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¿QUÉ APRENDER DE LAS

MOVILIZACIONES EN
IRÁN Y TÚNEZ?
14 DE ENERO, 2018 · ACTUALIDAD> AFRICA> MAGREB

MANIFESTACIÓN EN MURCIA POR EL SOTERRAMIENTO DE LAS VÍAS DEL TREN.

Cuando empezamos este blog veíamos ya modestos signos de avance de la


combatividad de clase en España. Estaban muy marcados empero por la búsqueda
de un terreno propio en un momento de exaltación por el aparato del estado de
lo «ciudadano», cuando no del nacionalismo.

En el último mes Kurdistán e Irán primero y en Túnez después han dejado

1 claro que el desarrollo de la combatividad está ahí y que es un fenómeno


global. Esta vez, a diferencia de movilizaciones anteriores, los trabajadores
aparecen como motor de las movilizaciones e introducen demandas y
perspectivas propias.

Es interesante que los «expertos» recomienden a la dictadura iraní crear

2 sindicatos «libres», la receta clásica para afrontar la lucha contra los


trabajadores como evolución interna en sistemas totalitarios. Pero no es
menos importante ni significativo que en Túnez destaquen una y otra vez
que el aparato democrático a bloque haya perdido su capacidad de engañar y los
sindicatos se mantengan prudentemente al margen. Por eso es difícil no
conectarlo con una tendencia al desarrollo de huelgas «salvajes» más o menos
grandes en lugares tan diferentes y distantes como Vietnam, EEUU o Rumanía.
Pero centrarnos ahí nos separaría de lo característico de estos movimientos que
desde Irán a Túnez nos muestran problemas que hemos observado también,
cotidianamente, en España.

Durante los últimos tres años

3 hemos visto por toda la


península movimientos
urbanos como el Gamonal en
Burgos, el soterramiento del AVE
en Murcia o el cierre de hospitales
en Granada en los que a veces de
MOVILIZACIONES EN GRANADA CONTRA LA POLÍTICA
manera espontánea, a veces tras la
HOSPITALARIA ANDALUZA CONVOCADAS POR «SPIRIMAN».
bandera de un «pope Gapón»
cualquiera, barrios enteros de clase
trabajadora tomaban las calles expresando un rechazo que iba más allá de la
reivindicación concreta de la que se tratara en cada momento. Era un terreno
nuevo en el que se daban los mismos miedos a la organización, las mismas
tendencias al «tecno-insurreccionalismo» -sustituir asambleas por cadenas de
mensajes o convocatorias online- y sobre todo, las mismas dificultades para salir
del terreno interclasista, «ciudadano», que luego hemos visto en Kurdistán, Irán
y Túnez.

Otra característica de estos movimientos es que han parado por sí mismos,

4 no a consecuencia de la represión, sino al topar con sus propios límites.


Han llegado a todo lo que se puede llegar dentro de un planteamiento
«ciudadano» y parecen haberse dado cuenta de que ni basta ni puede llegar
más lejos. Para que un movimiento pueda defender hoy los intereses de los
trabajadores que formamos la gran mayoría de la sociedad son necesarias dos
cosas que el ciudadanismo aplasta: hablar desde un «nosotros» propio y una
organización asamblearia real con capacidad de discusión, decisión y extensión.
Hacen falta asambleas de verdad, que elijan comités revocables en cualquier
momento para que esos comités puedan coordinarse y dar cuerpo a la
movilización a nuevas escalas.

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