Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La JEP Reconoce Que La Naturaleza Es Víctima Del Conflicto
La JEP Reconoce Que La Naturaleza Es Víctima Del Conflicto
Este caso tiene algo de especial porque entre las conductas que investigan se
incluyeron los “daños socio-ambientales y territoriales” que sucedieron en los tres
municipios priorizados del Caso 002, en los territorios de consejos comunitarios
afrodescendientes y resguardos indígenas de los pueblos Awá y Eperara Siapiadaara.
“Las comunidades tienen derecho a la protección de la naturaleza, al agua, a la
seguridad alimentaria, a los recursos naturales (...) Se reconocen las profundas
interrelaciones de los pueblos indígenas, comunidades negras y locales con el
territorio y los recursos naturales. Concretamente, mediante la protección especial de
ríos, bosques, fuentes de alimento, medio ambiente y biodiversidad”, dicen los autos
que los reconocen como víctimas, y de paso a la naturaleza de la que dependen.
Son los territorios de los pueblos étnicos los que desde noviembre del año pasado
están acreditadas como víctimas. Nunca antes una piedra sagrada, un chorro de agua o
un pedazo de bosque había sido considerado víctima. Mejor dicho, la justicia
transicional reconoció por primera vez que la naturaleza no es solo el escenario de la
guerra, sino una más de sus damnificadas.
Las voladuras de oleoductos, por otro lado, han dejado miles de familias damnificadas
y ríos con petróleo que tardará muchos años en descomponerse. Entre 1976 y 2015
hubo ocho derrames de crudo importantes, pero tal vez el más recordado es la
voladura del oleoducto Transandino en junio de 2015, cuando las Farc derramaron
410.000 galones de crudo a las quebradas Pianuló y Guisa, que llegaron al río Mira y
dejaron a 160.000 personas sin agua y a cientos de especies embarradas de crudo.
Otras voladuras cerca del río Putumayo y Cuembí (Putumayo) han tenido el mismo
desenlace.
Para los Awá el territorio, la víctima es el “Katsa Su”, el territorio que está vivo, la
fuente de su buen vivir. “Los sitios sagrados y plantas medicinales brindan aliento,
orientación y sostenimiento a los awás. No hay una separación entre lo material y lo
cultural (…) Todo lo vivo es sagrado, no solo los seres humanos; también los cerros,
las cuevas, el agua, las casas, las plantas y los animales tienen agencia”.
Las consecuencias de la guerra, para los awás, no paran en el daño ocasionado a las
personas: con la explosión de una mina, la entrada de mercurio a un río o la tala de un
árbol desaparecen encantos, espíritus protectores, padres y madres espirituales, y eso
tiene efecto en la vida física de los humanos.
Adicionalmente, según reza el auto que declaró como víctima al Katsa Su, muchos de
los hechos victimizantes que se investigan demuestran patrones de discriminación
que se dieron en el marco de la defensa de los ríos, el territorio, los animales, el mar, el
manglar, la montaña, los sitios sagrados y las personas.
Ahora, ¿cómo tendrá una salida jurídica esta decisión? ¿Cómo se le garantizará a la
naturaleza y el territorio sus derechos a la “verdad, reparación y no repetición”?
¿Cómo cualesquiera otras víctimas? “Continuamos recepcionando información que
permita avanzar en el esclarecimiento de la verdad. Por ahora, los comparecientes
(victimarios) deben dar sus versiones voluntarias y se continuará en la investigación.
El ambiente y el territorio es fundamental en la cosmovisión de estos pueblos, porque
para ellos la montaña está viva, el río está vivo. La naturaleza es el único medio en que
los pueblos pueden permanecer como pueblos física, cultural y espiritualmente”,
explica la magistrada Izquierdo.
Después de que los comparecientes den sus versiones, las víctimas pueden ampliar
sus informes y hacer demandas de verdad a los victimarios (o sea, enviar preguntas
sobre qué pasó en sus territorios) y proponer formas de reparación acorde a sus
realidades –dado que la JEP no tiene competencia para las reparaciones
administrativas– que, para este caso, puede ser reforestación, desminado de los
lugares cercanos a sus sitios sagrados, limpiar los ríos, ubicación de fosas, entre otras.
“Si dejáramos por fuera una categoría tan importante como la del papel del medio
ambiente en el conflicto en un escenario de crisis climática no va a haber otro
momento”, concluye la magistrada.