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El kilogramo es la unidad en la que se mide la masa de los cuerpos y tiene su origen en el sistema
métrico decimal, que fue desarrollado en Francia, en el siglo XVIII. El sistema métrico se ideó
con el fin de evitar confusiones y disputas por el uso de diferentes unidades de medida,
principalmente en la compra y venta de mercancías o la recaudación de impuestos.
Con el fin de evitar estos conflictos y promover la aceptación universal de un nuevo sistema de
medidas, los científicos franceses idearon un sistema que estuviera basado en la naturaleza. En
primer lugar, la Academia Francesa de Ciencias definió el metro en 1791 como la
diezmillonésima parte de un cuadrante del meridiano terrestre. En otras palabras, la distancia
del polo norte al ecuador sería de diez mil kilómetros. Tomando al metro como referencia, fue
posible definir el kilogramo como la masa de un decímetro cúbico de agua, en ciertas
condiciones de temperatura y presión atmosférica, el cual resultaba un tamaño práctico para
aplicaciones comerciales.
Foto: Gobierno de los EUA, dominio público © Musée des arts et métiers-Cnam, Paris
Figura 1. La medición del meridiano terrestre dio como resultado el prototipo del metro.
El siguiente paso, después de fabricar el prototipo del metro, era materializar la definición del
decímetro cúbico de agua. Sin embargo, un litro de agua no es una forma confiable de mantener
un patrón de medida pues el agua se evapora y se puede derramar, entre otros inconvenientes.
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Por lo tanto, se fabricó un cilindro de platino que tuviera una masa lo más cercana a la de un
decímetro cúbico de agua, y el 22 de junio de 1799 la Asamblea Francesa lo declaró como el
patrón universal del kilogramo. Desde entonces, a este patrón se le llamó “El kilogramo de los
Archivos” y al prototipo del metro “El Metro de los Archivos” porque se le confió su conservación
al Archivo Nacional de Francia. Actualmente, ambos se preservan por su valor histórico en el
Museo de Artes y Oficios, en París.
1 dm
1L
Figura 2. El kilogramo de los Archivos fue definido como la masa de un decímetro cúbico de
agua en condiciones establecidas de presión y temperatura.
Este movimiento culminó el 20 de mayo de 1875, cuando diecisiete países organizaron una
convención en París y firmaron el Tratado del Metro, en el que se acordó desarrollar nuevos y
más estables patrones del metro y del kilogramo, que serían aceptados por todos los países
firmantes. Este Tratado creó la Oficina Internacional de Pesas y Medidas (BIPM, por sus siglas en
francés), con la misión de conservarlos y ponerlos a la disposición de los laboratorios nacionales
de los países signatarios. El BIPM fue alojado en un sitio que donó el gobierno francés, cerca de
París, y es ahí donde se reúnen las organizaciones que coordinan las actividades de la metrología
internacional.
En el Tratado del Metro se estableció que el BIPM está coordinado por el Comité Internacional
de Pesas y Medidas (CIPM), conformado por dieciocho personas, todos de diferentes países
signatarios del Tratado. Adicionalmente, se instauró la Conferencia General de Pesas y Medidas
(CGPM) como el órgano de mayor jerarquía, el cual reúne cada cuatro años a los delegados de
los estados miembros y aprueba las propuestas del CIPM. Es común designar a este conjunto de
organizaciones de manera genérica como “el BIPM”.
Actualmente, el BIPM coordina no solamente las unidades de masa y longitud sino todas las
unidades del Sistema Internacional de Unidades (SI), que es la designación aceptada desde 1960
para el sistema de unidades actual, que se originó en el sistema métrico decimal.
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Poco después de la firma del Tratado del Metro, el comité de expertos encargado de fabricar los
nuevos patrones de masa y longitud decidió que se utilizaría una aleación de 90 % platino y 10
% iridio, por ser un material altamente estable ante cambios de temperatura. La construcción de
los patrones culminó en 1889 con la entrega al BIPM del Prototipo Internacional del kilogramo
y del Prototipo Internacional del metro. El primero hasta la fecha representa la definición de
la unidad de masa y el segundo ha sido sustituido por una definición en términos de la velocidad
de la luz, por lo que ya es un artefacto histórico.
Figura 3. El BIPM tiene su sede en el Pabellón de Breteuil, en Sevres, cerca de París, Francia.
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¿Qué problemas existen con el Prototipo Internacional del kilogramo
Cuando se fabricó este prototipo también se elaboraron 40 copias empleando el mismo lingote
de platino-iridio, que fueron distribuidas entre los laboratorios nacionales de los países
signatarios del Tratado. Estas copias han sido comparadas con el Prototipo Internacional cada 40
años y los resultados muestran que la mayor parte de ellas aumenta su masa en comparación con
el Prototipo Internacional, como se puede observar en la figura 5.
En esta figura, la escala vertical representa la diferencia con respecto a la masa del Prototipo
Internacional que, por definición, siempre es un kilogramo. Sin embargo, la tendencia que
muestran las copias en comparación con el Prototipo Internacional demuestra que estos objetos
aumentan su masa con el tiempo, posiblemente por la contaminación y por la adsorción de gases.
Por lo tanto, la conclusión más lógica es que el prototipo internacional también ha aumentado
ligeramente su masa en sus más de 120 años de vida. El aumento es pequeño, tal vez del orden
de un microgramo por año, pero esa diferencia es suficiente para afectar algunas de las
mediciones más exactas que se requieren en aplicaciones de la ciencia y la tecnología modernas.
Por esta razón, la comunidad metrológica ha considerado urgente la redefinición de esta unidad
en términos de otra referencia más estable.
Copias
oficiales
Cambio de masa en g
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¿Qué se está haciendo para resolver este problema?
Un ejemplo de lo que se busca como referencia es la definición actual del metro. Como ya se
mencionó, a raíz del Tratado del Metro se fabricó un Prototipo Internacional del metro, elaborado
en platino-iridio, que fue depositado en el BIPM y fungió como definición de esta unidad hasta
1960. En ese año, la definición del metro se modificó para referirlo a un cierto número de
longitudes de onda de la luz que emite una lámpara de kriptón. Posteriormente, en 1983, el metro
se redefinió nuevamente como la distancia que recorre la luz en el vacío, en aproximadamente
un 300 millonésimo de segundo. Esta definición tiene grandes ventajas pues, hasta donde
sabemos, la velocidad de la luz en el vacío es la misma en todo el universo y no cambia con el
tiempo.
La definición del metro en términos de la velocidad de la luz solo es posible porque se desarrolló
la tecnología necesaria para implementar sistemas de medición que utilizan a la luz como
referencia. En realidad, estos sistemas, basados en láseres, representan la manera más exacta
de medir longitudes que se conoce. Hasta hace algunos años, no existía un método equivalente
para relacionar con suficiente exactitud una constante fundamental de la naturaleza con la masa.
Esta situación cambió con el desarrollo de la balanza de Kibble, por parte del científico inglés
Brian Kibble, en 1975. Esta balanza se conoció con el nombre de “balanza de watt” hasta 2016,
fecha en la que el Comité Consultivo de Unidades decidió nombrarla “balanza de Kibble”, en
honor a su inventor. En los últimos quince años se ha desarrollado un segundo método, llamado
“densidad de cristales por rayos X”, que promete resultados al mismo nivel que la balanza de
Kibble. Los principios en los que se basan ambos métodos serán presentados en las secciones
siguientes.
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La Balanza de Kibble
Antes de explicar qué es la balanza de Kibble es conveniente revisar algunos conceptos de
electromagnetismo.
V v
B B
Longitud de la bobina = L
= (1)
Fe
I
B I
B
Longitud de la bobina = L
Figura 7, Generación de una fuerza electromagnética en una bobina por la que circula una
corriente eléctrica, en presencia de un campo magnético.
Alternativamente, si se hace pasar una corriente, I, por la misma bobina en condiciones estáticas,
en presencia del mismo campo magnético, B, se genera una fuerza, , como se muestra en la
figura 7, que se puede expresar de la siguiente manera:
= (2)
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Las ecuaciones (1) y (2) nos permitirán comprender el funcionamiento de la balanza de Kibble,
que se describe en la siguiente sección.
La forma en que se opera la balanza de Kibble permite eliminar la necesidad de contar con un
campo magnético perfectamente uniforme, B, que en la práctica es extremadamente difícil de
obtener. Como se demostrará en los párrafos siguientes, el producto BL se puede eliminar
empleando las ecuaciones (1) y (2), con el fin de expresar la fuerza electromagnética en términos
de variables que pueden medirse con una alta exactitud.
v
Ba
Va
Ia
+ -
B Fe
L
V = BLv
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Fm = mg
m
B
V’
L, R’ I’ + -
Fe = I’BL
Una vez realizada esta operación, la balanza de Kibble se opera como se muestra en la figura 9.
A este modo de funcionamiento se le llama “modo de pesado”, pues se genera una fuerza
electromagnética suficiente para sostener el peso, mg, de una masa de prueba. La bobina auxiliar
en el lado derecho de la balanza está inactiva. Para mayor claridad en la figura, se omite la
representación del componente que genera el campo magnético en el lado izquierdo de la
balanza. Al aplicar una tensión eléctrica a la bobina, V’, ésta genera una fuerza vertical suficiente
para sostener la masa de prueba, m es decir,
= ⇒ = ′ (4)
Dado que en ambos modos de operación el producto BL se refiere a la misma bobina, es posible
utilizar la ecuación (1) para definir = ⁄ y sustituir esta expresión en (4):
= ′ (5)
= (6)
Los términos del lado izquierdo de la igualdad representan la potencia mecánica y los del lado
derecho la potencia eléctrica. La unidad de potencia en el SI es el watt y, por esta razón, a la
“balanza de Kibble” en un inicio se le dio el nombre de “balanza de watt”.
La exactitud con la que se puede calcular la masa, si la despejamos a partir de la ecuación (6),
depende de la posibilidad de estimar las otras variables con una incertidumbre muy pequeña.
La aceleración local de la gravedad, g, y la velocidad de la bobina, v, pueden medirse con muy
buena exactitud empleando la tecnología actual. Las tensiones, V y V’, así como la resistencia
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eléctrica, R’, pueden medirse empleando los efectos Josephson y Hall cuantizado,
respectivamente, que son sistemas basados en dispositivos superconductores y
semiconductores con alta repetibilidad y con la mejor exactitud disponible actualmente. Una
forma simplificada de las expresiones que describen estas variables es la siguiente:
= ℎ
(7)
= ℎ
=ℎ (8)
= = (9)
o, resolviendo para m,
= (10)
donde = ⁄ .
Esta ecuación es una de las dos formas que se están considerando actualmente como candidatos
para redefinir al kilogramo, en términos de la constante de Planck.
A pesar de que el uso de la balanza de Kibble con la ecuación (10) no permite obtener la exactitud
necesaria para igualar la que se obtiene con la transferencia tradicional del Prototipo
Internacional, se ha propuesto una ruta para redefinir al kilogramo, que permitirá reducir la
incertidumbre, no solo de la ecuación (10), sino de muchas otras que emplean a la constante de
Planck.
2 Las ondas electromagnéticas son mejor conocidas por otros nombres, dependiendo de su
frecuencia, como ondas de radio, televisión, microondas, luz visible, rayos X y algunos otros.
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En primer lugar, despejamos h de la ecuación (10),
ℎ= (11)
A partir de esta ecuación podemos apreciar que los experimentos con la balanza de Kibble se
pueden utilizar para estimar el valor de la constante de Planck, si usamos masas con muy baja
incertidumbre. Una vez que se logre obtener un resultado con una incertidumbre
suficientemente baja, se fijará el valor de h y se declarará como una constante conocida en forma
exacta. Posteriormente, la masa de un cuerpo que se pese con la balanza de Kibble podrá
obtenerse con la ecuación (10), con una incertidumbre suficientemente baja para satisfacer las
necesidades de la ciencia y la tecnología actuales.
En este experimento el objeto se fabricó utilizando silicio, pues es un material que se puede
obtener con una gran pureza y además presenta una forma cristalina que, como veremos más
adelante, es determinante para estimar el número de átomos.
Para lograr la pureza requerida, fue necesario tomar en cuenta que en la naturaleza los elementos
se pueden encontrar con masas atómicas ligeramente diferentes. Recordemos que un elemento
en particular se caracteriza porque sus átomos tienen un cierto número de protones en su núcleo.
Sin embargo, átomos del mismo elemento pueden tener un número variable de neutrones y a
cada combinación de protones y neutrones se le llama “isótopo”. Por ejemplo, el silicio cuenta
con 14 protones y la mayor parte del silicio natural también tiene 14 neutrones. A este isótopo se
le llama “silicio 28” y su utiliza el símbolo 28Si. Sin embargo, también existe una proporción no
despreciable de 29Si y 30Si, que son isótopos con 15 y 16 neutrones, respectivamente. Por lo tanto,
el primer paso fue separar estos isótopos de la materia prima empleada en el proyecto, hasta
lograr una pureza de 99.99 % en 28Si. Este proceso de separación fue una de las tareas más
laboriosas, que tomó cerca de dos años en laboratorios de la Federación Rusa.
El siguiente paso fue fabricar la masa de prueba con este material de gran pureza. Primeramente,
se fabricó un lingote cristalino, empleando las técnicas desarrolladas en la industria de
semiconductores, que permiten minimizar dislocaciones y vacíos en el cristal.
Para la manufactura del objeto se eligió la forma esférica pues es la que tiene una menor relación
entre la superficie expuesta al exterior y el volumen que ocupa. Es importante minimizar la
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superficie expuesta pues en ésta se pueden depositar contaminantes que modificarían la masa
de la esfera. También se tomó en cuenta que las esferas no tienen aristas, las cuales podrían
dañarse accidentalmente. El crecimiento del lingote cristalino y la fabricación de la esfera casi
perfecta han podido realizarse en laboratorios de Alemania.
En este punto el experimento está listo para realizar dos pasos adicionales, igualmente complejos
que la fabricación de la esfera: a) estimar la masa de un átomo de silicio y b) estimar el número
de átomos en la esfera.
Los átomos son tan pequeños que no es factible medir con exactitud su masa directamente. Lo
que sí se puede lograr con alta exactitud es medir la relación entre la masa de dos tipos de
partículas. Esto se lleva a cabo al observar la frecuencia con la que giran en pequeños
aceleradores, llamados trampas de Penning, en los que se coloca una cierta cantidad del material
que se desea caracterizar, por ejemplo átomos de 28Si o electrones libres. En la trampa existen
campos magnéticos que hacen girar a las partículas en una pequeña trayectoria elíptica. La
frecuencia a la que giran depende de su masa y de la intensidad de los campos magnéticos que
las impulsan. Entonces, si comparamos las frecuencias con las que giran dos tipos de partículas,
en experimentos sucesivos empleando la misma trampa de Penning, podremos obtener la
relación entre sus masas con gran exactitud pues los campos magnéticos serían prácticamente
los mismos, suponiendo que la trampa es estable.
Con esta técnica se han obtenido valores de masas relativas, Ar, con muy buena exactitud, que
han permitido perfeccionar los valores que los químicos empezaron a obtener por otras técnicas
desde hace más de doscientos años. El valor de la unidad de masa atómica, u, es muy cercano
(pero no exactamente igual) a la masa de un protón, y se define exactamente como =
( )⁄12, es decir, un doceavo de la masa del átomo de carbono 12.
Ejemplos de masas atómicas relativas son ( ) = 12, que es un valor exacto por definición, o
( ) = 27.976 927 1(7) , donde el (7) representa la incertidumbre en el último dígito. La
relación entre las masas de dos átomos o partículas es igual a la relación entre sus masas atómicas
relativas, por ejemplo,
( )
= ( )
(12)
La masa atómica y la masa atómica relativa son dos representaciones de la misma masa en
unidades diferentes. Por ejemplo, ( ) es la masa del electrón en kilogramos (≈ 9.1082 x 10-31
kg), mientras que ( ) es la misma masa en unidades de masa atómica (≈ 5.4858 x 10-4 u). La
referencia para el primer valor es el Prototipo Internacional del kilogramo y la referencia para el
segundo es la masa de un átomo de carbono 12.
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Afortunadamente, la masa del electrón se conoce con una incertidumbre muy pequeña, gracias
a que es uno de los parámetros de la ecuación que define la longitud de onda de las radiaciones
electromagnéticas que emiten los cuerpos. A partir de una forma simplificada de esta ecuación,
se puede expresar la masa del electrón como,
( )= ℎ (13)
donde R es un parámetro que agrupa variables que se conocen de manera exacta o que pueden
medirse con excelente exactitud, y h es la constante de Planck.
A partir de las ecuaciones (12) y (13) se puede obtener la siguiente expresión para la masa del
átomo de silicio:
( )= ℎ (14)
( )
Un cuerpo con estructura cristalina tiene la propiedad de que sus átomos están ordenados en
celdas con un tamaño definido, que se repiten uniformemente en el cristal. Por lo tanto, podemos
postular que el número de celdas que contiene es igual a la relación entre el volumen total de
dicho cuerpo y el volumen de una celda.
Las celdas del cristal de silicio tienen una estructura cúbica, por lo que su volumen se puede
calcular como la longitud de una de sus aristas elevada al cubo. Ha sido posible medir esta
distancia empleando la técnica de difracción de rayos X3, de donde se explica que el nombre
que se le ha dado a este experimento para medir la masa es “densidad de cristales por rayos X”.
Por su parte, el volumen de la esfera de silicio se mide empleando interferometría láser, una
técnica que aprovecha la interferencia que producen dos haces láser que inciden en el mismo
punto después de recorrer trayectorias con longitudes diferentes. Esta técnica permite medir
longitudes con una exactitud de una fracción de la longitud de onda del láser empleado. Por
ejemplo, un láser rojo tiene una longitud de onda de 633 nanómetros (millonésimas de milímetro)
y si se emplea en mediciones interferométricas se pueden medir distancias con una exactitud de
algunos cientos de nanómetros.
Las mediciones de las esferas de silicio realizadas en el PTB 4 , de Alemania, han permitido
comprobar que su esfericidad, es decir, la diferencia entre sus diámetros en cualquier dirección,
3El fenómeno de difracción ocurre debido a la dispersión que presentan los rayos X al transitar
a través de una estructura cristalina. Los haces resultantes producen imágenes con patrones
regulares, que proporcionan información sobre la estructura del cristal.
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es menor a 40 nanómetros, y han podido medir su volumen con una incertidumbre de 2 partes
en cien millones.
Tomando en consideración que cada celda contiene ocho átomos, el número de átomos de silicio,
N, en la esfera, se puede determinar como:
=8∙ (15)
= ( ) (16)
( 28 )
= ℎ
( )
(17)
En esta expresión simplificada se han omitido términos que corrigen el valor de masa por efectos
debidos a la deposición de materiales diferentes al silicio puro en la superficie de la esfera y por
estimaciones de defectos en la estructura cristalina.
A partir de esta ecuación también se puede obtener una estimación de la constante de Planck, si
medimos la masa de la esfera de silicio con métodos tradicionales con la mejor exactitud. Por lo
tanto, una segunda forma de calcular la constante de Planck, que puede verificar los valores que
se obtengan con la ecuación (11) es
ℎ= 28 (18)
( )
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Una vez que se redefina el kilogramo en términos de la constante de Plack, este valor quedaría
fijo y sin incertidumbre, por lo que la ecuación (17) será un método para determinar la masa de
un objeto (por ejemplo, la masa de un monocristal de silicio) con una exactitud similar a la que
se podría alcanzar con la balanza de Kibble.
El kilogramo, símbolo kg, es la unidad de masa del Sistema Internacional. Se define considerando
que el valor numérico fijo de la constante de Planck es 6.626 0X ×10 –34, cuando se expresa en las
unidades J ∙ s (joules por segundo), que son equivalentes a kg ∙ m /s.
La “X” después del número 6.626 0 representa los dígitos que completarán el valor de h, en
cuanto se cuente con los resultados de todos los experimentos que se reporten antes del 1° de
julio de 2017.
Esta definición ofrece una referencia muy precisa pues el valor de la constante de Planck se
considera una constante fundamental de la naturaleza. Es decir, de acuerdo al conocimiento
científico actual, h tiene el mismo valor en cualquier lugar del universo y ese valor es constante.
= (10)
( 28 )
= ℎ
( )
(17)
En ambos casos, la incertidumbre de las variables involucradas es muy pequeña y, por supuesto,
la de h será cero, una vez que se fije su valor.
No. Es importante distinguir entre el concepto de “qué tan grande es la constante de Planck” y
el “valor numérico de la constante de Planck”. El primero es una propiedad inherente de la
naturaleza que no depende de las unidades en las que se mida. Por otro lado, su valor numérico
sí depende de las unidades en las que se exprese y al fijar un valor numérico exacto se determina
el tamaño de dichas unidades.
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Conviene comparar este concepto con el caso de la definición del metro, pues la longitud es una
magnitud con la que estamos familiarizados. En 1983 se definió que el metro es la distancia que
recorre la luz en el vacío en una fracción 1/299 792 458 segundos, lo cual fijó convencionalmente
el valor de la velocidad de la luz en 299 792 458 m/s. Esto no quiere decir que se estableció
arbitrariamente qué tan rápido viaja la luz. Por supuesto, la luz sigue viajando a la misma
velocidad antes y después de esta definición ya que es una de las constantes fundamentales de
la naturaleza. Lo que se hizo fue tomar la velocidad de la luz como referencia para definir el metro,
por lo que, mientras no haya evidencia de que la velocidad de la luz cambie con el tiempo,
tendremos la confianza de que esa referencia estará disponible en todo tiempo y en todo lugar,
cada vez que se requiera para asegurar la exactitud de las mediciones de longitud.
De acuerdo a los modelos actuales de la física, la velocidad de la luz y la constante de Planck son
constantes en el tiempo y en el espacio, lo cual convierte a ambas en referencias ideales para
definir al metro y al kilogramo, respectivamente.
La definición del kilogramo en términos de la constante de Planck nos llevará a una situación más
favorable que la actual, pues el Prototipo Internacional ha demostrado ser una referencia
variable, que seguramente es diferente a aquél que se definió en 1889.
El Comité Consultivo para la Masa y las magnitudes relacionadas, CCM, uno de los comités que
asesoran al CIPM, ha establecido las siguientes condiciones antes de proceder a la redefinición
del kilogramo:
Los resultados obtenidos a la fecha por los experimentos con balanzas de Kibble y por XRCD
permiten tener confianza en que se cumplirán las condiciones establecidas por el CCM. Varios
laboratorios más están realizando nuevos experimentos para reforzar los ya reportados, de
manera que el mundo de la metrología espera con confianza que en la próxima Conferencia
General de Pesas y Medidas, en octubre de 2018, se anunciará la redefinición del kilogramo.
5Es decir, con patrones de masa referidos, a través de una serie ininterrumpida de calibraciones,
al Prototipo Internacional, con una incertidumbre declarada.
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¿Qué implicaciones tendrá la redefinición del kilogramo?
Es importante enfatizar que el “tamaño” del kilogramo no se cambiará con la nueva definición.
El día en que se realice el cambio, la masa del Prototipo Internacional será exactamente 1
kilogramo, aunque se le asignará una pequeña incertidumbre, calculada a partir de las
incertidumbres de los experimentos que se consideren en la definición del valor de h.
Otro cambio importante será en las rutas que podrán seguir los institutos nacionales de
metrología, como el CENAM en México, para referir sus patrones nacionales (en términos
técnicos, “obtener trazabilidad”) a la definición del kilogramo.
Actualmente, la única ruta disponible es calibrar sus patrones con trazabilidad al Prototipo
Internacional, ya sea enviándolos directamente al BIPM o a un instituto que cuente con patrones
calibrados por el BIPM.
Los institutos nacionales de metrología deberán elegir la ruta más conveniente en cada caso para
mantener la trazabilidad en masa, tomando en consideración las necesidades de sus usuarios de
servicios de calibración. En cualquier caso, las opciones serán más diversas que en la actualidad.
Agradecimientos
El autor agradece a Esther Castro, Luis Omar Becerra, Luis Manuel Peña, Felipe Hernández,
David Avilés y Daniel Cárdenas por sus comentarios, correcciones e invaluables sugerencias
durante el desarrollo de este documento.
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