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Creo que uno de los aromas más hermosos que puede tener un hogar es a sopa.
La sopa me parece un alimento sumamente noble. Se pueden hacer miles de variedades,
combinaciones, estilos… Además le podemos dar la consistencia deseada, puede ser
totalmente líquido, algo más espeso, cremoso, con “cositas” para morder y tiene la
particularidad de ser un gran disfraz, ¡sí!, un disfraz.
Antes de pasar a algunas ideas sobre sopas, no quiero decir “recetas” porque, si bien no
estoy de acuerdo en seguir recetas paso a paso, aunque al principio es necesario y ayuda
mucho, pero cuando empezamos a tener más práctica en la cocina y vamos teniendo más
conocimientos, las recetas sirven como guías pero no para seguir estrictamente porque
perdemos la magia de hacer cosas distintas a nuestro gusto y posibilidades. Así que como
les decía, antes de pasar a algunas ideas sobre sopas, quería hacer algunos comentarios
sobre los disfraces.
Muchas veces escuchamos que nos dicen que tal alimento es “bueno” comerlo. Pero en un
principio por más “bueno” que sea, si no estamos acostumbrados a ese sabor nuevo, puede
pasar que no nos guste. Entonces está bueno incorporarlo, en un principio, disfrazado. Voy
a dar un ejemplo personal, no porque sea ejemplo de nada, sino para que sea más sencillo
de verlo. Particularmente la avena no es algo que me atrae. La avena instantánea se puede
comer directamente así sola sin problemas (no necesita cocción previa). Algunas veces
trataba de comerla en el desayuno, picaba fruta fresca con avena, algún fruto seco y a
cucharear. Pero a los días ya no me entusiasmaba esa combinación y justamente el
desayuno tiene que tener mucho entusiasmo. Así que dejé un poco de lado la avena y solo
la usaba en alguna preparación dulce, pero como llevaba cocción, muchas propiedades
nutricionales de la avena se perdían. Así que la gran solución fue la sopa. Cuando hago
sopa de verduras, le agrego 2 cucharadas de avena y pasan dos cosas mágicas: 1-puedo
incorporar los beneficios de la avena, 2-la avena hace un poco espesa a la sopa quedando
semi-cremosa, ¡una delicia!.
Así que ya sea para engañar un poco a nuestra mente (y sí, hay que engañarla un poco
veces) o para poder darle alimentos nutritivos a nuestros seres queridos, la sopa es un gran
disfraz. Muchas veces pasa que a los más chiquitos (y los no tan chiquitos también), es
medio complicado hacerles entender que tal alimento les trae muchos beneficios al
consumirlos, y está bien, es entendible, pero podemos intentar que consuman todas esas
propiedades beneficiosas a través de un pequeño truquito como este.
Puede ser avena, puede ser levadura nutricional, algas, determinadas verduras, especias…
Todo aquello que si tenemos que comerlo así de frente mirándolo a los ojos nos da un
poquito de… impresión.
En el caso de verduras que tal vez ahí en el plato, en todo su esplendor, la miramos de reojo
y desearíamos que no estuviese, en una sopa crema pasa como si nada. Ojos que no ven…
Por ejemplo la coliflor. Otro ejemplo personal. Si bien no es algo que no me guste, tengo
que ponerle bastante onda para comerlo porque no me atrae mucho que digamos. Pero si
hago una sopa crema de calabaza, le incorporo coliflor y ni me acuerdo que tenía coliflor.
El sabor no cambia, hace a la sopa más cremosa aún, y estoy incorporando una verdura que
de otra forma la esquivaría bastante. Cuando quiero hacer un acercamiento de amistad con
la coliflor, entonces dejo algunas florcitas chiquitas y se las agrego enteras por encima a la
sopa crema, cosa de verla, comerla y saber que no es tan terrible como la imaginaba. Sí, es
todo un entrenamiento mental.
Ahora es cuestión de empezar a hacer un revisión de qué alimentos nos cuestan un poco
incorporar pero que en una sopa ni nos acordaríamos que está.
De todas formas, quisiera hacer algunas aclaraciones respecto de los alimentos que son
“buenos” incorporar. Tenemos que tener en cuenta que obligarnos a comer tal cosa o dejar
de comer tal otra porque hace mal, bien, no nos va a ayudar en el largo plazo. Como les
decía antes, escuchamos que nos dicen que tal alimento es “bueno” incorporarlo pero lo
probamos y no nos gusta. En este caso no tendríamos que obligarnos a comerlo igual, si no
ver con qué otro alimento reemplazarlo y si no existe ningún otro alimento con qué
reemplazarlo, podemos probar el disfraz pero para algunas ocasiones. Por más que nos
repitamos que ese alimento es “bueno”, si a nuestro paladar no le gusta, difícilmente
podamos amigarnos del todo y en un tiempo más o menos largo, vamos a terminar por
dejarlo y hasta detestarlo un poco más. En cuanto a la alimentación respecta no deberíamos
“obligarnos” a nada, ni a sumar alimentos, ni a dejarlos. Lo importante es tomar conciencia
de qué es alimentarnos, si lo que vamos a comer nos va a nutrir o solo llenarnos la panza.
Entonces ahí, en algún momento, vamos a poder ir tomando conciencia de lo que significa
comer y ya los conceptos de alimentos “buenos” o “malos” van a dejar de existir y serán
reemplazados por alimentos que nutren o no nutren. Por eso es que bueno y malo lo escribo
siempre entre comillas.
Calabaza
Zapallitos redondos
Brócoli
Zanahoria
Choclo
Apio
Perejil
Sal del Himalaya, cúrcuma, garam masala (¿y esto?, luego les comento)
Empezamos lavando todas las verduras. Pelamos zanahoria y calabaza. Luego cortamos
todo en trozos más o menos iguales. Particularmente me gusta que queden grandes, pero es
a gusto de cada uno. El choclo, así crudo, le saco todos los granos.
Preparamos un nituke con todas las verduras en una olla grande, con capacidad suficiente
para luego llenarla de agua y ahí mismo hacer la sopa. El perejil y las hojas de apio las dejo
aparte.
Luego de cocinar el nituke por unos 15 minutos, destapo la olla y le agrego agua hasta tapar
las verduras o hasta la cantidad que quiera hacer de sopa. Si nos gusta más o menos aguada,
o sea, si queremos más o menos caldo, es la cantidad de agua que le agregaremos. Una vez
que pusimos el agua que queríamos, revolvemos todo y subimos el fuego a medio-alto.
Tapamos y dejamos cocinar uno 10 a 15 minutos más. Pasado el tiempo, apagamos el
fuego, y agregamos los condimentos que nos gusten más las hojas del apio y el perejil
entero.
Los condimentos para este tipo de sopa, me gusta el garam masala que es una mezcla de
especias. Parecido al curry pero sin cúrcuma. Se consigue en las dietéticas. Entonces, le
agrego el garam masala, cúrcuma, y sal del Himalaya. A veces también le agrego orégano y
hojas de laurel.
Las hojas de apio y el perejil, si no nos gusta comerlo, podemos dejarlo. Al incorporarlo a
la sopa, ya vamos a tener todas sus propiedades sin necesidad de comerlos. Pero si ni
siquiera nos gusta el sabor que deja, no los pongamos, como cualquier otra verdura que no
nos guste.
A esta sopa es a la que le agrego la avena. Cuando la sirvo, le agrego 2 cucharadas de avena
instantánea. Se va a hacer un poco cremosa y la avena pasa como si nada. En vez de avena
podemos agregarle levadura nutricional o algas picadas. Hay que tener en cuenta que las
algas para consumir de esta manera las únicas aptas son las algas Nori. En otra ocasión
veremos más en detalle las algas, pero para quien ya las conozca y consuma, esta es otra
manera de agregarlas a nuestro plato.