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Luis Bretel
Enero 2002
2
ÍNDICE
1. ¿QUÉ ES EVALUACIÓN DEL DESEMPEÑO DOCENTE?
4
2.1 ¿Para qué podría ser útil la evaluación del desempeño docente? 17
2.2 ¿Quién podría ganar y qué con un sistema de evaluación del desempeño docente?
18
4.2 La autoevaluación 32
3
4.4 El portafolio 33
5 BIBLIOGRAFÍA
38
4
Es posible definirla a partir de lo que se hace cuando se evalúa y así afirmar que es un
proceso de construcción de conocimiento a partir de la realidad, con el objetivo de
provocar cambios positivos en ella. La evaluación educativa nunca es un hecho aislado
y particular es siempre un proceso que partiendo del recojo de información se orienta a
la emisión de juicios de valor respecto de algún sujeto, objeto o intervención
educativos1. Pero un proceso evaluativo sería absolutamente limitado y restringido si no
estuviera dirigido, explícitamente, a la toma de decisiones en función de la optimización
de dichos sujetos, objetos o intervenciones evaluadas.
Por ello es que se suele afirmar 2 que éste es un proceso cognitivo (porque en él se
construyen conocimientos), instrumental (porque requiere del diseño y aplicación
determinados procedimientos, instrumentos y métodos) y axiológico (porque supone
siempre establecer el valor de algo). De estos tres procesos simultáneos, sin duda, el
proceso axiológico es el más importante y significativo, porque cuando se evalúa no
basta con recoger información, sino que es indispensable interpretarla, ejercer sobre
ella una acción crítica, buscar referentes, analizar alternativas, tomar decisiones, etc.
Todo lo cual tiene como consecuencia fundamental la legitimación del valor de
determinadas actividades, procesos y resultados educativos, es decir la creación de
una “cultura evaluativa”, en la que cada uno de los instrumentos empleados y los
conocimientos generados adquiere sentido y significado. En tal perspectiva Valdez
(2000) afirma que la evaluación del desempeño docente es “una actividad de análisis,
compromiso y formación del profesorado, que valora y enjuicia la concepción, práctica,
proyección y desarrollo de la actividad y de la profesionalización docente” 3. La
evaluación, quiérase o no, orienta la actividad educativa y determina el comportamiento
de los sujetos, no sólo por los resultados que pueda ofrecer sino porque ella
preestablece qué es lo deseable, qué es lo valioso, qué es lo que debe ser.
Por otra parte, la evaluación educativa también se suele definir ateniéndose a aquello
que es objeto de evaluación. Si ésta se centra en los resultados educativos se la define
1
MATEO, J. La evaluación educativa. En Enciclopedia General de la Educación, 532-586. Barcelona. Océano. 1998.
2
MATEO, J. La evaluación educativa, su práctica y otras metáforas. Barcelona. Ed. Horsori. 2000
3
VALDÉS V., Héctor. “En un mundo de cambios rápidos, sólo el fomento de la innovación en las escuelas permitirá al sistema
educacional mantenerse al día con los otros sectores”. Ponencia presentada en el Encuentro Iberoamericano sobre Evaluación del
Desempeño Docente. OEI, México, 23 al 25 de mayo de 2000.
5
También es posible hacerlo a partir del tipo de proceso y su finalidad. Así, algunos la
conciben como un proceso riguroso de medición cuantitativa que tiene puesto el interés
en realizar comparaciones precisas y determinar distancias cuantificables entre una
situación determinada y un modelo deseable, claramente establecido. Una evaluación
de esta naturaleza requiere hacer uso de un patrón de medida, lo que supone definir
indicadores objetivamente verificables y cuantificables, determinar desde allí unidades
de medida, construir escalas de medición y diseñar instrumentos válidos y confiables.
Pero, quienes la entienden, más bien como construcción y emisión de juicios de valor, o
como un proceso de valoración no cuantitativa en función de ideales, es porque lo
único que desean lograr es que se acorte la brecha entre los desempeños y
condiciones actuales y los deseables. Para poder evaluar el desempeño docente desde
esta comprensión, se requiere tener claridad y haber alcanzado acuerdo respecto al
deber ser del desempeño docente y contar con una conciencia ética y moral
suficientemente desarrollada, especialmente en los docentes, porque la evaluación
tendería que ser sobre todo una auto y coevaluación, desarrollada a través de procesos
de reflexión y análisis de los propios desempeños, en relación con los desempeños que
la sociedad o el sistema educativo considera deseables.
Sin embargo, es importante tener en cuenta lo que muchos han hecho para evitar una
evaluación reducida y miope, a saber, optar por una evaluación definida como la
combinación de todas estas comprensiones, asignándole mayor peso y significatividad
a alguno de los polos dentro de las combinaciones resultantes. De esta opción
podríamos concluir que al proponerse evaluar el desempeño docente es importante
tener e cuenta que:
Quisiéramos cerrar este acápite con las siguientes palabras del cubano Héctor Valdés,
respecto al sistema de evaluación del desempeño docente en su país:
Los educadores están sometidos constantemente a una valoración por todos los
que reciben directa o indirectamente sus servicios. Por esa razón se hace
necesario un sistema de evaluación que haga justo y racional ese proceso y que
permita valorar su desempeño con objetividad, profundidad, e imparcialidad.
4
Ibid.. Páginas 14 y 15.
8
En primer lugar, es importante sacar a la luz los sentimientos que la evaluación produce
en todos, tanto cuando evaluamos a otros como cuando nos sentimos evaluados o
susceptibles de serlo.
Desde el punto de vista de quien evalúa, en tanto que el evaluar otorga poder sobre los
evaluados, quien tiene que hacerlo no puede evitar sentir que los destinos ajenos están
en sus manos y que la sensación de producir temor en el otro puede llegar a producir
un enfermizo placer.
Tan sólo de pensar en este tema los docentes peruanos nos llenamos de ansiedades y
temores, sin embargo es importante tener en cuenta que estos sentimientos es
reversible y que el éxito o el fracaso de un sistema de esta naturaleza depende, en
gran medida, de lograr generar un clima evaluativo positivo. El primer reto a enfrentar
debe ser el lograr que los docentes de puedan llegar a sentir que ser evaluados es
valioso, agradable y hasta deseable.
Héctor Valdez (2000) insiste en la necesidad de tener en cuenta este aspecto y nos
advierte de los peligros de no tenerlo en cuenta:
Por otra parte, entenderlo como educador, puede resultarnos además de también
genérico y poco claro, ya que en principio todos educamos y todos somos educados,
sino que puede hacer referencia a la mítica imagen del docente “apóstol de la
educación”, con una misión que al trascender lo mundano pierde una característica
propia de todo servicio profesional, a saber, la rendición mundana y social de cuentas
por la calidad del servicio prestado.
5
Ibid. Página 16
10
Todo ello hace pensar en que su rol es un rol profesional y definirlo como tal, es no sólo
indispensable sino un paso trascendental en la profesionalización de la docencia y en
la construcción de una educación de calidad. Graciela Messina8, reflexionando sobre el
carácter profesional de la tarea docente, no sólo plantea que es una tarea urgente
lograr que se considere que el docente es un profesional, sino que está segura que el
asumirlo como “un no profesional” es un mito tanto para deslegitimar su trabajo y en
consecuencia justificar las injustas condiciones de trabajo y salario, como para justificar
6
PAVEZ URRUTIA, Jorge, Presidente Colegio de Profesores de Chile. Seminario Perspectiva del Colegio de Profesores sobre el
Profesionalismo Docente., Internacional “Profesionalización docente y calidad de la educación”. Santiago de Chile, 8 y 9 de mayo
de 2001.
7
Ministerio de Educación de Chile. Estándares de desempeño para la formación inicial de docentes. División de Educación
Superior. Programa de Fortalecimiento de la Formación Inicial docente. Junio-2001
8
MESSINA, G. Panel de especialistas "La formación docente para la educación de jóvenes y adultos.
Perspectivas y debate". Buenos Aires. Noviembre 2000.
11
que la “creatividad” le pertenece sólo a unos pocos, al nivel central de los ministerios de
educación, que toman decisiones y hacen guías de aprendizaje, que definen currículo,
dándole muy poco espacio a los docentes.
9
ABRILE DE VOLLMER, María Inés (Exministra de Educación de la Provincia de Mendoza (Argentina) durante el período 1989-
1992 y actual asesora del Ministerio de Cultura y Educación de Argentina). Nuevas demandas a la educación y a la institución
escolar, y la profesionalización de los docentes. Revista Iberoamericana de Educación Número 5. Mayo - Agosto 1994.
10
WILSON, J.D. Cómo valorar la calidad de la enseñanza, Barcelona: Paidós/MEC. 1992.
12
Es de sentido común afirmar que un buen docente debe tener conocimientos sobre las
disciplinas académicas en torno a las que debe lograr que los alumnos construyan
aprendizajes; también sólidos conocimientos pedagógicos que le permitan lograr dichos
aprendizajes, así como respecto de las características generales e individuales de cada
uno de sus estudiantes.
11
HERNÁNDEZ, Carlos Augusto. Aproximaciones a la Discusión sobre el Perfil del Docente. II Seminario Taller sobre perfil docente
y estrategias de formación. Países de Centroamérica, El Caribe, México, España y Portugal. San Salvador, El Salvador del 6 al 8
de diciembre de 1999. Página 9.
12
AYLWIN, Mariana. Ministra de Educación. Política de profesores en Chile. Discurso. Seminario Internacional “Profesionalización
docente y calidad de la educación”. Santiago de Chile, 8 y 9 de mayo de 2001.
13
entorno en el que trabaja, compartir y aprender de y con sus colegas y relacionarse con
los padres de familia y otros miembros de la comunidad circundante. 13
Es todo esto lo que hace que la respuesta a esta pregunta resulte más complejo en
tanto que la actuación profesional del docente se realiza en diversos ámbitos y con
diversos sujetos.
En el ámbito del aula, su buen desempeño tiene que ver tanto con el diseño cuidadoso,
la conducción responsable y la evaluación profunda de los procesos de aprendizaje; así
como con la relación comunicativa y afectiva que establece con todos y cada uno de
sus estudiantes.
Con relación a sus colegas, se espera una actuación de colaboración, de apoyo mutuo
y corresponsabilidad tanto respecto a la diversificación del currículo como a la
organización y marcha del centro.
“Y mucho más claro, aunque quizá más frecuente en sus formas sutiles, es el
carácter moralmente reprobable del uso que el docente puede hacer de su
poder para experimentar el placer del control. Muchos algunas veces hemos
dudado de si la disciplina o las tareas que exigimos se justificaban por las
13
Estándares.... Chile. Página 9
14
La Ética en la Formación y en la Práctica Docente. Enfoques multidisciplinarios. En: Quehacer Educativo. No. 36 (Julio, 1999).
Página 18.
14
“La falta de este particular deber de virtud del docente amenaza con convertir la
enseñanza en un simulacro.” 16
15
Ibid. Página 25
16
Ibid. Página 27
17
AYLWIN. Op cit
18
SCRIVEN, M.. "Summative teacher evaluation" en J. Millman (ed.) Handbook of teacher evaluation pp. 244-271. Beverly Hills, Ca.
Sage. 1981.
15
Es evidente que es posible realizar muchas otras síntesis de las competencias que
deben caracterizar el buen desempeño del docente. De hecho lo más importante es
avanzar en la definición socialmente aceptada y consensuada de las competencias
básicas que deben caracterizarlo para nosotros.
16
Las diversas experiencias de evaluación del desempeño docente nos demuestran que
las finalidades o las razones por las que se puede implementar un sistema de
evaluación del desempeño docente son varias, y estas mismas experiencias nos
demuestran que no se trata de alternativas excluyentes ya que todas ellas contribuirían,
unas más y otras menos, a mejorar la calidad de la docencia y con ello la calidad de los
procesos educativos y de la educación en general. Para el Colegio de Profesores de
Chile:
2.1 ¿Para qué podría ser útil la evaluación del desempeño docente?
1. Consideramos que la más importante utilidad que esta evaluación debería tener
es el posibilitar el diseño de estrategias y medidas de refuerzo y crecimiento
profesional pertinentes y ajustadas a las condiciones y necesidades reales de
cada docente. Es evidente que las necesidades de formación y capacitación de
los docentes son diversas y que las propuestas uniformes y monocordes
terminan siendo útiles sólo para un grupo pequeño a cuyas necesidades
responde.
2. Por otra parte, un sistema de evaluación participativo, con criterios concordados
y procedimientos auto y coevaluativos, permitiría lograr un mayor nivel de
compromiso de cada docente con las metas, los objetivos y las personas
involucradas en el proceso educativo.
19
“Los estándares son, por tanto, patrones o criterios que permitirán emitir una forma apropiada juicios sobre el desempeño
docente de los futuros educadores y fundamentar las decisiones que deban tomarse. Son genéricos. Expresan posiciones
respecto a la enseñanza y el aprendizaje que derivan de una larga tradición pedagógica que se extiende desde Sócrates,
incluyendo a Froebel, Pestalozzi y Dewey, hasta Paulo Freire. Se han formulado como descripciones de formas de desempeño.
Se expresan en términos de lo que sabe y puede hacer. [...] Los estándares de desempeño nos dotan de parámetros que
aseguren una mejor preparación de los profesores en un futuro próximo, además de constituir un paso concreto hacia formas
prácticas de evaluar el desempeño docente. “Estándares de desempeño para la formación inicial de docentes. Ministerio de
Educación de Chile. División de Educación Superior. Programa de Fortalecimiento de la Formación Inicial docente. Junio-2001.
18
A continuación se presentan los objetivos y las formas que debiera tener la evaluación
para cada una de las finalidades posibles y se analizan desde la perspectiva
estratégica de su contribución a la generación de una cultura evaluativa en nuestro
medio.
Usar múltiples fuentes de datos, para lograr que el marco de la actuación evaluada
mucho más rica y contextualizada, que se recoja la información en situaciones más
naturales, que se logre una mayor fiabilidad en la información obtenida, que se
tengan bases legalmente mejor defendibles, en el caso de tener que tomarse
decisiones sancionadoras, y, finalmente contar con una información de base
20
STRONGE, J.H.. Evaluating Teaching. A guide to current thinking and best practice. Thousand Oaks, CIa. Corwin Press, Inc.
1997
20
mucho más firme sobre la que construir planes de mejora y desarrollo docente
realistas.
Cada docente, cada colectivo docente (en cada centro educativo o Red de centros),
cada instancia local o regional del sector educación, debería involucrarse en un
proceso de autoevaluación que permitiera identificar, en primer lugar, sus
potencialidades y sus limitaciones, sus éxitos y sus fracasos, para desde ellos
proponerse objetivos y metas precisas de crecimiento y mejora y, en segundo lugar, el
nivel de logro y consecución de dichos objetivos y metas.
Este proceso, de alguna manera, fue el que se pretendió iniciar con la exigencia de que
cada centro educativo desarrolle su propio Plan de Desarrollo Educativo Institucional
(PDI). Desgraciadamente, en la mayor parte de los casos, se convirtió sólo en una
21
El diseño mismo del PDI implicaba un proceso de evaluación diagnóstica en el que los
docentes no sólo debían mirar y recoger datos relevantes del contexto, sino que debían
mirar hacia adentro evaluando sus propias capacidades, potencialidades y limitaciones.
Por otra parte, implicaba el establecimiento de objetivos y metas orientados al
desarrollo profesional de los docentes, al involucramiento de padres y alumnos en las
decisiones del centro, la atención de las necesidades específicas y prioritarias de los
alumnos y la vinculación del centro con organizaciones e instituciones que pudieran
convertirse en aliados estratégicos de su misión. Así mismo, debían precisar metas a
ser alcanzadas en plazos específicos y personas responsables de su consecución,
además de acciones de seguimiento, monitoreo y evaluación de las mismas. Ese
proceso, ya iniciado y sobre el cuál se han desarrollado no sólo experiencias exitosas,
sino también instrumentos útiles, debería ser retomado y enriquecido.
21
BENVENISTE, Luis. “La evaluación del rendimiento académico y la construcción de consensos en Uruguay”. Abril-2000.
http://www.grade.org.pe/gtee-preal/docs/Beneviste.pdf
22
En cuarto lugar, es evidente que tendrían que asegurarse no sólo la capacitación de los
equipos docentes que se involucrarían en un proceso semejante, sino sobretodo el
acompañamiento de quienes hayan iniciado el proceso. Es posible que esto no se
pueda generalizar desde un primer momento, pero se podría diseñar una estrategia
que haga posible el avance paulatino hacia que en un plazo razonable, todos los
docentes y centros del país se involucraran en él. De los diversos procedimientos que
se proponen en el siguiente Capítulo, los que pueden resultar de utilidad al evaluar en
función de esta finalidad son los siguientes: La autoevaluación, la opinión de los
padres, la opinión de los alumnos, la coevaluación o evaluación de pares y el
rendimiento en el aprendizaje de los alumnos.
Los esfuerzos del profesorado tienden a tener una mayor influencia cuando
persiguen un objetivo tan deseado que estimule la imaginación y dé a la gente
algo en lo que desee trabajar, algo que todavía no sepa hacer, algo de lo que
pueda enorgullecerse cuando lo consiga.
Una vez identificados los objetivos prioritarios para mejorar el grado de eficacia
de la escuela, éstos se integran en el proceso de evaluación haciendo que los
profesores desarrollen unos objetivos de rendimiento que centren su atención en
las necesidades identificadas en los objetivos prioritarios.
22
TEDESCO, Juan Carlos El nuevo pacto educativo. Educación, competitividad y ciudadanía en la sociedad moderna. Madrid,
Grupo Anaya, 1995
24
23
Valdez. Op.cit.
25
Una evaluación con esta finalidad tendría, más que cualquiera, un sentido axiológico
muy fuerte, porque es la que expresaría lo que la sociedad peruana considera o no un
buen docente y porque delinearía el camino de tránsito en la carrera magisterial. Es
por ello que el proceso de su diseño y definición debiera ser más complejo y cuidadoso
que el anterior.
Una primera etapa de su construcción, el establecimiento de perfiles profesionales,
podría coincidir temporalmente con el diseño de la evaluación para la incorporación en
la carrera, en tanto que los ámbitos de evaluación y las competencias demandadas
serían las mismas, la diferencia estaría en que se requerirían establecer mínimos de
logro distintos para cada nivel de la carrera. Determinar cuáles son los posibles
cargos, funciones y responsabilidades a que un docente podría acceder en cada nivel
permitiría establecer con precisión los mínimos de logro acreditables para cada nivel
de la carrera.
Es muy probable que la valoración relativa que determinados aspectos tengan para
acceder a un nivel específico de la carrera no sean los mismos que para acceder a
otro. O que, algunas competencias cuya posesión podría considerarse no
indispensable al inicio o en los primeros niveles de la carrera, se considere
absolutamente indispensable en otro, por ejemplo la producción intelectual. Es posible,
aunque poco probable que en alguna región del país se considere indispensable una
competencia a un nivel de logro diferente que en otra.
También los QTS (Estándares de Calidad Docente) ingleses (1995), el Framework for
Teaching de Virginia (1996), o los National Board for Professional Teaching Standards
norteamericanos (http://www.nbpts.org/), pueden ser un punto de partida importante
para la construcción del complejo sistema de competencias, indicadores y niveles de
logro que se requerirían.
Dada la importancia axiológica y el impacto que sobre los sujetos de la educación y la
sociedad entera tendría este subsistema, el proceso y los actores que debieran
participar en su diseño son aun más importantes que con relación al subsistema
anterior.
En este proceso tendría que haber una participación orgánica de los colectivos
docentes de cada centro educativo, de las asociaciones de padres de familia, de los
estudiantes de los últimos de la primaria y la secundaria, así como de “mesas de
trabajo” constituidas por representantes de instituciones vinculadas a la tarea
educativa. Desde el nivel local, pasando por el provincial y el departamental, tendrían
que haber instancias de centralización y sistematización de las propuestas, que serían
además correas de transmisión de la información. Este proceso tendría que
acompañarse de un proceso de difusión, discusión y debate a través de los medios de
comunicación social, de tal manera que la reflexión y la profundidad en ella se vayan
paulatinamente alcanzando en toda la población.
“Una reforma efectiva no puede imponerse por decreto de arriba hacia abajo […]
(Que si bien) la reforma requiere liderazgo [...] los líderes deben crear consenso
entre los burócratas y los empresarios, los sindicatos y la opinión pública, los
directores y los maestros, así como entre los padres y los estudiantes. Estos
participantes serán quienes en última instancia, habrán de interpretar y aplicar
las reformas. Para tener éxito la reforma debe procurar el compromiso y la
participación de los interesados. La participación y el compromiso político son
importantes fuerzas que sustentan el éxito del cambio educacional. Por lo tanto,
el “mercadeo social” y la atención al proceso de diálogo de política y formación
de consenso son importantes componentes de los esfuerzos de reforma.” 24
Es evidente que este proceso podría ser largo, pero que sus efectos sobre la mejora de
la calidad de la educación peruana y el empoderamiento de todos los actores respecto
a qué debe esperarse de la educación y debe exigirse de ella y del docente se
producirían y harían evidentes mucho antes que el establecimiento definitivo del
sistema mismo de evaluación.
Observación de
clases
Autoevaluación
Pruebas de
conocimientos
Portafolio
Opinión de los
padres
Opinión de los
alumnos
Coevaluación
Rendimiento de los
alumnos
hay muchos aspectos del desempeño docente en el aula que no son fácilmente
observables, como por ejemplo: la planificación que hace el docente de sus
clases, su valoración y modificación de los materiales didácticos que emplea, su
elección y adaptación de métodos pedagógicos, y sus relaciones de trabajo con
colegas, padres y otros miembros de la comunidad educativa;
Los instrumentos abiertos se utilizan a veces en conexión con los juicios emitidos por el
evaluador. Los informes proveen ejemplos específicos que se pueden discutir o
analizar en una reunión entre el evaluador y el docente o en una revisión realizada por
los colegas.
4.2 La autoevaluación
- Hojas de autoclasificación.
- Materiales de autoestudio
4.4 El portafolio
Para asegurar que la información contenida tenga significación para orientar el proceso
de mejora el portafolio debería tener las siguientes características 25:
25
MATEO. Op.cit.
34
Tendría que llegar a ser una colección de experiencias vividas que sirvieran de base
para discutir con los colegas elementos de desarrollo profesional.
Parece obvio que una buena relación entre padres y profesores y una comunicación
efectiva entre el hogar y la escuela, tiene consecuencias importantes en la calidad de la
educación.
Aun así, si tenemos en cuanta que la evaluación tiene como finalidad fundamental el
aportar información para desarrollar capacidades y potenciar actitudes que puedan
insertarse en los procesos de mejora de la calidad de la educación, debemos aceptar
las percepciones de los padres pueden contribuir al desarrollo de actitudes de
interrelación y mutuo conocimiento absolutamente necesarias para producir una
educación de calidad.
Uno de los argumentos de mayor peso para justificar su inclusión en la evaluación del
desempeño docente tiene que ver con el hecho que ellos sean los consumidores
principales de los servicios educativos del docente. Por ello se encuentran en una
posición privilegiada para proporcionar información acerca de la efectividad de la
docencia. Son los únicos que tienen información directa del tipo, naturaleza y calidad
de las prácticas docentes que se realizan en el aula.
Sin embargo, las experiencias con su empleo parece restringirse a los estudiantes de
mayor edad, aunque en el Colegio de la Inmaculada- Jesuitas, así como en La Casa de
Cartón su uso se ha extendido desde hace algunos años hasta los primeros grados de
la primaria, parece ser que con muy buenos resultados. Es cierto que los juicios de los
estudiantes tienen que ver básicamente con los niveles de empatía y sintonía que los
docentes han logrado o no con ellos. Pero, si esto es así, debiéramos esperar sólo esa
información del empleo de este procedimiento, con la seguridad que ella es
absolutamente relevante, porque del nivel de empatía y comunicación afectiva logrado
por el docente, depende buena parte de los resultados de aprendizaje de los
estudiantes.
Que el profesor conozca las percepciones del alumno sobre su práctica docente y su
actuación personal en el aula, independientemente de su valor formativo para alumnos
y docentes, puede ser una importante plataforma de interacción y acercamiento entre
los alumnos y el docente.
La información solicitada a los pares nunca debe ser juicios valorativos personales del
compañero o información subjetiva basada en la impresión (o en el desconocimiento)
respecto de su actuación, sino en información objetivamente valorada respecto de
aquellos elementos de su actividad, que los compañeros conocen directamente y que
deberán expresar de tal manera que pueda utilizarse para su mejora. Sólo así la
información de los pares introduciría elementos sustantivos para la retroalimentación
positiva del profesor y le aportaría verdadero valor añadido.
Lograr estos análisis comparativos, que debieran ser hechos principalmente por los
colectivos docentes de cada centro o red de centros, supone la existencia de
instrumentos confiables, construidos desde estándares de aprendizaje preexistentes.
Por otra parte y tal como ya hemos expresado anteriormente, la información así
obtenida formará parte de ese registro acumulativo de evidencias múltiples que
ayudaría a los docentes de un centro a dibujar, con la mayor precisión posible y con el
mayor número de matices, la realidad de la docencia ejercida en el centro educativo.
38
5 BIBLIOGRAFÍA
RODRÍGUEZ C., Abel. Los maestros, protagonistas del cambio. Convenio Andrés Bello.
Seminario de Integración Educativa Andrés Bello. Noviembre, 1999.
STRONGE, J.H.. Evaluating Teaching. A guide to current thinking and best practice.
Thousand Oaks, CIa. Corwin Press, Inc. 1997.
STRONGE, J.H., HELM, V.M., Y TUCKER P.D. Evaluation handbook for professional
support personnel. Kalamazoo: Wes- tern Michigan University, Center for
Research on Educational Accountability and Teacher Evaluation. 1995.