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El adolescente nuestro de cada día

Lic. Elena Isabel Rozas – enactuar@gmail.com

A Sol, en la insignificancia de una disculpa


A los jóvenes que padecen los colegios
que todavía no logramos construir

Esta presentación corresponde a notas para el esbozo de un mapa


que ayude a orientarse frente a la actual subjetividad adolescente
(inicio entonces a partir de una generalización, ya de por sí
inadecuada) intentando ir más allá de los parámetros clásicos, que
focalizan (y simplifican) la consideración de “la problemática” en la
supuesta dificultad (por parte de nuestros chic@s) de adaptación
frente a los cambios corporales y/o la resistencia frente a los límites y
valores familiares.
La intención es ofrecer un escenario en el que pueda instalarse la
pregunta de ¿adónde queda o qué queda del tan mentado “sujeto
pedagógico”?
Quiero advertir contra la simplista y rápida conclusión del “no hay
salida”, proponiendo pensar otra perspectiva que posibilite encontrar
nuevos puntos de partida para otra comunicación y vinculación de las
personas cuando ocupan los lugares (roles sociales) de maestro y
estudiante.

OTRA PERSPECTIVA SOBRE LA ADOLESCENCIA


y sobre nosotros en relación con la adolescencia

Invito a considerar la consabida “crisis de la adolescencia” intentando


visualizar ese período entre la infancia y la edad adulta (cada vez
más largo) desde una perspectiva múltiple y convergente más que
desde una perspectiva de causalidad lineal.
Para ello, en primer término enumeremos algunos los diversos
aspectos en los que la sociedad impone cambios de parte de nuestros
chicos y chicas:
Biológico Social Subjetivo
Crecimiento corporal Construcción de la Cambio del lugar que se
identidad de género ocupa en el escenario
familiar (y en todos los
escenarios)
Desarrollo del “aparato Ingreso a instituciones Cambio del lugar que se
reproductor” sociales de modo ocupa en los escenarios
autónomo y no como sociales
hijo de una familia
Ajuste del esquema Ingreso al mercado Desarrollo de niveles
corporal laboral mentales de mayor
capacidad de abstracción
Construcción de la propia Realizar la exogamia
familia
Ser adulto responsable Construir un criterio
frente a la ley propio y sostenerlo

Consideremos que este listado no puede ser pensado como causas


distintas o independientes una de otra. Tampoco puede ser pensado
como una cadena de causas. La perspectiva cambia si pensamos la
situación como una red interconectada de aspectos que, en su
recursividad, se configuran mutuamente.
Cada una de estas exigencias inexorables que el mundo adulto
presenta a la salida de la infancia, implica la necesidad de un cambio
en el posicionamiento subjetivo por parte del joven.

Los jóvenes y sus familias


Ahora bien: los familiares adultos solemos suponer que el joven tiene
que ejercer determinado aspecto de un rol social de una forma
adulta, sin que cambie la forma en que lo consideramos
cotidianamente (difícilmente como un adulto capaz; usualmente con
eterna tendencia a la descalificación y desvalorización). Los dobles
discursos son moneda corriente en cualquier situación: Esperamos
actitudes o decisiones “adultas” pero criticamos y hasta ridiculizamos
muchísimas de sus opiniones o decisiones, por “inmaduras”… o
porque “no son lo que te enseñé”… A veces, todo lo que sucede es
que se trata de ideas nuevas para nosotros, que podrían mostrar una
autonomía para la que no estamos tan preparados… Es decir,
exigimos autonomía de criterio pero rechazamos criterios distintos a
los nuestros.
Educamos a los adolescentes para que se incorporen al mundo
adulto. ¿Cómo es ese mundo? No podemos transmitir una imagen
estable, mucho menos ordenada, planificada, esperanzadora,
previsible... ¿Podemos acaso señalar las oportunidades o proyectos
vitales viables..? ¿Tenemos, asumimos, construimos nosotros
mismos, individual o colectivamente, proyectos vitales viables?
¿Enfrentamos adulta y responsablemente esas perspectivas? Sin
embargo, vemos como una limitación de parte de los chic@s el
resistirse a incorporarse al mundo adulto… Algunos llegamos a
considerar abiertamente que la falta de proyectos vitales es un
problema de los jóvenes y no nuestro o del mundo… Creemos que, en
su lugar, nosotros habríamos sabido cómo crecer o qué proyectos
desarrollar… (¡Sin temor y sin resistencias… claro está!) Creo
importante insistir en detenerse a pensar que para ell@s es
inexorable incorporarse a un mundo muy hostil y que lo hacen con
desaprobación y desaliento (en general) de nuestra parte…
Si ajustamos el foco, podemos pensar qué pasa con las familias en
las que l@s adolescentes crecen, mientras crecen... Propongo
permitirnos pensar qué sentimos cuando cambia el escenario en el
que nos movemos cotidianamente (¡sin nuestra autorización!);
cuando hay integrantes de ese escenario que se transforman
inesperadamente y de modos impensados para nosotros… que
asumen sus papeles de nuevos modos… No es fácil. Pero tampoco es
fácil si esos cambios implican que nosotros dejamos de ocupar los
lugares que hasta entonces ocupábamos: si indican que en algún
momento dejaremos de estar a cargo, que las nuestras serán las
capacidades cuestionadas e inadecuadas, que alguien decidirá por
nosotros…
Tal vez, lo más difícil sea aceptar que los chic@s nos muestran que
tendremos que integrar y aceptar el hecho de que construyen su
sexualidad… ¿Será por estas cuestiones que tendemos a
desaprobarlos y a no alentarlos? ¿Qué nos pasa con la sexualidad de
nuestros hijos?
Por último: no es raro encontrar familias para las que,
contradictoriamente y sin que cambien las anteriores
consideraciones, el crecimiento de l@s hij@s promete las soluciones a
los problemas que no pudieron ser resueltos colectivamente…
Pero el mundo… el mercado… las instituciones sociales… los medios
de comunicación… ven a l@s adolescentes y jóvenes con los ojos de
quien observa a dioses, perfectos, con todas las nuevas respuestas…
recreando en otra escala situaciones tan contradictorias y exigentes
como las domésticas. (¿No tendremos nosotros también,
contradictoriamente, esta visión de los jóvenes como modelos
perfectos que circula socialmente, junto a la descalificadora visión de
la cotidianeidad familiar?)

Los jóvenes y la escuela


Todo aprendizaje sucede sostenido en una relación. El concepto de
“sujeto pedagógico” define a la relación pedagógica, en tanto
interacción e interrelación entre sujetos sociales complejos que
ocupan roles sociales (docente y estudiante), con sus habitus,
comprometidos en una situación educativa mediada por el
currículum, manifiesto u oculto. 1
Vienen a mí, en este sentido, varias consideraciones y preguntas.
La primera es cómo resuelve (o no) la persona que ejerce el rol
docente, sus vicisitudes personales y familiares en relación con los
jóvenes, en el sentido de las consideraciones planteadas en el
apartado anterior.
La segunda consideración agrega a las reflexiones actuales sobre la
crisis de la educación como institución 2. ¿Cómo pensamos a los
jóvenes cuando pensamos la crisis del sistema educativo?
Dentro de este marco, agrego la siguiente consideración:
La escuela intenta adaptarse a la diversidad cultural que hoy
encontramos en las aulas y tender puentes que permitan el encuentro
y el diálogo. ¿Pensamos también en la distancia entre los modos de la
subjetividad adulta y joven cuando pensamos en diversidad cultural?
Me explico. Sin ahondar en el significado de “diversidad cultural” me
interesa señalar que la interrelación que supone el sujeto pedagógico
implica modos de configuración del conocimiento y el pensamiento
similares, cuando nuestros jóvenes, nacidos y crecidos en la era de la
información, conocen y piensan en red y ya no deductivamente, que
es el tipo de pensamiento correspondiente al sujeto pedagógico.
En este sentido, incluso cuando las personas comparten
objetivamente los mismos espacios, conocer y pensar de otro modo
¿no implica acaso vivir otra cultura? ¿No implica configurar/habitar
distintos escenarios? ¿No es necesario que construyamos puentes que
permitan el encuentro y el diálogo?

Mirarse en el espejo
Tal vez sería otro principio
 Ver que somos los adultos quienes desplegamos la conducta de
no asumir nuestras circunstancias y entonces, consumir alguna
cosa (productos, sustancias, imágenes, actividades, vínculos…)
bajo la ilusión de que de otro modo no podemos existir o no
podemos disimular que no tenemos las cualidades o
condiciones que el mundo hoy exige para resolver un problema
o tolerar una situación.
 Registrar que también nosotros, en especial cuando no estamos
ejerciendo el rol docente, comenzamos a compartir muchos de
los rasgos propios de la subjetividad actual, que nuestros
jóvenes encarnan tan bien, como el pensamiento en red, el
cambio de posicionamiento frente a las instituciones y las

1
En base a Puiggrós, Adriana. Sujetos, disciplina y curriculum en los orígenes del
sistema educativo argentino. Galerna. Buenos Aires. 1990.
2
Aportadas por pensadores como por ejemplo, Lewcowicz o Najmanovich.
normas, el consumismo, la fragilidad identitaria, la dependencia
de la imagen, la incertidumbre y tantos otros.
 Darnos la oportunidad de entender que otros hacen las cosas
de otro modo, generan otros escenarios, inventan otros
caminos, de otro modo y que ese modo puede ser incluso
mejor que como lo hicimos nosotros… o que es mejor porque
es adecuado para otra situación.
 Aceptar lo que nos da miedo para poder empezar a
acompañarl@s.

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