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Estress Cronico Esquizofrenia
Estress Cronico Esquizofrenia
EL ESTRÉS CRÓNICO EN LA
ESQUIZOFRENIA: LA EMOCIÓN
EXPRESADA
José A. Muela y Juan F. Godoy
Universidad de Jaén (Spain)
Los resultados muestran que recayeron el 58% de los pacientes cuya familia
fue clasificada como de alta EE; frente al 16% de los de baja EE. Estas
diferencias son significativas. Por otra parte, además de la alta EE familiar,
correlacionan positivamente con la recaída las siguientes características del
paciente: la sintomatología psicótica durante el ingreso, la conducta pasada,
ser soltero, el aceptar voluntariamente el hecho de ser ingresado, la falta de
medicación regular, el alto contacto social (contacto "cara a cara") e, incluso
el ser varón. Si todas estas variables se controlan, la alta EE sigue provocando
mayores recaídas por lo que la EE familiar parece ser una variable
independiente de las demás.
Vaughn y Leff (1976a) confirman los resultados del trabajo de Brown et al.
(1972), aunque introducen una serie de modificaciones, algunas de las cuales
serán asumidas a partir de aquí por todos los trabajos futuros en este campo.
Así, utilizan una versión abreviada de la entrevista familiar presentada en
Brown y Rutter (1966) y utilizada en Brown et al. (1972) que posteriormente
será conocida como CFI ("Camberwell Family Interwiew" o Entrevista
Familiar de Camberwell) y utilizada como instrumento prototipo para medir la
EE. Una descripción detallada de esta entrevista y de sus escalas aparece en
Vaughn y Leff (1976b). En cuanto al índice EE también presentan algunas
modificaciones, como la de excluir la escala de "Hostilidad" por considerarla
de poco valor predictivo por sí sola respecto a las recaídas, ya que no aparece
si no va ligada a alto número de CC. Por otra parte, reduce el punto de corte
de los CC de 7 a 6, puesto que discrimina mejor entre alta y baja EE y,
finalmente, sitúan en 3 o más la puntuación criterio para sobreimplicación
emocional. Estas últimas modificaciones han sido aceptadas en diferente
grado. Así, en el estudio de California (Falloon, Boyd, McGill, Razani, Moss
y Gilderman, 1982) y en el de Hamburgo (Köttgen, Sönnichsen, Mollenhauer
y Jurth, 1984), o en el trabajo de Miklowitz, Goldstein y Falloon (1983), se
utiliza este mismo criterio en cuanto que no contabilizan la hostilidad y sitúan
el punto de corte de los CC en 6. Sin embargo el estudio de Pittsburgh
(Hogarty et al. 1986), los dos de Camberwell (Leff, Kuipers, Berkowitz,
Eberlein-Vries y Sturgeon, 1982 y Leff, Berkowitz, Shavit, Strachan, Glass y
Vaughn, 1989), el de Salford (Tarrier et al. 1988), el de Andalucía (Muela y
Godoy, en prensa-a) o los trabajos de Valone, Norton, Goldstein y Doane
(1983), Parker, Johnston y Hayward (1988) o Linszen, Dingemans, Nugter,
van der Does, Scholte y Lenior (1997) respetan el punto de corte de 6 CC pero
la hostilidad se incluye en el índice EE. Otros estudios establecen su propio
punto de corte para los CC que no tienen nada en común con los
anteriormente expuestos, por ejemplo Moline, Singh, Morris y Meltzer
(1985), lo sitúan en 9 CC y Montero, Gómez-Beneyto, Ruiz, Puche y Adam
(1992) consideran que una familia es de alta EE cuando muestren al menos 4
CC. Finalmente, la mayoría de los trabajos citados aceptan como criterio en la
sobreimplicación emocional 3 o más puntos, aunque el estudio de Pittsburgh
conserva el nivel de 4 ó 5 puntos y el de Andalucía modifica la puntuación de
esta escala evaluándola en función de la presencia o ausencia de sus
componentes (sobreprotección o manifestaciones emocionales intensas o
autosacrificio y deseperanza). Otras diferencias respecto al estudio de Brown
et al. (1972), son la realización únicamente de la entrevista familiar por
separado (ya no se hará la "todos juntos") y con el entrevistado solo, sin más
compañía que la del propio entrevistador (estas aportaciones sí han sido
totalmente aceptadas por los demás estudios).
Los resultados confirman que la alta EE se relaciona con una mayor tasa de
recaídas (48% de recaídas en alta EE frente a 6% en baja EE). También
encuentran un mayor valor predictivo de los CC y confirman el efecto
protector de la medicación y del contacto social reducido en hogares de alta
EE.
SITUACIÓN ACTUAL
Relación de la EE con la recaída
Tras estos primeros trabajos, altos niveles de EE familiar se han encontrado
repetidamente como predictores de tasas de recaídas en pacientes
esquizofrénicos de 9 a 12 meses tras el alta hospitalaria. Un ambiente familiar
estresante constituye un estresor ambiental por lo que el riesgo de recaída
aumenta cuatro veces aproximadamente en los pacientes que vuelven a un
ambiente familiar con altos niveles de EE. Leff y Vaughn (1985) resumen esos
hallazgos y los consideran convenientemente replicados.
Frente a estos estudios, aparecen otros que no encuentran esa mayor tasa de
recaídas cuando la familia es de alta EE:
- Parker et al. (1988) tampoco encuentran una mayor tasa de recaídas entre los
sujetos cuyas familias son de alta EE respecto a quienes lo son de baja (48% y
60% respectivamente). Una posible explicación para estos resultados podría
estar en la forma de evaluar las recaídas durante el seguimiento: hay una
evaluación del estado clínico del sujeto un mes tras el alta y de nuevo es
evaluado tras el período de seguimiento. Es decir, dos evaluaciones en ocho
meses, con lo que el sujeto tendría tiempo sobrado de tener al menos una
recaída tras la primera evaluación y de recuperarse hasta el punto de no
mostrar síntomas de ella durante la segunda evaluación. Los propios autores
reconocen esta cuestión pero se justifican afirmando que este es el mismo
método utilizado por Brown et al. (1972) y por Vaughn y Leff (1976a) y que
ellos sí encuentran predictivo el nivel de EE sobre las recaídas. Otro punto
débil en la metodología del estudio es el hecho de que algunos de los
pacientes que tras el alta vuelven a su casa, lo hacen a unos alojamientos
independientes y aislados del resto de la familia. Los autores sólo mencionan
este hecho sin profundizar en él, pero en realidad es como si estos
esquizofrénicos tras el alta no volviesen al hogar familiar, puesto que en
realidad viven solos. Esto quizá podría interferir disminuyendo la tasa de
recaídas sobre todo en los sujetos con familia de alta EE, ya que esta situación
sería semejante a un contacto social reducido.
Por otra parte, cabe señalar que el hecho aislado de pertenecer a una familia
de alta EE no le garantiza al esquizofrénico una recaída segura. De los
trabajos aquí expuestos se desprende que poco menos de la mitad de
esquizofrénicos con una familia de alta EE no recaerá durante el período de
seguimiento. Este porcentaje es lo suficientemente amplio como para que
algunos estudios (independientemente de las críticas que puedan haber
recibido) no encuentren el efecto que buscaban.
Fueron Brown et al. (1972) los primeros en relacionar los AV con la alta EE
y con la recaída. Para estos autores el enfermo esquizofrénico es
extremadamente sensible al ambiente social, por lo que el nivel de activación
psicofisiológica es fácilmente desbordado por aquel. El hecho de convivir con
un familiar de alta EE es suficiente para que el esquizofrénico aumente su
nivel de activación durante largo tiempo. Si en este período de sobreactivación
se produce un AV, se provocará la recaída. Leff y Vaughn (1980) encuentran
que los AV son más frecuentes tres meses antes de la recaída en los pacientes
no medicados regularmente cuyas familias son de baja EE que en los de alta
EE. Es decir, que los sujetos cuyas familias son de baja EE necesitan mayor
número de AV para recaer que los de alta EE.
Por otra parte, una serie de estudios con sujetos hispanos, no encuentran el
efecto protector del bajo contacto "cara a cara" ante las recaídas. Estos
estudios son el de Jenkins et al. (1986) y el de Karno et al. (1987), ambos con
mejicanos en el sur de California, y el de Gutiérrez et al. (1988) y el de Lemos
y Muñiz (1989) ambos con españoles. Para estos últimos autores las familias
mejicanas son más numerosas que las anglosajonas, por lo que la actitud de
alta EE de uno de los familiares hacia el paciente puede verse amortiguada y
compensada por la que tomen el resto de los familiares. Esto quizá sea válido
para las familias mejicanas, pero no lo es para las españolas, muy semejantes
en el número de sus componentes a las anglosajonas. Otra explicación
apuntada, esta más aplicable también al caso español, es que las familias
mejicanas tienen un mayor nivel de intercambio emocional entre sus
miembros, por lo que la disminución del contacto entre ellos sería tomado
como una retirada de atención o incluso como indiferencia de la familia hacia
el paciente, algo culturalmente atípico y posiblemente percibido por el
enfermo como un elemento perturbador emocional.
CONCLUSIONES
Parece ser que la EE es independiente de casi todos los factores con los que
se ha relacionado y que se afirma como el mejor predictor de la recaída.
Incluso se ha investigado en otras psicopatologías (O’Farrell, Hooley, Fals y
Cutter, 1998; Vaughn y Leff, 1976a) o en otras culturas distintas a la
anglosajona (Barrelet et al. 1990; Hashemi y Cochrane, 1999; Jenkins et al.,
1986; Karno et al. 1987; Lemos y Muñiz, 1989; Montero, Gómez-Beneyto,
Ruiz, Puche y Adam, 1992; Phillips y Xiong, 1995; Tanaka, Mino e Inoue,
1995), llegándose en la mayoría de ellos a resultados similares.
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