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La idea que tenemos de nosotros mismos está íntimamente tejida con la lengua que hablamos;

nuestra identidad, nuestros pensamientos y sueños están en buena parte adheridos a la lengua
materna, porque en esa lengua nuestros familiares nos mostraron el mundo y se volvió parte de
nuestro ambiente y tejido social.

las comunidades han creado visiones del mundo y representaciones llenas de sentido y significado,
que dignifican a sus sociedades y que se han transmitido por distintos medios, siendo el lenguaje
hablado, la oralidad, el más versátil.

Una de las particularidades del lenguaje humano, es que es muy importante para cada individuo y,
a la vez, es intrínsecamente social; es universal, pero, a la vez, es idiosincrático, moldea la
identidad de cada grupo social local y varía según el contexto. Una de las características de los
idiomas o lenguas, como mani - festación del lenguaje humano, es que cada uno es una tradición
heredada por una comunidad, en la que se ha plasmado la historia de sus ancestros. Por tanto, al
recibir una lengua también se reciben algunas ideas asociadas a la experiencia de las comunidades
que han usado esa lengua. Una última característica del lenguaje, es que cada persona posee
mucho en común con quienes hablan su misma lengua, pero cada persona vive y usa el idioma de
manera única; esto es, que nuestra forma de hablar es un rasgo de nuestra identidad, tanto
personal como colectiva. Por eso, cada vez que hablamos de las lenguas terminamos hablando de
identidades, de ‘noso - tros’ y de los ‘otros’, de interculturalidad, de encuentros y migraciones, de
dominaciones y liberaciones, de la historia cultural de las poblaciones, y de cómo estos andares
deberían llevar al diálogo y al entendimiento.

La gran mayoría de pueblos del mundo cuya lengua entró en un proceso de pérdida presenta
también carencias y muestras de pobreza en otros ámbitos. En el caso de muchos pueblos
indígenas dicha pérdida es evidente, dado que la mera asistencia económica no soluciona los
problemas que menguan el bienestar social integral y el desarrollo personal de sus miembros. En
las reservas de los pueblos originarios de los Estados Unidos se observa que, además de no
superar la pobreza, esta situación da lugar a la aparición y a la prevalencia de situaciones de
exclusión y marginación en muchos casos.

El objeto de la investigación se hizo pensando en nuestro origen, de cómo hemos evolucionado las
personas, la comunidad y la cultura y como esa evolución ha perjudicado nuestras culturas entre
ellas nuestra lengua materna.

Este legado se considera como parte vital de la vida del ebera, lo que sucede hoy, es que eso se ha
ido debilitando y se han ido olvidando y pienso que se debería retomar desde la escuela y las
autoridades, ya que estos saberes aportan al fortalecimiento de la identidad cultural, espiritual y
lingüística de la comunidad.

El pueblo embera constituye uno de los grupos indígenas más importantes que habitan la región
del Pacífico colombiano. Este grupo indígena se ha ubicado en una gran extensión de territorio,
desde el suroccidente de Centroamérica a lo largo del noroccidente suramericano. Ha ampliado
sus territorios tradicionales por medio de sucesivas migraciones, y por el norte ha alcanzado la
provincia del Darién en el litoral pacífico panameño; hacia el sur ocupa las cabeceras de los ríos
Naya, Saija, Satinga y Sanquianga hasta la provincia de Esmeraldas, en Ecuador. Hacia el este los
embera han traspasado en tiempos recientes la cordillera, ubicándose en los departamentos del
Caquetá y del Putumayo. Más concretamente, las comunidades embera se encuentran desde la
provincia del Darién en Panamá, en los departamentos colombianos de Antioquía, Córdoba,
Caldas, Chocó, Risaralda, Valle, Cauca y Nariño, hasta Ecuador (establecidos fundamentalmente en
los ríos Naya, Yurumangié, San Juan, Atrato y el Sijai).12 La lengua embera o emberá3 , hablada
por alrededor de 70 000 indígenas, forma parte de la familia lingüística chocó, que comprende
también el wounaan o waunana, aparte de los distintos dialectos embera (Aguirre, 1999). La
mayoría de los embera vive en Colombia; cerca de 20 000 en Panamá y unos cuantos cientos en
Ecuador. En Colombia la mayoría de los emberahablantes (cerca de 52 000) se concentra en el
departamento del Chocó, pero también hay comunidades embera en Antioquia, Bolívar, Caldas,
Córdoba, Risaralda, Valle, Cauca y Nariño.

Los embera chamí “fueron en sus orígenes un grupo nómada dedicado a la caza, la pesca y la
recolección” (Vasco, 1973). Antes de la colonización de sus territorios, este pueblo presentaba
dentro de sus dinámicas sociales una fuerte relación con la tierra. La tierra era la base de la
existencia de la comunidad, no existía la concepción de propiedad o de valor económico sobre ella
y los diferentes grupos reivindicaban el usufructo de los recursos naturales para la supervivencia
de las comunidades. El carácter colectivo de la tierra cohesionaba el valor de pertenecer a una
comunidad y trabajar para ella7 . La estrecha relación del Pueblo Embera Chamí con la tierra
empezó a desintegrarse con el inicio del proceso de conquista española y que desembocó en el
abandono forzado de las tierras con las que habían creado esa relación y su reemplazo por
territorios de selva húmeda, con suelo, clima y productividad diferente. Estas circunstancias
redujeron la disponibilidad de los recursos que ofrecía la tierra y transformaron las dinámicas
internas de las comunidades, incorporando la noción de propiedad no colectiva y con ésta, una
nueva estructura de grupo. Este grupo se destaca por la dispersión de sus asentamientos ubicados
sobre las cuencas de los ríos, en donde han desarrollado por cientos de años una cultura adaptada
a los ecosistemas de selva húmeda tropical. Habitan en tambos rectangulares construidos en
guadua, separados entre sí y ocupados por varias generaciones de una familia extensa.

La cosmovisión embera chamí sobre de los embera, está contenida en un relato de una mujer
embera (Vasco, 1990): Rosa Elvira piensa que hay tres mundos: el de arriba (bajía), en donde están
Karagabí (la luna y padre de Jinopotabar) y Ba (el trueno); éste, que es la tierra (egoró), en donde
viven los Embera; y el de abajo (aremuko o chiapera), al cual se llega por el agua y en donde viven
los Dojura, Tutruica, Jinopotabar y los antepasados y se originan los jaibaná (sabios
tradicionales)14. Jinopotabar los une a todos y puede pasar de uno a otro con su trabajo, pues es
cure, sabio, jaibaná. Este mundo tiene también tres partes, tres órdenes: el del monte; el de la
tierra, donde viven los Embera en las orillas de los ríos; y el del agua; tres componentes que se
equivalen y relacionan con los tres anteriores. Así, sus términos extremos, monte y río, son las vías
de comunicación con el mundo de arriba y el de abajo, respectivamente15. Por eso Jinopotabar va
al monte cuando quiere ir a la luna que navega por el cielo en su canoa, y al río cuando quiere
alcanzar el mundo de abajo. En el anterior fragmento de la narración de una mujer embera chamí
se identifica parte de la cosmovisión chamí, dentro de la cual uno de los dioses principales es
Karagabí, el cual transmite y deposita gran parte de su conocimiento en el jaibaná. El mundo
embera proviene del equilibro de esos mundos y los órdenes que están entre ellos generan la vida
cotidiana chamí. Lo que pertenece al mundo de arriba debe bajar hasta éste; aquello que
pertenece al que está abajo debe subir, ascenso que representa un salir de entre la tierra. Basados
en esta concepción, el agua, es por excelencia el elemento mediador entre el mundo de arriba y el
mundo de abajo, ya que se unen el movimiento de caer y salir; de aquí nace también la
importancia de los ríos y la ubicación de las comunidades respecto a ellos, se relata que río arriba
en el nacimiento del agua está la selva con toda su fuerza, con sitios peligrosos y temidos, y rio
abajo está el lugar de los hombres en donde se puede vivir.

determinar las concepciones y prácticas del saber ancestral que contribuyen a


la interculturalidad en salud en un pueblo indígena.

La medicina tradicional indígena ha sido utilizada por miles de años para


mejorar la salud humana y es reconocida por la Organización Mundial de la
Salud (OMS) como una opción terapéutica válida en múltiples contextos. La
OMS la define como el cúmulo de prácticas, enfoques y conocimientos que
incorporan una amplia variedad de terapias para mantener el bienestar; tratar,
diagnosticar y prevenir las enfermedades, y en general sanar el cuerpo y el
espíritu,1 además, alude a un conjunto de contenidos teóricos y prácticos que
son transmitidos de generación en generación, fundamentados en
concepciones míticas y la singularidad histórico-cultural de las comunidades.

aplicación de la medicina tradicional y en Latinoamérica, a través del Programa Salud


de los Pueblos Indígenas, se busca lograr la equidad en la atención en salud y el
respeto a la diversidad cultural para mejorar el estado de salud y las condiciones de
vida de las comunidades indígenas.3,4

La medicina tradicional indígena presenta múltiples ventajas entre las cuales destacan
la concepción y atención holística del sujeto, diversidad de recursos terapéuticos,
asequibilidad y aceptación de la población, bajo costo y acceso en poblaciones donde
los sistemas de salud occidentales no tienen presencia,1,5 además, supera la mayoría
de problemas que presenta el modelo hegemónico de salud , entre ellas:

"El biologismo, concepción metodológica positivista, dominio de un marco teórico-


ideológico evolucionista y cartesiano, ahistoricidad, asocialidad, individualismo, la salud
y la enfermedad como mercancías, orientación asistencial, práctica curativa basada en
la eliminación del síntoma, relación asimétrica médico-paciente, subordinación técnica
y social del paciente, concepción del paciente como ignorante, portador de un saber
equivocado y consumidor pasivo, exclusión del paciente del saber médico, escasa
aplicación de actividades preventivas, deslegitimación científica de otros saberes y alto
grado de tecnologización e institucionalización de la medicina".6

No obstante lo anterior, la medicina indígena presenta limitaciones, que a su vez


constituyen ventajas de la biomedicina, como la falta de equipos y de inversión en
tecnología, ausencia de evidencia sobre algunas terapias utilizadas, bajo
reconocimiento por parte de los gobiernos y protección excesiva (en el interior de los
resguardos) de los conocimientos que tienen los indígenas sobre la medicina
tradicional.1

Dadas las limitaciones y ventajas de la biomedicina y la etnomedicina, en la actualidad


se busca fomentar la interculturalidad en salud. La OMS, en su estrategia sobre
medicina tradicional 2002-2005, busca que esta pueda ser integrada a los sistemas de
salud de cada país,1 y concretamente en Colombia, a través de la ley 691 de 1991, se
reglamenta la participación de los grupos étnicos en el sistema de seguridad social en
salud, de tal manera que en los planes y servicios de salud pueda existir pluralismo
médico, complementariedad terapéutica e interculturalidad.7

En relación con la interculturalidad, es oportuno precisar que esta tiende a confundirse


con las concepciones de pluriculturalidad y multiculturalidad; la primera alude a
situaciones donde las personas que hacen parte de una comunidad aportan sus modos
de pensar y actuar, mientras que la segunda determina la presencia de varias culturas
en un lugar específico.8,9 La interculturalidad es un término que significa "entre
culturas", pero no se refiere al hecho de que convivan sin relación como en caso de la
pluriculturalidad o que se presenten interaccionen hegemónicas como ocurre en la
multiculturalidad. La pretensión de la interculturalidad es el intercambio respetuoso de
conocimientos y tradiciones, la complementariedad, el diálogo, la comunicación y el
aprendizaje constantes, y la primacía del sujeto sobre las diferencias culturales y
sociales.10

La necesidad de complementariedad y reciprocidad, sumada a la relevancia de la


intersubjetividad presente en el encuentro de actores con diferentes culturas,
demuestran la importancia de fomentar la interculturalidad en salud, entendida como
la relación entre personas o grupos sociales de diversas culturas que potencian los
servicios de salud con base en las necesidades, organización y control de los
pueblos.11 Además, la salud intercultural alude a la capacidad de moverse
equilibradamente entre conocimientos, creencias y prácticas culturales diferentes
respecto a la salud y la enfermedad, la vida y la muerte, el cuerpo biológico, social y
relacional; percepciones que a veces pueden ser incluso contrapuestas

A pesar de los esfuerzos de la OMS, del Ministerio de la Protección Social de Colombia


y de las autoridades indígenas por dotar de un marco conceptual, normativo y
pragmático la salud intercultural, aún no se ha consolidado el diálogo e interacción
entre ambas medicinas debido a factores como:

 Las autoridades en salud de Colombia tienen otras prioridades como el


aseguramiento universal para garantizar la atención en salud,

 en algunos lugares con asentamientos indígenas persisten barreras culturales,


geográficas y de acceso a servicios de salud,13

 predominio de la medicina científica,

 subvaloración de los recursos terapéuticos indígenas,

 uso de la medicina indígena por "mestizos" quienes no comprenden su


determinación cultural,
 desconocimiento de las especificidades de cada pueblo indígena y la diversidad
de sus abordajes en el proceso salud-enfermedad,

 bajo desarrollo de investigaciones sobre el acervo cultural indígena,

 elevado grado de mestizaje, entendido como la adopción de comportamientos,


formas de pensamiento y visiones del mundo no indígena, y que

 los pocos esfuerzos para lograr la interculturalidad y el rescate del saber


ancestral no han logrado la interacción requerida.14-16

En este grupo étnico la mayoría es hablante de la lengua propia. No obstante, la situación social y
lingüística de los embera de Colombia ha cambiado drásticamente en los últimos años, debido a
que la población civil de esta zona ha sufrido —sobre todo las mujeres y los niños—
constantemente las graves consecuencias humanitarias del conflicto armado, principalmente el
desplazamiento forzado. Por ello, actualmente es posible encontrar numerosa población embera
en ciudades como Medellín y Bogotá, sin que se haya realmente estudiado el impacto que este
fenómeno ha causado a nivel social y lingüístico. El pueblo embera está compuesto por varios
grupos que comparten su historia, tradiciones y cosmovisión. Sin embargo, la lengua nativa de
cada uno de los grupos que lo componen difiere y presenta variedades dialectales en proceso de
ser unificadas. Los estudios sobre la lengua y la sociedad emberas son muy limitados; los propios
embera trabajan con la hipótesis de que su lengua la componen cuatro dialectos diferenciados
pero altamente comprensibles entre sí: el topida (en castellano embera dobida4 ; to, ‘río’; topida,
gentilicio de lugar, ‘gente de río’), eyapida o eapida (en castellano embera katío o embera eyabida;
eya o ea, ‘monte’; eyapida, ‘gente de montaña, montañeses’), oipida (en castellano embera chamí
o embera oibida; oi, ‘selva’; oipida, ‘gente de selva’) y eperarã siapidarã (sia, ‘flecha’; siapida,
‘gente de flecha’). Aunque antiguamente las variedades embera se diferenciaban
geográficamente, en la actualidad, debido a los desplazamientos forzosos de muchas de sus
comunidades, comparten el mismo territorio o se encuentran próximas.

Los emberá presentan cuatro formas dialectales: emberá-dobidá, emberá-


chamí, emberá-katío y sía-pedeé. Dentro de este último, se distinguen tres
grupos de acuerdo a los territorios que ocupan: los Dóbida, los Eyabida y los
Oibida. Los emberá-chamí y los emberá-katíos están dentro del grupo Eyabida,
aunque entre ellos existen variaciones dialectales y diferentes modos de vida,
procesos productivos y vestuarios.23,24 Según el medio en que viven se
denominan Eyábida (hombres de montaña) y Dobidá o Dóbida (hombres de
río). Otra fuente indica que los emberá se clasifican a sí mismos, según sus
condiciones de vida, como: Dóbida, habitante de las riberas de los
ríos; Pusábida, habitante de las costas marítimas del
Pacífico; Chamí, habitante de la cordillera; Oíbida, habitante de los bosques
andinos; Eyábida, habitante de las zonas deforestadas.
la lengua embera pertenece a la familia lingüística del Chocó. Esta familia se localiza a lo largo del
litoral pacífico, desde Panamá hasta Ecuador; consta de dos lenguas: el waunana, conocida
también como noanama, y el embera. El embera a su vez se ha dividido en dos grupos: el del
Norte y el del Sur, cada uno con sus dialectos respectivos; así el embera catío o dabeida y el
embera del norte conforman el embera norte; el embera catío está en Colombia (en la cuenca del
río Sinú, al sur del Departamento de Córdoba y en la cuenca del río Sucio, al norte del
Departamento de Antioquia); mientras que el embera norte se localiza en Panamá y en el Norte de
Colombia.

El pueblo Ebera Chamí del departamento de Antioquia atraviesa una enorme problemática social y
cultural al interior de sus resguardos y comunidades, esto debido a múltiples factores que tienen
que ver con atropellos y desplazamientos históricos de las tierras ancestrales, sus creencias,
valores culturales, costumbres y prácticas socio lingüísticas ancestrales. Esta triste realidad de
hace décadas ha hecho que nuestras prácticas, valores y saberes se vayan desplazando a otros
planos y la comunidad ha ido apropiando otros ideales y costumbres de afuera. También podemos
decir que la intromisión de la iglesia católica a las comunidades, la imposición de un modelo
económico desde el monocultivo del café en donde los indígenas terminan de jornaleros, la
imposición de currículos imperativos hegemónicos distinto a un proceso educativo indígenas deja
el debilitamiento y la pérdida de nuestros valores ancestrales, culturales sociales y comunitarios y
por ende el debilitamiento de la lengua materna. Las razones altamente prioritarias e importantes
relacionadas con la perdida y des valoración de la lengua materna y el debilitamiento socio
cultural del resguardo Chakiama vistas desde afuera, pero también sentidas desde adentro
conllevaron a la formulación de la presente investigación “Revitalización de la lengua madre”
busca mejorar nuestras relaciones, busca indagar el origen del Chami, busca nuestros
compromisos que conlleven fortalecimiento de la lengua materna en el resguardo en armonía y
teniendo en cuenta una de las características de la pedagogía de la Madre Tierra y sus pilares
“compromiso como Sujeto, compromiso como familias y compromisos como comunidad” y
dialogo de saberes con el fin de ir concientizándonos y desligándonos de la colonialidad que nos
han impuesto por muchas décadas.

Nuestra visión de la lengua materna es que, ella es la poseedora de la cultura, de las tradiciones,
de los saberes, por ella nos comunicamos y vivimos, por ella nuestro medico tradicional se
comunica con sus espíritus y adquiere sus poderes para curar una persona, sanar el territorio.
Ancestralmente estos saberes se han mantenido en los distintos pueblos de generación en
generación. Hace aproximadamente dos décadas cuando apenas la comunidad iniciaba su proceso
organizativo, el estado de la lengua era fuerte, pues no existía una relación amplia con el mundo
exterior( el mundo blanco o capunia), no habían vías, energía eléctrica, ni mucho menos
televisión- hoy en pleno siglo xx las realidades socio culturales han ido cambiando de modo que
dicho cambio viene transformando las costumbres y las dinámicas propias, cuando llegó la
carretera llegaron también otras necesidades y demandas, como la energía eléctrica, la televisión,
se inicia una etapa de transformación del modo de vida de las familias, desde ese momento y por
medio de la escuela los niños inician su proceso de adaptación de la segunda lengua- el español-
los padres poco incidían y poco prestaban atención a la educación de aquella época, no había una
concientización organizativa y mucho menos política.

Las creencias de la cultura chamí están fundamentada en el conocimiento de nuestros mayores y


las leyes de origen, por ello los abuelos y jaibanas nos dicen: todo el conocimiento está en la
madre tierra, en las plantas, en los Ríos, bosques, es allí donde están los espíritus y ellos nos guían
para poder vivir. En palabras del Kapuria es allí donde está inmersa la pedagogía de la madre tierra
y esta pedagogía es la que se debe revalorar, retomar y fortalecer para nuestra educación y el
futuro de la comunidad.

El modelo de educación hegemónico: el modelo del estado que a través de los currículos el
educador está dominado y sometido a enseñar lo que el sistema nos manda y nos impone. Planes
de estudio, currículos, modelos e infraestructuras de las escuelas, Las religiones y sometimientos:
Desde muy niños nos enseñan a valorar otras religiones y a desprestigiar el conocimiento y la
espiritualidad de nuestros jaibanas, nos catalogan que nuestro saber es brujería o hechicería,
desprestigian al jaibana. Los cambios tecnológicos: el indígena está sometido a actualizar sus
modelos o pensamientos por distintas ofertas en el mercado y consumo. El consumismo: el ebera
ya no consume sus alimentos propios y llena su resguardo de basura del pueblo, platicos, vidrios,
cartones, cueros entre otros, ya no se consume la bebida y el alimento tradicional, se cambio la
chicha por gaseosa, la carne de monte por enlatados. Las comunicaciones. Antes existían la carta,
los mensajes, los telegramas, el silbido de la pusa o caracol, y hoy estamos llenos de teléfonos
celulares de alta gama y no se quiere ir a llevar el mensaje a la familia. Los teléfonos móviles
remplazaron las comunicaciones tradicionales. La economía de la región: La economía del suroeste
está basada en el monocultivo del café y en segundo lugar esta la ganadería, el turismo, los cítricos
y se escucha decir que la minería, las familias indígenas se han acostumbrado a vivir del sustento
del jornaleo en las grandes fincas o haciendasesta situación ha venido afectando notablemente los
procesos propios comunitarios, pero también afecta la lengua materna, porque se va tejiendo
relaciones entre el patrón y el trabajador y todo se da en la lengua español, inclusive se discrimina
la gua ebera en dichas fincas Las normas o leyes: las leyes van saliendo inconsultamente con los
pueblos y afectan la vida y el territorio de los pueblos, a sabiendas de que existe una mesa
nacional de concertación con los pueblos indígenas y normas internacionales sobre el
consentimiento previo, libre e informado, ley 21 del 91 sobre consulta previa. Actores armados:
los actores son un cáncer, Amenaza, desplaza, debilita y asesinan procesos culturales milenarios,
no están por la defensa de los derechos, por el contrario, violan todo tipo de derechos sociales y
culturales.

La población indígena en Chocó sigue sufriendo un alto índice de discriminación por parte del
resto de la población por el hecho de ser indígenas. Su dificultad de acceso a la educación superior
tiene un claro correlato en el elevado fracaso escolar, explicado, en gran parte, tanto por la
ausencia de su lengua materna en la enseñanza como por la existencia de barreras económicas.
Hay carencias materiales en servicios públicos, salud, educación y energía que afectan por igual a
mujeres y hombres embera.
Los embera del Chocó conservan su lengua y cultura tradicionales muy vivas. Es posible que
algunos embera desplazados voluntaria o forzosamente a entornos urbanos hayan podido olvidar
su lengua, pero lo observado por nuestros investigadores, tanto en el entorno urbano de Quibdó,
capital del Chocó, como en las comunidades rurales, demuestra que el embera pedea es su lengua
habitual, incluso para comunidades no alejadas de redes de comunicación importantes, en las que
las mujeres y los niños tienen una competencia muy limitada del castellano.

Conclusiones:

Las comunidades con lenguas minorizadas en los países empobrecidos constituyen un caso
especialmente vulnerable, en especial en lo referente a los sectores más desfavorecidos, entre los
que hay que destacar a las niñas y a las mujeres. Asimismo, la educación, que constituye uno de
los factores determinantes del desarrollo, si no tiene en cuenta la lengua propia, puede
convertirse en un elemento añadido de discriminación para aquellas comunidades en peor
situación. La lengua es uno de los principales motivos del fracaso escolar en los países con menos
recursos.

La formación de las nuevas generaciones en una lengua hegemónica que erradica la propia
comporta cambios estructurales en su forma de entender el mundo y pone en riesgo la existencia
de formas ancestrales de convivencia. Consideramos que la formación en la lengua propia no
impide el aprendizaje del castellano u otras lenguas, ya que el hecho de convertirse en bilingües o
plurilingües es, sin duda, un objetivo muy importante para el desarrollo personal y social de
cualquier individuo. Además, la formación en la lengua propia facilita las posibilidades de acceso al
conocimiento desde la propia cultura de cada comunidad indígena.

El proceso de revitalización lingüística emprendido por los embera en los departamentos


colombianos de Chocó y Antioquia deberá afrontar y superar numerosos retos. Con un uso escrito
más generalizado del embera que amplíe los ámbitos de uso de la lengua, la convergencia de las
dos propuestas ortográficas existentes en una propuesta común de consenso y la elaboración de
un modelo de lengua estándar serán, seguramente, necesidades que aflorarán en el seno de la
comunidad lingüística en un futuro próximo. Asimismo, resulta totalmente necesario que las leyes
y las instituciones colombianas posibiliten y faciliten a la comunidad embera y a las comunidades
indígenas, en general, la creación de su propia escuela y la gestión completa de la misma. Las leyes
y las instituciones colombianas ya han dado pasos muy importantes en este sentido, pero todavía
las limitaciones existentes son grandes. La creación y consolidación del sistema escolar indígena
con un modelo plurilingüe que priorice la inmersión lingüística en lengua embera, junto con la
capacitación de los docentes en didáctica bi-/plurilingüe en lengua minorizada, resultan
esenciales. Los indígenas han vivido siglos de políticas y prácticas sociales que les han impuesto
modos de actuar colonialistas y discriminatorios. En la medida en que el pueblo embera camine en
la normalización e incorporación de su lengua y cultura a la sociedad colombiana mejorará la
cohesión de la sociedad embera y su bienestar social. La aportación de todas las lenguas y culturas
es imprescindible para lograr un desarrollo equilibrado de la humanidad.
Porque ella nos amamanta y por ella es que vivimos y ella es la resistencia cultural milenaria de los
pueblos, por la lengua nos defendemos ante los enemigos, la lengua es memoria histórica, no se
puede enseñar a los blancos, nos trae ventajas de comunicación, la lengua es sagrada para los
jaibana por medio de él se comunica con sus jai, la lengua viene desde el vientre de la madre y el
corazón, por ello se dice que la lengua materna es el legado que podemos dejar a nuestros hijos,
nietos y para las futuras generaciones. La lengua sin la madre podría morir

Como estudiante, desde las constantes reflexiones e investigaciones forjaron en mi valiosos


aportes de mi cultura, me dio posibilidades para conocer los valores históricos de mi pueblo, en
cuanto a mi profesión como líder se cualifica y este servirá para mi comunidad y para mi vida
personal, el proceso del fortalecimiento de la lengua chamí en el resguardo dará un giro desde la
apropiación política desde el liderazgo, desde la educación y desde el gobierno de la comunidad.

los aspectos del universo simbólico indígena recogidos en el sistema categorial


potencian la interculturalidad en salud y posibilitan un mayor éxito de los
programas de prevención de enfermedad y promoción de salud.

La situación de las lenguas indígenas presenta un estado de erosión de su vitalidad en todos los
pueblos, debido a la pérdida de hablantes, especialmente en las nuevas generaciones; aún las
lenguas fuertes están en situación de amenaza por las condiciones sociopolíticas del país. En este
sentido, es urgente el desarrollo de acciones inmediatas para su revitalización desde los escenarios
institucionales, organizativos y comunitarios, con prioridad en las nuevas generaciones

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