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*** Historia corta. ***
Sean
Lacey
Celos y Caramelos
Tammy Falkner
Night Shift Publishing

(Los Hermanos Reed #2.5)


*** Historia corta. ***

Sean ha estado enamorado de Lacey desde que puede


recordar, pero ella lo ha empujado con fuerza a la zona de
los amigos y planea dejarlo allí. O eso es lo que él piensa.

Lacey puso a Sean en la zona de los amigos, pero ahora


está lista para más. Sólo que él no hace ningún intento.

Lacey entra en un concurso en el que un beso será el


premio. ¿Podrá Sean ganar el concurso? ¿Podrá
conquistar a la chica?
Sean
Veo a mi mejor amiga en el mundo mientras maquilla su
cara. Creo que es aún más hermosa cuando no usa
maquillaje.

—No creo que esto sea una buena idea protesto—, viendo
a mi al rededor. Pero incluso yo admito que Lacey está
que echa humo. Sus piernas son de un kilómetro de largo,
y su vestido escotado está lo suficientemente profundo que
las olas redondas de sus pechos se están burlando de mí.
Mírate, Sean, hijo de puta estúpido. No puedes tocar.

— N o e s c omo q ue estoy ofreciendo m i virginidad al


me j or postor protesta—, parpadea sus ojos mientras
aplica las capas pesadas de rímel a sus pestañas. Desliza
el cepillo lentamente por las hebras minúsculas de pelo, y
se sienta de nuevo, bate sus pestañas, y me mira por
encima del hombro en el espejo. Saca la lengua.

—¿No es lo mismo que estar ofreciendo tu virginidad? —


me quejo. Algún hombre de edad universitaria, un imbécil
plagado de hormonas adivinará e l número de caramelos
de goma en su jarro, y el bastardo con suerte llegará a
besarla. Él conseguirá besar a mi chica. Bueno, ella no
sabe que es mía, pero lo ha sido durante todo el tiempo
que puedo recordar. No puedo recordar un solo momento
en que Lacey no estaba en mi vida. Y la idea de que algún
imbécil poniendo su boca sobre la suya tiene a mi corazón
tropezando en mi pecho como si estuviera corriéndose
lejos sin mí.

Lacey comienza a pintar perfectamente sus labios bonitos,


llenos,y besables con un tono horriblemente sexy de color
rojo brillante. Golpea sus labios y hace una cara besito
hacia el espejo. No puedo ver más. Simplemente no
puedo. Vuelvo a caer sobre la cama en su dormitorio y
tiro mi brazo sobre mis ojos, gimiéndome a mí mismo.

No es justo que me pueda deshacer con un simple beso al


espejo cuando ella ni siquiera me ve como un hombre
verdadero, vivo, de carne y hueso. Todavía me ve como
el chico que creció en la casa de al lado. Parece olvidar
que yo fui el que sostenía su cabello mientras devolvía sus
primeros tragos de tequila. Se olvida que yo soy el que
llevó su equipaje por tres tramos de malditas escaleras
cuando la instalé en su dormitorio.

Yo soy el que la abrazó cuando Dusty Forbes la dejó en el


baile de bienvenida. Yo fui el que dejó a mi propia cita
—que era algo seguro, por cierto— de pie sola junto a la
pared mientras yo recuperaba a Lacey desde el baño de
mujeres y acaricié su cabello hasta que pudo respirar.

Se olvida que la vi desnuda. Está bien, no estaba


completamente desnuda, pero era lo suficientemente
cerca. El que diseñó los bikinis con esos pequeños
triángulos que cubren las partes íntimas debe darse una
maldita medalla. O enterrarse dos metros bajo tierra. No
estoy seguro cuál.

La cama se sumerge mientras se sienta en ella, y levanta el


brazo de encima de mis ojos. Es tan hermosa con su
cabello rubio rojizo que cuelga sobre sus hombros. Parece
que ha estado dando vueltas en la cama con alguien, pero
sé que no lo hizo porque vi todo su trabajo durante una
hora para que se vea de esa manera.

Su cadera toca la mía, y se inclina sobre mí,


sosteniéndose en su antebrazo. Me mira, pero no dice
nada. Me pongo duro inmediatamente. Me alegro de que
me está mirando la cara y no la entrepierna, ya que
obtendría el sobresalto de su vida si mirara hacia abajo en
estos momentos. Pero no piensa en mí de esa manera. Dijo
eso. Lo dijo, en voz alta y clara, que no iba a ir allí
conmigo. No quería perder a su mejor amigo, si las cosas
no funcionaban. No necesitaba ese mal, decía. Me
necesitaba, como más que un ex novio. Necesita que sea
su mejor amigo. Así que eso soy.

Pero buen Dios, la quiero.


—¿Qué? — Me quejo.
—Deja de poner mala cara— dice en voz baja. Empuja
hacia arriba su brazo apoyado y coloca esa mano sobre mi
pecho, su codo se clava en mi vientre mientras me mira.

—Deja de tratar de atravesarme— gruño y ajusto su codo.


Pero no quiero que se mueva. Me gusta tenerla tan cerca.
Si esto es todo lo que puedo conseguir, lo tomo. Pongo mi
mano sobre su rodilla desnuda y dibujo remolinos sobre
ella con mi pulgar.

Ella sacude la cabeza, su rostro suave. Sus ojos verdes


parpadean a mí mientras su mirada brinca alrededor de mi
cara.

—¿Es sólo un beso? —Me dice en voz baja. —¿Por qué


estás todo enojado por un beso?—

Ella me está estudiando demasiado de cerca.

—No estoy enojado, — protesto.

—Has estado abatido desde que te dije sobre la


recaudación de fondos, Sean dice—. ¿Cuál es tu
problema? Es por caridad, por amor de Dios. —Pone su
mano libre sobre su pecho—. Mi beso va a alimentar a las
víctimas de violencia doméstica. Estoy haciendo mi parte
para una mejor comunidad.

Miro hacia su boca. Dios, podría simplemente deslizar


mis dedos en su cabello, tirar de ella hacia mí, y besarla
justo aquí y ahora. Pero no lo haré. Porque no me quiere.

—No puedo creer que vayas a besar a un desconocido. —


Presiono mis dientes—. No lo hagas.

—He besado hombres antes, Sean —me recuerda. Me


gustaría que mantenga esa mierda para sí misma.

—¿Y si es un tipo grande, tonto con mal aliento ?—


pregunto.

—¿Y si es un tipo grande y musculoso que huele como tú


y besa como un Dios? —pregunta. Sonríe, las comisuras
de sus labios se inclinan hacia arriba tan hermoso. Sus
dedos tocan mi antebrazo de manera ligera, y traza los
tatuajes que adornan mi brazo desde la muñeca hasta el
hombro. Cada pelo de mi cuerpo se levanta, y levanto mi
mano de la rodilla y enrosco mis dedos con los de ella
para que pare.

—Si tengo suerte, va a ser todo tatuado, también. —Mira


a la distancia, su mirada ya no está en mí.
—Cariño, si quieres besar a alguien que se parezca a mí y
huela como yo, creo que puedo acomodarme para que no
tengas que besar a un extraño.
Sus ojos se desplazan de nuevo para encontrarse con los
míos, y podría también apenas haberme dado un puñetazo
en el estómago. Mira a mis ojos y clava su mirada como si
estuviera buscando en mi alma. Puede buscar en ella en
cualquier momento. Mierda, se la daría, si ella la
quisiera. Pero no soy yo quien quiere. Eso, lo ha dejado
bien claro.

—Si alguna vez te besara, nunca sería capaz de parar —le


digo en voz baja.

Mi voz suena como si hubiera sido arrastrada por un


camino de grava ida y vuelta, y odio que me pueda afectar
de esta manera.

—Pruébalo —me dice, y entonces se lame sus labios rojo


cereza. No rompe el contacto visual.

Me muevo rápidamente. Esta es la primera vez que ha


hecho una oferta como esta, y mi instinto me dice que va a
retirarla. Tomo su cuello con mi mano y tiro de ella hacia
mí. Mi suave tirón le trae al ras contra mi pecho, y el peso
de ella se asienta contra mí y se siente tan bien. Sus labios
están tan cerca de los míos que su inhalación es mi
exhalación. Mi mano tiembla, ya que sostiene su nuca, por
lo que trabajo mis dedos en el cabello de la parte
posterior de su cabeza. La sostengo quieta y miro en sus
ojos verdes.

—Dime que quieres que te bese y me tienes, cariño —le


susurro. Tiembla y se mueve sobre mi pecho muy
ligeramente, su boca moviéndose más cerca de la mía.
Tan cerca. Sólo un poco más cerca. Casi puedo
saborearla.

—Quiero que me beses —susurra—. Por favor.

De repente, se abre la puerta, y Lacey salta, separándonos


en un potente salto definitivo. Mierda. Saco la almohada
de detrás de mi cabeza y la coloco en mi regazo,
sentándome en el borde de la cama.

Friday, la compañera de habitación de Lacey, entra en la


habitación. Friday se detiene, su mirada se mueve de
Lacey a mí y de nuevo.

Las respiraciones de Lacey son pesadas, y puedo decir


que está molesta por haber sido atrapada así.

—Gran sincronización, Friday— le digo en voz baja.


—¿Ustedes dos estaban a punto de hacerlo? —pregunta
Friday, su sonrisa maliciosa. Apunta a Lacey y luego a mí,
y luego va y viene? —Miren ustedes dos —alardea. Su
mirada se estrecha—. ¿Qué me he perdido? pregunta.

Friday trabaja en la tienda de tatuajes a la que me gusta ir.


Se llama Reed, y he conocido a Logan, uno de los artistas,
desde que empezamos la universidad. Él y Friday son
bastante cercanos.

—¿Dónde está Logan? —le pregunto. Necesitamos


cambiar de tema. ¿Ha venido contigo?

Ella asiente y sacude con el pulgar hacia la puerta.

—Están justo detrás de mí. —Los anchos hombros de


Logan llenan la puerta. Retrocede y su novia, Emily, entra
por la puerta antes que él.

—Jesucristo —dice Logan. Logan es sordo, pero perdió


la audición cuando tenía trece años así que tiene muy
buena voz. También es muy intuitivo, y es muy bueno en
situaciones de lectura. —Podría cortar la tensión aquí con
un cuchillo —nos dice. Mira hacia atrás y adelante entre
Lacey y yo. Sus ojos se posan en mí y supongo que me ve
forcejeando cuando rompe en una sonrisa. —¿Cortaste el
queso, amigo? —me pregunta—. Porque ella se ve como
que hiciste algo que inclinó su mundo de lado.

Lacey arquea una ceja hacia mí como si estuviera


lanzando la pelota en mi lado. Puedo lanzarla alto de
nuevo o puedo optar por dejarla allí.
—Algo así —le digo, pero estoy mirándola a ella y no a
él. Veo a Emily traducir para él en el lenguaje de signos
por el rabillo de mi ojo. Lo siento, —murmuro. Por lo
general, soy más cuidadoso frente a él cuando hablo, pero
quería ver la cara de Lacey. Sus mejillas son de color de
rosa, y está arrastrando los pies. Quiero rebobinar y
volver a donde estábamos antes de que Friday irrumpiera
en la habitación.

—Te ves muy bonita, dice Logan a Lacey. Gracias,


murmura.

Ella está tan preciosa. Bonita no comienza a describir lo


maravillosa que es. Es ingeniosa y es inteligente y es...
Ella no es mía.

—Voy a ir a hacer mi colada, —le digo. Tengo que


largarme de aquí.

—¿Una excusa probable? —dice Friday. Pero la sonrisa


en su cara muere cuando yo frunzo el ceño hacia ella. Me
está cuestionando sin decir una palabra, y no puedo
contestarle.

—Iré contigo,—dice Logan mientras se pone de pie. Se


inclina y besa a Emily en la frente, y ella toma su camisa,
haciendo un puño con su mano en el tejido y tirando de él
hacia abajo para que pueda darle un beso de verdad. —
Voy a estar de vuelta en un momento —le dice Logan.

Ella asiente, y Logan abre la puerta para que yo pueda


seguirlo afuera. Mi instinto me dice que no deje esto sin
terminar.

—Espera —pide Lacey.

Me vuelvo, lleno de esperanza. ¿Quiere que me quede?


Podríamos correr a todos y volver a lo que estábamos
haciendo. Podría besar a la chica que quiero más que a
nada ni a nadie. Podría hacerla mía. Podría derramarle mi
corazón.

Podría decirle que la amo y siempre lo haré. —¿Qué? —


pregunto en voz baja.

—¿Vienes a mi cabina? —pregunta—. ¿Para los


resultados del concurso? ¿Y ver a otro hombre besarla?
No creo.
—Tengo un montón de ropa que lavar —le digo. Ella
inhala de forma rápida y parpadea aún más rápido.

—¿Vas a encontrarnos para cenar después? —pregunta,


con voz temblorosa.

—¿A dónde vas? —Si voy, voy a tener que verla con su
lápiz de labios chupado de su cara, y realmente no quiero.

Ella toma una nota adhesiva y escribe algo. Lo tomo de su


mano, que está sacudiéndose ligeramente.

—¿Estás bien? — Ella asiente, mirando a todas partes


menos a mí.

—Nos vemos en la cena —dice.

Meto la nota en mi bolsillo, sin siquiera molestarme en


mirarla.

Le hago una seña a Logan y él me precede hacia la puerta.


Sigo, cerrándola detrás de mí quedamente. Quiero cerrar
de golpe, pero no quiero que ella sepa cómo me siento.

—¿Qué mierda pasó entre ustedes dos? —pregunta Logan


tan pronto como se cierra la puerta.
Me encojo de hombros. Logan es famoso por sus encogida
de hombros. Debe aceptar la mía. Pero no lo hace. En
cambio, me da un puñetazo en el hombro.

Mierda, eso duele.

—¿Qué diablos? —pregunto.

—¿Qué pasó? —me pregunta. Y me mira fijamente a los


ojos.

—Nada —le digo. Niego. No pasa una maldita cosa.

—Amigo, tenías una almohada sobre tus piernas y estabas


saliendo de su cama cuando entramos. Algo sucedió. —
Me empuja con el hombro, casi me derribó. Logan es un
chico grande. Un poco más grande que yo, y soy un tipo
grande—. Por no hablar de que ella se veía como si
acabara de ser follada.

Me detengo y me giro a mirarlo. Levanto mis dos manos


poniéndolas contra su pecho y lo empujo tan fuerte como
puedo.

—No vuelvas a hablar mierda de ella así de nuevo —le


advierto. Logan da unos pasos hacia atrás. Entonces, me
dice sonriendo.
—Ya era hora —. Levanta una mano para chocar los
cinco conmigo.

—Vete a la mierda —le digo en su lugar, y sigo


caminando hacia mi dormitorio. No puedo llegar lo
suficientemente rápido.

—¿La besaste? —me pregunta. Me sonríe de nuevo, y


siento un tirón de sonrisa en mis labios. Pero no dura más
de un minuto. Su jovialidad no es contagiosa.

—Yo estaba a punto... pero ustedes entraron —le


reconozco.

—Ella te quiere, hombre. Está tan enamorada como tú.


Confía en mí. — Me niego.

—No es cierto.

—Sí lo es. —Me da palmadas en el hombro—. Le dijo a


Emily. Emily me dijo. —Hace una pausa y luego me dice
— No hay de qué.

—¿Qué dijo? —me pregunto. Probablemente no quiero


saber.
—Dijo que quiere tener a tus bebés. —Él salta hacia atrás
cuando voy a darle un puñetazo, y se ríe.

—Cállate —le digo—. Esto es serio.

—¿Por qué es todo tan serio, de repente? —pregunta


Logan—. Esta mierda ha estado pasando entre ustedes dos
por mucho tiempo. ¿Por qué de repente importa tanto?

—El concurso es hoy. Están sorteando un beso de ella. —


Lanzo un suspiro—. Un afortunado ganador va a poder a
besar a la mujer que amo. Delante de todo el mundo.

—Oh, mierda. —Logan respira—. Eso sí es una mierda.

—Le pedí que no fuera —le confieso.

—Por lo tanto, ve a comprar todos los boletos —dice


encogiéndose de hombros, como si acabara de resolver la
pobreza mundial o el SIDA.

—No funciona de esa manera. Tienes que adivinar el


número de caramelos en su frasco. Si dices el número
equivocado, no consigues nada. Si dices el número
correcto, llegas a besarla.

—Por lo tanto, tenemos que averiguar cuántos caramelos


están en su frasco —dice con sencillez. Me mira—. ¿Viste
el frasco?

Asiento.

—Es un frasco de pepinillos. —Le extiendo mis manos


para mostrarle el tamaño—. De este tamaño de altura.

—Así que tenemos un frasco de ese tamaño y tenemos que


llenarlo de caramelos y luego contarlos. Por lo menos
entonces puede acercarse, ¿no?

Me froto una mano por mi cara.

—Esto es una estupidez. Nunca lo haré. Cada conjetura


cuesta un dólar. — Meto la mano en mi bolsillo y saco mi
billetera. Esta casi vacío.

—¿Y simplemente vas a dejar que alguien más la bese?

—Si no estoy allí, no lo veré. —Me encojo de hombros,


tratando de ocultar el hecho de que me siento como si
estuviera siendo destripado.

Él me mira fijamente. No dice nada.

—Si se tratara de Emily, compraría todos los malditos


pepinillos y caramelos en el estado de Nueva York. No
hay manera que dejaría que mi chica fuera besada por un
imbécil.

—Tienes razón —le digo. —Tenemos que ir a la tienda.


—La esperanza brota dentro de mí. ¿Tengo alguna
posibilidad? No lo sabré hasta que lo intente, supongo.

Logan y yo vamos de compras, y después de que


conseguimos todos nuestros suministros, me mira y dice:

—Espero que te guste los pepinillos, amigo, porque


vamos a tener que comer toda esta jarra para poder
llenarlo con caramelos.

Miro el frasco.

—No me gustan los pepinillos mucho. ¿Y a tí?

Logan desaparece en la parte superior mientras


caminamos de regreso al dormitorio y comienza a
comérselos. Esto es lo que significa la amistad. Él cruje
cada bocado una y otra vez hasta que se los traga, y
entonces busca por un segundo y pasa de mí, tomando otro
para sí mismo. Detiene a un extraño en la calle.

—¿Quieres un pepinillo? —le pregunta. El desconocido


lo elude— ¿Qué? — pregunta—. Actúas como si cada día
alguien te ofreciera un pepinillo gratis.

El hombre sigue caminando.

—Amigo, creo que él pensó que quieres decir un


pepinillo. —Hago comillas en el aire cuando digo la
palabra pepinillo.

—¿Cómo iba a significar un “pepinillo” cuando estoy aquí


de pie sosteniendo un frasco de pepinillos encurtidos? —
me pregunta.
Me encojo de hombros.

—No pareces ser su tipo de todos modos.

—Soy demasiado bonito para él, ¿no? —me pregunta.


Logan esta todo tatuado arriba, además de ser enorme.

—Eso tiene que ser.

En el momento en que llegamos a la residencia de


estudiantes, todos menos d o s pepinillos s e h a n i d o y
dejamos un rastro de gente comiendo pepinillos en nuestro
paso.

Eructo en mi puño cerrado.


—Nunca voy a comer otro pepinillo de nuevo.

Logan arroja los dos últimos en los arbustos fuera de la


residencia de estudiantes.

—No puedo comer otro —me dice, eructando.

Lava el frasco y lo seca, y luego empezamos a verter


caramelos en el envase vacío. Bolsa tras bolsa. Cuando
está lleno, miro a Logan y le digo:

—¿Cuánto es eso?

—¿No contabas? —me pregunta.

—¿Se suponía que yo debía llevar la cuenta?

—Mierda —me dice. Luego les vuelca sobre la cama, y


empezamos a contar.

Voy a ganar este concurso así sea la última cosa que haga.

—Si compro veinte números, diez antes y después de


nuestro conteo, ¿crees que voy a estar seguro? Sólo tengo
veinte dólares después de los pepinillos.
Él señala a mi teléfono.

—¿Tienes FaceTime en esa cosa? —pregunta.

Asiento y se lo paso. Lo abre y lo apoya sobre la mesa


frente a él. Suena, y por último, el hermano mayor de
Logan, Paul, contesta. Se queda mirando la pantalla hasta
que reconoce Logan.

—¿Qué carajos quieres? —pregunta—. ¿Y de quién es el


teléfono del que estás llamando? —Está señalando
mientras habla en voz alta.

Logan se ríe y me tira en el marco.

—Es de Sean.

—¿Qué pasa, Sean? —pregunta Paul. Saludo con la mano.

—¿Tienes algo de dinero? —le pregunta Logan. Los ojos


de Paul se estrechan.

—¿Por qué?

—Sean necesita comprar un beso de su chica. —La frente


de Paul se levanta.
—¿Pagas por sexo ahora, amigo? — pregunta. Levanta sus
manos cuando empiezo a protestar—. No es que crea que
es una mala idea, ni nada. Un hombre tiene que hacer lo
que un hombre tiene que hacer.
Me río. No puedo evitarlo.

—Ya sé. No puedo pedirte dinero. No te preocupes.


Logan no debería haberte llamado.

Pero Logan se abalanza.

—Así que, ¿tienes dinero? —le pregunta.

Paul suelta un suspiro y se vacía los bolsillos. Veo unos


cuantos dólares flotando. Él grita hacia la parte posterior
de su apartamento.

—¡Sam! ¡Matt! —Ambos hermanos caminan hacia la


habitación.

—¿Nos llamaste? —dice Matt.

—Este pendejo necesita un poco de dinero para que pueda


comprar una prostituta. —Apunta hacia mí.
—Ella no es una prostituta —protesto.

Pero Logan está riendo como loco por ahora. Y Matt y


Sam lucen divertidos, también.

—¿Efectivo? —le pregunta Logan.

—Algo —dice Paul.

—¿Puedes traerlo?

—¿Dónde?

—Ven a la escuela. Para el puesto de besos. En el patio.

Paul exhala un suspiro.

—Voy a estar allí. —El teléfono muere.

—¿Crees que tendremos suficiente? —Me estoy poniendo


ansioso ahora.

—Tendrás má s d e l o q ue crees. —Logan palmea una


mano sobre mi hombro y la aprieta.

Dios, espero que esto funcione.


Lacey

Gruño en voz alta tan pronto como la puerta se cierra


detrás de Sean y Logan. —¡Aghh! —Quiero golpear algo.
Quiero gritar. Quiero… besar a Sean. Quiero besarlo
tanto.

—Escúpelo —dice Friday mientras se sienta al lado de


Emily y apoya su cabeza en su mano. Ella no dice nada
más. Sólo espera.

—Ni siquiera sé por dónde empezar. —Mi voz se


quiebra, y odio cuando se quiebra.

—Empieza p o r e l fi nal —di ce Emily—. ¿Qué estaba


pasando cuando llegamos?

—Nada —gruño—. Ni una cosa. Igual que siempre.

—Había algo. Algo más que la tensión sexual de siempre


entre los dos. ¿Finalmente hizo un movimiento?

Sacudo mi cabeza. Él no lo hizo. No realmente.

—Él insinuó que podría hacer un movimiento. Así que, le


di una apertura.
Eso es todo.

—Él estaba tomándola —dice Friday—. La apertura.

Emily ríe.

—Él quiere tomar su apertura, eso sí es cierto —bufa ella.


Le lanzo una almohada, pero ella sólo la atrapa.

—Pensé que esta cosa del beso lo haría reaccionar. Pero


supongo que a él no le importa tanto como pensé.

—A él le importa —dice Emily. Yo me niego.

—No es cierto

—Le importa. Se lo dijo a Logan. Y Logan me dijo a mí.


—Mi vientre revolotea.

—Logan debe haber escuchado cosas. —Emily bufa otra


vez.

—Quiero decir…

—Sé lo que quieres decir —me dice Emily, sonriendo—,


Logan puede ser bastante intuitivo con algunas cosas. Y se
siente seguro de que Sean te quiere. Y Sean dijo que
mucho.

Friday mordió su labio, luego agregó:

—Probablemente no debería decirles esto, pero…

—¿Qué? —pregunto.

—¿Sabes que consiguió un nuevo tatuaje la semana


pasada? —preguntó. No sabía así que no respondo.

—¿Qué consiguió? —pregunté al contrario.

Ella inhala, sopesando su decisión de decirme. Entonces


estalla.

—Es una abeja.

—Oh mierda —digo.

—¿Qué? —pregunta Emily—. ¿Qué me perdí?

—Él me llama mielcita cuando está siendo todo dulce


conmigo. —Friday asiente.

—Metí la pata cuando le dije que sólo quería que


fuéramos amigos.
—Logan dice que los novios son amigos que consiguen
hacer a las chicas venirse. —Emily se río. Consiguió esta
soñadora mirada en su cara y suspira—.

Una y otra vez…

—¿Qué si jodí mi oportunidad para siempre? —pregunto.


Lágrimas en mis ojos.

—Oh, no llores —dice Friday—. Estropearás tu


maquillaje.

—Luces ardiente, por cierto —me dice Emily.

—Gracias —murmuro.

Ajusto mi vestido. Nunca muestro mucho escote.

—Mejor bajo a la cabina. La venta sólo durará una hora, y


entonces el beso pasará.

Emily frunce el ceño.

—¿Qué pasa cuando tengas que besar a un chico extraño?


—me pregunta.
—Entonces supongo que consigo besar a un chico extraño.
—Me encojo de hombros. No puedo salirme de esto ahora
—. Esperaba que Sean lo hiciera, sabes… pero él no lo
hizo.

—Te pusiste a ti misma en semejante predicamento —


dice Emily. Me apachurro en una silla.

—Dímelo.

—¿Por qué querías ser sólo amigos? —pregunta Friday


—. No creo que me lo dijeras nunca. Es bastante
malditamente obvio que tienes sentimientos por él.

—Tenía miedo —admito—. No puedo vivir sin él. Él es


mi mejor amigo. ¿Qué si empezamos a salir y entonces
todo falla? Lo perdería para siempre. — Me niego—.
Sólo no puedo permitir que eso pase. —Hago una mueca
—. Puedo haber cometido un error dándole ese pedazo de
papel, pero voy al azar. Si no, nunca lo sabré. Lo amo.
Sólo necesito que me ame de vuelta.

—¿Qué error? —pregunta Emily.

—¿Qué pedazo de papel? —pregunta Friday justo


después. Me niego.
—No importa. Él o se presenta o no.

Me pongo mis sandalias y recojo mi jarro con caramelos.


Es grande y pesado, pero no tengo que caminar muy lejos.

—¿Quieren venir? —pregunto. Friday bufa esta vez.

—No me perdería esto por nada del mundo.

Caminamos a la cabina, y me siento en mi escaparate.


Emily y Friday me ayudan a tomar promesas por una hora
completa. La gente escribe sus nombres y adivinanzas en
un pedazo de papel, y Friday los ordena mientras giran
dentro, lanzando fuera los que no están ni siquiera cerca.
Mantenemos los dos más cercanos al número actual,
ambos por encima y por debajo. Sólo habrá un ganador,
pero es el que llegue más cerca el que me besará.

Veo a Sean en la multitud. Está caminando con Logan y


tres de sus hermanos. Hay un amplio camino alrededor de
ellos. Son chicos de apariencia temible, eso es seguro.
También hacen girar cabezas en cada sentido de la
palabra. Pero ninguno de los chicos Reed es tan apuesto
como Sean. Sus ojos castaños se encuentran con los míos,
y él aparta la mirada. Baja su gorra de béisbol, escudando
sus ojos en sombras así no puedo ni siquiera verlos.
Logan me tiende un billete de diez dólares y diez
estimaciones.

—Oh, no lo creo —respira Emily.

Él le guiña un ojo, y ella cruza sus brazos bajo sus pechos.


Él le curva un dedo, y ella sacude la cabeza. Ella señala
algo realmente rápido. Él se ríe y señala de regreso. Toda
la tensión deja su cuerpo, y se desinfla.

—No voy a besarte —le digo a Logan—. Dale su dinero


de regreso. —Me muevo hacia Emily.

Pero ella solo ordena a través de sus entradas y mantiene


uno al lado. Lo tomo de ella. Está cerca. Realmente cerca.

—Emily —le advierto.

Ella me sonríe. No tengo ni idea de lo que está pasando.

Los hermanos de Logan todos tienen suposiciones,


también, y cada uno de ellos me da una pila de billetes.
Emily y Friday los revisan y tiran uno afuera, desechando
el que pertenecía a Logan. Gracias a Dios. Emily me
mataría si besaba a su novio. No sería capaz de hacerlo.
Simplemente no lo haría.
Hasta el momento, el hermano de Logan, Matt es el más
cercano, pero no le puedo decir eso.

Friday y Emily continúan tomando el dinero mientras


hablo con los hombres que paran para comprar los
billetes. Cuando la hora se ha terminado, mi corazón se
acelera y mis poros están sudando. Logan me entrega un
pañuelo de papel y apunta a la frente. Me la seco.

Sobre la hora, suena el timbre y el locutor me llama al


escenario.

—Y ahora, los resultados del concurso de besos —dice el


locutor. Mira a Friday que tiene el boleto ganador en la
mano—. ¿Tenemos un ganador?

Ella asiente y camina por el escenario. Se detiene y hace


una reverencia cuando obtiene abucheos y silbidos. Ella
es muy Katy Bonita-Perry con sus tatuajes, vestidos de
época, y el peinado viejo de moda. Pone el boleto
ganador en la mano extendida del locutor.

—Y el ganador es… —canta. Él espera, abriendo


lentamente la doblada hoja de papel, prolongando el
suspenso. Apenas puedo oírlo por encima de mi propio
corazón, que está latiendo como loco. ¿Es demasiado
tarde para echarse atrás? Mierda. No quiero hacer esto—.
¡El ganador es la persona que adivinó mil doscientos
cuarenta y ocho!

El público está en silencio, y todos los participantes se


miran el uno al otro. Pero entonces oigo un pum, pum,
pum, pum mientras alguien viene por las escaleras a la
plataforma. Veo la gorra de béisbol antes de ver el resto
de él, y espero por Dios que sea la gorra de Sean. Pero
Sean ni siquiera compró un billete. Ni uno solo.

Sin embargo, es su mirada marrón la que se encuentra con


la mía. Es su gorra de béisbol, y esos son sus tatuajes. Son
sus anchos hombros y sus largas zancadas que comen la
distancia entre nosotros.

Él gira su gorra hacia atrás y mira abajo hacia mí. Se


detiene con menos de un centímetro de sobra entre
nosotros.

—Felicitaciones. —Chillo de la emoción—. Ni siquiera


compraste un billete. ¿Cómo lo hiciste...?

—Compré ciento cuarenta y dos boletos, tontita —me


dice. Mi corazón tropieza un latido.

—¿Lo hiciste? —Todo lo que tenía que comprar era uno.


Puse el número ganador en el pedazo de papel que le di.
Él asiente, y toma mi rostro entre sus manos. Sus pulgares
dibujan pequeños círculos en mis mejillas mientras sus
dedos se enroscan en el cabello en mis sienes.

—Tú no viste el papel que te di.... —Mi corazón late con


fuerza como loco.

—¿Qué papel? —pregunta. Su sonrisa es suave y


acogedora, y quiero caer en él.

—El que puse en tu bolsillo. Su ceño se frunce.

—No importa —le digo, sin aliento. Él gastó ciento


cuarenta y dos dólares por un beso que ya poseía en más
de un sentido. Si amara a este hombre más, sería
peligroso.

Él mira a mis ojos, sin moverse. Va a darme un beso,


¿verdad?

—¿Cuál es el plan aquí?

—Voy a besar a mi chica —dice, sonriéndome. Mi


respiración se ensancha.

—Pero tú tienes que decir sí, primero. —No me ha dejado


irme. Me está sosteniendo con fuerza, obligándome a
mirarlo a los ojos—. Esto no va a ser cosa de una sola
vez.

No puedo ni siquiera pensar, y ¿quiere que me


comprometa?

—No lo es. —Yo respiro.

—¿Me lo prometes? –Su mirada busca la mía como si


fuera a encontrar los secretos del universo allí.
—Lo juro por tu vida —le digo.

Él se ríe.

—¿Mi vida?

Asiento.

Sus cejas se juntan.

—¿No se supone que tienes que jurar por tu propia vida?

—Mi vida no significa nada si no estás en ella.

Sus manos comienzan a temblar contra mi cara, y cierra


los ojos y toma un profundo respiro.
Los hermanos de Logan comienzan a cantar.

—Beso, beso, beso, beso... —Y la multitud se une.

—Será mejor que me beses —le digo—. O se van a


inquietar. —Una lágrima rueda por mi mejilla, y él la
limpia con el pulgar, su mirada suave y cálida.

Sus ojos abiertos, y se inclina más a mí. Me paro de


puntillas para llegar a él, porque no puedo esperar un
segundo más. Se detiene a un suspiro de distancia de mí,
al igual que lo hizo en la habitación. Espera.

—Tú tienes que cerrar la distancia —Me dice. Me está


haciendo elegir.

Caigo en él y presiono mis labios contra los suyos. Se


congela. Pero entonces comienza a besarme y todos los
fuegos artificiales en la feria estatal no podían compararse
con los que tengo e n m i cabeza. Sus labios s on suaves
pero urgentes. Son amables pero insistentes. Son suaves
pero firmes. Su cabeza se inclina y lame a través de la
costura de mis labios. La abro para él, un gemido dejando
mi garganta completamente espontaneo. Su lengua toca la
mía, y el roce de terciopelo de él investigando mi boca
hace que mis rodillas comiencen a temblar. Enredo mi
lengua con la suya, y nada nunca se ha sentido tan correcto
como estar con él. Dios, este hombre puede besar. Roba
mis pensamientos, me lleva en su interior y se niega a
dejar que me vaya. No quiero soltarlo. Quiero darle un
beso para siempre y ni siquiera nunca acudir por oxígeno.
A lo lejos oigo al locutor que tose en el micrófono, pero
no me importa ni tampoco a Sean. Me besa y me sigue
besando hasta que borra el recuerdo de cada otro beso
que he experimentado de mi cabeza. Nunca habrá otro
beso como este. No para mí. Él es el único. Él siempre
será el elegido.

—Vamos a tener que conseguir la manguera, creo —dice


el locutor. Abro los ojos, y Sean abre los suyos
exactamente al mismo tiempo. Retira su lengua de mi boca
y cierra los labios, besándome rápidamente, una y otra
vez, y entonces me deja ir. Me tambaleo sobre mis pies, y
él alcanza una mano para sostenerme, riendo mientras lo
hace.

—¿Estás bien? —pregunta. Se aferra a mi codo hasta que


arroja un brazo alrededor de mis hombros.
Asiento. No puedo hablar. No puedo reunir suficiente
ingenio.

La multitud se vuelve loca. Sean toma mi mano y me lleva


a la orilla del escenario. Mis rodillas temblorosas apenas
me llevan, pero lo sigo. Logan y sus hermanos chocan los
cinco con Sean a medida que nos acercamos, y Emily y
Friday sólo se ríen.

—¿Cómo estuvo? —pregunta Emily.

No necesito responder. Lo pueden ver en mi cara. Levanto


la vista hacia Sean, y él sonríe hacia mí. Es todo lo que
siempre quise. No puedo imaginar mi vida sin él.

—Estremecedor —Admito. Él me aprieta, su rostro


radiante. Entrecierro mi mirada y saboreo mis labios—.
Pero por alguna razón, él sabe a encurtidos.

—Oh, Dios mío —chilla Emily—. ¡Lo mismo sucede con


Logan! —Les dispara una mirada inquisitiva.

Sean se ruboriza a un color escarlata. Hay una historia


allí. Es sólo que no sé lo que es. Pero él me lo dirá. No
voy a dejar que lo evite.

Mete la mano en el bolsillo y hace estallar un puñado de


caramelos de goma en la boca. Logan hace lo mismo.
Logan apunta a la boca de Sean.

—Amigo —dice—. Ese color no es genial en ti.


Miro a Sean, y mi lápiz de labios está corrido por toda su
boca. Me río. Debo estar igual si él luce así. Él seca las
comisuras de mis labios con los pulgares.

—La próxima vez, voy a usar rosa —le susurro.

—No me importa lo que uses —me dice. Su mirada es


ardiente, y mi vientre se voltea—. Me gustaría verte
usando nada. —Me mira a los ojos, con una expresión
llena de anhelo. Aprieta sus labios a los míos brevemente
—. No puedo acostumbrarme al hecho de que puedo
besarte cada vez que quiera.

—¿Quién lo dice? —me burlo.

—Eso es lo que los novios hacen, Lacey —me dice, como


si necesitara recordármelo. Mi estómago se agita de
nuevo. Me paro de puntillas y tiro de su cabeza hacia la
mía. Lo beso, agarrándome de la parte posterior de su
cuello, hasta que los dos estamos sin aliento, y estoy
lloriqueando.

—Seh —estoy de acuerdo—. Eso es lo que los novios


hacen.

Fin
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Spanish Versions
Titan, Tatuado, y Tentador
Sabia y Sexy con Secretos
Calmo, Cuidadoso, Completo
Copyright © 2014 by Tammy Falkner
Celos y Caramelos (Just Jellybeans and Jealousy)
Spanish Edition
Night Shift Publishing
Cover design by Tammy Falkner
Cover photo by Yuri Arcurs - Fotolia.com
ISBN-10:
1634550064
ISBN-13:
978-1-63455-006-2

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imagination or are used fictitiously. Any resemblance to
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