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EL ROL QUE JUEGA EL EMPRENDIMIENTO EN LA JUVENTUD

“Tu tiempo es limitado, así que no lo desperdicies viviendo la vida de alguien más. No te
dejes atrapar por el dogma, que es vivir con los resultados de los pensamientos de otras
personas. No dejes que el ruido de las opiniones de otros ahogue tu voz interior. Y lo más
importante: ten el coraje de seguir a tu corazón e intuición. De algún modo ellos ya saben lo
que realmente quieres ser. Todo lo demás es secundario”. Esto lo dijo Steve
Jobs. Cofundador de Apple en 2005 en una ceremonia de graduación en Stanford.
Señor Director: Edy Romualdo Pérez Sinay, jurado calificador, claustro de
maestros, compañeros alumnos y público que nos honra con su presencia. Tengan
cada uno de ustedes la mejor de las tardes, el día de hoy tengo el gusto de
compartirles un tema muy relevante en nuestra sociedad, el cual lo he titulado
“El rol que juega el emprendimiento en la juventud”.
Hay un factor fundamental para tener ciudadanos con espíritu emprendedor: la
educación. Los problemas de emprendimiento pueden atribuirse en buena
medida a la falta de la formación en el carácter emprendedor en las aulas desde
una edad temprana.
El emprendimiento es una filosofía de vida que permite a las personas ser
capaces de vencer retos y tener éxito en lo que se propongan. Un joven
emprendedor es una persona positiva, creativa, proactiva y productiva que con
pasión propone e implementa soluciones innovadoras que generan valor social y
económico para su comunidad y país. Un joven emprendedor con sentido humano
no exige al gobierno o a la sociedad que le resuelva sus problemas, sino construye
alternativas para resolver sus propias necesidades y las de su comunidad. En
pocas palabras, el emprendedor no pide sino produce y comparte con los demás.
En las Escrituras se menciona que “muchos son los llamados y pocos los
elegidos”. Paralelamente, muchos son los jóvenes a los que se les invita a
emprender y pocos son aquellos que eligen aprovechar las muchas oportunidades
que existen para emprender. Observo que hay tres tipos de jóvenes: los que no
les interesa emprender, los que son emprendedores y los que no saben que son
emprendedores.
Los jóvenes de hoy tenemos un reto claro, un desafío que vemos de frente y que
muchas veces no sabemos cómo enfrentar. Este se llama Guatemala.

Los retos, en general, no son fáciles de abordar: están diseñados para sacar a las
personas de su zona de confort y muchas veces generan miedo, expectativa y esas
típicas mariposas en la barriga de que algo nuevo está comenzando. ¿Y por qué
hablo de algo nuevo cuando hablo de nuestro país? Porque los cambios son algo
necesario en el reto.

Guatemala se ha enfrentado a muchas situaciones sociales, económicas y


políticas por más de 50 años. Situaciones que no necesariamente han sido fáciles
de manejar, pero sobre las cuales muchas veces los jóvenes pasamos por encima,
por miedo al qué dirán en sus grupos sociales, pues las apariencias y las
opiniones van tan rápido como las redes sociales y el whatsapp.

Se podría decir que la juventud guatemalteca se aburre de lo mismo: de la


violencia y de la política y hasta de la sociedad; y este aspecto es el que genera
preocupación, porque somos los jóvenes quienes tenemos la capacidad de
transformar las cosas que ocurren en nuestro país. Deberíamos ser nosotros los
más interesados por el cambio, por la renovación, por una Guatemala que
pensara con la cabeza pero también con el corazón.

Pero esta es una idea complicada porque, a lo largo de la historia, al que ha


pensado más con el corazón lo han tildado de loco. ¿Y qué pasaría si la juventud
de hoy enloqueciera un poco por el cambio?

Sí, esta pregunta suena rara y hasta difícil de contestar, pero ¿qué pasaría si los
jóvenes decidiéramos ser parte de este cambio y trabajáramos a través de
nuestras pasiones personales y el poder de las cosas simples?

Y ¿qué tal si hablamos de jóvenes que ya lo están haciendo? Que decidieron creer
en su país, salir de su zona de confort y crear organizaciones sociales que van
más allá del qué dirán y del “uyyy, usted está loco; eso no se puede”.
Organizaciones que trabajan todos los días por generar un cambio en niños y
adultos, organizaciones que se preocupan por el bienestar del otro.
Organizaciones que trabajan por la política y la economía del país.

¿Y qué es lo más interesante de todo? La mayoría de estas organizaciones están


dirigidas por gente joven. Personas que decidieron empezar a actuar, que se
pusieron la camiseta —sí, tal cual como cuando se juega fútbol— y decidieron
que querían un país diferente, un país donde otros jóvenes se contagiaran y
empezaran a hacer parte de la solución y no del problema.

Emprender no es una tarea fácil. Ser parte del cambio, tampoco. Pero sí genera
tranquilidad saber que hoy en día se le ha dado una vuelta a la moneda y que
hay más jóvenes preocupados por lo que sucede con el país, que jóvenes que se
sientan a ver y se aburren de la realidad.

Se habla de una generación de “héroes” que creen que Guatemala es su reto


personal, que decidieron dejar un mejor país para sus hijos, que piensan que lo
correcto es trabajar por este. Que confían plenamente en sus capacidades para
hacerlo. Y que se han formado como verdaderos líderes que entienden ¡el poder
de construir, de solucionar, de aportar y de creer que sí se puede vivir en una
Guatemala mejor!

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