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TRASTORNOS DEL
COMPORTAMIENTO ALIMENTARIO
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INDICE
1. Introducción
2.7. Conclusiones
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4. Factores Psicosociales
4.1 Factores: predisponentes, precipitantes y perpetuantes
4.2 El papel de los medios de comunicación de masas en la
aparición y mantenimiento de los TCA.
5. Intervención
5.1 Razones que legitiman el trabajo con el sistema familiar
5.2 Objetivos del tratamiento para la paciente y familiares
5.3 Criterios de eficacia e instrumentos de evaluación
5.4 Nardone y su modelo de Terapia Breve Estratégica
5.4.1 Proceso de Abstinencia
5.4.2 Las intervenciones terapéuticas
5.4.3 Casuística
5.4.4 Propuestas de intervención
5.5 Las esculturas del presente y del futuro: un modelo de
intervención terapéutica en las situaciones psicosomáticas.
7. Cronicidad
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1. Introducción.
El trabajo que se presenta a continuación pretende abordar el los TCA (1),
desde la óptica de la complejidad, intentando entender un poco mejor la conexión
entre la persona del paciente, su modo de estar en el mundo, y la elección de un
determinado síntoma, coherente con la estructura, a la vez, defensiva y expresiva de
su “drama original”, así como la funcionalidad del mismo.
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Los estudios realizados en España, en la población de mayor riesgo, mujeres
en la franja de edad de 12 a 21 años, reflejan una prevalencia del 0,14% al 0,9% para
la AN, del 0,41% al 2,9% para la BN y del 2,76% al 5,3% en el caso de los TCANE
(TCA atípicos o no especificados). En total, estaríamos hablando de unas cifras de
prevalencia de TCA del 4,1% al 6,41%.
En el caso de varones adolescentes, aunque existen menos estudios, obtenemos una
prevalencia de 0% para la AN, del 0% al 0,36% para la BN y del 0,18% al 0,77% para
los TCANE, con una prevalencia total de 0,27% a 0,90%2-10.
La mayor parte de los modelos que han sido aplicados en dicho campo,
influidos por las tendencias dicotómicas de inspiración cartesiana que caracterizan
nuestra cultura, han fragmentado el fenómeno psicosomático, reduciéndolo a una sola
de sus partes. Pero en el ámbito de estos modelos reduccionistas, la enfermedad
psicosomática no encuentra ni hipótesis interpretativas adecuadas ni resultados
clínicos satisfactorios, visto que, en un amplio porcentaje de casos, el trastorno
evoluciona hacia la cronicidad.
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1.3 La comida, en sus múltiples significados.
No es viable pensar que exista y deba buscarse “la familia de la anoréxica” puesto
que entre los numerosos autores consultados, se encuentra verdaderamente de todo
(madres, padres, incluso abuelos dominantes…) y lo contrario de todo (madres,
padres ausentes, etc). Por lo tanto, me parece evidente que la pretensión de identificar
una “familia de la anoréxica” que se repita de un caso a otro es del todo imposible.
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ejemplo, vemos que dentro del componente cognitivo, tenemos el reconocimiento y la
valoración, el primero es un movimiento perceptivo que permite descubrir la existencia
del otro, el segundo permite apreciar las cualidades del otro. En el espacio emocional,
dentro de la dimensión conyugal nos encontramos con el cariño y la ternura,
preponderantes en el espacio afectivo, lo cual supone una implicación emocional, una
entrega al otro. En el plano pragmático, dentro de la dimensión conyugal también, se
encuentra el deseo y el sexo, aquí la reciprocidad en la pertenencia es lo que convierte
al deseo y al sexo en amorosos, y aquí es donde se diferencia plenamente de la
dimensión parental.
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fuerte y sabio, por ejemplo, el vínculo que tiene lugar entre un niño y su madre. Y por
“conductas de apego”, se entiende todos aquellos comportamientos que fomentan el
contacto o la proximidad física con la figura de apego, como puede ser llorar, sonreír o
seguir a la figura de apego. Aunque en un momento dado, las conductas de apego
puedan dejar de estar presentes, en cambio, el vínculo de apego perdura de forma
relativamente consistente a lo largo del tiempo.
2.2.2. Bowlby
La teoría del apego fue originalmente formulada por el psicoanalista británico
John Bowlby en el Instituto Travistock de Londres. En 1958 introduce por primera vez
esta teoría en el artículo” The nature of de child tie to his mother”. Las teorías más
ampliamente aceptadas para la explicación del vínculo madre-hijo eran de tipo
motivacional secundario. Esto significa que desde diferentes perspectivas teóricas,
como la teoría psicoanalítica o la teoría del aprendizaje social, se propone que el
vínculo madre-hijo surge porque la madre alimenta al hijo, asociándose así, de forma
positiva, la satisfacción de necesidades primarias como el hambre con la presencia de
la madre.
Según la teoría de apego planteada por Bowlby, este vínculo tan estrecho que
se establece entre el bebé y su cuidador principal, y que es particularmente evidente
cuando se interrumpe, es el resultado de un deseo, de base puramente biológica, de
mantener la proximidad con el cuidador. Se trataría pues de un atributo biológico
universal derivado de la historia natural de la humanidad. Desde esta perspectiva
evolutiva, la selección genética habría favorecido los comportamientos de apego,
como sonreír, llorar o seguir a la madre, porque aseguran la proximidad de un adulto
protector. Cuando el entorno es favorable, la exploración y el juego se incrementan,
mientras que si el entorno se considera peligroso, entonces se activan
comportamientos como la búsqueda de proximidad con el cuidador principal a la vez
que la exploración y el juego disminuyen. De este modo la figura de apego representa
una base segura desde la cual el niño explorar el entorno sin peligro.
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2.2.3 Ainsworth y los estilos de Apego
Mary Ainsworth, miembro del equipo de Bowlby, fue pionera en los estudios de
observación de las interacciones madre-hijo y creó una herramienta para la evolución
del apego durante la infancia, la Situación Extraña, a partir de la cuál desarrollo la
primera categorización de los diferentes tipos de apego que se pueden establecer en
las situaciones ordinarias entre madre e hijo.
En base a las reacciones de los niños ante separaciones y reuniones con la figura
materna, Ainsworth identifica tres estilos básicos de apego:
- Promueve la exploración del medio por parte del niño, por sentirse
confiado.
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Tres tipos de apego del adulto:
- Inseguro/preocupado.
Una relación de apego seguro provee un contexto también seguro para que el niño
explore la mente del cuidador y de esta manera conozca más acerca de las mentes.
Ve que el cuidador lo representa a él como un ser intencional, y de esta
representación es internalizada para formar el self.
Diversos estudios han encontrado que las personas con un estilo de apego no resuelto
(desorganizado, según la clasificación de la AAI), presentan con mayor probabilidad
trastornos bipolares (Tyrrell & Dozier, 1997), desórdenes afectivos mixtos, trastornos
alimenticios, abuso de substancias (Fonagy et al., 1996) y personalidad borderline
(Fonagy, 1999b; Fonagy et al., 1997).Según el estudio de Fonagy el 64% de los TCA
según la AAI se clasifica como inseguro-preocupado.
Las mujeres con TCA carecen de habilidad de examinar sus propios estados
psicológicos y afrontan el estrés enfocándolo en su cuerpo. Alejan la atención de los
problemas relacionados con el apego hacia un objetivo externo más “asequible”: su
cuerpo.
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2.3 Luigi Onnis: los modelos interactivos de las familias con algún
miembro con enfermedad psicosomática
Se trata en realidad de sistemas familiares que son muy complicados con una
delimitación muy inestable en las fronteras entre las generaciones y los miembros de
la familia y con una tendencia constante a la intrusión en los espacios no sólo físicos,
sino también psicoemocionales de los individuos.
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2.4. Características de las familias anoréxicas M. Selvini (Modelo
Multidimensional)
1. Los factores familiares son unos de los muchos que intervienen en esta patología
multideterminada.
2. Carácter multidimensional de los modelos familiares ya que no existe un solo tipo de
interacción familiar
3. Alta frecuencia de relaciones familiares excesivamente estrechas y con demasiadas
implicaciones interpersonales y pobres relaciones entre los padres con elevado nivel
de desacuerdo.
4. Diferencias relacionales entre las familias de anoréxicas restrictivas y anoréxicas
bulímicas.
5. Importancia de los factores de personalidad como predisponentes al determinar una
mayor vulnerabilidad frente a estresores ambientales y sociales.
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inconscientes de confianza en la pareja, necesidades que, aunque parcialmente
insatisfechas, minan en ambos el impulso a la autonomía y a la exploración de nuevos
vínculos. Estas familias tienen dificultades para vivir explícitamente las crisis
conyugales.
Según Selvini y cols. los padres de éstas familias han sido el fruto de una
cultura machista, además de una condición social y familiar dónde han sido poco
atendidos, en tanto precozmente adultizados y responsabilizados, han crecido
dolorosamente e internados o confiados a parientes, han trabajado desde muy pronto,
han formado parte de fratrías muy numerosas, han sentido fuertemente el imperativo
de estar a la altura de las rígidas expectativas de sus padres. Estos padres pueden
haberse convertido en los protectores de madres en dificultades, reforzando así sus
defensas narcisistas, colocándose en una posición de quien nunca debe pedir nada
para sí, para sus necesidades, de quien estima que es la columna vertebral de la
familia o de quien tiene unos “derechos” que hacer valer dentro de ella.
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margen tanto para la desestabilización que comporta la crianza de los hijos pequeños,
como para la tolerancia de procesos perturbadores provenientes de las relaciones con
las familias de origen y con el mundo laboral. El marido reacciona según las
modalidades que ha experimentado inconscientemente en la infancia. En vez de
recurrir a las modalidades adultas de asunción de responsabilidades, que sabe
ejercitar en su puesto de trabajo, vive la incapacidad temporal de su esposa de estar
maternalmente cerca de él como la enésima prueba de la escasa fiabilidad de las
mujeres/madres para dar bienestar prolongado, restableciendo el mecanismo de
bastarse a sí mismo y apartándose de la vida familiar, haciendo que a su esposa le
falte ese calor que sostenía su autoestima y compensaba su amenazante depresión.
Por su lado, de ser asumido el rol por una hembra, toman una actitud crítica y
descomprometida en vez de pseudoasistencial. La tensión competitiva es fuerte: la
paciente captura tiempo y atenciones con los síntomas y la hermana tiende a
despreciarla sutilmente por la debilidad que demuestra, reforzándola así
involuntariamente en la percepción de su escaso valor y en un oscuro sentimiento de
ilicitud en el uso del chantaje patológico.
Los mitos de unión familiar, emergen como valor supremo que hay que
preservar a toda costa, mitos cohesivos rígidos que mantienen, una especificidad en
relación a la singularidad de las historias familiares, y que, sin embargo, a menudo
están acompañados de manera especular por “fantasmas de ruptura”, es decir, por
temores que cualquier movimiento de autonomía o de separación, cada instancia para
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crecer o para distanciarse pueda representar una disgregación catastrófica de la unión
familiar, antes que una trasformación de los vínculos afectivos.
Mitos rígidos de unión y fantasmas de ruptura justifican e iluminan de significado el
bloqueo evolutivo de un sistema en que la angustia de separación y de pérdida parece
impedir cualquier proceso de trasformación, congelando a la familia en una especie
de mítica “detención del tiempo”.
Se hace evidente una dificultad del núcleo familiar entero para realizar el paso de una
fase a otra del ciclo vital, donde el vínculo a un mito que no se puede transgredir
parece llevar a la familia a una “suspensión del tiempo”.
2.7 Conclusiones
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En su investigación se hizo una primera categorización de la personalidad de la
anoréxica, con el objeto de aplicar terapias distintas. La primera se situaba en un
extremo borderline y la segunda en un extremo narcisista. En ambas hay un
sentimiento profundo de la existencia de algún defecto en sí misma.
En el extremo borderline, hay una interiorización de una actitud negativa hacia el yo,
del tipo “soy malo, los otros son buenos, me tratan mal por mi culpa, debo intentar
cautivarlos”. Mientras que en el extremo narcisista el individuo se defiende del
sufrimiento, pero también tiene una visión negativa del yo, con una actitud del tipo “yo
soy valeroso y bueno, los malos son los demás, tendré éxito y seré admirado”.
Dependiente
Borderline
Obsesivo – compulsivo
Narcisista
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3.1.2 Tipo Borderline
En el estudio realizado sobre la muestra, éstas pacientes tuvieron una historia
familiar en dónde su crecimiento se basó en la inversión paterna, desconfiadas de la
relación de apego ambivalente y desorganizado con la madre. Encontrándose
personalidades muy dolientes, mostrando rasgos presicóticos indicativos del grave
sufrimiento infantil.
En éste grupo de pacientes faltaba un vínculo preferencial con uno de sus padres,
habían recibido una crianza irreprochable en el plano formal, pero casi actuada.
a. Atención por los detalles, las reglas, las listas, el orden, la organización o los
esquemas, al punto de que se pierde el objetivo principal de la actividad
b. Muestra un perfeccionismo que interfiere con el completamiento de las tareas
c. Excesiva dedicación al trabajo y a la productividad, hasta la exclusión de las
actividades de esparcimiento y de las amistades
d. Exageración en cuanto a temas de moralidad, ética o valores.
e. Incapacidad de tirar objetos gastados o sin valor, aún cuando no tienen
ningún significado afectivo.
f. Incapacidad para delegar tareas o trabajar con otros, a menos que se
sometan con exactitud a su manera de hacer las cosas.
g. Modalidad de gastos basada en la avaricia, tanto para sí mismo como para
los demás
h. Rigidez y terquedad
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Para ellas alimentarse está asociado a acciones de control sobre el entorno y las
relaciones. El cuidado del cuerpo es meticuloso y las ropas son a menudo costosas y
rebuscadas cuando está prevista la interacción social.
Casi siempre son ellas las que dejan a un chico con el que han tenido una relación,
incluso bastante formalizada en la que se situaban en la posición de ser cortejadas y
rechazaban entrar en una relación más íntima.
El daño precoz, con un apego de tipo esquivo y una prematura adultización, ha sido
luego estabilizado por una crianza carente de empatía.
Selvini identificó dos variantes, la primera de tipo autista, donde prevalecen los rasgos
depresivos, y la más paranoide, caracterizada por una historia de “síndrome de
indemnización” o reparación de daños y perjuicios sufridos respecto a los padres.
La fratría, cuando está presente, es turbada por los típicos celos competitivos
característicos de una crianza en la que la disponibilidad afectiva de los padres, está
acompañada por ambiguas señales de privilegio ora por uno ora por otro. De acuerdo
al DSM IV, además de lo nombrado, presentan las siguientes características:
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la incapacidad de los cónyuges de satisfacer las recíprocas necesidades de
aceptación y de estima que las necesidades intersexuales. Haciendo que la relación
privilegiada madre-hija pueda partir de la decepción de la madre en la relación
conyugal.
En el grupo B, suele encontrarse un juego de provocaciones y amenazas
sexuales. Puede ocurrir que la esposa insinúe o practique la traición conyugal más o
menos abiertamente, siempre con el fin de reconfortarse respecto de las grandes
vivencias de desestimación o de distancia emotiva. En otros casos el marido expresa
su propia insatisfacción, en el sentido tanto de una histórica frialdad de la mujer como
de una excesiva dependencia, al punto de no poder considerarla una “pareja”. La hija
bajo éste contexto puede sintonizar con la seductora depresión paterna y se liga a él
con un mudo anhelo de complacerlo para recibir su aprobación.
En el grupo C, la implicación que la paciente demuestra hacia los suyos
parece caracterizada por un crónico aislamiento. Los padres, aún cuando se afanan a
su alrededor, no parecen capaces de rozar su intimidad en sentido positivo, pues
están alejados para ella, a veces el padre es más estimado y se nota una inclinación
hacia él como fruto de la necesidad de protegerse y distanciarse de la madre,
percibida como angustiosa por las reglas que impone, vueltas intolerables por la
actitud de distanciamiento afectivo.
Los datos de los estudios realizados, en las tres últimas décadas, sobre la
incidencia de los TCA ponen de manifiesto el progresivo aumento de estos trastornos,
y en especial de la anorexia, en las sociedades industriales en las que abunda la
comida y en las que estar delgado se relaciona estrechamente con el atractivo
(especialmente en las mujeres). Más del 90% de los casos se observa en mujeres...
Otros datos indican que cuando la enfermedad se inicia en la adolescencia (13 – 18
años de edad) el pronóstico es mucho más favorable.
Toro y col. (Onnis, 2004) afirman que no es posible entender la anorexia
nerviosa sin tener en cuenta determinados fenómenos que parten y se desarrollan en
el medio social que envuelve a los pacientes.
Para Selvini y colaboradores (1999), la cultura crea las condiciones de la
vulnerabilidad anoréxica, aunque no está socialmente establecido en qué medida
determinará el paso al síntoma, sino que exige las múltiples coincidencias de las
demás variables personales y familiares.
Algunos de los factores socioculturales que destaca Selvini como más influyentes son
la entrada de la mujer en la lucha tradicionalmente masculina de la escuela, de la
profesión o, en cualquier caso, de la carrera, junto con el no disminuido narcisismo
femenino, fomentado por la moda, los medios audiovisuales y el aumento de la
riqueza.
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Los actuales estereotipos culturales del mundo occidental piden a la mujer que
sea bella, elegante y esté en forma, que dedique mucho tiempo y cuidado a su
persona; pero esto no debe impedirle competir intelectualmente con los hombres y con
las demás mujeres, hacer carrera, y tampoco enamorarse románticamente de un
hombre, ser tierna y dulce con él, casarse y representar el tipo ideal de esposa –
amante y de madre dedicada. Evidentemente el contraste de antagónicas exigencias,
pone a prueba a las mujeres y específicamente a las adolescentes, especialmente las
más sensibles, en su presentación en la escena social.
Según una revisión sobre los factores de riesgo de los TCA, algunos estudios
han mostrado resultados consistentes para predecir los TCA tanto en estudios
longitudinales como en estudios transversales: género, etnia (excepto asiáticos),
problemas de alimentación y trastornos gastrointestinales en edades tempranas de la
infancia, abuso sexual y otras experiencias adversas, baja autoestima, morbilidad
psiquiátrica general, peso elevado e insatisfacción corporal y realización de dietas.
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la vez factores perpetuantes del trastorno y potenciadores de los factores
predisponentes y precipitantes.
5. Intervención
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Con la educación nutricional se pretende orientar a la persona afectada
y a la familia respecto a la conducta a seguir e incrementar la
motivación del paciente para que coopere y participe en el tratamiento.
– Terapias psicológicas
– Tratamientos farmacológicos
– Combinación de intervenciones
Lo ideal sería que los programas destinados a intervenir sobre estos trastornos
sean integrales, que puedan contemplar los diferentes factores que influyen en su
origen y mantenimiento, para que su eficacia sea cada vez mayor.
La investigación llevada a cabo por Onnis y Cols. Tiene como hipótesis el que
un enfoque terapéutico integrado y multidisciplinar que afronte la enfermedad
psicosomática a una multiplicidad de niveles sistémicos, es decir biológico,
psicoemocional, relacional-familiar, sea más eficaz que una intervención
reductivamente medico farmacológica de cara a favorecer la remisión del trastorno y la
prevención de la cronicidad.
- Verificar cuáles son los recursos para el cambio que se generan en la familia
gracias al encuentro con nuestro equipo, a través de la confrontación con el
proceso reconstructivo.
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Se pasa del método paradójico fundado en la provocación y el desafío entre el
equipo terapéutico y las pacientes a la colaboración con las familias y la trasparencia
de las intervenciones, cómo principios básicos de la relación terapéutica.
Este objetivo general se articula de diferente manera, según cuál sea el tipo de
personalidad subyacente a la defensa anoréxica.
Nivel 1 Identificación
Nivel 2 Información
Nivel 3 Intervención
Nivel 4 Terapia intensiva
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La otra posibilidad de intervención en el terreno relacional sería la realización
de una terapia familiar específica basada en un modelo sistémico - relacional y que
estaría dirigida a:
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cuatro años. Según el informe de Lineamientos para Atención de los Trastornos
Alimentarios de la Asociación Americana de Psiquiatría, publicado en 1993, los
mejores resultados en el tratamiento se vinculan con el restablecimiento nutricional,
acompañado por terapias familiar e individual. Es indiscutible que la recuperación de
peso debe ser el objetivo primero para el paciente severamente desnutrido, pues no
sólo salva su vida sino que además mejora sus trastornos de personalidad y de humor,
así como el pensamiento obsesivo y la distorsión de la imagen corporal.
En otros términos, todo comienza como una especie de recorrido ascético de renuncia
a las sensaciones terrenales hasta que, después de un largo periodo de semejante
“ejercicio espiritual”, la abstinencia se instala como modo predominante de reacción y
percepción de la realidad.
5.4.3. Casuística
- Aclarar que quien está unido por una intensa relación afectiva a la persona
problemática, la mayoría de las veces es desarmado por ésta, desde el punto de
vista terapéutico, puesto que está demasiado comprometido por su amor en la
relación y, por lo tanto, es incapaz de asumir actitudes y comportamientos que a
veces tiene que ser precisados claramente.
- Reestructuración de su situación familiar, poniendo de relieve que ésta era
excepcional por su característica de equilibrio y relación esplendida entre los
miembros, pero que, por desgracia, frente al problema, que era rebelde y del que
la familia no tenía ninguna responsabilidad, habría que asumir una actitud
totalmente diferente. Liberar de responsabilidad a los padres de las hipotéticas
culpas de los problemas de la hija supone, en estos casos, un paso esencial que
generalmente permite que éstos colaboren aún más y ayuda a establecer una
relación alianza terapéutica con la hija.
- Pedirles que asumieran respecto al problema la”conjura del silencio”: evitar
hablar del problema teniendo presente que al hacerlo se alimenta.
- Después de haber hecho salir a los padres, poner en práctica la maniobra
específica elaborada para el trastorno de Elena: La reestructuración del miedo al
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ayuno y a las restricciones. Esta maniobra se inicia al preguntarle a qué debería
temerle más, si a los atracones o al ayuno y a la restricción alimentaria.
Habitualmente la respuesta inmediata es la primera, pero ante ésta se le pide a la
persona que considere bien cuál es la respuesta normal del deseo, es decir, de
que se desencadene el impulso alimentario incontrolado.
• El nivel terapéutico
El terapeuta aun manteniendo una posición diferenciada respecto a la
familia, queda comprometido en el proceso terapéutico, recibe y envía
información en un juego especular, donde la familia no sólo se ve en la
representación que de sí misma da en las esculturas, sino también en la
imagen que de ella le devuelve a su vez el terapeuta, una imagen
nueva, diferente a la anterior. En este juego de imágenes, circularmente
refleja, tiene lugar a través de las esculturas un proceso de “co-
creación” entre el terapeuta y la familia.
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6. Funcionalidad del síntoma, la interpretación
relacional y las defensas del paciente
Esta definición como comportamiento activo es mucho más tolerable para estas
chicas que viven la pasividad como una grave amenaza al yo.
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6.1. Conexiones básicas entorno a la triple polaridad: síntomas-
persona-familia
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7. Cronicidad
Las cifras presentadas por diferentes estudios realizados a nivel mundial sobre
la presencia de los TCA, son dispares en cuanto a la incidencia de esta enfermedad
sobre la población general. Sin embargo y acorde con el DSM-IV estos datos ponen en
evidencia que estos trastornos afectan cada vez a mayor número de personas,
especialmente del sexo femenino. Según Constin (1996) el 40% de los casos de
pacientes con TCA no responden al tratamiento y se hace crónico, el 15% muere por
Anorexia; sólo el 45% mejora sus condiciones, es decir que existe un 55% de los
casos en donde su recuperación total es difícil.
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8. Trastornos en la Infancia y Adolescencia
8.1 La Infancia
Tal como se ha comentado con anterioridad, el subsistema parental se hace
cargo de la crianza de los hijos, es el que da afecto y nutre emocionalmente a los hijos
y lleva a cabo las funciones normativas y de socialización. El subsistema parental que
es el formado por los padres ocasionalmente puede incluir a los abuelos o a algún
hermano que de forma “no natural” realiza funciones parentales. Este subsistema se
modifica y se adapta a las necesidades de los hijos ya que estos crecen y sus
necesidades cambian.
El subsistema infantil y filial, además de las funciones de tipo filial, se dan las
relaciones entre hermanos que constituyen para el niño su primer grupo de iguales. En
el subsistema fraterno, se aprende a negociar, cooperar y competir. Este tipo de
pautas ayuda al niño a establecer relaciones en su grupo de iguales fuera de la familia
como es en la escuela. Dentro de las funciones filiales están también las relacionadas
con el respeto a los padres y el acercamiento a ellos. La comunicación entre
subsistemas, tiene que preservar ciertas diferencias y relaciones de intimidad y sobre
todo no mezclar funciones que corresponden a la pareja con funciones de tipo paterno.
La comunicación entre subsistemas es necesaria y debe ser fluida, pero manteniendo
los límites adecuados entre padres e hijos, evitando alianzas disfuncionales entre
subsistemas y no mezclando funciones.
Los procesos de identidad y de autonomía, requieren de procesos de diferenciación y
de unión a la vez.
“Una pareja enzarzada en una relación simétrica poco compensada con dificultades
para armonizar y unificar sus problemas relacionales, involucra a sus hijos. El niño
triangulado recibe mensajes contradictorios en el núcleo de las funciones
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sociabilizantes. La información desconcertante que el niño recibe y que no sabe
elaborar, le genera angustia y una inseguridad en patrones de relación muy básicos,
todo ello ingredientes de los trastornos neuróticos”
Esta definición es indicativa de que la triangulación de un hijo como medio de
compensar los problemas conyugales es una de las disfunciones familiares
generadoras de patología en los hijos.
Cuando los hijos crecen, en la edad escolar los límites familiares deben
adaptarse para que los hijos puedan además relacionarse con otras personas y con
otros sistemas, como es la escuela y los patrones de triangulación no son facilitadores
de estos procesos. Las crisis pueden observarse en la escuela, pero son derivadas de
la disfunción familiar.
8.2 La Adolescencia
Durante la infancia los hijos dependen de los padres que “dirigen” de alguna manera
sus vidas, durante la adolescencia los padres se convierten en oponentes de sus hijos
como contrapunto a que estos puedan encontrar su propia “identidad” y puedan
adquirir su autonomía como individuos. Este proceso de individuación no es un
proceso personal, sino que toda la familia participa de él. El adolescente asume el
hecho de crecer y los otros miembros de la familia lo facilitan y aceptan mediante su
adaptación a este proceso.
Esta etapa de cambio, puede resultar más o menos conflictiva y difícil tanto para
padres como para hijos, y dependerá de la flexibilidad y de la capacidad de
morfogénesis del sistema familiar, que la adolescencia se desarrolle con normalidad.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que en la actualidad, la familia se encuentra
inmersa en un doble mensaje que provoca ambivalencia en el proceso, por un lado se
empuja a los jóvenes hacia la independencia, mientras que por otro se favorecen y
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mantienen situaciones prolongadas de dependencia dentro del ámbito familiar y del
ámbito social.
Los cambios de una etapa a otra del ciclo familiar ponen a prueba la capacidad
de adaptación del sistema y la etapa de la adolescencia implica cambios de gran
envergadura que suelen provocar “crisis” en el estatus quo del sistema. Si además de
los que pasa con el propio adolescente, tenemos en cuenta a los demás componentes
del sistema y a las familias de origen, la adolescencia es el momento del ciclo vital en
que la familia está pasando por su periodo más centrífugo. Cada generación que la
conforma, se encuentra frente a un momento de reevaluación. La generación de los
abuelos, está en fase de retiro de la vida activa y en muchas ocasiones en fase de
necesidad de cuidados y de atención por parte de sus hijos. Los padres que se
encuentran en la etapa media de la vida suelen plantearse un periodo de
autoevaluación personal y profesional. Los hijos adolescentes, por su parte, están
construyendo su identidad y su proyecto vital autónomo de la familia. Por tanto cada
parte o subsistema, se plantea retos propios a la vez que los retos que se plantea la
familia en general.
Por este motivo, es un periodo en el que pueden darse grandes cambios dentro de
ámbito familiar, como puede ser el estilo de vida, la profesión, la pareja, la familia de
origen etc. La familia en general se decanta hacia una forma de funcionar más
individualizada y diferenciada
Según algunos autores, las familias en las que se desarrolla patología son
familias en las que se dan dos tipos de situaciones relacionales: Los problemas
relacionales están presentes desde su constitución como familia. Son adolescentes
que ya desde niños, presentan problemas de tipo escolar, de comportamiento o
incluso psicosomático. Habitualmente ya se han hecho consultas previas respecto a
este hijo a diferentes profesionales. Son chicos “señalados” ya con anterioridad y la
crisis adolescente les recoloca en el rol de enfermo o de conflictivo.
Los miembros de la familia impiden el desarrollo del chico y los signos de cambio. Se
intenta prolongar la infancia más allá del transcurso del tiempo y se niega la evidente
necesidad de autonomía.
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9. Desvinculación, procesos de individuación y sus
desviaciones como generadores de psicopatologías.
Por un lado los conceptos de las clasificaciones fenomenológicas clásicas, los criterios
psicoanaliticos de fuerza del yo y de elección de los mecanismos de defensa
predominantes, nos permiten obtener una tipificación de las formas de producción de
síntomas (llamado también emergencia subjetiva), los cuales hacen referencia a
situaciones muy distintas.
El estudio desde el punto de vista de la emergencia subjetiva, nos lleva a una
clasificación de cinco áreas de pertinencia del trastorno proporcionándonos una lectura
horizontal de la situación.
La observación de los trastornos psiquiátricos en torno a los cambios de fase del ciclo
vital de la familia nos proporciona una lectura longitudinal de los mismos. Los estadios
del ciclo están basados en la clasificación de Milton Erickson.
- Área de las reacciones: en ella se aprecia una evidente cronología entre los
síntomas o trastorno psíquico y un acontecimiento externo (depresión reactiva y
algunos trastornos del anciano)
- Área de las neurosis: comprende desde el punto de vista de la emergencia
subjetiva, el carácter neurótico, la neurosis histérica, fóbica, de ansiedad,
obsesiva, trastornos de la función sexual, trastornos precoces de la pareja,
trastornos de ansiedad más o menos somatizada, trastornos depresivos,
trastornos psicosomáticos.
- Área de las situaciones límite: estas condiciones se habían definido a caballo
entre las psicosis y neurosis y se presentan como trastornos de la personalidad
con síntomas fugaces e inconstantes de tipo diverso (neurótico o psicótico)
aunque algunos autores incluyen formas graves de neurosis obsesivas.
- Área de las psicosis: esquizofrenia catatónica, hebefrénica, paranoide, simple
pseudoneurótica, florida o reactiva, verdadera o defectual, brote psicótico,
autismo, carácter esquizoide,delirios,disociación,posición esquizoparanoide,
posición depresiva, psicosis, psicosis delirante crónica, psicosis
maniacodepresiva (cíclica, ciclotimia, crisis maniacas o depresivas, trastorno
afectivo bipolar), trastorno esquizoafectivo, trastorno esquizofreniforme, trastorno
límite de la personalidad, trastornos psicóticos de tipo productivo.
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10.Bibliografía
Artículos:
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- Terapia Familiar en los trastornos del comportamiento alimentario. Pilar
Lamuela
conducta alimentaria “María del Carmen Iñarritu Pérez, Verónica Cruz Licea e
Curso:
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