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Gobierno y sociedad en el Tucumán y el Río de la Plata

Zacarías Moutoukias

Las gobernaciones del Tucumán y del Río de la Plata en los siglos XVI y XVII

Hacia mediados del siglo XVI la conquista se extendió al territorio situado entre el Río de la
Plata y el Alto Perú y produjo la formación estatal propia del periodo colonial. Entre esa fecha y
principios del siglo XVII se fueron consolidando los principales centros administrativos de la
región, las gobernaciones del Tucumán y del Río de la Plata. Ambas dependían de la
jurisdicción del mismo tribunal: la Audiencia de Charcas. (Importante centro político)

Los vecinos y sus ciudades, una comunidad aristocrática.

Las acciones y actitudes de algunos de los actores permiten comprender las principales
características de dichas formaciones estatales. Los asentamientos españoles se
autodenominan “ciudades”. Vivían en ellas “vecinos encomenderos”, es decir, residentes
permanentes que disfrutaban de dos privilegios, la vecindad y el derecho a obtener el trabajo
forzado o el producto del trabajo forzado de los naturales.

La vecindad suponía que tenían una casa poblada y que formaban parte de la comunidad
política con plenitud de obligaciones y derechos (como ser miembro del cabildo o participar en
las elecciones). Lo que convierte a esta comunidad en un ciudad es que se auto atribuye
derechos legítimamente reconocidos sobre una población sometida. La existencia de un
cabildo distinguía a una ciudad de un simple pueblo.
La vecindad no sólo distinguía a los españoles de los indios, también servía para diferenciar a
los españoles que la poseían de sus compatriotas que no la tenían. Los vecinos constituían un
grupo aristocrático. La jerarquía interna de la comunidad de vecinos se organizaba sobre la
base de criterios de fuerte contenido nobiliario: los méritos y las distinciones personales de un
individuo o sus antepasados, los cuales nacían de las proezas en la conquista, los servicios al
monarca, las cualidades nobiliarias heredadas o todo al mismo tiempo.
El grupo de vecinos fue constituyendo entonces una red de familias notables, que controlaban
una variedad de recursos.

La formación de una jurisdicción territorial: Charcas y el Tucumán en la segunda mitad del


siglo XVI.

La formación de aquel conjunto de asentamientos organizados en cabildos de vecinos fue el


resultado de un lento proceso de fundaciones, destrucciones y traslados de ciudades, que en
realidad habría de continuarse durante el siglo XVII. Esto contribuyó a la delimitación de un
territorio.
Con el descubrimiento en 1545 de minerales de plata en Potosí, Charcas adquiere una nueva
importancia. Para la misma época, el Tucumán aparecía como una vasta frontera cuya
dominación era importante, tanto para la supervivencia del conjunto como para la apertura de
una ruta hacia el Atlántico. Se generaron algunos conflictos que pretendían el reconocimiento
de la autoridad de estos nuevos puntos estratégicos. Luego de años de pugna, una Real Cédula
de 1563 creaba la gobernación del Tucumán, que en lo judicial pasaba a depender de la
Audiencia de Charcas. Ésta se benefició de una ampliación de su jurisdicción y también de una
jerarquización de sus funciones. Ejercía la capitanía general de su provincia, el Alto Perú.
La formación de la gobernación suele presentarse como el resultado de la actividad de los
representantes directos de la corona. Su acción habría creado una forma moderna de
centralización política, un Estado moderno, cuya existencia requería el disciplinamiento de los
grupos dominantes nacidos en la conquista. En cambio, el relato intenta subrayar que el
proceso tomó con frecuencia la dirección opuesta. La configuración que adquirieron las formas
estatales nació sobre todo de la acción y la conformación local de grupos dominantes. Fue el
resultado de una compleja trama de interacciones, conflictos y negociaciones entre diferentes
actores, coaliciones e individuos.
Una de las consecuencias de este enfoque sobre la articulación entre grupos locales y poder
central dentro de esas formaciones estatales es que afecta nuestra visión de los sectores
dominantes, de un proceso de formación y de sus relaciones con dichas formas estatales. Por
definición, la potencia del poder centrar depende de su capacidad de someter o disciplinar los
grupos locales, sin embargo, las cosas estaban lejos de ser tan claras. En primer lugar la
centralidad del poder central era problemática. (¿Dónde se situaba?). En segundo lugar servir
al rey podía constituir una estrategia de movilidad ascendente de quienes constituyeron las
oligarquías en América.

De Asunción a la gobernación del Río de la Plata: adelantados y lugartenientes.

Volviendo a 1582, en los documentos redactados de la época en el Tucumán, se hacían


frecuentes menciones a Santa Fe, fundada en 1572, y al puerto de Buenos Aires, refundada en
1580 (por Juan de Garay). Circulaba la idea de crear una gobernación que incluyera al Río de la
Plata o fundar algún puerto sobre dicha línea costera.
La lenta colonización de la región comenzó en 1536 con el adelantado Pedro de Mendoza y sus
lugartenientes. Se trataba de una dignidad o título recibido por concesión feudal y asociado al
ejercicio de una jefatura militar, de gobierno y de justicia en nombre del rey, con el fin de
realizar la conquista y poblamiento de una región a descubrir.

A la cabeza de una red de parientes, allegados y clientes, el adelantado debía actuar


consultando en consejo a religiosos y oficiales reales, a la manera de un príncipe en miniatura.
En su nombre actuaban lugartenientes para toda la gobernación o para una de sus ciudades.
Sería la segunda generación de conquistadores, hombres nacidos en la tierra como Garay, con
recursos acumulados en Asunción, la que completaría así la instalación de los principales
centros de la gobernación. Torres de Vega accedió al título de adelantado casándose con la
hija de uno, con este título nombró lugarteniente a Garay quien fundó Buenos Aires en 1580.
Torres de Vega se hizo cargo de la gobernación en 1587. En 1592 se desvalido su título y el
tribunal autorizó a los cabildos a elegir a un nuevo gobernador. Esto ilustra la separación entre
el oficio efectivo del gobernador y el título del adelantado.

Gobernadores y cabildos.
La formación de gobernaciones se completó, entonces, con la división en 1617 de la del Río de
la Plata, que continuó llevando el mismo nombre, con la del Paraguay. Una trilogía compuesta
por el gobernador, los responsables de las finanzas del rey y el cabildo constituía lo esencial de
sus estructuras administrativas (jurídica, militar y política). El término gobernador designaba la
máxima autoridad de la una región.
En cuanto al gobierno de la ciudad, el cabildo como organismo colegiado estaba constituido
por una estructura de base: los alcaldes ordinarios o jueces de primera instancia y los regidores
o consejeros municipales, secundados por un grupo de funcionarios especiales. Formaban
entonces un cuerpo de unas 12 a 16 personas, colectivamente responsables de la justicia y del
gobierno de la ciudad.
Existían también numerosos cargos que iban más allá del ámbito de la administración local.
El funcionamiento y la acción del cabildo, los oficiales reales y los gobernadores no puede
comprenderse por separado. El entrelazamiento entre los dos primeros y las oligarquías
locales creaba una peculiar dinámica que daba forma a la vida política.

Oligarquías indianas y estructuras administrativas.

A medida que la instalación europea se consolidaba, iba surgiendo un sector comercializado de


las economías comarcales, el cual fue uniendo las distintas ciudades entre sí y el centro
regional de Charcas. Se crearon así condiciones para el funcionamiento de una ruta comercial
que, a través del Río de la Plata, unía Potosí con las ciudades del Tucumán y éstas con el
Atlántico, es decir, el Brasil, África y Europa.
Esta progresiva articulación económica creaba un ámbito en el cual los miembros de las
diferentes estructuras de gobierno ejercitaban actividades empresariales, los miembros del
cabildo así también como oficiales reales y gobernadores. En el otro sentido, toda estrategia
de movilidad ascendente comprendía el acceso a algún cargo en cualquiera de los ámbitos,
incluida la milicia. Así se fue constituyendo un tejido social compuesto por individuos que,
unidos entre sí por lazos de sangre, alianza y lealtad personal, controlaban simultáneamente la
dirección de los asuntos políticos y la explotación de los recursos económicos.
En la articulación de esa configuración, la venta de oficios y cargos desempeñó un papel
fundamental.
La actitud ante el contrabando constituye un aspecto fundamental del entrelazamiento de la
administración con las oligarquías locales. Los oficiales y magistrados actuaban como si
quisieran detener el contrabando, pero colectivamente actuaban como integrantes de dichas
oligarquías.
Cabría preguntarse entonces si dicho funcionamiento del imperio se aseguraba gracias o a
pesar de los mecanismos descritos de entrelazamiento entre grupos locales y aparato estatal.
La propia organización del aparato estatal en la región nació de una interacción entre agentes
de la monarquía y recursos locales. Sin estos, el proceso es simplemente inconcebible.

CAMBIOS Y CONTINUIDADES EN LA CREACIÓN DEL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA.


La trama del imperio.

A partir de 1700 España entró en un aristocrático y autodestructivo juego de alianzas y


conflictos que duraría hasta la Revolución Francesa. La Guerra de Sucesión contrapone a
España y Francia por un lado, contra Inglaterra, Holanda y Austria. La confrontación favoreció a
la coalición dirigida por la primera. En 1713, el tratado de Utrecht consagró al Borbón Felipe V
como titular de la corona de Castilla y Aragón, aunque imponiendo condiciones favorables a
los aliados: renuncia a heredar también la corona de Francia, pérdida de las posesiones
italianas, así como privilegios comerciales a los vencedores.
Desde entonces, en un contexto de creciente predominio marítimo de Inglaterra, en cada crisis
Portugal aparecía junto a ésta y España al lado de Francia, aunque con duelos cruzados por
intereses propios. El sistema europeo de guerras y alianzas del siglo XVII constituía un marco
general que no se puede dejar de tener presente.
En la región del Río de la Plata, los jesuitas y los luso-brasileños se disputaban el control de los
hombres y el ganado.
A partir de la unión en matrimonio de Fernando VI y Bárbara de Braganza (hija y hermana de
los reyes de Portugal) se iniciaron movimientos de aproximación entre las dos coronas. En
1750 y1751 se firmaron los tratados de Permuta y de Madrid, respectivamente. El primero
contemplaba la devolución de Colonia a España a cambio de un vasto territorio situado al este
del río Uruguay y al norte del Ibicuy. Este pacto trajo emparentada la Guerra Guaranítica, que
comenzó en 1754 con una serie de hostigamientos a los ejércitos portugués y español. Sin
embargo, el tratado naufragó, pues, una parte de los agentes encargados de ejecutarlo
conspiraba en contra mientras preparaba su aplicación.
La tensión traída por la Guerra Guaranítica llevó a que en 1766, llegara a Buenos Aires un
nuevo gobernador (Bucareli que reemplazaba a Cevallos) con la orden de expulsar a los
jesuitas. Sin embargo, diez años más tarde Cevallos volvía al territorio a la cabeza del virreinato
que acababa de crearse. Algunos aspectos de este segundo nombramiento ponen en evidencia
la dinámica de las relaciones sociales que organizaba la acción política e institucional. Las
razones para nombrar a Cevallos son dos: su larga experiencia en la región y el éxito de sus
anteriores acciones militares y la segunda la escasez de generales con verdadera experiencia
de combate.
El funcionamiento efectivo de las instituciones estatales, como de cualquier organización,
suponía la articulación de una multiplicidad de actores, cada uno de los cuales intervenía con
sus propios objetivos pero realizando los de la institución.
Guerra y diplomacia marcaban las alternativas de lar relaciones entre las cortes europeas.
Dichas cortes no actuaban como si compitieran por riquezas reproducibles sino como
conjuntos que se disputaban cantidades fijas de recursos territoriales e influencia política. La
grandeza de uno sólo podía alcanzarse sobre la ruina del otro. La noción de equilibrio europeo
que se tuvo en el siglo nació del agotamiento cíclico al cual conducía el refinado y terrible arte
de la guerra aristocrática. La guerra constituía también el renglón de gastos más importante de
los recursos fiscales directamente disponibles para la corona.

El Virreinato del Río de la Plata se creó sobre la base de un sistema de intercambios que
producía excedentes fiscales desde hacía dos siglos. El valor anual medio del situado de Potosí
multiplicó por ocho después de 1776, mientras aumentaba el número de funcionarios a
medida que se perfeccionaba la reorganización administrativa, en particular la instauración del
sistema de intendencias y creación de la audiencia de Buenos Aires. La noción de funcionario
era reciente. Estos hombres eran oficiales y magistrados, y administrar era sobre todo
administrar justicia. Aun así, eran quienes estaban en mejores condiciones de transgredirla y
eran quien efectivamente con más frecuencia la trasgredían.

La institución del virreinato, una formación estatal de Antiguo Régimen.

Cevallos venía advirtiendo ya desde principios de 1750 que era imposible financiar localmente
el esfuerzo militar sin los recursos fiscales de la región productora de metales preciosos.
Entonces, gracias a la explotación fiscal de las regiones mineras del Alto Perú, se produjo una
importante concentración de recursos militares y administrativos en el Río de la Plata. Así, en
Buenos Aires el número de cargos administrativos, incluido el de gobernador o virrey y su
secretaria, pasó de 14 a 134 en 23 años. Si bien esto no nos permite extraer conclusiones
sobre el peso económico del Estado, las proporciones son elocuentes sobre la importancia de
la reasignación de recursos impuesta por las decisiones políticas de la corona.
Al poco tiempo de su creación, en 1781, el Virreinato del Río de la Plata fue teatro de una
ambiciosa reforma que procuraba remodelar el funcionamiento de las estructuras
administrativas tradicionales en el sentido de una mayor racionalización y centralización: la
aplicación del sistema de intendentes, nacido en Francia. Se trataba de una suerte de jueces
comisionados, quienes al frente de su jurisdicción recibían amplios poderes para orientar el
funcionamiento de la Justicia, el gobierno, las financias y la guerra.
Sin duda la creación del virreinato constituyó un verdadero esfuerzo de construcción
institucional, del cual la implantación del sistema de intendentes fue un aspecto importante
pero no el único. Desde 1778 comenzó a funcionar la aduana y la Audiencia de Buenos Aires se
instaló en 1785.

Redes sociales, negocios y consenso colonial.

Dichos vínculos sociales nos devuelven algunos de los mecanismos que se han examinado más
arriba. Encontraremos en ellos, por un lado, miembros de los grupos dominantes que se
esmeran en servir al rey y, por otro, agentes de la monarquía consagrados a toda suerte de
actividades empresariales. La brecha entre unos y otros se cerraba por una multiplicidad de
vínculos de consanguinidad, alianza y amistad. Éstos y sus relaciones recíprocas son elementos
insustituibles de las configuraciones sociales que construye la acción colectiva, así como de las
restricciones y referencias que en cada secuencia también organiza ella.
Si las decisiones políticas podían enriquecer a un individuo en pocos años, obviamente se
competía por esos favores y las rentas que esas decisiones permitían obtener. Pero es
igualmente obvio que esa competencia no era la de un mercado. Los favores circulaban en el
interior de una trama de mediaciones sociales y de relaciones de poder. Obtenía favores quien
podía hacerlos y podía hacerlos aquel a quien se le debían.
Finalmente, estos mecanismos generaban una forma de consenso colonial. Aquellas redes de
vínculos primarios constituían para los miembros de los grupos dominantes la organización
misma de sus empresas: o, dicho de otro modo, el recurso con el cual organizaban el control
local y espacial de sus negocios. Al mismo tiempo, las distintas formas de participación o de
integración en las estructuras locales de poder imperial eran fuente de autoridad y prestigio
que ampliaba la capacidad por construir y movilizar redes y parentelas.
Con estas ideas se intenta subrayar la dinámica del conjunto político del cual los estados
independientes habrían de surgir.

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