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IDEA.

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Reflexiones

El territorio mítico de La Mancha


Por encima de todas las posibles diferencias, existe un vínculo, la lengua española, cuya inmensa fortaleza
sirve para unir a los habitantes de una zona geográfica muy vasta. Y dentro del imaginario colectivo de los
hispanohablantes, La Mancha se aparece como nuestro territorio común. En los dos discursos que reprodu-
cimos, el autor plantea esta sugerente idea.

Discurso pronunciado con motivo


de la recepción del Premio Cervantes
(Alcalá de Henares, 23 de abril de 1987)

CARLOS FUENTES
Escritor. Premio Cervantes

Carlos Fuentes reflexiona sobre La Mancha, que deja de ser un concepto mera-
mente geográfico para convertirse en un territorio mítico, una comarca ilimitada
del mundo de la ficción. Además, establece los valores de la búsqueda de una
identidad fraguada en el mestizaje y la tolerancia. Sus conclusiones son apasio-
nantes: Cervantes es Cide Amete Benengeli, pero también Jorge Luis Borges y
Pierre Ménard y Franz Kafka y Milan Kundera y Juan Goytisolo...; La Mancha es
Macondo, pero también Comala y Santa María y Praga...; en definitiva, Cervantes
no sólo escribe en español, sino también en el lenguaje universal del ingenio.

S i este galardón —que tanto me hon- yo he querido merecer todos los días, en
ra y tanto aprecio— es considerado el tensión y no en reposo. Mi primer pasa-
premio de premios para un escritor de porte —el de ciudadano de México— he
nuestra lengua, ello se debe a que, como debido ganarlo, no con el pesimismo del
ningún otro, es un premio compartido. silencio, sino con el optimismo de la crí-
Yo comparto el Premio Cervantes, en tica. No he tenido más armas para hacer-
primer lugar, con mi patria, México, lo que las del escritor: la imaginación y
patria de mi sangre pero también de mi el lenguaje. Son éstos los sellos de mi
imaginación, a menudo conflictiva, a segundo pasaporte, el que me lleva a
menudo contradictoria, pero siempre compartir este premio con los escritores
apasionada con la tierra de mis padres. que piensan y escriben en español. La
México es mi herencia, pero no mi indi- cultura literaria de mi país es incom-
ferencia; la cultura que nos da sentido y prensible fuera del universo lingüístico
continuidad a los mexicanos es algo que que nos une a peruanos y venezolanos,
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Vamos a discutir mucho sobre la manera


misma de nombrarla. ¿Descubrimiento,
como señalan las costumbres, o encuentro,
como concede el compromiso? ¿Invención
de América, como sugiere el historiador
mexicano Edmundo O’Gorman; deseo de
América, como anheló el Renacimiento
europeo, hambriento de dos objetivos
incompatibles: utopía y espacio; o imagi-
nación de América, como han dicho sus
escritores de todos los tiempos, de Bernal
Díaz del Castillo a Sor Juana Inés de la
Cruz, y a Gabriel García Márquez?
Los cinco siglos que van de aquel 92 a
éste se inician, también, con la publicación
de la primera gramática de la lengua cas-
tellana, por Antonio de Nebrija. Y aunque
Nebrija designa a la lengua como acom-
pañante del imperio, hoy reconocemos la
otra vertiente de la celebración y ésta es la
crítica. La lengua de la conquista fue tam-
bién la de la contraconquista, y sin la len-
gua de la colonia no habría lengua de la
independencia. Hablo de un idioma com-
partido, con mi patria, con mi cultura y
con sus escritores. Quiero ir más lejos, sin
embargo. Esta lengua nuestra se está con-
virtiendo, cada vez más, en una lengua uni-
No os doy la mano para que la beséis, sino para que miréis la con- versal, hablada, leída, cantada, pensada y
textura de sus nervios. Ed. de Ignacio Cumplido. México 1842.
soñada por un número creciente de per-
sonas: casi 350 millones, convirtiéndola en
argentinos y puertorriqueños, españoles el cuarto grupo lingüístico del mundo; sólo
y mexicanos. Puede discutirse el grado en en los EEUU de América sus hispanopar-
el que un conjunto de tradiciones reli- lantes transformarán a ese gran país, ape-
giosas, morales y eróticas, o de situacio- nas rebasado el año 2000, en la segunda
nes políticas, económicas y sociales, nos nación de habla española del mundo. Esto
unen o nos separan; pero el terreno significa que, en el siglo que se avecina, la
común de nuestros encuentros y desen- lengua castellana será el idioma prepon-
cuentros, la liga más fuerte de nuestra derante de las tres Américas: la del Sur, la
comunidad probable, es la lengua —el del Centro y la del Norte. La famosa pre-
instrumento, dijo una vez William Butler gunta de Rubén Darío —¿tantos millones
Yeats, de nuestro debate con los demás—, hablarán inglés?— será al fin contestada:
que es retórica, pero también del debate no, hablarán español. Nuestra imaginación
con nosotros mismos, que es poesía. política, moral, económica, tiene que estar
Debate con los demás, debate con nos- a la altura de nuestra imaginación verbal.
otros mismos. Nos disponemos, así que Esta lengua nuestra, lengua de asom-
pasen cuatro años, a celebrar los cinco bros y descubrimientos recíprocos, lengua
siglos de una fecha inquietante: 1492. de celebración pero también de crítica, len-
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gua mutante que un día es la de san Juan humanidad que nos permitan renovarnos
de la Cruz y al siguiente la de fray Gerundio sin negarnos, y encontrarnos en la comu-
de Campazas y al día que sigue, lengua nidad de la lengua y de la imaginación
fénix, vuela en alas de Clarín, esta lengua española dos surtidores que no se agotan.
nuestra, mil veces declarada, prematura- Mas apenas intentamos ubicar el punto de
mente, muerta, antes de renacer para siem- convergencia entre el mundo de la ima-
pre, a partir de Rubén Darío, en una cons- ginación y la lengua hispanoamericana y
telación de correspondencias trasatlánticas, el universo de la imaginación y el lengua-
ha sido todo esto porque ha sido espejo de je de la vida contemporánea, nos vemos
insuficiencias, pero también agua del obligados a detenernos, una y otra vez,
deseo, hielo de triunfos y cristal de dudas, en la misma provincia de la lengua, en la
roca de la cultura, permanente, continua, misma ínsula de la imaginación, en el
en medio de borrascas que se han llevado mismo autor y en la obra misma, que reú-
a la deriva a tantas islas políticas; vidrio frá- nen todos los tiempos de nuestra tradi-
gil, la lengua nuestra, pero ventana amplia, ción y todos los espacios de nuestra ima-
también, gracias a los cuales tenemos refu- ginación.
gio y compensación, así como visión y con-
ciencia, de los tiempos inclementes.
Quijote y los suyos son leídos por el mundo, y lo
La lengua imperial de Nebrija se ha
convertido en algo mejor: la lengua uni- saben. La tradición quijotesca no disfraza su génesis
versal de Jorge Luis Borges y Pablo Neruda, fictiva; la celebra; sus personajes no son entes
de Julio Cortázar y Octavio Paz. La litera- psicológicos, sino figuras reflexivas; no el producto
tura de origen hispánico ha encontrado un de la experiencia, sino de la inexperiencia; no les
pasaporte mundial y, traducida a lenguas importa lo que saben, sino lo que ignoran: lo que
extranjeras, cuenta con un número cada aún no saben. No se toman en serio; admiten que su
vez mayor de lectores. ¿Por qué ha sucedi-
realidad es una mentira.
do esto? No por un simple factor numéri-
co, sino porque el mundo hispánico, en vir-
tud de sus contradicciones mismas, en La provincia —acá abajo, con Roci-
función de sus conflictos irresueltos, en nante— es La Mancha. La ínsula —allá
aras de sus ardientes compromisos entre arriba, con Clavileño— es la literatura. El
la realidad y el deseo, y a la luz de la memo- autor es Cervantes, la obra es el Quijote y
ria colectiva de nuestra historia, que es la la paradoja es que de la España postri-
historia de nuestras culturas, plurales de dentina surgen el lenguaje y la imagina-
nuestro lado del Atlántico —europeos, ción críticos fundadores de la modernidad
indios, negros y mestizos— pero de este que la Contrarreforma rechaza. Daniel
lado también —cristianos, árabes y ju- Defoe escribe el Robinson Crusoe con el
díos—, ha podido mantener vigente todo tiempo de una modernidad consonante.
un repertorio humano olvidado a menu- Miguel de Cervantes escribe el Quijote a
do, y con demasiada facilidad, por la contratiempo, desautorizado por la histo-
modernidad triunfalista que ha protagoni- ria inmediata, respondiendo no tanto a
zado, entre aquel 92 y éste, la historia visi- lo que está allí sino a lo que hace falta;
ble de la humanidad. potenciando la imaginación para hablar-
nos menos de lo que vemos que de lo que
El territorio mítico de la Mancha no vemos; de lo que ignoramos, más de
Hoy, que esa modernidad y sus promesas lo que ya sabemos.
han entrado en crisis, miramos en torno Unamuno ve las caras de Robinson y
nuestro buscando las reservas invisibles de Quijote; en la del inglés, reconoce a un
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ca no disfraza su génesis fictiva; la celebra;


sus personajes no son entes psicológicos,
sino figuras reflexivas; no el producto de
la experiencia, sino de la inexperiencia; no
les importa lo que saben, sino lo que igno-
ran: lo que aún no saben. No se toman en
serio; admiten que su realidad es una
mentira. Pero esa maravillosa mentira, la
novela, salva, nos dice Dostoyevsky
hablando de Cervantes, a la verdad.
La poética de La Mancha y su descen-
dencia numerosa, que un día antes que
yo evocó aquí mismo el gran novelista
cubano Alejo Carpentier, incluyen a los
hijos de Don Quijote, el Tristram Shandy
de Sterne, contemplando su propia ges-
tación novelesca; y el fatalista de Diderot,
Jacques, ofreciéndole al lector repertorios
infinitos de probabilidades; a sus nietas, la
Catherine Moorland de Jane Austen y la
Emma Bovary de Gustave Flaubert, que
también creen todo lo que leen; a sus
sobrinos el Myshkin de Dostoyevsky, el
Micawber de Dickens y el Nazarín de
Pérez Galdós: todos aquellos que escogen
la difícil alternativa de la bondad y por
ello sufren agonía y ridículo; y si todos
ellos son descendientes de Don Quijote lo
La brava y descomunal batalla de Don Quijote con unos cueros de son, acaso, de San Pablo también, pues la
vino tinto. Ed. de Ignacio Cumplido. México 1842.
locura de Dios es más sabia, dice el santo,
que toda la sabiduría de los hombres.
hombre que se crea una civilización en La locura de Don Quijote y su descen-
una isla; en la del español, a un hombre dencia es una santa locura: es la locura de
que sale a cambiar el mundo en que vive. la lectura. Su biblioteca de libros de caba-
Hay esto, pero algo más también: la tra- llerías es su refugio inicial, la protección
dición de Robinson será la de la seguri- de su supuesta locura, que consiste en dar
dad, la coincidencia con el espíritu del fe de la lectura. Pero esta convicción
tiempo, incluyendo una coincidencia con entraña el deber de actualizar sus lecturas.
la crítica del tiempo, pero a veces, tam- Don Quijote sale a probar la existencia de
bién, la arrogancia de nombrarse prota- una edad pasada, cuando el mundo era
gonista del mismo. La poética de Robin- igual a sus palabras. Se encuentra con una
son será la de la narrativa lineal, realista, edad presente, empeñada en separarlo
lógica, futurizante, poblada por seres de todo. Sale a probar la existencia de los
carne y hueso, definidos por la experien- héroes escritos: los paladines y caballeros
cia: Robinson y sus descendientes leen al andantes del pasado. Encuentra su pro-
mundo. pia contemporaneidad en un hecho para
Quijote y los suyos son leídos por el él irrefutable: Don Quijote, como sus
mundo, y lo saben. La tradición quijotes- héroes, también ha sido escrito.
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Las difusas fronteras entre realidad Inestabilidad, en segundo lugar, de la


y ficción autoría: ¿quién es el autor del Quijote, un
Quijote y Sancho son los primeros perso- tal Cervantes, más versado en desdichas
najes literarios que se saben escritos mien- que en versos, o un tal de Saavedra, evo-
tras viven las aventuras que están siendo cado con admiración por los hechos que
escritas sobre ellos. Colón en la tierra nue- cumplió, y todos por alcanzar la libertad;
va, Copérnico en los nuevos cielos, no ope- el historiador arábigo Cide Hamete Be-
ran una revolución más asombrosa que nengeli, cuyos papeles son vertidos al
ésta de Don Quijote al saberse escrito, per- castellano por un anónimo traductor
sonaje del libro titulado El Ingenioso hidal- morisco, y que serán objeto de la versión
go Don Quijote de la Mancha. apócrifa de Avellaneda? ¿Pierre Ménard,
La información moderna, el privilegio autor del Quijote? ¿Jorge Luis Borges,
pero también la carga de la mirada plural, autor de Pierre Ménard y en consecuen-
nacen en el momento en que Sancho le cia...? Inestabilidad del nombre, en ter-
dice a Don Quijote lo que el bachiller cer lugar. “Don Quijote” es sólo uno de
Sansón Carrasco le dijo a Sancho: estamos los nombres de Alonso Quijano, que qui-
siendo escritos. Estamos siendo leídos. zás es Quixada o Quesada y que, apenas
Estamos siendo vistos. Carecemos de incursiona en el género pastoril, se con-
impunidad, pero también de soledad. Nos vierte en Quijotiz; apenas entra a la intri-
rodea la mirada del otro. Somos un pro- ga de la corte de los duques se convierte
yecto del otro. No hemos terminado nues- en el don Azote de la princesa Mico-
tra aventura. No la terminaremos mien- micona; cambian de nombre sus aman-
tras seamos objeto de la lectura, de la tes —Dulcinea es Aldonza—, sus yeguas
imaginación, acaso del deseo de los —Rocín-antes—, sus enemigos —Mam-
demás. No moriremos —Quijote, San- brino se convierte en Malandrino— y
cho— mientras exista un lector que abra hasta sus infinitos autores: Benengeli se
nuestro libro. nos convierte en Berenjena.
Paso definitivo de la tradición oral a
la tradición impresa, Don Quijote, cul-
minando prodigiosamente su novedad Leyéndolo, nosotros, hombres y mujeres de hoy,
novelesca, es el primer personaje litera- entendemos que creamos la historia y que es nuestro
rio, también, que entra a una imprenta deber mantenerla. Sin nuestra memoria, que es el
para verse a sí mismo en proceso de pro- verdadero nombre del porvenir, no tenemos un
ducción. Ello ocurre, naturalmente, en presente vivo: un hoy y un aquí nuestro, donde el
Barcelona. El precio de esta aventura de
pasado y el futuro, verdaderamente, encarna.
Don Quijote, su pasaporte entre dos
tiempos de la cultura, es la inestabilidad.
Inestabilidad de la memoria: Don Quijote Memoria inestable, autoría y nomi-
surge de una oscura aldea, tan oscura que nación inestables; búsqueda, en conse-
su aún más oscuro —su incierto— autor, cuencia, del género mismo, del visado
ni siquiera recuerda o no quiere recordar, que nos diga: soy literatura, soy novela.
el nombre del lugar. Don Quijote inau- Pero esto tampoco escapa a la inseguri-
gura la memoria moderna con la ironía dad. Inaugurando la novela moderna,
del olvido: todos sabían dónde estaba Cervantes nos dice: éste es el género de
Troya y quién era Aquiles; nadie sabrá todos los géneros y la contaminación de
quién es K el agrimensor de Kafka, o todos ellos, de todo cuanto esta novela,
dónde está El Castillo, dónde está Praga, Don Quijote, abarca: picaresca y épica,
dónde está la historia. pastoril y amorosa, novela morisca y
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novela bizantina, interpolada e inte- también destino del mismo, el Quijote es


rrumpida: indefinición de las categorías nuestra novela y Cervantes es nuestro
perfectas y cerradas; conflicto y conta- contemporáneo porque su estética de la
gio perpetuo del lenguaje. inestabilidad es la de nuestro propio
mundo. A las crisis de entonces y de
ahora Cervantes les indica el camino de
una apertura que convierte a la insegu-
Nuestra palabra se dice (y a veces hasta seduce) en
ridad en el motivo de una creación cons-
español y con ella queremos hablarle a un planeta que tante. Cervantes inventa la novela po-
no puede limitarse a dos opciones, dos sistemas, dos tencial, en conflicto y en diálogo consigo
ideologías, sino que pertenece a múltiples culturas misma, que es hoy la novela de Italo
humanas y a sus fecundas posibilidades, hasta ahora Calvino, de Milan Kundera y de Juan
apenas expresadas. Goytisolo: la invitación quijotesca es la
invitación perpetua a salir de nosotros
mismos y vernos —a nosotros y al mun-
do— como enigma, pero también como
Radicalmente moderno, Cervantes nos posibilidad incumplida. La novela, para
dice desde el siglo XVII: recuerden, pode- ganarse el derecho de criticar al mun-
mos olvidar; miren, no sabemos quiénes do, comienza por criticarse a sí misma:
somos; escuchen, ya no nos entendemos. la interrogante de la obra produce la
Si el tiempo de la Contrarreforma, que es obra.
el suyo, le pide unidad de lenguaje, Pero si la poética de La Mancha es la
Cervantes le devuelve multiplicidad de del mundo contemporáneo, también es la
lenguajes; si quiere fe, le devuelve dudas. del Nuevo Mundo americano. Desde la
Pero si la modernidad exige, por su lado, fundación, nosotros nos preguntamos,
la duda constante, Cervantes, más moder- como el lector de Cervantes, ¿quién es el
no que la modernidad, le devuelve la fe en autor del Nuevo Mundo? ¿Colón, que lo
la justicia y el amor, y le exige el mínimo pisó primero, o Vespucio, que primero lo
de unidad que nos permita comprender la nombró? ¿Los dioses que huyeron, o el
diversidad misma. Cervantes nos dice que Dios que llegó? ¿Los anónimos artesanos
no hay presente vivo con un pasado muer- mestizos de nuestras iglesias barrocas, o
to. Leyéndolo, nosotros, hombres y muje- la afamada poeta barroca, obligada a
res de hoy, entendemos que creamos la guardar silencio por las autoridades? ¿Y
historia y que es nuestro deber mantener- dónde está el Mundo Nuevo? ¿En un
la. Sin nuestra memoria, que es el verda- lugar de Macondo, de cuyo nombre no
dero nombre del porvenir, no tenemos un quiero acordarme? ¿En un lugar en
presente vivo: un hoy y un aquí nuestro, Comala, en un lugar de Canaima, en las
donde el pasado y el futuro, verdadera- alturas de Macchu Picchu? ¿Existen real-
mente, encarnan. mente esos lugares, son ciertos sus nom-
bres? ¿Qué quiere decir “América”? ¿A
Sobre la vieja Europa, el nuevo mundo quién le pertenece ese nombre? ¿Qué
y un mundo mejor quiere decir “el Nuevo Mundo”? ¿Cómo
Mirada extraordinaria del discípulo de pudo transformarse la dulce Cuauhná-
Alcalá de Henares sobre su mundo y el huac azteca en la dura Cuernavaca espa-
nuestro; la suya es la más ancha de las ñola? ¿Cómo bautizar el río, la montaña,
modernidades. Contratiempo, sí, y para- la selva, vistos por primera vez? Y sobre
doja que acaso no lo sea tanto: novela todo, ¿cómo nombrar el vasto anonima-
permanente, origen del género pero to humano —indio y criollo, mestizo y
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negro— de la cultura multirracial de las


Américas?
Darle voz y nombre a quienes no los
tienen: la aventura quijotesca aún no ter-
mina en el Nuevo Mundo. Recordar que
había una civilización del Nuevo Mundo
antes de 1492 y que aunque la conquista
propuso una nueva historia, los con-
quistados no renunciaron a la suya. El
recuerdo ilumina el deseo, y ambos se
reúnen en la imaginación: ¿quién es el
autor del Nuevo Mundo? Somos todos
nosotros: todos los que lo imaginamos
incesantemente porque sabemos que sin
nuestra imaginación América —el nom-
bre genérico de los mundos nuevos—
dejaría de existir. A partir de la imagi-
nación los hispanoamericanos estamos
intentando llenar todos los abismos de
nuestra historia con ideas y con actos,
con palabras y con organización mejores, Don Quijote. Frédéric Cubas-Glaser. 2005.
a fin de crear, en el Nuevo Mundo his-
pánico, un mundo nuevo, una realidad guntarle a nadie: oye, ¿ya decidiste cuál es
mejor, en contra del capricho del más tu identidad?
fuerte, que se sustenta en la fatalidad; a 1992 es quizás nuestra última opor-
favor del diálogo y de la coexistencia, que tunidad de decirnos a nosotros mismos:
se sustentan en la libertad, y otorgándo- esto somos y esto le daremos al mundo.
le un valor específico al arte de nombrar Ejemplifico, no agoto: somos esta suma
y al arte de dar voz. Escritores, somos de experiencias, esta capacidad para
también ciudadanos, igualmente preo- actualizar los valores del pasado a fin de
cupados por el estado del arte y por el que el porvenir no carezca de ellos, este
estado de la ciudad. sentimiento trágico de que ninguna rece-
Portamos lo que somos en dirección ta ideológica asegura la felicidad o pue-
de lo que queremos ser: voces en el coro de, por sí misma, impedir la infelicidad
de un mundo nuevo en el que cada cul- si no va acompañada de algo que nos-
tura haga escuchar su palabra. La nues- otros, los hispánicos, conocemos de
tra se dice (y a veces hasta seduce) en sobra: el poder del arte para compensar
español y con ella queremos hablarle a un y completar la experiencia histórica, dán-
planeta que no puede limitarse a dos dole sentido y convirtiendo la informa-
opciones, dos sistemas, dos ideologías, ción en imaginación.
sino que pertenece a múltiples culturas Es la lección de La Mancha: Cer-
humanas y a sus fecundas posibilidades, vantes. Es también la lección de Comala:
hasta ahora apenas expresadas. Sin em- Rulfo; y la de Santa María: Onetti. No
bargo, la velocidad de los avances tecno- estamos solos y nos encaminamos hacia
lógicos, la creciente interdependencia el mundo del siglo venidero con ustedes,
económica y el carácter instantáneo de las los españoles, que son nuestra familia
comunicaciones, forman parte de una inmediata. Nos necesitamos. Pero, tam-
dinámica global que no se detiene a pre- bién, el mundo del futuro necesita a
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La lengua une a toda la comunidad hispanohablante.

España y a la América española. Nuestra dadano de México es parte de una tradi-


contribución es única; también es indis- ción constante, que nos precede y nos pro-
pensable; no habrá concierto sin nos- longará: la relación de los escritores del
otros. Pero antes debe haber concierto Nuevo Mundo con la patria de Cervantes.
entre nosotros. A España le concierne lo Quiero destacar un momento de esta
que ocurre en Hispanoamérica y en relación, en el que España nos dio, a mí y
Hispanoamérica nos concierne lo que a muchos mexicanos, lo mejor de sí mis-
ocurre en España. Sólo necesitándonos ma. Mi país le abrió los brazos a la España
entre nosotros, el mundo nos necesitará peregrina que en México encontró refu-
también. Sólo imaginándonos los unos a gio para restañar las heridas de una gue-
los otros, el mundo nos imaginará. La rra dolorosa. La emigración española
celebración del Quinto Centenario será, compartió con nosotros algunos de los
dentro de este espíritu, un acto renovado frutos más brillantes del arte, de la poesía,
de fe en la imaginación. Nos corresponde de la música, de la filosofía y del derecho
de nuevo, de ambos lados del Atlántico, modernos de España.
imaginar los mundos nuevos, pues no hay Muchos mexicanos somos los que
otra manera de descubrirlos. somos, y sin duda somos un poco mejo-
Majestades, Este honor excepcional res, porque nos acercamos a esos pere-
con el que España distingue hoy a un ciu- grinos y ellos nos ayudaron a ver mejor

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—Luis Buñuel—, a pensar mejor —José Estoy seguro de que a él le gustaría saber
Gaos—, a oír mejor —Adolfo Salazar—, que lo recuerdo hoy, aquí, en otra gran
a escribir mejor —Emilio Prados, Luis Universidad, la de Alcalá de Henares, y en pre-
Cernuda— y a concebir mejor la unión sencia suya, señor, pues nadie, como usted, ha
de la lengua y de la justicia, de las pala- hecho tanto para cerrar las heridas históricas
bras y los hechos. A nadie le debo más y devolvernos, íntegra y generosa, a nuestra
en este sentido que a mi viejo maestro España, y nadie, más que Su Majestad la
don Manuel Pedroso, antiguo rector de Reina, ha estado tan atenta al cultivo de la
la Universidad de Sevilla, que para mi relación diaria, humana, gentílisima, entre
generación en la Universidad de México nuestras dos patrias, España y México.
le dio identidad española al estudio del Gracias, entonces, por darle a mi pasa-
derecho internacional, actualizando porte mexicano y manchego el sello de
entre nosotros la tradición de Suárez y vuestra calidad espiritual. Ahora abro el
Vitoria, y preparándonos para decir y pasaporte y leo: Profesión: escritor, es
defender en el continente americano los decir, escudero de Don Quijote. Y lengua:
principios del derecho de gentes: no española, no lengua del imperio, sino len-
intervención, autodeterminación, solu- gua de la imaginación, del amor y de la
ción pacífica de controversias, conviven- justicia; lengua de Cervantes, lengua de
cia de sistemas. Quijote. Muchas gracias.

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