Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Wallerstein Immanuel
Wallerstein Immanuel
RESEÑA:
El sueño americano que acompañó al optimismo de generaciones de estadounidenses
pareció convertirse en pesadilla el 11 de septiembre de 2003 y haberse desvanecido
desde entonces por fuerza de una realidad terca y caótica. Sin embargo, lo cierto es que
desde que Estados Unidos emergiera ante el mundo tras la Segunda Guerra mundial, no
sólo como potencia militar, sino también económica e incluso moral, no ha hecho sino
imbuirse en una espiral descendente al servicio de la propia lógica capitalista.
En este libro el autor se cuestiona el papel de la intelectualidad crítica estadounidense,
se plantea prioridades en el campo de la ética política y hace una reflexión acerca de
una necesaria alternativa que pueda encauzar la podredumbre estructural que amenaza
al imperio y, por extensión, al mundo.
BIOGRAFIA:
Immanuel Wallerstein (Ciudad de Nueva York, 28 de septiembre de 1930) es un
sociólogo y científico social histórico estadounidense. Principal teórico del análisis de
sistema-mundo. Obtuvo su maestría en 1954 y el doctorado en 1959, después trabajó
como conferencista hasta 1971, año en que se hizo profesor de sociología en la
Universidad de McGill. En 1976 se hizo profesor de sociología de la Universidad de
Binghamton (SUNY), puesto que ocupó hasta que se retiró en 1999. Fue director del
Centro Fernand Braudel de estudios económicos, sistemas históricos y civilización.
Wallerstein ocupó diversos puestos entre ellos el de profesor visitante en diferentes
universidades alrededor del mundo, fue premiado con múltiples títulos honoríficos.
También fue el director de estudios asociados en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias
Sociales (École des Hautes Études en Sciences Sociales) en París, y fue presidente de la
Asociación Sociológica Internacional de 1994 a 1998.
Immanuel Wallerstein
Immanuel Wallerstein
Información personal
Nacionalidad Estadounidense
Educación
Información profesional
Índice
[ocultar]
1Educación y vida profesional
2Líneas teóricas esenciales
o 2.1El moderno sistema-mundo
o 2.2El Centro Immanuel Wallerstein
3Citas de Immanuel Wallerstein
o 3.1El cambio social y la justificación de El moderno sistema mundial
o 3.2El origen de la economía-mundo capitalista
o 3.3Sobre el origen del Estado moderno y el absolutismo
o 3.4Sobre la Revolución francesa
o 3.5Sobre Karl Marx
o 3.6Sobre las ciencias sociales
4Obra publicada
o 4.1Obras de Inmanuel Wallerstein
o 4.2Bibliografía sobre Immanuel Wallerstein
o 4.3Artículos en prensa y Comentarios
5Referencias
6Véase también
7Enlaces
Karl Marx, donde se incluye la crítica sobre el capitalismo del socialismo científico como
un enfoque de aproximación marxista basado en el materialismo histórico.
Lo que aquí es relevante es que así me hice consciente del grado en que la sociedad como abstracción
quedaba grandemente limitada a sistemas político-jurídicos como realidad empírica. Era una perspectiva
falsa el adoptar una unidad como la "tribu" e intentar analizar su funcionamiento sin hacer referencia al
hecho de que, en una situación colonial, las instituciones gobernantes de una "tribu", lejos de ser
"soberanas", estaban seriamente circunscritas por las leyes (y las costumbres) de una entidad mayor de
la cual formaban parte indisociable, léase la colonia. De hecho esto me llevó a la generalización más
amplia de que el estudio de la organización social era en su mayor parte deficiente debido a la muy
extendida falta de consideración del marco legal y político en el que tanto las organizaciones como sus
miembros operan. Wallerstein, I. - El moderno sistema mundial I 3
¿Cómo podía uno decir que la Francia del siglo XVII era en algún aspecto equivalente a la India del siglo
XX? Los legos podrían considerar tal afirmación absurda. ¿Estarían acaso tan equivocados? Está muy
bien y es muy cómodo eso de apoyarse en las fórmulas de los libros de texto acerca de las virtudes de
la abstracción científica, pero las dificultades prácticas de la comparación parecían
inmensas. Wallerstein, I.-El moderno sistema mundial I4
Si determinadas sociedades atravesaban "etapas", es decir, tenían una "historia natural", ¿qué sucedía
entonces con el propio sistema mundial? ¿Acaso no tenía "etapas", o al menos una "historia natural"? Si
así fuera, ¿no estaríamos estudiando evoluciones comprendidas dentro de otras evoluciones? Y de ser
ese el caso, ¿no se estaría convirtiendo la teoría en algo ligeramente sobrecargado en epiciclos? ¿No
estaría pidiendo a voces algún toque de simplificación?. Wallerstein, I.-El moderno sistema mundial I5
¿Cómo hicieron los reyes, que eran los directores del aparato de Estado en el siglo XVI, para
fortalecerse? Utilizaron cuatro mecanismos fundamentales: burocratización, monopolización de la
fuerza, creación de legitimidad y homogeneización de la población súbdita. Wallerstein, I. - El moderno
sistema mundial I8
La Revolución francesa tal vez no fue una "revolución burguesa" puesto que en la economía-mundo
capitalista en la cual se ubicaba Francia, el comportamiento económico de la clase dominante era
"capitalista". En ese sentido, los "capitalistas" no tenían necesidad de una revolución política en estados
particulares con el fin de obtener el droit de cité [derecho de alternancia] o buscar sus intereses
fundamentales. Wallerstein, I.-Impensar las ciencias sociales10
Estos "levantamientos" por supuesto podrían asemejarse de manera analítica a las recurrentes revueltas
por comida y alborotos campesinos de los siglos anteriores. Creo que la burguesía del mundo percibió
que algo diferente estaba ocurriendo, que a esos "levantamientos" podrían catalogárseles mejor como
los primeros disturbios verdaderamente antisistémicos (es decir, en contra del sistema capitalista) del
mundo moderno. No es que esos levantamientos antisistémicos tuvieran mucho éxito, sino que al
menos se habían suscitado y por lo tanto presagiaron un importante cambio cualitativo en la estructura
del sistema-mundo capitalista, un punto de cambio en sus políticas. Wallerstein, I.-Impensar las ciencias
sociales11
Sobre Karl Marx[editar]
Marx tenía un defecto importante. Era excesivamente smithiano (la competencia es la norma del
capitalismo, el monopolio una distorsión) y schumpeteriano (el empresario es el agente del progreso).
Numerosos marxistas del siglo XX no comparten ya estos prejuicios, aun cuando creen que eso es
porque el capitalismo ha evolucionado. Sin embargo, una vez que se invierten estos supuestos, el uso
de un marco dialéctico y materialista para el análisis obliga a hacer una lectura muy diferente de la
historia de los siglos XVI a XVIII, incluso del XIX, de lo que el mismo Marx hizo la mayoría de las
veces. Wallerstein, I.-El moderno sistema mundial III12
Es en cambio al otro Marx, al que veía la historia como una realidad compleja y sinuosa, al que insistía
en el análisis del carácter específico de los diferentes sistemas históricos, al Marx que era, por tanto,
crítico del capitalismo como sistema histórico, a quien debemos devolver en el primer plano. ¿Qué
encontró Marx cuando examinó a fondo el proceso histórico del capitalismo? Encontró no solo
la lucha de clases, que a fin de cuentas era el fenómeno de "todas las sociedades existentes hasta el
presente", sino también la polarización de las clases. Esta fue su hipótesis más radical y atrevida y, por
consiguiente, la más criticada. Wallerstein, I.-Raza, nación y clase13
Puesto que la presión por la transformación política y social había adquirido una urgencia y una
legitimidad que ya no resultaba fácil contener mediante la simple proclamación de teorías sobre un
supuesto orden natural de la vida social. En cambio muchos –sin duda con esperanzas de limitarlo-
sostenían que la solución consistía más bien en organizar y racionalizar el cambio social que ahora
parecía inevitable en un mundo en el que la soberanía del “pueblo” iba rápidamente convirtiéndose en la
norma. Pero para organizar y racionalizar el cambio social primero era necesario estudiarlo y
comprender las reglas que lo gobernaban. No sólo había espacio para lo que hemos llegado a llamar
ciencia social, sino que había una profunda necesidad de ella. Además parecía coherente que si se
intentaba organizar un nuevo orden social sobre una base estable, cuanto más exacta (o “positiva”)
fuese la ciencia tanto mejor sería todo lo demás. Wallerstein, I.-Abrir las ciencias sociales15
El hecho de que las ciencias sociales construidas en Europa y Estados Unidos durante el siglo XIX
fueran eurocéntricas no debe asombrar a nadie. El mundo europeo de la época se sentía culturalmente
triunfante y en muchos aspectos lo era. Europa había conquistado el mundo tanto política como
económicamente, sus realizaciones tecnológicas fueron un elemento esencial de esa conquista y
parecía lógico adscribir la tecnología superior a una ciencia superior y a una superior visión del
mundo. Wallerstein, I.-Abrir las ciencias sociales16
Obra publicada[editar]
Obras de Inmanuel Wallerstein[editar]
Referencias[editar]
1. Volver arriba↑ The International N. D. Kondratieff Foundation
2. Volver arriba↑ Wallerstein, I., El moderno sistema mundial I. La agricultura capitalista y los
orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, p. 7
3. Volver arriba↑ Wallerstein, I., El moderno sistema mundial I. La agricultura capitalista y los
orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, pp. 9-10
4. Volver arriba↑ Wallerstein, I., El moderno sistema mundial I. La agricultura capitalista y los
orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, p. 12
5. Volver arriba↑ Wallerstein, I., El moderno sistema mundial I. La agricultura capitalista y los
orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, p. 12.
6. Volver arriba↑ Wallerstein, I., El moderno sistema mundial I. La agricultura capitalista y los
orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, p. 21)
7. Volver arriba↑ Wallerstein, I., El moderno sistema mundial I. La agricultura capitalista y los
orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, pp. 189-190
8. Volver arriba↑ Wallerstein, I., El moderno sistema mundial I. La agricultura capitalista y los
orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, p. 191
9. Volver arriba↑ Wallerstein, I. El moderno sistema mundial III. La segunda era de gran
expansión de la economía-mundo capitalista, 1730-1850, p. 70
10. Volver arriba↑ Wallerstein, I., Impensar las ciencias sociales. Límites de los paradigmas
decimonónicos, p. 11.
11. Volver arriba↑ Wallerstein, I., Impensar las ciencias sociales. Límites de los paradigmas
decimonónicos, p. 17-18.
12. Volver arriba↑ Wallerstein, I. El moderno sistema mundial III. La segunda era de gran
expansión de la economía-mundo capitalista, 1730-1850, p. 71
13. Volver arriba↑ Wallerstein, I., Raza, nación y clase. Las identidades ambiguas, p. 198
14. Volver arriba↑ Wallerstein, I., Abrir las ciencias sociales, p. 4
15. Volver arriba↑ Wallerstein, I., Abrir las ciencias sociales, p. 10-11
16. Volver arriba↑ Wallerstein, I., Abrir las ciencias sociales, p. 57
17. Volver arriba↑ Contradictions in the Latin American Left, 15/8/2010
18. Volver arriba↑ Le monde diplomatique.es
19. Volver arriba↑ Sin permiso - información por autor
20. Volver arriba↑ Comentarios -binghamton.edu-
21. Volver arriba↑ Immanuel Wallerstein. Opciones imposibles en una depresión mundial,
19/7/2010
Home
Re s eñ a s de l ib r os
Editorial:
Cantidad de páginas:
190
Lugar de publicación:
Buenos Aires
Fecha de publicación:
Septiembre de 2006
Precio:
22 pesos
“La historia no está con nadie.” Es conveniente apuntar de entrada esta afirmación del autor, ya que el título
de la obra induce a suponer que se trata de uno de esos trabajos, más expresión de deseos que análisis
concreto, a los que acostumbran ciertos analistas de izquierdas. Wallerstein demuestra la decadencia del
poder estadounidense con argumentos fácticos y extrañamente –en estos tiempos de pensamiento débil–
apoyados en el análisis de los ciclos históricos, la estructura económica del sistema capitalista y las razones,
el modo y los efectos del actual proceso de globalización. Para el autor, el capitalismo es un “sistema-
mundo”, al que es ineludible pensar según la idea china de que el aleteo de una mariposa en Asia puede
desencadenar un huracán en América (y viceversa), y también un “sistema-histórico” que, como todos los
anteriores, ha conocido su período de gestación, de auge y esplendor y, ahora, de inevitable declive. Desde
este punto de vista, arriesga una opinión que hará saltar por los aires a más de un lector superficial de
Carlos Marx y a lo que queda de la ortodoxia leninista: durante el período de auge capitalista, todos los
intentos por modificar el sistema, desde la Revolución Soviética hasta la socialdemocracia, pasando por los
nacionalismos, han sido funcionales, expresión contradictoria del propio sistema. Lo que no supone negar su
importancia, sino considerarlos –en especial al leninismo– como intentos que tuvieron su razón de ser en
determinados momentos históricos, pero de los que restan muy pocas herramientas teóricas y prácticas para
orientarse en el caos actual.
“Estados Unidos (es hoy) una superpotencia solitaria que carece de verdadero poder, un dirigente mundial al
que nadie sigue ni respeta y una nación peligrosamente a la deriva en medio de un caos global que ella no
puede controlar.” De esta afirmación no se sigue que la cabeza del Imperio se derrumbará una mañana
como las Torres Gemelas el 11-S, ni que un sistema más democrático e igualitario reemplazará
naturalmente al injusto capitalismo.
“La historia no está con nadie”, reitera el autor en los últimos capítulos, destinados a analizar la situación y
perspectivas de las izquierdas (en el sentido más amplio, incluyendo a los “verdaderos” liberales) en el
mundo actual. Esfumadas “las trayectorias” de las Revoluciones Francesa y Rusa, que compartieron la idea
de la linealidad del progreso histórico, Wallerstein está lejos de mostrarse pesimista, pero advierte que
“quienes están en el poder ya no tratarán de conservar el sistema existente –condenado como está a su
autodestrucción–; más bien tratarán de asegurar (…) un sistema nuevo que repita las peores características
del existente, sus jerarquías, sus privilegios, sus desigualdades”.
Entonces, ¿el Gran Hermano o un mundo nuevo? Para Wallerstein, “la respuesta es incierta, pero es seguro
que todos, individual y colectivamente, podemos afectar el futuro más de lo que creemos, porque estamos
viviendo una etapa de transición, de bifurcaciones caóticas, de opción”.
Immanuel Wallerstein
Los libros de historia registran que la primera guerra mundial estalló en 1914 y que
concluyó en 1918, y que la segunda guerra mundial duró de 1939 a 1945. Sin embargo,
tiene mucho más sentido considerar a las dos como una sola y continua "guerra de
treinta años" entre Estados Unidos y Alemania, con sus treguas y conflictos locales
repartidos en medio. La lide por la sucesión hegemónica adquirió un giro ideológico en
1933, cuando los nazis llegaron al poder en Alemania y empezaron su búsqueda por
trascender el sistema global en su conjunto, no persiguiendo la hegemonía dentro del
sistema al uso, sino más bien bajo la forma de un imperio global. Recuérdese la consigna
nazi "ein tausendjähriges Reich" (un imperio de mil años). Por su parte, Estados Unidos
asumió el papel del abogado de un liberalismo centrista a nivel mundial -recuérdense
las "cuatro libertades" del ex presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt
(libertad de expresión, libertad de culto, libertad frente a la carencia y frente al miedo)
y se metió en una alianza estratégica con la Unión Soviética, volviendo posible la derrota
de Alemania y sus aliados.
Los acuerdos formales de Yalta fueron menos relevantes que los acuerdos informales,
los cuales no se verbalizaron y sólo pueden valorarse al observar la conducta de Estados
Unidos y de la Unión Soviética durante los siguientes años. Al terminar la guerra en
Europa, el 8 de mayo de 1945, las tropas soviéticas y occidentales -esto es, las
estadunidenses, las británicas y las francesas- se ubicaron en sitios especiales: en
esencia, a lo largo de una línea norte-sur en el centro de Europa, el río Elba, la histórica
línea divisoria de Alemania. Salvo ciertos ajustes menores, ahí se quedaron. En
retrospectiva, Yalta significó el acuerdo de ambas partes en cuanto a que ahí podían
permanecer y que ninguna de las partes emplearía la fuerza para sacar a la otra. Este
arreglo tácito incluía asimismo a Asia, como lo mostró la ocupación estadunidense de
Japón y la división de Corea. Por tanto, en términos políticos Yalta fue un acuerdo sobre
el statu quo en el cual la Unión Soviética controlaba aproximadamente un tercio del
mundo y Estados Unidos el resto.
Washington enfrentó asimismo desafíos militares más serios. La Unión Soviética contaba
con las fuerzas de tierra más grandes del mundo, en tanto que el gobierno estadunidense
se encontraba bajo la presión interna de reducir su ejército, para acabar en particular
con el reclutamiento forzoso. De ahí que Estados Unidos decidiera afirmar su poderío
militar no por medio de las fuerzas de tierra, sino del monopolio de las armas nucleares,
más una fuerza aérea con la capacidad para desplegarlas. Este monopolio en breve
desapareció: para 1949 la Unión Soviética ya había desarrollado también sus armas
nucleares. Desde entonces, Estados Unidos se ha visto reducido a tratar de prevenir la
adquisición de armas nucleares -y de armas químicas y bacteriológicas- por otras
potencias, esfuerzo que, para el siglo XXI, no parece haber sido muy exitoso.
Hasta 1991, Estados Unidos y la Unión Soviética coexistieron en el "equilibrio del terror"
de la Guerra Fría. Sólo en tres ocasiones se puso seriamente a prueba este statu quo:
el bloqueo de Berlín en 1948-1949, la guerra de Corea de 1950 a 1953 y la crisis cubana
de los misiles en 1962. En todos los casos, el resultado fue la restauración del statu quo.
Más aún, es preciso señalar cómo cada vez que la Unión Soviética enfrentó una crisis
política en sus regímenes satélite -Alemania del Este en 1953, Hungría en 1956,
Checoslovaquia en 1968 y Polonia en 1981-, Estados Unidos apenas se involucró en algo
más que maniobras de propaganda, permitiéndole a la Unión Soviética proceder a su
antojo.
El éxito de Estados Unidos como poder hegemónico en la etapa de la posguerra creó las
condiciones del deceso hegemónico de la nación. Este proceso se engloba en cuatro
símbolos: la guerra en Vietnam, las revoluciones de 1968, la caída del Muro de Berlín en
1989 y los ataques terroristas de septiembre de 2001. Cada uno de estos símbolos se
fueron montando uno encima del otro hasta culminar en la situación en la que Estados
Unidos se ve hoy: una superpotencia solitaria que carece de verdadero poder, un
dirigente mundial al que nadie sigue ni respeta y una nación peligrosamente a la deriva
en medio de un caos global que no puede controlar.