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CINEMATOGRÁFICO
i odavía segu
prender mediante qué principios se ensambla una película. En el capítulo 2
mostrábamos cómo el concepto de forma fílmica ofrece una manera de hacer-
lo. Los capítulos 3 y 4 seguían considerando dos tipos de sistemas formales que
operan en las películas, el narrativo y el no narrativo.
Sin embargo, cuando vemos una película no sólo nos implicamos con un
m odelo narrativo o no narrativo. Experimentamos una película, no una pintura
o una novela. Analizar una pintura requiere un conocimiento del color, la forma
y la composición; analizar una novela exige un conocimiento del lenguaje. Para
comprender la forma en cualquier arte, necesitamos estar familiarizados con el
medio que ese arte utiliza. En consecuencia, nuestra comprensión de un filme
debe incluir también los rasgos del medio cinematográfico. La tercera parte de
este libro investiga precisamente esta área. Examinaremos cuatro grupos de téc-
nicas cinematográficas: dos técnicas de rodaje, la puesta en escena y la fotogra-
fía; la técnica que relaciona un plano con otro, el montaje; y la relación del so-
nido con las imágenes cinematográficas.
Cada capítulo presentará una técnica concreta y examinará las posibilida-
des que ofrece al cineasta. Indicaremos cómo reconocer la técnica y su utiliza-
ción. Y lo que es más importante, nos centraremos en las funciones formales de
cada técnica. Intentaremos responder a preguntas como las siguientes: ¿cómo
puede una técnica dirigir las expectativas o proporcionar motivos para la pelí-
cula? ¿Cómo puede evolucionar a lo largo de la película? ¿Cómo puede guiar
nuestra atención, clarificar o subrayar significados, condicionar nuestra res-
puesta emocional?
En la tercera parte también descubriremos que, en cada película, ciertas
técnicas tienden a crear un sistema formal propio. Todas las películas desarro-
llan técnicas concretas de m odo distintivo. A este uso unificado, desarrollado y
significativo de las elecciones técnicas concretas le llamaremos estilo. Al exami-
nar determinadas películas, veremos cómo cada director crea un sistema estilís-
tico característico. Podemos visualizar el resultado en un diagrama:
Form a fílmica
interactúa con
. Sistema form al ------------------- ► Sistema estilístico
/
Narrativo
\
No narrativo Uso distintivo y significativo
Categórico de las técnicas
Retórico Puesta en escena
Abstracto Fotografía
Asociativo Montaje
Sonido
El uso que hace una película de las técnicas —el estilo de la película— no se
puede estudiar aparte de la utilización de la forma narrativa o no narrativa de
esa película. Descubriremos que el estilo cinematográfico interactúa con el sis-
tema formal. A menudo, las técnicas cinematográficas apoyan y realzan la for-
ma narrativa o no narrativa. En una película narrativa, el estilo puede funcionar
para desarrollar la cadena causa-efecto o mantener el flujo de información de
la narración. Sin embargo, el estilo cinematográfico también puede llegar a es-
tar desvinculado de la forma narrativa o no narrativa, atrayendo nuestra aten-
ción por sí mismo. Algunos usos de la técnica cinematográfica pueden llamar la
atención sobre los patrones estilísticos. En cualquier caso, el capítulo siguiente
volverá continuamente sobre el problema de las relaciones entre los sistemas
formales narrativo y no narrativo y el sistema estilístico.
EL PLANO:
PUESTA EN ESCENA
Q u é e s l a pu e st a e n e sc e n a
El térm ino original francés, mise-en-scéne, significa «poner en escena una ac-
ción» y en un principio se aplicaba a la práctica de la dirección teatral. Los es-
tudiosos del cine, extendiendo el térm ino a la dirección cinematográfica, utili-
zan el térm ino para expresar el control del director sobre lo que aparece en la
im agen fílmica. Com o sería de esperar según los orígenes teatrales del térm ino,
la mise-en-scene incluye aquellos aspectos del cine que coinciden parcialm ente
con el arte teatral: los decorados, la ilum inación, el vestuario y el com porta-
m iento de los personajes. Al controlar la puesta en escena, el director escenifica
el hecho para la cámara.
146 EL PLAN O: P UESTA EN ESCENA
R e a l is m o
El po d e r d e l a pu e st a e n e sc e n a
A s pe c t o s de l a pu e s t a e n e sc e n a
D E C O R A D O S Y E S C E N A R IO S
Desde los prim eros días del cine, los críticos y el público han com prendido
que los decorados y los escenarios desem peñan un papel más activo en el cine
que en la m ayoría de los estilos teatrales. Escribe A ndré Bazin:
Así, los decorados cinem atográficos pueden pasar a ocupar el prim er plano;
no tienen por qué ser simples receptáculos de acontecim ientos hum anos, sino
que p u eden entrar a form ar parte de la acción narrativa de form a dinámica.
(Véanse los fotogram as en color 28, 37, 59 y 60 para ejemplos de decorados sin
personajes.)
El cineasta puede m anejar los escenarios y los decorados de m uchos modos.
U na de las formas consiste en seleccionar una localización ya existente y esceni-
ficar en ella la acción, una práctica que se rem onta a los comienzos del cine.
Louis Lum iére rodó el cortom etraje cómico El regador regado (L’arroseur arrosé,
1895), fig. 5.6, en u n ja rd ín y Victor Sjóstróm Los proscritos (Berg Ejvind och
H ans hustru, 1918) en el esplendor de la cam piña sueca (fig. 5.7). Al final de la
segunda guerra m undial, Roberto Rossellini rodó Germania, anno zero (1947) en-
tre los escom bros de Berlín (fig. 5.8). Hoy en día, los cineastas filman a m enu-
Fig. 5
do «en exteriores».
Por otro lado, el cineasta puede preferir construir los decorados. Méliés
com prendió que se podía ejercer u n mayor control si se film aba en un estudio,
y m uchos cineastas posteriores siguieron su ejemplo. En Francia, Alemania y so-
bre todo en los Estados Unidos, la posibilidad de crear un m undo com pleta-
m ente artificial en el cine llevó a idear varias formas de abordar la construcción
de decorados. Algunos directores han enfatizado la autenticidad histórica. Por
ejemplo, Erich von Stroheim se preciaba de u n a m eticulosa investigación de los
detalles geográficos, com o ilustra el plano de Avaricia (Greed, 1924) (fig. 5.9).
Todos los hombres del presidente (All the President's M en, 1976) sigue un rum bo si-
milar, intentando duplicar la oficina del Washington Post en un plato al repro-
ducir cada detalle de la sala de redacción original (fig. 5.10). Incluso se espar-
cieron papeles usados de la oficina real por el plato. Debemos recordar, sin
Fig. 5.9
em bargo, que el realismo en los decorados es en gran m edida u n a cuestión de
convenciones visuales. Lo que nos resulta realista hoy en día puede muy bien
parecerle enorm em ente estilizado al público del futuro.
A S P E C T O S D E LA P U E S T A E X E5
Otras películas han estado m enos com prom etidas con la verosim ilitud his-
tórica. Si bien D. W. Grifñth estudió los diferentes períodos históricos que se
presentan en Intolerancia, su Babilonia — en parte asiria, en parte egipcia, en
parte am ericana— constituye u n a im agen personal de esa región antigua (fig.
5.11). De form a similar, en Iván el Terrible (Ivan Groznyi, 1944), Sergei Eisentein
estilizó librem ente el decorado del palacio del zar para arm onizarlo con la luz,
el vestuario y los m ovimientos de las figuras, de m odo que los personajes atra-
vesaban puertas que recordaban ratoneras y se quedaban congelados ante m u-
rales alegóricos.
Los decorados p ueden sobrepasar a los actores, como en el plano repleto
de confeti de La ley del hampa (Underworld, 1927), de Josef von Sternberg (fig.
Fig. 5 .1 3
5.12), o se pueden elim inar por com pleto, como en Legai savoir (1968), de Go-
dard (fig. 5.13), y La pasión deJuana de Arco (La passion d e je a n n e d ’Arc, 1928),
de Dreyer (fig. 5.14). Los decorados no tienen por qué poseer construcciones
que parezcan realistas, com o testifican las deform adas calles y la arquitectura
convulsivamente retorcida de El gabinete del doctor Coligan (una película con
enorm es influencias del arte expresionista alem án).
Hasta aquí, hem os extraído los ejemplos de películas en blanco y negro,
pero el color tam bién puede ser un im portante com ponente de los decorados.
El dinero (L’Argent, 1982), de R obert Bresson, crea paralelismos entre los dife-
rentes escenarios —la casa, la escuela y la prisión— m ediante la recurrencia a
m onótonos fondos verdes y a u n atrezzo y u n vestuario de un azul gélido (foto-
gram a en color 1-3). En contraste, Playtime (Play Time, 1967), d e ja c q u e s Tati,
presenta esquem as de color que cam bian constantem ente. En la prim era parte,
el vestuario y el atrezzo son más bien grises, m arrones y negros: colores fríos y me-
tálicos. Sin em bargo, más adelante en la película, a partir de la escena del res- Fig. 5 .1 4
taurante, los decorados com ienzan a presentar tonos rojos, rosas y verdes. Este
cambio en el color de los decorados apoya el desarrollo de la narración, que
m uestra u n inhum ano paisaje urbano que se transform a gracias a la vitalidad y
la espontaneidad.
No siem pre es necesario construir los decorados a tam año natural. Para
aho rrar dinero o para crear efectos de fantasía, los cineastas pueden construir
decorados en m iniatura, que tam bién cuentan con la misma gam a de posibili-
dades que hem os com entado para los escenarios normales. (Véase la fig. 1.16
com o ejem plo de decorado en m iniatura.) Tam bién se pueden crear partes del
decorado en form a de pinturas que posteriorm ente se fotografían para com bi-
nar con objetos a tam año natural: tratarem os de cómo se hace esto en el si-
guiente capítulo.
Al m anipular el decorado de un plano, el cineasta puede crear el atrezzo,
otro térm ino tom ado de la puesta en escena teatral. C uando un objeto del de-
corado opera de form a activa dentro de la acción, podem os denom inarlo atrez-
150 ÉL P L A N O : P U E S T A E N E S C E N A
V E S T U A R I O Y M A Q U IL L A J E
ILUMINACION
la figura 5.23, p or ejem plo, son som bras proyectadas, creadas p or las barras si-
tuadas entre el actor y la fuente de luz. Pero en la figura 5.24 las pequeñas m an-
chas oscuras de la m ano son sombras inherentes, ya que las crean las curvas y
arrugas tridim ensionales de la propia m ano.
Com o sugieren estos ejemplos, los reflejos y las sombras contribuyen a con-
figurar nuestra sensación del espacio de una escena. En la figura 5.23, unas po-
cas sombras im plican toda u n a celda de la prisión. Las películas de anim ación
pueden utilizar estas mismas pistas en u n grado u otro. En el fotogram a en co-
lor 15, de ¿Quién engañó a Roger RabbiÚ, las figuras hum anas y los dibujos ani-
m ados m uestran ambos sombras inherentes, o som breado, y sombras proyecta-
das. Más adelante, en este capítulo, exam inarem os cóm o la luz puede definir la
profundidad y el volumen. Fig. 5 .2 5
La ilum inación tam bién conform a la com posición global de u n plano. Un
plano de La jungla de asfalto (The Asphalt Jungle, 1950), de Jo h n H uston, unifi-
ca a los m iem bros de la banda gracias a la zona de luz proyectada p o r u n a lám-
para sobre sus cabezas (fig. 5.25). Al mismo tiem po, establece u n a escala de im-
portancia, poniendo de relieve al protagonista al convertirle en la figura más
frontal y más claram ente ilum inada.
La ilum inación tam bién afecta a nuestra sensación de la form a y la textura
de los objetos descritos. Si se ilum ina u n balón de frente, aparecerá redondo. Si
el mismo balón se ilum ina desde un lado, lo veremos com o un semicírculo. El
cortom etraje Lemon (1969), de Hollis Fram pton, consiste principalm ente en
u n a luz que se mueve alrededor de u n lim ón, y las movedizas sombras crean di-
seños de amarillo y negro que cam bian de form a espectacularm ente. Esta pelí-
cula casi parece concebida para corroborar la observación de Josef von Stern-
berg, uno de los maestros de la ilum inación cinematográfica: «El uso adecuado 5 .2 6
de la luz puede em bellecer y exagerar cualquier objeto».
Para nuestros fines, podem os aislar cuatro características principales de la
ilum inación cinem atográfica: cualidad, dirección, fuente y color.
La cualidad hace referencia a la intensidad relativa de la ilum inación. La ilu-
m inación «dura» crea sombras claram ente definidas, m ientras que la ilum ina-
ción «suave» crea u n a luz difusa. En la naturaleza, el sol del m ediodía crea una
luz dura, m ientras que un cielo nublado crea un a luz suave. Los térm inos son re-
lativos y m uchas situaciones de ilum inación se incluirán en tre am bos extremos,
pero en la práctica podem os reconocer fácilm ente las diferencias.
La ilum inación dura crea sombras claras y texturas y contornos definidos.
En la figura 5.26, de Aparajito (1956), de Satyajit Ray, la m adre de Apu y el glo-
bo que sostiene quedan subrayados por la ilum inación dura. En la figura 5.27,
de la misma película, u n a ilum inación más suave desdibuja los contornos y las
texturas y crea u n a mayor difusión y u n contraste más blando entre los claros-
curos.
La dirección de la ilum inación en u n plano hace referencia al recorrido de la
luz desde su fuente o fuentes hasta el objeto ilum inado. «Toda luz», escribió von
Sternberg, «tiene un punto donde es más brillante y un p u nto hacia el que se
dirige para perderse po r com pleto..... El viaje de los rayos desde este corazón cen-
tral hasta los lugares de oscuridad es la aventura y el dram a de la luz.» Para nues-
tros propósitos, podem os distinguir en tre luz frontal, luz lateral, contraluz, luz
contrapicada y luz cenital.
La luz frontal se puede reconocer por su tendencia a elim inar las sombras.
En el fotogram a en color 16, u n plano de La chinoise, de G odard, el resultado
de esta ilum inación frontal es u n a im agen con un aspecto muy uniform e.
En Sed de mal, Welles utiliza u n a fuerte luz lateral para esculpir los rasgos de
los personajes. N ótense las sombras proyectadas por la nariz, los póm ulos y los
Fig. 5 .2 8
labios, así com o la gran som bra proyectada en la pared de la izquierda (fig.
5.28).
Fig. 5 .2 9 Fig. 5 .3 0 Fig. 5 .31
El contraluz, com o sugiere el nom bre, procede de detrás del sujeto filmado.
Se puede posicionar en m uchos ángulos; muy por encim a de la figura, en dife-
rentes ángulos a los lados, apuntando directam ente hacia la cám ara o dfesde
abajo. C uando se utiliza con otras fuentes de luz, el contraluz tiende a crear si-
luetas, com o en la figura 5.29, un fotogram a de Ciudadano Kane, de Welles.
C om binada con más fuentes de luz frontales, esta técnica puede crear u n con-
torno discretam ente ilum inado. En la figura 5.30, de Alas (Wings, 1927), u n a es-
trecha franja de luz hace que el cuerpo de los actores sobresalga del fondo. Este
uso del contraluz se denom ina luz de contorno.
La luz contrapicada sugiere que la luz procede de debajo del sujeto. En la fig.
5.31 (de Le brasier ardenl, 1923, de Ivan M osjoukin), la luz contrapicada sugiere
Fig. 5 .3 2 un fuego fuera de cuadro. Puesto que la luz contrapicada tiende a distorsionar
los rasgos, se utiliza a m enudo para crear dramáticos efectos de terror, pero tam-
bién puede indicar sim plem ente una fuente de luz realista, com o un a chim e-
nea. Como de costum bre, u n a técnica concreta puede funcionar de formas di-
ferentes según el contexto.
La luz cenital se ejemplifica en la figura 5.32, de El expreso de Shanghai
(Shanghai Express, 1932). Aquí la lám para de luz brilla casi directam ente enci-
ma de la cara de M arlene Dietrich. Von Sternberg utilizaba frecuentem ente esta
luz frontal elevada para hacer resaltar la línea de los póm ulos de la estrella. (El
ejem plo anterior de La jungla de asfalto, en la fig. 5.25, proporciona un ejem plo
con m enos glamour de luz cenital.)
Los directores de fotografía tam bién recurren a tipos de luces direccionales
más especializadas, sobre todo la kicker (una luz trasera situada a un laclo que
crea un toque de luz en la sien o la mejilla de la figura) y la luz de ojos (una luz
Fig. 5 .3 3
frontal colocada en la cám ara que añade brillo a los ojos del sujeto).
La ilum inación tam bién se puede caracterizar por su fuente. En algunas pe-
lículas, como los docum entales, el cineasta puede verse obligado a rod ar con la
luz disponible en el en torno real. La m ayoría de las películas de ficción, sin em -
bargo, utilizan fuentes de luz adicionales a fin de poder ten er un mayor control
sobre el aspecto de la imagen. En la m ayoría de las películas de ficción, las lám-
paras de mesa y las farolas que vemos en la puesta en escena no son las fuentes
de ilum inación principales durante el rodaje. Sin em bargo, estas fuentes de luz
visibles servirán para motivar las decisiones sobre la ilum inación que se tom an
en la producción. El cineasta intentará norm alm ente crear un diseño de la ilu-
m inación que sea com patible con las fuentes del decorado. En la figura 5.33, de
El milagro de Ana Sullivan (The Miracle W orker, 1962), la ventana trasera y la
lám para en prim er térm ino a la derecha son supuestam ente las fuentes de ilu-
minación.
Fig. 5.34
Los directores y los directores de fotografía que m anipulan la ilum inación
de u na escena partirán de la suposición de que todos los objetos requieren, por
ASPECTOS D E LA P U E S T A E X E S C i -
contraluz
Fig. 5 .3 5
regla general, dos fuentes de luz: u n a luz principal y u n a luz de relleno. La luz prin-
cipal es la fuente prim aria, la que p roporciona la ilum inación dom inante y pro-
yecta las sombras más marcadas. La luz de relleno es m enos intensa y «rellena»,
suaviza o elim ina las sombras proyectadas p o r la luz principal. M ediante la com -
binación de la luz principal y la de relleno, y con la adición de fuentes suple-
m entarias, se puede controlar la ilum inación con bastante exactitud.
La fuente de luz principal se puede dirigir hacia el sujeto desde cualquier
ángulo, com o indicaban los ejemplos sobre la dirección de la luz. El fotogram a
en color 24, de Iván el Terrible, m uestra la luz contrapicada com o luz principal, luz de relleno
m ientras u n a luz de relleno más suave y difusa incide sobre el decorado detrás F ig . 5 .3 6
de la figura.
La figura 5.34 m uestra u n fotogram a de La rueda (La roue, 1923). El fuerte
contraluz se com plem enta con u n a luz principal p rocedente del lado izquierdo.
Esta proyecta som bras inherentes en el lado izquierdo del rostro de la actriz, so-
bre todo en la nariz y el ojo. La luz de relleno procede de la derecha, para ase-
gurar que este lado de su cara no aparezca com pletam ente oscuro, com o suce-
de en u n a parte de la cara en la figura 5.28.
La figura 5.35 corresponde a u n plano de La pradera de Bejin (Bezhin Iovij,
1935) en el que Eisenstein utiliza u n gran núm ero de fuentes y direcciones de
luz. La luz principal que incide sobre las figuras procede del lado izquierdo,
pero es d u ra en el rostro de la anciana en p rim er térm ino y suave en el rostro
del hom bre, debido a que hay u n a luz de relleno procedente de la derecha. Los
finos contornos de luz en los pliegues del pañuelo de la m ujer indican tam bién
un contraluz.
El cine clásico de Hollywood desarrolló la costum bre de utilizar al m enos Fig. 5 .3 7
tres fuentes lum inosas p o r plano: la luz principal, la luz de relleno y el contra-
luz. La figura 5.36 m uestra la disposición más básica de estas luces sobre una
única figura. El contraluz procede de atrás y de encim a de la figura, la luz prin-
cipal de frente en diagonal y la luz de relleno de u n a posición cercana a la cá-
m ara. La luz principal, norm alm ente, estará más cerca de la figura o será más lu-
m inosa que la de relleno. Por lo general, todo personaje im portante de una
escena ten d rá su propia luz principal, luz de relleno y contraluz. Si se añade
otro actor (com o en la figura de puntos de la fig. 5.36), la luz principal para uno
se pued e alterar levem ente para form ar el contraluz del otro y viceversa, con
u n a luz de relleno a cada lado de la cámara.
En la figura 5.37, el personaje de Bette Davis en Jezabel (Jezebel, 1938) es la
figura más im portante, y la ilum inación de tres puntos centra la atención en
ella. U n lum inoso contraluz desde la parte posterior d erecha ilum ina su pelo y
el borde del brazo izquierdo. La luz principal está a la izquierda, haciendo que
su brazo derecho esté brillantem ente ilum inado. U na luz de relleno, m enos lu-
m inosa que la luz principal, incide desde la derecha de la cámara. Esta ilumina-
156 EL P L A N O : PUESTA EN ESCENA
ción equilibrada crea un leve som breado, m odelando el rostro de Davis para su-
gerir volum en en vez de uniform idad. (Nótese la leve som bra proyectada p o r su
nariz.) El contraluz y la luz principal de Davis sirven para ilum inar a la m ujer
que está detrás de ella a la derecha, pero m enos destacadam ente. O tra luz de re-
lleno, llam ada luz de fondo, incide sobre el decorado y las personas que se hallan
en la parte posterior izquierda.
La ilum inación de tres puntos surgió durante la era del cine de estudio de
Hollywood y todavía se utiliza am pliam ente. En el fotogram a en color 18, de La
rosa púrpura de El Cairo (The Purple Rose of Cairo, 1985) , las dos figuran están
m odeladas por u n a fuerte luz principal desde el lado izquierdo, u n a luz de re-
lleno desde la derecha de la cám ara y un trazo de luz de contorno para resaltar
Fig. 5 .3 8 las ropas. La oficina que está detrás de la pareja está ilum inada de form a más dé-
bil y suave, como es típico de la luz de fondo.
Quizá ya nos hayamos dado cuenta de que este sistema de ilum inación de
<tres puntos» exige que se vuelvan a colocar las lám paras prácticam ente cada
vez que la cám ara cambia el encuadre de la escena. De hecho, así sucede. A pe-
sar del gran coste que implica, la mayoría de las películas de Hollywood dispon-
drán de form a diferente la ilum inación para cada posición de la cámara. Estas
variaciones de las fuentes de luz no se ajustan a la realidad, pero perm iten a los
cineastas crear com posiciones claras para cada plano.
La ilum inación de tres puntos se adecúa especialm ente bien a la ilum ina-
ción de tono alto que se utilizaba en el cine clásico de Hollywood y en otras tra-
diciones cinematográficas. La ilum inación de tono alto hace referencia a u n di-
seño de la ilum inación global que utiliza luz de relleno y contraluz para crear
un contraste bajo entre las zonas más claras y las más oscuras. N orm alm ente, la
Fig. 5 .3 9
cualidad de la luz es suave, haciendo que las zonas som breadas sean muy diáfa-
nas. Los fotogram as de Jezabel (fig. 5.37) y de La rosa púrpura de El Cairo (foto-
gram a en color 18) ejem plifican la ilum inación de tono alto. Los directores y
directores de fotografía de Hollywood la han utilizado en las comedias, las pelí-
culas de aventuras y la mayoría de los dramas.
La ilum inación de tono alto no se utiliza sim plem ente para m ostrar u n a si-
tuación brillantem ente ilum inada, com o un deslum brante salón de baile o una
tarde soleada. La ilum inación de tono alto es un tratam iento global de la ilumi-
nación que puede sugerir diferentes condiciones de ilum inación o m om entos
del día. Considérense, por ejemplo, dos fotogramas de Regreso al futuro. El pri-
m er plano (fig. 5.38) utiliza una ilum inación de tono alto equivalente a la luz
del día y de un bar brillantem ente ilum inado. El segundo fotogram a (fig. 5.39)
pertenece a una escena am bientada en una habitación de noche, pero todavía
Fig. 5 .4 0
utiliza el tratam iento de tono alto, com o se puede ver en la suavidad de la luz, el
bajo contraste y el detalle de las zonas sombreadas.
La iluminación de tono bajo crea contrastes más pronunciados y som bras más
m arcadas y oscuras. La ilum inación es a m enudo dura, y se disminuye o elimi-
na la luz de relleno. El efecto es de claroscuro, o zonas extrem adam ente oscuras
y luminosas dentro de la imagen. LTn ejemplo es la figura 5.40, de Kanal (1957),
de Andrzej Wajcla. Aquí, la luz de relleno y el contraluz son significativamente
m enos intensos que en la técnica de tono alto. Como resultado, las zonas de
sombras en el tercio izquierdo de la pantalla son fuertes y opacas. En la figura
5.41, un plano con ilum inación de tono bajo de Sed de mal, de Welles, la luz
principal es fuerte y procede del lateral. Welles elim ina la luz de relleno y el
contraluz, creando som bras muy m arcadas y un espacio oscuro alrededor de
los personajes.
Com o indican estos ejemplos, la ilum inación de tono bajo se ha aplicado
Fig. 5.41 por lo general a escenas sombrías o de misterio. Era com ún en las películas de
terro r de los años treinta y en el cine negro de los cuarenta y cincuenta. El tra-
tam iento de tono bajo revivió en los años ochenta en películas com o Bla.de Run-
A S P E C T O S D E LA P U E S T A E N E S C I
ner (Blade R unner, 1982) y La ley de la calle (Rumble Fish, 1984). En El Sur
(1983) (fotogram a en color 20), la ilum inación de tono bajo produce efectos
dram áticos de claroscuro que retratan el m undo de los adultos tal y com o lo
im agina u n a niña, lleno de misterio y peligro.
C uando los actores se mueven, el director tiene que decidir si quiere alterar
la ilum inación. Hay ventajas en m antener u n a ilum inación constante, aunque
ésta n o sea especialm ente realista. Al final de Las noches de Cabina (Le notti di
Cabiria, 1957), de Federico Fellini, la hero ín a avanza en diagonal hacia noso-
tros, acom pañada de u n grupo de jóvenes que cantan. M ientras camina, la ilu-
m inación de su rostro no cambia, lo que nos perm ite advertir leves cambios en
su expresión (figs. 5.42 y 5.43). Por otra parte, el cineasta puede hacer que las
figuras se muevan a través de zonas de luz y som bra. La pelea a espada de Ras- Fig. 5 .4 2
homon (1950) queda intensificada p o r el contraste entre el feroz com bate y la
ilum inación alegrem ente m oteada utilizada en el claro del bosque (fig. 5.44).
Como toda técnica, la ilum inación se puede convertir en un motivo a lo lar-
go de u n a película. La rosa púrpura de El Cairo, de Woody Alien, presenta a una
m ujer desgarrada entre un m atrim onio brutal y abusivo y sus fantasías acerca de
u n h éro e cinem atográfico (que sale de la pantalla para reunirse con ella). Las
escenas con el héroe de ficción se presentan con una ilum inación de tono alto
m oderada que utiliza el sistema de tres puntos que acabam os de m encionar (fo-
togram a en color 18). Sin em bargo, las escenas en casa con su m arido reciben
el tratam iento violento y de contornos m arcados característico de la técnica de
tono bajo (fotogram a en color 19).
T endem os a creer que la ilum inación cinem atográfica se lim ita a dos colo-
res: el blanco de la luz del sol o el am arillo suave de las lámparas incandescen-
tes de interior. En la práctica, los cineastas que controlan la ilum inación traba-
ja n p o r lo general con una luz lo más blanca posible. M ediante la utilización de
filtros colocados delante de la fuente de luz, el cineasta puede colorear la ilu-
m inación en la pantalla de todos los m odos posibles. Puede haber u n a fuente
realista en la escena para provocar el matiz de la luz. Por ejem plo, los directores
de fotografía utilizan a m enudo filtros que sugieren el tinte naranja de la luz de
una vela, como en La chambre verte (1977), de Franfois Truffaut (fotogram a en
color 21). En Escrito sobre el viento (W ritten on the W ind, 1955), de Douglas Sirk,
la ilum inación azul p ú rp u ra está m otivada p o r el color de la noche (fotogram a
en color 22). Sin em bargo, la luz coloreada tam bién puede responder a motiva-
ciones no realistas. En la segunda p arte de Iván el Terrible, Eisenstein utiliza, de
form a n o diegética, u n a luz azul que incide repentinam ente sobre u n actor para
sugerir el m iedo y la incertidum bre del personaje (véanse fotogramas en color
23 y 24). Este cam bio de la función estilística —utilizar u n a luz coloreada que
desem peñe u n a función norm alm ente confinada a la interpretación— es muy Fig. 5 .4 4
efectivo debido a que es inesperado.
Estamos acostum brados a ignorar la ilum inación de nuestro en torno coti-
diano, p o r lo que tam bién es fácil que dem os por sentada la ilum inación cine-
matográfica. Sin em bargo, el aspecto de un plano está fundam entalm ente con-
trolado p o r la cualidad, dirección, fuente y color de la luz. El cineasta puede
m anipular todos estos factores para conform ar la experiencia del espectador de
m uchas m aneras. N ingún com ponente de la puesta en escena es tan im portan-
te com o «el dram a y la aventura de la luz».
El director tam bién puede controlar el com portam iento de varias figuras
en la puesta en escena. Aquí la palabra «figuras» abarca un am plio abanico de
posibilidades, puesto que u n a figura puede representar a un a persona pero tam-
lo> EL p l a n o : p u e s t a e n e s c e n a
bién pod ría ser u n anim al (Lassie, el b u rro Balthasar, el pato D onald), u n robot
(R2D2 y C3PO en la serie de La guerra de las galaxias), un objeto (como en la co-
reografía de botellas, som breros de paja y utensilios de cocina de Ballet mécani-
que) o incluso una simple form a (com o los círculos y triángulos de este mismo
filme). La puesta en escena perm ite que estas figuras expresen sentim ientos y
pensam ientos; tam bién puede dotarlas de movim iento para crear diferentes
m odelos cinéticos.
En la figura 5.45, de Los siete samurais (Shichi-nin no samurai, 1954), los sa-
murais han ganado la batalla contra los bandidos. Prácticam ente el único movi-
m iento del fotogram a es la lluvia que cae, pero las posturas de los hom bres
arrastrándose apoyados en las lanzas expresan su p rofundo cansancio. En con-
Fig. 5 .4 5 traste, en A l rojo vivo (White Heat, 1949), el movim iento explosivo y las feroces
expresiones faciales ofrecen u n a im agen de rabia psicótica. En la figura 5.46,
C o d y jarrett (James Cagney), tras enterarse de la m uerte de su m adre, salta vio-
lentam ente sobre la m esa del com edor de la prisión.
En el cine, las expresiones faciales y los m ovimientos no se limitan sólo a las
figuras hum anas. Como se m encionaba en el capítulo 1, p o r m edio de la ani-
mación se puede dotar a los dibujos o a los objetos tridim ensionales de movi-
m ientos enorm em ente dinámicos. Por ejemplo, en las películas de ciencia-fic-
ción y fantásticas, los m onstruos y robots p u ed en ten er expresiones y gestos
gracias a la técnica de filmación fotograma a fotograma. Por lo general, se hace un
m odelo a pequeña escala con partes articuladas. D urante la filmación, se le co-
loca en la postura deseada y se ruedan u n fotogram a o dos. A continuación, se
modifica la figura ligeram ente y se rued an un fotogram a o dos más, y así sucesi-
vamente. El resultado en la pantalla es un m ovim iento continuo, aunque a ve-
Fig. 5 .4 6 ces resulta espasmódico. El h o rren d o ataque de ED-209, el robot que lucha con-
tra el crim en en Robocop (Robocop, 1987), se filmó con u n a m iniatura de doce
pulgadas film ada fotogram a a fotogram a (fig. 5.47). (Tam bién se construyó una
m aqueta a escala real pero sin movim iento para los planos generales.) La filma-
ción fotogram a a fotogram a tam bién se puede utilizar con fines más abstractos
y no realistas, com o es el caso de la anim ación en barro de u n a parte de Moznosti
Dialoga (1982), d e ja n Svankmjaer (fig. 5.48).
1992) se aproxim an bastante al com portam iento de la gente en la vida real. Sin
em bargo, en los años cincuenta, el estilo del Actors Studio de Nueva York, como
ejemplifican las interpretaciones de M arión B rando en La ley del silencio y Un
tranvía llamado Deseo (A Streetcar N am ed Desire, 1951), tam bién se considera-
ban extrem adam ente realistas. A unque todavía podem os calificar de excelente
el trabajo de Brando en estas películas, resulta deliberado, exagerado y bastan-
te poco realista. Lo mismo se podría decir de las interpretaciones, tanto de ac-
tores profesionales com o aficionados, en |as películas neorrealistas italianas de
después de la segunda guerra m undial, que fueron aclamadas cuando aparecie-
ro n como descripciones casi docum entales de la vida italiana y que, sin em bar-
go, ahora nos parecen contener, en su mayor parte, pulidas interpretaciones
apropiadas para las películas de Hollywood. (De hecho, una de las principales
actrices del neorrealism o, A nna M agnani, fue a Hollywood y ganó un Óscar allí.)
Im portantes interpretaciones naturalistas de los años setenta, com o la de Ro-
b ert de Niro en Taxi Driver (1976), ya están em pezando a parecer bastante esti-
lizadas. ¿Quién puede decir lo que parecerán las interpretaciones de Rain Man,
Thelma y Louise y otras películas recientes d en tro de unas cuantas décadas?
Los cam biantes criterios del realismo no son la única razón para desconfiar
de este concepto a la hora de analizar u n a interpretación. A m enudo, cuando la
gente dice que u n a interpretación es «poco realista», la están valorando como
mala: Sin em bargo, no todas las películas p reten d en ser realistas. Puesto que la
interpretación que crea un actor es parte de la puesta en escena global, las pelí-
culas contienen u n a gran variedad de estilos interpretativos. En vez de dar por
sentado que la interpretación tiene que ser realista, deberíam os in ten tar com-
p re n d e r qué clase de estilo interpretativo p reten d e conseguir la película. Si las
funciones interpretativas de la película las desem peña m ejor una actuación no
realista, ésta será la clase de interpretación que intentará ofrecer un actor con
talento. En El mago de Oz, se pro d u cen constantem ente ejemplos obvios del esti-
lo interpretafii'o no-realista con fines fantásticos. (¿Cómo se com portaría una
Bruja Malvada «realista»?) Además, la interpretación «realista» será siempre
sólo una opción d en tro de la interpretación cinem atográfica. En el cine de pro-
ducción masiva de Hollywood, India, H ong Kong y otras tradiciones cinem ato-
gráficas, las interpretaciones pom posas son un elem ento crucial p ara satisfacer
al público. Por lo general, los espectadores no esperan interpretaciones muy rea-
listas de Pee-Wee H erm án o de estrellas de las artes marciales como Bruce Lee
o Jackie Chan.
correcta y aburrida música del viejo com positor y el irrefrenable pero ofensivo
genio del joven Mozart.
Películas com o El gabinete del doctor Caligari, Iván el Terrible y Amadeus crean
interpretaciones estilizadas m ediante la extroversión y la exageración. El direc-
to r tam bién puede explorar las posibilidades de u n a interpretación muy apaga-
da. C om parada con la práctica habitual, la actuación muy contenida puede
parecer bastante estilizada. R obert Bresson es famoso por este tipo de in terp re-
taciones contenidas. Utilizando a actores no profesionales e instruyéndolos en
los detalles de las acciones físicas de los personajes, Bresson hace que sus acto-
res sean bastante inexpresivos p ara los niveles convencionales. A unque estas in-
terpretaciones a m enudo alteran nuestras expectativas, p ro n to nos dam os cuen-
ta de que dicha contención concentra nuestra atención en los pequeños gestos Fig. 5 .5 3
y en otras técnicas cinematográficas.
Jean-Marie Straub y Daniéle Huillet van más allá en este terreno. No reconci-
liados y Chronik der Anna Magdalena Bach (1967) tam bién cuentan con personas
que no son actores, y estos intérpretes a m enudo pronuncian las frases de forma
bastante inexpresiva o simplemente no hablan. Las películas de Straub y Huillet
nos invitan a considerar a los actores no como seres dotados de psicología, sino
como recitadores de un diálogo escrito. De este m odo, nos damos cuenta activa-
m ente de nuestras propias expectativas convencionales sobre la interpretación ci-
nematográfica, y de esta m anera nuestras expectativas se ensanchan u n poco.
L a p u e s t a e n e s c e n a e n e l e s p a c io y e n e l tie m p o
EL ESPACIO
el movim iento es una de las pistas de profundidad más im portantes, puesto que
sugiere firm em ente planos y volúm enes. Nótese tam bién la sombra proyectada en
el fondo del fotogram a en color 17, que es otra pista de profundidad.
La perspectiva aérea o el aspecto borroso de los planos más distantes, es otra
pista de profundidad. Por lo general, nuestro sistema visual presupone que los
contornos más m arcados, las texturas más definidas y los colores más puros p er-
tenecen a los elem entos en prim er térm ino. En los planos de paisajes, el aspec-
to borroso y grisáceo de los planos espaciales distantes puede deberse a la b ru -
ma atm osférica real, com o en El muro (Le m ur, 1983), de Güney (fotogram a en
color 35). Incluso cuando esta calima es u n factor m enor, nuestra visión asigna
generalm ente fuertes contrastes de colores al prim er térm ino, com o en el pla-
no de Sambizanga (fotogram a en color 32). Además, muy a m enudo se m anipu-
la la ilum inación, jun tam en te con el foco de la lente, para desdibujar los planos
del fondo. En La carga de la brigada ligera (Charge o f the Light Brigade, 1936),
de Michael Curtiz, p o r ejem plo, la perspectiva aérea está creada de form a artifi-
cial m ediante u n a ilum inación difum inada del fondo y la ausencia de foco níti-
do (fig. 5.70).
En la figura 5.71, de Chronik der Anna Magdalena Bach, de Straub y Huillet,
la puesta en escena proporciona varias pistas de profundidad: la superposición
de los bordes, las sombras proyectadas y la disminución del tamaño. Es decir, las fi-
guras y objetos m uy alejados de nosotros se van haciendo proporcionalm ente
más pequeños; cuanto más pequeña aparece la figura, más lejos creem os que
está. Esto refuerza nuestra sensación de que hay un espacio profundo con dis-
tancias considerables entre los diferentes planos.
La misma ilustración m uestra de form a espectacular la perspectiva lineal.
Considerarem os las relaciones de perspectiva de form a más detallada en el ca-
pítulo siguiente, puesto que derivan tanto de las características del objetivo de
la cám ara com o de la puesta en escena. Por ahora, sim plem ente podem os seña-
lar que se crea una fuerte im presión de profundidad cuando las líneas paralelas
convergen en un punto de fuga distante. La figura 5.71 ilustra una perspectiva
lineal descentrada, donde el punto de fuga no es el centro geom étrico. El foto-
gram a en color 28, de El contrato del dibujante, ejem plifica la perspectiva central.
En m uchos de los ejem plos que hem os ofrecido, tal vez hayamos advertido
que la puesta en escena no sólo sirve para dirigir la atención a los elem entos del
prim er térm ino, sino para crear una relación dinám ica entre el prim er térm ino
y el fondo. En los fotogram as en color 16 y 17, p o r ejem plo, G odard m antiene
nuestra atención en toda la com posición al utilizar fondos destacados. En el fo-
togram a en color 16, las fotografías que se hallan detrás de la cabeza de la actriz
hacen que explorem os las diferentes formas pequeñas rápidam ente, m ientras
que la pared rojo brillante del fotogram a en color 17 destaca fuertem ente, ha-
ciendo que advirtamos el fondo aunque nos concentrem os en la cara del actor.
81LLETS ■» Los dos últim os ejemplos ilustran com posiciones con poca profundidad espa-
cial. En estos planos, la puesta en escena sugiere, en com paración, poca pro-
fundidad y los planos más cercanos y más distantes parecen estar sólo ligera-
m ente separados. La tendencia opuesta es la com posición con profundidad
espacial, en la que los planos parecen estar separados por u n a distancia conside-
rable. El ejem plo anterior de Chronik der A nna Magdalena Bach (fig. 5.71) ejem-
plifica una puesta en escena con profundidad espacial. U n director crea a m e-
nudo u n a com posición con profundidad espacial haciendo que el plano del
Fig. 5 .7 3 prim er térm ino sea bastante grande y el plano del fondo bastante distante,
como hace Wajda en varias escenas de Cenizas y diamantes (Popiol i diam ent,
1955) (fig. 5.72).
Referidos a la puesta en escena, «con poca profundidad» y «con profundi-
dad» son térm inos relativos. La mayoría de las com posiciones presentan una
profundidad espacial m oderada, que se incluye en m edio de los extrem os que
LA P U E S T A E N E S C E N A E N EL E S P A C I O Y E N EL T i l
EL TIEMPO
Hasta aquí hem os exam inado algunos de los factores espaciales que guían
nuestra visión de u n a imagen. Pero además, tanto el plano com o nuestra visión
del mismo tienen lugar en el tiem po.
Como veremos más detalladam ente cuando exam inem os el m ontaje (capí-
tulo 7), el cineasta decide cuánto tiem po debe d u rar u n plano en la pantalla.
D entro de los límites de la duración del plano, el director pued e controlar el rit-
m o del tiem po a m edida que avanza. A unque la cuestión del ritm o en el cine es
terriblem ente com pleja y todavía no se ha explicado lo suficiente, podem os de-
cir de form a aproxim ada que implica, al m enos, un compás o pulsación, un tem-
po y un esquem a de acentos o compases más fuertes o más débiles.
Estamos familiarizados con estos factores en las film aciones de bailes. Cuan-
do actúan Fred Astaire o A nn Miller, los movimientos del cuerpo obedecen a
ritm os claram ente diseñados. Sin em bargo, deberíam os reconocer que todo
movimiento d entro de la puesta en escena puede im plicar los mismos com po-
nentes rítmicos. El movim iento que vemos en la pantalla puede ten er un com-
pás visual característico, com o el destello de un anuncio de n eón o el balanceo
continuo de un barco. El movimiento tam bién puede ten er u n tempo m arcado,
com o la aceleración de un coche en u n a escena de persecución, y el m ovimien-
to visual puede crear instantes distintivos y acentuados.
Estos factores se com binan para crear la sensación del ritm o global del pía-
LA P U E S T A E N E S C E N A E N E L E S P A C I O Y E X E L T í E ?
Fig. 5 .8 4 Fig. 5 .8 5
Fig. 5 .8 6 Fig. 5 .8 7
Como grupo de técnicas, la puesta en escena ayuda a com poner el plano ci-
nem atográfico en el espacio y en el tiem po. El decorado, la ilum inación y el
com portam iento de las figuras interactúan para crear esquem as de color y p ro -
fundidad, luz y oscuridad y movimientos. Estos patrones definen y crean el es-
pacio del m undo de la historia y subrayan la inform ación im portante de la his-
toria. El uso que hace el director de la puesta en escena crea sistemas que no
sólo guían nuestra percepción paso a paso, sino que tam bién ayudan a crear la
form a global de la película.
Fu n c io n e s n a r r a t iv a s d e l a pu e s t a e n e s c e n a :
LA L E Y D E LA HOSPIT ALID AD
Hasta ahora hem os exam inado las posibilidades estilísticas generales que
ofrece la puesta en escena. Su potencial para crear com posiciones gráficas es vi-
tal para las películas abstractas y tam bién puede ser útil para otros tipos de or-
ganización formal. Las películas categóricas, retóricas y asociativas utilizan la
puesta en escena para o rientar la atención, la com prensión y las deducciones
acerca de lo que vemos. A hora considerarem os de form a específica cóm o pue-
de funcionar la puesta en escena en las películas narrativas.
Para com prender la inform ación de la historia que presenta una película
narrativa, tenem os que ejercer actividades como com parar los lugares, identifi-
car a los personajes p o r su aspecto y advertir los gestos destacados a m edida que
nos los presenta la puesta en escena. Muchos motivos que reaparecen a lo largo
de la exposición del argum ento son elem entos visuales de la puesta en escena,
y estos motivos pueden ser de gran utilidad para los principios form ales funda-
m entales de la organización total de la película: su unidad y sus m odelos de si-
militud, diferencia y desarrollo.
La puesta en escena interviene en la acción del argum ento, desde luego,
porque los acontecim ientos que vemos de form a directa constituyen el argu-
m ento. Pero los elem entos de la puesta en escena tam bién pueden aportar in-
form ación sobre la historia. Si un detective descubre un cadáver, podem os ima-
ginar un asesinato; si u n a m ujer le habla a un amigo de u n hecho im portante de
su pasado y le m uestra u n a fotografía de sus padres, la fotografía aporta infor-
m ación sobre hechos anteriores de la historia que no se m uestran en la pelícu-
la en sí. Igualm ente, la puesta en escena p u ede servir para presentar u n a narra-
ción de form a más o m enos restringida. Esto puede llegar a un caso extrem o,
com o cuando todos los elem entos de la puesta en escena de El gabinete del doctor
Caligari nos m uestran la distorsionada concepción de la visión subjetiva de un
174 el plano: p u esta en escena
loco (véanse las figuras 5.1 y 5.55). Pocas películas llegan tan lejos, pero m uchas
nos m uestran ele vez en cuando algo que solam ente sabe un personaje, confi-
nando de este m odo nuestro conocim iento a la subjetividad visual de ese perso-
naje, com o cuando vemos palabras escritas en un diario o una carta, o u n a vista
desde u n a ventana.
La puesta en escena, por lo general, dirige nuestras expectativas sobre los
hechos de la narración casi continuam ente. Si vemos que alguien se esconde en
u n a j oyería al principio de la historia, esperam os a ver si alguien finalm ente le
descubre. Dichas expectativas se basan a m enudo en las convenciones del géne-
ro: u n a pastelería llena de tartas en un slapstick sugiere que en algún m om ento
se producirá una «batalla» ; un piano oculto en la esquina de una habitación en
u n musical de Judy G arland y Mickey Rooney casi sin duda alguna se utilizará
para acom pañar una canción. Pero no existen reglas rígidas, y un a película na-
rrativa tam bién nos puede sorprender muy a m enudo con u n a puesta en esce-
na no convencional.
La puesta en escena no funciona en m om entos aislados, sino en relación
con el sistema narrativo de toda la película. La ley de la hospitalidad (O ur Hospi-
tality, 1923), com o la mayoría de las películas de Buster Keaton, ejemplifica
cómo la puesta en escena puede exponer de form a económ ica la narración y
crear u n esquem a de motivos. Puesto que la película es una com edia, la puesta
en escena tam bién crea gags. La ley de la hospitalidad, pues, ejemplifica lo que
descubrirem os al exam inar cada técnica cinematográfica: un elem ento indivi-
dual casi siem pre cum ple varias funciones, no sólo una.
Considerem os, p o r ejem plo, cóm o funcionan los decorados d en tro del ar-
gum ento de La ley de la hospitalidad. En prim er lugar, ayudan a dividir la pelícu-
la en escenas y a contrastar las mismas. El filme com ienza con un prólogo que
m uestra cóm o la enem istad entre los McKay y los Canfield da como resultado las
m uertes del joven Canfield y del m arido de la familia McKay. Vemos a los Mc-
Kay viviendo en u n a chabola y se nos deja en suspense sobre el destino del bebé,
Willie. La m adre de Willie huye con su hijo de su casa, del Sur al N orte (acción
que nos narra principalm ente un in tertítu lo ).
El argum ento om ite varios años para com enzar con la acción principal, con
Willie ya crecido viviendo en Nueva York. Hay unos cuantos gags relacionados
con la vida en la m etrópolis a principios del siglo XIX que contrastan con la es-
cena del prólogo. Esto hace que nos preguntem os qué relación guardará este
lugar con las escenas del Sur, y pronto Willie se entera de que ha heredado la
casa de sus padres. A continuación se m uestran una serie de divertidas escenas
cortas que m uestran a Willie cogiendo un primitivo tren para volver a su ciudad
natal. D urante estas escenas, Keaton utiliza lugares reales, pero al disponer las
vías del ferrocarril de diferentes m odos, explota los paisajes con efectos sor-
prend en tes y cómicos que exam inarem os brevem ente.
El resto de la película trata sobre las actividades de Willie en la ciudad sure-
ña y sus alrededores. El día de su llegada deam bula y se ve im plicado en unas
cuantas situaciones cómicas. Esa noche se queda en la casa de los Canfield. Fi-
nalm ente, al día siguiente se produce una prolongada persecución por el cam-
po y luego regresa a casa de los Canfield, donde finaliza la disputa. Así, la acción
se basa sobre todo en los cambios de escenarios y decorados que establecen los
dos viajes de Willie, com o niño y como hom bre, y sus posteriores andanzas para
escapar a la persecución de sus enemigos. La narración es relativam ente ilimi-
tada u n a vez que Willie llega al Sur, oscilando entre él y los m iem bros de la fa-
milia Canfield. N orm alm ente sabemos más sobre dónde están éstos que el p ro -
pio Willie, y la narración genera suspense al mostrarlos yendo hacia los lugares
donde Willie está escondido.
Los decorados concretos desem peñan diferentes funciones narrativas. La
«propiedad» de los McKay, que Willie im agina com o una m ansión, resulta ser
F U N C I O N E S N A R R A T I V A S D E LA P U E S T A E N E S C E N A : LA L E Y D E LA H O S P I T A L I D A D 1 . '
k l . ........■mlii.iMM
Fig. 5 .9 1 Fig. 5 .9 2
adelan tan otros vagones en vías paralelas (fig. 5.90). En la m ism a imager^ve-
m os la causa (la despreocupada ignorancia del m aquinista, que se hace p a-
tente m ediante la frontalidad) y el efecto (los vagones desenganchados, fuera
de c o n tro l). En otro plano, los m uchachos Canfield, en prim er térm ino, h a -
cen planes p ara m atar a Willie, m ientras Willie, al fondo, les oye y com ienza a
h u ir (fig. 5.91). En otro plano más, m ientras Willie cam ina sin sospechar nada
al fondo, u n Canfield le espera en prim er térm ino para ten d erle u n a em bos-
cada (fig. 5.92). Gracias a la pro fu n d id ad de la disposición espacial, Keaton
p u ede re u n ir y conectar dos hechos de la historia, que dan com o resultado
u n a com pacta construcción narrativa y un a narración relativam ente ilim itada.
En la figura 5.91 sabem os lo mism o que Willie y más que los Canfield, lo sufi-
ciente para anticipar los acontecim ientos: probablem ente Willie h u irá ahora
que conoce los planes de los hijos. Pero en la figura 5.92, somos conscientes,
y Willie no, del peligro que le acecha a la vuelta de la esquina; el resultado es
el suspense, ya que nos preguntam os si la em boscada de los Canfield ten d rá
éxito.
Todos estos recursos en pro de la econom ía narrativa unifican enorm e-
m ente la película, pero hay otros elem entos de la puesta en escena que funcio-
nan com o motivos concretos. En p rim er lugar está la repetida disputa entre el
m arido y la m ujer anónim os. De cam ino a su «hacienda», Willie adelanta a un
m arido que estrangula a su m ujer. Willie interviene p ara protegerla; la m ujer se
apresura a golpear a Willie por entrom eterse. En su cam ino de vuelta, Willie
adelanta a la misma pareja, que todavía se pelea, y les evita cuidadosam ente. Sin
em bargo, la m ujer le asesta un puntapié m ientras pasa. La m era repetición del
motivo fortalece la unidad narrativa de la película, pero funciona tam bién, des-
de el p u nto de vista tem ático, como otra brom a sobre las contradicciones que
rodean a la idea de la hospitalidad.
Hay otros motivos que se repiten. El prim er som brero de Willie es demasia-
do alto para llevarlo en u n traqueteante vagón de tren. (Cuando se le aplasta, lo
cam bia p o r el familiar som brero propio de Keaton, u n som brero de copa baja.)
El segundo som brero de Willie sirve para distraer a los Canfield cuando aquél
llam a a su p erro para que vaya a buscarlo. Tam bién hay u n a m arcada repetición
del motivo del agua en la película. El agua en form a de lluvia nos oculta los ase-
sinatos en el prólogo y más tarde salva a Willie, que se disponía a abandonar la
casa de los Canfield después de cenar («¡Moriría si saliera en u n a noche como
ésta!»). El agua en form a de río funciona de form a significativa en la persecu-
ción final. Y el agua com o cascada aparece tras la llegada de Willie al Sur; des-
pués de que una explosión destruya u n a presa, el agua se desborda por un pre-
cipicio y crea una cascada (fig. 5.93); esta cascada protege inicialm ente a Willie
FUNCIONES N A R R A T I V A S D E LA P U E S T A E N E S C E N A : LA I . E Y D E L A H O i F I T A
al ocultarle (li” s. 5.94, 5.95), pero más tarde le am enaza a él y a la hija de Can-
field cuando les arrastra (fig. 5.101).
Dos m oii\os concretos del decorado unifican fuertem ente la narración. Pri-
m ero está la recurrencia a u n letrero adornado colgado en el m uro de los Can-
field: «Ama a tus vecinos». Aparece p o r prim era vez en el prólogo de la pelícu-
la, cuando el simple hecho de verlo motiva el intento de Canfield de p o ner fin
a la disputa. Luego desem peña un papel fundam ental al vincular el final con el
principio. El letrero reaparece al final cuando Canfield, enfurecido porque Wi-
llie se ha casado con su hija, m ira a la pared, lee la inscripción y decide acabar
con los años de enem istad. Su cambio de actitud está motivado p o r la aparición
anterior del motivo.
La película tam bién utiliza el arm ero com o motivo. En el prólogo, cada
contendiente va a la repisa de la chim enea para coger una pistola. Más tarde,
cuando Willie llega a la ciudad, los Canfield se apresuran hacia el arm ero y co-
m ienzan a cargar las pistolas. Casi al final de la película, cuando los Canfield
regresan a casa después de fracasar en su intento ele encontrar a Willie, uno de
los hijos se da cuenta de que el arm ero está vacío. Y en el plano final, cuando los
Canfield aceptan el m atrim onio y abandonan las armas, Willie se saca de enci-
ma todo un sorprendente surtido de pistolas que h a cogido (como precaución)
del propio abastecim iento de los Canfield. De este m odo, los motivos de la pues-
ta en escena unifican la película m ediante la repetición, la variación y el desa-
rrollo.
Sin em bargo, La ley de la hospitalidad es algo más que una película cuyo sis-
tem a narrativo se relacione de form a económ ica con los patrones de la puesta
en escena. Es una com edia, y u n a de las más divertidas de la historia del cine.
Por tanto, no debería sorprendernos descubrir que Keaton utiliza la puesta en Fig. 5 .9 7
escena para crear gags. De hecho, la película posee tal grado de unidad que la
m ayoría de los elem entos que crean econom ía narrativa tam bién funcionan
para proporcionar efectos cómicos.
La puesta en escena está llena de elem entos particularm ente cómicos. Los
decorados se utilizan para crear diversión: la destartalada hacienda de McKay,
el Broadway de 1830, el túnel especialm ente diseñado para que se adapte al an-
ticuado tren y su chim enea (fig. 5.96). Los gags de vestuario tam bién abundan.
El disfraz de m ujer de Willie se revela m ediante un gran agujero en la espalda;
más tarde, Willie le coloca el mismo traje a u n caballo para distraer a los Can-
field. La com icidad surge más intensam ente del com portam iento de los perso-
najes. La patada del m aquinista del tren derriba inesperadam ente y de un gol-
pe el som brero del cochero (fig. 5.97). (El padre de Keaton, Joe, interpretaba
este papel, y el gag era una de sus más famosas acrobacias en los teatros de vo-
1 /8 EL P L A N O : PUESTA EN ESCENA
devil.) El mayor de los Canfield afila su navaja con u n a energía feroz, justo a
unas pulgadas de la cabeza de Willie. C uando Willie aterriza en el río, se queda
allí m irando a izquierda y d erecha con la m ano sobre los ojos, antes de darse
cuenta de dónde está. Más tarde Willie sale del río, saltando fuera del agua
como un pez y resbalando p o r las rocas.
Quizás el único aspecto de la puesta en escena que com pite con la b ri-
llantez cóm ica del com portam iento de los personajes sea la utilización que
hace la película de la p ro fu n d id ad espacial p ara los gags. M uchos de los planos
que ya hem os exam inado tam bién funcio n an p ara crear com icidad: el m aqui-
nista desconoce totalm ente la separación de los vagones del tren de la loco-
m otora (véase fig. 5.90), del mismo m odo en que Willie n o se da cuenta de
que Canfield hijo está acechando p ara asesinarle en p rim er térm ino (véase
fig. 5.92).
Aún más sorprendente, sin em bargo, es el gag con p rofundidad espacial
que sigue a la dem olición de la presa. Los chicos Canfield han estado rastrean-
do la ciudad en busca de Willie. M ientras tanto, Willie está sentado en un sa-
liente pescando. C uando el agua se desborda de la presa y cae po r el precipicio,
sum erge p o r com pleto a Willie (fig. 5.94). En ese preciso instante, los herm anos
Canfield aparecen en p rim er térm ino desde cada lado de la im agen, todavía
buscando a su víctima (fig. 5.95). Com o el agua oculta a Willie, ésta le reduce a
un fondo neutral para la acción de los Canfield. Esta rep en tin a irrupción de
una nueva acción en la escena nos sorprende, en vez de generar suspense, por-
que no éram os conscientes de que los Canfield estaban tan cerca. En este caso,
la sorpresa es crucial para la comicidad. La elim inación de Keaton del plano del
fondo y la revelación de un nuevo plano en p rim er térm ino confirm a la obser-
vación de A ndré Bazin acerca de que el slapstick tuvo éxito p orque «la mayoría
de los gags derivaban de u n a com icidad del espacio, de la relación de los hom -
bres con las cosas y con el m undo que les rodea».
Sin em bargo, atractivos com o son los gags concretos, La ley de la hospitali-
dad estru ctu ra los m otivos cóm icos tan estrictam ente com o los dem ás m oti-
vos. La estru ctu ra de viaje de la p elícu la a m e n u d o organiza u n a serie de gags
según el prin cip io form al de tem a y variaciones. Por ejem plo, d u ra n te el via-
je en tren al Sur, u n a serie de gags se basan en la idea de la gen te con que se
va e n c o n tra n d o el tren: m u ch a gen te lo ve pasar, u n vagabundo se sube a él,
y un anciano arroja rocas a la locom otora. O tra serie de gags ad o p ta las p ro -
pias vías del tren com o «tema». Las variaciones incluyen u n a vía curvada, un
b u rro que b lo q u ea las vías, vías retorcidas, y fin alm en te n in g u n a vía en abso-
luto.
Pero la serie de tem a y variaciones más com pleja se puede ver en el motivo
del «pez en el anzuelo». Al poco tiem po de llegar a la ciudad, Willie está pes-
cando y saca u n m inúsculo pez. Poco después, u n pez enorm e le arroja al agua
(fig. 5.98). Más tarde, p o r u n a serie de contratiem pos, Willie está atado con u n a
cuerda a u no de los chicos Canfield. Esta unión, que recuerda al cordón um bi-
lical, provoca m uchos gags, sobre todo u no que acaba con Canfield arrojado al
agua com o antes lo había sido Willie.
Quizás el m om ento más divertido de la película se produzca cuando Willie
se da cuenta de que, puesto que el hijo de los Canfield ha bajado p o r las rocas,
él tam bién tiene que hacerlo (véanse dos fases de este plano en las figuras 5.99
y 5.100). Pero incluso cuando Willie se suelta de Canfield, la cuerda sigue atada
a su alrededor. Por lo tanto, en el clímax de la película, Willie está colgando de
un tronco sobre la cascada com o el pez en el extrem o de su caña de pescar (fig.
5.101). U na vez más, un elem ento desem peña múltiples funciones: el recurso
del pez en el anzuelo hace avanzar la narración, se convierte en u n motivo que
unifica la película y se desarrolla en u n a estructura de gags análogos que impli-
can variaciones sobre el tem a de Willie y la cuerda. De esta form a, La ley de la hos-
Fig. 5 .9 9 Fig. 5 .1 0 0
R e sum e n
N o t a s y c u e s t io n e s
Como concepto, la puesta en escena se rem o n ta al teatro del siglo xix. Para
una introducción histórica relevante, véase Century of Innovation (Englewood
Cliffs, N.J.: Prentice Hall, 1973), de Oscar G. B rocketty R obert R. Findlay. Más
especializados son «The Scenography of Popular E ntertainm ent», de Brooks
McNamara, en The Drama Review, 18, 1 (marzo de 1974), págs. 16-24, y Realiza-
t.ions: Narrative, Pictonal, and Theatrical Arts in Nineteenth-Century England (Prince-
ton, Princeton University Press, 1983), de M artin Meisel. La obra clásica sobre
ISO EL P L A N O : PUESTA EN ESCENA
el cine sigue siendo Stage to Screen (Cambridge, Mass., H arvard University Press,
1949), de Nicolás Vardac.
S O B R E E L R E A L IS M O E N L A P U E S T A E N E S C E N A
Muchos teóricos del cine lo han considerado com o el m edio realista p o r ex-
celencia. Para dichos teóricos, com o Siegfried Kracauer, A ndré Bazin y V. F.
Perkins, el poder del cine radica en su capacidad para presentar una realidad
reconocible. El teórico realista, de este m odo, a m enudo valora la autenticidad
en el vestuario y los decorados, la interpretación «naturalista» y la ilum inación
no estilizada. «La función prim aria del decorado», escribe V. F. Perkins, «es pro -
porcionar un entorno creíble para la acción» [Film as Film (Baltimore, Penguin,
1972), pág. 94; trad. cast.: El lenguaje del cine, M adrid, Fundam entos, 1990, 3a
e d .]. A ndré Bazin elogia el cine neorrealista italiano de los años cuarenta p o r la
«fidelidad a la vida de cada día en el guión, la verosim ilitud de los actores»
[ What is Cinema?, vol. 2 (Berkeley, University of California Press, 1970), pág. 25;
trad. cast.: Qué es el cine, M adrid, Rialp, 1966 y 1990].
A unque la puesta en escena es siem pre producto de la selección y elección,
la teoría realista puede valorar al cineasta que cree una puesta en escena que se
parezca a la realidad. Kracauer sugiere que incluso los núm eros musicales a pri-
m era vista «no realistas» de un musical pueden parecer improvisados [ Theory of
Film (Nueva York, O xford University Press, 1965); trad. cast.: Teoría del cine, Bar-
celona, Paidós, 1989] y Bazin considera un filme fantástico como El globo rojo (Le
bailón rouge, 1956) realista porque en él «lo que es imaginario en la pantalla tie-
ne la densidad espacial de algo real» [What is Cinema?, vol. 1 (Berkeley, Univer-
sity of California Press, 1966), pág. 48; trad. cast. cit.].
Estos teóricos, por lo tanto, asignan al cineasta la labor de representar una
realidad histórica, social o estética m ediante la selección y disposición de la
puesta en escena. A unque este libro pospone la consideración de este problem a
—esto le corresponde más estrictam ente al terreno de la teoría cinem atográfi-
ca— , la controversia «realista» m erece un exam en. En cuanto a argum entos en
contra de una teoría realista de la puesta en escena, véase Theory ofFilm Practice
(Princeton, Princeton University Press, 1981) y «An U nexpected Juncture», de
Sergei Eisenstein, en Writings 1922-1934 (Bloom ington, Indiana Llniversity
Press, 1988), págs. 115-122, de Richard Taylor (com p.). C hristopher Williams,
en Realism and the Cinema (Londres, Routledge & Kegan Paul, 1980), revisa m u-
chas cuestiones sobre este tema.
L A E S C E N IF IC A C IÓ N Y N O E S C E N IF IC A C IÓ N
EN LA PU ESTA E N ESC EN A
Acerca del vestuario, véanse Costume Design in the Movies (Londres, BCW,
1976), de Elizabeth Lees, y Hollywood and History: Costume Design inFilm (Nueva
York, Tham es and H udson, 1987), de Edward M aeder (com p.). Léon Barsacq,
con la cuidadosa ayuda de Elliott Stein, ha producido la m ejor historia de los de-
corados hasta la fecha, Caligari’s Cabinet and Other Grand lllusions: A History of
Film Design (Nueva York, New Am erican Library, 1976). O tros estudios im por-
tantes sobre los decorados en el cine son TheArt of Hollywood: Fifty Years of Art Di-
rection (Londres, Tham es Televisión, 1979), de Jo h n Ham bley y Patrick Don-
ning, y Hollywood Art: Art Direction in theDays of the Great Studios (Jefferson, N.C.
McFarland, 1990), de Beverly Heisner. U n núm ero especial de Film Comment
(m ayo/junio de 1978) versa sobre el trabajo del director artístico. Tam bién se
han publicado los recuerdos de un im portante diseñador de decorados que
182 EL P L A N O : P U E S T A EN E SC EN A
trabajó muy a m enudo con Jean Renoir: My Work in Films (San Diego, H arcourt
Brace Jovanovich, 1985), de Eugene Lourie.
El tipo de com portam iento de los personajes más com únm ente discutido
es, com o era de esperar, la interpretación. Un análisis exhaustivo de la inter-
pretación cinem atográfica de halla e n Stars (Londres, British Film Institute,
1979), de Richard Dyer. Este libro se com plem enta con Star Acting: Gish, Garbo,
Davis (Nueva York, D utton, 1977), de Charles Affron, y Acting in the Cinema (Ber-
keley, University o f California Press, 1988), de Jam es N arem ore. Véase tam bién
el núm ero especial de Cinema Journal, 20, 1 (otoño de 1980).
U n excelente estudio actualizado sobre la ilum inación es Film Lighting:
Talks with Hollywood’s Cinematographers and Gafjers (Nueva York, Prentice-Hall,
1986), de Kris Malkiewicz. (La cita de A lexander M ackendrick de la pág. 171
procede de este libro, pág. 16). Painting with Light (Nueva York, Macmillan,
1949), de Jo h n Alton, y Technique of Lightning for Televisión and Motion Pictures
(Nueva York, Hastings H ouse, 1972), de Gerald Millerson, son útiles aunque
algo anticuados, y ponen el énfasis en las prácticas clásicas de Hollywood.
U no de los maestros de la ilum inación cinem atográfica, Josef von Stern-
berg, tiene m ucho que decir sobre el tem a en su en treten id a biografía, Fun in a
Chínese Laundry (Nueva York, Macmillan, 1965). Raoul C outard exam ina un tra-
tam iento diferente de la ilum inación en «Light of Day», en Jean-Luc Godard
(Nueva York, D utton, 1968), págs. 232-239, de Tobby M ussmann (com p.). Los
directores de fotografía de Hollywood recuerdan sus experim entos con la ilu-
m inación en el libro de Malkiewicz m encionado arriba, y en Hollywood Camera-
men (Londres, Tham es & H udson, 1970), de Charles H igham .
PROFUNDIDAD
Los historiadores vienen estudiando desde hace tiem po cóm o se puede cre-
ar u n a im agen bidim ensional para sugerir un espacio en profundidad. U n estu-
dio introductorio com prensible es Changing Images ofPictorial Space: A History of
Spatial lllusion in Painting (Syracuse, Syracuse University Press, 1991), de Wi-
lliam V. D unning. La historia de la p in tu ra occidental de D unning p one de re-
lieve la m anipulación de cinco técnicas que hem os considerado en este capítu-
lo: la perspectiva lineal, el som breado, la separación de planos, la perspectiva
atm osférica y la «perspectiva del color».
A unque los directores de cine, desde luego, han m anipulado la profundi-
dad y uniform idad de la im agen desde los comienzos del cine, la com prensión
crítica de estas cualidades espaciales n o se produjo hasta los años cuarenta. Fue
entonces cuando A ndré Bazin llamó la atención sobre el hecho de que ciertos
directores ponían en escena sus planos en u n espacio anorm alm ente profundo.
Bazin señalaba a F. W. M urnau (por Nosferatu, el vampiro [Nosferatu, Eine Synnp-
honie des Grauens, 1922] y Amanecer [Sunrise, 1927]), O rson Welles (por Ciu-
dadano Kaney El cuarto mandamiento [The M agnificent Ambersons, 1942]), Wi-
lliam Wyler p o r (La Loba y Los mejores años de nuestra vida [The Best Years of O ur
Lives, 1946]) , y Jean R enoir (por la práctica totalidad de sus obras de los años
treinta). Hoy en día añadiríam os a Kenji Mizoguchi (p o r Gion noshimai [Las
herm anas de Gion, 1936] y otras) e incluso a Sergei Eisenstein (por La línea ge-
neral-Lo viejo y lo nuevo [G eneralnaia L inia/S taroe i novoe, 1929], Iván el Terrible
y La pradera de Bejin). Al ofrecernos la p rofundidad y la uniform idad com o cate-
gorías analíticas, Bazin aum entó nuestra com prensión de la puesta en escena.
(Véase «The Evolution of the Language of Cinema», en What is Cinema?, vol. 1;
trad. cast. cit.). Resulta interesante que Sergei Eisenstein, al que se contrasta a
m enudo con Bazin, discutiera explícitam ente los principios de la puesta en es-
cena con profundidad espacial en los años treinta, com o recordaba su leal
alum no, Vladim ir Nizhny, en Lessons with Eisenstein (Nueva York, Hill & Wang,
1962). Eisenstein pidió a sus alum nos que escenificaran la escena de un asesi-
nato en u n único plano y sin movimientos de cámara; el resultado fue u n sor-
p rendente uso de la profundidad de cam po y el movim iento dinám ico dirigido
hacia el espectador. Para un exam en de esto, véase «N arration and Sceno-
graphy in the Later Eisenstein», de David Bordwell, en Milenniun Film Journal,
13 (o to ñ o /in v ierno de 1983-1984), págs. 62-80. U na discusión general sobre la
profundidad espacial y el enfoque es Gradients ofDepth in the Cinema Image (Nue-
va York, Arno, 1978), de Charles H enry Harpole.
Dos estudios claros y legibles sobre la estética del color son Theory and Use of
Color (Nueva York, Abrams, 1986), de Luigina de Grandis, trad. de Jo h n Gilbert,
y ColourforDesigners andArtists (Londres, H erbert Press, 1989), de Paul Zelanski
y Mary Pat Fisher.
Los cineastas h an considerado desde hace m ucho tiem po al color com o u n
im portante aspecto de la puesta en escena, capaz de proporcionar motivos que
se desarrollarán a lo largo de la película. En la creencia de que el color evoca
em ociones concretas, R ouben M am oulian afirm aba que el director debe desa-
rrollar «un plan crom ático com pleto para la película». [«Color an d Light in
Films», Film Culture, 21 (verano de 1960), págs. 68-79.] Cari Dreyer estaba de
acuerdo, subrayando la necesidad del director de planear u n esquem a de color
p ara que fluya suavem ente, «lo que crea el efecto de personas y objetos en cons-
tante movim iento y hace que los colores se deslicen de u n lugar a otro con rit-
mos cam biantes, creando efectos nuevos y sorprendentes cuando colisionan
con otros colores o se mezclan con ellos». [«Color Film and Colored Films»,
Dreyer in Double Rejlection (Nueva York, D utton, 1973), págs. 168-173],
Para Stan Brakhage, el cine debe acabar con nuestra percepción norm al del
color, del mismo m odo que las «visiones con los ojos cerrados» producen tona-
lidades puram ente subjetivas: «Estoy afirm ando mi capacidad innata, a m odo de
prem io p o r todos mis ejercicios anteriores, para transform ar las formas lum ino-
sas esculpidas en u n a habitación casi a oscuras en los patrones de luz del arco
iris, sin n in g u na parafernalia científica» [Metaphors on Vision (Nueva York, Film
Culture, 1963) ] El cineasta que teorizó más am pliam ente sobre el color fue Ser-
gei Eisenstein. Véase especialm ente «Color and M eaning», en The Film Sense
(Nueva York, H arcourt, Brace, 1974), págs 113-153.
En cuanto a un exam en general de la estética del color en el cine, véanse
«Colours an d Contrasts», de Raymond Durgnat, en Film and Filming, 15, 2 (no-
viembre de 1968), págs. 58-62; y «Corning to Term s with Color», de William
Johnson, en Film Quarterly, 20, 1 (otoño de 1966), págs 2-22. Dos ensayos sobre
Jean-Luc G odard ejem plifican cóm o se puede exam inar el sistema de color de
una película: «Red, Blue, Godard», de Paul Sharits, en Film Quarterly, 19, 4 (ve-
rano de 1966), págs 24-29, y «The Articulation o f Color in a Filmic System», de
Edward Branigan, en Wide Angle, 1, 3 (1976), págs. 20-31. Este últim o contiene
una excelente bibliografía.
cipios desarrollados en las artes gráficas. Un buen estudio básico sobre la com -
posición es The Visual Arts as Human Experience (Englewood Cliffs, Prentice-Hall,
1974), de D onald L. W eismann, que tiene m uchas cosas interesantes que decir
tam bién sobre la profundidad de campo. Exám enes más detallados se pueden
encontrar en Art and Visual Perception: A Psychology of the Creative Eye, ed. rev. (Ber-
keley, University o f California Press, 1974; trad. cast.: Arte y percepción visual, Ma-
drid, Alianza, 1993, 12a ed.) y The Power of the Center: A Study of Composition in Vi-
sual Arts (Berkeley, University of California Press, 1982; trad. cast.: El poder del
centro, M adrid, Alianza, 1993, 3a e d .), de Rudolf A rnheim . La aplicación de estos
principios al cine se ejemplifica en «Symmetry/Asymmetry and Visual Fascina-
tion», de M aureen Turim , en WideAngle, 4, 3 (1980), págs. 38-47.
A ndré Bazin sugería que los planos puestos en escena con profundidad de
cam po y totalm ente enfocados conceden al ojo del espectador mayor libertad
que los planos más uniform es y con m enos profundidad. [Véase Orson Welles
(Nueva York, H arper & Row, 1978], de André Bazin (trad. cast.: Orson Welles, Va-
lencia, Fernando Torres, 1976). Noel Burch disiente: «Todos los elem entos de
la im agen de u n a película d eterm inada se perciben como iguales en im portan-
cia» [Theory of Film Practice, pág. 34; trad. cast.: Praxis del cine, M adrid, Funda-
m entos, 1986, 3a ed.]. La investigación psicológica sobre la, percepción pictóri-
ca sugiere, sin em bargo, que los espectadores exploran las im ágenes de acuerdo
con pistas específicas. U n b uen artículo sobre el tema, con bibliografía, se pue-
de hallar en «The R epresentation o f Things and People», de Julián H ochberg,
en Art, Perception, andReality (Baltimore, Johns H opkins University Press, 1972),
págs. 47-94, de E. H. G om brich y otros. En el cine, las pistas visuales estáticas re-
ferentes a «cuándo m irar a dónde» se refuerzan o socavan m ediante el movi-
m iento de los personajes o de la cámara, m ediante la banda de sonido y el m on-
taje, y m ediante la form a total del filme. La investigación psicológica está
bosquejada enThe Psychology of Visual Perception (Nueva York, H olt, R inehart and
W inston, 1980), págs 141-157, 326-344, de N orm an H abery Maurice Hershenson.
EL PLANO:
PROPIEDADES
CINEMATOGRÁFICAS
La im a g e n f o t o g r á f i c a
LA GAMA DE TONALIDADES
U na im agen puede aparecer en tonos grises, en u n blanco y negro absolu-
to, o puede m ostrar u n a gam a de colores. Las texturas p u ed en destacar clara-
m ente o form arse en un haz. El cineasta puede controlar todas estas cualidades
visuales m anipulando la tira de película y la exposición.
Los tipos de tira de película se diferencian p o r las cualidades químicas de la
em ulsión. La elección de la película tendrá m uchas consecuencias artísticas. En
p rim er lugar, la im agen tendrá mayor o m enor contraste d ep en d ien d o en parte
de la película que se utilice. El «contraste» se refiere al grado de diferencia en-
tre la zona más clara y la más oscura de la im agen. U na im agen de alto contras-
te, o «contrastada», presenta reflejos blancos luminosos, zonas de negro puro y
un a reducida gama de grises en m edio. U na im agen de bajo contraste posee
u n a am plia gama de grises sin n inguna zona de negro o blanco puros.
Como ya hem os visto en el capítulo 5, la visión hum ana es enorm em ente
sensible a las diferencias de color, textura, form a y otras características visuales.
El contraste dentro de la im agen perm ite a los cineastas encauzar la m irada del
espectador hacia las partes im portantes de la im agen. Los cineastas controlan el
grado de contraste de la im agen de diferentes modos. Por lo general, una pelí-
cula m uy «lenta», poco sensible a la luz reflejada, producirá un aspecto contras-
tado, m ientras que u n a más rápida, más sensible a la luz, será de bajo contraste.
La cantidad de luz que se utiliza en el plato durante el rodaje tam bién afectará
al grado de contraste de la im agen. Además, el director de fotografía puede pre-
ferir utilizar un procedim iento de revelado concreto que aum ente o reduzca el
contraste. La resistencia y tem peratura de los productos químicos y la cantidad
de tiem po que se deja la película en el baño de revelado tam bién afectan al con-
traste.
Al m anipular la tira de película, los factores de ilum inación y el proceso de
revelado, los cineastas pu ed en conseguir un a enorm e variedad en el aspecto de
la im agen de la película. La mayoría de las películas en blanco y negro em plean
u n balance de grises, negros y blancos, com o es el caso de Le crime de vionsieur
Lange, de R enoir (fig. 6.1). Por el contrario, la escena del sueño al com ienzo de
Fresas salvajes (Smultronstállet, 1956), de Ingm ar Bergm an, utiliza u n a com bi-
nación de película, sobreexposición y procesado de laboratorio para crear un
aspecto blanqueado (fig. 6.2).
Los carabineros (Les carabiniers, 1963), de Jean-Luc G odard (fig. 6.3), ofre-
ce u n buen ejem plo de lo que se p u ede conseguir m anipulando la tira de pelí-
cula después de la filmación. La cualidad docum ental del plano se intensifica
tanto p o r el tipo de película que se utiliza com o p o r el trabajo de laboratorio,
que aum enta el contraste. «Las copias de positivo», ha explicado G odard, «esta-
ban hechas sim plem ente con película especial de alto contraste de Kodak... Va-
rios planos, intrínsecam ente dem asiado grises, se trucaron de nuevo en ocasio-
nes dos o tres veces, siem pre con el mayor contraste.» El efecto hace pensar en
m aterial de guerra antiguo que se ha recopiado o film ado en malas condiciones
de ilum inación; en tanto que película sobre la suciedad de la guerra, lo que Go-
dard quería exactam ente era una im agen muy contrastada.
Los diferentes tipos de película en color crean variados contrastes de color.
El T echnicolor se hizo famoso p o r sus tonos muy diferenciados y enorm em ente
saturados, como se pued e percibir en películas com o Cita en San Luis (fotogra-
mas en color 39 y 40). La viveza del T echnicolor se obtenía m ediante u n a cá-
m ara especialm ente diseñada y u n sofisticado proceso de positivado. O tro ejem -
plo son los cineastas soviéticos, que desde hace m ucho tiem po han utilizado una
película de fabricación nacional que tiende a dism inuir el contraste y propor-
ciona a la im agen un lóbrego aspecto azul verdoso. Andrei Tarkovsky explotó
precisam ente estas cualidades en el m onocrom ático diseño del color de su mis-
LA I M A G E N F O T O
Fig. 6.3
teriosa Slalker (1980) (fotogram a en color 41), en la que casi parece que la ac-
ción transcurra bajo el agua. La abstracta Rainbow Dance (1936), de Len Lye, se
sirve de las características específicas de la película inglesa G asparcolor para
crear siluetas puras y saturadas que divide y vuelve a com binar entre sí (fotogra-
ma en color 42).
Los procesados de laboratorio tam bién pued en alterar las tonalidades del
color de la película. La persona encargada del etalonaje tiene u n a am plia capa-
cidad de elección sobre la gama de color de u n a copia. U na m ancha roja en la
im agen p u ede ser positivada com o carmesí, rosa o casi cualquier otro matiz in-
term edio. A m enudo, el etalonador consulta con el director para seleccionar un
tono principal que servirá com o pu n to de referencia para las relaciones de co-
lor a lo largo de la película. Además, algunas copias pueden estar dirigidas a fi-
nes que requieran un balance de color diferente. Hoy en día, la mayoría de las
copias que se hacen para su exhibición en 35 m m están positivadas hacia el ne-
gro, para crear sombras densas y colores más oscuros. Sin em bargo, las copias
que se realizan para transferir a vídeo se hacen en película especial de bajo con-
traste para com pensar la tendencia de la televisión a aum entar el contraste. La
im agen resultante tiene a m enudo u n a gam a de colores más lum inosa y brillan-
te que la que se ve en cualquier copia cinematográfica.
Tam bién existen determ inados procedim ientos que p ueden añadir color a
m aterial film ado originalm ente en blanco y negro. De este tipo de procesos, los
que se han utilizado más am pliam ente han sido el tinte y el virado.
El se consigue introduciento la película ya revelada en u n baño de tinte.
Las zonas oscuras perm anecen negras y grises, m ientras que las más claras se im-
i EL P L A N O : P R O P I E D A D E S C I N E M A T O G R Á F I C A S
La ejecución de un gim nasta vista a cám ara lenta, u n a acción ordinaria ace-
lerada a u n a velocidad que provoca la risa, u n saque de tenis detenido en un fo-
togram a congelado, todos estos efectos del control de la velocidad del movi-
m iento nos resultan familiares. Por supuesto, el cineasta que escenifica un
hecho que va a film ar puede (dentro de unos límites) dictar el ritm o de la ac-
ción. Pero este ritm o tam bién se puede controlar m ediante u n a facultad foto-
gráfica única en el cine: el control de la velocidad del movim iento descrito.
La velocidad de la película que vemos en la pantalla d epende de la relación
entre la velocidad a que se ha film ado la película y la velocidad de proyección.
La velocidad de ambas se calcula en fotogram as p o r segundo. En el período
m udo, los filmes se rodaban a diferentes velocidades, norm alm ente entre 16 y
20 fotogram as por segundo, y se fue acelerando gradualm ente a m ediados de
los años veinte. U na vez que se adoptó el sonido a finales de los años veinte, ha-
bía que grabar tanto el sonido como la im agen a u n a velocidad estándar y uni-
form e p ara que se pudieran sincronizar. La velocidad estándar de film ación y
proyección para el cine sonoro se fijó en 24 fotogram as p o r segundo.
Para que el movimiento descrito sea fiel, la velocidad de film ación tiene que
corresponderse con la velocidad de proyección. Por ejem plo, estamos tan acos-
tum brados a ver películas m udas con movim ientos espasmódicos y acelerados
que damos por sentado que las películas siem pre se veían así. Sin em bargo, esta
cualidad espasm ódica de las im ágenes es norm alm ente el resultado de proyec-
tar u n a película rodada entre 16 y 20 fotogram as p o r segundo a 24 fotogram as
p or segundo, o «velocidad del sonoro». Si se m uestran a la velocidad apropiada,
la que se utilizó en el rodaje, las películas m udas parecen absolutam ente n o r-
males. Por esta razón, es m ejor proyectar las películas m udas en proyectores que
puedan funcionar a 16 o 18 fotogram as por segundo o, m ejor aún, en proyec-
tores de «velocidad variable», que pueden ajustarse con precisión a la velocidad
de la película.
La proyección norm alm ente queda fuera del control del cineasta, pero sí
puede controlar la velocidad del m ovim iento de la película en la cámara. El m e-
canismo motriz de la cám ara se puede ajustar para variar la velocidad de filma-
ción. La gam a com ún en las cámaras de 35 m m hoy en día es de entre 8 y 64 fo-
togramas p o r segundo.
Suponiendo u n a velocidad de proyección constante, a m enos fotogram as
po r segundo d urante el rodaje, mayor aceleración de la acción en la pantalla.
Estamos acostum brados a este efecto de cámara rápida en las comedias. El ejem -
plo más famoso, en u n película sin finalidad cómica, se da en Nosferatu, de Mur-
190 EL P L A N O : PROPIEDADES CINEMATOGRAFICAS
Estamos de pie sobre las vías del tren m irando hacia el horizonte. Las vías
no sólo se alejan, sino que tam bién parecen juntarse en el horizonte. Miramos los
árboles y edificios a los lados de las vías. Disminuyen p o r u n a regla simple y sis-
temática: los objetos cercanos parecen más grandes, los objetos lejanos más pe-
queños, aun cuando en realidad tengan un tam año uniform e. El sistema óptico
del ojo, que registra los rayos de luz reflejados desde la escena, apo rta u n a gran
LA I M A G E N F O T O G R A F I C A
Fig. 6 .1 2 Fig. 6 .1 3
lar, a m enudo con el fin de conseguir un efecto grotesco.) Puesto que las dis-
tancias entre el prim er térm ino y el fondo parecen mayores, las lentes de gran
angular hacen que las figuras que se mueven hasta o clesde la cám ara parezcan
recorrer la distancia más rápidam ente.
2. Lentes de distancia focal media ( «normales»). Hoy en día una lente de distan-
cia focal m edia va de 35 a 50 mm. Esta lente «normal» intenta evitar las distor-
siones evidentes de la perspectiva. Con una lente norm al, las líneas horizontales
y verticales aparecen rectas y perpendiculares. (Compárese con el efecto abom -
bado de las lentes de gran angular.) Las líneas paralelas se reducen a puntos de
fuga distantes, como en el ejem plo de las vías del tren. El prim er térm ino y el fon-
do no parecen ni alejados (como con el gran angular), ni apiñados (como con el
teleobjetivo). La figura 6.12, de L u n a nueva, es un plano rodado con u n objetivo
normal; contrástese con la sensación de distancia entre los personajes de la figu-
ra 6.11.
Fig. 6 .1 4
3. Lentes de larga distancia focal {teleobjetivo). M ientras las lentes de gran an-
gular distorsionan el espacio lateralm ente, las lentes con mayor distancia focal
alisan el espacio a lo largo del eje de la cámara. Las pistas de profundidad y vo-
lum en se reducen. Los planos parecen apiñados, algo sem ejante a cuando se
m ira por un telescopio o unos binoculares. En la fig. 6.13, de Bian zou bian chang,
de Chen Kaigé, el teleobjetivo sitúa a los m iem bros del grupo casi en el mismo
plano. Esto tam bién convierte a los rápidos que están detrás de los hom bres
prácticam ente en un telón de fondo bidim ensional.
Hoy en día, la distancia focal de estas lentes abarca generalm ente de 75 mm
a 250 m m o más. Se utilizan com únm ente para film ar o televisar las pruebas de-
portivas, ya que perm iten al director de fotografía aum entar los hechos que se
producen a lo lejos. (Es por esta razón que a las lentes largas tam bién se les lla-
ma teleobjetivo.) En un partido de fútbol, habrá invariablem ente planos tom a-
dos desde casi directam ente detrás del árbitro. El lector se habrá dado cuenta
Fig. 6 .1 5
probablem ente de que esos planos hacen que el receptor, el bateador y el lan-
zador parezcan anorm alm ente cerca unos de otros. Lo que una lente larga pue-
de hacer con el espacio se ilustra eficazm ente en Koyaanisqatsi, de Godfrey Reg-
gio. En una escena, se filma un aeropuerto a gran distancia, y las lentes largas
hacen que parezca que está aterrizando u n avión en una autopista abarrotada
(fig. 6.14).
Akira Kurosawa utiliza muy a m enudo el teleobjetivo, para todas las escalas
del plano. En la figura 6.15, un plano m edio de Los siete samurais, parece que las
figuras estén muy cerca unas de otras y que sean casi clel mismo tam año, aunque
las dos caras frontales están en realidad bastante alejadas de la tercera.
U na lente de larga distancia focal tam bién afecta al movim iento del sujeto.
Su tendencia a reducir la profundidad hace que una figura que se mueve hacia
la cám ara tarde más tiem po en recorrer lo que parece una distancia corta. Los
tópicos planos en que los personajes parece que se muevan cuando en realidad
LA I M A G E N FOTO
están quietos, de El graduado (The G radúate, 1967) y otras películas de los años
sesenta y setenta, se hicieron con lentes de distancia focal muy larga. En Father
and Son, de Alien Fong, u n plano con u n teleobjetivo extrem o m uestra a dos
personajes principales cam inando hacia la cámara. E ntre las dos fases del plano
ilustradas en ellos (figs. 6.16, 6.17) dan dieciséis pasos hacia nosotros, aunque
no parecen estar sensiblem ente más cerca en el segundo fotograma.
La distancia de los objetivos puede afectar claram ente a la experiencia del es-
pectador. Por ejemplo, se pueden sugerir cualidades expresivas m ediante lentes
que distorsionan objetos o personajes. Apenas podem os ver al hom bre de la figu- Fjg. 6 .1 6
ra 6.18 (de Golouboj Express, 1929, de Ilya Trauberg) como otra cosa que u n ser si-
niestro. Además, la elección del objetivo puede hacer que un personaje u objeto
se mezcle con el decorado (fig. 6.17) o destaque con gran relieve (fig 6.18). Los
cineastas pueden explotar los efectos de falta de relieve de las lentes de larga dis-
tancia focal para crear sólidas masas de espacio (fig. 6.19, de La última mujer [La
d ern iére fem m e, 1975] de Marco F erreri), igual que en u n a p in tu ra abstracta.
Un director puede utilizar la distancia de las lentes para sorprendernos,
como hace Kurosawa en Barbarroja (Akahige, 1965). Cuando la paciente p ertur-
bada en tra en la sala de internos, un objetivo de larga distancia focal que la filma
desde atrás hace que al principio ella parezca estar bastante cerca de él (fig.
6.20). Pero u n corte a u n ángulo más perpendicular m uestra que en realidad es-
tán a varios m etros de distancia y que él todavía no está en peligro (fig. 6.21). Fig- 6-l?
Hay u n tipo de lente que ofrece al director la oportu n id ad de m anipular la
distancia focal y m odificar las relaciones de perspectiva a lo largo de un mismo
plano. El zoom está diseñado ópticam ente p ara perm itir la variación continua de
la distancia focal. Concebido originalm ente p ara la fotografía aérea y de reco-
nocim iento, el zoom se convirtió gradualm ente en una h erram ienta habitual en
Fig. 6 .1 8 Fig. 6 .1 9
4 EL P L A N O : P R O P I E D A D E S C I N E M A T O G R A F I C A S
dividí la escala focal en m ilím etros del zoom p o r la m itad y, com enzando desde el m e-
dio, registré cambios en posiciones de m ilím etros... La cám ara n o se movía en abso-
luto. T am poco se movía el zoom. Cada fotogram a se grababa individualm ente como
Fig. 6 .2 3
un a fotografía. C uatro fotogram as en cada posición. Para dar u n ejem plo; prim ero
rodé cuatro fotogram as en 50 mm. Los cuatro fotogram as siguientes los rodé en 55
mm. Y luego, d u ran te u n a cierta duración, aproxim adam ente 18 m, fui de u n lado a
otro, cuatro fotogramas a 50 mm, cuatro fotogramas a 55 mm, etc., d urante unos 18 m.
Luego cambié a 45-60 (mm) e hice lo mismo d u ran te unos 18 m. Luego 40-65 mm , y
así sucesivamente.
Fig. 6 .2 4 Las lentes: profundidad de campo y de foco. La distancia focal no sólo afec-
ta al engrandecim iento o distorsión de la form a y la escala. Tam bién determ ina
la profundidad de campo de la lente. La profundidad de cam po es la gam a de dis-
tancias ante el objetivo d en tro de las que los objetos se p u ed en fotografiar en
foco nítido. LTna lente de u n a profundidad de cam po de 3 m a infinito rep ro d u -
cirá cualquier objeto de esa gam a claram ente, pero la nitidez de la im agen dis-
m inuirá a m edida que el objeto se acerque más al objetivo (por ejemplo, a 1,5 m).
Bajo circunstancias norm ales, u n a lente de corta distancia focal (gran angular)
tiene u n a p rofundidad de cam po relativam ente mayor que la de u n a lente de
larga distancia focal (teleobjetivo).
La p ro fu n d id ad de cam po n o se deb ería co n fu n d ir con el concepto de
p ro fu n d id ad espacial utilizado en el capítulo 5. La «profundidad espacial» es
un térm ino que se utiliza p ara la form a en que el cineasta ha dispuesto la pues-
Fig. 6.25 ta en escena de la acción en varios planos diferentes, al margen de que todos o
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LA I M A G E N FOTOGRA7I
Fig. 6 .2 6 Fig. 6 .2 7
ninguno de estos planos estén a foco. En el caso de La ley de la hospitalidad, estos pla-
nos están norm alm ente a foco nítido, pero en otras películas no todos los planos
con p ro fu n d id ad espacial lo están. C onsiderem os la fig. 6.28. En este plano de
Le crime de monsieur Lange la acción está escenificada en tres planos de p ro fu n -
didad espacial: V alentine en p rim er térm ino, Batala dirigiéndose a la p u erta y
el conserje pasando a lo lejos. Pero el plano no ofrece u n a gran pro fu n d id ad
de cam po. El plano de p rim er térm ino (Valentine) está acusadam ente fuera
de foco, el plano m edio (Batala) está levem ente fuera de foco y el plano dis-
tante (el conserje) tiene foco nítido. La p ro fu n d id ad de cam po es u n a carac-
terística de las lentes fotográficas que afecta al h echo de qué planos de la im a-
gen están a foco.
Si la p rofundidad de cam po controla las relaciones de perspectiva al elegir
qué planos estarán a foco, ¿de qué posibilidades dispone el cineasta? Debe op-
tar p o r lo que norm alm ente se denom ina foco selectivo, eligiendo enfocar sola-
m ente un plano espacial y dejando los dem ás borrosos. Esto es lo que hace Re-
ñoir en el ejem plo de Le crime de Monsieur Lange.
Antes de 1940, la práctica com ún en Hollywood era ro d ar los prim eros pla-
nos con foco selectivo, haciendo que las caras fu eran nítidas y los planos del
fondo y prim er térm ino brum osos. (Véase la fig. 6.29 de La comedia de la vida
[Twentieth Centuiy, 1934]). Aveces se rodaban ciertos objetos cercanos a la cá-
m ara desenfocados para que el plano interm edio fuera más nítido y llam ara la
atención del espectador. La misma elección estilística es com ún hoy en día, so-
bre todo cuando se utilizan lentes de larga distancia focal. En la figura 6.30, de
El padrino, el teleobjetivo sólo perm ite que esté enfocada la cara de Michael; tan-
to el plano en p rim er térm ino (su m ano con la pistola) com o la zona del fondo
quedan fuera de la p rofundidad de cam po. El foco selectivo, p o r lo general,
atrae la atención del espectador hacia el personaje u objeto principal (fig 6.31,
196 EL P L A N O : P R O P I E D A D E S C I N E M A T O G R Á F I C A S
Fig. 6 .3 1 Fig. 6 .3 2
de Sin techo ni ley [Sans toit ni loi, 1985], de Agnés V arda). Esta técnica se puede
utilizar tam bién para lograr u n efecto compositivo más abstracto, como en Boy
Meets Girl, de Leos Carax (fig. 6.32) y Yo te saludo María (Je vous salue Marie,
1983), de G odard (fotogram a en color 51).
D urante los años cuarenta, debido en parte a la influencia de Ciudadano
Kane, los cineastas de Hollywood com enzaron a usar película más rápida, lentes
de distancia focal más corta y u n a ilum inación más intensa para ofrecer un a ma-
yor p rofundidad de cam po. La escena de la firm a del contrato de Ciudadano
Kane (fig. 6.33) ofrece un famoso ejemplo: desde el plano espacial cercano a la
cám ara (la cabeza de B ernstein), pasando p o r los varios planos del espacio in-
term edio, hasta la pared a lo lejos, todo está a foco nítido. Esta práctica se ha de-
nom inado foco en profundidad.
La fotografía con foco en profundidad se convirtió en u n a im portante op-
ción estilística a lo largo de los años cuarenta y cincuenta. La figura 6.34, de Un-
derworld USA (1961), de Samuel Fuller, ilustra un uso típico. Esta técnica se uti-
lizó incluso en los dibujos anim ados. (Véase fotogram a en color 33, de One
Froggy Evening, de Chuck Jones.) D urante los años setenta, la fotografía con foco
en profundidad revivió en la obra de Steven Spielberg, sobre todo enTiburón y
Encuentros en la tercera fase ( Cióse E ncounters of the T hird Kind, 1977), y en las
películas de Brian de Palm a (fig. 6.35, de Impacto). El director chileno Raúl Ruiz
la ha utilizado con fines más abstractos y grotescos en Mémoire des apparences
(1986) (fig. 6.36).
Puesto que las lentes se pueden reenfocar en diferentes momentos, el cineas-
ta tam bién puede m odificar las relaciones de perspectiva m ientras ru ed a me-
diante el cambio de foco. Un plano puede com enzar con un objeto cercano a la
Fig. 6 .3 4 lente y cam biar el foco para que algo en la distancia aparezca de pro n to enfo-
cado. Por otra parte, el foco puede cam biar del fondo al p rim er térm ino, como
LA I M A G E N F O T O G R A F I C A
Fig. 6 .3 7 Fig. 6 .3 8
en los fotogram as en color 52-53 de El último tango en París (Last T ango in Paris,
1972), de B ernardo Bertolucci.
Fig. 6.43
Fig. 6 .4 4
Igualm ente, la figura 6.46, un plano de Las margaritas, parece poco realista
a m enos que postulem os que el hom bre tiene dos pies de altu ra), pero Chyti-
lová ha utilizado el decorado, la posición del personaje y el enfoque en profun-
didad para lanzar un mensaje cómico sobre cómo tratan a los hom bres las dos
mujeres. El cineasta no sólo elige cóm o registrar la luz y el movimiento fotográ-
ñcam ente, sino tam bién de qué m odo esas cualidades fotográficas funcionarán
dentro del sistema form al global de la película. Pero el hecho de que el hom bre
parezca estar tum bado directam ente en la parte superior de la pantalla en que
están reclinadas las m ujeres d ep en d e tam bién de otro factor: el encuadre de la
imagen.
Fig. 6 .4 7
El e n c u a d r e
portancia al decorado pero enfatiza los gestos y las expresiones faciales de la fa-
milia. El control del encuadre sobre la escala del hecho tam bién ha controlado
nuestra com prensión del propio hecho.
El encuadre puede afectar enorm em ente a la im agen m ediante 1) el tama-
ño y la form a de la im agen; 2) la form a en que el encuadre define el espacio en
cam po y fuera de campo; 3) la form a en que el encuadre controla la distancia,
el ángulo y la altura de un lugar ventajoso sobre la imagen; y 4) la form a en que
el encuadre puede moverse en relación con la puesta en escena.
D IM E N S IO N E S Y F O R M A D E L A IM A G E N
Estamos tan acostum brados a que la im agen sea rectangular que debería-
mos recordar que no tiene por qué ser así necesariam ente. En la pintura y la fo-
tografía, desde luego, las im ágenes tienen encuadres de diferentes tam años y
formas: rectángulos, óvalos, paneles verticales e incluso triángulos y paralelo-
gramos. En el cine, las posibilidades han sido más limitadas.
La proporción entre la anchura del fotogram a y la altura se denom ina for-
mato. Las dim ensiones aproxim adas del form ato las establecieron bastante tem -
p ranam ente en la historia del cine Edison, Dickson, Lum iére y otros inventores.
La im agen iba a ser rectangular, su proporción aproxim adam ente de tres a dos,
dando lugar a un form ato de 1.33:1. Sin em bargo, en el período m udo algunos
cineastas creyeron que este esquem a era dem asiado restrictivo. Abel Gance
rodó y proyectó secuencias de Napoleón (Napoleon, 1927) en un form ato que de-
nom inó «trípticos». Se trataba de un efecto de pantalla panorám ica com puesto
po r tres fotogram as norm ales colocados uno al lado del otro. Gance utilizaba
este efecto unas veces sim plem ente para m ostrar una única extensión enorm e,
y otras para m ostrar tres im ágenes diferentes una ju n to a otra (fig. 6.51). Por el
contrario, el director soviético Sergei Eisenstein defendía un im agen cuadrada,
que hiciera igualm ente factibles la com posición a lo largo de la dirección hori-
zontal, vertical y diagonal.
La llegada del sonido a finales de los años veinte alteró el cuadro en cierto
m odo. Para añadir la banda sonora a la tira de película se tenía que m odificar la
form a o el tam año de la imagen. Al principio, algunas películas se positivaron
en un form ato prácticam ente cuadrado, por lo general más o m enos 1.71:1.
(Véase fig. 6.52, de PublicEnemy [1931].) Pero a principios ele los años treinta,
la Academ ia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood estableció el
denom inado formato académico de 1.33:1. (Estrictam ente hablando, la m ayoría
de las copias tienen el form ato 1.37:1, pero todavía se alude como estándar a
1.33:1.) El form ato académ ico se utilizó de form a generalizada en todo el mun-
EL E N C U A D R E
do hasta principios de los años sesenta (véase la figura 6.53, de La regla deljuego,
¿e R en o ir). Fuera de N orteam érica y el oeste de Europa, todavía se filman m u-
chas películas en este form ato. Las pantallas de televisión tam bién tienen el for-
m ato 1.33:1.
Desde principios de los años sesenta, han dom inado en el cine en 35 m m
ana gran variedad de form atos panorámicos. El form ato más com ún en N ortea-
m érica hoy en día es el 1.85:1 (fig. 6.56, de Aliens-El regreso). El form ato 1.66:1
ñg. 6.54) se utiliza más frecuentem ente en E uropa que en N orteam érica, aun-
que Spielberg intentó que E.T. (E. T. T he Extraterrestrial, 1982) se exhibiera en
este form ato. Un form ato m enos com ún, que tam bién se utiliza am pliam ente
en Europa, es el 1.75:1 (véase fig. 6.55, de El último tango en París). El form ato
_.35:1 (fig. 6.58, de The Valiant Ones, de King Hu) fue estandarizado m ediante
el proceso anam órfico C inem ascope de los años cincuenta. (En la práctica ac-
tual, el form ato 2.35 se proyecta norm alm ente en 2.40.) El form ato 2.2:1, estan-
darizado p o r el proceso Todd-AO en los años cincuenta, se utiliza actualm ente
para las películas en 70 m m (fig. 6.57, de Los cazafantasmas [Ghostbusters, 1983]).
Fo r m a t o s c o m u n e s e n pe l íc u l a s e n 35 m m
Fig. 6 .5 3
Fie. 6 .5 2
1.66:1 1.75:1
Fig.' 6 :5 4 Fig. 6 .5 5
204 EL P L A N O : PROPIEDADES CINEMATOGRAFICAS
1.85:1
Fig. 6 .5 6
2 . 2:1
(70mm)
Fig. 6.57
2.35:1
(35 m m anamórfico)
Fig. 6.58
Fig. 6 .5 9 Fig. 6 .6 0
Fig. 6 .6 1 Fig. 6 .6 2
Fig. 6.65
La m is m a pe l íc u l a ,
d if e r e n t e s f o r m a t o s
Hoy en día es norm al que las películas en 35 mm se fil- Si u n a película se ru ed a originalm ente en u n form ato
m en en un form ato y se proyecten en otros. Por ejemplo, más am plio, com o 1.85:1 o 2.35:1, la presentación en vídeo
Jungla de cristal se filmó en 35 mm anam órfico y algunas co- plantea un problem a. Algunas versiones en vídeo se p re-
pias se exhibieron en el form ato correspondiente de sentan con un form ato «buzón», que conserva al m enos al-
2.35:1. Tam bién se hicieron copias en 70 mm a partir del gunas de las proporciones de la pantalla panorám ica. (En
negativo de 35 mm, y en ellas el form ato era 2.2:1. este caso varían considerablem ente los resultados: aunque
La situación más com ún se produce cuando se filma se utilice el «formato buzón», la imagen no es tan am plia
Una im agen «a toda ventanilla» (1.33:1) y se proyecta en como la im agen original.) La m ayoría de las versiones en
1.85:1 m ediante un catch en la ventanilla del proyector. vídeo, sin em bargo, utilizan la técnica del scanningp ara en -
Los cineastas registran la im agen en form ato académ ico cuadrar solam ente porciones de la im agen panorám ica.
para que las copias para las em isiones televisivas y video- Además, los form atos pueden cam biar cuando las co-
cassettes se pued an extraer de u n a im agen cuadrada. A ve- pias tienen diferentes anchos de película. Las imágenes
ces, sin em bargo, una película puede editarse en laserdisc anam órficas en 35 m m (form ato 2.35:1) pierden parte del
con form ato hard matte, que simula la im agen mayor mos- área de im agen en la parte superior e inferior cuando se
trada en el cine. trasladan a 16 m m anam órfico. (Las figs. 6.63 y 6.68 son de
Com párense diferentes versiones de un mismo plano copias en 16 m m anamórficas.)
de Regreso al futuro, de R obert Zemeckis. La figura 6.73 es La variación de las proporciones en la pantalla a veces
de una im agen «a toda ventanilla» en 35 m m que se habría plantea interrogantes sobre cuál es la versión original de
«catcheado» al form ato 1.85:1 durante la proyección. La u n a película. Pocos cineastas han sido tan insistentes com o
cinta de vídeo VHS (fig. 6.74) conserva una gran parte del Hans-Jürgen Syberberg, cuyo Parsifal (fotogram a en color
form ato «a toda ventanilla». La versión panorám ica en dis- 55) com ienza con u n aviso: «Este filme se rodó en form ato
co láser (fig. 6.75) utiliza un catch que recorta la im agen de norm al (ventanilla 1.33) y no se puede m ostrar en pantalla
form a similar a la de la exhibición cinematográfica. panorám ica».
WTMtWT
THI « A
lización del iris y el catch. En El cuarto mandamiento (fig. 6.78), O rson Welles uti-
liza un iris para concluir u n a escena; el anticuado recurso añade u n tono nos-
tálgico a la secuencia.
Finalm ente, m encionarem os los experim entos con imágenes múltiples, a
m enudo denom inadas im ágenes de pantalla partida. En este proceso, dos o
más im ágenes diferentes, cada u n a con las dim ensiones y form a de su cuadros,
aparecen den tro de u n a im agen mayor. Desde com ienzos del cine, se ha utili-
zado este recurso p ara p resen tar escenas de conversaciones telefónicas; la fi-
gura 6.79, de Suspense (1913), de Phillips Smalley, p ro p o rcio n a un ejem plo.
Este recurso se retom ó para las conversaciones telefónicas en Un beso para Bir-
die (Bye, Bye Birdie, 1963) y otras com edias en pantalla panorám ica de los
años sesenta. Más atrevida es la escena de Napoleón, de G ance, d o n d e nada m e- Fig. 6 .7 9
nos nueve im ágenes rectangulares den tro del cuadro sugieren el delirio de
un a pelea de alm ohadas en un dorm itorio (fig. 6.80). La im agen m últiple
tam bién es útil para construir suspense, com o h a dem ostrado Brian De Palma
en películas com o Hermanas (Sisters, 1972). O btenem os una om nisciencia di-
vina cuando vemos dos o más acciones ju sto al m ism o tiem po. En Alerta: misi-
les (Twilight’s Last Gleam ing, 1978), de R obert A ldrich, los m om entos previos
al lanzam iento de los misiles teledirigidos se vuelven más tensos al dividir el
fotograníá en varias im ágenes y p ro p o rcionarno s u n a esfera de conocim iento
ilim itada. Algunos fragm entos del fotogram a m uestran a los hom bres deses-
perados que se han apropiado de un silo de misiles, otros m uestran las reac-
ciones de los oficiales de W ashington y otros sim plem ente describen, desde
diferentes angulaciones de la cám ara, a los propios misiles ru giendo am ena-
zadoram ente.
Com o es habitual, la elección que haga el cineasta del form ato de pantalla
puede ser un factor im portante a la hora de condicionar la experiencia del es- Fig. 6 .8 0
pectador. El tam año y la form a de la im agen p ueden encauzar la atención del
espectador. Se puede concentrar m ediante patrones de com posición o catches,
o se puede dispersar m ediante el uso de diferentes puntos de interés o pistas so-
noras. Las mismas posibilidades existen en el caso de las im ágenes múltiples,
que deb en estar cuidadosam ente coordinadas para que centren el interés del
espectador o le envíen de una imagen a otra.
prim eras películas que se basaban en obras teatrales, los personajes en tran en la
imagen desde algún lugar y se m archan a otra zona, el espacio fuera de campo. In-
cluso en una película abstracta, no podem os resistir la sensación de que las for-
mas y fuerzas que irrum pen en la im agen proceden de alguna parte. Si la cá-
m ara abandona a un objeto o persona y se mueve a otro lugar, supondrem os
que el objeto o la persona todavía están allí, fuera de campo.
Noel Burch ha señalado seis zonas de espacio fuera de campo: el espacio
que está más allá de cada uno de los cuatro bordes del encuadre, el espacio de
detrás del decorado y el espacio de detrás de la cámara. M erece la pena consi-
derar de cuántas formas puede un cineasta im plicar la presencia de cosas en
esas zonas del espacio fuera de campo. U n personaje puede dirigir sus m iradas
Fig. 6 .8 4 o gestos a algo que esté fuera de campo. Como veremos en el capítulo 8, el so-
nido puede ofrecer im portantes pistas sobre el espacio fuera de campo. Y, des-
de luego, algo de lo que está fuera de cam po puede aparecer parcialm ente den-
tro del cuadro. Se podrían citar prácticam ente todas las películas como
ejemplos de todas estas posibilidades, pero los ejemplos atractivos los ofrecen las
películas que utilizan el espacio fuera de cam po para provocar efectos sorpren-
dentes.
En Jezabel, de William Wyler, la heroína, Julie, da la bienvenida a algunos
amigos en plano m edio (fig. 6.81) cuando de rep en te aparece u n enorm e puño
que sostiene u n vaso en el centro en p rim er térm ino (fig. 6.82) .Julie m ira hacia
su propietario y avanza hacia adelante, con la cám ara retrocediendo levem ente
para encuadrarla con el hom bre que ha brindado p o r ella (figs. 6.83 y 6.84). La
brusca irrupción de la m ano nos señala la presencia del hom bre; la m irada de
Julie, el movim iento de cám ara y la banda sonora confirm an nuestro nuevo co-
Fig. 6 .8 5 nocim iento del espacio global. El director ha utilizado las facultades selectivas
del encuadre para excluir algo de gran im portancia y luego presentarlo con un
efecto sorprendente.
Más sistem áticam ente, The Musketeers ofPigAlley, de D. W. Griffith, hace uso
de las irrupciones repentinas en el fotogram a com o un motivo desarrollado a lo
largo de toda la película. C uando un gángster está intentando verter una droga
en la bebida de la heroína, no nos dam os cuenta de que Snapper Kid ha entra-
do en la habitación hasta que un hilo de hum o de su cigarrillo flota en la ima-
gen (fig. 6.85). Al final de la película, cuando Snapper Kid recibe un soborno,
u na m ano misteriosa se introduce en el cuadro para ofrecerle dinero (fig. 6.86).
Griffith ha explotado la sorpresa latente en el repentino conocim iento de que
las figuras están fuera de campo.
El uso de la quinta zona del espacio fuera de campo, el de detrás del deco-
rado, es desde luego com ún; los personajes salen por una p u erta y quedan en-
Fig. 6.86 tonces ocultos por u n pared o u n a escalera. Algo más raro es el uso de la sexta
EL E N C U A D R E
% ffi
zona, el espacio fuera de cam po detrás y cerca de la cámara. U n ejem plo fam o-
so es el de La regla deljuego, de Jean Renoir. A ndré y R obert están enzarzados en
u n a pelea; d urante el tum ulto, A ndré cae por encim a de un diván (fig. 6.87):
Las revistas em piezan a caer sobre él desde la parte superior del cuadro, desde
«detrás de nosotros», por decirlo de alguna m anera (fig. 6.88). De este m odo, el
director puede convertir las forzosas lim itaciones de los bordes del cuadro en
ventajas.
Nivel. Tam bién podem os diferenciar hasta qué pu n to está «nivelado» el en-
cuadre. El nivel alude a la sensación de gravedad que gobierna el m aterial fil-
m ado y la im agen. Supongam os que estamos film ando postes telefónicos. Si el
-12 EL P L A N O : PROPIEDADES CINEMATOGRÁFICAS
Fig. 6 .9 2 Fig. 6 .9 3
encuadre está nivelado, los bordes horizontales del fotogram a serán paralelos al
horizonte del plano y perpendiculares a los postes. Si el horizonte y los postes
están en ángulos en diagonal, la im agen será oblicua.
El encuadre oblicuo es relativam ente raro, aunque hay unas cuantas pelí-
culas que hacen un frecuente uso de él, com o Mr. Arkadin (Confidential Report,
1955), de O rson Welles y El tercer hombre (The T hird Man, 1949), de Carol Reed
(véase fig. 6.92). En The End, de C hristopher Maclaine, u n encuadre oblicuo
hace que un paso sobre el suelo en prim er térm ino resulte nivelado m ientras
que los edificios del fondo aparecen grotescam ente descentrados (fig. 6.93).
EL E X C I
% 11111111 1
nos, los pies o un objeto pequeño. Pone de relieve las expresiones (aciales, los
detalles de los gestos o un objeto significativo (fig. 6.99). El primerísimo plano des- , i 11 1 - ? 1;
taca u n a porción del rostro (ojos o labios), aísla u n detalle y agranda lo peque-
ño (fig. 6.100). k
Nótese que el tam año del m aterial fotografiado d en tro del cuadro es tan *SÉ|
im portante com o cualquier «distancia de cámara» real. Desde la misma «dis-
tancia de cámara», se puede ro d ar un plano general de u n a persona o u n pri-
m er plano de la m ano de King Kong. No llam aríam os al plano de la figura 6.101
(de La pasión deJuana de Arcó) un prim er plano sólo p orque únicam ente apare-
ce la cabeza de Ju an a en el cuadro; el encuadre es de plano general porque, a
escala, su cabeza es relativam ente pequeña. (Sim plem ente m odificando el en-
cuadre hacia abajo, se vería todo el cuerpo.) Al juzgar la distancia de cámara, la V
proporción relativa del m aterial encuadrado aporta el determ inante funda- Fig. 6 .1 0 0
m ental.
Existe u n a confusión com ún acerca del encuadre. En prim er lugar, las cla-
sificaciones de los encuadres son obviam ente cuestión de grados. No hay una
m edida universal de ángulo o distancia de cámara. N ingún pun to de corte p re-
ciso diferencia entre un plano general y un plano de conjunto, o un ángulo li-
geram ente bajo y u n ángulo recto. Además, los cineastas no tienen nada que ver
con laterm inología. No se preocupan de si u n plano n o se incluye en u n a cate-
goría tradicional. Sin em bargo, los conceptos son lo bastante claros para noso-
tros como para usarlos al hablar de cine. No tiene m ucha im portancia si el pla-
no que corta a Jo h n Wayne ligeram ente por encim a de la cintura se tiene que
d enom inar plano m edio o plano m edio corto. Lo que es im portante es que uti-
lizamos los térm inos de m odo que nos perm iten analizar cóm o funciona este
encuadre en la película concreta y com partir nuestras percepciones analíticas
con otros. 6.101
Funciones del encuadre. Hay otro problem a más im portante. A veces nos
vemos tentados a asignar significados absolutos a los ángulos, las distancias y
otras cualidades del encuadre. A creer que el encuadre desde u n ángulo bajo
«dice» autom áticam ente que un personaje es fuerte y que el encuadre desde un
ángulo alto le presenta com o si fuera pequeño o derrotado. Las analogías ver-
bales son especialmente seductoras: una imagen oblicua parece querer decir que
«el m undo está descentrado».
El análisis del cine como arte sería m ucho más fácil si las cualidades técni-
cas poseyeran autom áticam ente estos significados tan estrictos, pero las pelícu-
las p erderían m ucho de su carácter único y de su riqueza. La verdad es que los
encuadres no tienen significados absolutos o generales. En algunas películas, los
ángulos y las distancias transm iten significados como los arriba m encionados,
pero en otras —probablem ente en la mayoría— no es así. Basarse en dichas fór-
214 EL p l a n o : p r o p ie d a d e s c i n e m a t o g r á f i c a s
muías es olvidar que el significado y el efecto siem pre son resultado de la pelí-
cula entera, de su funcionam iento como sistema. El contexto de la película de-
term inará la función de los encuadres, al igual que determ ina la función de la
puesta en escena, las cualidades fotográficas y dem ás técnicas. Considerem os
tres ejemplos.
En m uchos m om entos de Ciudadano Kane, los planos en contrapicado de
Kane transm iten su am enazador poder; sin em bargo, los planos con mayores
contrapicados de la película tienen lugar en el m om ento de la derrota más h u -
m illante de Kane: su fracasada cam paña política. En este contexto, el contrapi-
cado funciona para aislar a Kane y a su amigo ante un fondo vacío, su desierta
sede electoral (fig. 6.102). Nótese que los ángulos del encuadre no sólo afectan
a nuestra visión de las figuras principales, sino tam bién al fondo ante el que esas
figuras pueden aparecer.
Si el cliché sobre los contrapicados fuera correcto, la figura 6.103, un plano
de Con la muerte en los talones, expresaría el p o der de Van Damrn y Leonard. De
hecho, Van Dam m acaba de decidir elim inar a su am ante arrojándola del avión
y está diciendo: «Pienso que esta cuestión es m ejor despacharla desde u n a cier-
ta altura». El ángulo y la distancia del plano de H itchcock profetizan ingeniosa-
m ente cómo se llevará a cabo el asesinato.
Esto queda desbaratado en el plano de Octubre, de Eisenstein, que m uestra
la figura 6.104. La imagen oblicua dinam iza el esfuerzo de subir el cañón.
Estos tres ejemplos deberían dem ostrar que no podem os reducir la riqueza
del cine a unas cuantas recetas. Debemos, com o siem pre, buscar las funciones
que la técnica desem peña en el contexto concreto de toda la película.
La distancia, el ángulo, el nivel y la altura de la cám ara adoptan a m enudo
funciones narrativas bien definidas. La distancia de la cám ara puede situar o re-
situar decorados y posiciones de los personajes, com o veremos en el capítulo si-
guiente cuando exam inem os el m ontaje de la prim era secuencia de El halcón
malíes (The Maltese Falcon, 1941). U n encuadre puede aislar un detalle im por-
tante para la narración: las lágrimas de H enriette en Un día de campo (LTne par-
tie de cam pagne, 1936) (fig. 6.105), o los recortes del pelo de Ju an a en La pa-
sión deJuana de Arco (fig. 6.106).
El encuadre tam bién nos ayuda a considerar un plano com o «subjetivo». En
el capítulo 3, vimos que la narración de una película puede presentar la infor-
mación de la historia con cierto grado de profundidad psicológica (pág. 78) y
u n a de las opciones es la subjetividad perceptiva, que transm ite lo que ve u oye
un personaje. C uando el encuadre de un plano nos incite a tom arlo como la vi-
sión de u n personaje, lo llam arem os plano subjetivo. En la figura 6.107, u n plano
EL E N C U A D R E 215
Fig. 6 .1 0 5 Fig. 6 .1 0 6
Fig. 6 .1 0 7 6 .1 0 8
Fig. 6 . 1 I I
fotografiado a veces gana en realidad y la im presión que causa es más viva y lla-
mativa.»
El encuadre tam bién se puede utilizar con fines cómicos, como han de-
m ostrado Charles Chaplin, Buster Keaton y Jacques Tati. H em os visto que en La
ley de la hospitalidad Keaton escenifica m uchos gags con profundidad espacial.
A hora podem os ver que si los ángulos y las distancias de la cám ara están bien
elegidos, son tam bién vitales para el éxito de los gags. Por ejem plo, si la escena
que m uestra la figura 5.90 (pág. 176) se h ubiera rodado desde un lado y en gran
olano general, no veríamos tan claram ente que las dos partes del tren están en
i.ías paralelas. Además, no podríam os ver el gesto de desconcierto del m aqui-
nista, que indica que no consigue e n ten d er lo que h a sucedido. Igualm ente, el
viso del encuadre para crear u n espacio fuera de cam po es fundam ental para el
gag-que se m uestra en las figuras 5.99 y 5.100 (pág. 179). En este caso, el gagse
produce en el tiem po, en vez de en el espacio. Prim ero Willie tira de la cuerda,
'.liego el efecto que no vemos de ese tirón se hace visible cuando Canfield hijo
□asa como un rayo y desaparece. Finalm ente, Willie reacciona y se arrastra ha-
cia el abismo por debajo del nervio del fotogram a. Intentem os im aginar estos
m om entos y otros de La ley de la hospitalidad con encuadres diferentes y veremos
cómo la reacción al h um or de Keaton d ep en d e de la cuidadosa com binación de
la puesta en escena y el encuadre.
Igualm ente, en Playtime, de Tati, la puesta en escena y la posición de la cá-
m ara cooperan p ara crear estructuras visuales hum orísticas. En u n m om ento,
m onsieur H ulot se gira y descubre que a u n p ortero que cierra u n a p u erta pa-
recen haberle salido cuernos rep entinam ente (las manillas de la puerta; véase
fig. 6.114). El juego visual se debe a que el ángulo y la distancia de la cám ara se
han elegido con precisión. No podem os clasificar todas las funciones no narra-
dvas del encuadre; solam ente podem os sugerir que la distancia, el ángulo, la al-
:ura y el nivel de la cám ara tienen la posibilidad constante de agudizar nuestra
percepción de cualidades puram ente visuales.
Fig. 6 .1 1 4
EL ENCUADRE MOVIL
Todas las características del encuadre que hem os exam inado están presen-
tes en todas las im ágenes encuadradas. Las pinturas, fotografías, tiras de cómic
v otras im ágenes, todas ellas son ejem plos de form atos, relaciones d en tro y fue-
ra del cuadro, ángulo, altura, nivel y distancia de la im agen. Pero hay u n m odo
de encuadrar que es característico del cine (y el vídeo). En el cine es posible que
el encuadre se mueva con respecto al m aterial encuadrado.
«Encuadre móvil» significa que d en tro de los confines de la im agen que ve-
mos, el encuadre del objeto cambia. El encuadre móvil, de este m odo, produce
cambios en la altura, la distancia, el ángulo o el nivel de la cám ara dentro del
plano. Además, puesto que el encuadre nos orienta hacia el m aterial de la ima-
gen, a m enudo nos vemos a nosotros mismos com o si nos moviéramos junio con
el encuadre. Con este tipo de encuadre podem os acercarnos al objeto o alejar-
nos de él, rodearlo o pasar p o r delante.
Tipos de encuadre móvil. N orm alm ente nos referim os a la capacidad del
encuadre p ara moverse com o «movim iento de cámara». Muy a m enudo, este
:érm ino es adecuado, ya que p o r lo general la m ovilidad del encu ad re se co n -
sigue m ediante el m ovim iento físico de la cám ara d u ran te la film ación. La cá-
m ara, com o sabem os, norm alm en te descansa sobre u n soporte m ientras fil-
ma, y este soporte pued e estar diseñado para que se p u ed a mover. Hay varias
clases de m ovim ientos de cám ara, y cada u n o de ellos crea u n efecto concreto
en la pantalla.
En la panorámica la cám ara gira sobre un eje vertical. La cám ara en sí no se
desplaza. En la pantalla, la panorám ica da la sensación de que la im agen explo-
ra el espacio horizontalm ente. Es com o si la cám ara «girara la cabeza» a la iz-
quierda o a la derecha. En las figuras 6.115 y 6.116, de La palabra, de Dreyer, la
cám ara panoram iza a la derecha p ara m an tener a las figuras dentro de cuadro
m ientras cruzan la habitación.
En el movim iento en picado/ contrapicado la cám ara gira sobre un eje hori-
zontal. Es com o si la «cabeza» de la cám ara estuviera m oviéndose hacia arriba o
hacia abajo. U na vez más, la cám ara no cambia de posición. En la pantalla, el
m ovim iento en picad o /co n trap icad o crea la im presión de que se desenrolla un
espacio de arriba abajo o de abajo arriba. La novia vestía de negro (La m ariée était
en noir, 1967), de Franfois Truffaut, com ienza con u n a secuencia en contrapi-
cado de u n a iglesia (figs. 6.117 y 6.118).
En el plano de travelling, toda la cám ara cambia de posición, moviéndose por
tierra en cualquier dirección: hacia arriba, hacia abajo, de form a circular, en
diagonal o de u n lado a otro. Las figuras 6.119 y 6.120 m uestran dos etapas de
u n travelling lateral de Avaricia, de Erich von Stroheim . Nótese cóm o las figuras
m antienen la misma relación básica con el cuadro cuando pasean por u na ve-
red a m ientras la fachada de la casa que esperan com prar sigue siendo visible de-
trás de ellos. Fig. 6 .1 2 3
En el plano de grúa, la cám ara se mueve p o r encim a del nivel de tierra. Pol-
lo general, sube o desciende, a m enudo gracias a un brazo m ecánico que la le-
vanta y baja. La escena del luto de Iván el Terrible com ienza con u n m ovim iento
de grúa hacia abajo desde u n a vista elevada del féretro (fig. 6.121) hasta u n a po-
sición más baja, finalizando con u n encuadre de Iván sentado en la base del fé-
retro (fig. 6.122). U n plano de grúa puede moverse no sólo hacia arriba y hacia
abajo, com o u n ascensor, sino hacia adelante y hacia atrás o de u n lado a otro.
Al final de Morgan, un caso clínico (Morgan, a Suitable Case for Treatm ent, 1966),
de Karel Reisz, la cám ara se mueve en diagonal hacia arriba y hacia abajo para
revelar que el ja rd ín de flores aparen tem en te inocuo del héroe proclam a su
sim patía p or el com unism o (fig. 6.12-3-, 6.124). Variaciones del plano de grúa
son los planos de helicóptero y avión. Fig. 6 .1 2 4
Las panorám icas, los picados y contrapicados, los planos de travelling y los
planos de grúa son los m ovimientos del encuadre más com unes, pero es posible
im aginar prácticam ente cualquier tipo de movim iento de cám ara (dando vuel-
tas de cam pana, girando, etc.). Solam ente unos pocos m ovimientos de cám ara
se p u ed en confundir entre sí. La panorám ica se parece a un plano de travelling
lateral, y el picado y el contrapicado se parecen a u n plano de grúa vertical. Pero
un poco de práctica como espectador hace que sea fácil percibir la diferencia.
T anto en la panorám ica com o en el picado y el contrapicado, el cuerpo de la cá-
m ara no cam bia de posición; sim plem ente gira a izquierda o derecha, arriba o
abajo. Por ejem plo, en la figura 6.115 el encuadre está m uy cerca del hom bre
del centro, m ostrándole de perfil. Si la cám ara estuviera haciendo u n travelling
de seguim iento, se m an ten d ría al lado; sin em bargo, la figura 6.116 le m uestra
a u n a distancia mayor y desde atrás, indicando que la cám ara ha girado pero no
se h a movido con el personaje. En el plano de travelling\Merz\ y el plano de grúa
vertical, la cám ara se mueve horizontal o verticalm ente, com o si nos deslizára-
mos ju n to a un personaje o nos lanzáram os sobre u n paisaje. Como veremos, los
diferentes tipos de m ovim ientos de cám ara se pueden com binar.
Los m ovim ientos de cám ara h an tenido un gran atractivo para los cineas-
tas y el público desde los com ienzos del cine. ¿Por qué? Visualm ente, los movi-
m ientos de cám ara crean varios efectos llamativos. A m enudo aum entan la in-
form ación sobre el espacio de la im agen. Las posiciones de los objetos se
vuelven más vividas y nítidas que en los encuadres estáticos. N orm alm ente, se
revelan objetos o figuras nuevos. Los planos de travellingy grúa nos proporcio-
EL p l a n o : p r o p i e d a d e s c in e m a t o g r á f ic a s
Fig. 6 .1 3 3 Fig. 6 .1 3 4
daje son difíciles de ilustrar en páginas impresas. Nadie pensará que u n a aber-
tura de iris o u n plano de travelling circular es u n zoom. Sin em bargo, ¿cómo po-
demos, por ejemplo, nosotros com o espectadores distinguir entre u n a abertura
de zoom y u n plano de travelling hacia adelante, o u n plano de grúa hacia atrás y
u n encuadre creado en la positivadora óptica? En general, la anim ación, los
efectos especiales y los objetivos zoom crean un encuadre móvil al reducir o am -
pliar alguna porción de la im agen. A unque el plano de travelling y el plano de
grúa am plían o reducen porciones de la imagen, no es esto todo lo que hacen.
En el auténtico movim iento de cámara, los objetos estáticos en diferentes pla-
nos pasan a diferentes velocidades, presentándonos diferentes aspectos; los fondos
ganan volum en y profundidad.
Considerem os algunos ejemplos. En La guerra ha terminado (La guerre est fi-
nie, 1966) de Alain Resnais, u n plano de travelling (figs. 6.133, 6.134) dota a los
objetos de u n volum en considerable. La pared no ha perdido nada de su grosor
o solidez. Además, el cartel de la calle n o ha aum entado sim plem ente; su orien-
tación ha cam biado con respecto al pun to de vista de la cámara. Igualm ente, en
las figuras 6.135-6.137, u n travelling en diagonal de El último tango en París, de
Bertolucci, las figuras m antienen su volum en tridim ensional, pero cambia un
poco el ángulo y el aspecto.
Con las am pliaciones del zoom y la positivadora óptica, sin em bargo, el en-
cuadre móvil no altera el aspecto o la posición de los objetos filmados. En el
plano de Barry Lyndon (Barry Lyndon, 1975), de Stanley Kubrick (figs. 6.138,
6.139), las tropas desfilando dism inuyen de tam año sim plem ente por el cierre
de zoom. Es decir, nuestro posición con respecto a los soldados y su fondo es
exactam ente el mismo al final del cierre de zoom. Pero las pistas de p rofundidad
cam bian a m edida que disminuye la distancia focal de la lente. Al com ienzo del
plano, la im agen de teleobjetivo hace que las tropas parezcan más cerca de los
árboles del fondo que al final del plano, y el cierre de zoom revela a u n grupo de
espectadores al fondo. En resum en, cuando la cám ara se mueve, percibim os
nuestro propio movim iento p o r el espacio. C uando o p era el zoom, un fragm en-
Fig. 6 .1 3 9 to espacio parece agrandado o reducido.
H asta aquí, hem os aislado estos diferentes tipos de en en cu ad res móviles
en estados m uy puros. Pero los cineastas com binan fre cu en tem en te estos e n -
cuadres d e n tro de u n m ism o plano: la cám ara pued e h acer un travelling y
p anoram izar al m ism o tiem po o elevarse m ientras utiliza u n zoom. Sin em b ar-
go, todo ejem plo se pued e identificar com o una com binación de los tipos bá-
sicos.
ñas en las que están presentes varios personajes. P or lo general, la cám ara si-
gue a una figura que se mueve para encontrarse con otra, luego sigue el m o-
vim iento del segundo personaje hasta otro lugar donde se en cu en tra con al-
gún otro, luego sigue el m ovim iento del tercer personaje y así sucesivam ente.
La secuencia de la partid a de cartas de Cronaca di un amore es un excelente
ejem plo del continuado seguim iento de la cám ara a un personaje tras otro en
rápida sucesión.
Sin em bargo, el encuadre móvil no necesita en absoluto estar subordinado
al movim iento de las figuras. Tam bién puede moverse independientem ente de
ellas. A m enudo, desde luego, la cám ara se aleja de los personajes para revelar
Fig. 6 .1 4 6 algo de im portancia para la narración. Los ejem plos más banales son movi-
m ientos que ponen de relieve u n a pista disimulada, u n a señal que hace obser-
vaciones sobre la acción, u n a som bra inadvertida o u n a m ano asiendo algo. La
cám ara móvil puede situar un lugar en el que después entrarán los personajes.
Esto es lo que sucede al com ienzo de Laura (1944), de O tto Prem inger, cuando
la cám ara se desliza por la sala de estar de Waldo Lydecker, definiéndole como
un hom bre rico y de gustos refinados, antes de centrarse en el detective Mac-
Pherson. En Le crime de monsieur Lange, de Renoir, la cám ara móvil caracteriza a
Lange abandonándole y haciendo una panorám ica alrededor para exam inar su
habitación, repleta de revólveres, som breros de vaquero y un m apa con el terri-
torio de Arizona (figs. 6.143-6.148). Se m uestra a Lange com o u n hom bre fan-
tasioso, que vive según el m undo del Oeste en que se inspira para sus historias
de vaqueros.
A veces, sin em bargo, un movim iento que sólo aparentemente sitúe un espa-
cio para la acción puede cogernos totalm ente desprevenidos, com o al com ien-
Fig. 6.147
zo de Genroku Chushingura [Los cuarenta y siete samurais, 1942], de Kenji Mizo-
guchi. Después de un plano estático del patio de un palacio (fig. 6.149), se corta
a otra vista del patio, ahora visto desde dentro del pasillo (fig. 6.150). La cáma-
ra avanza lateralm ente a lo largo del pasillo, su m irada fija en el patio, com ple-
tam ente vacío. Parece que vaya a en trar alguien o algo en él. Se oyen voces bas-
tante claras, m ientras la cám ara continúa m oviéndose lentam ente en un
Iravellingh'dcÁa. la derecha (fig. 6.151). En efecto, después de lo que parecen mi-
nutos, la cám ara hace u n a panorám ica a la derecha para revelar a los hom bres
hablando de pie en el pasillo (fig. 6.152). H em os sido engañados; la acción real
estaba sucediendo en el pasillo, fuera de cam po, y la trayectoria lateral de la cá-
m ara excluía deliberadam ente la acción. Además, este m ovim iento de cám ara
establece un espacio desocupado com o im portante para la película, com o se de-
m ostrará en escenas posteriores.
D ependa o no del m ovim iento de las figuras, el encuadre móvil puede
Fig. 6.148 afectar pro fu n d am en te a cóm o percibim os el espacio d e n tro del cuadro o fue-
■
EL ENCUADRE
ra de cam po. Los diferentes m ovim ientos de cám ara crean diferentes concep-
ciones del espacio. En El año pasado en Marienbad, Resnais hace que la cám ara
se m ueva a m en u d o p o r pasillos y a través de puertas, convirtiendo u n h otel
de veraneo en un laberinto. A lfred H itchcock ha pro d u cid o algunos de los
m ovim ientos dé cám ara más fam osos de la historia del cine. U n plano de tra-
velling con grúa se mueve desde un plano general en picado de un salón de
baile, sobre las cabezas de los bailarines, hasta un prim erísim o prim er plano
de los ojos de un batería, afectados p o r un tic {Inocencia y juventud [Young and
In n o cen t, 1937]). En De entre los muertos/Vértigo, u n a com binación especial-
m ente astuta de travelling y cierre de zoom distorsiona plásticam ente la pers-
pectiva del plano. (Este recurso reap arece en Tiburón, de Spielberg, cuando el
sheriff Brody se da cu enta de rep en te, en la playa, de que el tiburón ha ataca-
do a un niño.) En películas com o Csillagosok Katonak [Rojos y blancos, 1967] y
Salmo rojo (Meg Ker a N ep, 1971), Miklós Jancsó se ha especializado en movi-
m ientos de cám ara muy largos, que vagan en tre grupos de gente m oviéndose
p o r u n llano. Sus planos utilizan todos los recursos del travelling, panorám ica,
grúas, zoom y enfoques p ara conform ar n u estra percepción de las relaciones
espaciales.
Para su película La región centróle (1971), M ichael Snow construyó la m á-
quina que aparece en la figura 6.153. Puesto que todos los brazos móviles p o -
dían girar la cám ara de diferentes m odos en respuesta a un m ando p o r con-
trol rem oto, la m áquina creaba u n a variada serie de m ovim ientos de cám ara
rotativos. Snow colocó la m áquina en u n desértico paisaje canadiense y la p e -
lícula resultante transform a ese espacio en u n a serie de im ágenes especial-
m ente móviles. U n grupo de variaciones sobre las posibilidades de la veloci-
dad y la dirección del m ovim iento de la cám ara pro p o rcio n aro n las bases de
EL p l a x o : p r o p i e d a d e s c i n e m a t o g r á f i c a s
la form a abstracta de esta película. Éste es un ejem plo de cóm o u n a técnica ci-
nem atográfica puede d eterm in ar en orm em ente la form a de u n a larga y com -
plicada película.
Todos estos ejem plos ilustran diferentes form as en las que la movilidad del
cuadro afecta a nuestra percepción del espacio. Acerca de cualquier encuadre
móvil, podem os preguntarnos: ¿cómo funciona para revelar u ocultar el espacio
fuera de campo? ¿D epende la movilidad del cuadro del m ovim iento de las figu-
ras o es independiente de él? ¿Qué trayectoria concreta sigue la cámara? Estas
cuestiones recibirán m ejores respuestas al considerar cóm o los efectos espacia-
les del movim iento de la cám ara funcionan con respecto a la form a narrativa o
no narrativa.
2. El encuadre móvil y el tiempo. La movilidad del cuadro im plica tiem po, así
com o espacio, y los cineastas se han dado cuenta de que nuestro sentido de la
duración y el ritm o están afectados por el encuadre móvil. La im portancia de la
duración en el movimiento de cám ara, por ejem plo, se puede percibir com pa-
rando a dos directores japoneses, Yasujiro Ozu y Kenji Mizoguchi. Ozu prefiere
los movim ientos de cám ara breves y unidireccionales, com o en Bakushu (1951)
y Ochazuke no Aji (1952). Mizoguchi, p o r el contrario, cultiva el plano de trave-
lling lento y largo, com binándolo a m enudo con la panorám ica. Q ue los movi-
m ientos de cám ara sim plem ente ocupen m enos tiem po en las películas de Ozu
que en las de Mizoguchi constituye una im portante diferencia entre los estilos
de los directores.
Más generalm ente, puesto que un movim iento de cám ara tiene una dura-
ción, puede crear un arco de expectación y satisfacción por sí mismo. En breve
verem os cóm o sucede esto en u n largo m ovim iento de cám ara al comienzo de
Sed de mal, de Welles.
La velocidad de la m ovilidad de en cu ad re tam bién es im p ortante. Un
zoom o m ovim iento de cám ara p u ed e ser relativam ente len to o rápido. ¡Qué
noche la de aquel día!y Socorro (H elp!, 1965), de R ichard Lester, com enzaron la
m oda, muy p ro p ia de los años sesenta, de las ap ertu ras y cierres de zoom muy
rápidos. En com paración, uno de los m ovim ientos de cám ara más tem pranos
e im presionantes, el m o n u m en tal plano de g rú a de la fiesta de Belshazzar en
Intolerancia, de G riffith, gana m ajestuosidad y suspense p o r su inexorable
len to descenso hacia el inm enso d eco rad o que se m uestra en la figura 5.11
(pág. 149).
En general, un movim iento de cám ara puede crear efectos significativos
p o r sí mismo. Si la cám ara se aleja en panorám ica, rápidam ente, de un hecho,
podem os vernos conducidos a preguntam os qué ha sucedido. Si la cám ara re-
trocede bruscam ente para m ostrarnos algo en prim er térm ino que no esperá-
bamos, nos cogerá por sorpresa. Si la cám ara se mueve lentam ente sobre un de-
talle, am pliándolo gradualm ente pero retrasando la satisfacción de nuestras
expectativas, el m ovim iento de cám ara contribuirá al suspense. En u n a película
narrativa, la velocidad del encuadre móvil puede estar m otivada por necesida-
des narrativas. U n rápido travelling hacia adelante dirigido a u n objeto im por-
tante o u n lento plano de grúa desde las figuras de u n paisaje p u ed en subrayar
fragm entos clave de la inform ación de la historia.
A veces la velocidad del en cu ad re móvil funciona de form a rítm ica. En
Pastorale d ’été (1958), de Will H indle, se crea u n ritm o suave y sincopado abrien-
do en zoom y utilizando ligeros picados y contrapicados al com pás de la músi-
ca de H onegger. A m enudo, las películas musicales hacen uso de la velocidad
del m ovim iento de cám ara p ara subrayar cualidades de u n a canción o baile.
D urante el n ú m ero «Broadway Rhythm», de Cantando bajo la lluvia, la cám ara
retro cede ráp id am en te desde G ene Kelly varias veces y la velocidad del movi-
m iento está calculada p ara acen tu ar la letra de la canción. La velocidad del
encu ad re tam bién p u ede crear cualidades expresivas: u n m ovim iento de cá-
m ara pued e ser fluido, staccato, vacilante, etc. En resum en, la duración y velo-
cidad del encuadre móvil p u e d e n co n trolar significativam ente nuestra p e r-
cepción del plano en el tiem po.
3. Modelos de encuadre móvil. La im agen móvil puede crear sus propios m oti-
vos específicos dentro de una película. Por ejem plo, Psicosis, de Hitchcock, co-
m ienza y finaliza con u n movim iento progresivo d en tro de la im agen. Al co-
mienzo de la película, la cám ara panoram iza a la derecha y abre zoom sobre un
edificio de un paisaje urbano. Varios movimientos progresivos nos llevan final-
m ente hasta los visillos de u n a ventana y a la oscuridad de la habitación de un
hotel barato. El movim iento de cám ara hacia adentro, la penetración en u n in-
terior, se repite a lo largo de toda la película, a m enudo motivados com o por un
pun to de vista subjetivo, com o cuando varios personajes se van adentrando en
la m ansión de N orm an. El penúltim o plano de la película m uestra a N orm an
sentado ante u n a pared blanca, sin adornos, m ientras oímos su m onólogo inte-
rior. La cám ara se mueve de nuevo hacia adelante hasta lograr un prim er plano
de su cara. Este plano es el clímax del movimiento progresivo iniciado al co-
m ienzo de la película; la película h a trazado u n movim iento hasta el interior de
la m ente de N orm an. O tra película que se basa en gran m edida en un esquem a
de progresivos m ovim ientos de penetración es Ciudadano Kane, que describe el
mismo inexorable trayecto hacia la revelación del secreto de un personaje.
D entro de este m arco, el m ovim iento de cám ara desem peña varias funcio-
nes, todas ellas de apoyo directo a la narración. En prim er lugar, y lo que es m e-
nos usual, su tendencia a atenerse al movim iento de las figuras. C uando u n per-
sonaje o un vehículo se mueve, R enoir hace a m enudo una panorám ica o un
travelling para seguirlo. La cám ara sigue a M aréchal y Rosenthal cuando cami-
nan ju n to s después de la huida; hace u n travelling hacia atrás cuando el ruido
que hacen los alem anes atrae hacia la ventana a los prisioneros. Pero son los
movimientos de cám ara independientes del movim iento de las figuras los que ha-
cen que la película sea poco com ún.
C uando la cám ara se mueve por su cuenta, somos-eonscientes de que inter-
preta de form a activa la acción, creando suspense o proporcionándonos infor-
m ación de aquello que ignoran los personajes. Por ejem plo, cuando un prisio-
n ero está cavando el túnel y tira de la cuerda para ped ir que le saquen fuera, la
cám ara encuadra la lata cayendo sin hacer ruido (fig. 6.154), y luego panoram i-
za a la izquierda para revelar que los personajes no se han percatado de ello
(figs. 6.155, 6.156). De este m odo, los movim ientos de cám ara ayudan a crear
una narración en cierto m odo ilimitada.
A veces la cám ara es un agente tan activo que R enoir utilizará movimientos
de cám ara repetidos para crear patrones con significación narrativa. U no de es-
tos patrones es el movim iento p ara vincular a los personajes con detalles de su
entorno. A m enudo, u n a secuencia com ienza con un prim er plano de algún de-
talle y retrocede para anclar ese detalle en u n contexto espacial y tem poral más
amplio. El paralelism o narrativo es evidente cuando R enoir com ienza la escena
de la discusión sobre los planes de fuga de Boeldieu y M aréchal con un prim er
plano de u n a ardilla enjaulada (fig. 5.157), antes de que la cám ara retroceda
Fig. 6.157
para revelar a los hom bres (fig. 6.158) al lado de la jaula.
Más com plicada es la escena de la celebración de la Navidad en casa de
Elsa, que com ienza con un prim er plano del nacim iento y un travelling hacia
atrás que m uestra, en diferentes fases, la interacción de las reacciones en tre
los personajes. Este m ovim iento de cám ara no es sim plem ente decorativo; co-
m enzar con u n detalle escénico antes de pasar a un contexto m ayor hace que
los m om entos decisivos de la n arración enfaticen económ ica y co n stan tem en -
te las relaciones en tre los elem entos de la puesta en escena de R enoir. Lo mis-
m o sucede con u n travelling hacia adelante m enos com ún que term in a en un
detalle al final de una escena, com o cuando después de la m uerte de Boel-
dieu, R auffenstein va a cortar el geranio, la única flor de la prisión (fig. 6.159)
y R enoir realiza un travelling hasta un plano corto de la m aceta, ju n to a la ven-
tana (fig. 6.160).
Los personajes están ligados a su en torno m ediante algunos planos con m o-
Fig. 6.158 vimientos de cám ara aún más ambiciosos, que funcionan para p o n er de relieve
EL E N C U A D R E
La cám ara, entonces, panoram iza a la izquierda para revelar una hilera de pri-
sioneros cantando de pie (fig. 6.182). La cám ara se mueve hacia adelante y pasa
de nuevo ante los músicos (fig. 6.183), y luego realiza u n a rápida panorám ica
hacia la izquierda para situarse enfrente de la audiencia (fig. 6.184). Este com -
plejísimo movimiento de cám ara se repite por entre los prisioneros cuando se
un en para desafiar a sus guardianes.
En la casa de cam po de Elsa, al igual que en la prisión, el movim iento de cá-
m ara vincula a los personajes. Recordem os el plano que va desde Elsa y Rosent-
hal, que están en el interior, a través de la ventana, hasta Maréchal, que está fue-
ra. La culm inación del movim iento vinculante se produce casi al final de la
película, cuando R enoir realiza una panorám ica que va desde los alem anes, que
están a u n lado de la frontera (fig. 6.185) a los lejanos franceses que se han fu-
gado, en el otro (figs. 6.186, 6.187); incluso a esta escala, la cám ara de R enoir se
niega a glorificar las divisiones nacionales.
Aquí es o p o rtu n o u n com entario de A ndré Bazin: «Jean R enoir en contró
un m odo de revelar el significado oculto de las personas y las cosas sin d estruir
la u n idad que les es natural». Al enfatizar y hacer com paraciones, el encuadre
móvil de La gran ilusión se convierte en tan im portante com o la puesta en es-
cena. La cám ara esculpe el espacio p ara crear conexiones que enriquecen la
form a narrativa de la película. R enoir h a enco n trad o form as imaginativas de
hacer que el encuadre móvil sustente y elabore un sistema de relaciones n a -
rrativas.
En Wavelenglh, de Michael Snow, la relación entre la narración y el encua-
dre móvil es casi exactam ente la inversa. En vez de apoyar la form a narrativa, la
movilidad del encuadre dom ina la narración, incluso desviando nuestra aten-
EL
La DURACIÓN DE LA IMAGEN: l a t o m a l a r g a
LA TOMA LARGA
Todo plano tiene una duración escénica más o m enos m ensurable, pero en
la historia del cine, los directores han variado considerablem ente su opinión a
la h o ra de elegir planos cortos o largos. En general, en los comienzos del cine
(1895-1905) se tendía a confiar en planos de duración muy larga. Con la apari-
ción del m ontaje continuo en el período 1905-1916, los planos se volvieron más
breves. A finales de los años diez y principios de los veinte, los planos de una pe-
lícula tenían u n a duración m edia de unos cinco segundos. Después de la llega-
da del sonido, el prom edio se am plió a unos diez segundos.
LA D U R A C I Ó N D E LA I M A G E N : LA T O M A LARGA
Pero a lo largo de la historia del cine, algunos cineastas han preferido utili-
zar constantem ente planos con una duración mayor a la media. A m ediados de
los años treinta, hubo en varios países u n a tendencia a increm entar la duración
de los planos, y esta tendencia continuó d urante los veinte años siguientes. Las
causas de este cambio son complejas y no del todo com prensibles, pero los es-
pecialistas afirm an que el uso de planos insólitam ente largos — tomas largas,
como se les denom ina— constituye un im portante recurso para los cineastas.
«Toma larga» no es lo mismo que «plano general»: el últim o térm ino se re-
fiere a la distancia aparente entre la cám ara y el objeto. Com o hem os visto al
exam inar la producción cinem atográfica (pág. 16), una toma es u n a operación
continuada de la cám ara que rueda un único plano. Llam ar a un plano de con-
siderable duración «toma larga» en vez de «plano general» evita la am bigüedad,
puesto que el últim o térm ino alude a un encuadre alejado, no a la duración del
plano. En las películas de Jean Renoir, Kenji Mizoguchi, O rson Welles, Cari
Dreyer, Andy W arhol o Miklós Jancsó, un plano puede du rar varios m inutos, y
sería imposible analizar estas películas sin conocer de qué m anera la tom a larga
puede contribuir a la form a y el estilo de una película.
N orm alm ente podem os considerar la tom a larga como u n a alternativa a la
serie de planos. El director puede elegir presentar u n a escena en u n a o unas
cuantas tomas largas, o presentar la escena m ediante varios planos más cortos.
C uando toda u n a escena se ofrece en un único plano, la tom a larga se denom i-
na con el nom bre francés plan-séquence o «plano secuencia».
Más com ú nm ente, los cineastas utilizan la tom a larga de form a selectiva.
U nas escenas se basarán m ucho en el m ontaje y otras se p resentarán en tom as
largas. Esto perm ite al d irecto r asociar d eterm inados aspectos de u n a form a
narrativa o no narrativa con las diferentes opciones estilísticas. U n ejem plo
p articularm ente vivido se p roduce al final de la prim era parte de La hora de los
hornos (1967) de H u m berto Solanas. La m ayor parte de la película se basa en
el m ontaje de noticiarios y planos escenificados para describir cóm o p e n etran
en las naciones en vías de desarrollo las ideologías eu ro p ea y norteam ericana.
Pero el últim o plano de la película es u n lento zoom de ap e rtu ra a u n a foto-
grafía del cadáver del Ché Guevara, sím bolo de la resistencia guerrillera al im -
perialism o. Solanas convierte el plano en u n a tom a larga, m an teniéndolo d u -
rantes tres m inutos p ara obligar al espectador a m editar sobre el precio de la
resistencia.
El hecho de m ezclar tomas largas y planos más cortos tam bién crea parale-
lismos y contrastes entre las escenas. A ndré Bazin señalaba que Ciudadano Kane
oscila en tre las tomas largas en las escenas de diálogo y el m ontaje rápido en la
secuencia del «News on the March» y otras. Hitchcock, Mizoguchi, Renoir y
Dreyer varían a m enudo la duración de los planos, basándose en la función que
desem peña la escena en toda la película.
Por o tra parte, el cineasta puede decidir construir toda la película a base de
tom a largas. La soga (Rope, 1948), de Hitchcock, es fam osa por contener sola-
m ente ocho planos, cada uno de ellos de la duración de un rollo de película.
Igualm ente, cada escena de Siroco de invierno (Sirokko, 1969), Salmo rojo y otras
películas de Miklós Jancsó es un plano-secuencia. En estos casos, la tom a larga
se convierte en una parte a gran escala de u n a película. Y en este contexto el
m ontaje pued e ten er m ucha fuerza. Tras un plano de siete u ocho m inutos, un
corte elíptico puede resultar bastante desorientador, com o m uestran las pelícu-
las de Jancsó.
Si la tom a larga reem plaza a m enudo al m ontaje, a nadie le sorprenderá
que la tom a larga sea frecuentem ente aliada del encuadre móvil. La tom a larga
puede utilizar la panorám ica, el travelling, planos de grúa o zoom para presentar
continuam ente puntos de vista cam biantes que son com parables en ciertos as-
pectos a los cambios de im agen que proporciona el m ontaje.
EL P L A N O : PROPIEDADES CINEMATOGRAFICAS
rc
illlllllll lü i il lí iiiliíis I II
Me gustaría ver a los directores em pezar a confiar en que el público sea el m o n tad o r
con sus ojos, del mismo m odo en que se hace a veces con u n a o bra de teatro, en la
que el público selecciona d ónde m irar m ientras se está in terp retan d o u n a escena...
Hay dem asiado m ontaje y dem asiados prim eros planos de los que se film an hoy en
día que considero u n a influencia directa de la televisión.
dos los recursos técnicos de la puesta en escena. Ésta es otra form a de decir que
la utilización de la tom a larga a m enudo pone un énfasis m ayor en la in terp re-
tación, el decorado, la ilum inación y otros factores de la puesta en escena.
El ejem plo de Gion noshimai ilustra otra im portante característica de la tom a
larga. El plano de Mizoguchi revela una lógica intern a absoluta: un comienzo,
u n a parte central y un final. Com o parte a gran escala de una película, la tom a
larga puede tener su propia estructura formal, su propio dearrollo, su propia
trayectoria y configuración. Se crea suspense; nos com enzam os a preguntar
cómo continuará el plano y cuándo acabará.
El ejem plo clásico de cóm o la tom a larga puede constituir u n patrón form al
p o r sí misma es la secuencia inicial de Sed de mal, de O rson Welles. El plano co-
m ienza con u n prim er plano de una m ano accionando el reloj de u n a bom ba
(fig. 6.199). La cám ara se mueve inm ediatam ente hacia la derecha para seguir
prim ero a la som bra y luego a la figura del asesino desconocido colocando la
bom ba en u n coche (figs. 6.200, 6.201).
La cám ara se eleva hacia arriba hasta realizar u n picado m ientras el asesino
huye y las víctimas llegan y se m archan en el coche (fig. 6.202). M ientras el co-
che gira la esquina, la cám ara retrocede, vuelve a reunirse con el coche y hace
un travelling hacia atrás para seguirle (fig. 6.203).
El coche adelanta a Vargas y su m ujer, Susan, y la cám ara com ienza a se-
guirlos. La cám ara pierde al coche y realiza un travelling en diagonal hacia atrás
siguiendo a la pareja m ientras cam ina entre la gente (fig. 6.204).
La cám ara se mueve hacia atrás hasta que los ocupantes del coche y Susan y
Vargas se encu en tran de nuevo, esta vez en el puesto fronterizo. Le sigue una
breve escena con el guardia de la frontera (figs. 6.205, 6.206).
E L PLANO: PROPIEDADES CINEMATOGRAFICAS
\ .
N o t a s y c u e s t io n e s
OBRAS GENERALES
LA PERSPECTIVA Y EL CINE
ca» era el responsable de los «sueños». U na im portante obra tem prana sobre el
tem a es The Technique of Special Effects Cinematography (Nueva York, Hastings,
1974), de Raymond Fielding. Véanse tam bién Film Tricks: Special Effects in theMo-
vies (Nueva York, Dial, 1980), de H arold Schechter y David Everitt; Special Effects
in the Movies (Nueva York, Ballantine, 1981), de Jo h n Culhane; y el libro profu-
sam ente ilustrado de C hristopher Finch, Special Effects: Creating Movie Magic
(Nueva York, Abbeville, 1984). Estudios de ejemplos prácticos de ilum inación
se pu ed en en c o n trar en TheASC Treasury of Visual Effects (Hollywood, Am erican
Society of Cinem atographers, 1983), de Linwood G. D unn y George E. T u rn er
(com ps.). Artículos sobre el uso de los efectos especiales en películas concretas
aparecen de form a regular en American Cinematographer y Cinefex.
EL FORMATO
EL PLANO SUBJETIVO
A veces la cám ara, m ediante el em plazam iento y los movimientos, nos invi-
ta a ver los hechos «a través de los ojos» de un personaje. Algunos directores
Howard H aw ks,John Ford, Kenji Mizoguchi, Jacques Tati) rara vez utilizan el
plano subjetivo, pero otros (Alfred Hitchcock, Alain Resnais) lo utilizan cons-
tantem ente. Com o indicaba la figura 6.128, Una luz en el hampa, de Samuel Fu-
:1er, com ienza con sorprendentes planos subjetivos:
Em pezam os con un corte directo. En esa escena, los actores utilizaban la cámara; es-
taba atada a ellos. Para el prim er plano, el chulo tiene la cám ara atada con correas a
su pecho. Yo le digo a [Constance] Towers, «¡Golpea la cámara!». Ella golpea la cá-
m ara, el objetivo. Luego lo invierto. Pongo la cám ara sobre ella y ella le golpea ra-
biosam ente. Pensé que sería efectivo. [Citado en TheDirector’s Event (Nueva York, Sig-
net, 1969), pág. 189, de Eric Sherm an y M artin Rubin.]
H istóricam ente, los cineastas com enzaron a experim entar con la «cámara
en prim era persona» o la «cámara com o personaje» bastante tem prano. Grand-
ma’s Reading Glass (1901) presenta planos subjetivos. A m enudo se utilizaban los
ojos de las cerraduras, los binoculares y otras aberturas para motivar el punto de
vista subjetivo. En 1919, Abel Gance utilizó m uchos planos subjetivos en Yo acu-
so (J’accuse). Los años veinte vieron a m uchos cineastas que se interesaban por
la subjetividad, que se percibe en películas com o Coeurfidéle (1923) y La belle ni-
vemaise (1923), de Jean Epstein, Variety (1925), de E. A. D upont, El último (Der
Letzte M ann, 1924), de F. W. M urnau, con su fam osa escena de la borrachera, y
Napoleón (1927), de Abel Gance. Algunos creen que en los años cuarenta el pla-
no subjetivo — sobre todo el movim iento de cám ara subjetivo— se pasó de la
raya en La dama del lago (Lady in the Lake, 1946), de R obert M ontgomery. Du-
rante casi toda la película, la cám ara representa la visión del protagonista, Phi-
lip Marlowe; solam ente le vemos cuando se m ira al espejo. «¡Llena de suspense!
¡Insólita!», proclam aba el anuncio publicitario. «¡Aceptarás la invitación a en-
trar en el apartam ento de u n a rubia! ¡Te pegará en la m andíbula u n sospecho-
so de asesinato!»
La historia de la técnica h a tentado a los teóricos del cine a especular sobre
si el plano subjetivo evoca la identificación del público. ¿Creemos que somos Phi-
lip Marlowe? Los teóricos del p erío d o m udo pensaban que podíam os te n d e r
a identificarnos con aquel personaje del que se ocupara la posición de la cáma-
ra. Pero la teoría cinem atográfica reciente está poco dispuesta a aceptarlo.
Frangois Truffaut afirm aba que nos identificam os con u n personaje no cuando
miram os con un personaje, sino cuando el personaje nos m ira a nosotros. «Una
cám ara subjetiva es la negación del cine subjetivo. El cine se vuelve subjetivo
cuando la m irada del actor se encu en tra con la del público» [en The New Wave
(Nueva York, Viking, 1968), pág. 93, de P eter G raham ], Todas estas afirmacio-
nes siguen siendo confusas; necesitam os estudiar más seriam ente cóm o funcio-
na el plano subjetivo dentro de una película. U n com ienzo es el capítulo 5 de
Point ofView in the Cinema: A Theory of Nanation and Subjectivity in Classical Film
(Nueva York, M outon, 1984), de Edward Branigan.
244 EL p l a n o : p r o p i e d a d e s c i n e m a t o g r á f i c a s
Los efectos vistxales de los m ovimientos de cám ara se han discutido en «The
Restless Camera», de Raymond Durgnat, en Films andFilming, 15, 3 (diciembre
de 1968), págs. 14-18, y «Camera M ovem ent and Cinematic Space», de David
Bordwell, en Ciné-tracts, 1, 2 (verano de 1977), págs 19-26.
U na declaración de principios acerca de la postura adoptada p o r el cine
clásico de Hollywood acerca de los m ovim ientos de cám ara se pued e e n co n -
trar en «The Fluid Camera», de H erb A. Loghtm an, en American Cinematograp-
her, 27, 3 (m arzo de 1946), págs 82, 102-103: «El director o director de fo to -
grafía inteligente mueve la cám ara sólo cuando las exigencias de la situación
fílmica motivan ese movim iento». C om parése con el cineasta soviético Dziga
Vertov: «Yo soy cine-ojo. soy u n ojo m ecánico. A hora y siem pre, me libero de
la inm ovilidad hum ana, estoy en constante m ovim iento» («Kinoks: A Revolu-
tion», en Kino-Eye: The Writings o f Dziga Vertov , pág. 17, citado an terio rm en te).
Para u n tratam iento histórico, véase «Camera M ovem ent in Edison an d Bio-
g raph Films, 1900-1907», de Jo n G artenberg, en Cinema Journal, 19, 2 (prim a-
vera de 1980), págs 1-16.
El m étodo Steadicam, que utiliza complejos giroscopios para com pensar
cualquier tem blor, se ha convertido en la form a predilecta de ahorrarse el di-
nero de los complejos planos de Iravetting. El director de fotografía Alien Daviati
tam bién utilizó este recurso en el episodio de The Twilight Zone de George Miller
para crear la im presión de un aeroplano dando tum bos durante una torm enta.
«Le dije a G arrett [Brown] “¿Puedes ajustar el giroscopio para convertir esto en
u n a cám ara que no tiem ble?”... Y le dije a Jo h n Toll, que se ocupaba de la cá-
m ara en m ano, “¡Coge eso y muévelo!”» [Moviemakers at Work (Redm ond, Wash.,
Microsoft Press, 1987), pág. 28, de David Chell (com p.)].
Sobre el control del movim iento por ordenador, véase «Motion Control»,
de N ora Lee, en American Cinematographer, 64, 5 (mayo de 1983) , págs. 60-61 y
64, 6 (junio de 1983), págs. 44-48.
Puesto que crear un encuadre móvil m ediante un objetivo zoom se ha con-
vertido en una técnica de filmación com ún hoy en día, el debate más reciente
ha com parado la utilización del zoom (norm alm ente de m odo nada favorable)
con el movim iento de la cámara. Véase «Zoom Lens Techniques», de A rthur
Graham , en American Cinematographer, 44, 1 (enero de 1963), págs. 28-29; «The
Aesthetics of the Zoom Lens», de Paul Joannides, en Sight and Sound, 40, 1 (in-
vierno de 1970-1971), págs. 40-42; y «The Use and Abuse of the Zoom Lens», de
Stuart M. Kaminsky, en Filmmakers Neiusletter 5, 12 (octubre de 1972), págs. 20-
23. ¿Hasta qué pu n to están de acuerdo estos tres autores sobre la utilización
«adecuada» del zoom? La discusión más histórica y estética es «The Bionic Eye:
Zoom Esthetics», de Jo h n Belton, en Cineasle, 9, 1 (invierno de 1980-1981),
págs. 20-27.
Vértigo, de H itchcock, creó la com binación del cierre de zoom y el trave-
llin g hacia atrás que se ha convertido en un cliché. D iscutiendo la utilización
de este recurso en E l silencio de u n hombre, Jean-P ierre Melville com entaba:
«En vez de re c u rrir sim plem ente a la técnica ahora casi clásica de un travelling
hacia atrás com pensado p o r un cierre de zoom, utilicé el m ism o m ovim iento
p ero con pausas». [Citado en Melville (Nueva York, Viking, 1971), pág. 130,
de Rui N ogueira (com p.).] El efecto no es muy diferente de la espasm ódica
introducción en la profundidad ele Wavelength. Sobre esta últim a película, véa-
se «Prophecy, M emory and the Zoom: M ichael Snow’s Wavelenght Re-Vie-
wed», de W illiam C. Wees, en Ciné-tracts, 14/15 (v e ra n o /o to ñ o de 1981),
págs. 78-83.
«TIEMPO REAL» Y TOMA LARGA
C uando la cám ara está rodan d o , ¿filma a «tiempo real»? Si es así, ¿qué con-
secuencias se derivan de ello?
Fue A ndré Bazin quien tom ó la iniciativa teórica al considerar el cine como
un arte que se basa en el «tiempo real». Al igual que la fotografía, afirm aba Ba-
zin, el cine es un proceso de grabación. La cám ara registra, fotoquím icam ente, la
luz reflejada del objeto. Como la cám ara inmóvil, la cám ara de cine graba el es-
pacio. Pero, a diferencia de la cám ara inmóvil, la cám ara de cine tam bién pue-
de grabar el tiempo. «El cine es objetividad en el tiem po. ... Ahora, por prim era
vez, la im agen de las cosas es com o la im agen de su duración, u n cam bio m o-
mificado, por decirlo de alguna m anera» [André Bazin, What Is Cinema?, vol. 1,
Berkeley, University o f California Press, 1966, págs. 14-15; trad. cast.: Qué es el
cine, M adrid, Rialp, 1990, págs, 14-15]. Sobre esta base, Bazin consideraba el
m ontaje com o una intrusiva in terrupción de la continuidad «natural» de la du -
ración. Así, elogiaba a directores aficionados a la tom a larga como Jean Renoir,
O rson Welles, William Wyler y R oberto Rossellini, com o artistas cuyos estilos
respetaban la vida m om ento a m om ento.
Bazin debería ser elogiado por llam ar nuestra atención sobre las posibilida-
des latentes de la tom a larga en u n m om ento en que otros teóricos del cine la
consideraban «teatral» y «poco cinematográfica». Sin em bargo, el problem a del
«tiempo real» en el cine resulta más com plicado de lo que Bazin pensaba. Las
vías más productivas que han abierto las ideas de Bazin han tenido que ver con
el análisis de diferentes estilos de dirección, en vez de con el análisis de las for-
mas más realistas de ro d ar u n a escena. Es decir, los analistas ya no tienden a pre-
guntarse si las tomas largas de Jean Renoir son más fieles a la realidad que los pla-
nos breves de Eisenstein; en vez de ello, nos preguntam os sobre las diferentes
funciones form ales de los planos en las películas de cada director. Por cierto, el
propio Eisenstein — antes que Bazin— propuso ro d ar toda u n a escena de Crimen
y castigo en u n a tom a larga. Véase «Mise-en-shot», en Lessons with Eisenstein (Nue-
va York, Hill and Wang, 1969), págs. 93-139, de Vladimir Nizhny.
La cita de Steven Spielberg (pág. 236, de The Enture of the Movies [Kansas
City, Andrews and McMeel, 1991, pág. 73], de Roger E bert y Gene Siskel) está
de acuerdo con la creencia muy extendida de que la tom a larga, al igual que la
puesta en escena con profundidad espacial, concede al público mayor libertad
que una escena que recurra m ucho al m ontaje. Esta idea tam bién refuta la de
Bazin, que lo exploró en sus escritos sobre O rson Welles y William Wyler. Véase
Orson Welles (Nueva York, H arper and Row, 1978), de André Bazin (trad. cast.: Or-
son Welles, Valencia, Fernando Torres, 1976).
Análisis estilísticos representativos sobre la toma larga son «Rope», The Movie
Reader (Nueva York, Praeger, 1972), págs. 35-37, de V. F Perkins; Movie Man
(Nueva York, Stein an d Day, 1967), de David Thom son; «The Long Take», de
Brian H enderson, en A Critique oJFilm Theory (Nueva York, D utton, 1980); y «Sta-
tistical Style Analysis of M otion Pictures», de Barr)' Salt, en Film Quarterly, 28, 1
(otoño de 1974), págs. 13-22.