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ESTRATEGIAS DE

COMUNICACIÓN
PARA LA
PARTICIPACIÓN
CIUDADANA EN
TIBANÁ.

Trabajo de Grado para optar


por el título de
COMUNICADORA SOCIAL
Director: GERMÁN
RONCANCIO JIMÉNEZ

SYLVIA ZAMBRANO PARRA


PONTIFICIA UNIVERSIDAD
JAVERIANA
FACULTAD DE
COMUNICACIÓN SOCIAL
BOGOTÁ, 2010
Contenido
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................. 6
OBJETIVOS ..................................................................................................................................... 9
Objetivo General ....................................................................................................................... 9
Objetivos específicos ................................................................................................................. 9
CAPÍTULO I: MARCO TEÓRICO .................................................................................................... 10
Fundamentos teóricos de la democracia y la participación.................................................... 10
Fundamentos teóricos de la comunicación ............................................................................ 20
CAPÍTULO II: METODOLOGÍA PARA EL TRABAJO DE CAMPO ...................................................... 42
FUNDAMENTOS METODOLÓGICOS ........................................................................................ 42
ASPECTOS ESPECÍFICOS DE OBSERVACIÓN ............................................................................. 49
TÉCNICAS E INSTRUMENTOS DE RECOLECCIÓN DE INFORMACIÓN ....................................... 53
MUESTRA Y POBLACIÓN OBJETO ............................................................................................ 54
PROCESO METODOLÓGICO ..................................................................................................... 55
Capítulo III: CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES PARA LA FORMULACIÓN DE ESTRATEGIAS DE
COMUNICACIÓN.......................................................................................................................... 58
Bibliografía .................................................................................................................................. 63
INTRODUCCIÓN

A pesar que la Constitución Nacional consagra la participación ciudadana no sólo como un


derecho, sino como un deber, la separación entre los ciudadanos y el Estado es cada vez más
amplia, y la participación se limita a la elección de representantes a través del voto, en los pocos
casos en que la gente se sobrepone a la tendencia abstencionista que ha caracterizado las
elecciones del país históricamente. Sin embargo, la participación no puede limitarse solamente al
ejercicio de elegir y ser elegido, sino que debe acercar a las personas a sus representantes, en un
ejercicio de control y seguimiento del gobierno, en el que se tiene por norte una concepción del
Estado como un servidor del pueblo, y no una del pueblo como servidor del Estado. La
participación implica, en primer lugar, fiscalizar y ser veedores de las formas de ejercicio del poder
que tienen los gobernantes.

Por otro lado la participación debe permitir la construcción de lo colectivo, del espacio común que
comparten unas personas que se reconocen a si mismas como comunidad. Dar al otro el lugar que
le corresponde y advertir que sin los demás es imposible transformar la realidad, nos obliga a
buscar momentos de negociación de intereses, momentos de encuentro, de diálogo, en los que se
de la palabra a todos. La participación incluye esas dos caras, y para fortalecer la democracia
participativa es importante que se fortalezcan los espacios de participación y discusión.

Por esto, los mecanismos de comunicación subyacentes a los procesos participativos deben ser
congruentes con un modelo pluralista y democrático, en el que se dé la palabra a todos y se
garantice el derecho de expresar las ideas propias públicamente. El objetivo de esta investigación
es proponer un abordaje teórico y metodológico que permita formular unas estrategias o formas
de comunicación adecuadas a la realidad particular del municipio de Tibaná, con el fin de
fortalecer los espacios de participación existentes, garantizados en la organización política
democrática del país, y generar otros espacios de diálogo y construcción de lo público. Las
estrategias de comunicación deben procurar que la gente participe, en las dos acepciones que
hemos descrito, como controladores del gobierno y como gestores de iniciativas y proyectos
colectivos.

Para lograr ese objetivo, este trabajo se constituye de dos partes. En primer lugar se desarrolló un
ejercicio de conceptualización teórica para definir los conceptos clave de democracia,
participación, y comunicación. La indagación teórica permitió identificar un concepto de
comunicación ideal para promover espacios de participación en términos de las dos acepciones
que hemos mencionado. Como resultado de este recorrido teórico, se concibió entonces un
concepto de comunicación que se identifica con un proceso educativo de reflexión y construcción
de la realidad, en el que una comunidad dialoga libremente, se amplifica la voz de todos y se
potencializa su participación en la esfera pública.

Paralela a esta investigación teórica, se desarrolló una investigación empírica a través de un


trabajo de campo, con el fin de conocer las formas particulares de comunicación y participación
que tiene la población de Tibaná, Boyacá. En este trabajo de campo se observó el panorama
general de la participación y la comunicación en el municipio, llevando a cabo una especie de
diagnóstico sobre cómo se comunican las personas, cómo participan, qué oportunidades y
posibilidades de participación popular tienen, con qué medios de comunicación cuentan y qué
nociones tienen sobre los conceptos de comunicación y participación política. Este contacto con
los habitantes permitió proponer una ruta metodológica a seguir en el diseño de una estrategia de
comunicación que contemple las características idiosincráticas particulares de esta comunidad.

La metodología del trabajo de campo incluyó varias visitas al municipio, en las que se aplicaron
técnicas etnográficas como la observación participante y las entrevistas no directivas. Se realizó un
encuentro con la comunidad a partir de un taller, en el cual se generó un espacio de conversación
en torno a temáticas concernientes a la participación y la comunicación de los habitantes en
general ante la solución de problemas concretos que enfrenta el municipio.

Los resultados se presentan como narraciones etnográficas de lo observado por los investigadores,
en términos de cinco aspectos a observar o variables de investigación de carácter cualitativo:
problemáticas del municipio, formas de comunicación y participación frente a estas problemáticas,
y formas de participación y comunicación en general.
A partir de este recorrido teórico y empírico, se formularon conclusiones sobre cuáles son las rutas
teóricas y metodológicas a seguir si se quiere formular una estrategia de comunicación para la
participación adecuada para el municipio de Tibaná. Se concluyó que la herramienta teórica
apropiada para conceptualizar la comunicación con el ánimo de promover la participación
democrática, está en las aproximaciones de la comunicación – educación, en tanto se reconoce allí
el valor pedagógico de los procesos comunicativos para la construcción de la realidad subjetiva de
cada comunidad. En este mismo sentido se concluyó que la metodología pertinente al estudio de
la comunicación para la participación comunitaria parte de los presupuestos etnográficos, en tanto
permiten a la comunidad realizar su descripción de sí misma y a través de ésta, formular su papel
en la solución de sus problemas cotidianos.

De la misma manera, la aproximación del trabajo de campo permitió caracterizar los mecanismos
por los cuales las instituciones determinan la participación en la población de Tibaná y los
mecanismos con los que cuenta la comunidad para comunicarse en términos de la resolución de
problemáticas concretas.

Este trabajo se hace con la convicción de que la comunicación es una herramienta que debe
ponerse al servicio del fortalecimiento de procesos de participación democrática en el país, y es
responsabilidad de los profesionales en Comunicación Social promover articulaciones de esta
disciplina con los procesos democráticos que se viven en el Colombia, que tengan en cuenta los
contextos y realidades particulares de las diferentes comunidades. Esto porque es indispensable
que los comunicadores sociales enfoquen su mirada y sus objetivos misionales a la construcción de
estrategias de comunicación social, si es esa la disciplina que practican, recordando que
comunicación no es sólo difusión de información, sino que proviene del término comunio, que
significa participación, y que el término social no puede seguir siendo simplemente un adorno más
en el nombre de estos programas.
OBJETIVOS

Objetivo General

Investigar las posibilidades conceptuales y metodológicas que faciliten formular una propuesta de
comunicación para la participación comunitaria en el municipio de Tibaná.

Objetivos específicos

- Plantear una relación conceptual que permita establecer los referentes desde los cuales
puede ser concebida la comunicación para favorecer la participación política.

- Observar el panorama general de la participación y la comunicación de los habitantes de


Tibaná, por medio del trabajo de campo

- Indagar las posibilidades para propiciar espacios colectivos de participación y


comunicación comunitaria desde lo institucional.

- Establecer una ruta metodológica que permita el diseño de una propuesta de


comunicación para la participación comunitaria en el municipio de Tibaná.
CAPÍTULO I: MARCO TEÓRICO

Fundamentos teóricos de la democracia y la participación

El término democracia es uno de los más problemáticos de nuestra época. Aproximarse a su


definición para el objeto de un estudio no es una tarea sencilla en tanto democracia es un término
que se usa frecuentemente como si su significado fuera evidente. Esta evidencia es mentirosa y le
quita contenido al concepto, por lo cual es necesario hacer una conceptualización juiciosa de
democracia que deje claro lo que en este trabajo se entiende por tal concepto.

Dar una definición de la democracia es, necesariamente, un ejercicio que está condenado a la
imprecisión, puesto que la democracia es una noción histórica, es decir, que cambia a medida que
las sociedades y la cultura humana se transforman. Por esta razón la aproximación que se busca
hacer al término en este trabajo es una conceptualización, más no una definición.

La discusión del concepto de democracia recae en la discusión entre dos posturas: una idealista y
otra realista. Una posición idealista sostendría que nunca llegaremos a la democracia en tanto su
misma formulación es una utopía o una entelequia, mientras que una posición realista
argumentaría que la democracia es impensable porque no es posible dar la participación a todos,
alguien debe asumir las decisiones urgentes, alguien debe hacerse responsable de la justicia, entre
otros asuntos. Sin embargo esto no pasa de ser una discusión teórica, la realidad del
funcionamiento de la democracia, aunque está dentro de estas dos tendencias, es mucho más
compleja. El acercamiento que busca hacerse en la presente investigación no busca la forma ideal
de la democracia, y tampoco abandona su búsqueda por considerarla inalcanzable.

Para empezar, democracia es un término que, como señala Sartori (1994), se encuentra siempre
en la relación entre el ser y el deber ser. Se dice, de esta forma, que nuestros Estados modernos
son Estados democráticos, en tanto cumplen una serie de requisitos formales. Pero también se
dice que la democracia está por construirse y que lo que tenemos en nuestros días es el proyecto
en marcha hacia ella. En este sentido, Sartori señala que la democracia como concepto, tiene un
nivel de análisis en lo deontológico, esto es, en la discusión en torno al deber ser.
Así, encontramos, por ejemplo, la aproximación a la democracia que hace el francés Alexis de
Tocqueville, quien argumenta que la revolución democrática que se hizo en la sociedad no se logró
en las costumbres, ideas o hábitos de las personas, cambio necesario para hacer útil esa
revolución, por lo cual la democracia está aún a medio camino, pues es necesario que los
ciudadanos comprendan a cabalidad lo que implica esta forma de gobierno. Dice Tocqueville al
respecto:
Concibo una sociedad en la que todos, contemplando la ley como obra suya, la amen y se
sometan a ella sin esfuerzo; en la que la autoridad del gobierno, sea respetada como necesaria
y no como divina; mientras el respeto que se tributa al jefe de Estado no es hijo de la pasión
sino de un sentimiento razonado y tranquilo (…) Conocedor de sus verdaderos intereses, el
pueblo comprenderá que, para aprovechar los bienes de la sociedad, es necesario someterse a
sus cargas (…) Entiendo que en un Estado democrático, constituido de esta manera, la
sociedad no permanecerá inmóvil; pero los movimientos del cuerpo social podrán ser
reglamentados y progresivos. (Tocqueville, 1957, pág. 36)

Cuando se intenta definir la democracia es frecuente que se parta desde una formulación
etimológica del concepto. Se dice que demos y kratos refieren a pueblo y poder, y constituirían un
nuevo término con un sentido de poder del pueblo. Sin embargo, ni siquiera en la época de la
formulación original del término, en la Grecia antigua, se puede establecer con certeza lo que es el
pueblo. Demos para los griegos no significa pueblo, sino colectivo de ciudadanos. Desde la
perspectiva que aquí se prefiere se debe descartar una conceptualización de la democracia a partir
de la etimología, pues no pasa de ser una información anecdótica del término, o como lo señala
Sartori, “la democracia etimológica que se refiere al demos de los griegos, hoy llega a ser un
edificio construido sobre un protagonista que no existe” (Sartori, 1994, pág. 20)

Pueblo, en nuestros días, es equiparable a masa. La formulación de la democracia en los términos


de gobierno del pueblo vendría a ser una formulación como gobierno de la masa, la cual exige la
definición de una mayoría, de una proporción de la masa que logra ponerse de acuerdo y someta a
la proporción que opina de forma distinta. Las democracias modernas establecen la mayoría a
través del proceso electoral, y hay varios autores que se aproximan a la democracia teniendo
como base la noción de “gobierno de las mayorías”, es el caso de Norberto Bobbio, quien afirma:
Por lo que respecta a la modalidad de la decisión la regla fundamental de la democracia es la
regla de la mayoría, o sea la regla con base en la cual se consideran decisiones colectivas y por
tanto obligatorias para todo el grupo las decisiones aprobadas al menos por la mayoría de
quienes deben de tomar la decisión. (…) La única manera de entenderse cuando se habla de
democracia, en cuanto contrapuesta a todas las formas de gobierno autocrático, es
considerarla caracterizada por un conjunto de reglas (primarias o fundamentales) que
establecen quién está autorizado para tomar las decisiones colectivas y bajo qué
procedimientos. (Bobbio, 2007, págs. 24,25)

Pero es problemático afirmar que una democracia consista en el poder de las mayorías, pues este
poder no puede ser ejercido a costa de los derechos de las minorías. En este punto, Sartori señala
bellamente que, por lo pronto, una primera conceptualización de la democracia estaría en su
concepción como respeto por las minorías. La conceptualización de Sartori es aquella desde la cual
asumimos la democracia en el contexto específico de la presente investigación.

De manera que hablar de una democracia de masas tampoco es hablar de democracia, en tanto la
versión moderna considera que el respeto por los derechos de las minorías debe ser parte de la
realidad sociopolítica en una sociedad que se considere democrática. Lo que es relevante del
concepto de la democracia acuñado por los griegos, es su relación con el concepto de colectivo de
ciudadanos. Sartori señala que:

“Cuando en Grecia se acuñó demokratia, el demos en cuestión estaba constituido por


ciudadanos de la polis, de la pequeña ciudad que en realidad era una comunidad”
(Sartori, 1994, pág.18).

Esta comunidad, no representaba en Grecia más de cinco mil ciudadanos. Sin embargo y como ya
se ha dicho, el tema de la democracia no se reduce a la cantidad de personas que puedan tomar
parte en las decisiones que las afectan, sino que la relevancia está en el hecho de que estas
personas constituyan una comunidad. Esta comunidad tiene lugar en tanto se reconozcan a sí
mismos como parte de ella y a los otros como actores en el mismo nivel. Lo relevante del
encuentro de cinco mil actores en un espacio de decisión es su carácter de ciudadanos. Ésta
situación sólo es posible en la medida en que estos ciudadanos tengan la capacidad y en cierto
modo, la capacitación, para comprender su papel en la comunidad y tomar partido en las
decisiones que los afectan.

De manera que lo importante del asunto democrático, es que la soberanía, esto es, la capacidad
para decidir y controlar el poder, esté en el colectivo de ciudadanos. La democracia reposa en una
comunidad, en la medida en que sus individuos hagan parte autónoma de esa comunidad y tengan
las herramientas comunicativas, educativas y en última instancia culturales, para tomar las
decisiones y efectuar el control del poder en beneficio de la comunidad. De forma que la
democracia implica una alineación entre los conceptos de pueblo y comunidad. Así, la articulación
que le da forma a la democracia es entonces la del colectivo de ciudadanos y este concepto debe
entenderse como las asociaciones de los ciudadanos en tanto estos se encuentran para dar
solución a sus problemas, mas no entendido como las agrupaciones privadas, como lo entiende la
concepción liberal.

Ahora, la forma como se han constituido las democracias modernas, es decir las democracias
estatales de nuestro tiempo, otorga el poder soberano al pueblo en el sentido de que este toma
las decisiones pero no las ejecuta. Se da una relación de titularidad según la cual el pueblo
designa, por medio de la elección popular, unos representantes que ejecutan esa voluntad
popular. Esa es la característica de la democracia representativa electoral. En este sentido, señala
Sartori:

“Para realizar la democracia (para que sea posible, para que pueda funcionar y la gente
pueda seguir su vida, que sería, a las claras, una vida sometida) se desunen la titularidad y
el ejercicio del poder” (Sartori, 1994, pág. 20).

En el marco de la democracia electoral, el pueblo que cuenta es aquel que hace parte de las
mayorías victoriosas. Su participación en el poder es, en el mejor caso, apenas parcial. De donde
se deduce que, cada vez más, operan los mecanismos que separan a los gobernados del ejercicio
de gobierno. Los mecanismos que se deben construir para dar cabida al proyecto democrático,
aunque sea de forma incipiente, deben procurar la reducción de la distancia entre la titularidad y
el ejercicio del poder, deben ser puentes verdaderos entre los gobernados y el ejercicio de
gobernar.
Bajo esta concepción, el punto fundamental que debe ser vigilado es el control sobre el gobierno.
Si los gobernantes (controlados) se sustraen del poder de los controladores (gobernados), el
gobierno sobre el pueblo, o para el caso la comunidad, empieza a correr el riesgo de no tener
ninguna relación con el gobierno del pueblo (podemos decir de la comunidad). En otras palabras,
cualquier desviación de la ubicación del poder que no esté en las comunidades es inadmisible en el
marco de una democracia.

Es por esta última razón que los ejercicios de cualquier tipo que pretendan ubicarse en el camino
hacia la democracia, deben tener como horizonte la participación de las comunidades en el
control efectivo de las decisiones de los gobiernos. Esta participación, constituye un rasgo esencial
en el concepto de democracia, en la medida en que permite el desarrollo de los individuos en el
estrechamiento de las relaciones entre los gobernantes y los gobernados. En últimas, como señala
Sartori, el concepto de democracia debe concebirse de la siguiente manera:

“Decimos democracia para aludir, a grandes rasgos, a una sociedad libre, no oprimida por
un poder político discrecional e incontrolable, ni dominada por una oligarquía cerrada y
restringida, en la cual los gobernantes “respondan” a los gobernados. Hay democracia
cuando existe una sociedad abierta en la que la relación entre gobernantes y gobernados
es entendida en el sentido de que el Estado está al servicio de los ciudadanos y no los
ciudadanos al servicio del Estado, en la cual el gobierno existe para el pueblo y no
viceversa” (Sartori, 1994, págs. 23-24).

Participación para la democracia


Ahora que hemos establecido que la participación de los ciudadanos en términos del control
de los gobernantes es vital para la construcción de la democracia, daremos paso a algunas
conceptualizaciones sobre el término, que nos permitirán en últimas, dilucidar el concepto de
participación más pertinente para establecer el norte de esta investigación.
González, Bolívar y Segura (1997), dentro la definición que hacen de participación a partir de su
funcionalidad1, comentan que la participación contribuye a la modernización del Estado, al ser un
eje indispensable para la redefinición de las relaciones entre gobernantes y gobernados. La
participación de la sociedad civil, actor indispensable de la construcción de democracia, abre la
posibilidad de construcción conjunta del espacio público, llevando a una suma positiva entre el
Estado y la sociedad civil en la que el primero se convierte en garante legítimo de los derechos de
la segunda.

Para Gonzáles y colaboradores la participación puede definirse como sigue:


“La participación es un proceso social en el cual diferentes actores, cada uno desde sus
propios intereses y puntos de vista, intervienen en la creación de las metas colectivas de
la comunidad y en la definición de los medios que serán utilizados para conseguirlas”
(González & cols., 1997, pág 9).

En esta definición reconocemos cuatro aspectos clave, que pueden relacionarse con algunos
elementos identificables en múltiples modelos que buscan definir la comunicación, proceso
fuertemente ligado al de participación, cuya relación con esta será desarrollada a lo largo de esta
conceptualización. Participación y comunicación son procesos sociales, que involucran a diferentes
actores o individuos, al ponerlos en interacción. La interacción como encuentro de dos agentes,
implica procesos de negociación, en los que los intereses particulares de cada uno de los actores
deben reducirse en beneficio de los intereses colectivos, pactando la forma a través de la cual será
posible alcanzarlos. Los procesos de participación y comunicación son el eje mediante el cual se
articula la convivencia entre los seres humanos, negociando intereses. Ya desde aquí podemos
encontrar similitudes entre estos dos términos, conceptualizables pero indefinibles, que nos
sugieren una suerte de relación metonímica entre las dos concepciones.

La participación es una forma de intervención social, definida ésta como el “proceso de desarrollo
de la acción conjunta de unas personas, que les permite hacerse visibles ante la sociedad mayor o
ante una comunidad determinada, por cuanto defienden o promueven sus intereses y

1
La definición de participación a partir de su funcionalidad que hacen los autores contiene cuatro elementos,
de los cuales el último es la modernización del Estado, los otros tres son la participación como elemento para
subsanar la marginalidad, la participación como elemento para combatir la manipulación clientelista y la
participación como reductora de la participación del Estado que permite la inclusión de nuevos actores.
(González, Bolivar, & Segura, 1997)
expectativas” (González & cols., 1997, pág 11). Recordemos que la democracia sólo es posible en
tanto existe un colectivo de ciudadanos, un grupo de personas que se reconocen a sí mismas como
parte de una comunidad, que establecen acuerdos de convivencia solamente sintiéndose parte de
un todo. La democracia es el marco de referencia que legitima los pactos de las mayorías sin
perder de vista el respeto por las minorías, y no es una forma de organización utópica e
inalcanzable, sino una construcción histórica de la cual el colectivo de ciudadanos es el actor
principal.

Se pueden encontrar varios tipos de participación (González & cols., 1997), según el área que se
busque afectar:

1. Participación social: es el proceso de agrupación de los individuos para la defensa y


representación de sus intereses, por ejemplo, en una organización ambiental.
2. Participación comunitaria: se refiere a las acciones colectivas de los ciudadanos para mejorar
sus condiciones de vida, por ejemplo, la realización comunal de obras cívicas, frecuentemente
convocada por organizaciones comunitarias como la Iglesia, la escuela o las Juntas de Acción
Comunal.
3. Participación ciudadana: busca el bienestar general de la población, no sólo de un grupo
particular. Los medios de participación de este tipo son por ejemplo, las Juntas de Acción
Local y las empresas públicas.
4. Participación política: es la actividad mediante la cual los ciudadanos buscan influir en el
diseño del sistema político, sus reglas de juego, sus funcionarios o sus metas. El mecanismo
por excelencia de este tipo de participación es el voto.

La democracia participativa
La democracia participativa es un modelo intermedio entre la democracia directa, en la que todos
los ciudadanos participan en el ejercicio del gobierno, y la democracia representativa, en la que se
delegan representantes que tomen decisiones en nombre de los ciudadanos. Se basa en un
estrecho nexo entre electores y elegidos, entre gobernados y gobernantes, en el cual éstos últimos
tienen responsabilidades con los gobernados, que de no ser cumplidas, pueden conducir a que los
electores revoquen su mandato.
La participación es entonces, el principio de organización de la vida social, el eje central del
sistema político y de la sociedad. Esta idea de participación concibe la democracia como un
sistema pluralista donde debe haber espacio para la expresión de múltiples opiniones, y es una
participación que no se limita a conceder titularidad a los representantes, a elegir mediante el
voto, sino que vincula a los ciudadanos al ejercicio de poder, convirtiéndolos en controladores de
sus gobernantes.
El gran hito de la democracia participativa en Colombia es la Constitución de 1991, que consagra la
participación como uno de los principios de la organización política Colombiana, considerándola
no sólo como un derecho, sino como un deber. Como derecho, garantiza la posibilidad de todo
ciudadano de elegir y ser elegido, así como de hacer uso de los mecanismos de participación
dispuestos por la Constitución. Como deber, se destaca la importancia de tener una sociedad civil
fuerte y organizada, que pueda ser un actor presente y activo dentro del panorama nacional. La
Constitución consagra la obligación de los ciudadanos de fiscalizar a quienes eligen y ejercer
veeduría sobre las actividades del Estado.

González identifica los mecanismos y niveles de participación, que varían según el momento en el
que se dan, y la influencia que tienen en el diseño global de la política pública. Se puede hablar de
los siguientes niveles o momentos de participación: acceso a la información, consulta (los
participantes en determinado proceso expresan su opinión), iniciativa (presentación de
sugerencias), fiscalización (vigilancia sobre las decisiones que se toman y sobre su ejecución),
concertación (negociación), decisión y gestión (manejo de los recursos disponibles para poner en
práctica las decisiones tomadas).

En cuanto a los mecanismos de participación, encontramos que los hay de dos tipos: en primer
lugar, de participación política, entre los que se encuentran el voto, el plebiscito, el referendo, la
consulta popular, el cabildo abierto, la iniciativa legislativa y la revocatoria del mandato. Un
segundo tipo de mecanismos de participación se relaciona con la participación comunitaria y
ciudadana. Dentro de estos se encuentran las Juntas de Acción Local JAL, que funcionan como
organismos de consulta y de iniciativa que conceptúan sobre los presupuestos de las localidades
antes de que sean aprobados por los Concejos. Las funciones de las JAL son, entre otras, postular
funcionarios, convocar audiencias públicas, consultar a otras organizaciones de la sociedad civil
sobre temas pertinentes, y celebrar al menos dos cabildos abiertos por periodo. También pueden
participar en iniciativas, presentando proyectos a los Concejos, ayudando a diseñar planes de
desarrollo, proponiendo prioridades de inversión y sugiriendo la creación de impuestos. Su papel
dentro de la fiscalización es vital para vigilar la prestación de los servicios públicos e inversiones,
de forma que se perfila como un organismo de participación activa del colectivo de ciudadanos,
desde el cual se ejerce control del gobierno.

A pesar de que la participación está consagrada en la Constitución del 91 como un derecho y un


deber, en Colombia existe una cultura de la no participación, que se encuentra manifiesta
particularmente en las altas tasas de abstencionismo electoral (González & cols., 1997) y que
obedece a dos situaciones especiales presentes en nuestro país. La primera es la crisis de los
partidos políticos, pues estos han venido perdiendo legitimidad en cuanto a su papel como
mecanismos de representación, y la sociedad civil no ha podido organizarse nuevamente para
producir otros mecanismos capaces de reemplazarlos en su función de su articulación. Además las
prácticas clientelistas del gobierno se encuentran institucionalizadas como patrón de interacción,
intercambiando favores a cambio de apoyo electoral y acumulación de poder político.

En Colombia se presenta un ambiente de apatía y falta de credibilidad, (González & cols., 1997),
que genera el alejamiento entre los ciudadanos y la política. Esta disminución de la capacidad
política de integración genera una creciente deslegitimación de la actividad política en general,
que alcanza incluso a los movimientos sociales. “La participación ciudadana después de alejarse
de los partidos políticos no ha encontrado en los movimientos sociales un centro de expresión
donde pueda fortalecerse. Por esta situación, la participación desarticulada y aislada, producto
usual de reclamos concretos, se ha convertido en un medio que, auque eficaz en ocasiones para
conseguir reivindicaciones concretas, no ha contribuido para la creación de un sistema de
participación permanente” (González & cols., 1997, pág. 44). Esto significa que, aunque
eventualmente la comunidad se reúna para hacer oír su voz frente a un asunto concreto que le
afecte, difícilmente se pasa por formas institucionalizadas de actividad política, como las consultas
populares y las votaciones, con lo cual la participación cívica y social queda disociada de la
participación política. Ésta situación profundiza la dificultad de hacer viable la representación
política de lo social, y con ello la participación de la ciudadanía en la formulación de políticas
públicas para su propio beneficio. “La participación política, entonces, es la relacionada no sólo
con la elección de funcionarios a puestos estatales, sino también la que tiene que ver con proyectos
que afecten a la comunidad. Tiene entonces, amplias connotaciones, pues involucra intereses
privados y comunes, y conlleva efectos de corto, mediano y largo plazo” (González & cols., 1997,
pág. 43).

La participación ciudadana en la política no se limita simplemente al acto de elegir y ser elegido,


sino de construir lo colectivo, de crear y fortalecer lo público, entendido como “un ámbito de
acción en donde cada actor participa de la definición de lo colectivo, desde sus intereses y sus
necesidades, conservando su autonomía pero sin perder de vista la posibilidad – algo utópica – de
la consecución del “bienestar público”” (González & cols., 1997, pág 47), es decir, respetando a las
minorías. Participar implica entonces, además del control al gobierno, la presencia activa de los
ciudadanos en la creación de planes de acción a seguir frente a circunstancias particulares, desde
una negociación de intereses que sólo se hace posible en el encuentro, en el diálogo abierto y no
impositivo de la opinión del más fuerte, pues el norte de la democracia es el respeto a las
minorías.

Esta invocación creciente de la sociedad civil en la formulación de políticas públicas puede hacerse
desde dos perspectivas: la liberalista y la comunitarista. La primera celebra la modernización como
liberación de la iniciativa privada de la tutela estatal. El fortalecimiento de la sociedad civil, desde
este punto de vista, significa hacer de la empresa privada el motor del desarrollo social. Por otro
lado, la perspectiva comunitarista apunta a la creación de nuevos movimientos sociales y formas
de acción colectiva que incorporen nuevos puntos de vista e intereses a la formulación de
proyectos. Esta última perspectiva es la que más se ajusta a los objetivos de esta investigación.

La estrecha interacción entre una sociedad civil fortalecida y el Estado en los espacios de
participación públicos debe contar con la “consolidación de un régimen democrático en el que se
consagre el pluralismo y la democracia entre los diferentes sectores” (González & cols., 1997, pág.
49). De esta forma, se fortalece lo público, pues se revela el carácter inacabado de la realidad, en
cuya construcción se hace necesaria la participación de todos los ciudadanos, aún de las minorías.
Como bien lo explica González: “el proceso de discusión de los asuntos públicos y la participación
de la ciudadanía en ellos sustantiva la democracia como construcción social, histórica y
modificable por la voluntad de los hombres” (González & cols., 1997, pág. 48).
Así, podemos reconocer una conceptualización de la participación que involucra a una comunidad
que se reconoce a sí misma como tal, al compartir y negociar intereses, necesidades y
expectativas, así como también una historia común y una cultura particular. Dentro de una
democracia participativa esta comunidad, denominada como colectivo de ciudadanos, ejerce
control sobre el Estado, el cual se encuentra a su servicio y legitima sus derechos, de modo que no
se desvinculen la titularidad y el ejercicio del poder, esto es, no se limite el poder decisión de los
ciudadanos a su poder de elección de representantes.

La participación incluiría el tomar parte del ejercicio de gobierno tanto como veedor como gestor
de iniciativas, de forma que se fortalezca lo público, lo colectivo, y se estrechen los lazos de
integración e identidad entre la comunidad misma. Pero una característica fundamental de la
democracia nos lleva a vincularla con la comunicación: el respeto por las minorías. La imposición
de las decisiones de las mayorías no es una opción democrática, sino que por el contrario se debe
tener en cuenta la opinión de las minorías y darles un espacio dentro de la construcción de lo
colectivo. Por tal motivo, la participación debe implicar procesos de comunicación de este tipo,
que permitan que se escuche la voz de todos. Una comunicación que fomente la participación en
los términos que la hemos conceptualizado, y que fortalezca la democracia, es el concepto
fundamental de este trabajo. Por eso, a continuación desarrollaremos un ejercicio de
conceptualización de la comunicación, que revise algunos intentos por definir este término, para
optar luego por aquellos que sean adecuados para hacer oír la voz de las minorías en la
participación política, en una democracia pluralista.

Fundamentos teóricos de la comunicación

Tanto el concepto de comunicación como el de teoría de la comunicación son problemáticos. Su


formulación depende del nivel de análisis que se utilice para abordarlo. Así, disciplinas variadas
como la sociología, la psicología, la biología, la cibernética, los estudios culturales, la pedagogía y
el desarrollo de innovaciones tecnológicas por parte de las ingenierías, tienen para su uso un
concepto de comunicación, pues en medio de sus investigaciones se han encontrado con la
utilidad de abordarlo.
Sin embargo, esclarecer el concepto por disciplinas no resulta útil para quién está interesado en su
definición en sí mismo, más aún cuando la historia de esas teorías ha demostrado que los
problemas y las formas de abordarlo aparecen y desaparecen cíclicamente desde finales del siglo
XIX (Mattelart, 2001). A continuación se presenta un panorama de la forma como ha sido tratado
el concepto de comunicación desde diversos ámbitos, atendiendo a su desarrollo especialmente
en el último siglo. Posteriormente se expondrán en mayor detalle las aproximaciones al concepto
de comunicación más adecuadas para potencializar procesos de participación democrática en una
comunidad determinada, de acuerdo con los objetivos de este trabajo.

El desarrollo de un concepto serio de la comunicación dependió en principio de los desarrollos


tecnológicos, especialmente en Inglaterra, que se dieron entre la segunda mitad del siglo XVIII y
principios del siglo XIX. En 1793 Claude Chappe inventó el primer sistema de comunicación a
distancia, el telégrafo óptico. A partir del siglo XIX, la revolución industrial significó la creación de
inmensas redes físicas que conectan por primera vez grandes porciones de la sociedad (Mattelart,
2001).

Estos desarrollos motivaron a Claude Henri de Saint-Simon para concebir a principios del siglo XIX
un concepto de red que le brindaba, tal vez por primera vez, una teoría sobre la continuidad de las
teorías del orden biológico hacia el orden social. Hacia el final del siglo XIX se formulan las
primeras concepciones de una ciencia de la comunicación. Estas primeras aproximaciones están
marcadas por una influencia importante de las concepciones de la ciencia del momento.
Estos desarrollos motivaron a Claude Henri de Saint-Simon para concebir a principios del siglo XIX
un concepto de red que le brindaba, tal vez por primera vez, una teoría sobre la continuidad de las
teorías del orden biológico hacia el orden social. Hacia el final del siglo XIX se formulan las
primeras concepciones de una ciencia de la comunicación. Estas primeras aproximaciones están
marcadas por una influencia importante de las concepciones de la ciencia del momento.

Se concibe la historia como un desarrollo continuo y lineal. Los trabajos de Comte y Spencer
sugieren una concepción de la historia de la sociedad en tres fases, desde un estado teológico-
ficticio, pasando por un estado metafísico-abstracto y llegando a un estado positivo-científico.
Aunque el éxito del proyecto moderno y científico augura grandes expectativas para los
investigadores, empieza a sospecharse que el desarrollo de los medios de difusión signifique la
posibilidad de manipular la sociedad de una manera más efectiva. La relación entre el éxito de los
desarrollos tecnológicos y la preocupación por el efecto en la sociedad de dichos desarrollos, será
una constante en las diversas formulaciones de una teoría de la comunicación a lo largo de la
historia.

Escuela de Chicago

En 1910 aparece en Estados Unidos una preocupación por abordar el tema de la comunicación con
un enfoque sociológico que de cuenta de los modos de comunicación en la organización de la
sociedad. Esta es la motivación de la Escuela de Chicago, en la que Robert Ezra Park inicia una línea
de investigación sobre el efecto de la comunicación de masas entre los públicos. La Escuela de
Chicago parte de una concepción muy urbana de la sociedad, que concibe a las ciudades como
laboratorios sociales que se caracterizan por su desorganización, marginalidad, aculturación y
asimilación.
Con una metodología dialéctica que luego tenderá a ser cada vez más etnográfica en tanto se
preocupa por la raíz pragmática de las interacciones sociales, se empiezan a tratar temas como la
función de la prensa en la sociedad, la naturaleza de la información, la profesionalidad del
periodismo y el papel de la propaganda social. Sin embargo, este enfoque de la Escuela de Chicago
guarda una constante preocupación por los efectos nocivos en la sociedad, como el
silenciamiento, a los que conduce la comunicación de masas.

Harold Lasswell y la Mass Communication Research

Durante la primera mitad del siglo XX y como consecuencia de las investigaciones iniciadas por la
Escuela de Chicago, el investigador americano Harold Lasswell inició una serie de estudios sobre
los medios de difusión y la propaganda. A partir de estas investigaciones, los medios de
comunicación se concibieron como instrumentos de circulación de símbolos eficaces que se
usarían para la gestión gubernamental de las opiniones. Lasswell partió de una opinión muy
extendida tras la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial según la cual esta derrota
tenía una deuda importante con la propaganda que los aliados habían divulgado en toda Europa.
La concepción de Lasswell es tal vez la primera en involucrar la dinámica de la democracia y los
sistemas políticos con la capacidad de los medios de comunicación para hacer propaganda y
difundir las ideas. Sus investigaciones dieron pie para el desarrollo de una Sociología funcionalista
de los medios de comunicación, desde este enfoque, la comunicación se concibió como un
proceso que estaba formulado en una famosa pregunta que se extendió rápidamente: ¿Quién dice
qué, por qué canal (medio), a quién y con qué efecto?
A partir de esta formulación se crearon varias líneas de investigación como el análisis del control,
los análisis de la audiencia, los análisis de los medios de comunicación o soportes, los análisis de
contenido y los análisis de los efectos, siendo los dos últimos los más extendidos. La formulación
de Lasswell le permite más tarde encontrar tres funciones principales del proceso de la
comunicación en la sociedad:

a) la vigilancia del entorno, entendida como el mantenimiento del control sobre el sistema
de valores de una comunidad
b) la respuesta, con el énfasis en la relación que efectúan los componentes de la sociedad
para producirla.
c) la transmisión de la herencia social.

Posteriormente los investigadores Lazarsfeld y Merton agregaron una cuarta función que abrió
otra línea de estudio: el entretenimiento. Esta línea de investigación que en principio se aplicó al
cine, permitió posteriormente abordar el estudio del fenómeno de la decisión y de la función de
los líderes de opinión que fue sistematizada por Lazarsfeld en un modelo de dos pasos en el que
las personas que estaban expuestas a los medios influían en su opinión a quienes no lo estaban
directamente. La investigación en este punto se concentró en el papel de la atención, el interés y
el deseo para motivar una acción específica como la compra.

Desde este momento la investigación sobre los efectos de la comunicación se hizo más específica.
Los estudios sobre el fenómeno de los líderes de opinión partieron de que su función estaba dada
en el control del flujo de información, sin embargo, la investigación se concentró luego en las
reacciones de cada individuo ante los estímulos informativos que resultaron no ser homogéneas.
Industrias culturales y Teoría Crítica

La Teoría Crítica, defendida por la escuela de Frankfurt hacia los años cuarenta y principalmente
por sus dos líderes indiscutibles Theodor Adorno y Max Horkheimer, define las grandes líneas de
una visión crítica de la cultura de masas. Bajo este enfoque crítico el énfasis está en los supuestos
efectos nocivos de los medios de comunicación sobre la sociedad, en la medida en que la
información y el entretenimiento son producidos industrialmente. De esta forma se da lugar a un
concepto que guiará su investigación, el de industria cultural.

Aunque sus formulaciones fueron ampliamente discutidas por negarse a contrastar


empíricamente sus afirmaciones, así como por enfatizar exclusivamente en los efectos nocivos de
la propaganda y practicar una suerte de elitismo cultural, su aporte estriba en la formulación
teórica y racional de un supuesto sistema de dominación y de la forma cómo funcionaría en el
caso en el que el receptor de los mensajes pudiera abstraerse de su sociedad y observarla de
forma independiente.

Teorías de los sistemas y la información

Hacia los años 40 el énfasis en las investigaciones sobre comunicación se posó en la información.
Hacia la mitad del siglo XX el matemático estadounidense Claude Elwood Shannon formuló una
teoría matemática de la información que sistematizaba formalmente los procesos de la
comunicación. Para Shannon, la comunicación era un proceso lineal que sucedía entre dos puntos,
un origen y un final, y consistía en la reproducción en un punto dado, de forma exacta o
aproximada, de un mensaje seleccionado en otro punto.
La comunicación según el modelo de Shannon estaba constituida por una cadena de elementos
que guardaban una función específica:

a) Una fuente de información


b) Un mensaje, entendiendo por él un fenómeno tal como una palabra pronunciada por un
teléfono.
c) Un codificador o emisor que transforma el mensaje, para el ejemplo del teléfono consiste
en la transformación de la voz en oscilaciones eléctricas.
d) Un canal que consiste en el medio utilizado.
e) Un decodificador, que reconstruía el mensaje.
f) Un destino

El proceso estaba descrito en términos de su continuidad, pero estaba entorpecido por


perturbaciones aleatorias que técnicamente llamaban ruido. Posteriormente, con los trabajos de
Melvin de Fleur se agregó a este modelo una función de retroalimentación que invertía el proceso
de forma que la fuente se constituía en destino y viceversa.

La cibernética

Norber Wiener formula en 1948 la cibernética como el desarrollo de unas técnicas y un lenguaje
que permitan abordar el problema del control y la comunicación. Bajo este enfoque, la
comunicación se define como “la acción de hacer participar a un organismo o a un sistema situado
en un punto dado R en las experiencias y estímulos del entorno de otro individuo o sistema situado
en otro lugar y otro tiempo, utilizando los elementos de conocimiento que tienen en común”
(Mattelart, 2001, pág. 46).

La cibernética pretende, según la formulación de Wiener, estudiar los mecanismos de control que
los organismos tienen para ajustarse a sus metas de comportamiento, partiendo de que la relación
entre los organismos es una relación comunicativa. La cibernética explica la dinámica de la
comunicación en términos de la oposición de dos fenómenos que le son consustanciales: la
entropía y la organización. Para Wiener, la cantidad de información de un sistema es la medida de
su grado de organización; la entropía, entonces, es la medida de su grado de desorganización. Y
ambos están relacionados inversamente, de forma que al crecer la entropía disminuye la
organización y viceversa. El enfoque cibernético permite hacer un análisis de la sociedad en tanto
sistema simbólico desembocando su objeto de estudio en lo que luego se llamaría la sociedad de
la información.

En resumen, la definición tradicional de comunicación es aquella que la describe como el acto o


proceso de transmisión de mensajes de fuentes a receptores a través del intercambio de símbolos
(pertenecientes a códigos compartidos por ellos) por medio de canales transportadores de
señales. Esta concepción implica el propósito del comunicador de afectar el comportamiento del
receptor, o en otras palabras, producir ciertos efectos sobre su manera de pensar, actuar y sentir.
En esta definición la retroalimentación se considera instrumental para asegurar el logro de ciertos
objetivos del emisor.

Etnometodología

Luego de las investigaciones que ponían el énfasis en lo cuantitativo y en modelos sistemáticos de


la comunicación, un nuevo movimiento se empezó a gestar en la concepción del fenómeno de la
comunicación. Hacia la segunda mitad del siglo XX, tras la observación de que las hipótesis no
daban cuenta de otras unidades de análisis como el grupo, la persona y las relaciones
intersubjetivas, las investigaciones con enfoque etnometodológico adquirieron protagonismo.

La etnometodología, formulada por el sociólogo Harold Garfinkel en 1967, se concibió como el


estudio del razonamiento práctico de sentido común en situaciones corrientes de acción. Esta área
pone el énfasis en la dimensión subjetiva del proceso comunicativo como respuesta al carácter
cuantitativo de las investigaciones de la época. El espíritu del método está dado en el análisis de
los significados del contenido en las situaciones cotidianas. De esta forma, las investigaciones
tienen en cuenta las actividades que la gente hace cotidianamente con fines prácticos, pues estos
comportamientos son observables y descriptibles. Estos estudios fueron posibles gracias al
advenimiento de una especie de sociología de las interacciones que había formulado el filósofo
Alfred Schütz.

A partir de este enfoque y con el acompañamiento de varias investigaciones en lingüística que


resultaron de la concepción de juegos de lenguaje formulada por Wittgenstein se formuló una
metodología que consistía en el análisis de las conversaciones, una suerte de etnografía de la
palabra y la comunicación no verbal.

Bajo este enfoque la comunicación es mucho más que un proceso lineal que puede ser descrito
sistemáticamente con modelos teóricos, tampoco es un indicador del estado de la sociedad con
respecto al poder, ni puede equipararse al simple flujo de información. Es todo eso y además un
proceso complejo que da cuenta de las relaciones intersubjetivas, lingüísticas y del entorno con los
individuos, que siempre son relaciones con sentido que siguen un curso en el que el énfasis debe
situarse en los contenidos del habla y en las formas no verbales.

La comunicación y el trabajo comunitario.

La aplicación de la comunicación a la intervención de comunidades ha sido una de las principales


actividades desarrolladas por los comunicadores sociales a través de procesos como la publicidad,
el desarrollo de campañas con fines estratégicos o a intereses comunitarios. Como lo
identificamos en el capítulo sobre la participación, la comunicación comparte rasgos
característicos con este proceso social, pues involucra encuentro, interacción, asociación y
negociación de intereses, en beneficio de lo colectivo. La participación es el eje central de la
democracia, y por lo tanto el fortalecimiento de procesos participativos y comunicativos en la
sociedad civil es fundamental para el fortalecimiento de la democracia. Por eso reseñaremos
algunas aproximaciones de la comunicación que buscan este norte y que son pertinentes dentro
de los objetivos del presente trabajo, como la Comunicación para el Desarrollo o Comunicación
Para el Cambio Social y la Comunicación-Educación.

La Comunicación Para el Cambio Social

La Comunicación Para el Cambio Social (Communication For Social Change, CFSC), también
llamada Comunicación para el Desarrollo2, es una disciplina de la comunicación social que busca
que los individuos y las comunidades se apropien de los contenidos de los mensajes y de los
procesos de comunicación, para otorgarles un poder o capacidad de organización, identificación y
solución de los problemas particulares a los que se enfrentan. El enfoque de la Comunicación Para
el Cambio Social sostiene que la comunicación es un factor determinante para posibilitar que la
gente tome el control de sus propias vidas, establezca sus propias agendas en relación con su

2
Autores como Alfonso Gumucio hablan de Comunicación Para el Cambio Social y Comunicación para el
Desarrollo como si fueran dos formas de llamar al mismo enfoque comunicativo que tiene en cuenta la
participación de las comunidades en la solución de sus problemáticas, sin hacer mayores diferenciaciones
entre los dos términos. por ejemplo en Gumucio Dagron, Alfonso. (2004). El Cuarto Mosquetero: la
Comunicación Para el Cambio Social. En Comunicación y Desarrollo, Vol. 12 No. 001, Universidad del
Norte, Barranquilla, Colombia, pp. 2-23, y en Gumucio Dagron, Alfonso. (2006). Tiempo de Milagros: Tres
Retos para la Comunicación para el Cambio Social. Ponencia para el Seminario “Sin Comunicación no hay
Desarrollo”, Lima, Centro de Competencia en Comunicación para América Latina. Nosotros denominaremos
a este enfoque Comunicación Para el Cambio Social a lo largo de esta investigación.
situación política, social, económica, amplificando las voces de aquellos marginados, e
incorporándolas a los debates públicos y políticos de la sociedad.

Según Alfonso Gumucio (2004), director ejecutivo del Consorcio de Comunicación Para el Cambio
Social y especialista en Comunicación para el Desarrollo, la Comunicación Para el Cambio Social es
la tendencia más reciente en la aplicación de la comunicación social en estrategias de desarrollo
de las comunidades durante las últimas cuatro décadas. Se han puesto en práctica cuatro tipos de
estrategias, de las cuales las Comunicación Para el Cambio Social, precedida de la Comunicación
Instrumental, es la última. La primera de ellas es denominada Información Manipuladora, surgida
tras la segunda guerra mundial, contribuye al desarrollo de la publicidad tal como se conoce hoy
por hoy, con el ánimo de influenciar las elecciones de los consumidores a través de la
manipulación de mensajes en los medios masivos de comunicación.

La segunda tendencia es la de la Información Asistencialista, que surge como una publicidad social
de los modelos de desarrollo dictados desde el Norte, que busca “persuadir” a los clientes de
adoptar nuevos comportamientos y técnicas, para que los pueblos subdesarrollados aprendan de
los pueblos desarrollados, dispuestos a compartir generosamente su tecnología y su
conocimiento. Implica un modelo no dialógico sino de imposición aparentemente bien
intencionada, pues no tiene en cuenta las percepciones propias de cada cultura sobre sus
necesidades y sobre su propia visión del desarrollo.

La siguiente tendencia es la Comunicación Instrumental, que reconoce la importancia del saber


local, con una sincera preocupación por el desarrollo y los actores involucrados, pero que
promueve cambios de comportamiento a través de la presentación de modelos predeterminados
a la comunidad. Sin embargo, la Comunicación Instrumental logró que grandes agencias de
cooperación internacional como la FAO, la UNESCO y la UNICEF adoptaran estrategias de
comunicación para el desarrollo y defendieran del derecho a la información.

La última tendencia es la Comunicación para el Cambio Social, que recupera el diálogo y la


participación como ejes centrales que amplifican las voces ocultas y busca una mayor presencia de
ellas en la esfera pública. Se concibe una nueva noción de desarrollo que tenga en cuenta las
particularidades culturales de cada país, contrario al modelo vertical, “arrogante en su manera de
plantear que el conocimiento procede del norte, de los países enriquecidos o de las clases
“ilustradas” en cada país” (Gumucio, 2004, pág 7).

La implementación de proyectos de desarrollo en diferentes países de Asia, África y Latinoamérica


arroja precedentes de grandes desperdicios de recursos, de comunidades que recibieron
pasivamente proyectos en los que nunca creyeron o que nunca entendieron, viendo circular
expertos con soluciones que nunca consideraron pertinentes y que efectivamente no lo fueron. La
planificación vertical, que ignora a los beneficiarios, ha mantenido los planes y proyectos de
desarrollo en una esfera idealista, inadecuada para las necesidades concretas de cada comunidad.
La forma más elemental de la comunicación, el diálogo, hubiera sido suficiente para ahorrarse
tanto tiempo y dinero mal invertidos. Desde esta problemática aparece la Comunicación Para el
Cambio Social como una alternativa canalizadora de los recursos, medios y actores implicados
hacia un propósito pertinente para todos y viable desde las capacidades tanto del pueblo como de
los recursos públicos.

El Modelo Integral de Comunicación para el Cambio Social (Figueroa, Kincaid, Rani, & Lewis,
2002), concibe a una comunicación “de muchos para muchos”, horizontal, y que se centra en el
proceso. Este proceso inicia cuando un estímulo, que puede ser interno o externo a la comunidad
actúa como detonante del diálogo. Luego se desarrollarían una serie de pasos que pueden tener
lugar al interior de la comunidad, algunos de ellos de forma simultánea, y que llevarían a la
solución de un problema común, el mismo acerca del cual se dialoga. Si estos pasos se completan
de manera satisfactoria, es más probable que las acciones que emprenda la comunidad sean
exitosas. Identificando los procesos previos que ha llevado la comunidad en la solución de sus
problemáticas, el modelo funcionaría de forma descriptiva, y a su vez podría explicarse por qué
algunos proyectos anteriores no concluyeron exitosamente, con lo cual se convertiría en un
modelo prescriptivo. En cualquiera de los dos casos el énfasis se pone en el proceso, puesto que
el hecho mismo de que la gente se reúna, identifique un problema, tome unas decisiones,
planifique acciones colectivas y las implemente es un indicador de éxito, así los objetivos
planteados inicialmente no se consoliden.

Desde esta perspectiva la Comunicación para el Cambio Social es un proyecto, no una actividad
prescrita que se lleva a cabo hasta conseguir un resultado. Cada vez que una comunidad utiliza el
diálogo y los procesos de acción colectiva para alcanzar una serie de objetivos compartidos, su
potencial de cooperación y de afrontamiento de problemas futuros se incrementa.

En la segunda reunión llevada a cabo por expertos para examinar la relación entre cambio social y
comunicación, en 1998 se definió la Comunicación para el Cambio Social como “un proceso de
diálogo público y privado a través del cual las personas definen quiénes son, qué quieren y cómo
van a obtener lo que quieren” (Figueroa & cols., 2001, pág. 10).

En reuniones subsecuentes de profesionales de la comunicación, activistas del cambio social,


organizaciones comunitarias e investigadores de 12 países, se definieron las claves que debe tener
este modelo comunicativo, que son las siguientes:

- La sostenibilidad del cambio social es más probable si los individuos y comunidades más
afectados se apropian de los procesos y contenidos de la comunicación.
- La comunicación para el cambio social debe ser empoderadora, horizontal (en contraste
con una de arriba hacia abajo) y debe dar una voz a los miembros de la comunidad que no
son escuchados.
- Las comunidades deben ser agentes de su propio cambio.
- El énfasis se debe poner no en la persuasión y transmisión de información de expertos
externos, sino en el diálogo, el debate y la negociación sobre temas pertinentes para la
comunidad.
- El énfasis en los resultados debe ir más allá de los comportamientos individuales, hasta
normas sociales, políticas, cultura, y el ambiente que las soporta.

Este enfoque ha sido ampliamente utilizado en la formulación de estrategias de desarrollo


agrícola, así como en asuntos relacionados con la salud, por ejemplo, en la prevención de
enfermedades como el Dengue, la Fiebre Amarilla y el SIDA, aunque, por supuesto, puede ser
igualmente utilizado con cualquier problemática social que requiera del fortalecimiento de la
capacidad de una comunidad de resolver sus propios problemas.

Sin embargo, en opinión de Alfonso Gumucio (2004), la comprensión de la función que puede
cumplir la Comunicación Para el Cambio Social es aún precaria, no sólo por parte de las entidades
encargadas del desarrollo, sino en el campo académico. Gumucio enfatiza el hecho de que,
aunque en los años setentas el nombre la mayoría de programas de Periodismo en el mundo
cambió a “Comunicación Social”, estos programas continúan produciendo anualmente miles de
periodistas y publicistas, pero muy pocos comunicadores comprometidos con la comunidad y con
el desarrollo social. Afirma que tratar de introducir el tema de la Comunicación para el Cambio
Social en países desarrollados como los Estados Unidos ha sido muy difícil, razón por la cual los
principales expositores de esta corriente han surgido en el Tercer Mundo, sobre todo en
Latinoamérica, y desde disciplinas tan variadas como la antropología, la agronomía, como es el
caso de Colin Fraser o Juan Díaz Bordenave, la sociología, educación, como en el caso de Paulo
Freire, salud y periodismo, como en el caso de Luis Ramiro Beltrán. Otros latinoamericanos que
han generado aportes a la Comunicación para el Cambio Social incluyen a Prieto Castillo, Reyes
Mata, Roncagliolo, Pasquali, Mefalópulos y Kaplún.

La Comunicación-Educación.

Desde una perspectiva no muy lejana de la Comunicación Para el Cambio Social, y también surgida
desde la escuela latinoamericana, que integra no sólo a comunicadores sino también a pedagogos,
antropólogos, sociólogos, entre otros profesionales de diversas disciplinas, en los últimos años
surge el campo de la Comunicación-Educación, que acerca y relaciona estos dos campos en el
campo específico y autónomo de la intervención social. De Oliveira Soares (2000) señala dos
posiciones que buscan explicar la forma como estás dos áreas se aproximan. La primera de ellas es
la teoría de la interfaz, según la cual, tanto la educación como la comunicación son campos
históricamente constituidos, y podemos aproximarlos pero no integrarlos.

Una teoría alternativa plantea la emergencia de un nuevo campo relacional de intervención


cultural autónomo, denominado Interrelación Comunicación-Educación. El eje de este nuevo
campo es su interdiscursividad, o la búsqueda constante de un discurso transversal, esto es, un
discurso cuyos elementos se relacionan a partir de la metonimia, en cuanto a la relación de la
parte con el todo, de la causa con el efecto, del síntoma con lo que él designa, según la propuesta
de Michel Pécheux. Comunicación y educación se entienden como una relación, y no como
campos cuyos objetos de estudio están completamente diferenciados.
Carlos Eduardo Valderrama (2000) presenta una revisión de los ámbitos de trabajo en los cuáles se
han relacionado de alguna manera la Comunicación y la Educación, identificando tres
aproximaciones con perspectivas, prácticas e intereses diferentes, de acuerdo a su enfoque
teórico-metodológico. Las dos primeras de ellas pueden clasificarse dentro de aquellas que tienen
una orientación hacia la teoría de la Interfaz, en la cual, el encuentro entre prácticas educativas y
comunicativas se genera con fines estratégicos, bien sea en el uso de tecnologías para mejorar la
enseñanza, o en la formación crítica de audiencias de los medios masivos. La primera de ellas es la
Educación para la recepción, cuyos enfoques son la lectura crítica de medios y la recepción activa y
la educación de las audiencias.

Una segunda dimensión desde la que se ha estudiado el encuentro entre Comunicación y


Educación es desde el ámbito de la Educación y las nuevas tecnologías, que viene generando una
reflexión constante en torno al impacto de las nuevas tecnologías en los procesos cognitivos
implicados en el aprendizaje escolar y no escolar. Uno de los mayores desarrollos en este ámbito
es la generación de procesos más eficaces de transmisión del conocimiento, a partir del diseño de
sistemas tecnificados, introducidos entre el profesor y el alumno sin alterar los procesos
pedagógicos y comunicativos de la llamada educación tradicional, concentrando los objetivos del
aprendizaje en la adquisición de habilidades de manejo de equipos y programas que permitan una
mejor transmisión de conocimiento desde el maestro hacia el alumno. Sin embargo, ha surgido
otra tendencia que busca, por el contrario, aprovechar las potencialidades del desarrollo técnico y
tecnológico para impulsar la creatividad de los alumnos, teniendo en cuenta sus propios saberes.
Es representativo de este campo el uso de hipertexto e hipermedia en cursos de literatura en
varios países europeos.

La tercera perspectiva desde la cual se ha abordado la relación Comunicación-Educación, según


Valderrama, es la Comunicación en la educación. Esta perspectiva se identifica con la teoría de la
emergencia de un nuevo campo de estudio, el de la Comunicación-Educación, también
referenciada como Comunicación/Educación, en la que ambos términos adquieren un significado
equiparable, y ambos campos concurren en un mismo objeto de estudio. Esta disciplina naciente
se centra en las dinámicas comunicativas que subyacen a las relaciones pedagógicas, entre los
actores del proceso enseñanza-aprendizaje, tanto dentro como fuera de las instituciones
escolares, extendiéndose incluso a las relaciones de los individuos con los medios de
comunicación. Una de las primeras propuestas de este tipo fue la modelización comunicativa de
Ricardo Nassif, quien interpretó la relación pedagógica en términos comunicativos, asimilando al
emisor con el maestro, el mensaje con el saber, el canal con los medios y el receptor con el
alumno. Esta se perfiló como una postura pedagógica que pone énfasis en la transmisión de
contenidos, en la cual existe una relación vertical y autoritaria entre el profesor y el estudiante.
Posteriormente se añadió el concepto de retroalimentación, como el mecanismo por el cual el
profesor verifica que el mensaje ha sido captado por el estudiante.

Numerosas críticas a esta modelización pedagógica surgieron desde diversas perspectivas. Desde
la llamada pedagogía de la educación, Rodríguez Illera y J. Sarramona proponen ver al receptor-
estudiante como un sistema de “transformación autoestructurante y autoconstructivo”
(Valderrama, 2000, pág. XIII), que posee experiencias previas al proceso de enseñanza-aprendizaje
a partir de las cuales produce interpretaciones particulares de los contenidos educativos. Otra
fuente de crítica surgió de la semiótica y los estudios culturales. El primero introdujo el concepto
de código, resaltando la necesidad de desarrollar competencias codificadoras y decodificadoras
tanto en los estudiantes como en los profesores. Los segundos pusieron a la cultura como telón
de fondo de los procesos pedagógicos y comunicativos, puntualizando en la idea de que tanto
emisor como receptor son dos sujetos situados en dos culturas distintas, con universos simbólicos
y valorativos particulares.
Tal vez las críticas que más fuerza han tenido a esta educación tradicional han sido las hechas por
Paulo Freire, quien se refiere a ella como “educación bancaria”, así como las reflexiones de Mario
Kaplún, ambas reseñadas más adelante. Otros pensadores que han considerado el tema son
Daniel Prieto y Francisco Gutiérrez.
La irrupción de la comunicación-educación ha traído dos rupturas epistemológicas: La primera de
ellas es la reinterpretación del papel del sujeto, individual y colectivo, en los procesos
comunicativos y educativos. De ser considerado un sujeto pasivo frente a los medios se pasó a
considerar un sujeto activo, crítico, que crea significados desde sus propias interpretaciones.
Además, se ha pasado a un reconocimiento de los procesos educativos que existen más allá de los
procesos lineales tradicionales. Gracias a este encuentro han sido acogidas ideas como la de la
educación a lo largo de la vida, en la que cualquier situación puede ser una oportunidad para
aprender y desarrollar las capacidades del individuo.
El modelo pedagógico de Paulo Freire

La concienciación es objetivo de la educación que Freire propone, la cual posibilita la inserción de


los hombres en el proceso histórico de transformación del mundo, permitiendo que reconozcan la
realidad opresora que se les impone no como un mundo cerrado del que no se puede escapar,
sino como una realidad que se encuentra en un constante cambio, resultado de la acción histórica
de los hombres sobre el mundo. Reconocerse seres capaces de transformar ésta realidad histórica
es el primer paso para lograr una liberación.

Freire da la palabra a los oprimidos, que de tanto oír que son incapaces, se convencen de que los
son, se sienten inferiores al patrón, y hablan de si mismos como los que no saben, y del
profesional, del educador, como quien sabe y a quien deben escuchar. Esta forma de educación
tradicional no permite la liberación de los hombres, en tanto reproduce los contenidos de las
clases dominantes en las clases populares, y conlleva a la perpetuación de la situación de opresión,
en la que unos saben y los demás escuchan. Freire compara esta forma de educación tradicional,
que denomina “educación bancaria” con una nueva pedagogía, la del oprimido, la de la liberación,
una educación problematizadora.

“En la visión bancaria de la educación, el “saber”, el conocimiento es una donación de aquellos


que se juzgan sabios a aquellos a los que juzgan ignorantes” (Freire, 2003, pág. 43). Es un acto
depositario, una transferencia de valores y de conocimientos del que sabe al que no sabe. La
ignorancia siempre se encuentra en el otro, no en si mismo, y sin haber un reconocimiento del
saber del otro se niega un proceso de intercambio de conocimiento, de búsqueda conjunta y de
construcción de la realidad. Mientras la práctica bancaria inhibe el poder creador de los
educandos, la educación problematizadora, de carácter reflexivo implica un acto permanente de
descubrimiento de la realidad, concebida no de forma estática, sino cambiante, en
transformación. La conciencia cada vez más amplia de la propia capacidad de acción, y de la
existencia de la realidad solo a partir de la acción humana, genera una comprensión de los
problemas en términos de un desafío, y de allí, un compromiso con la transformación tomando en
las propias manos las riendas de la vida. La educación problematizadora se convierte en un
esfuerzo permanente a través del cual los hombres perciben de forma crítica “cómo están siendo
en el mundo en el que y con el que están.” (Freire, 2003, pág. 69).
El modelo de comunicación de Freire: la palabra y el diálogo

Para Freire, la palabra es la esencia misma del diálogo. La palabra verdadera, aquella que
transforma al ser pronunciada, es una que implica dos dimensiones: la acción, sin la cual es mero
verbalismo, y la reflexión, sin la cual es activismo vacío. La palabra es algo más que un medio para
el diálogo, es el diálogo mismo. Existir como humanos es “pronunciar” el mundo, y esto implica
estas dos dimensiones. El mundo pronunciado retorna problematizado, al haberse efectuado un
análisis crítico, una reflexión sobre la palabra que conlleve al deseo de actuar para construir una
nueva realidad.

El diálogo es el encuentro que posibilita la reflexión y el encausamiento de los sujetos hacia la


acción, es “el encuentro de los hombres para la tarea común de saber y actuar”. No puede
reducirse a la simple trasferencia de ideas, ni mucho menos a la imposición de las mismas en una
discusión violenta. El diálogo verdadero sólo puede hacerse cuando ambos sujetos se
comprometen con la búsqueda para y por sí mismos, sin relaciones de dominancia de unos y de
sumisión de otros, sino más bien, en términos de Freire, “movidos por un sentimiento de
auténtico amor”. El diálogo se caracteriza por una fé en los hombres, en su vocación de ser más y
en su capacidad transformadora, que, no obstante, puede estar reducida en ciertas situaciones,
pero que es parte de su esencia y se manifiesta cuando el diálogo mismo se posibilita. Una
segunda característica del diálogo según este autor, es la esperanza, la idea de que el orden
injusto del mundo puede cambiarse, lo que conduce a una búsqueda incesante de formas para
hacerlo. Finalmente, el diálogo verdadero se caracteriza por un pensar verdadero, por un
pensamiento crítico que percibe la realidad como un proceso en permanente transformación.

El contenido de los diálogos llevados a cabo en el proceso educativo no debe programarse e


imponerse como en los términos de la educación bancaria, sino que debe ser una devolución
organizada, estructurada y sistematizada al pueblo, de los elementos que éste entregó de forma
confusa. El pueblo generalmente carece de una comprensión crítica de la totalidad en que están,
captándola en pedazos inconexos. El esfuerzo del educador debe ser el de presentar a los
individuos dimensiones significativas de la realidad, cuyo análisis crítico les posibilite reconocer la
interacción de las partes constitutivas de la totalidad. No se parte de la visión personal de la
realidad que traen los educadores, los expertos, sino que debe tenerse en cuenta la situación de
los hombres a quienes se dirigen y su propia manera de ver el mundo.

En el diálogo, elemento central de la educación problematizadora, se debe plantear al pueblo, a


través de ciertas contradicciones básicas, al estilo del método socrático, su situación existencial
concreta, presente, como problema que lo desafía y le exige una respuesta y una acción. No es la
situación limitante en sí misma sino su percepción como una condición temporal que puede ser
cambiada la que genera un clima de esperanza y confianza en la capacidad de superar tal
situación. Por eso, no se trata de hablar al pueblo sobre la propia visión del mundo, ni depositar
propaganda liberadora ni contenidos que poco o nada tengan que ver con sus anhelos, dudas,
esperanzas, temores, sino de dialogar con el pueblo sobre su visión del mundo y la propia. La
superación de los problemas no se da en el acto de consumir ideas, sino produciéndolas y
transformándolas en acciones concretas y comunicación. Este modelo explica por qué la
comunicación entre el pueblo y sus representantes políticos muchas veces no es efectiva, puesto
que su lenguaje no tiene nada que ver con la situación concreta de los hombres a quienes se
dirigen, y los objetos del mundo que median en esta relación no son comunes.

Un diálogo verdadero debe retomar los temas significativos para la comunidad, denominados
“temas generadores” o “universo mínimo temático”, para lo cual habrá que hacer una exploración
previa sobre su pensamiento-lenguaje referido a la realidad, sus niveles de percepción sobre la
misma, y su visión del mundo. En el proceso de búsqueda de las temáticas significativas es vital
considerar que las preocupaciones, anhelos y motivos que constituyen las temáticas son
preocupaciones, anhelos y motivos humanos, y por tanto cambiantes, y que a lo largo del tiempo
pueden irse diferenciando, renovando, y por lo tanto, nuevos temas irán surgiendo. Por tanto la
investigación temática como un primer momento del proceso educativo se convierte en el proceso
de educación dialógica en sí mismo, en el cual se exploran los temas y se desarrollan en conjunto
con los individuos.

La experiencia de Freire alrededor del mundo le permitió identificar temas de carácter universal,
que se presentan como contenidos significativos para diferentes comunidades en diversas
ubicaciones geográficas. Uno de estos temas es el del subdesarrollo, ligado al problema de la
dependencia de los países del Tercer Mundo, para el cual se hace necesaria una respuesta activa
totalizadora: el desarrollo a partir de la propia acción de la comunidad

Un modelo dialógico: Mario Kaplún


Mario Kaplún señala la importancia de empezar a hablar de comunicación a partir de categorías
pedagógicas, pues, como él mismo señala, “cuando hacemos comunicación popular, estamos
siempre buscando, de una u otra manera, un resultado educativo. Decimos que producimos
nuestros mensajes “para que el pueblo tome conciencia de su realidad”, o “para suscitar una
reflexión”, o “para generar una discusión”. Concebimos pues, los medios de comunicación que
realizamos como instrumentos para una educación popular, como alimentadores de un proceso
educativo transformador.” (Kaplún, 1987, pág. 17).

Kaplún identifica tres modelos de educación a cada uno de los cuales corresponde un modelo
comunicativo particular. El primero de ellos corresponde a la educación tradicional, la cual pone
énfasis en los contenidos, en la transmisión de conocimientos y valores del profesor al alumno, del
experto al pueblo ignorante. Es aquella educación que Freire denomina “bancaria”. Al estar
centrada en los contenidos, el modelo comunicacional es un modelo de transmisión de
información, desde un emisor (E) que envía su mensaje (m) a un receptor (R).

m
E R

El modo de comunicación es pues, el Monólogo. Kaplún agrega que el esquema de representación


del modelo no debería ser horizontal, sino que sería más exacto representarlo de forma vertical,
puesto que es una comunicación autoritaria, donde el emisor es el que domina. Esta
comunicación se califica como uni-direccional, porque fluye en una sola dirección, en una sola vía:
del emisor al receptor.
E

El segundo tipo de comunicación sería aquella que pone énfasis en los efectos, corresponde a lo
que Kaplún llama “ingeniería del comportamiento” y consiste esencialmente en moldear la
conducta de las personas con objetivos previamente establecidos. Sirve para “persuadir” a los
individuos de adoptar ciertas formas de pensamiento, ciertas acciones específicas o un cambio en
las actitudes. Este modelo es el que se aplica en los medios masivos de comunicación, cuyo
objetivo es moldear y uniformar la opinión del público y sus conductas. Así mismo, es
característica de las técnicas publicitarias y de la propaganda política, donde lo que interesa es que
el público compre un producto anunciado, adopte cierta ideología o apoye a determinado
candidato, por ejemplo en las campañas electorales. En todos estos casos, se pretende que la
reflexión en torno al mensaje, por parte del destinatario, sea cada vez más reducida, no pase por
la conciencia del receptor sino que se convierta en hábito a partir de procesos de reforzamiento.
El modelo comunicativo de este tipo sería similar al anterior, donde un emisor es el dueño del
contenido y el canal de comunicación, y un receptor permanece subordinado a la espera del
mensaje. Sin embargo, en este modelo la respuesta del emisor o retroalimentación (r) es
importante, puesto que permite saber si el mensaje enviado ha tenido efecto. El efecto sería la
adopción de la conducta, el cambio de actitud, la simpatía con el producto o con la opinión. El
objetivo de la comunicación es afectar de una forma particular el comportamiento del receptor y
su respuesta, la denominada “retroalimentación”, sería tan sólo la conformación de que el
mensaje ha tenido el efecto previsto.

m
E R

r
El último tipo de educación identificado por Kaplún es una que pone el énfasis en el proceso, no se
preocupa demasiado por los contenidos a ser comunicados, ni de los efectos en términos de
comportamiento, sino en el proceso de interacción entre las personas y su realidad. El objetivo es
lograr que el individuo logre ser capaz de razonar por sí mismo, logre reflexionar sobre las
relaciones entre los objetos del mundo de forma crítica, y se reconozca como agente
transformador de las problemáticas que se le presentan. Es una educación autogestionada, donde
el individuo aprende a aprender, y se identifica con la educación problematizadora Freireana. El
modelo de comunicación de este tipo de pedagogía se denomina “EMIREC”, resultado de la unión
entre el Emisor y el Receptor. En este modelo, los sujetos de la comunicación actúan
alternadamente como emisores y receptores, intercambiando mensajes en un ciclo bidireccional y
permanente. Cada hombre es un emisor-receptor, un EMIREC, de la misma forma que un
educador no es ya sólo educador sino educador-educando, y el educando es educando-educador,
como lo proponía el mismo Freire

EMIREC EMIREC
A B

Este es el modelo dialógico que se identifica con la Comunicación-Educación, una comunicación


cíclica, relacional, y que lleve a un cambio común, en el que ambos actores se dejen afectar por
aquello que el otro dice. De esta forma nadie impone opiniones o formas de pensar, sino que las
medidas a llevar a cabo se deciden en un proceso de continuo análisis, reflexión y contraste de
ideas.
Comunicación y fortalecimiento de la participación comunitaria.

El recorrido que hemos hecho por diferentes modelos de comunicación nos llevó a una
conceptualización afín a la que hemos hecho sobre participación y democracia, un modelo de
comunicación que define éste concepto como un proceso pedagógico, una comunicación que es a
su vez educación. Sin embargo, la educación, cuyo objetivo es el conocimiento del mundo, no es
en este caso transmisión de información desde un sabio que posee ese conocimiento hacia un
aprendiz que no lo tiene. La comunicación-educación, cuyos orígenes se encuentran en la obra de
Paulo Freire, concibe al mundo como una construcción histórica de los hombres, cuya
transformación está en sus manos, y cuyo conocimiento sólo es posible desde la experiencia
particular de cada ser en él. La educación es entonces construcción de ese conocimiento del
mundo, un mundo dinámico mediado por la interpretación subjetiva, que sólo es cognoscible en
un intercambio constante de ideas y experiencias. Por eso la educación es diálogo, y el diálogo es
educación, en términos de la construcción conjunta del conocimiento. Esto implica la
consideración del punto de vista del otro y con ello la reflexión en torno a la búsqueda de la
comprensión de quiénes son los hombres en el mundo, para donde van, y cómo van a llegar allá.
La comunicación es el mecanismo por el cual las personas discuten públicamente en qué sociedad
quieren vivir, y cómo deben conducirse para alcanzar estos ideales. Es un acto de re-conocimiento
del mundo con una doble acepción de reflexión y construcción de destinos comunes. Esto sólo es
posible cuando se reconoce el lugar del otro como sujeto con el que se comparte una realidad, y
que es así mismo capaz de transformarla. Sólo es posible en la medida de que exista comunidad,
identidad, un espacio colectivo, pues sólo es posible construir una realidad donde haya bienestar
tanto para uno mismo como para el otro desde la negociación de intereses y la asociación
alrededor de destinos comunes

Una democracia que de la palabra a las minorías necesariamente implica el destierro de la


imposición de ideas, la sumisión a la decisión de las mayorías y la existencia de verdades
absolutas. En lugar de esto, la democracia garantiza el camino de la construcción conjunta de una
realidad dinámica e histórica, que puede ser transformada a voluntad de los hombres. En ese
sentido, una comunicación que contempla la indeterminación de la realidad y su construcción a
través del diálogo, en el que los argumentos de autoridad pierden toda validez, es conveniente
para aproximarse a la democracia en los términos que la hemos definido.
Los procesos de reflexión y construcción que se llevan a cabo en la comunicación-educación son
asimilables a los procesos de veeduría y de participación activa que deben caracterizar la
participación del colectivo de ciudadanos dentro de una democracia participativa, tal como lo
hemos señalado en la doble visión de la participación en términos de control de los gobernantes y
formulación de iniciativas. Todo proceso de participación implica un proceso de comunicación.
Así, cualquier proceso de participación ciudadana que pretenda ubicarse en el camino hacia la
democracia, tiene esta doble acepción, control del gobierno y participación en políticas públicas y
construcción de lo colectivo. Por tanto, los procesos comunicativos subyacentes deben incluir un
panorama de evaluación crítica, seguimiento, pero también de compromiso con la creación de
identidades y la puesta en marcha de acciones colectivas que permitan solucionar las situaciones a
las que se enfrentan las comunidades. Una democracia que es respeto por las minorías amplifica
las voces de aquellos que no son escuchados, y así mismo lo hace la propuesta de comunicación-
educación a la que le apuesta esta investigación.

En resumen, encontramos que las relaciones entre la democracia y la participación, en los


términos en que las hemos definido, sólo tienen sentido cuando consideramos la comunicación
como proceso educativo de construcción de la realidad, en la que la voz de todos es escuchada y
su experiencia vital valorada. No hay un camino preestablecido a seguir, y sólo la comunidad que
se reconoce a sí misma como actor de la historia, puede tomar parte en las decisiones que las
afectan y efectuar el control del poder en su beneficio.
CAPÍTULO II: METODOLOGÍA PARA EL TRABAJO DE CAMPO

FUNDAMENTOS METODOLÓGICOS

Las ciencias sociales se valen de diversos métodos para recolectar información, entre los que se
encuentran los métodos cuantitativos y los métodos cualitativos de investigación. Para Strauss
(1987), la diferencia fundamental entre ambos tipos estriba en que la investigación cuantitativa se
centra en el estudio de las relaciones entre variables cuantificadas, mientras que la investigación
cualitativa realiza una observación profunda de los fenómenos en sus contextos estructurales y
situacionales.

La perplejidad que suscita la extrema diversidad del género humano es la que mueve cada vez a
más profesionales a utilizar métodos de investigación cualitativa, como el trabajo de campo, con el
ánimo de rescatar modos de vida en vías de extinción ante el afán generalizador de la
modernidad. La etnografía se perfila como un nuevo paradigma de investigación que pone su
énfasis en la construcción del conocimiento desde la multiplicidad de concepciones que existen,
en tanto existen múltiples grupos humanos con visiones de la realidad diferentes.

El uso de la etnografía y de métodos etnográficos se convierte en una vía de acceso hacia el


conocimiento popular, pues permite una observación de las formas de comunicación y
participación de la comunidad pobladora de Tibaná, para desarrollar estrategias de comunicación
adecuadas a sus características culturales particulares. Daremos entonces una breve descripción
de los principios metodológicos de la etnografía y de sus técnicas de aproximación al
conocimiento, como la observación participante y la entrevista no dirigida.

La Etnografía

Según Rosana Guber (2001), la etnografía puede definirse en tres acepciones distintas, como un
enfoque de las ciencias sociales, como un método de investigación y como un tipo de texto.
Como enfoque, la etnografía es una concepción y práctica de conocimiento que busca comprender
los fenómenos sociales desde la perspectiva de sus miembros, entendidos como “actores”,
“agentes” o “sujetos sociales”.

Lo característico de este enfoque es la descripción, elemento distintivo de las Ciencias Sociales. En


estas ciencias hay tres niveles de comprensión: el primario o “reporte”, donde se informa qué ha
ocurrido. La comprensión de las causas o el por qué corresponde al nivel secundario o
“explicación”. Y la descripción se ocupa de cómo fue lo que ocurrió para sus actores, cómo hablan
de los hechos sus protagonistas. Este último nivel es el que caracteriza a la etnografía.

Este sentido de descripción corresponde a lo que puede llamarse interpretación. La interpretación


reconoce las estructuras conceptuales dentro de las cuáles los actores clasifican el
comportamiento y le atribuyen un sentido. El investigador debe entonces aprehender los marcos
interpretativos de la comunidad que estudia a partir del contacto prolongado con sus miembros,
para elaborar una conclusión interpretativa que provenga, tanto de esta interacción como de su
elaboración teórica. “Describir de este modo somete los conceptos que elaboran otras disciplinas
sociales a la diversidad de la experiencia humana, desafiando la pretendida universalidad de los
grandes paradigmas sociológicos. […] Siempre hay algún pueblo donde el complejo de Edipo no se
cumple como dijo Freud, o donde la maximización de ganancias no explica la conducta de la gente,
como lo estableció la teoría clásica. […] Del contraste de estos conceptos con los conceptos nativos
es posible formular una idea de humanidad construida por las diferencias.” (Guber, 2001, págs. 15-
16).

Los agentes son entonces portadores privilegiados de información, pues sólo ellos pueden dar
cuenta de lo que piensan, sienten, dicen y hacen con respecto a los eventos que los involucran.
Recurrir a ellos como fuente de información pone a prueba las generalizaciones etnocéntricas que
buscan explicar el comportamiento humano, dando paso a una visión más compleja de la realidad,
concebida como construcción dinámica.

Como método, la etnografía es el conjunto de actividades que se suele denominar “Trabajo de


campo”, donde se integran metodologías como las encuestas, las técnicas no directivas,
fundamentalmente la observación participante y las entrevistas no dirigidas, y la residencia
prolongada con los sujetos de estudio.

La flexibilidad en los métodos etnográficos, en sus técnicas e instrumentos, se funda en que son
los actores y no el investigador los protagonistas de la investigación. De allí nace el principio
metodológico de la etnografía, la sabia ignorancia del investigador, que lo obliga a cuestionar sus
certezas, des-conocer su conocimiento previo y andar el camino del re-conocimiento de la realidad
en términos que no conoce. La disposición a aprender del otro lo convierte en sujeto
cognoscente, remplazando la noción tradicional de investigador como sujeto asertivo, portador de
un conocimiento preexistente. Desde aquí se encuentran fuertes similitudes entre éste método y
el proceso educativo-comunicativo propuesto por Freire, que hemos reseñado en el marco
teórico, según el cual, el encuentro entre educador y educando es horizontal, no existe imposición
de opiniones ni transferencia de información del más instruido al aprendiz, sino que ambos se
encuentra en la misma posición cognoscente, en donde es fundamental el reconocimiento del
saber del otro y el respeto a su interpretación del mundo, fruto de sus experiencias. Educadores y
educandos se convierten en Educandos-educadores, llevando a cabo interacciones activas donde
la construcción conjunta del conocimiento es el resultado.

En el método etnográfico sucede algo análogo. El investigador social acomoda constantemente la


teoría con la que llega inicialmente a la comunidad, a partir de la experiencia empírica que tiene
dentro de ella. Él mismo es el instrumento de la investigación, con los distintos sentidos
socioculturales que exhibe en su persona, sus atributos como género, nacionalidad, raza, etc, que
le ponen en contacto de diversas maneras con la comunidad que estudia, pues sólo puede conocer
otros mundos a través de su propia exposición a ellos. “En las ciencias sociales, y con mayor fuerza
en la antropología, no existe conocimiento que no esté mediado por la presencia del investigador”
(Guber, 2001, pág. 18).

El trabajo de campo etnográfico no es recibido solamente por el intelecto, sino por la persona
misma del investigador, que se encuentra con múltiples rupturas que cuestionan su propia manera
de ver el mundo, y que los antropólogos han bautizado “incidentes reveladores”. La construcción
del conocimiento obtenido a partir de la etnografía no sólo reconsidera las teorías y presupuestos
de las diversas disciplinas que utilizan éste método, sino que reconstruye los conceptos propios
del investigador sobre tal disciplina y sobre el mundo.

La tercera acepción del término etnografía se refiere a la descripción textual posterior al trabajo
de campo, generalmente de forma monográfica y escrita, aunque también es común que sea
audiovisual, en la cual el investigador intenta mostrar una cultura en términos inteligibles para los
que no pertenecen a ella. El trabajo del investigador es, en este sentido, equiparable al de un
traductor, con la “presencia de la interlocución teórica que se inspira en los datos etnográficos”
(Guber, 2001, pág. 19).

El diálogo constante entre las experiencias observadas y la interpretación que el investigador da a


la luz de las teorías que inicialmente la sustentan, sustituye progresivamente conceptos
determinados por otros más adecuados, abarcativos y universales, vinculando teoría e
investigación en el descubrimiento de nuevas experiencias que reconstruyan los paradigmas
tradicionales. El método etnográfico se asimila ampliamente a la educación liberadora Freireana,
sustento algunas intervenciones sociales de la comunicación social como las que hemos reseñado.
en las cuales la realidad se descubre constantemente y se reinterpreta en el diálogo con los
demás.

Revisaremos entonces las principales técnicas etnográficas que son útiles en el desarrollo de los
objetivos de la presente investigación, como son la observación participante y la entrevista no
dirigida.

La Observación Participante

La cualidad distintiva del trabajo de campo etnográfico es su falta de sistematicidad. Y se reconoce


como una cualidad porque esto permite al investigador aprovechar cualquier oportunidad que se
le presente para introducirse y participar en las formas de vida características de la comunidad
que estudia, conforme transcurre su cotidianidad. La observación participante es la manera de
tomar parte en estas actividades, con el objetivo de detectar las situaciones en que se expresan y
generan los universos culturales y sociales, y adquirir el conocimiento de la cultura que se estudia
experimentándola por sí mismo. El principio del trabajo de campo es que el conocimiento de una
cultura sólo se hace posible viviendo dentro de ella, residiendo con la población, participando en
sus conversaciones, juegos, rituales, y en general de cualquier actividad de la gente. Solo de esta
forma es posible que el investigador se apropie de los códigos locales, de modo que las prácticas y
nociones de los pobladores se vuelvan comprensibles. “El único medio para exponer a esos
significados que los sujetos negocian e intercambian, es la vivencia, la posibilidad de experimentar
en carne propia esos sentidos, como sucede en la socialización” (Guber, 2001, pág. 60).

Sin embargo, este principio de participación e integración gradual del investigador a las conductas
nativas, se encuentra en una tensión epistemológica entre el observar y el participar, que, no
obstante, es enriquecedora. Desde una perspectiva positivista, la observación debe hacerse desde
una posición lo más objetiva posible, manteniendo la distancia de un observador externo que evita
involucrarse con sus sujetos experimentales. Pero desde el naturalismo y variantes del
interpretativismo, “los fenómenos socioculturales no pueden estudiarse de manera externa, pues
cada gesto cobra sentido más allá de su apariencia física en los significados que le atribuyen los
actores” (Guber, 2001, pág. 60). La simple presencia del investigador en medio de la comunidad
introduce cierta afectación, que puede considerarse un grado mínimo de participación.

La tensión entre observación y participación se convierte en la tensión entre alejamiento e


integración, dos polos del trabajo etnográfico que se complementan para hacer posible la
interpretación, tanto desde adentro como desde afuera de la comunidad. Sólo involucrándose se
adquieren los códigos culturales de la población que se estudia, pero permitir que la inmersión en
la comunidad sea demasiado amplia hasta el punto de que se diluya el rol de investigador, puede
privarlo de estar en situaciones en las que sólo él como observador externo puede estar y que son
igualmente valiosas en el conocimiento de la cultura.

La relación entre observar desde lejos y participar aprendiendo a comportarse como un nativo
más no sólo es complementaria, sino que se despliega en el trabajo de campo como un proceso
continuo. En un primer momento el investigador es tan sólo un observador, que podría
simplemente mirar desde afuera las formas de vida de la comunidad, pero poco a poco podrá
establecer contactos con algunos de sus miembros, por ejemplo, en los mercados, ocupando
inicialmente el rol de cliente y luego el de “cliente conversador”. En la flexibilidad y apertura de
los miembros de la comunidad y en la capacidad del investigador de reconocer las oportunidades
de entablar estos contactos, reside la ventaja metodológica de la falta de sistematicidad de la
observación participante. En las distintas formas en que puede presentarse, “la participación
implica grados de desempeño de roles locales” (Guber, 2001, pág. 72), que van cambiando a lo
largo del desarrollo de la investigación, y alimentan de diversas formas el conocimiento de la
cultura a la que se tiene acceso, en distintos momentos. La adecuación del rol se realiza a través
de procesos de ensayo y error, en los que el investigador pone en práctica las actividades
actitudes, y conductas que observa en la comunidad, orientándose a obtener una reacción de
aceptación por parte de ella.

La entrevista no directiva

La entrevista es una estrategia para obtener información sobre hechos externos que ocurren, a
partir del cuestionamiento a los informantes, de forma que lo reportado sea lo más ajustado
posible a la realidad, y pueda develarse la verdad de lo ocurrido. La característica principal de las
entrevistas no directivas es que “su valor no reside en su carácter referencial – informar sobre
cómo son las cosas – sino “performativo” (Guber, 2001, pág. 76). La entrevista etnográfica es no
directiva a partir del supuesto del “hombre invisible”, en el cuál el entrevistador no impone al
entrevistado los códigos metacomunicativos de la entrevista tradicional, en los que el informante
se encuentra a la espera de la pregunta que hará el entrevistador.

El investigador que utiliza la entrevista etnográfica permite que fluya libremente la conversación
hasta el momento en que el sujeto verbalice los temas significativos de los cuáles es pertinente
hablar. Ésta es la manera de acceder a información, no sólo sobre un hecho particular de la
realidad, visto desde la perspectiva de un individuo, sino sobre las temáticas, términos y conceptos
más espontáneos y reveladores para el entrevistado.
La entrevista no directiva “sugiere la metáfora de un guía por tierras desconocidas: el investigador
aprende a acompañar al informante sobre los caminos de su lógica. […] Estos trozos de
información, verbalizaciones y prácticas pueden parecer absurdas e inconducentes, pero son el
camino que se le propone recorrer, aún con sentido crítico y capacidad de asombro” (Guber, 2001.
pág. 83).
Esto no significa que no haya un leve viraje hacia una dirección particular. Al iniciar su contacto, el
investigador necesita partir de una temática predeterminada, de unas preguntas que provienen de
sus intereses más generales y de los de su investigación. Esta temática inicial será provisoria hasta
tanto no se sustituya o se vincule a otras temáticas más significativas. Así que, en sus inicios, la
entrevista sirve fundamentalmente para descubrir preguntas, para descubrir los marcos de
referencia de los actores y aproximarse poco a poco a sus sentidos locales. Progresivamente será
posible hacer preguntas estratégicamente directivas, como proponer situaciones imaginarias
mediante preguntas hipotéticas, por ejemplo, o con preguntas contrastivas que permitan
establecer la relación entre conceptos y categorías, entre muchas otras.

El método etnográfico o trabajo de campo es la metodología pertinente para acercarnos a los


objetivos de la presente investigación. A partir de ella, se llevó acabo una observación de una
pequeña muestra de la población del municipio de Tibaná, utilizando la metodología de taller no
directivo, esto es, proponiendo la discusión en torno a un tema general, en este caso los
problemas concretos que afronta el municipio, para ir abordando temáticas que vayan surgiendo,
de forma análoga a una entrevista no directiva. De esta manera, fue posible aproximarnos al
panorama de la comunicación y participación entre los habitantes de tal municipio, sugiriendo
preguntas específicas acerca de estos procesos y observando así mismo el desarrollo del taller,
como oportunidad de encuentro de los ciudadanos, de debate y de integración. También se
desarrollaron entrevistas semiestructuradas a algunos habitantes nativos de la población, con el
fin de abordar su percepción en torno a los procesos comunicativos y participativos del municipio.
Pero antes de describir detalladamente los procedimientos llevados a cabo y los datos
recolectados, describiremos en detalle los aspectos específicos a observar a través de esta
metodología. Posteriormente, describiremos los instrumentos utilizados y la muestra de
pobladores con los cuáles entramos es contacto, es decir, los participantes del taller y los
entrevistados.
ASPECTOS ESPECÍFICOS DE OBSERVACIÓN

Las características particulares observadas en la población de Tibaná en relación con el objeto de


estudio – comunicación y participación – corresponden con las formas y mecanismos de
comunicación y participación propios de esta comunidad de personas, cuya identificación y
comprensión son el primer paso para proponer una estrategia de comunicación adecuada, que
promueva la participación democrática de los habitantes, en los términos que ésta ha sido
definida a partir del recorrido teórico que hemos realizado.

En principio se buscó realizar una descripción socioeconómica de Tibaná para comprender el


contexto en el que se desarrollará el ejercicio metodológico. Este proceso se realizó por medio de
la consulta de fuentes oficiales y páginas web que reportaran información sobre las características
generales del municipio y ciertas características socioeconómicas que sirvieran para contextualizar
a los investigadores en el trabajo de campo.

La observación se llevó a cabo utilizando la metodología del trabajo de campo, realizando


observaciones detalladas de una muestra de la población de Tibaná, por medio de entrevistas y un
taller, ambos no directivos.

Los aspectos que se observaron, que podemos denominar variables, pueden agruparse en cinco,
los cuáles son:

1. Problemas que afronta el municipio: En el taller no directivo que realizamos con la


población, y que será descrito más adelante, se propuso un tema de discusión inicial en
torno al cual los participantes pudieran reflexionar y expresar su opinión. El objetivo del
taller era identificar las formas y mecanismos de comunicación y participación particulares
de esta comunidad, sugiriendo un tema de discusión en el que fuera necesaria la
comunicación entre los convocados y su participación, expresando públicamente sus
opiniones. De esta forma, pudimos observar cómo se comporta la gente en una reunión
en la cual se dialoga sobre un tema de interés común. El uso de la temática de “problemas
de la comunidad” se basa en dos razones: una teórica y una metodológica. El
acercamiento teórico realizado nos muestra que el papel de la ciudadanía dentro de una
democracia participativa no debe limitarse al acto de elegir y ser elegido en las votaciones
de representantes políticos, sino que debe incluir el tomar parte en la formulación de
políticas, proyectos y planes que procuren el bienestar general de la comunidad. Esto
significa hacer efectivos los derechos que debe garantizar el Estado, reconociendo la
función del colectivo de ciudadanos de control de sus gobernantes. La participación de los
ciudadanos en la formulación de proyectos se convierte en parte fundamental de la
democracia participativa, y por lo tanto propiciar un espacio de encuentro, donde las
personas dialoguen sobre sus problemas y necesidades concretiza la participación en los
asuntos vitales de una comunidad particular. La necesidad de esta adecuación de las
políticas públicas y proyectos estatales a cada comunidad particular es el sustento de la
Comunicación para el Cambio Social, disciplina que ejemplariza la aplicación de estrategias
de comunicación a comunidades específicas, y que convoca a los protagonistas de las
problemáticas, generando espacios de discusión para que sea desde la propia comunidad
que surjan iniciativas ajustadas a sus propias características culturales. El resultado no
sólo es la implementación de proyectos más sólidos y pertinentes, sino el fortalecimiento
de los lazos de integración de la comunidad, la apropiación y el compromiso de cada
miembro con la construcción de lo público y lo colectivo, y el empoderamiento de la
comunidad como agente activo que exige al Estado y no espera pasivamente que éste
soluciones sus problemas. Así también lo propone la educación problematizadora de
Paulo Freire, pues al dialogar sobre los contextos particulares en que se encuentran
inmersos los individuos, estos reconocen una realidad dinámica y no predeterminada, que
se construye y que está en sus manos.

El uso de la temática de “problemas” también es útil por una razón metodológica, pues el
diálogo y el debate se hacen posibles cuando los agentes de la comunicación tienen un
asunto en común sobre el cual se hace necesario negociar. Hablar de temas que afectan
directamente a las personas es más estimulante que hablar de un tema abstracto, como
por ejemplo “el concepto de comunicación”, que podría haber sido el tema a tratar en el
taller, siendo ésta una investigación sobre estrategias comunicativas de una población
particular. Proponer un tema como el de las necesidades y problemáticas más
importantes del municipio estimula la locución, que es finalmente, lo que nos interesa
observar, pues es importante presenciar las formas como la gente de Tibaná se comunica
entre si y participa públicamente.

2. Formas de participación frente a estos problemas: Se refiere a los mecanismos de


organización y participación política y ciudadana que utilizan los pobladores de Tibaná
para hacer parte de la solución de una problemática concreta a la que se enfrentan, por
ejemplo, formas de reunión e integración, como encuentros con las Juntas de de Acción
Comunal de cada vereda, reuniones con líderes comunitarios, participación en consultas
populares, elecciones, u diversas organizaciones con fines comunitarios.

3. Formas de comunicación frente a estos problemas: Son las formas y mecanismos de


comunicación a través de los cuáles las personas se informan de los problemas que
suceden, se ponen en contacto con otras personas, con líderes políticos y comunitarios, y
expresan sus opiniones, sugerencias y propuestas para generar soluciones. Estos incluyen
por ejemplo redes de comunicación municipal, medios de difusión de información,
reuniones y debates, así como formas más básicas de comunicación, como
conversaciones.

4. Formas de participación en general: Con esto queremos caracterizar las formas de


participación política y ciudadana que los habitantes de Tibaná en asuntos de cualquier
tipo, no sólo frente a las problemáticas que afrontan. Esto incluye además la percepción
de los habitantes sobre la política en general, la forma de hacer política en el municipio, y
la posibilidad de acceder al poder político.

5. Formas de comunicación en general: Se refiere a la manera como se comunican los


habitantes de Tibaná, en el contexto de la participación política y ciudadana. Incluye la
forma como los ciudadanos entran en contacto con sus representantes, con el alcalde, los
miembros del concejo, los líderes comunitarios y otras instancias de poder del municipio.
También incluye el concepto de comunicación que tienen los habitantes del municipio, y lo
que entienden por este término.

La primera variable se midió en el taller no directivo, y los resultados fueron fácilmente


cuantificados y sistematizados. Sin embargo, la principal forma de presentación de la información
recolectada acerca de todas las variables es por medio de descripciones etnográficas, narraciones
de los investigadores sobre lo observado en cada uno de los procedimientos llevados a cabo. Es
importante puntualizar que las cuatro últimas variables fueron estudiadas desde dos fuentes: la
primera de ellas es la observación directa de las personas en el taller no directivo, interpretando
las conductas comunicativas y participativas que desplegaron en la reunión, mientras que la
segunda fuente se refiere a la información enunciada por las personas acerca de estos temas,
recogida a través de el cuestionamiento directo que se hizo posible en las entrevistas no directivas
y en el taller. Esto se sustenta en la metodología propia de la etnografía, en la que la pregunta
directa es reemplazada por la entrevista no directiva, sugiriendo una temática que probablemente
lleve a tocar un tema por parte de la comunidad objeto de estudio. Al proponer el diálogo en
torno a las problemáticas fueron surgiendo opiniones y comentarios sobre la participación política,
la comunicación de la comunidad con sus gobernantes, y demás temas que se incluyen dentro de
las variables establecidas. De esta forma fue posible abordar estos temas, fundamentales para
nuestra investigación. Este cuestionamiento también se hizo a algunos líderes políticos del
municipio, como el alcalde, concejales, presidentes de las Juntas de Acción Comunal entre otros,
con lo cual se tuvo acceso también a fuentes institucionales de información sobre el municipio,
que complementan la investigación que sobre éste se hizo en documentos oficiales.

Precisamente la información documentada acerca del municipio de Tibaná, población objeto de


estudio, será presentada a continuación, y enseguida describiremos la muestra de participantes en
las entrevistas y el taller.
TÉCNICAS E INSTRUMENTOS DE RECOLECCIÓN DE INFORMACIÓN

Como ha sido mencionado, la metodología clave dentro de esta investigación es el trabajo de


campo, por lo cual se utilizaron métodos etnográficos como la observación participativa y la
entrevista no directiva, descritos en detalle previamente. Las principales fuentes de información
son la observación directa de las formas de comportarse de una muestra de la población, reunida
en un taller convocado por los investigadores, así como también las respuestas y comentarios
recogidos a partir de conversaciones y entrevistas semiestructuradas.

El uso de estrategias no directivas, en las cuales la pregunta directa es reemplazada por el


planteamiento de un tema relacionado a los temas objeto de estudio, posibilita la expresión de la
comunidad de sus opiniones de forma más espontánea, aproximándose a los temas de interés
conforme avanza la conversación. Así también se desarrolló el taller llevado a cabo.

La información acerca de las variables de estudio se recogió también por medio de la consulta de
documentos oficiales sobre Tibaná, y a través de entrevistas a miembros del gobierno municipal,
como el Alcalde, concejales y presidentes de Juntas de Acción Comunal.

La mayoría de la información recolectada se expone en forma de narración etnográfica, pues en la


realización de las actividades programadas fue restringido el uso de medios de grabación, y el
principal recurso de los investigadores, como en la mayoría de investigaciones de carácter
etnográfico, fue la toma de notas. Ante este aspecto es importante señalar que para la realización
del trabajo de campo y las visitas al municipio se contó con el apoyo de un equipo de
investigación, conformado por 2 personas allegadas a la autora de este documento, que
amablemente prestaron su colaboración, viajaron al municipio, y dieron curso a las actividades
propuestas.
Dado que las entrevistas llevadas a cabo se fueron desplegando espontáneamente, no hubo un
cuestionario preestablecido, y la información recogida se reseña como una narración, más que
como una transcripción de preguntas y respuestas consecutivas, a excepción de la entrevista
sostenida con el Alcalde del municipio. En cualquier caso, los temas tratados apuntaban siempre a
las cinco variables que hemos identificado. Proseguiremos entonces con la descripción de estas
narraciones, que en conjunto conforman los resultados obtenidos en nuestro trabajo de campo.

MUESTRA Y POBLACIÓN OBJETO

Se realizaron entrevistas no directivas a personas nativas del municipio, como la señora Marta
Romero, personera municipal durante el anterior periodo de gobierno y el señor Julián Barrios,
vecino del municipio de Jenesano. También fue posible sostener charlas con la señora Patricia
Niño, madre comunitaria del programa Acción Social de la Presidencia de la República, así como
con miembros del gobierno municipal, como el concejal Gustavo Tello, parte del actual Concejo, y
el señor alcalde en ejercicio Gerardo Romero.

En el taller participaron 27 personas, que fueron convocadas de forma institucional a través del
alcalde, de las cuales 21 eran hombres y 6 eran mujeres. La mayoría de ellos viven en estrato
socioeconómico 2, aunque vale resaltar que en Tibaná la mayoría de veredas son de estrato 1. Los
asistentes, convocados por la alcaldía, pertenecían a grupos y organizaciones tanto del gobierno
como civiles. Había 3 concejales, 14 presidentes de Juntas de Acción Comunal, 6 madres
comunitarias del programa Acción Social y 4 miembros de la Red de Radios del municipio. Sin
embargo, la convocatoria, a cargo de la alcaldía, incluía también a líderes comunitarios, miembros
de otras organizaciones civiles como asociaciones de padres, de campesinos, entre otras. No fue
posible precisar por qué estas personas no asistieron al taller, pues la convocatoria corrió por
cuenta de la alcaldía y no hay claridad sobre las formas de difusión de la información sobre la
fecha, hora y lugar de la reunión.

Para validar la información recolectada en el taller, una semana después del mismo se realizaron
entrevistas semiestructuradas a algunos de las personas que participaron: dos presidentes de
Juntas de Acción Comunal, un concejal, y un miembro de la Red de Radios.
La selección de las personas convocadas al taller obedece a un criterio fundamental, el de la
institucionalidad. Dado el objetivo de la presente investigación de fortalecer la participación
democrática de los habitantes de Tibaná, se partió del reconocimiento de los organismos de
participación existentes en el pueblo, consagrados en la organización política municipal, como el
Concejo y las Juntas de Acción Local, así como de otros organismos civiles, organizaciones no
gubernamentales, asociaciones de padres, Red de Radios, madres comunitarias y cualquier otro
organismo de asociación comunitaria. El criterio era seleccionar representantes de grupos
vinculados con las instituciones que tuvieran relación con los asuntos de participación y
comunicación. Para esto consideramos fundamental ponerse en contacto con los líderes y
representantes de estos organismos, que son representantes de la población y que, en teoría,
mantienen contacto con ella. Evaluar la exitencia real de esta este contacto entre la comunidad y
sus líderes y representantes, y la visión que de ella tienen algunos de sus participantes fueron
aspectos clave a obervar en nuestra investigación.

PROCESO METODOLÓGICO

Como ya se mencionó, la etnografía fue la fuente de nuestra formulación metodológica. En este


sentido lo que se reseña de las observaciones es importante en tanto “el único medio para
exponer esos significados que los sujetos negocian e intercambian, es la vivencia, la posibilidad de
experimentar en carne propia esos sentidos, como sucede en la socialización” (Guber, 2001, pág.
60). En el marco del cronograma planteado se estableció la necesidad de realizar cuatro visitas al
municipio para efectuar tareas específicas. Las visitas se organizaron de la siguiente manera:

1. Visita Exploratoria:

Se trató en esta visita de aproximarse al municipio con el objeto de adquirir una primera
impresión general y un reconocimiento del territorio. Para ello se viajó un día entre semana
dado que se conocía de antemano que sería más probable encontrar al señor alcalde en la
cabecera municipal y poder realizar una indagación sobre rumores en el pueblo. También se
tuvo el primer contacto con el alcalde y con el concejal Gustavo Tello, con quien se desarrollo
una entrevista no directiva, todo ello para hacer la presentación del equipo de investigación y
programar la fecha y hora del taller. Gracias a esta visita se consiguió la colaboración de la
alcaldía para la realización del taller y la convocatoria de los participantes.

2. Visita para entrevistas:

Durante esta visita se hicieron entrevistas no directivas a cinco habitantes del municipio, la
señora Marta Romero, nativa del municipio y personera municipal durante el anterior periodo
de gobierno; el señor Julián Barrios; la señora Patricia Niño, encargada del programa Acción
Social y, por último, el alcalde actual, Gerardo Santana Acevedo. Las entrevistas fueron
semiestructuradas, por lo cual se planteaban algunos temas y se iban desarrollando otros a
medida que fueran surgiendo, dependiendo además de la ocupación y el cargo de cada uno de
los entrevistados. En general, los temas tratados en la entrevista corresponden a prácticas de
participación política y comunitaria que observa cada entrevistado en el pueblo, organizaciones
y agrupaciones existentes, que nos sirvieron de información preliminar para decidir qué
personas convocar para la realización del taller, e información general sobre el municipio que
pudiéramos obtener.

3. Visita para realización del taller:

Este taller tuvo como objeto la exploración de los imaginarios que tiene la gente sobre la
comunicación, la democracia y la participación. Se acordó que se efectuaría un martes puesto
que es el día de mercado y las personas de las veredas bajan a la cabecera municipal.

El taller se convocó para el martes 24 de noviembre de 2009 a las 8 a.m. en la Casa de la


Cultura. Amablemente el concejal Gustavo Tello nos sirvió de enlace para contactar al señor
alcalde Gerardo Santana Acevedo con el fin de que éste, a través de los recursos de
convocatoria propios de su ejercicio de gobierno, hiciera extensiva la invitación al taller a las
personas previstas, en la fecha y hora acordadas. Sin embargo, no se realizó en el lugar
acordado, sino que el señor alcalde facilitó su despacho en la alcaldía como espacio para
efectuar el taller.
El taller puede denominarse como no directivo, porque los temas a tratar no fueron
directamente los de participación, comunicación y democracia, sino que se planteó una
temática alternativa para estimular el diálogo, que pudiera propiciar la aparición de estos temas
a lo largo del desarrollo del taller. La temática escogida, como lo hemos descrito en la
definición de nuestras variables, fue “problemáticas del municipio”. Las actividades propuestas
en el taller fueron se exponen a continuación, los resultados se encuentran en la sección de
resultados.

La primera actividad a realizar por los asistentes del taller fue la identificación de sí mismos. A
cada uno se le entregó una ficha, en la cual debía colocar su nombre, y a qué organización de
las convocadas pertenecía. Como actividad para “romper el hielo”, se propuso que cada uno
escribiera allí mismo, en la papeleta que se les había dado, qué era para ellos Tibaná, qué
pensaban de ese pueblo. Enseguida se dio paso a la expresión en público de esta opinión por
parte de algunas personas, puesto que el tiempo de la reunión era poco y era necesario
proseguir con la dinámica de los problemas.

Después se dio la instrucción de que voltearan la papeleta, y escribieran en ella tres problemas
que consideraran eran los más importantes del municipio. Tras esta identificación en privado de
los problemas, cada uno debía pegar su ficha en la pared, para exponer los problemas que había
escrito, y se daba paso a un recorrido por las diversas fichas puestas sobre los muros. De esta
forma se socializaban los problemas que se habían considerado, y se guardaba la identidad de
cada uno, pues el nombre de cada participante quedaría escondido al otro lado de la ficha. Sin
embargo, como será detallado en la sección de resultados, no fue posible una socialización
anónima de este tipo, y en lugar de eso, la gente intercambió sus papeletas entre sí, para
conocer qué habían escrito los demás.

Tras esta primera parte se propuso la escritura en público de aquel problema que se
consideraba el más importante, de los tres que había escrito cada uno, y luego de haber visto
los que habían escrito los demás. De forma voluntaria, los asistentes escribían en pliegos de
papel dispuestos como carteleras, cuál era el problema principal del municipio. Mientras la
gente escribía en las carteleras, se iban presentando conversaciones sobre los mismos, que eran
avivadas por preguntas y comentarios que los investigadores hacían conforme iban apareciendo
temas que los suscitaran. Sutilmente o a veces de forma muy directa, los investigadores que
guiaban el taller hacían preguntas sobre la participación política de la gente, la forma de
solucionar estos problemas o la forma de comunicarse para proponer alternativas. El ambiente
del momento, en el que muchos se encontraban de pie conversando sobre las problemáticas,
estimuló la expresión de opiniones de forma más cómoda, que si la gente hubiera permanecido
sentada, escuchando a los investigadores que se encontraban delante de ellos. Mezclados con
la gente, los investigadores pudieron preguntar sobre formas de participación y comunicación,
de modo que las respuestas que daban, así como las conductas que mostraban las personas,
permitían dar un panorama sobre sus concepciones acerca de estos términos.

4. Validación de la información:

Después de haberse realizado el taller, y luego de haber sistematizado los datos recogidos sobre
los problemas del municipio, y las narraciones sobre lo observado en las demás variables, se
realizaron entrevistas telefónicas a algunos de los participantes del taller, con el fin de verificar
que la información recolectada ese día aún tenía validez. Se les preguntó su opinión sobre los
resultados obtenidos frente a las problemáticas del municipio, con el fin de establecer la
veracidad de esa información, y constatar que los problemas identificados en el taller sí son de
importancia para los participantes del mismo. También se les hicieron preguntas sobre las
cuatro variables concernientes a participación y comunicación, para comparar sus respuestas
con los resultados y conclusiones obtenidas en las observaciones, entrevistas y el taller llevado a
cabo. De un total de 27 participantes del taller, se realizó la constatación de la información con
4 participantes escogidos al azar, dos presidentes de Juntas de Acción Comunal, un Concejal, y
un miembro de la Red de Radios.

Como fue explicado, la principal forma de presentación de los resultados es la narración


etnográfica, describiendo lo que sucedió en cada una de las actividades, las visitas, entrevistas y
charlas, e interpretando lo sucedido a la luz de las variables que definimos. Antes de dar paso a
estas narraciones, detallaremos un último punto de nuestra metodología, los instrumentos y
técnicas de recolección de datos utilizados.
Mapa de Tibaná. División Política
Capítulo III: CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES PARA LA
FORMULACIÓN DE ESTRATEGIAS DE COMUNICACIÓN

1. Esta investigación encontró que es posible dar cuenta de la comunicación en


términos teóricos y metodológicos para fomentar la participación comunitaria. Para
ello, es necesario concebir la comunicación como un proceso que es equiparable al
proceso educativo, en el cual los individuos socializan sus aspiraciones con respecto
a la sociedad y a sí mismos y construyen prácticas para alcanzar esas aspiraciones.
A lo largo de este proyecto, se consideró la participación democrática como un
proceso paralelo pero imbricado con el proceso comunicativo. La relación entre la
participación y la democracia en los términos en que fue definida, sólo tiene sentido
cuando se considera la comunicación como un proceso de reflexión y construcción
de la realidad. Para formular unas propuestas de comunicación que fortalezcan la
participación democrática es fundamental partir de esta conceptualización de la
comunicación, pero además, se hace necesario involucrarse activamente en la
comunidad, convivir con ella, con el objeto de conocer a fondo sus formas de
comunicación características y a partir de esto, considerar sus posibilidades de
afianzamiento de procesos participativos.

2. Los referentes desde los que puede ser concebida la comunicación para favorecer la
participación contemplan las conceptualizaciones acuñadas sobre la democracia y la
participación, desde las cuales se hace necesario fortalecer mecanismos
participativos para que las comunidades puedan alcanzar el propósito de ser
democráticas.

El recorrido teórico logró conceptualizar la democracia como el pacto de convivencia que


legitima los acuerdos de las mayorías sin sacrificar los derechos de las minorías, y como
una construcción histórica que se busca alcanzar, que está siempre en camino hacia su
realización pero sólo puede cobrar realidad en el ámbito de lo comunitario. Desde esta
perspectiva, la participación comunitaria es el eje de una organización democrática, y es
un proceso que no se limita al proceso electoral. La participación se concibe como el
ejercicio efectivo de control del gobierno, en el que los ciudadanos fiscalizan de manera
constante las prácticas cotidianas del poder, haciendo valer su condición de constituyente
primario. Así mismo, es necesario entender la participación como el proceso por el cual la
comunidad se vuelve gestora de iniciativas, constructora de propuestas colectivas de
comunidad que no espera que las administraciones públicas den el primer paso, sino que
la controlan de manera constante, en un ejercicio que le brinda legitimidad a la elección
de sus representantes.

Desde esta conceptualización teórica de la democracia participativa, la comunicación,


núcleo de los procesos participativos, debe ser concebida como un proceso que da la
palabra a los ciudadanos, los involucra en la formulación de proyectos e iniciativas y los
compromete con la construcción de lo público. La comunicación para la participación es
equiparable a un proceso educativo, entendido no como la simple transmisión de
información de un sabio a un aprendiz, sino como una construcción conjunta de la
realidad, como una reflexión en torno al mundo que sólo es posible cuando se considera la
experiencia particular del otro. Sólo a partir del diálogo, del intercambio de ideas que los
actores emprenden en la negociación de sus intereses es posible gestar procesos
colectivos. La consideración del punto de vista del otro es imprescindible en una
comunicación que pretenda servir para promover la participación democrática y el respeto
a las minorías, de forma que estas hagan presencia en las decisiones que las afectan. La
comunicación es entonces, el mecanismo a través del cual las personas discuten
públicamente en qué sociedad quieren vivir y cómo deben conducirse para alcanzar estos
ideales. Es un acto de reconocimiento del mundo con una doble acepción. Comunicarse es
hacer uso de elementos de reflexión y construcción de destinos comunes. Bajo la
concepción de la Educación Problematizadora de Paulo Freire, cabe decir que es necesario
que las comunidades se apropien de sus realidades y de sus problemas como asuntos en
los que sólo ellos pueden decidir. En estos términos, la comunicación es una herramienta
para el desarrollo de la democracia en tanto le brinda a los individuos elementos para el
ejercicio cotidiano y continuo de la democracia.
3. De acuerdo con el trabajo de campo desarrollado, en el que se abordó el panorama
de la participación y la comunicación en el municipio de Tibaná, observamos que la
participación democrática se da en varios ámbitos que corresponden a los niveles
institucionales dispuestos para promover dicha participación. Sin embargo, como se
señaló en el análisis de los resultados, es problemático encontrar distintas versiones
sobre la frecuencia de las reuniones de espacios de participación como las Juntas de
Acción Comunal tanto con la administración como con las comunidades veredales.
En este sentido se requiere que en el municipio se formulen iniciativas concretas
que promuevan la participación y hagan frente a las prácticas clientelistas según las
cuales el momento en el que se convoca a la población para decidir es
exclusivamente el momento electoral. También se observa aquí un problema de
educación en la concepción democrática, en tanto la población del municipio
refuerza esas prácticas cuando espera de la administración obsequios, productos o
servicios gratuitos al margen de su compromiso con la comunidad. Es importante
señalar que se encontró que pueden ser utilizados con mayor provecho, espacios
como el de la junta de padres de familia de las escuelas y la red de radios para
construir iniciativas que integren a la comunidad en torno a la visión que ellos
mismos tienen de sus dificultades, de forma que puedan desarrollar estas
dificultades y darles solución.

Con respecto a la comunicación en Tibaná se observó que las personas consultadas


asocian este concepto al de medios de comunicación, y parecen suponer que estos medios
son benéficos en sí mismos. En ese sentido, hace falta una formación que contemple la
comunicación como un mecanismo organizado que sea de utilidad para abordar las
problemáticas del municipio y para integrar su visión del mundo de forma que se apropien
de ella y la constituyan en un refuerzo de su propia identidad.

4. La metodología que se propuso a lo largo de este proyecto, fue desarrollada con el


ánimo de poner a prueba la capacidad institucional para diagnosticar y promover los
espacios de comunicación en aras de fomentar la participación democrática. A este
respecto cabe decir que si bien es necesario que en futuras aproximaciones se cuente
con el nivel institucional (administración municipal) en tanto tiene herramientas de
convocatoria y capacidad de gestión, es imprescindible abordar las cuestiones del
diagnóstico de los procesos comunicativos en el ámbito de una investigación que
contemple las dinámicas internas del municipio. Aunque la metodología planteada
sirve como aproximación a las problemáticas de la comunicación en el municipio,
es necesario que se amplíe y profundice su aplicación, en la perspectiva de formular
estrategias concretas de comunicación para Tibaná.

5. Considerando la necesidad de observar los procesos comunicativos que despliega la


población tibanense en su cotidianidad, podemos sugerir que la ruta metodológica a seguir
para el diseño de unas estrategias de comunicación que promuevan la participación
comunitaria debe contemplar dos ejercicios que deben ser continuos y prolongados a lo
largo de un tiempo no menor de un año. Mediante la presente investigación se pudo
determinar que la comunicación es nula en dicho municipio y que el trabajo de campo
realizado durante esta misma fue un trabajo que quedo corto para el objetivo propuesto, ya
que las técnicas utilizadas nos dieron un pequeño acercamiento, más no una perspectiva
completa del problema de participación en dicha comunidad. Es por esto que en primer
lugar, es necesario hacer uso de los métodos etnográficos para que un grupo de
investigadores se interne en la comunidad y aprenda sus códigos propios y formas de
relación. En este sentido, con el enfoque etnográfico busca que los investigadores
describan las visiones del mundo de las comunidades y puedan comunicarse con sus
miembros sin afectar las respuestas que estos naturalmente producirían ante una
investigación. En segundo lugar es necesario desarrollar una aproximación con el enfoque
propio de la Comunicación-Educación que no dista mucho de lo que se hace con el trabajo
etnográfico, pues Paulo Freire, quien la formuló, se internaba en las comunidades y
aprendía sus visiones del mundo para elaborar en ejercicios pedagógicos una visión del
mundo característica de cada comunidad, en este sentido, la comunidad se constituye en un
espacio similar a un aula, y desde este espacio es desde donde deben incorporarse los
conceptos democráticos suficientes para que la comunidad se apropie de sus
responsabilidades y derechos en el ámbito del control de la administración y la gestión de
nuevas propuestas.
Desde este enfoque por lo menos teóricamente son equiparables la comunicación y la
educación, pues son procesos que dan cuenta de las visiones de mundo y que no están
sujetos a la corrección por parte de un agente externo. Desde el ejercicio empírico
también se encontró que algunas de las personas que habían trabajado previamente en
ejercicios de este tipo, como el señor habitante del municipio de Jenesano, también
opinan que la ruta indicada debe partir del trabajo con la comunidad, pero en términos de
que los investigadores deben internarse en ella.
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