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54 Procesal Civil

El arbitraje

tema

54 el arbitraje

I. EL ARBITRAJE: CONCEPTO Y CLASES DE ARBITRAJE


1. Concepto y regulación
Concepto; fundamento; regulación; inspiración de la Ley de Arbitraje.
2. Naturaleza
a) Teorías contractualistas
b) Teorías jurisdiccionalistas
c) Postura intermedia: órbita del Dº Jurisdiccional, pero: no acción, no
proceso, solo declaración, no excluye la intervención de la jurisdic-
ción.
3. Clases de arbitraje
a) De Derecho y de equidad
b) Individual e institucional
c) Ritual o irritual
d) General y especiales
e) Interno e internacional
f) Nacional y extranjero
g) Convencional o testamentario
h) Estatutario

II. ÁMBITO DEL ARBITRAJE


A) Ámbito territorial
B) Ámbito objetivo
a) Delimitación positiva y supletoriedad del arbitraje
b) Delimitación negativa (no disposición; cosa juzgada; falta de capaci-
dad; laboral)

III. EL CONVENIO ARBITRAL


1. Concepto
2. Requisitos
a) Capacidad para obligarse y, en su caso, para testar
b) Forma escrita; modalidades
c) Expresión del consentimiento
3. Contenido
a) Identificación de las partes y delimitación de la controversia: hechos
futuros; determinación de la concreta relación jurídica
b) Designación del árbitro y reglas de procedimiento: en convenio o en
pacto complementario
c) Otras materias
4. Efectos
a) Positivo: obligatoriedad (la inactividad de las partes no impide ni sus-
pende el arbitraje, pero produce efecto preclusivo)
b) Negativo: exclusión de los órganos jurisdiccionales
c) Cesación: renuncia expresa o tácita
José Flors Matíes Esquema 54

IV. LOS ÁRBITROS


a) Capacidad: ejercicio ds.civiles; corporaciones y asociaciones
b) Incompatibilidades y prohibiciones
c) Designación: número; procedimiento: por las partes o art. 15.
d) Abstención y recusación: causas; procedimiento
e) Aceptación: 15 días.
f) Remoción: causas; procedimiento
g) Derechos (honorarios y gastos) y deberes (cumplimiento del encargo)

V. EL NOMBRAMIENTO JUDICIAL DE ARBITROS


a) Procedencia: falta de acuerdo; imposibilidad
b) Competencia: Sala Civil y Penal TSJ del lugar del arbitraje, fueros subsi-
diarios.
c) Tramitación: juicio verbal, sorteo.

VI. LAS MEDIDAS CAUTELARES


a) Competencia: durante el proceso; antes; juez competente
b) Régimen jurídico: Por los árbitros, medidas, laudo parcial, ejecución. Por
el juez, LEC.

VII. EL PROCEDIMIENTO ARBITRAL


A) Principios del proceso
B) Actos procesales
a) Determinación del procedimiento
b) Lugar e idioma
c) Forma de las actuaciones
d) Actos de comunicación
e) Plazos
C) Desarrollo del procedimiento
a) Fase alegatoria
b) Efectos de la inactividad de las partes
c) Fase de prueba
d) Posible fase de conclusiones

VIII. EL LAUDO
A) Clases
B) Requisitos
1) De forma
2) De contenido
3) Plazo
C) Pronunciamientos
D) Efectos

IX. ANULACIÓN Y REVISIÓN


A) La acción de anulación
a) Concepto y naturaleza
b) Motivos
c) Competencia
d) Plazo de interposición
e) Procedimiento
B) El juicio de revisión
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EL ARBITRAJE
El arbitraje. Concepto y clases de arbitraje. Ámbito del arbitraje. El conve-
nio arbitral. Los árbitros. El nombramiento judicial de árbitros. Las medi-
das cautelares. El procedimiento arbitral. El laudo: Anulación y revisión.

I. EL ARBITRAJE: CONCEPTO Y CLASES DE


ARBITRAJE

1. Concepto y regulación
Para la resolución de los conflictos privados que afecten a materias disponibles,
el principio de autonomía de la voluntad permite a las partes elegir fórmulas de
heterocomposición distintas de las que brinda el Estado a través de los órganos que
tienen atribuida la potestad jurisdiccional, y someter sus diferencias a la decisión de
un particular que les ofrezca garantías de imparcialidad y objetividad.
El arbitraje puede definirse como la institución jurídica por virtud de la cual una
tercera persona nombrada por convenio entre las partes, o por un tercero, resuelve
con base en una potestad específicamente conferida el conflicto de intereses que les
afecta, siempre que la materia sea de su libre disposición.
La Ley de Arbitraje 60/2003, de 23 de diciembre, dispone en su art. 2º que “son sus-
ceptibles de arbitraje las controversias sobre materias de libre disposición conforme
a derecho”, con lo que se evidencia que el fundamento de la institución radica en el
ejercicio de la libertad de las partes respecto de aquello que para ellas es disponible.
Las ventajas teóricas del arbitraje (confianza en la persona que ha de resolver el
conflicto, especialización del árbitro, mayor discreción y sencillez procedimental, ra-
pidez, etc.), motivaron la Recomendación 12/86 del Comité de Ministros del Consejo
de Europa por la que se instaba a los Gobiernos de los países comunitarios a poten-
ciar la institución adoptando las medidas necesarias para que pudiera convertirse en
“una alternativa más accesible y más eficaz a la acción judicial”. Con esa vocación se
promulgó la anterior Ley de Arbitraje (Ley 36/1988, de 5 de diciembre) y a la misma
finalidad responde la ley vigente, aunque con la misma se pretende dar un salto cua-
litativo (según se manifiesta en la Exposición de Motivos) al basar el régimen jurídico
del arbitraje en la Ley Modelo elaborada por la Comisión de las Naciones Unidas para
el Derecho Mercantil Internacional, de 21 de junio de 1985 (Ley Modelo UNCITRAL),
recomendada por la Asamblea General en su resolución 40/72, de 11 de diciembre
de 1985. Se han tenido en cuenta, en definitiva, sobre la base de un compromiso
entre las tradiciones jurídicas europeo-continental y anglosajona, las exigencias de
uniformidad procesal en materia arbitral y las necesidades de la práctica del arbitra-
je comercial internacional. El texto inicial de la Ley ha sido modificado por la Ley
11/2011, de 20 de mayo, de reforma de la Ley de Arbitraje y de regulación del arbi-
traje institucional en la Administración General del Estado, con la que se pretende
contribuir al fomento de los medios alternativos a la solución de conflictos.
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2. Naturaleza
a) Teorías contractualistas: La postura clásica (Chiovenda, Guasp, Herce) atribuyó
al arbitraje la naturaleza de un simple contrato privado, considerándolo como una
manifestación del poder de disposición de las partes sobre sus relaciones jurídicas,
de modo que la intervención del tercero se justifica por la autonomía de la voluntad
de aquéllas, que así lo deciden.
b) Teorías jurisdiccionalistas: Otros autores (Carreras, Fenech, Ramos, Serra) han
equiparado el arbitraje a la jurisdicción, basándose en que la concurrencia de los tres
elementos de la relación procesal (las partes, el litigio y el tercero que “ius dicit”),
así como la semejanza entre las funciones del árbitro y las del juez, y la similitud de
los efectos del laudo y de la sentencia, ponen de relieve la existencia en el arbitraje
tanto de un “iudicium inter partes” como de cosa juzgada; es más, en el arbitraje de
equidad, en el que se prescinde de la norma jurídica, se dice que “solo queda el dato
del juicio en su propia desnudez” (Ramos).
c) Postura intermedia: Como en tantas otras cuestiones controvertidas, la relativa
a la naturaleza del arbitraje se ha tratado de explicar desde una postura intermedia
(Carnelutti, Prieto Castro, Gómez Colomer). Para este último autor la institución per-
tenece indudablemente a la órbita de lo que hoy se denomina Derecho Jurisdiccio-
nal, pero debe tenerse en cuenta lo siguiente:
1) Que no cabe hablar de “acción” entendida como derecho de acceso al órgano
arbitral.
2) Tampoco cabe hablar propiamente de “proceso” arbitral, pues ni el órgano de-
cisor está determinado por el Estado, ni el cauce instrumental o procedimiento está
preconstituido legalmente, sino que se regirá por la voluntad de las partes, o por las
normas de la institución a la que se haya encomendado la decisión, o por acuerdo
de los árbitros, siempre que se respeten ciertos principios mínimos de audiencia,
contradicción e igualdad.
3) Los árbitros se limitan a declarar el derecho, nunca a ejecutarlo.
4) El arbitraje no excluye la intervención de la jurisdicción, pues es el órgano juris-
diccional el que formaliza en ocasiones el arbitraje (art. 8.1 LArb), el que conoce de
la impugnación por nulidad del laudo (art. 8.5 LArb) y el que lo ejecuta forzosamente
(art. 8.4 LArb).
Esta postura intermedia se sustenta, además (como pone de manifiesto Barona), en la
configuración que el TC ha efectuado de la institución, denominándola equivalente jurisdiccio-
nal, parajurisdiccional o cuasijurisdiccional (ATC 259/1993, SSTC 288/1993 y 174/1995).

3. Clases de arbitraje
Atendida la forma y las manifestaciones de la institución arbitral, suelen distinguir-
se estas clases de arbitraje:
a) De derecho y de equidad: En el primero el árbitro debe aplicar la legislación
vigente para decidir la cuestión; en el segundo, debe resolverla según su leal saber
y entender. La elección corresponde a las partes, y tradicionalmente se entendió
que en el caso de que las mismas no optaran expresamente por el de derecho, los
árbitros resolverían en equidad (salvo que se hubiere encomendado el arbitraje a
una corporación o asociación, es cuyo caso se debería estar a lo que resultara de su
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reglamento). La vigente Ley de Arbitraje establece el sistema opuesto, de manera que


“los árbitros sólo decidirán en equidad si las partes les han autorizado expresamente
para ello” (art. 34.1).
b) Individual (o ad hoc) e institucional: En el primero de ellos las partes organizan
el arbitraje y designan al árbitro en atención a las específicas circunstancias del caso,
mientras que en el segundo lo confían a una institución especializada y permanente
que se ocupa tanto de la organización del arbitraje como de la designación de los
árbitros con arreglo a su reglamento. En este sentido el art. 14 LArb dispone que las
partes pueden encomendar la administración del arbitraje y la designación de los
árbitros, de acuerdo con su reglamento, a: 1) Corporaciones de Derecho Público que
puedan desempeñar funciones arbitrales según sus normas reguladoras, y en particu-
lar el Tribunal de Defensa de la Competencia, y 2) Asociaciones y entidades sin ánimo
de lucro en cuyos estatutos se prevean funciones arbitrales.
En el ámbito de la Administración General del Estado, la Ley 11/2011, de reforma
de la Ley de Arbitraje y de regulación del arbitraje institucional en la Administración
General del Estado, regula un cauce procedimental de carácter ordinario e institucio-
nal para resolver los conflictos internos entre la Administración General del Estado
y sus Entes instrumentales que constituyan una controversia jurídica relevante, sin
que pueda acudirse a la vía administrativa ni jurisdiccional para resolver estas con-
troversias (D.A. Única).
La resolución de estos conflictos se atribuye a una Comisión Delegada para la Resolución
de Controversias (cuya presidencia se otorga al Ministro de la Presidencia, siendo miembros
natos el Ministro de Economía y Hacienda y el Ministro de Justicia) que dictará resolución es-
tableciendo de forma vinculante las medidas que cada una de las partes deberá adoptar para
solucionar la controversia, no siendo recurrible dicha resolución ante los Tribunales de Justi-
cia. Este procedimiento será, asimismo, aplicable a las controversias jurídicas que se susciten
entre las sociedades mercantiles estatales y las fundaciones del sector público estatal con su
Ministerio de tutela, la Dirección General de Patrimonio o los organismos o entidades públicas
que ostenten la totalidad del capital social o dotación de aquellas, salvo que se establezcan
mecanismos internos de resolución de controversias.

c) Formal y no formal: Se distingue entre formal (o ritual) y no formal (o irritual),


según que se ajuste o no a las prescripciones de la Ley Arbitral. Sólo el primero, el
sometido a la ley, será verdadero arbitraje. Para que el arbitraje sea válido y eficaz en
cuanto tal, deberá ajustarse a las prescripciones de la Ley. Cuando en forma distinta
de la prescrita en ella dos o más personas pacten la intervención dirimente de un ter-
cero, se estará ante un convenio cuya fuerza vinculante será la de un contrato, pero
lo decidido por el tercero no producirá cosa juzgada ni tendrá fuerza ejecutiva.
d) General y especiales: El arbitraje general es el que se somete a la Ley 60/2003,
y los arbitrajes especiales los que son objeto de regulación singular en otras leyes,
siendo en todo caso la LArb de aplicación supletoria (art. 1.3).
e) Interno e internacional: Conforme al art. 3 LArb el arbitraje tendrá carácter in-
ternacional cuando: 1) En el momento de celebración del convenio las partes tengan
sus domicilios en Estados diferentes; 2) El lugar del arbitraje, el lugar de cumplimien-
to de una parte sustancial de las obligaciones de la relación jurídica de la que dima-
ne la controversia o el lugar con el que ésta tenga una relación más estrecha, esté
situado fuera del Estado en que las partes tengan sus domicilios; o 3) La relación ju-
rídica de la que dimane la controversia afecte a intereses del comercio internacional.
En caso contrario (es decir, si el domicilio de las partes, el lugar del arbitraje, el del
cumplimiento y de la relación, se encuentran en España y la controversia no afecta a
intereses del comercio internacional), el arbitraje será interno.
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f) Nacional y extranjero: Desde otro punto de vista y en atención a la necesidad


de reconocimiento para su ejecución en España, el art. 46 LArb establece que “se
entiende por laudo extranjero el pronunciado fuera del territorio español”.
g) Convencional y testamentario: Por razón de su origen puede ser el arbitraje
convencional o testamentario, siendo este último el que se instituye por disposición
testamentaria para solucionar diferencias entre herederos no forzosos o legatarios
por cuestiones relativas a la distribución o administración de la herencia (art. 10).
h) Arbitraje estatutario: El art. 11 bis de la LArb (introducido por la Ley 11/2011)
dispone que las sociedades de capital podrán establecer en los estatutos sociales una
cláusula de sumisión a arbitraje para resolver los conflictos que en ellas se planteen.
La introducción de esa cláusula de sumisión a arbitraje requerirá el voto favorable
de, al menos, dos tercios de los votos correspondientes a las acciones o a las partici-
paciones en que se divida el capital social. Los estatutos sociales podrán establecer
que la impugnación de los acuerdos sociales por los socios o administradores quede
sometida a la decisión de uno o varios árbitros, encomendándose la administración
del arbitraje y la designación de los árbitros a una institución arbitral.

II. ÁMBITO DEL ARBITRAJE

Distinguiremos el ámbito territorial y el ámbito objetivo de aplicación de la Ley


de Arbitraje.

A) Ámbito territorial
1) La Ley de Arbitraje es aplicable a los arbitrajes cuyo lugar se halle dentro del
territorio español, sean de carácter interno o internacional, y sin perjuicio de lo
establecido en los tratados en los que España sea parte o en leyes que contengan
disposiciones especiales sobre arbitraje (art. 1.1).
2) Las normas contenidas en los apartados 3, 4 y 6 del art. 8, en el art. 9 (salvo el
apartado 2), en los arts. 11 y 13 y en los títulos VIII y IX de la Ley, es decir, las relativas
a medidas cautelares, ejecución forzosa del laudo, exequatur, excepción de sumisión
a arbitraje, forma y contenido del convenio arbitral y capacidad para ser árbitro, serán
aplicables aun cuando el lugar del arbitraje se encuentre fuera de España (art. 2.2).

B) Ámbito objetivo
a) Delimitación positiva y supletoriedad del arbitraje: Pueden someterse a arbi-
traje todas las controversias en materia de Derecho Privado susceptibles de libre
disposición (art. 2), presentes o futuras, es decir, surgidas o por surgir (art. 9.1). El art.
19.1 LEC establece también, en este sentido, que los litigantes están facultados para
disponer del objeto del juicio y podrán someterse a arbitraje excepto cuando la ley
lo prohiba o establezca limitaciones por razones de interés general o en beneficio
de tercero.
Las normas de la LArb se aplican, además, supletoriamente, en lo no previsto por
sus leyes especiales (art. 1.3), a los arbitrajes en materia de Defensa de Consumido-
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res y Usuarios (art. 31 LGDCU), Seguro Privado (art. 34.2 LCS),Transportes Terrestres
(arts. 337 y 38 L. 16/87, de 30 de julio), Propiedad Intelectual (art. 153 LPI), Coope-
rativas (salvo en materia laboral DA 10ª L. 27/99, de 16 de julio) y arrendamientos
urbanos (art. 38.5 LAU de 1994).
b) Delimitación negativa: No podrán ser objeto de arbitraje: 1) Las materias sobre
las que las partes no tengan poder de disposición y las que estén inseparablemente
unidas a ellas (art. 2.1); 2) Las cuestiones sobre las que haya recaído resolución judi-
cial firme y definitiva, salvo en los aspectos derivados de su ejecución; 3) Las cuestio-
nes en que, con arreglo a las Leyes, deba intervenir el Ministerio Fiscal en represen-
tación y defensa de quienes, por carecer de capacidad de obrar o de representación
legal, no pueden actuar por sí mismos; y 4) Los arbitrajes laborales (art. 1.4).

III. EL CONVENIO ARBITRAL

1. Concepto
La base del arbitraje está constituida por el convenio arbitral, de cuya válida con-
clusión y subsistencia dependen la licitud del arbitraje y la eficacia del laudo que se
dicte. Se puede definir como un pacto de naturaleza contractual, bilateral por regla
general, y de contenido procesal, que tiene por finalidad excluir de la jurisdicción
ordinaria el conocimiento de una determinada controversia y someter su resolución
a la decisión de un tercero con los mismos efectos que los de una sentencia firme
(Fernández-Ballesteros).
Excepcionalmente será valido el arbitraje instituido por la sola voluntad del testa-
dor que lo establezca para solucionar las diferencias que puedan surgir entre here-
deros no forzosos o legatarios para cuestiones relativas a la distribución o adminis-
tración de la herencia (art. 10).

2. Requisitos
a) Capacidad: Se exige en las partes la capacidad jurídica y de obrar necesaria para
obligarse y la libre disposición sobre el objeto que deba ser materia del arbitraje.
Respecto del instituido por voluntad del testador será necesaria, obviamente, la ca-
pacidad para testar.
b) Forma: Debe formalizarse por escrito, bien como cláusula incorporada a un
contrato principal, bien por acuerdo independiente del mismo (art. 9.1), pero no
existe rigidez ninguna en cuanto a su plasmación por escrito, pues la Ley lo entien-
de correctamente formalizado no sólo cuando esté consignado en un documento
suscrito por las partes, sino también cuando resulte del intercambio de cartas entre
ellas, o de cualquier otro medio de comunicación o de telecomunicación que deje
constancia documental de la voluntad de las mismas de someterse al arbitraje (art.
9.3). Se considera, asimismo, que hay convenio arbitral cuando en un intercambio de
escritos de demanda y contestación, su existencia sea afirmada por una parte y no
sea negada por la otra (art. 9.5).
En atención a ello se distinguen estas modalidades de formalización del convenio: 1) Como
cláusula incorporada a un contrato o como acuerdo independiente; 2) Convenio por referencia
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o por remisión, que consta en documento separado pero que se entiende incorporado al conte-
nido de otro documento principal; 3) Convenio tácito, derivado de un intercambio de escritos de
demanda y contestación, siendo afirmada su existencia por una parte y no negada por la otra;
4) Convenio arbitral electrónico; 5) Convenio arbitral convenido en contrato de adhesión.

c) Expresión del consentimiento: El convenio arbitral debe expresar la voluntad


inequívoca de las partes de someter la cuestión litigiosa a la decisión de los árbitros
(art. 9.1).
Con objeto de asegurar que dicha voluntad es inequívoca, el art. 9.2 dispone que
si el convenio arbitral se hubiere aceptado dentro de un contrato de adhesión, la
validez de este pacto y su interpretación se regirán por lo dispuesto en las normas
aplicables a ese tipo de contrato.

3. Contenido
a) Identificación de las partes y delimitación de la controversia: Además de la ne-
cesaria mención relativa a la expresión del consentimiento, debe ser contenido nece-
sario del convenio la identificación de las partes y la delimitación de la controversia.
La Ley permite que puedan someterse a arbitraje tanto las cuestiones ya surgidas
como las que puedan surgir en el futuro, pero para evitar cualquier indeterminación
sobre el contenido específico de lo que haya de ser objeto del arbitraje, en todo caso
el convenio arbitral debe estar referido a “una determinada relación jurídica” (art.
9.1), lo cual impide su extensión a todas las controversias que pudieran surgir en el
futuro entre dos personas, y limita su objeto a las que se deriven de una concreta
relación jurídica existente entre ellas, cuya identificación también resulta, por tanto,
necesaria.
b) Designación del árbitro y reglas de procedimiento: El contenido del convenio
puede extenderse a la designación de los árbitros o de la institución a la que se en-
comienda la administración del arbitraje, pero si las partes no hubieran pactado en
el convenio sobre este extremo, pueden hacerlo en cualquier momento posterior,
completando el inicial acuerdo. También pueden deferir a la institución arbitral la
designación de los árbitros (art. 14.1).
En el convenio, o en cualquier pacto complementario posterior, pueden deter-
minar las partes —siempre con respeto a los principios de audiencia, contradicción
e igualdad—, las reglas a que haya de someterse el desarrollo del procedimiento
arbitral (arts. 24 y 25.1), que se regirá, en su defecto, por acuerdo de los árbitros (art.
25.2), salvo que el arbitraje sea institucional, en cuyo caso se regirá por los propios
reglamentos de la corporación o asociación que lo administre (art. 14.2).
c) Otras materias: Pueden, además, ser contenido del convenio los pactos relativos
a la elección del arbitraje como de derecho o de equidad (art. 34), la fijación del nú-
mero de árbitros —que habrá de ser necesariamente impar— (art. 12), el lugar y el
idioma en que hayan de desarrollarse la actuación y el procedimiento arbitral (arts.
26 y 28), la forma y plazo para formular alegaciones y practicar pruebas (art. 30), el
plazo para dictar el laudo (art. 37.2), la distribución de las costas (art. 37.6), etc.

4. Efectos
La eficacia del convenio arbitral depende, en definitiva, de la exigibilidad del cum-
plimiento de las obligaciones contraídas entre quienes lo celebran y de la aptitud
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excluyente de la jurisdicción ordinaria. Ambas cuestiones aparecen recogidas en el


art. 11 LArb, que destaca como efectos del convenio, los dos siguientes:
a) Positivo: El principal efecto del convenio consiste en obligar a las partes a cum-
plirlo (art. 11.1). Para el logro de la efectividad del convenio, la LArb adopta la muy
razonable solución de prescindir, una vez celebrado el mismo, del concurso de la
voluntad de los interesados, de modo que el cumplimiento de lo pactado no precisa
de ninguna actividad suya ulterior, sino solamente la intervención de los árbitros.
La inactividad de las partes no impide ni suspende el arbitraje, ni genera otras
consecuencias que la preclusión de sus respectivas facultades para completar, en el
caso de que fuere necesario, los elementos del arbitraje, lo que corresponderá, en tal
caso, a los árbitros conforme a las previsiones de la Ley.
El propósito del legislador de mantener la eficacia del convenio arbitral se ma-
nifiesta también en el art. 22.1, in fine, LArb, conforme al cual cuando el convenio
arbitral forme parte de un contrato se considerará como un acuerdo independiente
de las demás estipulaciones, y si se declarase la nulidad de dicho contrato, ello no
entrañará por sí solo la nulidad del convenio arbitral.
b) Negativo: El efecto negativo consiste en impedir a los Tribunales ordinarios el
conocimiento de la controversia. A ello se refiere el mismo art. 11.1 LArb que con-
figura la existencia del convenio como una excepción que puede oponer la parte
que, en contra de lo convenido, fuere demandada por la otra ante los órganos juris-
diccionales. La parte a quien interese deberá oponer en forma la declinatoria, lo que
no impedirá, en cambio, la iniciación o prosecución de las actuaciones arbitrales (art.
11.2)
c) Cesación de efectos: El convenio sólo pierde su eficacia en los casos siguientes:
1) Por renuncia expresa en que así se convenga, o 2) Por renuncia tácita, entendien-
do que se produce cuando, interpuesta una demanda por cualquiera de las partes,
quien resulte demandado realice cualquier actividad procesal que no sea la de pro-
poner en debida forma la declinatoria.

IV. LOS ÁRBITROS

Los árbitros son los terceros objetivos e imparciales a quienes se confía la decisión
de la cuestión controvertida. A ellos se refiere el Título III de la LArb, estableciendo
el siguiente régimen jurídico:
a) Capacidad: Tratándose de personas naturales pueden ser árbitros quienes se
hallen en el pleno ejercicio de sus derechos civiles, sin que la nacionalidad (salvo
acuerdo en contrario de las partes) constituya un obstáculo para actuar como árbitro
(art. 13). En los arbitrajes de Derecho, cuando el arbitraje se haya de resolver por ár-
bitro único, se requerirá la condición de jurista al árbitro que actúe como tal; cuando
se haya de resolver por tres o más árbitros, se requerirá que al menos uno de ellos
tenga la condición de jurista (art. 15.1).
Puede también encomendarse la administración del arbitraje a las Corporaciones
de Derecho Público y a las Entidades públicas facultadas para desempeñar funciones
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arbitrales según sus normas reguladoras, y a las Asociaciones y entidades sin ánimo
de lucro en cuyos estatutos se prevean tales funciones (art. 14). En tal caso éstas serán
las que designen a la persona o personas físicas que deben actuar como árbitros.
b) Incompatibilidades y prohibiciones: No pueden actuar como árbitros: 1) Quie-
nes tengan con las partes o con la controversia que se les somete alguna relación que
dé lugar a dudas justificadas sobre su imparcialidad e independencia, lo que consti-
tuye causa de abstención y, en su caso, de recusación (art. 17); 2) Aquellos a quienes
se lo impida la legislación a la que estén sometidos en el ejercicio de su profesión
(es el caso, por ejemplo, de los Jueces, Magistrados y Fiscales en activo) (art. 13); 3)
Salvo acuerdo en contrario de las partes, el árbitro no podrá haber intervenido como
mediador en el mismo conflicto entre éstas (art. 17.3).
c) Designación: Las partes pueden fijar libremente el número de árbitros, siempre
que sea impar y a falta de acuerdo se designará un solo árbitro. Las partes pueden
acordar también libremente el procedimiento para la designación de los árbitros y
a falta de acuerdo se estará a lo establecido en el art. 15, conforme al cual: 1) Si los
árbitros han de ser uno o más de tres, los nombrará el tribunal competente; 2) Silos
árbitros han de ser tres, cada parte nombrará uno y los dos así designados nombrarán
al tercero, que actuará como presidente.
Como ya se dijo anteriormente, el nombramiento de los árbitros puede efectuarse por las
partes contratantes (art. 12) o por una Corporación, Entidad pública o Asociación a las que
las partes se lo encomienden (art. 14), y a falta de acuerdo, por el Juez (art. 15.2 y 3), a lo
que luego se hará especial referencia.

Cuando por cualquier causa (cese, abstención, recusación o impedimento de cual-


quier tipo para el desempeño del cargo) deba procederse a la designación de un nue-
vo árbitro, se hará según las normas reguladoras del procedimiento de designación
del sustituido (art. 20.1).
d) Abstención y recusación: La LArb no establece causas taxativas de abstención y
recusación, pudiendo fundarse en la existencia de cualquier circunstancia que pue-
da dar lugar a dudas justificadas sobre su independencia o imparcialidad. Así pues, el
árbitro designado deberá abstenerse de aceptar el cargo si concurre en él cualquiera
de esas circunstancias, estando obligado a revelarla a las partes sin demora (art. 17.2).
De no hacerlo así puede ser recusado por éstas; y también puede serlo si no posee
las cualidades convenidas por ellas (art. 17.2).
Sólo serán recusables los árbitros por causas que hayan sobrevenido después de
su designación, o por causas anteriores si no hubieren sido nombrados directamente
por las partes, o por las que se conozcan con posterioridad (art. 17.3, in fine). A tal
fin, a partir de su nombramiento los árbitros deberán revelar a las partes sin demora
cualquier circunstancia sobrevenida (art. 17.2).
El procedimiento de recusación de los árbitros será el acordado libremente por las partes,
y a falta de acuerdo se observarán las reglas siguientes: 1) La parte que recuse a un árbitro
expondrá los motivos dentro de los quince días siguientes a aquel en que tenga conoci-
miento de la aceptación o de cualquiera de las circunstancias que puedan dar lugar a dudas
justificadas sobre su imparcialidad o independencia. 2) Si el árbitro recusado renuncia a su
cargo o la otra parte acepta la recusación, quedará sin efecto la designación. 3) En otro caso
corresponderá a los árbitros decidir sobre la recusación. 4) Si no prosperase la recusación
planteada con arreglo al procedimiento acordado por las partes o al establecido en el apar-
tado anterior, la parte recusante podrá, en su caso, hacer valer la recusación al impugnar el
laudo (art. 18).
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e) Aceptación: La legitimación de los árbitros deriva de la aceptación del cargo,


para lo cual se les debe comunicar su designación. Si no la aceptaren ante quien los
designó en el plazo de quince días naturales, se entenderá que no aceptan el nom-
bramiento (art. 16).
f) Remoción: Cuando un árbitro se vea impedido de hecho o de derecho para ejer-
cer sus funciones, o por cualquier otro motivo no las ejerza dentro de un plazo razo-
nable, debe renunciar al cargo. Si no lo hace, las partes podrán acordar su remoción,
bien por el procedimiento que a tal fin hubieren estipulado o, en su defecto, ante el
tribunal competente por los trámites del juicio verbal, sin que contra la resolución
que se dicte quepa recurso alguno. En el arbitraje con pluralidad de árbitros serán los
demás árbitros quienes decidan la cuestión y si no pudieren alcanzar una decisión, se
estará a lo dispuesto para el caso anterior (art. 19).
g) Derechos y deberes: Los árbitros tienen derecho a la percepción de honorarios
por el ejercicio de su función, pudiendo solicitar a las partes la provisión de fondos
que estimen necesaria, así como para los gastos que puedan producirse (art. 21.2).
Su deber primordial consiste en cumplir fielmente el encargo y dictar el laudo
correspondiente, incurriendo, si no lo hicieren, en responsabilidad por los daños y
perjuicios que causaren por mala fe, temeridad o dolo.Tratándose de arbitraje confia-
do a una institución, el perjudicado tendrá acción directa contra la misma, con inde-
pendencia de las acciones de resarcimiento que asistan a aquélla contra los árbitros
(art. 21.1).
Los árbitros e instituciones arbitrales tienen también el deber de contratar de un
seguro de responsabilidad civil o garantía equivalente en la cuantía que reglamen-
tariamente se establezca, estando exceptuadas las Entidades públicas y los sistemas
arbitrales integrados o dependientes de las Administraciones públicas (art. 21.1, II).

V. EL NOMBRAMIENTO JUDICIAL DE ARBITROS

a) Procedencia: La intervención judicial en el nombramiento de los árbitros ten-


drá lugar en los casos siguientes: 1) Cuando las partes no se pusieren de acuerdo en
el procedimiento a seguir para la designación de los árbitros, a instancia de cualquie-
ra de ellas se procederá a su nombramiento por el tribunal competente cuando los
árbitros deban ser uno o más de tres (art. 15.2.a) y c). 2) Cuando no resultara posible
designar árbitros a través del procedimiento acordado por las partes, cualquiera de
ellas podrá solicitar del tribunal competente el nombramiento de los árbitros o, en
su caso, la adopción de las medidas necesarias para ello (art. 15.3).
b) Competencia: Corresponde a la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior
de Justicia de la Comunidad Autónoma donde tenga lugar el arbitraje; de no estar
éste aún determinado, a la del domicilio o residencia habitual de cualquiera de los
demandados; si ninguno de ellos tuviere domicilio o residencia habitual en España, la
del domicilio o residencia habitual del actor, y si éste tampoco los tuviere en España,
la de su elección (art. 8.1).
c) Procedimiento: Las pretensiones que se ejerciten en relación con esta materia
se sustanciarán por los cauces del juicio verbal (art. 15.4), que se iniciará lógicamen-
El arbitraje 54 /10

te por escrito del actor en el que se indicarán las circunstancias concretas de la falta
de acuerdo o de la imposibilidad del nombramiento, y al que se acompañarán los do-
cumentos acreditativos del convenio arbitral. El tribunal únicamente podrá rechazar
la petición formulada cuando aprecie que de los documentos aportados no resulta la
existencia de un convenio arbitral (art. 15.5).
Si procediese la designación, se confeccionará una lista con tres nombres por
cada árbitro que deba ser nombrado, tomando las medidas necesarias para garanti-
zar su independencia e imparcialidad, y se procederá a su nombramiento mediante
sorteo (art. 15.6). Dicho sorteo deberá celebrarse lógicamente en el acto del juicio
y después de oír a las partes (con lo que si surgiere acuerdo ya no será necesario el
sorteo). Contra la resolución que se dicte acerca de la designación de los árbitros no
cabrá recurso alguno (art. 15.7).

VI. LAS MEDIDAS CAUTELARES

Durante la tramitación del proceso arbitral, y también antes de su inicio, la parte


a quien interese puede solicitar la adopción de las medidas cautelares conducentes
a asegurar la efectividad del laudo.
a) Competencia: Durante la pendencia del proceso la tutela cautelar se podrá
otorgar por los propios árbitros (salvo acuerdo en contrario de las partes, art. 23.1)
o por la autoridad judicial. Antes del comienzo del proceso arbitral la competencia
corresponderá a la autoridad judicial (art. 11.3). En tales casos el tribunal competen-
te será el Juzgado de Primera Instancia (o de lo Mercantil) del lugar en que el laudo
deba ser ejecutado y, en su defecto, el del lugar en que las medidas deban producir
su eficacia conforme al art. 724 LEC (art. 8.3).
b) Régimen jurídico: Cuando las medidas las adopten los árbitros se estará a lo
dispuesto en el art. 23 LArb, conforme al cual, salvo acuerdo en contrario de las par-
tes, los árbitros podrán, a instancia de cualquiera de ellas, acordar las que estimen
necesarias respecto del objeto del litigio, pudiendo exigir caución al solicitante. En
todo lo no previsto en esa norma se estará a lo establecido en la LEC.
La decisión sobre las medidas se adoptará mediante un “laudo parcial”, suscepti-
ble de ser impugnado independientemente en anulación, pero la ejecución de ese
laudo cautelar corresponde exclusivamente a la autoridad judicial, conforme a las
normas generales establecidas en los arts. 8.4, 44 y 45.
Cuando las medidas se adopten por el juez, se estará al régimen de la LEC.

VII. EL PROCEDIMIENTO ARBITRAL

A) Principios del proceso


De lo hasta aquí expuesto se evidencia que los principios por los que se rige el
proceso arbitral son los de libertad de forma, de autonomía de la voluntad y disposi-
54 /11 Procesal Civil José Flors Matíes

tivo, con observancia, en todo caso, de los de audiencia, contradicción e igualdad. A


estos últimos se refiere expresamente el art. 24 LArb.

B) Actos procesales
a) Determinación del procedimiento: En el arbitraje individual las partes pueden
convenir libremente el procedimiento al que se hayan de ajustar los árbitros en sus
actuaciones y, a falta de acuerdo, los árbitros, con sujeción a lo dispuesto en la Ley,
podrán dirigir el arbitraje del modo que consideren apropiado (art. 25). En el arbi-
traje institucional las instituciones arbitrales ejercerán el arbitraje conforme a sus
propios reglamentos (art. 14.2).
b) Lugar e idioma: Salvo lo acordado en el convenio o lo dispuesto en los regla-
mentos arbitrales, los árbitros decidirán el lugar en que se desarrolle la actuación
arbitral (art. 26).
Sin perjuicio de lo anterior, los árbitros podrán, previa consulta a las partes y salvo acuer-
do en contrario de éstas, reunirse en cualquier lugar que estimen apropiado para oír a los
testigos, a los peritos o a las partes, o para examinar o reconocer objetos, documentos o
personas, y podrán celebrar deliberaciones en cualquier lugar que estimen apropiado (art.
26.2).

Las partes podrán acordar libremente el idioma o los idiomas del arbitraje. A falta
de acuerdo, y cuando las circunstancias del caso no permitan delimitar la cuestión, el
arbitraje se tramitará en cualquiera de las lenguas oficiales en el lugar donde se desa-
rrollen las actuaciones. Los testigos, peritos y terceras personas que intervengan en
el procedimiento arbitral podrán utilizar en todo caso su lengua propia, pudiéndose
habilitar como intérprete a cualquier persona conocedora de la lengua empleada,
previo juramento o promesa (art. 28.1).
c) Forma de las actuaciones: Salvo acuerdo en contrario de las partes, los árbitros
decidirán si han de celebrarse audiencias para la presentación de alegaciones, la
práctica de pruebas y la emisión de conclusiones, o si las actuaciones se sustancia-
rán solamente por escrito. No obstante, a menos que las partes hubiesen convenido
que no se celebren audiencias, los árbitros las señalarán, en la fase apropiada de las
actuaciones, si cualquiera de las partes lo solicitara. Las partes serán citadas a todas
las audiencias con suficiente antelación y podrán intervenir en ellas directamente o
por medio de sus representantes.
De todas las alegaciones escritas, documentos y demás instrumentos que una par-
te aporte a los árbitros se dará traslado a la otra parte. Asimismo, se pondrán a dis-
posición de las partes los documentos, dictámenes periciales y otros instrumentos
probatorios en que los árbitros puedan fundar su decisión (art. 30).
d) Actos de comunicación: Las notificaciones o comunicaciones se considerarán
recibidas el día en que hayan sido entregadas personalmente al destinatario o en
que hayan sido entregadas en su domicilio, residencia habitual, establecimiento o
dirección.
En el supuesto de que no se descubra, tras una indagación razonable, ninguno de esos
lugares, se considerarán recibidas el día en que hayan sido entregadas, o haya sido intentada
su entrega, por correo certificado o cualquier otro medio que deje constancia, en el último
domicilio, residencia habitual, dirección o establecimiento conocidos del destinatario.

Asimismo, será válida la notificación o comunicación realizada por télex, fax u


otro medio de telecomunicación electrónico, telemático o de otra clase semejante
El arbitraje 54 /12

que permitan el envío y la recepción de escritos y documentos dejando constancia


de su remisión y recepción y que hayan sido designados por el interesado (art. 5 a).
e) Plazos: Los plazos establecidos en la LArb se computarán por días naturales
desde el día siguiente al de recepción de la notificación o comunicación, y si el últi-
mo día del plazo fuere festivo, se prorrogará hasta el primer día laborable siguiente.
Cuando dentro de un plazo haya de presentarse un escrito, el plazo se entenderá
cumplido si el escrito se remite dentro de aquél, aunque la recepción se produzca
con posterioridad (art. 5 b).

C) Desarrollo del procedimiento


Salvo que las partes hayan dispuesto otra cosa, el procedimiento comienza en la
fecha en que el demandado haya recibido el requerimiento de someter la controver-
sia a arbitraje (art. 27).
a) Fase de alegaciones: Dentro de lo que debe considerarse fase alegatoria, la LArb
establece que el demandante, dentro del plazo convenido o fijado por los árbitros,
deberá alegar los hechos en que se funda, la naturaleza y las circunstancias de la con-
troversia y la pretensión que formula, y el demandado podrá responder (y también
oponer excepciones, art. 22.2), pudiendo acompañar ambos a sus respectivos escri-
tos todos los documentos que consideren pertinentes o hacer referencia a los que
presentarán en la fase probatoria(art. 29.1).
Salvo acuerdo en contrario de las partes, cualquiera de ellas podrá modificar o ampliar
su demanda o contestación durante el curso de las actuaciones arbitrales, a menos que los
árbitros lo consideren improcedente por razón de la demora con que se hubiere hecho (art.
29.2).

b) Efectos de la inactividad de las partes: Salvo que otra cosa se acuerde por las
partes y siempre que no concurra justa causa: 1) Si el demandante no presenta su
demanda en plazo, los árbitros darán por terminadas las actuaciones, a menos que,
oído el demandado, éste manifieste su voluntad de ejercitar alguna pretensión; 2)
Si el demandado no presenta su contestación en plazo, los árbitros continuarán las
actuaciones, sin que esa omisión se considere como allanamiento o admisión de los
hechos alegados por el demandante; 3) Si una de las partes no comparece a una au-
diencia o no presenta pruebas, los árbitros podrán continuar las actuaciones y dictar
el laudo con fundamento en las pruebas de que dispongan.
c) Fase de prueba: Los árbitros practicarán por sí las pruebas propuestas por las
partes que estimen pertinentes y admisibles en Derecho, con citación de aquéllas
para que puedan intervenir directamente o por medio de sus representantes (arts.
26.2 y 30.2), pudiendo solicitar el auxilio del Juez de Primera Instancia del lugar en
que se desarrolle el arbitraje para practicar las pruebas que no puedan efectuar por
sí mismos o para la adopción por éste de las medidas necesarias para que la prueba
pueda ser practicada ante los árbitros (art. 33).
Si en el curso del arbitraje se incorporase un nuevo árbitro en sustitución de otro
anterior, los propios árbitros, previa audiencia de las partes, decidirán si se han de
repetir las actuaciones y pruebas ya practicadas (art. 20.2).
d) Posible fase de conclusiones: Una vez practicadas las pruebas, los árbitros pue-
den acordar oír a las partes o a sus representantes (art. 30.1).
54 /13 Procesal Civil José Flors Matíes

VIII. EL LAUDO

El laudo es el acuerdo o resolución que dirime el conflicto sometido a arbitraje,


pero también reciben esa denominación las resoluciones que se adoptan por los ár-
bitros a lo largo del procedimiento (que pueden ser de impulso, de ordenación mate-
rial, de suspensión, etc.). Cuando haya más de un árbitro las decisiones se adoptarán
por mayoría y, si no se alcanzara, la decisión será tomada por el Presidente (art. 35).

A) Clases
a) Parcial y definitivo o final: Se denomina “laudo parcial” al que se dicta para resol-
ver algún aspecto parcial de la controversia (art. 37.1), para resolver las excepciones
(art. 22.3), o para decidir sobre las medidas cautelares (art. 23). El definitivo o final es
el que pone fin a la controversia decidiendo sobre todo lo que constituye su objeto.
b) De derecho y de equidad: Según se resuelva aplicando normas jurídicas o con-
forme al leal saber y entender de los árbitros. Los árbitros sólo decidirán en equidad
si las partes les han autorizado expresamente para ello. Cuando el arbitraje sea inter-
nacional, los árbitros decidirán la controversia de conformidad con las normas jurí-
dicas elegidas por las partes. Si las partes no indican las normas jurídicas aplicables,
los árbitros aplicarán las que estimen apropiadas (art. 34).

B) Requisitos
1) De forma: Debe documentarse por escrito, entendiéndose que consta por es-
crito cuando de su contenido y firmas quede constancia y sean accesibles para su
ulterior consulta en soporte electrónico, óptico o de otro tipo (art. 37.3). El laudo
puede ser protocolizado notarialmente, a instancia de cualquiera de las partes, antes
de su notificación (art. 37.8).
2) De contenido: Deberá expresar las circunstancias personales de los árbitros y
de las partes, la fecha y el lugar en que se dicta, y contener una sucinta relación de
las pruebas practicadas, las alegaciones de las partes y la decisión arbitral, que será
siempre motivada, a menos que las partes hayan convenido otra cosa. Además, debe
ser firmado por los árbitros y notificado a las partes en la forma y plazo convenidos
(art. 37.3, 4, 5 y 7).
3) De tiempo: Salvo que las partes hubieren dispuesto otra cosa, el laudo debe
dictarse en el plazo de seis meses siguientes a la contestación (a la fecha de presenta-
ción de la contestación o a la de expiración del plazo sin contestarla), que podrá ser
prorrogado por los árbitros por un plazo no superior a dos meses mediante decisión
motivada. Salvo acuerdo en contrario de las partes, la expiración del plazo sin que
se haya dictado laudo definitivo no afectará a la eficacia del convenio arbitral ni a
la validez del auto dictado, sin perjuicio de la responsabilidad en que hayan podido
incurrir los árbitros (art. 37.2).

C) Pronunciamientos
El fallo del laudo debe pronunciarse sobre las pretensiones ejercitadas y sobre las
costas, pudiendo tener alguno de los siguientes contenidos:
El arbitraje 54 /14

1) Acoger la oposición al arbitraje (por cuestión de fondo o por estimación de


alguna excepción conforme al art. 22.2 y 3).
2) Entrar en el fondo de la cuestión litigiosa decidiendo la controversia conforme
al principio de congruencia y aplicando las correspondientes normas jurídicas, si
el arbitraje es de derecho, o haciéndolo con arreglo a su saber y entender, si es de
equidad.
3) En lo relativo a las costas, con sujeción a lo acordado por las partes, los árbitros
se pronunciarán en el laudo sobre las costas del arbitraje, que incluirán los honora-
rios y gastos de los árbitros y, en su caso, los honorarios y gastos de los defensores o
representantes de las partes, el coste del servicio prestado por la institución admi-
nistradora del arbitraje y los demás gastos originados en el procedimiento arbitral
(art. 37.6).
4) Los árbitros que no compartan la decisión mayoritaria podrán expresar su pa-
recer discrepante (art. 37.3).
5) Corrección, aclaración y complemento: dentro de los diez días siguientes a la
notificación del laudo cualquiera de las partes puede pedir la corrección de cual-
quier error, la aclaración de algún punto o parte concreta del laudo o el complemen-
to del laudo respecto de peticiones formuladas y no resueltas en él, o la rectificación
de la extralimitación parcial del laudo cuando se haya resuelto sobre cuestiones no
sometidas a decisión o sobre cuestiones no susceptibles de arbitraje, sobre lo que
resolverán los árbitros, previa audiencia de las demás partes, en el plazo de diez días,
en los dos primeros casos, y de veinte, en los dos últimos (que se amplían a uno y dos
meses, respectivamente, en el arbitraje internacional) (art. 39).

D) Efectos
El laudo arbitral es firme desde el momento en que se dicta y produce efectos de
cosa juzgada (art. 43). Ello significa que las partes están obligadas a acatar el laudo
arbitral, al que se sometieron libre y voluntariamente, y si alguna de ellas pretendiera
luego, frente a la otra, la misma cosa por igual causa de pedir, ya sea en un nuevo
arbitraje, ya acudiendo a los órganos jurisdiccionales, el demandado podrá invocar la
excepción de cosa juzgada.

IX. ANULACIÓN Y REVISIÓN

Frente al laudo no cabe recurso alguno y sólo pueden plantear las partes la acción
de anulación (art. 40) y, en su caso, el juicio de revisión (art. 43).

A) La acción de anulación
a) Concepto y naturaleza: La acción de anulación consiste en una pretensión de
impugnación de la validez del laudo. No se trata de un recurso con el que se persiga
un nuevo examen de las cuestiones fácticas o jurídicas que hayan sido objeto de
decisión por los árbitros, sino de una pretensión autónoma que da lugar a un nuevo
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proceso ante los órganos jurisdiccionales, y cuyo único objeto está constituido por
la impugnación de la validez del laudo.
b) Motivos: Las únicas causas en las que tal pretensión impugnatoria puede fun-
darse son las señaladas taxativamente en el artículo 41.1 LArb. Dice este precepto
que el laudo podrá ser anulado cuando la parte que solicita la anulación alegue y
pruebe alguno de estos motivos:
1) Que el convenio arbitral no existe o no es válido.
2) Que no ha sido debidamente notificada de la designación de un árbitro o de
las actuaciones arbitrales o no ha podido, por cualquier otra razón, hacer valer sus
derechos.
3) Que los árbitros han resuelto sobre cuestiones no sometidas a su decisión.
4) Que la designación de los árbitros o el procedimiento arbitral no se han ajusta-
do al acuerdo entre las partes, salvo que dicho acuerdo fuera contrario a una norma
imperativa de esta Ley, o, a falta de dicho acuerdo, que no se han ajustado a esta ley.
5) Que los árbitros han resuelto sobre cuestiones no susceptibles de arbitraje.
6) Que el laudo es contrario al orden público.
Estos motivos ponen de relieve que en el proceso de anulación no se puede en-
trar en el fondo de la controversia, sino que a través del mismo sólo se controlan los
requisitos formales del arbitraje.
c) Competencia: Corresponde a la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de
Justicia de la Comunidad Autónoma donde se hubiere dictado el laudo (art. 8.5).
d) Plazo de interposición: La acción de anulación del laudo habrá de ejercitarse
dentro de los dos meses siguientes a su notificación o, en caso de que se haya soli-
citado corrección, aclaración o complemento del laudo, desde la notificación de la
resolución sobre esta solicitud, o desde la expiración del plazo para adoptarla (art.
41.4).
e) Procedimiento: La acción de anulación se sustanciará por los cauces del juicio
verbal. No obstante, la demanda deberá presentarse conforme a lo establecido en el
art. 399 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, acompañada de los documentos justifica-
tivos de la pretensión, del convenio arbitral y del laudo, y, en su caso, contendrá la
proposición de los medios de prueba cuya práctica interese el actor.
De la demanda se dará traslado al demandado, para que conteste en el plazo de
20 días, y en la contestación deberá el demandado acompañar los documentos jus-
tificativos de su oposición y proponer los medios de prueba de que intente valerse.
De este escrito, y de los documentos que lo acompañan, se dará traslado al actor para
que pueda presentar documentos adicionales o proponer la práctica de prueba.
Contestada la demanda o transcurrido el correspondiente plazo, el Secretario Ju-
dicial citará a la vista, si así lo solicitan las partes en sus escritos de demanda y con-
testación. Si en sus escritos no hubieren solicitado la celebración de vista, o cuando
la única prueba propuesta sea la de documentos, y éstos ya se hubieran aportado al
proceso sin resultar impugnados, o en el caso de los informes periciales no sea nece-
saria la ratificación, el Tribunal dictará sentencia, sin más trámite.
Frente a la sentencia que se dicte no cabrá recurso alguno (art. 42).
El arbitraje 54 /16

Durante la sustanciación del proceso de impugnación, la parte a quien interese podrá so-
licitar la adopción de las medidas cautelares conducentes a asegurar la efectividad del laudo,
conforme a lo dispuesto en el art. 8.3.

B) El juicio de revisión
Además de poder acudir a la acción de anulación, la eficacia de cosa juzgada que
el laudo produce puede atacarse por medio del juicio de revisión, conforme a lo es-
tablecido en la LEC para la de las sentencias firmes (art. 43).
La revisión se dirigirá contra el laudo propiamente dicho, pues la sentencia dicta-
da por la Sala de lo Civil y Penal del TSJ al conocer de la llamada acción de anulación,
si desestima el recurso, deja como título el laudo.

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