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Resumen
El sector transporte es responsable de una parte importante de la generación de
emisiones de gases efecto invernadero causantes del cambio climático. Es a su vez
el responsable del crecimiento más acelerado en términos de emisiones, resultado
de la dependencia del uso de vehículos automotores en las ciudades,
convirtiéndolas en lugares insostenibles y poco habitables.
Lo anterior, representa para México el reto de adoptar una nueva cultura de
movilidad desde un enfoque de sostenibilidad, su inclusión dentro de la política
pública, el financiamiento y el gasto público de entidades federativas y locales que
prioricen proyectos de movilidad urbana sostenible, serán de vital importancia para
hacer frente al cambio climático.
Palabras clave: movilidad urbana sostenible, cambio climático.
Abstract
The transport sector is responsible for an important part of the generation of
greenhouse gas emissions that cause climate change. It is in turn responsible for
the fastest growth in terms of emissions, result of the growth dependence of motor
vehicles in cities, making them unsustainable and unlivable places.
This represents for Mexico the challenge of adopting a new culture of mobility from
a sustainability approach and its inclusion in public policy, financing and public
spending of federal and local entities that prioritize sustainable urban mobility
projects, will be of vital importance to face climate change.
Keywords: sustainable urban mobility, climate change.
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Introducción
El objetivo de este trabajo es destacar la relación que existe entre el cambio
climático y el sector transporte, y desarrollar un análisis de la estrategia de movilidad
urbana sostenible en el planteamiento de la política pública nacional, el
financiamiento y participación de los gobiernos estatales y locales en el reto de
adoptar una nueva cultura de movilidad para hacer frente al cambio climático.
Por lo tanto, en el presente estudio, se analiza inicialmente la relación entre el
cambio climático y el sector transporte, destacando los modos de transporte que
generan una mayor cantidad de emisiones. Luego, se analiza la estrategia de
movilidad urbana sostenible (MUS) y sus acciones encaminadas al combate del
cambio climático. Posteriormente, se analizan las políticas públicas y enuncian
ejemplos de referencia enfocados en la materia, para finalmente evaluar el
financiamiento y participación de los gobiernos estatales y locales en la estrategia.
El cambio climático y el sector transporte a nivel mundial
El cambio climático es uno de los problemas ambientales y energéticos más
significativos de nuestro tiempo y que de acuerdo a la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (2015), se define como un cambio de
clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la
composición atmosférica mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima.
Los investigadores y expertos en el tema mencionan que las manifestaciones del
fenómeno aluden al aumento y disminución de temperaturas, deshielo de los polos,
aumento de actividades ciclónicas tropicales, aumento del nivel del mar,
precipitaciones, entre otras.
De acuerdo al informe presentado en 2017 por el Panel Internacional sobre el
Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), se destaca que la principal causa
del CC a nivel mundial se debe a la emisión de gases efecto invernadero (GEI), los
cuales provienen en mayor medida de los sectores de suministro de energía
(25.9%), transporte (13.1%) e industria (19.4%).
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Figura 1 Emisiones de GEI a nivel mundial por sector, 2017
14%
19%
8% 17%
3%
13%
26%
Agricultura Silvicultura
Desechos y aguas de desecho Suministro de energía
Transporte Edificios residenciales y comerciales
Industria
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Figura 2 Emisiones de GEI a nivel mundial por modo de transporte, 2017
12%
3%
9%
76%
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que la contribución por modalidad fue: automotor 94.5%, aéreo 2.9%, marítimo 1.4%
y ferroviario 1.2%.
Figura 3 Emisiones de GEI a nivel nacional por modo de transporte, 2015
1%
3%
1%
95%
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La movilidad urbana sostenible como estrategia para el combate del cambio
climático
La movilidad urbana se define como los desplazamientos de personas y
mercancías, independientemente del medio que utilicen para desplazarse: a pie, en
bicicleta, en transporte público, en automóvil, entre otros.
De acuerdo con la Ley de Movilidad del Distrito Federal, la movilidad es el conjunto
de desplazamientos de personas y bienes que se realizan a través de diversos
modos de transporte, que se llevan a cabo para que la sociedad pueda satisfacer
sus necesidades y acceder a las oportunidades de trabajo, educación, salud,
recreación, entre otras actividades que se ofrecen en la ciudad (ALDF, 2014).
En este contexto, la movilidad urbana se traduce como la cantidad de viajes diarios
de la población hacia un determinado destino, caracterizada por una fuerte
dependencia del uso de vehículos automotores, que conlleva a una serie de
impactos o externalidades negativas como: alto consumo de energéticos y recursos
naturales, contaminación ambiental, accidentes de tránsito, aumento de tiempo
perdido en movilidad, altos costos de transporte, lejanía de fuentes de empleo,
bienes y servicios, que convierten a las ciudades en lugares insostenibles,
ofreciendo una menor calidad de vida a sus habitantes.
En virtud de lo anterior, el concepto ha sido analizado desde un enfoque de
sostenibilidad1, el cual busca orientar las acciones para mitigar los impactos
negativos que se generan, mediante un cambio de paradigma o cultura de movilidad
que plantee reducir la dependencia al vehículo automotor.
Esta nueva cultura de movilidad plantea entre sus objetivos: disminuir la cantidad
de emisiones contaminantes GEI, favorecer modos de desplazamiento más
respetuosos y amigables con el medio ambiente, y minimizar el congestionamiento
vial.
Lo anterior, define a la movilidad urbana sostenible (MUS) como una respuesta
hacia el combate del CC ya que, si disminuye el uso del vehículo automotor, además
de la reducción de emisiones GEI, se obtienen múltiples beneficios como: mejora
de calidad del aire, reducción de contaminación acústica, reducción de accidentes
de tránsito, reducción de tiempo perdido en movilidad, entre otros, haciendo de las
ciudades lugares más sostenibles y más habitables.
1El concepto de “sostenibilidad” se define como el desarrollo que satisface las necesidades de las
generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras. Se apoya
sobre tres pilares: la sociedad, el progreso económico y la conservación del medio ambiente.
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Figura 4 Beneficios de la MUS
SEGURIDAD DESARROLLO
ENERGÉTICA ECONÓMICO
PROTECCIÓN DEL
CALIDAD DE VIDA
MEDIO AMBIENTE
Acciones de mitigación
Las acciones encaminadas a una MUS en las ciudades requieren de una sólida
voluntad de cambio y adopción de nuevos enfoques para el diseño de políticas
públicas.
Como síntesis del nuevo paradigma se ha propuesto en enfoque denominado
“Evitar – Cambiar – Mejorar” (ASI por sus siglas en inglés), el cual establece los
principios rectores para lograr de manera eficaz el objetivo de reducir emisiones
futuras del sector con sistemas de bajo costo y accesibles para su implementación
(Dalkman y Branningan, 2007).
En primer lugar, este enfoque hace referencia a la necesidad de “evitar” los
viajes innecesarios, reduciendo la necesidad de trasladarse. A través de la
planificación del uso de suelo y el transporte.
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o Transporte no motorizado: caminar y el uso de la bicicleta representan
las opciones más respetuosas con el medio ambiente.
Cambiar la proporción de
Cambiar modos respetuosos con el Eficiencia del viaje
medio ambiente
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Aumentar la eficacia del transporte y uso de infraestructura con sistema de
información y con incentivos basados en el mercado.
Así mismo, la iniciativa de la Asociación de Transporte Bajo en Carbono (SLOCAT
por sus siglas en inglés), recomienda que las acciones se basen en tres principios:
La necesidad de mejora del desempeño del sistema de transporte para la
acción efectiva contra el cambio climático.
El reconocimiento de cobeneficios en las acciones de mitigación del sector
transporte.
La promoción de financiamiento de carbono para catalizar el desarrollo del
sector.
En términos de acciones concretas SLOCAT propone replicar y aumentar la escala
de experiencias exitosas de transporte sostenible (como por ejemplo sistemas de
tarificación eficiente del transporte, estacionamiento, combustibles, seguro y
registro de vehículos), el establecimiento de fondos dedicados a la promoción del
transporte sostenible, la promoción del trasporte público, la promoción del
transporte no motorizado con acciones como la peatonalización de áreas urbanas
céntricas o la promoción del uso de la bicicleta (Barbero, et al., 2012).
A continuación, se analizan las políticas que se han diseñado, adaptado y llevado a
cabo en México en la materia de MUS.
Políticas públicas enfocadas a la MUS en México
Parte de la responsabilidad del CC y las acciones que se deseen implementar para
su combate recaen sobre las políticas públicas en curso. Es decir que, en medida
en que las políticas y estrategias sean adecuadas y exitosas, la mitigación de las
emisiones GEI podría incidir en cambios menos severos en el clima y dar una
respuesta de adaptación ante el CC.
A nivel internacional, en 1992, en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, se
adoptó la Convención Marco de las Naciones Unidades sobre el Cambio Climático
(UNFCCC, por sus siglas en inglés), cuyo objetivo es lograr la estabilización de
concentraciones de GEI en la atmosfera a un nivel que impida las interferencias
antropogénicas y peligrosas en el sistema climático. México firmó y ratificó este
acuerdo en 1993.
Así mismo, México firmó y ratificó el Protocolo de Kioto en el año 2000, el cual
estableció los compromisos para la elaboración de inventarios nacionales de
emisiones, comunicaciones nacionales, así como estudios de mitigación y
adaptación al CC, principalmente para los países en vías de desarrollo. Por su parte,
en 2015 nuestro país ratificó el Acuerdo de Paris sobre el CC, el cual busca que por
lo menos 195 países reorienten su desarrollo hacia un mundo más sostenible, con
menos emisiones y con capacidad de adaptarse a un clima más extremo.
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A nivel nacional, el gobierno ha propuesto diseñado e implementado políticas
encaminadas a la mitigación y adaptación del CC, el fomento de acciones e
inversiones para el desarrollo urbano, el transporte público y no motorizado, y la
regulación ambiental en los asentamientos humanos, donde indirectamente se
promueve desincentivar el uso del vehículo automotor.
De ello, se destaca la publicación de la Ley General del Cambio Climático (LGCC)
en 2012, la cual tiene como objetivo establecer un marco jurídico que regule las
políticas públicas de adaptación y mitigación al CC, así como impulsar la transición
hacia una economía competitiva de bajas emisiones de carbono (DOF, 2012). En la
materia la Ley, propone la inversión en transporte público y no motorizado como
parte de las acciones y políticas de mitigación que debe promover la Federación
para reducir las emisiones.
Como parte de su instrumentación, en 2013 se publica la Estrategia Nacional de
Cambio Climático (ENCC), en la cual se describen las acciones a corto, mediano y
largo plazo para alcanzar el reto de reducir en un 30% las emisiones en 2020 y el
50% en 2050 con respecto a las emisiones del año 2000.
A grandes rasgos, la ENCC, en materia de movilidad establece lo siguiente: 1) La
línea para promover la evolución hacia un sistema de transporte público, seguro,
limpio, bajo en emisiones, accesible y cómodo, fortaleciendo la interconectividad
regional y nacional con la generación de redes multimodales eficientes, como parte
de una política integral de desarrollo urbano y movilidad que reduzca los tiempos y
distancias de viaje; y 2) Propone generar incentivos, infraestructuras, programas
para favorecer el transporte no motorizado y articulado dentro de los sistemas
integrados de transporte, en el que se dé prioridad al peatón y al ciclista para
generar beneficios ambientales y de salud inmediatos.
Asimismo, deriva el Programa Especial del Cambio Climático (PECC) en 2014, el
cual incluye las estrategias, líneas de acción y reducciones de emisiones especificas
por sector, así como las acciones de adaptación que deberá realizar la
administración pública federal.
Finalmente, en 2014 surge la Estrategia Nacional de Movilidad Urbana Sustentable
(EMUS), de la cual es responsable la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y
Urbano (SEDATU), cuyos objetivos se enfocan en 1) Generar un cambio de
tendencia en el financiamiento federal en materia de movilidad urbana sustentable
para garantizar inversiones eficientes y efectivas; y 2) Incentivar la gestión y diseño
de políticas públicas locales que impulsen el cambio modal a medios sustentables,
eficaces y seguros, como el transporte no motorizado y público.
Es importante mencionar que la EMUS propone y define el destino de los recursos
federales en materia de movilidad, crea el Programa Presupuestario de impulso a
la Movilidad Urbana Sustentable, propone la coordinación de los distintos órdenes
de gobierno, denota las capacidades técnicas de las administraciones locales en
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materia de movilidad, y crea la Dirección General de Movilidad Urbana Sustentable,
la cual trabaja en coordinación con autoridades locales y sus ciudadanos, en la
implementación de proyectos piloto de oferta y gestión de demanda, así como obras
de infraestructura y acciones que reduzcan la dependencia del uso del vehículo
automotor e incrementen la demanda al uso de la bicicleta y el transporte público.
Si bien, en párrafos anteriores se detallan los convenios y acuerdos internacionales
en los que nuestro país es participe, así como la ley e instrumentos nacionales que
enuncian las políticas públicas para el combate del CC desde la estrategia de la
MUS para disminuir las emisiones de GEI, a continuación, se describen algunos
proyectos o ejemplos de referencia que se han ejecutado en nuestro país.
Ejemplos de referencia a nivel nacional
De acuerdo con el artículo denominado “Enfrentando el cambio climático mediante
una movilidad eficiente y sustentable” publicado por Poder del Consumidor
publicado en 2018, se menciona que un claro ejemplo de referencia donde se ha
ejecutado la política pública en materia de MUS, es el trabajo que se ha desarrollado
en la Ciudad de México, donde se han implementado sistemas de transporte público
que logran reducir en gran medida la generación de GEI generando beneficios para
el medio ambiente. Tal es el caso del sistema BRT Metrobús, el cual ha logrado que
del 15% al 17% de sus usuarios dejen su automóvil en casa. Una persona que utiliza
este sistema logra reducir 95% de las emisiones GEI2.
En este caso, los sistemas de transporte tipo BRT, han sido implementados en otras
ciudades de México, como el sistema Mexibús en Ecatepec, Estado de México; el
Optibús en León, Guanajuato; el Tuzobús en Pachuca, Hidalgo; el Vivebús en
Chihuahua, Chihuahua; los cuales han sido referencia para el cambio modal de
usuarios de vehículo automotor hacia modos de transporte más sostenibles y por
ende en la reducción de emisiones GEI.
Otro proyecto implementado en la Ciudad de México, es el sistema de bicicleta
pública ECOBICI, el cual evitó la generación de 232 toneladas de CO2 en el periodo
que corresponde a febrero 2010 – diciembre 2012. Esta reducción, en términos
generales es equivalente a la plantación de 697 árboles (El Poder del Consumidor,
2018). Así mismo, el proyecto reportó que en 2012 el 54.1% de los usuarios
sustituyeron algún modo de transporte motorizado por la bicicleta.
Si bien, existen ejemplos de referencia a nivel nacional en la implementación de
estrategias encaminadas a la MUS, los registros del sector transporte consideran
que las acciones aún no son suficientes para hacer frente al CC.
2Esto de debe a que por cada usuario transportado en un kilómetro de BRT se emite 12.3g de
CO2, en tanto si lo hace en automóvil asciende a 261 g de CO 2 por kilómetro recorrido.
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En cuestión, se considera que en algunas ciudades mexicanas las políticas públicas
en la materia no han tenido éxito en función de la escasa participación de gobiernos
locales y estales, así como la utilización de los recursos federales para la movilidad
urbana, los cuales son asignados a la construcción, mantenimiento y ampliación de
vialidades en beneficio y fomento del vehículo automotor. Por esta razón, en el
siguiente apartado se analiza la participación de los estados y utilización de recursos
federales para la movilidad urbana.
La otra cara: financiamiento y participación de gobiernos estatales en la
estrategia de MUS
Si bien, lo anterior resulta ser el punto de partida a nivel nacional para incentivar el
uso de transporte no motorizado y público, las entidades federativas y municipales
fungen como los actores más importantes para el desarrollo y promoción de
proyectos en la materia, puesto que están facultados por la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos en su Artículo 115 para intervenir en la formulación
y aplicación de programas de transporte público de pasajeros cuando aquellos
afecten su ámbito territorial.
Sin embargo, la participación de las entidades federativas se ha llevado a cabo de
manera desigual, ya que en la actualidad existen gobiernos estatales y locales que
aún no reconocen el tema de MUS como parte de la agenda pública.
Esto depende claramente de la entidad federativa. En los estados donde moverse
representa una pérdida de tiempo importante, altos índices de inseguridad y altos
índices de emisiones GEI, las políticas de movilidad y transporte comienzan a tener
prioridad. Sin embargo, en las ciudades donde aún es posible circular a distancias
y tiempos razonables (menos de 30 minutos), la movilidad urbana no se representa
como prioridad para la sociedad en general, o para los tomadores de decisiones
(Méndez, 2018).
El Libro “Anatomía de la Movilidad en México: hacia dónde vamos” elaborado en
2018 por la SEDATU, evidencia esta desigualdad, donde se destaca que
únicamente el 37% de las entidades federativas cuenta con instrumentos jurídicos
en materia de movilidad. Lo que reconoce que el tema es un área de oportunidad
para que sea parte en instrumentos de política pública de los gobiernos estatales y
locales y así consolidar y participar en las estrategias propuestas por el gobierno
federal.
Por otra parte, en el libro se evidencia el monitoreo de gasto público de recursos
federales en materia de MUS durante el periodo 2013 – 2017, provenientes de 14
ramos y 71 fondos y programas diferentes; sin embargo, los que tienen un mayor
peso en el financiamiento de proyectos de MUS se concentran en los Ramos de
Desarrollo Agrario Territorial y Urbana con un 15.23%; Medio Ambiente y Recursos
Naturales con un 11.05% y Turismo con un 9.97%.
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Los resultados arrojados muestran que durante el periodo evaluado se identificó un
gasto público federal para proyectos de movilidad por 39 mil 248 millones 354 mil
604 pesos, distribuyéndose de la siguiente manera: 74% para proyectos de
infraestructura vial, 16.09% en infraestructura hidráulica y eléctrica, 6.73% para
proyectos de transporte, 1.54% para infraestructura ciclista, 9.68% en
infraestructura peatonal y 2.94% para proyectos de espacio público.
Figura 6 Distribución por gasto por categoría de movilidad, 2013 - 2017
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Peatonal Ciclista Transporte Vial o para Redes hidraulicas
colectivo automóvil o eléctricas
Así mismo, se destaca que, al clasificar los proyectos por etapas, se considera que
el 96.74% se utilizó para construcción o implementación de obra pública, 0.20%
para estudios o elaboración de proyectos, 0.30% para adquisición de equipo y
2.76% para mantenimiento.
Finalmente, el análisis por entidad federativa considera que los cinco estados con
mayor gasto público del presupuesto federal para proyectos de movilidad son:
Puebla, Ciudad de México, Jalisco, Estado de México y Baja California Sur; mientras
lo que cuentan con un menor gasto son: Colima, Quinta Roo, Zacatecas, Nayarit y
Tlaxcala. Sin embargo, los resultados consideran que las distintas entidades
federativas, designaron el 19% del gasto público federal para proyecto de MUS, a
diferencia del 81% de inversión en proyectos de infraestructura vial.
Reflexiones finales
México no es ajeno en el diseño e implementación de políticas públicas, en la
participación y voluntad cooperativa con organizaciones internacionales que buscan
hacer frente al cambio climático. Si bien, la consolidación del marco regulatorio a
nivel nacional ha sido punta de lanza para llevar a cabo acciones que promuevan
una cultura de movilidad más sostenible en nuestro país, estas no han sido
suficientes de acuerdo a la emergencia que existe por realizar acciones enfocadas
a la mitigación y adaptación del cambio climático, el constante crecimiento de
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emisiones GEI en los últimos años, el gasto público de recursos federales, así como
la escasa participación de gobiernos locales y estatales en la materia de movilidad.
Lo anterior, da pauta a considerar que no existe una congruencia en la ejecución de
la política pública nacional por parte de las distintas entidades federativas. Esto, se
atribuye a los intentos de solucionar los problemas de movilidad mediante la
construcción y mantenimiento de infraestructura vial estimulando el uso del vehículo
automotor y dando la espalda al cambio climático y a las externalidades negativas
que de este derivan.
Es evidente que se tienen una política completa y oportuna en la materia; sin
embargo, esto se puede atribuir a la falta de capacidades del gobierno federal en la
evaluación y ejecución, a la falta de sinergias de programas y proyectos, así como
a la asignación de recursos para la implementación de proyectos orientados a la
movilidad, dando prioridad a aquellos que permitan transitar a las ciudades hacia un
modelo de sostenibilidad, beneficiando a las ciudades y mejorando las actuales
condiciones ambientales, como son: la construcción o implementación de obra
pública, adquisición de equipo y elaboración de estudios orientados a la dotación de
infraestructura peatonal, ciclista y de transporte.
Finalmente, y acorde a los resultados obtenidos del presente estudio, se plantean
algunos retos y desafíos para la planeación de la movilidad urbana sostenible como
estrategia para el CC, los cuales se enuncian a continuación:
Coordinación de proyectos y programas enfocados al sector ambiental, de
transporte y desarrollo, con la finalidad de generar sinergias entre los
diferentes programas y proyectos;
Dar a conocer las políticas públicas federales a gobiernos estatales y locales
y crear un consenso para la definición de prioridades en materia de
movilidad;
Mejorar la coordinación ý participación de entidades federales en la política
pública federal de MUS;
Crear consenso entre actores clave del sector transporte con la finalidad de
establecer y definir una meta común y;
Optimizar el uso de recursos federales que promuevan desincentivar el uso
de vehículos automotores con proyectos asociados de la movilidad peatonal,
ciclista y de transporte.
Sin duda, este nuevo enfoque contribuirá a viabilizar la reducción de emisiones GEI,
en donde la cooperación de entidades estatales y locales en la política pública
federal, puede significar un catalizador mediante la orientación recursos a proyectos
y programas para la MUS y el mejoramiento de sus capacidades, promoviendo una
menor dependencia al uso de vehículos automotores y por ende hacer frente a la
agenda de mitigación y adaptación del cambio climático.
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