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Juan Antonio Pérez-Bonalde Pereira

Nació en Caracas, el 30 de enero de 1846

Murió La Guaira, 4 de octubre de 1892

Juan Antonio Pérez-Bonalde Pereira

Juan Antonio Pérez_Bonalde

Ilustración realizada por Francisco Maduro.Poeta venezolano considerado el mejor exponente del
Romanticismo en su país. Hijo de Juan Antonio Pérez Bonalde y de Gregoria Pereira. Su padre fue
un destacado miembro militante del partido Liberal. Fué Presidente del Senado y desempeñó el
cargo de Ministro en uno de los gabinetes. Debido a la agitada vida política que vive el país Juan
Antonio Pérez Bonalde, padre, decide irse y establecerse con toda la familia en Puerto Rico. Allí
transcurre parte de su infancia y su adolescencia, también allí tomó cuerpo su vocación poética.
Estudió diversos idiomas entre esos inglés, alemán, francés, italiano, portugués, griego y latín. Los
idiomas le permitieron conocer directamente literaturas extranjeras. Este factor contribuyó a
hacer de Pérez Bonalde un romántico superior en muchos aspectos a la mayoría de sus
compañeros hispanoamericanos.

Estos magníficos conocimientos le permitirán traducir de obras de Poe, Heine, Shakespeare y


Guerra Junqueiro, D’Abreu y Unhland, Herder y Lenau, Ferreira y Saint-Víctor son entre otros,
autores de los cuales va a verter algunas obras al castellano.

Tras el fin de la Guerra Federal, en 1864, su familia regresa a Venezuela. y él colaboró con
publicaciones liberales. En 1870 se incorporó a una Sociedad Patriótica que asumió posturas
críticas ante el nuevo gobierno autoritario del general Antonio Guzmán Blanco. Sus amigos ya lo
conocían como poeta, y lo incitaron a escribir una sátira contra el presidente. Esto bastó para que
las autoridades lo expulsaran del país. Pérez Bonalde se estableció en Nueva York, donde trabajó
para una fábrica de perfumes. De 1870 a 1888 viajó incansablemente como agente comercial por
diversos países

Estando en Nueva York recibe la noticia de la muerte de su madre, lo que va a significar un rudo
golpe para el poeta. En 1876 las circunstancias políticas abren las puertas de Venezuela a Pérez
Bonalde. El presidente Francisco Linares Alcántara propicia un clima de tolerancia política y el
poeta regresa. Durante la travesía, en el barco que lo conducía a Puerto Cabello, un mundo de
recuerdos lo invade: la infancia, la patria, el dolor por la madre muerta, le producen la inspiración
necesaria para escribir el poema “Vuelta a la Patria”.

Este segundo regreso a Venezuela es aún más corto que el primero. El presidente Alcántara muere
el 30 de noviembre de ese año 1876. Guzmán Blanco vuelve asumir el mando de la república y
Pérez Bonalde debe tomar de nuevo el camino del destierro. Vuelve a Nueva York, en 1877 y en
1879 contrajo matrimonio y al poco tiempo tienen una hija. Pérez Bonalde se centrará en su hija.
Es tanta la alegría que ese mismo año publica su segundo libro de poesías originales: Ritmos,
conjunto de 35 poemas, en donde aparece El canto al Niágarauna de sus más celebradas
composiciones. En 1883 muere su hija Flor en forma inesperada. Conmovido por ese inmenso
dolor escribe el poema Flor y además el poema Gloria in Excelsis, y no vuelve a publicar libros de
poesía propia.

En 1888 enferma gravemente y es recluido en un hospital donde permanece un año. En1889 es


llamado a Venezuela para colaborar en el gobierno de Raimundo Andueza Palacio, será este su
último retorno al país.

El 4 de octubre de 1892 fallece en La Guaira. Once años después (1903) sus restos son trasladados
a Caracas en medio de solemnes honras fúnebres. Y desde 1946, centenario de su nacimiento, sus
cenizas reposan en el Panteón Nacional.

Obras

Su obra poética, no es muy extensa, lleva la impronta del romanticismo melancólico: nostalgia de
lo perdido, culto a los muertos, crepuscularismo. Es un excelente lírico romántico de evocaciones
nostálgicas, cuyos ecos lo acercan más al posromanticismo que al modernismo. Y su poesía influyó
poderosamente en la lírica venezolana. Principalmente su obra poética original está representada
por dos Poemarios: Estrofas (1877) y Ritmos (1880). Sus traducciones de mayor importancia son El
cancionero (1885) del alemán Henrique Heine, y El cuervo (1887) del norteamericano Edgar Allan
Poe.

Sus poemas más recordados son la elegía "Flor" (dedicada a su hija Flor, que murió siendo muy
niña), "Primavera", "Poema del Niágara" y "Vuelta a la patria".
Extracto del Poema “Vuelta a la Patria”

De pronto, al descender de una hondonada,

“¡Caracas, allí está!” dice el auriga,

y súbito el espíritu despierta

ante la dicha cierta

de ver la tierra amiga.

Caracas, allí está; sus techos rojos,

su blanca torre, sus azules lomas

y sus bandas de tímidas palomas

hacen nublar de lágrimas mis ojos.

Caracas, allí está; vedla tendida

a las faldas del Ávila empinado,

odalisca rendida

a los pies del sultán enamorado.

Juan Antonio Pérez Bonalde


(Caracas, 1846 - La Guaira, 1892) Poeta venezolano considerado el mejor
exponente del Romanticismo en su país. Tardíamente llegó el Romanticismo
poético a Venezuela de la mano de Juan Antonio Pérez Bonalde, pero no
hubiese podido escoger mejor guía que este poeta. Su vida estuvo marcada
por la pobreza y el exilio, las penurias y los trabajos ingratos y la pérdida
de seres queridos, pero nada de ello le impidió atesorar una cultura literaria
sin parangón en la Venezuela de su época. Como los grandes románticos
europeos, fue adicto al opio y a los viajes, reales e imaginarios. Tuvo la
suerte de llegar tarde al Romanticismo, gracias a lo cual pudo ahorrarse los
aspectos más declamatorios y altisonantes de este movimiento, y la
desgracia de morir antes de ver confirmado el carácter anunciador y
precursor de su poesía en la de los venezolanos que le sucedieron. Se ha
dicho de él que, después de Andrés Bello, fue, en el siglo XIX, el poeta más
alto y cosmopolita de la historia del país.

Juan Antonio Pérez Bonalde

Pérez Bonalde era el noveno hijo de una familia de escasos recursos. Tanto
su educación como su afición a la lectura se fraguaron en aquel hogar
modesto. A los doce años sabía alemán y leía a los poetas románticos. Sus
padres, Juan Antonio Pérez y Gregoria Bonalde, tuvieron que emigrar en
1863, cuando Venezuela se hallaba sumida en el caos de la Guerra Federal
(1859-1863), la más larga contienda civil desde las guerras de
Independencia. Durante los cinco años que duraron las exacciones de
caudillos y montoneras y las epidemias de malaria y disentería que las
acompañaban, perecieron en Venezuela (de cerca del millón ochocientos
mil habitantes que contaba entonces el país) entre 150.000 y 200.000
venezolanos, es decir, del ocho al once por ciento de la población del país.

El joven Pérez Bonalde tenía quince años cuando conoció su primer exilio.
Su padre era un liberal, y se le conminó a escoger entre el destierro o una
muerte casi segura. Sin recursos, en la mayor pobreza, la numerosa familia
fue a parar primero a Puerto Rico y después a Santo Tomás. Juan Antonio
ayudaba a su familia dando clases de piano y haciendo de maestro de
escuela. En 1864 regresó a Venezuela y colaboró con publicaciones
liberales.

En 1870 se incorporó a una Sociedad Patriótica que asumió posturas


críticas ante el nuevo gobierno autoritario del general Antonio Guzmán Blanco.
Pérez Bonalde era ya conocido como poeta entre sus amigos, quienes lo
incitaron a escribir una sátira contra el presidente. Esto bastó para que las
autoridades lo expulsaran del país. Para hacerse una idea del clima
imperante bajo el gobierno del "Americano Ilustrado", baste una conocida
anécdota. En 1873, en un certamen literario cuyo tema impuesto era la
exaltación de un genio de la ciencia, resultó vencedor el autor de un poema
en el que se cantaban loas a Copérnico y que llevaba por título El poder de la
idea. Pero como el desafortunado ganador había omitido mencionar en su
panegírico al presidente de la República, éste ordenó que no se le hiciera
efectivo el premio. "Que le cobre a Copérnico", fue su comentario, para que
el poeta tuviera "una idea del poder".
Pérez Bonalde se estableció en Nueva York, donde trabajó para Lanman y
Kemp-Barclay, una fábrica de perfumes. De 1870 a 1888 viajó
incansablemente como agente comercial por diversos países de
Hispanoamérica, Europa, Asia y Medio Oriente. Extraordinariamente dotado
para el aprendizaje de lenguas, "hablaba con impresionante perfección el
inglés, el alemán, el francés, el italiano y el portugués. Hasta el danés y el
chino parece que llegó a entenderlos", según apunta Arturo Uslar Pietri. Pérez
Bonalde fue el primer escritor venezolano verdaderamente cosmopolita,
mezcla de Chateaubriand y de Heine del Caribe. En 1877 publicó su libro de
poemas Estrofas, que incluye su más célebre composición, Vuelta a la patria,
sin duda el poema lírico venezolano más importante del siglo XIX. Y fue
en Ritmos donde, en 1880, recogió Poema del Niágara, un canto a la naturaleza
en la mejor tradición romántica.

En 1883 vivió su más honda tragedia personal con la muerte de su única


hija, Flor, suceso que le inspiró otra de sus notables composiciones y la
decisión de no volver a publicar su poesía. De regreso al país en 1889, tras
la muerte de su madre, recibió el homenaje del mundo intelectual. Una
muerte súbita lo sorprendió antes de que pudiera encargarse de una misión
diplomática que le había sido encomendada. Su salud se había resentido
gravemente tras años de privaciones, tragedias familiares y vida
trashumante.

Conviene destacar su obra como traductor, al menos tan importante como


su producción poética. Además de sonetos de Shakespeare, son especialmente
notables sus versiones de El cancionero de Heinrich Heine (1885) y del
poema El cuervo, de Edgar Allan Poe (1887), la primera en lengua castellana.
Del prólogo que escribió a su traducción de Heine opinaba Menéndez
Pelayo que es "el monumento más insigne que hasta ahora han dedicado las
letras castellanas al último gran poeta que hemos alcanzado en nuestro
siglo", y, de la versión misma, que representaba "uno de los libros de
poesía castellana que más instinto poético demuestra, aun siendo
trasladado de pensamientos ajenos". Entre los venezolanos, Jacinto
Fombona Pachano veía en las traducciones de Pérez Bonalde más instinto
innovador y audacia que en su propia poesía: "Fuera de un Gustavo Adolfo
Bécquer, no recordamos otro alguno de los románticos que hubiese
comprendido mejor, por ejemplo, el aliento extraño y renovador de la
poesía nórdica".
No es exagerado considerar a Juan Antonio Pérez Bonalde como el más
grande de los románticos venezolanos y el precursor de la moderna poesía
venezolana. Su búsqueda y frecuente hallazgo de la precisión verbal
permite descubrir en Pérez Bonalde a un poeta auténtico. Ésta es,
precisamente, su más alta lección: decir más con menos en un tiempo
donde abundaban el floripondio y la vaguedad retórica. Su obra poética, no
muy extensa, lleva la impronta del romanticismo melancólico: nostalgia de
lo perdido, culto a los muertos, crepuscularismo. Es un excelente lírico
romántico de evocaciones nostálgicas, cuyos ecos lo acercan más al
posromanticismo que al modernismo. Y su poesía influyó poderosamente en
la lírica venezolana. Sus poemas más recordados son la
elegía Flor (dedicada a su hija Flor, que murió siendo muy
niña), Primavera, Poema del Niágara y Vuelta a la patria.
Expresión del dolor del desterrado que regresa a su país, donde le espera,
desgraciadamente, la tumba de la madre muerta, Vuelta a la patria (1875) es
a la vez un composición sobre el amor patrio y el amor filial, nutridos y
fortalecidos en la ausencia. El poema fue escrito en el mar, mientras el
barco que transportaba a Pérez Bonalde navegaba no hacia La Guaira,
como podrían hacérnoslo creer algunas de sus referencias, sino hacia
Puerto Cabello, donde lo acogieron parientes y amigos, ante los cuales leyó
su composición. La pervivencia de este poema debe atribuirse a su calidad
emotiva, a la sinceridad y a la profundidad del sentimiento expresado, al
contenido tan humano que encierra, así como al don lírico y a la plasticidad
de una expresión densa y matizada, cuyo ritmo externo se amolda
maravillosamente al de la emoción.

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