civiles. Había 3 concejales, 14 presidentes de Juntas de Acción Comunal, 6 madres
comunitarias del programa Acción Social y 4 miembros de la Red de Radios del municipio. Sin
embargo, la convocatoria, a cargo de la alcaldía, incluía también a líderes comunitarios, miembros
de otras organizaciones civiles como asociaciones de padres, de campesinos, entre otras. No fue
posible precisar por qué estas personas no asistieron al taller, pues la convocatoria corrió por
cuenta de la alcaldía y no hay claridad sobre las formas de difusión de la información sobre la
fecha, hora y lugar de la reunión.
Para validar la información recolectada en el taller, una semana después del mismo se realizaron
entrevistas semiestructuradas a algunos de las personas que participaron: dos presidentes de
Juntas de Acción Comunal, un concejal, y un miembro de la Red de Radios.
La selección de las personas convocadas al taller obedece a un criterio fundamental, el de la
institucionalidad. Dado el objetivo de la presente investigación de fortalecer la participación
democrática de los habitantes de Tibaná, se partió del reconocimiento de los organismos de
participación existentes en el pueblo, consagrados en la organización política municipal, como el
Concejo y las Juntas de Acción Local, así como de otros organismos civiles, organizaciones no
gubernamentales, asociaciones de padres, Red de Radios, madres comunitarias y cualquier otro
organismo de asociación comunitaria. El criterio era seleccionar representantes de grupos
vinculados con las instituciones que tuvieran relación con los asuntos de participación y
comunicación. Para esto consideramos fundamental ponerse en contacto con los líderes y
representantes de estos organismos, que son representantes de la población y que, en teoría,
mantienen contacto con ella. Evaluar la exitencia real de esta este contacto entre la comunidad y
sus líderes y representantes, y la visión que de ella tienen algunos de sus participantes fueron
aspectos clave a obervar en nuestra investigación.
PROCESO METODOLÓGICO
1. Visita Exploratoria:
Se trató en esta visita de aproximarse al municipio con el objeto de adquirir una primera
impresión general y un reconocimiento del territorio. Para ello se viajó un día entre semana
dado que se conocía de antemano que sería más probable encontrar al señor alcalde en la
cabecera municipal y poder realizar una indagación sobre rumores en el pueblo. También se
tuvo el primer contacto con el alcalde y con el concejal Gustavo Tello, con quien se desarrollo
una entrevista no directiva, todo ello para hacer la presentación del equipo de investigación y
programar la fecha y hora del taller. Gracias a esta visita se consiguió la colaboración de la
alcaldía para la realización del taller y la convocatoria de los participantes.
Durante esta visita se hicieron entrevistas no directivas a cinco habitantes del municipio, la
señora Marta Romero, nativa del municipio y personera municipal durante el anterior periodo
de gobierno; el señor Julián Barrios; la señora Patricia Niño, encargada del programa Acción
Social y, por último, el alcalde actual, Gerardo Santana Acevedo. Las entrevistas fueron
semiestructuradas, por lo cual se planteaban algunos temas y se iban desarrollando otros a
medida que fueran surgiendo, dependiendo además de la ocupación y el cargo de cada uno de
los entrevistados. En general, los temas tratados en la entrevista corresponden a prácticas de
participación política y comunitaria que observa cada entrevistado en el pueblo, organizaciones
y agrupaciones existentes, que nos sirvieron de información preliminar para decidir qué
personas convocar para la realización del taller, e información general sobre el municipio que
pudiéramos obtener.
Este taller tuvo como objeto la exploración de los imaginarios que tiene la gente sobre la
comunicación, la democracia y la participación. Se acordó que se efectuaría un martes puesto
que es el día de mercado y las personas de las veredas bajan a la cabecera municipal.
La primera actividad a realizar por los asistentes del taller fue la identificación de sí mismos. A
cada uno se le entregó una ficha, en la cual debía colocar su nombre, y a qué organización de
las convocadas pertenecía. Como actividad para “romper el hielo”, se propuso que cada uno
escribiera allí mismo, en la papeleta que se les había dado, qué era para ellos Tibaná, qué
pensaban de ese pueblo. Enseguida se dio paso a la expresión en público de esta opinión por
parte de algunas personas, puesto que el tiempo de la reunión era poco y era necesario
proseguir con la dinámica de los problemas.
Después se dio la instrucción de que voltearan la papeleta, y escribieran en ella tres problemas
que consideraran eran los más importantes del municipio. Tras esta identificación en privado de
los problemas, cada uno debía pegar su ficha en la pared, para exponer los problemas que había
escrito, y se daba paso a un recorrido por las diversas fichas puestas sobre los muros. De esta
forma se socializaban los problemas que se habían considerado, y se guardaba la identidad de
cada uno, pues el nombre de cada participante quedaría escondido al otro lado de la ficha. Sin
embargo, como será detallado en la sección de resultados, no fue posible una socialización
anónima de este tipo, y en lugar de eso, la gente intercambió sus papeletas entre sí, para
conocer qué habían escrito los demás.
Tras esta primera parte se propuso la escritura en público de aquel problema que se
consideraba el más importante, de los tres que había escrito cada uno, y luego de haber visto
los que habían escrito los demás. De forma voluntaria, los asistentes escribían en pliegos de
papel dispuestos como carteleras, cuál era el problema principal del municipio. Mientras la
gente escribía en las carteleras, se iban presentando conversaciones sobre los mismos, que eran
avivadas por preguntas y comentarios que los investigadores hacían conforme iban apareciendo
temas que los suscitaran. Sutilmente o a veces de forma muy directa, los investigadores que
guiaban el taller hacían preguntas sobre la participación política de la gente, la forma de
solucionar estos problemas o la forma de comunicarse para proponer alternativas. El ambiente
del momento, en el que muchos se encontraban de pie conversando sobre las problemáticas,
estimuló la expresión de opiniones de forma más cómoda, que si la gente hubiera permanecido
sentada, escuchando a los investigadores que se encontraban delante de ellos. Mezclados con
la gente, los investigadores pudieron preguntar sobre formas de participación y comunicación,
de modo que las respuestas que daban, así como las conductas que mostraban las personas,
permitían dar un panorama sobre sus concepciones acerca de estos términos.
4. Validación de la información:
Después de haberse realizado el taller, y luego de haber sistematizado los datos recogidos sobre
los problemas del municipio, y las narraciones sobre lo observado en las demás variables, se
realizaron entrevistas telefónicas a algunos de los participantes del taller, con el fin de verificar
que la información recolectada ese día aún tenía validez. Se les preguntó su opinión sobre los
resultados obtenidos frente a las problemáticas del municipio, con el fin de establecer la
veracidad de esa información, y constatar que los problemas identificados en el taller sí son de
importancia para los participantes del mismo. También se les hicieron preguntas sobre las
cuatro variables concernientes a participación y comunicación, para comparar sus respuestas
con los resultados y conclusiones obtenidas en las observaciones, entrevistas y el taller llevado a
cabo. De un total de 27 participantes del taller, se realizó la constatación de la información con
4 participantes escogidos al azar, dos presidentes de Juntas de Acción Comunal, un Concejal, y
un miembro de la Red de Radios.
2. Los referentes desde los que puede ser concebida la comunicación para favorecer la
participación contemplan las conceptualizaciones acuñadas sobre la democracia y la
participación, desde las cuales se hace necesario fortalecer mecanismos
participativos para que las comunidades puedan alcanzar el propósito de ser
democráticas.
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