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LAS OPERACIONES DE LA MENTE EN DAVID HUME

El interés de Hume son las operaciones de la mente y para su investigación trabaja a


partir del método experimental, basado en la realización de experimentos cuidadosos y en la
observación de los efectos que resultan de dichas situaciones. Este método busca dar cuenta
de los principios operatorios de la naturaleza humana tal y como ésta se presenta en el
“teatro del mundo”, en medio de las múltiples contingencias de la vida.
Para Hume, las percepciones son los objetos inmediatos de la mente que se distinguen
por sus diferentes grados de fuerza y vivacidad1. Se clasifican en impresiones e ideas. Las
primeras son “las percepciones que entran con mayor fuerza y violencia” (TNH FD 43; SB 1) a
nuestra mente, aquí encontramos las percepciones más intensas: cuando oímos, vemos,
sentimos, amamos, odiamos, deseamos, o queremos2. Las segundas son “las imágenes
débiles de las impresiones, cuando pensamos y razonamos” (TNH FD 43; SB 1), tienen una
menor intensidad porque vienen de las impresiones pasadas; por ejemplo, cuando
recordamos un dolor no sentimos lo mismo que en el momento en que lo sufrimos y a pesar
de que nuestro pensamiento es fiel y veraz cuando reproduce el dolor, sus colores son
tenues en comparación al momento de la impresión original. Es diferente sentir que pensar.
Las impresiones se clasifican en originales o de sensación y secundarias o de reflexión.
Las primeras, surgen “en el alma a partir de causas desconocidas” (TNH FD 51; SB 8), son
aquellas cuyo origen no es objeto de investigación de la ciencia de la naturaleza humana.
Las segundas, se derivan “en gran medida de nuestras ideas (...): una impresión se
manifiesta en primer lugar en los sentidos, y hace que percibamos calor o frío, placer o
dolor” (TNH FD 51; SB 8). Entre estas, Hume incluye las emociones, los deseos y las
pasiones.

1
Con este par de términos, Hume pretende explicar ese acto de la mente que hace que las realidades resulten
más patentes y tengan un mayor peso en el pensamiento, las pasiones y la imaginación, que las ideas ficticias
presentadas por la fantasía.
2
Cfr., HUME, David: Investigación sobre el conocimiento humano, traducción de Jaime de Salas Ortueta,
Altaya, Barcelona, 1944, p. 33; [An Enquiry Human Understanding, edited by L.A. SELBY BIGGE and P.H.
NIDDITCH, Clarendon Press, Oxford, 1975] Selby-Bigge 18. En adelante citaremos dentro del texto entre
paréntesis como ICH seguido de la página de la edición española de Jaime de Salas (JS) y de la edición
inglesa de Selby-Bigge (SB).
Las ideas, a su vez, se clasifican en ideas de la memoria y de la imaginación3. Las
primeras, las encontramos cuando la mente “retiene en [la reaparición de la idea] un grado
notable de su vivacidad primera, y entonces es de algún modo intermedia entre una
impresión y una idea; [las segundas] cuando pierde por completo esa vivacidad y es
enteramente una idea” (TNH FD 52; SB 9). Las ideas de la memoria tienen mayor vivacidad
que las de la imaginación, pero la memoria no tiene la facultad de crear, se limita a
preservar el orden o posición en que aparecieron las ideas en la mente. Por el contrario, el
poder creativo de la imaginación separa o mezcla aquellas ideas que los sentidos y la
experiencia le suministran: previamente hemos conocido una mujer y un pez y de la unión
de este par de ideas en nuestra imaginación puede surgir una sirena. Esta libertad de la
imaginación se da gracias a que todas las ideas son copias de impresiones, lo cual permite
“que siempre que una impresión cualquiera llega a sernos presente no sólo lleva a la
mente las ideas con las que está relacionada, sino que comunica también a estas últimas
parte de su fuerza y vivacidad” (TNH FD 165; SB 98). La imaginación, cuyo poder es
ilimitado, sin embargo, está guiada por algunos principios asociativos que la llevan como
una fuerza suave de una idea a otra con facilidad:
Las cualidades de las que surge tal asociación y por las que es llevada la mente de este modo de
una idea a otra, son tres: SEMEJANZA, CONTIGÜIDAD en tiempo o lugar, y CAUSA y
EFECTO (...) Es claro que en el curso de nuestro pensamiento y en la sucesión continua de
nuestras ideas pasa nuestra imaginación fácilmente de una idea a otra semejante, y que esta
cualidad es por sí sola un vínculo suficiente de asociación para la fantasía. Es igualmente
evidente que como los sentidos, al cambiar de objeto, están obligados a hacerlos de un modo
regular, tomando a los objetos tal y como se hallan contiguos unos con otros, la imaginación
debe adquirir, gracias a una larga costumbre, el mismo método de pensamiento, recorriendo las
distintas partes del espacio y el tiempo al concebir sus objetos. En cuanto a la conexión
realizada mediante la relación de causa y efecto (...) no hay relación que produzca una relación
más fuerte en la fantasía y que haga que una idea recuerde más rápidamente a otra (TNH FD
55; SB 11).
Estos principios de asociación, que son determinaciones naturales de la mente, son
explicados por Hume por medio de ejemplos que saca de la propia experiencia, en los
cuales probará la superioridad de la causalidad sobre las dos relaciones restantes, pues es en
la relación de causa y efecto donde encuentra el origen de la creencia. Un ejemplo claro de
la primera relación la encontramos cuando tenemos frente a nosotros el retrato de un amigo,
3
Es importante anotar que Hume no maneja un concepto unívoco de imaginación. En nota a pie de la página
del Tratado, aclara los diferentes usos que le va a dar al término: cuando opone la imaginación a la memoria,
se refiere a la facultad por la que formamos nuestras ideas más débiles. Cuando la opone a la razón, se refiere
a la misma facultad, sólo que excluye los razonamientos demostrativos y probables. Y cuando no la opone a
ninguna de estas facultades, puede tomarse en el sentido más amplio o en el más restringido, o al menos el
contexto explicará suficientemente su sentido (Cfr., TNH FD 183; SB 117).
aquí nuestro pensamiento se dirige a la idea que tenemos de él por semejanza4 y toda pasión
que él nos ocasione, sea alegría o disgusto, adquiere una nueva fuerza y vivacidad. En todos
los casos concurre una semejanza y una impresión presente, “una pintura conduce,
naturalmente, nuestros pensamientos al original” (ICH JS 40, SB 24), buscando siempre avivar
la idea. Sin embargo, si no tenemos el retrato, preferimos pensar directamente en nuestro
amigo, que traer a la memoria la imagen distante que nos proporciona su retrato (Cfr., TNH
FD 166; SB 99). De los tres principios, la semejanza es la fuente de las mayores confusiones
en los razonamientos:
No sólo están relacionadas entre sí las ideas semejantes, sino que también las acciones mentales
que realizamos al considerarlas son tan escasamente diferentes unas de otras que nos resulta
imposible distinguirlas. Este último punto tiene importantes consecuencias: en general podemos
observar que, siempre que al formar dos ideas son las acciones de la mente iguales o
semejantes, somos muy propensos a confundir esas ideas y a tomar la una por la otra (...) Pero
aunque sea la semejanza la relación que más fácilmente produce una equivocación en las ideas,
también las relaciones de causalidad y contigüidad pueden tener esa misma influencia (TNH FD
117; SB 61).
Respecto a la segunda relación, encontramos que la distancia que nos separa de
cualquier idea, disminuye su fuerza en nosotros, pero si nos acercamos a un objeto
inmediatamente surge una impresión. Por ello, pensar en un objeto cualquiera hace que la
mente se dirija en seguida al que le es contiguo y sólo en la medida en que la presencia del
objeto sea real, la contigüidad se manifiesta con mayor vivacidad. “La mención de la
habitación de un edificio, naturalmente, introduce una pregunta o comentario acerca de las
demás” (ICH JS 40; SB 24).
La causalidad, por su parte, ejerce una influencia decisiva en todo razonamiento
probable o de hecho. Sólo la causalidad “produce una conexión tal que nos cerciora de la
existencia o acción de un objeto seguido o precedido de una existencia o acción” (TNH FD
132; SB 73-74). Así, a partir de una impresión presente mediante una relación causal, se
puede avivar cualquier idea concomitante y producir creencia o asentimiento. En Hume
encontramos dos sentidos de causalidad, el primero se refiere a la causalidad entendida
como principio de asociación de ideas y el segundo sentido, el que nos interesa, es la
causalidad tomada como inferencia, término usado por Hume de manera general, para
4
En el libro II del Tratado, Hume postula la relación de semejanza como fundamental en la asociación de
pasiones. Nos dice: “nos es imposible advertir en los demás una pasión o principio cuyo paralelo no
encontremos en nosotros mismos (...) Existe una muy notable semejanza, que se mantiene en toda su
variedad; y es esta semejanza la que debe contribuir en tan gran medida a hacernos partícipes de los
sentimientos de los demás, y a aceptarlos con gusto y facilidad” (TNH FD 440; SB 318). Más aún, las
pasiones sólo se asocian por semejanza.
referirse a cualquier transición dada desde una idea a otra5. La importancia de estos
principios asociativos de la mente para la ciencia de la naturaleza humana que Hume está
construyendo, es resaltada en su Abstract:
A través del conjunto de la obra se encuentran grandes pretensiones de haber realizado nuevos
descubrimientos en filosofía; mas si alguna cosa puede conceder al autor un título más glorioso
como el de inventor, ello es el uso que hace del principio de la asociación de ideas, el cual está
presente en la mayor parte de su filosofía (…) [Y] a pesar del imperio de la imaginación, hay un
lazo o unión secreta entre algunas ideas particulares que causa que la mente las una entre sí más
frecuentemente y hace que la aparición de una introduzca la otra (…) En lo que respecta a la
mente, estos son los únicos lazos que mantienen unida la parte del universo, o nos conectan con
cualquier persona u objeto exterior o nosotros mismos (…) y como esos principios son los
únicos enlaces de nuestros pensamientos, son realmente para nosotros el cemento del universo,
y todas las operaciones de la mente deben en gran medida depender de ellos6.
A partir de estos principios de asociación de ideas en nuestra mente, Hume postula tres
principios de la ciencia de la naturaleza humana. El primero de ellos es el Copy Principle,
que consiste en que las ideas copian a las impresiones que poseen mayor fuerza y
vivacidad, es decir, que toda idea tiene que tener una impresión que la respalde: “Las unas
[(ideas)] parecen ser de algún modo reflejo de las otras [(impresiones)], de modo que toda
percepción de la mente es doble, y aparece a la vez como impresión e idea (...). Las ideas y
las impresiones parecen corresponderse siempre entre sí” (TNH FD 45; SB 2-3). El segundo es
el Separability Principle, con el cual Hume afirma que “todas [nuestras percepciones] son
diferentes, distinguibles y separables entre sí, y pueden ser consideradas por separado: no
necesitan de cosa alguna que las sostenga en su existencia” (TNH FD 355; SB 252). En la idea
A no encontramos nada que nos lleve a la idea B. Por último, está el Conceivability
Principle, que postula que cualquier idea es posible de concebir. Gracias a estos dos
últimos principios, podemos decir que “una causa es un objeto distinto de su efecto. Es
distinguible y separable por la imaginación. Por consiguiente, la separación real de los
objetos es posible y aquel objeto que es, de hecho, el efecto puede existir sin la necesidad
de cualquier causa”7.
Hume explica la creencia como efecto de estas operaciones de la mente, dándole
prioridad a la relación de causalidad, pues ésta es fundamental en el razonamiento de

5
Cfr., BAIER, Annette: A Progress of Sentiments. Reflections on Hume’s Treatise, Harvard University Press,
Cambridge, MA, 1991, p. 56.
6
HUME, David: Resumen del Tratado de la Naturaleza Humana, Op.cit., p. 153-155/152-154.
7
NOONAN, Harold: Hume on Knowledge, Routledge, London and New York, 1999, p.106. “A cause is a
distinct object from its effect. So it is distinguishable and separable by the imagination. Consequently the
actual separation of the objects is possible and that object which is, in fact, the effect may exist without need
of any cause”.
cuestiones de hecho, las cuales se refieren a la existencia. A continuación nos dirigiremos al
examen de estas cuestiones que son, en últimas, el objeto de nuestras creencias y las que
nos permiten ir más allá de la evidencia de nuestra memoria y de nuestros sentidos.

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