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Este pensamiento fue desafiado por el médico holandés Mandeville para quien todo
egoísmo es vicio y toda abnegación es virtud sin que exista término medio entre ambos.
Condena el lujo y la búsqueda de ganancia como vicios, pero los describe al mismo tiempo
como requisitos previos e indispensables para la prosperidad económica. De esta forma los
vicios privados se convierten en beneficios para todos. Con esto hace aparecer al mundo
como algo fundamentalmente perverso. Es refutado por Smith quien habla con frecuencia
de una "mano invisible" que conduce al hombre a promover el interés público, aún cuando
el fin que se proponga no sea este.
Cuando Smith estaba en sus treinta años escribió su Teoría de los sentimientos morales,
obra que por sí misma le hizo merecedor en un lugar de honor en la filosofía, si no lo hubiera
ganado igualmente en la historia de la economía. Para la posteridad es él un hombre de la
mayor dimensión por su Riqueza de las Naciones, en la que intenta, en forma totalmente
nueva, conciliar la nueva ciencia de la economía política en un universo newtoniano,
mecánico y al mismo tiempo, armónico y beneficiosos, en el que la sociedad se beneficia
de las no intencionadas consecuencias de la búsqueda del interés articular de cada
persona.
Para Smith lo que la compasión realiza en el terreno moral, lo hace el propio interés en el
económico. La ética de Smith describe al hombre en posesión de un sentimiento de
compañerismo que le hace ser partícipe de los sentimientos de los demás. Al compadecer
o simpatizar con los demás aprobamos sus sentimientos. Y los demás, deseosos de
obtener esta aprobación, procurarán ser dignos de ella, sxiendo empujados a obrar
correctamente. El juez que decide la dignidad moral de nuestras propias acciones y de los
actos de los demás habla a través de la voz de la propia conciencia interior. La de Smith es
una ética de autodominio y de confianza en uno mismo, como lo es su laissez faire en
economía.
Smith no admite que el sentido moral, la benevolencia o la utilidad puedan ser las bases de
la ética. El sentido moral, un concepto nuevo, es algo superfluo puesto que no denota nada
que no pueda ser deducido de la simpatía o de la aprobación. En la ética de Smith, la
simpatía o compasión por los demás y el deseo de aprobación nos hacen dominar nuestro
egoísmo y dar rienda suelta a nuestra inclinación por la benevolencia. Esto "constituye la
perfección de la naturaleza humana y puede producir por sí solo en la humanidad esa
armonía de los sentimientos y las pasiones que constituye toda su gracia y decoro." La
consecución de la armonía, aquí como en todas las cosas, no se debe a la razón humana,
sino a la "economía de la naturaleza," que nos ha dotado de una tendencia a buscar los
medios con los que conseguir nuestro fin último.
El hombre busca la riqueza no porque le empujen a ello las necesidades naturales. Estas
quedarían satisfechas con el salario del mas pobre trabajador. Su motivación es mas bien
el deseo de emular a los que están por encima de él. El objetivo final de nuestros deseos
es conseguir la condición de los grandes. Pero es sin duda esta cualidad engañosa de la
riqueza "la que hace que surja la industria humana y la mantiene en movimiento perpetuo."
La idea del laissez faire aparece temprano en la obra de Smith; sin embargo no sabemos
hasta donde fue estimulada por sus estudios sobre Derecho natural realizados en Glasgow,
donde pudo leer a Grocio a Pufendorf, escritores exponentes de una ley natural
secularizada, de la que deducían los principios básicos de la jurisprudencia. En el
pensamiento de Pufendorf surge obscuramente la idea de unos "derechos naturales" que
la ley natural concede al hombre y al ciudadano. La obligación que tiene el gobernante de
respetar dichos derechos es considerada por Pufendorf como incompleta, ya que en el caso
de que las leyes humanas prohiban lo que las leyes naturales ordenan, el ciudadano deberá
respetar las leyes humanas.
En los escritos de Locke el estudio de los derechos naturales alcanza su pleno desarrollo.
Los derechos naturales llegan a considerarse ahora como algo innato e inalienable, en
contraste con los derechos adquiridos. Con esto surge la idea de la limitación de las
funciones gubernamentales.
En Locke pudo encontrar Smith unas definiciones mucho mas claras acerca de los derechos
de los individuos frente al gobierno, que expresan las aspiraciones populares de la época
respecto a la protección de la vida, de la libertad y de la búsqueda de la felicidad. La garantía
de la libertad del hombre en sociedad está asegurada en el pensamiento de Locke tanto
por el consejo de los gobernados, como por otras condiciones entre las que se incluye la
de considerar al gobierno como un administrador fiduciario, al que se le autoriza sólo a
promulgar leyes que sean para el bien del pueblo.
Cuando Smith hace su petición de la libertad natural o de laissez faire, tenía ya tras de sí la
tradición de la filosofía política de Locke. En ésta pudo encontrar ya la gran idea de que
existen limitaciones a las funciones legítimas del gobierno. La principal limitación
establecida por Locke era restringir su poder legislativo a la promulgación de leyes que
promovieran el bien común. Para Smith el bien público o común, requería del laissez faire,
ya que la prosecución del interés de cada uno, guiado por la mano invisible de la
competencia, daría lugar a dicho bien; la intervención del gobierno en la esfera económica
obstaculizaría, por el contrario, la consecución del bien público, en lugar de ayudar a
conseguirlo.
Si este es el sino del trabajador en la sociedad comercial, uno cree que podrían encontrarse
características compensadoras entre las otras clases sociales. No es esta la opinión de
Smith. De los terratenientes dice que, "como a todos los demás hombres, les gusta
cosechar donde nunca sembraron" y habla de la "indolencia, que es la consecuencia natural
de la comodidad y seguridad de su situación" y que con frecuencia les hace ignorantes.
A los patrones les encuentra: en todo tiempo y lugar, haciendo una especie de cábalas
tácitas, pero constantes y uniformes, para no elevar los salarios por encima de su nivel
actual...
comportamiento que muy bien puede violar lo que Smith considera necesario para la
equidad, es decir, que aquellos que alimentan, visten, y dan alojamiento a toda la población,
deberían participar en el producto de su propio trabajo, de forma que pudieran a su vez
alimentarse, vestirse y albergarse en forma tolerable. En cuanto a los comerciantes y
patronos industriales, Smith dice que se quejan mucho de las consecuencias desfavorables
de la elevación de los salarios, pero omiten comentar sobre las consecuencias de sus
exageradas ganancias.
Dondequiera que hay una gran propiedad, habrá una gran desigualdad. Por cada hombre
muy rico habrá como mínimo quinientos hombres muy pobres y la opulencia de unos pocos
supone la indigencia de muchos. La opulencia del rico excita la indignación del pobre, que
con frecuencia se siente llevado por la necesidad o movido por la envidia a invadir las
posesiones de aquél...
Si Smith encontraba el mundo de la economía tan lleno de imperfecciones ¿por qué apoyó,
a pesar de todo, la idea de una sociedad comercial con una fortaleza intelectual nunca
igualada? La clave de sus intenciones puede quizá encontrarse en ciertos pasajes de los
Discursos de David Hume, donde subraya su autor los efectos civilizadores del comercio.
Smith se refiere a estos pasajes de esta forma: El comercio y la fabricación de manufacturas
han ido introduciendo gradualmente el orden y el buen gobierno y, con éstos, la libertad y
la seguridad de los individuos entre los habitantes de un país...
Evolucion economica.
Smith fue hijo de la era de la Ilustración y se opuso vigorosamente a todas las dependencias
feudales y eclesiásticas de los tiempos pasados. En su pensamiento, el comercio y la
industria surgen como los instrumentos indispensables para el cambio. La interpretación de
Smith acerca de este cambio histórico estrictamente en términos económicos, es el
siguiente. En tanto los señores feudales no encontraron nada que comprar con aquella
parte de sus productos que excedía a sus limitadas necesidades, emplearon el excedente
en mantener a sus dependientes. En esto basaban su poder, y era la base sobre la que
hacían justicia y mantenían fuerzas militares en la región. El poder del señor feudal sólo por
el surgimiento del comercio y la manufactura. Estos les hicieron parte de una economía de
mercado al proporcionarles productos que podían comprar con sus excedentes y
consumirlos ellos mismos, sin compartirlos con sus dependientes. Al dejar de mantener a
éstos, perdieron poder ya autoridad sobre ellos. Así los señores vinieron a mantener,
aunque indirectamente ahora, a los mismos que antes dependían de él.
La influencia de Rousseau.
Smith, como cualquier pensador de su época no escapó de la influencia de Rousseau, con
quien mantuvo amplia correspondencia. La influencia de Rousseau es especialmente
notable cuando Smith identifica los efectos perniciosos de la división del trabajo.
La economía clásica
En La Riqueza de las Naciones el principio del laissez faire se convierte en la piedra angular
de todo un sistema del pensamiento. El principio del laissez faire, la competencia, y la teoría
del valor trabajo son aspectos destacados de la enseñanza de la escuela clásica de
economía, formada esencialmente por Smith, y por Malthus, Ricardo y Mill. Esta escuela,
la segunda en la historia del pensamiento económico, fue líder durante los cien años que
siguieron a la publicación de la obra de Smith en 1776. No todos los economistas clásicos
siguieron en detalle los patrones establecidos por Adam Smith. Según la ley natural, los
derechos naturales, y el orden newtoniano de la naturaleza dieron lugar a otras
percepciones, algunos escritores pusieron mayor énfasis en el principio de la utilidad como
el fundamento del laissez faire.
Durante el siglo XIX la escuela clásica enfrentó tres desafíos, el primero de la escuela
histórica, el segundo de los Socialistas, y el tercero por parte de los economistas de la
utilidad marginal en los 1870. Aunque sobrevivió a los ataques los economistas históricos
y los socialistas, la tercera corriente destrozó la teoría del valor. En el siglo XX, El desafió
de Keynes hacia el laissez faire puso en duda los cimientos mismos de la economía clásica.
Pero lo que le parecía anticuado a Keynes era terriblemente revolucionario dos siglos atrás.
Lo propuesto por los clásicos marca un agudo contraste con tendencias anteriores en el
pensamiento económico. Los medievalistas se inclinaron a confiar en la caridad como
medio de solución para el problema económico. Los mercantilistas exaltaron la búsqueda
de la ganancia nacional y vieron en ella el indicio para el poder y la abundancia. Los
fisiócratas por su parte hicieron de la reconstrucción de la agricultura el instrumento para
derrotar la escasez y la pobreza. Los clásicos encuentran fallas en todas estas posturas.
Los medievalistas pedían las buenas obras; los reformadores la fe. En su lugar Smith trae
la demanda del laissez faire, un sistema de libertad natural, como el mejor medio para
producir la riqueza de las naciones. En tal sistema el individuo puede perseguir su propio
interés, pero, independientemente de sus intenciones, hay un orden providencial que
tenderá a convertir la búsqueda del interés privado en un instrumento que sirva a los
intereses de la sociedad.