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Una persona que padece del trastorno de ansiedad generalizada experimenta preocupaciones y
temores vagos pero intensos que persisten por un largo periodo, por lo menos seis meses. Los
síntomas incluyen tensión motora, reactividad autonómica, aprensión por el futuro e
hipervigilancia. Por lo general, el curso del trastorno de ansiedad generalizada es prolongado,
con duraciones de hasta 20 años. Las terapias cognitiva, psicodinámica y conductual pueden ser
útiles, así como los medicamentos, para reducir la ansiedad. Si embargo, el uso prolongado de
drogas puede producir efectos secundarios significativos.
Trastorno de angustia
Las crisis de pánico son severas crisis de ansiedad que ocurren de improviso e incluyen síntomas
físicos severos, así como miedos intensos que con frecuencia incluyen preocupación por morir,
enloquecer o comportarse de manera descontrolada. Las personas con trastorno de angustia
experimentan crisis de pánico inesperadas y, por lo tanto, se incrementa su nivel de ansiedad
porque se preocupan de que se pueda presentar otra crisis. Algunas crisis de pánico se pueden
evitar con la imipramina, un fármaco para tratar la depresión. Tanto el trastorno de ansiedad
generalizada como el trastorno de angustia se pueden manifestaren familias.
Fobias
Las personas que padecen fobias tienen miedos relacionados con objetos, personas o
situaciones específicas. Con frecuencia, las fobias se desarrollan gradualmente o empiezan con
una crisis de ansiedad generalizada. Estos padecimientos son trastornos comunes que afectan
dos veces más a las mujeres que a los hombres. Además, a menudo empiezan antes de la edad
adulta y tienen probabilidad de volverse crónicas. Las fobias se pueden agrupar en tres
principales grupos: fobias específicas, fobias sociales y agorafobia.
Fobias específicas
Las fobias específicas son las más comunes. Este grupo incluye miedos irracionales variados,
como el miedo intenso a cierto tipo de animal o a estar en un espacio cerrado. Las fobias
específicas pueden surgir de una situación previa que provocó miedo o ansiedad y que involucró
al tipo de persona o situación que más tarde se asocia con la fobia. Los procedimientos que usan
el enfoque del condicionamiento clásico para aparear los estímulos fóbicos con la respuesta de
no ansiedad son con frecuencia usados exitosamente para tratar las fobias específicas.
Fobias sociales
Las fobias sociales se caracterizan por un miedo intenso que incapacita y avergüenza cuando se
interactúa con otros. El temor a sonrojarse en una situación social y el miedo a comer frente a
otros son dos fobias sociales especialmente difíciles de tratar con exito.
Agorafobia
Trastorno obsesivo-compulsivo
El trastorno por estrés postraumático (PTSD) puede ocurrir después de estar expuesto a un
estrés excesivo como un desastre natural, accidente serio o la participación en una batalla u
otras situaciones relacionadas con la guerra. Los síntomas del PTSD varían ampliamente, pero
pueden incluir sueños recurrentes, flashbacks, falta de concentración y problemas emocionales.
Las personas que padecen del PTSD después de una experiencia estresante pueden haber tenido
un historial de trastornos psicológicos previos.
La experiencia postraumática
Los expertos discrepan sobre la utilidad del interrogatorio inmediato y otras intervenciones
terapéuticas para los involucrados en eventos traumáticos. En algunos casos, estas
intervenciones pueden entorpecer el proceso de curación normal. Sin embargo, la psicoterapia
y la terapia conductual iniciada algunos meses después de la experiencia pueden ayudar a
algunos pacientes con PTSD a considerar más objetivamente su experiencia traumática.
Interpretación y tratamiento de los trastornos de ansiedad
La perspectiva psicodinámica
Los teóricos con orientación psicodinámica sugieren muchas posibles causas de los trastornos
de ansiedad, entre las cuales se incluyen percepción de inutilidad e incapacidad para afrontar
las situaciones de la vida, miedo al abandono o a la pérdida del amor, pérdida repentina de
apoyo emocional e impulsos inaceptables que, aunque sean inconscientes, amenazan con
convertirse en conscientes. Freud definió varios mecanismos de defensa que pueden jugar un
papel importante en los trastornos obsesivo-compulsivos. Entre ellos se pueden mencionar el
aislamiento, la anulación y la formación reactiva. Los terapeutas con esta orientación
típicamente tratan estos trastornos con la psicoterapia dirigida a ayudar a los clientes a llegar a
comprender las raíces inconscientes de su ansiedad. La perspectiva conductual Los conceptos
de condicionamiento, reforzamiento y extinción del aprendizaje son todos aplicados en la
terapia conductual. Los terapeutas conductuales comúnmente utilizan la terapia de exposición
para tratar a clientes fóbicos y obsesivo-compulsivos.
La perspectiva cognitiva
La perspectiva biológica
Existe fuerte evidencia de la incidencia de factores genéticos en los trastornos de ansiedad que
se presentan en los estudios en seres humanos y animales. Existe también una menor evidencia
de un factor ambiental. Algunos fármacos se utilizan actualmente para tratar trastornos de
ansiedad específicos. Los benzodiacepinas y los tranquilizantes como el Valium, son las drogas
de prescripción utilizadas con más frecuencia en el tratamiento general de la ansiedad. Un
derivado de los benzodiacepinas, el alprazolam, se ha vuelto muy popular para tratar trastornos
de angustia. Un grupo de fármacos antidepresivos, los tricíclicos, también se utilizan con éxito
para tratar el trastorno obsesivo-compulsivo, especialmente en combinación con la terapia
conductual. Se piensa que una razón por la que los antidepresivos son útiles para tratar la
ansiedad es la coincidencia en los síntomas y ciertas condiciones de los diferentes trastornos.
Esta coincidencia es conocida como comorbilidad. Con frecuencia, la combinación de técnicas
de tratamientos biológico y psicológico es más eficaz que los tratamientos por separado.