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Dos caras de un amor

Partamos de la idea de ¿qué es el amor? Y ¿hasta qué punto estamos dispuestos a


dar todo por ello? Como seres humanos cuando nos enamoramos se dice que nos
volvemos irracionales, o en otros casos algunos dirán que hasta estúpidos. Muchas
veces, llega a ser tan fuerte el sentimiento hasta el punto de traicionar a nuestros
amigos o incluso nuestra propia familia, según Freud “uno está muy loco cuando está
enamorado”. Este fue el caso de Ariadna en las 2 historias del laberinto del minotauro;
los reyes y la historia.

En la historia del minotauro, Ariadna no siente nada por su hermano, en cambio, siente
un gran amor por Teseo, el cual la impulsa a conspirar en contra de su padre
entregándole las herramientas necesarias para que este asesine al minotauro. No le
importa su muerte, es egoísta, solo piensa en ella y en su felicidad al lado de Teseo y
por ende quiere que este se salve a como dé lugar. Considera al minotauro como un
monstruo, un asesino y su vida para ella no tiene ningún valor.

Si bien, en dicha historia entendemos que existe una clase de amor tan profundo por el
cual haríamos cosas que no estuviesen moralmente bien, Ariadna como percibimos
traiciona a su padre. Pero, si lo vemos por otro lado esta el hecho de que, al traicionar
a su padre, está generando un bien no solo a ella sino a muchas otras personas
victimas de la crueldad de Minos y el minotauro, por ello es acertado decir que, aunque
fue su amor a Teseo, también pudo ser una clase de amor o de lastima hacia las
victimas la que conllevo a realizar dichos actos.

En los reyes, en cambio, se cuenta otro lado de la historia, Ariadna siente amor por su
hermano y quiere que este se libere del laberinto, no ama a Teseo y aunque en este
relato también lo ayuda a salir vivo del laberinto, en el momento en que le entrega las
herramientas siente un profundo remordimiento, se preocupa por su hermano y es
capaz de defenderlo en contra de los deseos de su padre. Ven, hermano, ven, amante
al fin” (Cortázar, 1949)

Del mismo modo que en la historia, Ariadna está demostrando un profundo amor, pero
como ya sabemos, no es hacia Teseo sino, hacia el minotauro. Este amor es entonces,
uno más compasivo y real, un amor que va en contra, si lo podemos decir así, de los
estereotipos que nos instaura la sociedad, porque si bien podríamos comparar este tipo
de relación con los cuentos de niños, en los que a la bestia nadie la quiere, pero
siempre llega la princesa joven y hermosa muy diferente a él, que logra amarlo y
salvarlo. Lástima que, a diferencia de los cuentos de hadas, en este, Ariadna como la
princesa, no logra salvar la vida del minotauro, a pesar de que lo intenta, de nuevo
jugando en contra a su padre y esta vez, hasta del mismo Teseo. Un amor que, aunque
real y que ve más allá de lo físico, en ultimas, resulta ser un poco egoísta, puesto que
no piensa en como sería la vida para el minotauro fuera del laberinto, y en como la
gente en primer lugar no lo aceptaría.

Cuando no son conocidos todos los lados de la historia, no se puede juzgar


apresuradamente, esto es exactamente lo que nos brinda ambas narraciones y ambos
amores, uno tan diferente al otro. Entender que si Ariadna fue capaz de amar al
minotauro significa que este no era un monstruo como todos pensaban.

En definitiva, Ariadna en ambas historias representa amor, pero no del mismo tipo, ni
menos por el mismo ser. Sin embargo, cada uno, a final de cuentas la lleva por el
mismo camino, traicionar, ya sea a su padre, a su pueblo o a Teseo. Pero más
importante es entender que no siempre hay una sola cara, que no siempre el malo, es
el malo, y el bueno no necesariamente resulte siendo el salvador, el minotauro se rindió
y Teseo quedó como héroe, cuando en verdad este no hizo más matar un amor que,
aunque con pocas posibilidades, existía y debía ser perfectamente aceptado.
Referencias

Cortázar, J. (1949). Los Reyes . Alfaguara .


Sigmund Freud: frases del padre del psicoanálisis . (2018). Obtenido de
https://www.starmedia.com/mujer/gente/sigmund-freud-frases/

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