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uglares en el Camino

Al lado de la juglaría espontánea de los peregrinos que animan su caminar con cánticos, hallamos trovadores
y juglares profesionales en las rutas de peregrinación. Las recorrían en su anar per cortz (de corte en corte) o en el
séquito de magnate y prelados.

Otros cantores caminan pagados, para hacer propaganda de una causa política o dinástica, o de los grandes santuarios, o
de una devoción concreta. Los denominamos juglares de empresa; así los ichacorvos tudenses que servían al culto del
Carpa santo de Fray Pedro González, Telmo.

Ramón Llull, en su Blanquerna U 283), nos habla de estos juglares contratados que los cardenales de Roma envían para
cantar temas edificantes en el Camino de Santiago:

Un día en que uno de los narradores salía de una villa rumbo a un castillo, encontró en el camino romeros que iban a
Santiago y se unió a la comitiva. Y mientras andaban por el camino les contó ejemplos de buenas palabras y de devoción
sacados de las historias del Viejo y del Nuevo Testamento. Y les contaba los hechos de los Apóstoles y de los
emperadores, según constan en las crónicas.

¿Qué contarían cantando estos recomptadors santiaguistas?: la Vida del Apóstol, la Traslación y el hallazgo de sus
reliquias, las leyendas carolingias, los Milagros y otros relatos épicos y novelescos más o menos relacionados con la
peregrinación.

Menéndez Pidal ha recogido testimonio del paso por Navarra de juglares franceses, alemanes, escoceses ... y ha
investigado las relaciones entre los poetas nativos y la juglaría viajera a lo largo del camino: trovadores provenzalas,
juglares de gesta del norte de Francia y otros cantores ingleses y de Europa oriental.

Fueron cebo de juglares las bodas de Alfonso Raimúndez con doña Berenguela y la presencia de los mecenas Alfonso
Jordán y Guillermo de Montpellier en una Corte imperial de la que sintió celos el séquito de Luis VII.

Uno de los más antiguos juglares, Cercalmón, evocó la muerte de Guillermo X en el camino de la peregrinación. Ese
mismo año de 1137 quizá visitó Santiago, Marcabrú, que, de 1134 a 1143, vivió en la Corte de Alfonso VII. Pero,
desengañado de que no se atendieran sus llamadas a la lucha contra los almorávides ni sus adulaciones al emperador,
partió malhumorado a su país.

En la Corte portuguesa de Sancho I, hijo de Alfonso Enríquez, se habla de dos juglares, Bonamís y Acompaniado. Pero el
auténtico paraíso de los juglares occitánicos sería la corte castellana de Alfonso VIII. Ramón Vidal de Besalú describió la
acogida que en ella se dispensaba a los cantores forasteros.

Con la reina Leonor, hija de Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania, vino de Gascuña entre otros troveros
Arnaut Guilhem de Marsán. Y por la Corte desfilaron Peyre Vidal, Peyre Rogier, Tristán, Aimeric de Peguillán, Giraut de
Bornell y Gavaudán el Envejecido, que convocó a los caballeros franceses a las Navas de Tolosa.

Guilhem de Berguedá hizo peregrinación de penitencia después de asesinar a Ramón Folc de Cardona en 1175. Para él,
era Alfonso VIII el mejor rey que había desde Padrón a Alemania. Rigaut de Barbezith acudió igualmente a visitar al
varón don Diego y aquí vivió y murió.

Otros troveros elogiaron al rey: Bertrán de Born, Guilhem Ademar y Giraut de Calasón que hizo el planto del infante don
Fernando, su hijo. Por Arnaut Daniel sabemos un raro episodio de la peregrinación, la prisión de Raimón por el rey
Fernando. Uc de Lescur recuerda a los que albergan a romeros por bien de sus almas.

Por su parte, Alfonso IX acrecentó la fama de las Cortes occidentales con su prodigalidad hacia los juglares. Lo
ensalzaron Elías Cairel, gran andarín y mal trovador, y el estudiante Uc de Saint-Circ. El monje de Montaudon fue
huésped de reyes, barones y hombres de pro en su peregrinaje por España. Peire Vidal pedía, por San Jacme, paz entre los
reyes.
[...]

LA ESTELA LITERARIA DE COMPOSTELA


JOSÉ FILGUEIRA VALVERDE
De la Real Academia de la Historia

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