Está en la página 1de 99

ÍNDICE

I. INTRODUCCIÓN 5

II. LA FÁBRICA DE TABACOS EN LA HISTORIA DE LA CIUDAD 8

II.I. El primitivo convento de las Agustinas


II.II. El nacimiento de una fábrica
II.III. La llegada de la industrialización a la villa marinera
II.IV. La Guerra Civil: dos bandos en el frente; dos bandos en la fábrica
II.V. Las dificultades de la posguerra
II.VI. Con Estados Unidos llegó el desarrollismo
II.VII. Tras siglo y medio de andadura, llega la última etapa

III. LA VIDA EN TABACALERA 29

III.I. Las cigarreras


III.II. El tiempo de trabajo: horarios y jornadas
III.III. Los salarios

IV. DE LOS CIGARROS ARTESANALES A LA PRODUCCIÓN INDUSTRIAL 45

V. SINDICALISMO EN TABACALERA 54

VI. LA ACTUALIDAD QUE DESCUBRIÓ LA ANTIGÜEDAD 63

VI.I. Documentos en el barro

VII. HEMEROTECA 66

VIII. LA FÁBRICA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX NOVELADA 71

IX. CONCLUSIÓN GRUPAL 79

X. MEMORIA TUTORIAL 82
XI. ANEXOS 85

X.I.
X.II.
X.III.
X.IV.

XII. BIBLIOGRAFÍA 94

XIII. EPÍLOGO 96

XIV. AUTORES Y TUTORAS 98


I. INTRODUCCIÓN

5
Es difícil encontrar edificios con una historia extensa e interesante que además reflejen la
propia historia del lugar al que pertenecen, y más complicado incluso que tengan una cierta
importancia en la historia actual de este. Al menos, es difícil pensar en uno de la ciudad de Gijón, a
pesar de su curioso recorrido histórico y político durante las últimas décadas, y es ahí donde aparece
la antigua Fábrica de Tabacos de Gijón, la Tabacalera.

Para muchos jóvenes, la Tabacalera no es más que un lugar que se encuentra en continuas
obras, un bar de Cimavilla o, por desgracia, un lugar desconocido, un mundo aparte. Y es curioso ver
esto cuando es quizás el edificio representativo de Cimavilla, uno de los lugares más icónicos de
Gijón, y un auténtico quebradero de cabeza para varias personalidades de la política gijonesa.

Ante todo, el territorio de esta fábrica tiene una historia imposible de datar con fechas
exactas, desde que Gijón fue parte de Roma hasta el 2002, su cierre, tuvo usos heterogéneos, y, en
una mayor parte de esta historia, desconocidos. Quizá lo más llamativo fue que desde que se
instauró un convento este edificio fue usado principalmente por mujeres, siendo un lugar único en
este sentido durante la etapa industrial, teniendo en cuenta la sociedad española de esta época.

De lo que no cabe ningún tipo de duda es que este edificio significa mucho, y viendo las
noticias actuales sobre este lugar, no cabe ninguna duda de que la Tabacalera significa mucho para
su barrio y para los ciudadanos de todo Gijón, y los políticos son conscientes, o eso parece, de que lo
que suceda en ese edificio afectará a todos los gijoneses.

Muchas entrevistas y encuentros, muchas reuniones, mucho trabajo y muchos cafés han
pasado desde que nuestras tutoras en este proyecto nos mostraron la Tabacalera como un posible
lugar para enfocar nuestro trabajo, y no cabe duda de que nos sentimos maravillados ante la historia
de este lugar, y no podemos decir que todo lo mencionado anteriormente ha sido en vano, hemos
aprendido mucho y comprendemos nuestra historia desde un enfoque completamente distinto, y
nos entusiasma poder ver el futuro de la Tabacalera con nuestros propios ojos.

Antes de dar paso al trabajo en sí mismo, nos gustaría dar gracias por haber hecho posible
esta investigación a nuestras profesoras que nos han guiado y acompañado durante el desarrollo del
trabajo, Cristina García-Sampedro y Marisa Morán, a la asociación de vecinos del barrio de Cimavilla,
a la asociación "Tabacalera", a Paloma García, directora de museos arqueológicos de Gijón, a
Enrique Rodríguez Martín, delegado de asuntos europeos en el Ayuntamiento de Gijón y a todos los
que han colaborado con la facilitación de la información para nuestro trabajo de investigación; así
como el personal del archivo de Gijón y el Archivo de Asturias entre otros. Con todo esto, nos

6
adentramos en la historia en sí misma, esperamos que el lector pueda apreciarla tal y como nosotros
lo hacemos.

El equipo Eustory del Colegio Corazón de María (Gijón)

7
II. LA FÁBRICA DE TABACOS EN LA HISTORIA DE LA CIUDAD

8
II.I. El primitivo Convento de las Agustinas

Antes de comenzar a relatar la historia de la Fábrica de tabacos de la Villa de Gijón, es de ley


mencionar la construcción del convento en cuya ubicación se instaló una de las industrias que más
prestigio ha dado a nuestra ciudad y que a lo largo de generaciones ha sido referente en la villa
marinera; pues sin la existencia del convento y sin los avatares por los que pasó tanto el edificio,
como la congregación de las monjas que lo habitaban, la historia que nos disponemos a relatar,
sería, con toda seguridad, muy diferente a la que nos ocupa. Hemos de remontarnos muy atrás en el
tiempo. Apenas mediado el siglo XVI, aquel en el que el imperio español vio aumentar sus fronteras
y los Austrias gobernaban con mano férrea sus dominios.

Uno de los detalles más interesantes sobre el devenir de las monjas lo podemos encontrar
en un documento que data del 17 de abril de 1548 y que fue localizado durante las tareas de
excavación de una de las posesiones de la familia Jovellanos en el barrio de Cimavilla. Del análisis
paleográfico e histórico del texto, los historiadores han podido extraer una interesante conclusión.
Esta no es otra que la cesión de una vivienda como morada temporal por parte de la familia
Jovellanos hacia las Agustinas Recoletas, la primera orden religiosa instalada en la ciudad. Esta
comunidad religiosa llegó a la ciudad de la mano de Madre María de Santo Tomé acompañada de
siete monjas. La reverenda madre pidió al pueblo de la Villa, que se componía de unos 800 vecinos,
terreno y ayuda para fundar una casa de religión. Se acordó por el Ayuntamiento proporcionar a la
comunidad todo el suelo necesario en el campo de la Atalaya, en el cerro de Santa Catalina, en el
punto llamado fuente de la Pipa y 4.000 ducados para la fábrica y obra de su convento de las
Recoletas de San Agustín del Santísimo Sacramento y Limpia Concepción. Por Real cédula de 30 de
septiembre de 1670, obtuvieron también como diezmo o alcabala, un maravedí, por cada puchera
de vino blanco y tinto, que se expandiera en la localidad durante un período de cuatro años.

La obra del edificio se empezó en el mes de Julio de 1670 por D. Ignacio de Palacio y Don
Juan de San Miguel, maestros de arquitectura y vecinos de Gijón. El año de su terminación no está
bien especificado, pues algunos los atribuyeron al año 1684 a pesar de que el dintel toral de ingreso
al presbiterio de la iglesia se lee: se acabó esta obra en el año 1733, lo cual también puede
interpretarse como que la iglesia es de fundación posterior. Si esta inscripción faltase y los datos que
se han tomado no existieran, se podría asegurar, asimismo, la época en la que el monasterio fue
construido. Su estilo neoclásico, sus bóvedas de cañón seguido, la esférica rebajada del crucero, su
artesonado (de no mal gusto), los lunetos del presbiterio y los arcos torales de sustentación de la
cúpula son testimonios más que suficientes para afirmar que es una edificación del Renacimiento
Español, cuyos caracteres corresponden perfectamente a los años que se mencionan. Aún se

9
conservan sobre las pechinas y las claves de los interespacios de la bóveda de la nave principal el
motivo de la decoración general, que es el emblema de la orden de San Agustín.

La fantasía popular y más aún la exaltada de las operarias de la fábrica no dejo de crear y
creer leyendas acerca de este edificio. Una, la de la monja muerta en olor de santidad cuyos restos
no han sido hallados y que como nueva alma errante recorre los ámbitos del edificio; otra menos
poética, pero del mismo fundamento, es la del tesoro escondido, para evitar "NO SE QUÉ"
rapacidades.

En 1968, con motivo de la celebración del tercer centenario de la fundación del convento,
tuvieron lugar investigaciones con apertura en los muros, zona del crucero, ala de la epístola y otras
zonas para buscar el cuerpo de la madre fundadora que según se pensaba, estaba enterrado en esa
parte y la devoción popular atribuía que se conservaba incorrupto, debido a las buenas condiciones
de temperatura y humedad que guarda la iglesia. El resultado de las obras fue infructuoso.

El edificio, ubicado en la amplia plazuela de Campo de las Monjas en pleno barrio histórico
de Cimavilla, consta de tres pisos y un desván superior. Primeramente, el edificio tenía una planta
baja y una principal. En la primera debieron estar situadas las celdas, la receptoría, el locutorio, la
entrada principal y la escalera. El piso segundo es un añadido que debió de hacerse al edificio al
mismo tiempo que la capilla, en torno a 1733. A primera vista pudiera creerse que el aumento de
este piso, fuese una obra efectuada al transformarse el convento en fábrica, y sin embargo, todo
indica que se trata de una obra del siglo XVIII. Se trataba de una obra de un modesto maestro de la
construcción o de alguien que, sin gran preparación, pero con buen sentido, fue resolviendo los
problemas como se le fueron presentando. De construcción posterior tiene adosados dos pabellones
para las necesidades fabriles de esos tiempos, así como dos naves para almacenes, dos cobertizos y
el horno de quema. De la fachada del oeste del edificio parte una alta tapia que rodea al edificio por
el norte y viene a unirse a la fachada principal por el ángulo sudeste.

II. II. El nacimiento de una fábrica

Los primeros datos que podemos conocer de la existencia de una fábrica de tabacos en Gijón
se remontan al año 1823. En el archivo municipal del Barrio de la Villa de Gijón, hay dos documentos
que hacen referencia a la clausura de una fábrica de cigarros que existió en la localidad a principios
del siglo XIX. Esta clausura se verificó el día 1 de noviembre del año 1823 siendo la permanencia de
aquella fábrica demasiado breve, un total de cuarenta días. De ambos documentos hemos podido
extraer información muy interesante. En el primero de ellos se expone de manera formal una súplica

10
de las 73 operarias de la fábrica al Señor Intendente de la Provincia para que la clausura inminente
se revocara de manera inmediata.

El otro documento es del director de la fábrica D. José Díaz de Yabarrera, en el mismo


sentido que el anterior y haciendo unas consideraciones sobre los inconvenientes y perjuicios que
para la Real Hacienda traería consigo el hecho del cierre de la fábrica ya que las cartas y súplicas
presentadas por las operarias no sirvieron para nada.

No fue escuchada tampoco la petición del director de la Fábrica y en el año 1837 se fundó,
nuevamente, la Fábrica de Tabacos de esta villa en la señorial "Casa De Valdés" situada en la amplia
avenida que cierra la playa de San Lorenzo. De aquella fábrica y de las operarias que la fundaron no
tenemos más que unas referencias escasas: sabemos sí, que vinieron a establecerla dos maestras y
tres operarias. Las cinco eran hermanas: Ana María, Francisca, Catalina, Carmen y Dolores Pérez.
Procedían de la fábrica de Málaga y con el mismo objeto habían estado en Santander. Sabemos,
también, que los talleres se organizaron con unas cien operarias aprendices y se hacían únicamente
tabacos torcidos1.

1 Tipo de producto hecho a mano torciendo las mantillas de tabaco estirado dando lugar al producto final.

11
Artículo del periódico de El Noroeste que nombra varias industrias de Gijón, entre ellas la Fábrica de
tabacos de Tabacalera

12
El día 15 de mayo de 1838, las autoridades competentes hicieron una clasificación de las
fábricas de Tabacos en tres categorías:

• De 1ª Madrid y Sevilla
• De 2ª Palloza (Coruña) y Cádiz
• De 3ª Alicante, Barcelona, Gijón, Valencia y Santander.

Siendo clasificada como una fábrica de 3º categoría y después de 6 años de andadura, el 24


de septiembre de 1843, se trasladó la fábrica al edificio que actualmente conocemos como "LA
TABACALERA". La incautación de este edificio por parte del Estado tiene una curiosa anécdota:

Como consecuencia del arreglo de fábricas 2 que se intentó hacer en el 1841, parece ser que
una de las destinadas a su cierre fue nuestra protagonista. Cundió la alarma en el barrio de la Villa de
Gijón y se pusieron en juego cuantos resortes e influencias pudieran contribuir en la Corte a que no
se realizase tal plan. Con gran fe y con entusiasmo trabajaron el asunto muy especialmente Don
Alejandro del Castillo, del Ministerio de Estado, D. José Canga Arguelles y Don Evaristo García San
Miguel.

El estado consideraba que la permanencia de esta fábrica resultaría, a largo plazo, muy
costosa, por tener un edificio alquilado para tal fin. Conocido este extremo por el Ayuntamiento de
Gijón, ofreció instalar la fábrica en el Convento de Madres Agustinas y proporcionar a estas un
traslado a Llanes, que era el lugar de donde procedían, para su vida dedicada al culto a Dios.

Como resultado de estas gestiones, se propulsó una Real Orden del Gobierno de la Regencia
el día 19 de noviembre de 1829, en la cual se autorizaba al Ayuntamiento Gijonés a tomar el
convento previamente citado, haciendo a los responsables de la fábrica cumplir con sus obligaciones
y con las promesas a las religiosas de proporcionarles una nueva zona que habitar.

No fue muy largo el proceso de incautación. El 8 de enero de 1843 tomó posesión el


administrador de bienes nacionales del convento e hizo su entrega a Don José Velasco, director de la
fábrica. De un escrito de la época se deduce que existían 1.200 operarias y se elaboraban 32.000
libras de cigarros mensualmente; dadas las consecuencias, en dicho escrito se pedía el ingreso de
500 operarias más.

Tristes odiseas recorrieron las monjas Agustinas. Apenas instaladas en la Vicaría tuvieron
que abandonarla a requerimiento urgente del citado Señor Velasco. De aquí pasaron a una nueva
casa alquilada, hasta que, con bienes propios, al fin, pudieron edificar un nuevo monasterio. El

2 Plan del Estado para la renovación y explotación potenciada de lugares de producción industrial.

13
edificio quedó definitivamente como propiedad del Estado, si bien no se inscribió en el registro de la
propiedad hasta principios del año 1936.

La historia del traslado de un edificio religioso a uno fabril es muy larga. Sin embargo, se
distinguen varias etapas que nos dan una idea del trabajo que supuso. En un primer momento, se
intentó convertir en un espacio adecuado para el establecimiento de la fábrica. En un segundo lugar,
se quiso aumentar la producción por lo que se requería la ampliación dentro de los muros.
Seguidamente, se tuvieron que construir nuevas naves debido a las paupérrimas condiciones. De
manera paralela, se querían reformar los espacios interiores para modernizar la producción. Sus
últimos cincuenta años de vida útil, se centraron en reparar y conservar lo máximo posible este
bloque que se desmoronaba.

Las primeras reformas que se llevan a cabo son las transformaciones necesarias para
convertir el Convento en Fábrica. Es curioso que se ocupe primero como factoría, antes incluso de
terminar las obras para acondicionar el lugar.

El convento era rico en espacios, siendo estos: iglesia, vicaría, sacristía, trece celdas,
bodegas, cocinas, claustro alto y cerrado, claustro abierto, dos huertas y un paso de carros. Pero a
pesar del enorme espacio, las zonas requerían de una ampliación, con el objetivo de adecuarse a las
necesidades de una fábrica. Se precisaban almacenes para guardar la materia prima, así como los
productos elaborados. Tampoco podían faltar las áreas para la mano de obra.

Siguiendo esta premisa, la vicaría se amplió para ser utilizada como portería, entrada y
habitación del portero. A su vez, la iglesia se transformó en almacén y el refectorio en talleres de
producción.

14
Planta baja

Planta principal

15
Planta primera

Planta segunda

16
Planta tercera

A mediados de 1800, deseosas de regresar al convento, las monjas agustinas realizaron una
petición formal al Ayuntamiento. Fue denegada argumentando que las condiciones del edificio eran
mucho mejores para la Fábrica de lo que lo serían para un convento. Las noticias sobre este tema en
la prensa fueron abundantes en la época.

Así pues, preocupados por las ampliaciones, reformas y adecuaciones del edificio, y evitado
el retorno de las religiosas, llegamos hasta mediados del siglo XIX, un momento clave en la historia
de la Tabacalera pues la industria comenzó a pelear por renovarse y promover un impulso por la
producción. El Ayuntamiento de Gijón, opinaba que el beneficio común crecería de manera
exponencial si se apoyaba el desarrollo de la industria. Así pues, la Fábrica de Tabacos manifestó el
deseo de aumentar talleres y almacenes. El Consistorio estaba decidido a asumir el coste necesario
con fondos municipales. No obstante, la falta de liquidez, impidió que estas ampliaciones se llevasen
a cabo.

Como hemos visto un poco más arriba, el cierre de la Fábrica de Tabacos de Gijón se iba a
provocar tan solo diez años después de su apertura en el Convento de las Agustinas, debido la crisis
en la que se sumerge gracias a diversas causas. Por si fuera poco, se produce una crisis de
subsistencia y una epidemia de cólera. Las operarias del negocio no se vieron tan afectadas, pese a la

17
situación socio-económica que las rodeaba. Su nómina les hacía asequible el precio del trigo, y
podían permitirse pequeños gastos médicos.

En primer lugar, la hoja de tabaco que era primordial materia prima, no llegó a Gijón en un
período de ocho meses. En este tiempo, se para la actividad en la industria, asimismo se congelan los
sueldos. Esto repercute directamente en la población gijonesa, que se empobrece de manera
proporcional a la parada de producción de cigarros. Esta crisis, no afecta solamente a Gijón, sino que
en toda Asturias surgiendo un pesimismo generalizado. Este descontento entre la población,
desemboca en motines en distintos lugares asturianos.

Como se mencionaba con anterioridad, la epidemia de cólera también ayuda a que esta
situación no mejore. En la mayoría de los lugares, la mortandad infantil y femenina superaba a la
masculina. Sin embargo, en Gijón sucede de manera contraria. La razón más evidente es que las
operarias podían costearse las medicinas y el tratamiento médico.

Todas las malas rachas concluyen en algún momento y, en Gijón, el resurgimiento nació
gracias a dos puntos clave: el desestanco del tabaco y la amenaza del cierre de la Fábrica. Para
conseguir la primera de las premisas, tenemos que centrarnos en el Bienio Progresista momento en
el que nacen medidas anti-proteccionistas que permiten que se inicien los trámites para que
produzca la privatización del negocio y la venta de los edificios del área, aunque la brevedad del
gobierno progresista hace que estas medidas no puedan llevarse a cabo.

El segundo factor va ligado con el deseo de cierre de la Fábrica, con objetivo de racionalizar
la producción y dividirla entre las demás industrias del norte. El Ayuntamiento redacta dos informes
pensados para ayudar a que el negocio continúe abierto. Las distintas situaciones: pérdidas de
cosechas y reestructuración de la producción agrícola, señalan que es necesario un desarrollo
industrial en la ciudad, siendo la industria de tabacos la única que podría proporcionar ese ansiado
progreso. Paralelamente, se aportaban buenos argumentos que harían que se revalorara el cierre:
las cigarreras se conformaban con sueldos bajos, las posibilidades ampliación con que contaba la
fábrica, el gasto que supondría trasladar el tabaco elaborado a otro lugar y la repercusión económica
que tenía el negocio en la vida local; intensificándose negativamente si se suprimían más de 1.500
puestos.

Poco tiempo después de superar la grave crisis, la Fábrica sufre una reestructuración en la
organización interna. Se debía adecuar la oferta a la demanda, lo que sucedía era que los
consumidores se decantaban por un tipo de cigarros que no eran los habituales. Consecuentemente,

18
se paraliza la producción de los rutinarios cigarros Comunes para dejar paso a los cigarros
Peninsulares y cigarrillos.

Con objetivo de reducir en gran medida el problema, se opta por despedir a las cigarreras ya
no tan necesarias. Es la primera reducción de plantilla que sufre la Fábrica, que consistió en un
centenar de empleadas a lo largo de diez años. Es curiosa la moderación que se tomaban los
directivos para disminuir las fuerzas de producción, concretamente el capital humano. Esto se debe
a que evitaban que se formaran motines o revueltas sociales si se suprimían cigarros Comunes.

Es paradójico el hecho de que se necesitara urgentemente aumentar la producción de


cigarrillos pero que el espacio disponible impidiera contratar a nuevas operarias. En Gijón, se
demandaban 50.000 cajetillas anuales mientras que en Oviedo el número era la mitad. En León, se
pedían tan solo 8.000 cajetillas anuales.

Para sofocar este problema se establece una sucursal adyacente en Oviedo. Esta no da sus
frutos y, después de 10 años, cierra definitivamente; para fusionarse con la Fábrica de Gijón. Uno de
los motivos de la unión no es más que la necesidad por parte de la Fábrica gijonesa de ampliar sus
talleres, así como implantar otros nuevos. Cabe mencionar que existía en la ciudad una situación de
paro masculino generalizado, siendo este otro de los argumentos para aumentar el espacio
productivo.

El Gobierno que toma la decisión es el provisional salido de la Revolución de 1868; la


sucursal ovetense cierra en noviembre de 1871. Esta dirección también es la que escatima que se
recorten los gastos que conllevan el traslado de materia prima y la que decide unirla a la Fábrica
gijonesa.

En 1884, la Fábrica de Alicante cerró sus puertas y la de Gijón asumió la consignación de


labores. De esta manera, el trabajo aumentó descabelladamente. Viendo lo grave de la situación de
la Fábrica de la pequeña ciudad del norte de España, la Dirección General de Rentas Estancadas
decidió arreglar y reparar algunas zonas de producción.

En 1887, se constituyó la CAT (Compañía Arrendataria de Tabacos). Era una institución que
apoyaba las reformas y mejoras de las Fábricas de Tabacos situadas en España. Para estos arreglos,
se requería el análisis de la Fábrica en cuestión y la posterior evaluación. En el edificio gijonés el
deterioro era evidente y el Ayuntamiento, dándose cuenta de que el Convento no era el lugar
idóneo en el que tanto había insistido, para este tipo de industria, acabó retirando el apoyo que
siempre le había ofrecido a la Fábrica.

19
La visita que realizan desde la CAT, les hace saber que necesitan extender la Fábrica fuera de
los muros del Convento. El problema radicaba en el ‘Callejón de las Angustias’ pues la factoría no
ampliaría los talleres hasta que no se mejoraran los accesos. Mientras tanto, el Ayuntamiento les
incita para dirigir las reformas por otros caminos. Se percibe la falta de interés por arreglar las calles,
queda patente que la ubicación del lugar es un caos y se plasman varios de los inconvenientes sin
solución de la Fábrica. A pesar de que en el siglo siguiente se demolieron las casas que dificultaban el
paso hasta el edificio, nunca existió una mejora en las comunicaciones entre el puerto y la ciudad
baja.

II. III. Llega la industrialización a la villa marinera

No podemos pasar por alto que la constitución de la Compañía Arrendataria de Tabacos en


1887 trajo consigo un proceso de reestructuración de la producción de la fábrica. Gracias a las
mejoras industriales: como la paulatina introducción de la energía eléctrica, los nuevos sistemas de
almacenamiento de los productos fabricados o la nueva distribución y organización del trabajo.

Esta tecnología mecánica se estableció de forma paralela a la implantación de la reivindicada


jornada laboral de ocho horas. Se produjo un incremento de la productividad hasta que la Guerra de
Cuba y sus consecuencias frenaron el proceso expansivo, ya que eran esta isla y Estados Unidos los
principales proveedores de la fábrica, dando lugar a altibajos de producción, que posteriormente
mejoraría entre 1910 y 1920 gracias a la aplicación de tecnologías mecánicas y la sustitución
definitiva del vapor por la energía eléctrica.

En esta época la fábrica se especializó en la elaboración de dos nuevos productos: el Farias y


los Ideales. La plantilla laboral logró alcanzar las 2.000 operarias, marcando así su máximo histórico,
al incorporar una Segunda Generación de Cigarreras de características sociales comunes en el sector:
ingreso en edad infantil (entre 7 y 13 años), permanencia en la fábrica toda su vida laboral, acceso
familiar, sueldos bajos y establecidos.

En 1890, la CAT lleva a cabo las ampliaciones y reformas proyectadas en la huerta del
Convento. Los nuevos edificios anexos se utilizan para guardar las calderas de vapor, almacenes,
talleres de carpintería y cobertizos.

Por otra parte, el inicio de 1900, desemboca en la primera oleada tecnológica. Esto lleva
consigo al deseo de reformar algunos de los espacios interiores, por ejemplo: el asfaltado de los
patios centrales, la instalación del puente grúa, el entarimado de talleres, la cubierta de cristales, el
nuevo alcantarillado o la transformación de los huecos de las ventanas. Son las únicas reformas que
se hacen, de todas las que necesita el edificio.

20
No es hasta 1923, cuando tras haber observado las condiciones de la Fábrica, se entiende la
necesidad del traslado de esta industria a otro edificio, planteando la posibilidad de que ocupe los
terrenos cercanos al palacete del Conde de Revillagigedo. Sin embargo, el proyecto fracasa y nunca
se lleva a cabo.

Va pasando el tiempo y el estado del reformado Convento requiere de transformaciones


que, tras mucho esperar, llegan en 1929. Se construyen las naves de la huerta norte y se añaden dos
plantas a la vicaría. En octubre de 1934 y durante la revolución de Asturias se instaló en parte del
edifico un pequeño hospital de campaña, y este sufrió algunos desperfectos por los bombardeos que
le sometió el Almirante "Cervera".

Dadas las circunstancias, reparcheos, reformas y necesidad de constantes reconstrucciones y


ampliaciones, en 1935, llegan altos funcionarios de Tabacalera a Gijón y proponen una nueva
construcción de otra Fábrica, ya que esta solo alberga problemas, hasta ese momento, irresolubles.
Para este proyecto, la CAT adelantaría el dinero y la propuesta sería aceptada por el Ministro de
Hacienda. Sin embargo, y a tenor del momento histórico que se está viviendo, la obra queda
nuevamente pospuesta.

II. IV. La Guerra civil: dos bandos en el frente; dos bandos en la fábrica

La Guerra Civil estalla justo en el mejor momento de la Compañía Arrendataria de Tabacos.


De sus doce fábricas, solo cuatro permanecieron en la zona nacional, el resto, la de Gijón incluida,
seguían con la República. La Federación Tabaquera Española (FTE) se encargó de la empresa
mediante un Comité Nacional, al que la República opuso una mínima resistencia, aprobando un
Comité de Empresa propio al que integraba seis miembros de UGT y cinco de la CNT.

A esto hay que sumarle la dualidad de mando de los organismos sindicales y políticos. Los
nuevos Comités Obreros procedieron a depurar al personal directivo y obreros derechistas, usando
la fórmula libertaria asamblearia como sistema de discusión y organización. Se instauraron medidas
como un aumento abusivo del impuesto de guerra (entre un 25% y un 32%) o una implantación
definitiva del derecho de jubilación, lo que dio un final provisional a las Faenas Auxiliares. Además,
muchas cigarreras se fueron a otras fábricas más alejadas de los bombardeos o empezaron a
comerciar con tabaco dentro del mercado negro, causando un control más severo hacia el tabaco.

Además de la falta de material y de gestión, la fábrica tuvo que hacer frente a una reducción
de plantilla debido a la salida de gran parte de los operarios masculinos ya que el frente de occidente
cada vez se notaba más cercano. Esto hacía que fuese necesaria una salida de tabaco hacia estos
hombres que estaban en el frente como suministro. En el sistema económico de la guerra

21
proliferaron organismos de control social para demandar y repartir tabaco usando un sistema de
‘vales’, vaciándose los almacenes de la fábrica en ese entonces y recurriendo al racionamiento. Con
unas altas cifras de consumo y una producción prácticamente paralizada, hubo que someterse a un
control para frenar a sociedades y organismos que demandaban grandes cantidades de tabaco. Las
normas de racionamiento fueron con mucha frecuencia vulneradas ya fuera por diversos comités o
personas individuales que se dedicaban a hacerse con grandes partidas de tabaco.

Los sublevados eran conscientes del gran poder que poseía el tabaco en el ámbito
propagandístico y psicológico entre la población, por lo que se ocuparon de crear un sistema de
carreteras que funcionara para abastecer picadura y cigarrillos, dando así una buena imagen a las
nuevas autoridades. El nuevo director-jefe, López-Dóriga, se ocupó de hacer depuraciones hacia los
responsables del período de Gestión Obrera y a los simpatizantes o militantes de izquierdas. Se
conseguía una buena productividad gracias a las horas extraordinarias gratuitas, a la intensificación
del ritmo de trabajo con una jornada de 10 horas diarias, a la multiplicación de los turnos y a la
abolición de la jubilación, volviendo así al sistema de las Tareas Auxiliares. La materia prima era
nacional o de Filipinas, debido al apoyo que daba este país al gobierno franquista, lo que facilitaba
mucho el pago.

En Gijón la persecución personal por motivos políticos y todas las actividades represoras que
se producían en la fábrica fueron relativamente bajos, comparados con los que se producían en
otros sectores. Aun así, no se debe minimizar su impacto a nivel social y mental que se produjeron
debido a afectar a toda la plantilla. La primera depuración la produjo el bando republicano, creando
una Junta Depuradora de cuya actuación no hay prácticamente ningún documento escrito sobre
esto, se sabe simplemente por entrevistas posteriores. El fin de esta junta era purgar los elementos
derechistas más señalados, centrándose en la directiva y la administración fabril.

Mucho más sistematizadas fueron las purgas de la época franquista, teniendo lugar la
primera en el último trimestre de 1937, tras el llamamiento que se hizo a todos los obreros,
amenazando con perder su trabajo a quienes no acudieran a la llamada. En primer momento, solo se
amenazaba a los sospechosos o claros partidarios del Frente Popular, a quienes se les suspendía
cautelarmente de empleo o sueldo, ya fuera por haber pertenecido al llamado ‘Ejército Rojo’ o por
tener una resolución pendiente en los Tribunales Especiales de Guerra.

La depuración definitiva se produjo en los años 1939 y 1940, afectando a todo el personal,
empezando con los cuadros directivos, aunque la mayoría se resolvieron favorablemente debido a
que ‘si habían prestado servicio a los rojos, lo hicieron obligados por fuerza mayor’.

22
En cambio, para los operarios se estableció una Junta de Depuración del Personal Obrero en
cada fábrica, que condenaba la prestación de servicios militares a los rojos, haber denunciado a
superiores o compañeros de trabajo, haber abandonado el servicio para ayudar la causa marxista,
causar daño a materiales de la fábrica o haber hecho propaganda contra el ‘Glorioso Movimiento
Nacional’. Las penas se basaban principalmente en la pérdida de tu trabajo y tu sueldo
temporalmente, siendo más largas dependiendo del grado de la falta. Se realizó una labor
exhaustiva en los expedientes de los trabajadores y aplicando castigos colectivos en el caso de que
hubiera que sancionar a una gran parte de los mismos. La Junta de Depuración del Personal Obrero
de las Fábricas se ocupó de que se cumpliera lo anteriormente establecido, resumiendo los
expedientes a una ficha única donde se encontraban los datos principales del trabajador en
cuestión. A parte se necesitaban otros dos informes, uno de la Guardia Civil y otro de la Falange y la
JONS.

La gravedad de los delitos que conllevaban una mayor sanción la imposición de penas por el
tribunal franquista o por haber servido voluntariamente al ejército de la ‘zona roja’, cosas que
afectaban casi exclusivamente al personal masculino. Estas sanciones fueron objeto de revisión y
muchos de los sancionados acabaron siendo perdonados gracias a los ‘indultos generales’ que
concedió el Franquismo a lo largo de su régimen y que terminaron prescribiendo con la celebración
de los XXV años de paz en 1964.

Parece que la Fábrica se sumerge en una etapa cíclica. Tras la Guerra Civil, la Tabacalera da la
orden de que no se lleve a cabo ninguna reforma en el edificio, ya que no reúne las condiciones de
habitabilidad básicas. Se vuelve a proponer una construcción en otra avenida, que nunca llega a
realizarse. Para completar el ciclo, se realizan cambios en el ya tan reformado edificio que permitan
realizar los trabajos tras los destrozos de la guerra.

II. V. Las dificultades de la posguerra

La posguerra y la grave crisis económica no ayudaron demasiado. Se producen años de una


inercia fabril enorme, con una producción semiartesanal, con falta de proyectos, inversiones e
iniciativas, además de escasez de materias primas y energía. Había una falta de hoja norteamericana
debido a la exigencia del cobro en divisas y la inestabilidad del transporte durante la Segunda Guerra
Mundial. Eso impedía también conseguir otros productos como papel fino o envases, y comprar
maquinaria nueva o reparar las que estaban obsoletas o averiadas. La maquinaria anticuada causaba
frecuentes cortes de electricidad que impedían un buen uso de las tareas.

23
Durante tres lustros, la Fábrica de Tabacos luchó por su supervivencia entre un mar de
dificultades, como la recesión económica producida por el conflicto bélico, la caída del comercio
internacional tras la Segunda Guerra Mundial y el aislamiento diplomático y económico de España.
Un problema grave fue la caída del suministro de materia prima, que solo venía de países que
admitían la peseta y no habían cortado relaciones con Franco, como Brasil, Cuba, Argentina o
Paraguay. La fábrica gijonesa debía abastecerse de Santander, La Coruña o Cádiz, por lo que surgió
un sueño autárquico con el tabaco nacional, impulsado desde 1941 por el Ministerio de Agricultura
con la creación del Servicio Nacional del Cultivo y Fermentación del Tabaco, ayudado por la creación
de Tabacalera en 1945. Aun así, la calidad resultó ínfima debido a la falta de fertilizantes, la poca
calidad del secado y del proceso de fermentación, y del descuido en el almacenaje.

El nivel técnico retrocedió veinte años, además de presentarse bajo una lamentable calidad.
Esto se sumaba a la escasez de personal técnico, disponiendo solo de 260 operarias y 12 mecánicos
en 1949. Además, hasta 1954 eran muy habituales los cortes de luz, que llevaba a una paralización
de la producción y frecuentes averías en las máquinas. A esto hay que sumar el incendio que se
produjo en 1954 a causa del impacto de un rayo, lo que afectó significativamente a la cubierta de
madera y a la normalidad productiva.

El tabaco decayó en cantidad, calidad y variedad, algo que ocurrió en todo el sector
tabaquero español, condenado a un autoabastecimiento zonal debido a las dificultades en el
transporte causadas por la Guerra Civil.

El peor año en la producción fue sin duda 1948 debido al bloqueo que se impuso contra
Franco que a punto estuvo de acabar con la economía española. No se puede hablar de recuperación
hasta 1952, cuando se vuelven a las cifras anteriores a 1936, a pesar de ser un dato un tanto ficticio
debido a la devaluación real de la peseta y la pérdida general de poder adquisitivo.

La Fábrica de Gijón fue obligada a reservar parte de la producción a las ‘labores donadas’
que eran entregadas gratuitamente a una parte de la población, constituidas en mayor parte por
propaganda política y paternalismo, con un cierto componente de soborno encubierto para lugares
como cuarteles militares, Hacienda o institutos varios.

24
II. VI. Con Estados Unidos llegó el desarrollismo

Cuando parece que se atisba una solución al problema del aislamiento español con la ayuda
aportada por Estados Unidos 3, de nuevo las necesarias reformas se ven frustradas puesto que, en
1954, un incendio destroza gran parte del tejado. Podemos imaginar que a estas alturas el edificio se
encuentra en un estado deplorable. En 1961, se cae una parte de la fachada principal. Las
autoridades entienden que es imprescindible llevar a cabo las constantemente pospuestas reformas.
Se reconstruye el muro de mampostería, se reparan muros y una acera, se realizan labores de
restauración y limpieza. Se construye una escalinata en la zona principal, que diferencia así dos
entradas; una de corte más tradicional y otra más prestigiosa. Se reforma la techumbre del edificio y
se cubren los patios. Apenas duró 20 años más la andadura de la fábrica en esta ubicación.

Después de una época dura, la Fábrica de Tabacos de Gijón comenzó un proceso de


recuperación que le permitió un nuevo esplendor. Cuando se materializaron las consignas de
Tabacalera para la modernización de las fábricas, que promovía una especialización de cada una y
una mecanización de todas las fases productivas, consiguió disparar los ingresos sobre todo en el
bienio de 1969-1970.

Durante el proceso del desarrollismo, los cambios aparecieron en todos los elementos
productivos, permaneciendo la misma materia prima debido a que el peso del tabaco nacional fue
totalmente determinante hasta 1969, cuando pasó a ocupar una posición marginal en distintas ligas,
cada vez mejores y homogéneas.

Donde más se notaron estos cambios fue en el propio sistema de trabajo, pues acabó con el
sistema de ranchos y de talleres para entrar en el de Secciones, más acorde con la industrialización y
la presencia masiva de máquinas y automatismos. Durante los años sesenta llegaron a Cimavilla
nuevas máquinas como calderas de vacío para la humificación, calderas nuevas, carretillas eléctricas,
empacadoras, celofanadoras, cartoneadoras y anilladoras.

II. VII. Tras siglo y medio de andadura, llega la última etapa

Durante los últimos 30 años la fábrica entró en un proceso de decadencia imparable como
muestran los datos de la producción y personal, siempre a la baja. La producción en las dos últimas
décadas no tiene apenas novedades ya que la caída del consumo de la picadura se ralentizó en los
ochenta con la introducción del tabaco de pipa. En cuanto a los cigarros la demanda experimentó
una bajada que alcanzó mínimos entre 1990 y 1994. Además, la Fábrica de Tabacos de Gijón, era el

3Estados Unidos aportó al Estado franquista 1200 millones de dólares a cambio de la instalación de cuatro
bases militares en España.

25
único taller manual de puros de España donde se seguían elaborando cigarros con hoja de tabaco
cubano al cien por cien.

Durante los años 90 del siglo XX la fábrica vivió un largo período de dificultades e
incertidumbre debido a la política empresarial. Con el anuncio del posible traslado a la Fábrica de
Santander en 1993, se inicia la fase final para la plantilla de cigarreras que se reduce mediante el
sistema de base incentivadas. A pesar de las continuas acciones de protesta y el apoyo de las
instituciones seguía habiendo una gran pérdida de empleo, llegando a máximos del 10 por ciento de
descenso de la plantilla en el bienio 1998-1999. Aunque el cierre de la fábrica no fue hasta 2002, en
los años anteriores se produjo la baja de la mayor parte de las trabajadoras.

En junio de 2002 se cerraron las puertas del viejo Convento de las Agustinas Recoletas sin
que sirvieran de nada las protestas sindicales y políticas, debidas a los acontecimientos económicos
existentes. Dando por finalizada la actividad sobre un edificio simbólico de la ciudad durante siglos y
períodos diferentes.

La primera intención del Ayuntamiento era reformar el edificio. Para ello, se demolería el
antiguo convento y con él, todas sus construcciones auxiliares. Por ello plantea una investigación
exhaustiva. El objetivo principal de la primera visita a la fábrica era obtener toda la información
posible acerca de la edificación y del estado en que se encontraba; antes de hacer modificaciones
definitivas.

La Fábrica parecía haber sido congelada en el tiempo. En la Iglesia se hallaba la evidencia de


la reconversión de un lugar divino a un espacio dedicado a la industria. Los obreros marcaron los
arcos de la iglesia con sus nombres en grafiti; de la misma manera, el vía crucis había dejado paso a
los epígrafes de diversos tipos de tabaco; los grandes sacos de cigarros ocuparon el lugar de los
bancos del antiguo Convento; la nave central y el crucero fueron mancillados con un puente grúa
que los atravesaba. Las pequeñas y austeras celdas conventuales fueron la base para las posteriores
salas abiertas y el patio interior. Un enorme muro que recorría todo su perímetro le daba un toque
misterioso.

Llamaba la atención la falta de organización espacial, siendo así difícil de dilucidar cuáles
eran los lugares destinados a los distintos trabajos. Lo primero que se lleva a cabo es un informe
preliminar para llevar la cuenta de la maquinaria existente y de su estado. Además, se hace una
recomendación de intervención arqueológica en la zona. La Fábrica se encuentra en la zona central
de Cimavilla y a la entrada de la antigua ciudad romana, donde se habían hecho numerosos
hallazgos arqueológicos.

26
El informe de los técnicos especialistas nos enseña que tras el cierre de la Fábrica, equipos y
mobiliarios fueron desmontados, bien para su traslado, bien para su venta. Se mantuvieron
máquinas de gran tamaño, máquinas modernas, aparatos de transporte, mobiliario de taller y restos
de repuestos y recambios.

Se concluye que, a pesar de la diversa maquinaria, ésta aparece de manera parcial y no


ayuda a construir una imagen global. Seguidamente, resulta difícil de conservar o desmontar. Aun
así, la importancia de estas piezas para la ciudad es inmensa, hablando desde cualquier punto de
vista.

Se encuentran tres grandes bloques en los que se divide la organización. El primero, es la


zona del antiguo Convento y casa de Dirección. El segundo, la zona de patio Este y edificaciones de
planta baja. El tercer y último bloque, está constituido por la zona de naves al norte del edificio
sobre el cerro.

El objetivo primordial que planteaba el proyecto de intervención es demoler los edificios


adyacentes ajenos al antiguo Convento. Para ello, se necesitaba llevar a cabo una investigación para
analizar la importancia de cada espacio. Las áreas encontradas fueron divididas en doce.

A) El Convento

Tiene forma rectangular, se encuentra en la planta baja y se observa la realización de


diversas reformas en su interior a lo largo de los siglos XIX y XX.

B) La Iglesia

A mediados de 1800 se convierte en almacén de tabaco. A principios de 1900, se instala el


puente grúa que la atraviesa.

C) La Vicaría

A mediados de 1900, se le añaden dos pisos. Además, constaba de planta baja y desván.

D) Anexo posterior al convento

E) Retretes sobre el paso de carros

Se agregan al Convento tras su conversión a Fábrica.

F) Pabellón adosado en la zona este

Se añade al antiguo Convento a finales del siglo XIX

G) Almacén en la esquina sudeste

27
Sus funciones fueron la de almacén de elaborados y taller de reparaciones, respectivamente.

H) Almacén exento en la huerta nordeste

Este edificio guardaba el almacén de rama

I) Cobertizo adosado al muro sur

También añadido a finales del XIX, se utilizaba para la preparación de hoja para cigarros.

Cobertizo adosado al ala este del Convento

J) Nave norte de la huerta

A pesar de haber sufrido modificaciones en su interior, su estructura de origen se mantuvo


intacta.

K) Nave sur de la huerta

El proyecto tenía como fin eliminar las partes que no fueran originarias del Convento. No
obstante, es verídico que toda la historia de la Fábrica de Tabacos de Gijón se puede contar a través
de precisamente estas reformas. Muchos de los espacios habían sido construidos en función del
movimiento estilístico de la época; derribarlos por tanto sería atentar contra la identidad final del
edificio.

28
III. LA VIDA DE LA TABACALERA

29
III. I. Las cigarreras

Parte esencial en el desarrollo de la industria de tabacos en la ciudad de Gijón fueron las


trabajadoras que durante cuatro generaciones se encargaron de sacar adelante la producción de
cigarros en la ciudad. Los primeros registros fiables con los que se cuenta son los de la plantilla del
año 1887 en el que se contaba con 1.850 trabajadoras a las que habría que añadir los 40 o 50
operarios masculinos y media docena de cargos administrativos y directos.

A pesar de que la política de la CAT era reducir la plantilla nacional un 25%, la de Gijón no se
redujo, sino que aumentó con la incorporación de 257 operarias en 1888 y 1889 que, restándole las
bajas, daban en 1890 un total de 1.985 trabajadores, cifra que superaba casi en un centenar la
existente en 1887. Desde ese momento se inicia un descenso continuado y significativo del volumen
de mano de obra que, en sólo cuarenta años, quedó reducido a menos de la mitad.

En los períodos en que la CAT quería mejorar la producción, establecía premios a los ranchos
según la cantidad y la calidad del trabajo realizado. Esto favorecía la asistencia y la productividad de
las operarias. Como la mayoría de labores eran manuales y habían adquirido habilidad y experiencia
en sus años de trabajo, competían impulsadas por los premios de la empresa, lo que hacía conseguir
auténticos récords de producción. La factoría llegó a producir a finales del siglo XIX, en un sólo día,
900.000 cigarrillos de Marca Chica, 3 millones de Cigarros Comunes Fuertes, 20 millones de
cigarrillos Superiores y el mismo número de cigarrillos Finos.

Los premios de la fábrica de tabaco de Gijón eran los más bajos de la Compañía
Arrendataria, siempre se precisa el bajo coste de la mano de obra como factor que justifica el
mantenimiento de la actividad en períodos de crisis. Durante la crisis de subsistencia paralela a la
Primera Guerra Mundial, la CAT decidió compensar la pérdida de poder adquisitivo con
subvenciones para todas las operarias.

La tradición preindustrial y la organización tradicional del trabajo eran factores


imprescindibles a la hora de elegir el nuevo personal, incorporando principalmente hijas de las
cigarreras como aprendizas a muy temprana edad, asegurando su puesto de trabajo e iniciándose en
las labores prácticas, contribuyendo al ahorro de la empresa en la formación de personal. En algunos
casos las recién ingresadas ya conocían la fábrica y la labor por haber permanecido junto a sus
madres durante la niñez en los talleres de elaboración de distintas labores, tal como se permitió a lo
largo del siglo XIX. Lo más sorprendente es la edad de incorporación al trabajo pues más del 10% de
la Segunda Generación de Cigarreras ingresaron con menos de 10 años y hay un caso cuya
incorporación se hizo con solo 7 años. La mayoría de las operarias (62,77%) son admitidas en la

30
fábrica con menos de 15 años. Entre 15 y 20 años sólo el 21,67% y por encima de esta edad sólo lo
hacen el 16,05% de las trabajadoras.

AÑOS NÚMERO PORCENTAJE


7 1 0,2
8-9 50 10,04
10 - 11 83 16,66
12 - 13 92 18,47
14 - 15 85 17,06
16 - 17 73 14,65
18 - 19 35 7,02
20 - 21 27 5,42
22 - 23 19 3,81
MÁS DE 23 34 6,82
TOTAL 499 100

La fuerte incidencia laboral de la Fábrica de Tabacos en Gijón se aprecia a la hora de analizar


la procedencia geográfica de las trabajadoras que provienen principalmente de Gijón y alrededores
(80%). En 1890, la plantilla estaba formada por 1914 trabajadores y trabajadoras de las cuales sólo
39 procedían de fuera de Asturias. Estos datos reflejan una significativa rigidez a la hora de contratar
trabajadores; la preferencia por trabajadoras autóctonas sobre las foráneas, relacionada con la
transmisión generacional del oficio de madres a hijas, la tradición artesanal y los escasos
movimientos migratorios en la segunda mitad del siglo XIX.

En esta Primera Generación la diferencia de edad que se encontraba entre los distintos
oficios de la Fábrica. Las más jóvenes, se dedicaban a la elaboración de cigarrillos. Las de edad
adulta, trabajaban con cigarros. Por último, las más ancianas se destinaban al taller de desvenado.
Este método clasista estaba directamente relacionado con la habilidad que demandaba cada trabajo.
Los cigarrillos eran los que requerían de un trato menos cuidado, y simplemente eran más fáciles de
manejar. Al contrario, los cigarros demandaban unas manos hábiles y curtidas en el oficio. El taller
de desvenado suponía la tarea que pedía menos fuerza y reflejos.

Las cigarreras provienen mayoritariamente de Gijón (más del 80%) debido al fuerte arraigo
industrial en la villa. En 1890 sólo 39 de 1.914 trabajadores procedían de fuera de Asturias y el resto

31
de trabajadores no gijoneses eran procedentes de la zona de influencia de la fábrica: Oviedo,
Candás, Luanco y Villaviciosa. Estos datos reflejan una rigidez notable en la contratación laboral, la
preferencia de las trabajadoras autóctonas sobre las foráneas, con la transmisión del oficio de
madres a hijas y con la escasa influencia de los movimientos migratorios de la segunda mitad del
siglo XIX.

PROCEDENCIA GEOGRÁFICA VOLUMEN PORCENTAJE


GIJÓN 1533 80,1
RESTO DE ASTURIAS 342 17,86
FUERA DE ASTURIAS 39 2,03
TOTAL 1914 100

Otro campo a evaluar es el estado civil de las cigarreras. Sin embargo, los datos no son
demasiado claros como para producir un veredicto exacto. En el taller de cigarros, era mayor el
número de solteras, debido a la edad. Pasaba esto también en el taller de desvenado, suponiendo
que se hubieran quedado viudas. El hecho de que hubiera el mayor número de casadas en el taller
de cigarros denotaba la permanencia en la empresa tras el matrimonio. A pesar de la agotadora
tarea que debían llevar a cabo en los talleres, las operarias compaginaban este trabajo con las tareas
domésticas.

TALLERES EDAD MEDIA SOLTERAS CASADAS


Cigarros 46.2 26% 74%
Cigarrillos 22.0 85% 15%
Desvenado 55.0 50% 50%
Embotado 33.5 20% 80%
Fundas 27.5 20% 80%
Empapelado 37.5 50% 50%

Perfil de las cigarreras según su edad y estado civil en 1885

Queda patente lo inadecuado del edificio cuando a finales de siglo, cuenta con casi 2000
operarias y los problemas no dejan de aumentar. El espacio de almacenamiento se ha quedado

32
pequeño, y no sirve para cumplir su función. La escasez de superficies cubiertas o lo difícil que era el
transporte entre el puerto y el recinto fabril eran alguno de los ejemplos de las diversas
complicaciones. El deseo de implementar tantas instalaciones es tal que no deja que los intentos de
ampliación se lleven a cabo exitosamente. La Dirección de la Empresa niega a la Comisión de
Reformas Sociales la validez de sus informes que concluyen mencionando 'el insuficiente volumen de
aire que corresponde a cada obrera' y 'la imposibilidad de aumentar las operarias por haber llegado
ya al límite e impedir la impenetrabilidad de los cuerpos que se hacinen más de lo que están'.

Tampoco ayudaba la ubicación de la Fábrica, que se encontraba en la parte alta de la ciudad;


dificultando así los accesos desde el puerto o el traslado por las estrechas calles. Como pasa de
manera reiterada en la historia del edificio, el diario El Comercio critica estas condiciones y demanda
'La más completa armonía entre la Compañía Arrendetaria de Tabacos y el Ayuntamiento de Gijón;
era preciso que la una y el otro hiciesen un sacrificio para asegurar la existencia de este centro fabril,
dándole mayores proporciones, mejorando los talleres, aumentando los almacenes, construyendo
nuevos salones y empezando por dotar a nuestra Fábrica de una avenida ya que no espaciosa y
holgada en demasía al menos lo suficientemente amplia para que los arrastres se pudiesen efectuar
sin comprometer la seguridad de los transeúntes y con la rapidez que se impone en una empresa
especialísima como lo es la que se dedica a beneficiar el tabaco' (El Comercio, 16 de noviembre de
1892).

El rasgo evidente de la Segunda Generación de Cigarreras es la continuidad en la profesión a


lo largo de toda su vida, con frecuencia hasta la muerte, ni el matrimonio, los hijos o la enfermedad
forzaban el abandono de la actividad. Como el sistema retributivo se basaba en el destajo, según las
labores confeccionadas, las reglamentaciones laborales eran flexibles y permisivas con los horarios y
las ausencias, sólo las de más de ocho días sin justificación eran castigadas con la expulsión. En la
práctica, este criterio tampoco se cumplía y había operarias que faltaban durante meses sin sanción
si contaban con el apoyo del ama y de la maestra de rancho. Casi el 85% de las cigarreras tuvieron
una vida laboral superior a los 50 años en la fábrica con retiradas muy tardías, normalmente
coincidente con el fallecimiento. El 30% trabajó entre 56 y 60 años, otro 30% entre 61 y 70 años y
más de un 8% por encima de los 70 años con extremos que llegan a superar los 80 años de vida
productiva en los casos registrados de dos trabajadoras. Es preciso destacar que cuando superaban
los 70 años de edad, el trabajo se realizaba fuera de los talleres, en las llamadas Faenas Auxiliares.
Permanecían sentadas en la entrada de los talleres dedicándose a misiones de apoyo de las
operarias productoras, con trabajos complementarios como remendar sacos, repasar labores,
barrer, estar disponibles para suplir temporalmente a las operarias… podría decirse que en estos
casos funcionaba en realidad como una jubilación encubierta.

33
El resto del personal femenino, que no formaba parte del conjunto de cigarreras, eran
porteras y maestras, mientras que el personal masculino estaba ocupado en los talleres de
máquinas, bajo la supervisión de un maquinista, o en las labores de almacén y traslado de materia
prima o del producto elaborado.

La disminución de la mano de obra pudo haber sido muy superior si no se hubiera creado la
categoría nueva de Talleres Auxiliares o Faenas Auxiliares. En el período entre 1895 y 1935 este
colectivo pasó de significar el 1,2% del personal al 12,5%.

Otro rasgo significativo de la Segunda Generación de Cigarreras es la continuidad en la


profesión a lo largo de toda su vida, con frecuencia hasta la muerte, por lo que a diferencia de lo que
pasaba en otros sectores productivos, ni el matrimonio ni los hijos ni la enfermedad forzaban el
abandono de la actividad. El Reglamento laboral era flexible y permisivo con los horarios y las
ausencias por razones familiares, estableciendo que solo las ausencias de más de ocho días sin
justificar eran castigas con la expulsión de la empresa. En la práctica, tampoco se cumplía mucho
este criterio porque había algún caso de ausencia durante meses que no era sancionando siempre y
cuando contara con el apoyo del ama y de la maestra del rancho en que estaba trabajando.

Esta flexibilidad laboral influyó notablemente en la prolongación de la vida laboral. Casi el


85% de las cigarreras tuvieron una vida laboral superior a los 50 años en la fábrica debido a un
ingreso temprano y una retirada muy tardía. Cuando las trabajadoras superaban los 70-80 años
realizaban fuera de los talleres las llamadas Faenas Auxiliares. Consistían en estar sentadas a la
entrada de los talleres llevando a cabo misiones de apoyo de las operarias productoras, realizando
trabajos complementarios en la factoría como remendar sacos, repasar labores, barrer, etc.

La Tercera Generación de Cigarreras comprende a las ingresadas entre 1900 y 1936, con
preferencia el periodo 1921-1926 (84,97%), momento en el que se renueva la plantilla. Tras las
modificaciones legales de la Compañía Arrendataria de Tabaco de 1908, que fijaron los 14 años
como edad mínima de ingreso en las fábricas de tabacos, se modifican los porcentajes de la edad de
acceso. En siglo XX desaparecen las admisiones de niñas y la edad de 23 años se convierte en la más
común entre las admisiones, justo lo contrario que ocurría en el siglo XIX.

EDAD DE INGRESO VOLUMEN PORCENTAJE


14 - 15 14 3,62
16 - 17 27 3,99
18 - 19 51 13,21

34
20 - 21 67 17,35
22 - 23 46 11,91
24 - 25 44 11,39
26 - 27 46 11,91
28 - 29 31 8,03
30 - 31 25 6,47
32 - 33 18 4,66
34 - 35 7 1,81
36 - 37 2 0,5
38 - 39 5 1,29
40 Y MAS 3 0,7
TOTAL 386 100

Ficha de una cigarrera que trabajó 75 años en la fábrica

En la Tercera Generación la mayoría de admisiones son mujeres mayores de 20 años


(76,14%).

EDAD DE INGRESO SEGUNDA GENERACION TERCERA GENERACION


1860-1900 1901-1936
7 - 13 45,37% 0,00%

35
14 - 15 17,06% 3,62%
16 - 17 14,65% 6,99%
18 - 19 7,02% 13,21%
20 - 21 3,42% 17,35%
22 - 23 3,81% 11,91%
23 Y MÁS 6,82% 46,89%

Los sistemas de ingreso en la fábrica del personal femenino quedaron regulados a principios
del siglo XX respetando las preferencias con respecto a las hijas y nietas de las cigarreras. La
reducción de plantilla y la escasa incorporación de personal a lo largo del siglo XX, forzaron la
elaboración de un Reglamento que precisara claramente los criterios de ingreso, estableciendo
como preferencia el contrato de las huérfanas mayores de 18 años, de las huérfanas menores de esa
edad y de las hijas y nietas de las operarias mayores de 18 años, quedando en último lugar las hijas y
nietas de entre 14 y 18 años. La inscripción de las solicitantes se podía realizar desde los 4 años de
edad de la aspirante, aunque la edad mínima de ingreso fuera 14 y la máxima 35 (salvo traslado).

Como el número de solicitantes sobrepasaba el de plazas era necesario hacer un sorteo


público. Los sorteos estaban fijados cada 5 años y el número de aspirantes en la Fábrica de Gijón era
tan alto que en el año 1926, la lista de solicitantes superaba las 510 mujeres. Otras formas de
incorporación a la plantilla era el traslado de otras fábricas (La Coruña y Madrid sobre todo) y sin
olvidar el derecho de reingreso de toda operaria que hubiera abandonado, voluntariamente y sin
sanciones, la empresa.

La incorporación de las operarias a las Faenas Auxiliares implicaba su permanencia en la


fábrica hasta su fallecimiento, por lo que ésta resultaba ser la principal causa de baja laboral, ya que
superaba el 90%. El segundo motivo de baja laboral era el despido voluntario o el traslado de fábrica
que afectaba a un reducido número de trabajadoras. Con similar porcentaje (3,11%) figuraban las
bajas por faltas de asistencia que se aplicaban en muy contadas ocasiones, ya que era frecuente una
gran flexibilidad en estos casos. Una última causa de baja en la empresa podía deberse al robo
clandestino de tabaco por parte de las operarias, delito que estaba claramente regulado y que era
penado con la expulsión definitiva. Estos casos no se solían dar ya sea por los rígidos registros
realizados por las porteras encargadas de esta misión o por el miedo a la sanción de las cigarreras.

Una incorporación significativa de nuevas trabajadoras se produjo en el período 1921-1926


con la llegada de 328 cigarreras aprendizas; el 84% de todas las contratadas durante todo el primer

36
tercio de siglo. Su ingreso puede relacionarse con la sustitución de la Segunda Generación de
Cigarreras que podrían haber pasado a Faenas Auxiliares por razones de edad.

A comienzos del siglo XX se produce un aumento de la plantilla masculina, desde los 40-50
trabajadores de mediados del siglo XIX a cerca del centenar en 1936. Estos incrementos se
relacionan con la introducción de técnicas de mecanización que requieren el trabajo de oficiales,
mecánicos y peones para su funcionamiento, a lo que se añade un aumento de la producción que
exige mano de obra masculina para el desembalaje, almacenamiento y transporte de las materias
primas y los productos elaborados. Además, este colectivo presenta variaciones en cuanto al nivel de
cualificación laboral y de ingresos, pues incluye a la dirección, al personal administrativo, al personal
de servicios, a los capataces, a los técnicos, a los oficiales y a los peones.

El flujo de entrada y salida del personal masculino es muy superior al de las mujeres, ya que
los varones cambian con mayor frecuencia de trabajo antes posibles ofertas en otras fábricas. La
edad más corriente de ingreso se corresponde con la madurez laboral y denota una experiencia
previa en otras instalaciones fabriles como aprendices u operarios. En el caso de las admisiones
masculinas también ejercía un papel fundamental y prioritario ser hijo o nieto de operarias o
trabajadoras.

La contratación de personal masculino se relaciona principalmente con la introducción de


maquinaria en la producción. El flujo de entradas y salidas de personal masculino es superior al de
mujeres ya que cambian con mayor frecuencia de trabajo ante la presencia de ofertas en otras
fábricas.

EDAD DE INGRESO VOLUMEN PORCENTAJE


14 - 15 6 4,02
16 - 17 1 0,06
18 - 19 9 6,04
20 - 21 11 7,38
22 - 23 12 8,05
24 - 25 19 12,75
26 - 27 19 12,75
28 - 29 18 12,08
30 - 31 12 8,05
32 - 33 14 9,39

37
34 - 35 9 6,04
36 - 37 5 3,35
38 - 39 2 1,14
40 Y MÁS 12 8,05
TOTAL 149 100

Si se tiene en cuenta la edad de ingreso de los varones se confirma la reducida entrada de


muchachos aprendices (14-18 años) y la gran cantidad de ingresos de hombres con una madurez
laboral y experiencia en otras instalaciones fabriles como aprendices o como operarios. Además, en
las admisiones masculinas también había preferencias con los hijos y nietos de operarias. La
selección de personal masculino estaba sometida a ciertos controles que consistían en estar un
tiempo como aprendices o "mozos suplentes" y, tras demostrar la disposición para el trabajo y el
buen comportamiento, pasaban a ser empleados fijos.

Ficha de un trabajador de la fábrica Solicitud de trabajo de un varón

Tras la Guerra Civil, la plantilla quedó estabilizada en 400 trabajadores, con un porcentaje de
25% varones y 75% mujeres, lentamente evolucionando a favor de los hombres. La plantilla no tuvo
muchos incrementos debido a la inactividad de la posguerra y la crisis que pasaba España, de hecho
se mantuvo en una inactividad forzada debido a la falta de materias primas durante bastantes años.

38
La recuperación de la actividad productiva a partir de 1954 gracias al crédito estadounidense
que permitía adquirir hoja de tabaco y equipos mecánicos, lo que permitió un significativo aumento
de la fuerza laboral a lo largo de los años cincuenta y sesenta, llegando en 1970 a 578 trabajadores.

Con el Plan de Estabilización de 1959 se llegó al final de la autarquía y comenzó el


Desarrollismo con fuertes inversiones, como instalaciones eléctricas, maquinaria, almacenes o
talleres, favorecido todo esto por una demanda que mejoraba la calidad, ofertaba nuevas labores y
aumentaba el consumo. Esto además vino acompañado por mejoras en las condiciones de trabajo y
en las dependencias fabriles, incorporándose operarios y operarias e instaurándose el doble turno
en todas las fábricas españolas.

A partir de 1970 se inicia una reducción de efectivos que, lamentablemente, será común
hasta 2002 y que afecta principalmente al sector femenino debido a la progresiva mecanización de
las labores fabriles.

GENERACIONES FECHAS DE INGRESO


Primera Generación de Cigarreras Mediados siglo XIX (1837-1887)
Segunda Generación de Cigarreras Finales siglo XIX (1887-1900)
Tercera Generación de Cigarreras Primer tercio siglo XX (1900-1936)
Cuarta Generación de Cigarreras Segunda mitad siglo XX (1955-1975)

Ficha de una trabajadora de la Cuarta Generación

39
III. II. El tiempo de trabajo: horarios y jornadas

Hasta el establecimiento de la CAT la organización preindustrial de las fábricas dejaba el


control del tiempo de trabajo y del salario en manos de las cigarreras y sus necesidades económicas.
Frente a estos hábitos de las cigarreras, la nueva CAT estableció nuevos reglamentos que regulaban
a la asistencia al trabajo y el horario laboral, pero las protestas de las cigarreras y la negativa del
Gobierno a imponer normas que provocaron conflictos, impidieron la puesta en marcha de las
nuevas normativas. Una huelga en Sevilla en 1896 obligó a la dirección a suprimir una norma que
obligaba a las operarias a entrar en la fábrica antes de las 11 de la mañana. Así pues, los cambios en
la jornada laboral se hicieron paralelamente a la nueva legislación social que los gobiernos de la
Restauración desarrollaron en España. Según la Ley de 13 de marzo de 1900 se limitaba la jornada
laboral de mujeres y niños a 11 horas diarias (eran frecuentes jornadas de 12 o 13 horas en las
fábricas de tabaco).

Tras la agitación social, el gobierno decretó la jornada de ocho horas, que se aplicó en las
fábricas de tabacos desde 1919, aunque se mantuvo el horario de apertura y cierre, dejando que
cada cigarrera regulara su propia jornada de trabajo, manteniendo el horario de entrada y salida
(entrada a las 8 de la mañana y salida a las cinco de la tarde con una hora libre para la comida). Poco
a poco se extendió la jornada de ocho horas, con permisividad en las entradas para las obreras
manuales, tal y como regulaba el Reglamente fabril de 1927: "En los talleres manuales y en
consideración a la avanzada edad de las obreras que hoy los integran, se concederá a estas un
espacio de tiempo prudencial para la entrada en talleres; en la inteligencia de que, como la hora de
salida es fija y marcada por el término de la jornada legal, trabajarán en menos de las ocho horas el
tiempo que cada una se retrase en la entrada".

Con todos estos condicionantes, la política de la Arrendataria se orientó a mantener el


régimen tradicional en las fábricas históricas y a establecer los nuevos reglamentos en las nuevas
instalaciones, por lo que fábricas como la de Gijón funcionaban como auténticos establecimientos
duales con dos tipos de organización fabril distintos, según se tratara de los talleres mecánicos o de
los manuales. En los primeros el horario era fijo y común para todos los operarios y operarias, con
un jornal fijo junto a algún aliciente o premio dependiente de la producción. Mientras que en los
manuales había flexibilidad de horarios y la elaboración y el sueldo eran individuales, aunque la
producción se fijaba colectivamente por ranchos.

Había, además, un factor que afectaba a la jornada laboral: las paradas de la producción por
falta de trabajo a causa del desabastecimiento de hoja de tabaco, lo que forzaba a disminuir o

40
aumentar las horas de trabajo según la ocasión, o a trasladar a las cigarreras de unos talleres a otros.
Dicho traslado era aplicable únicamente a las obreras manuales.

En los períodos en que la CAT quería mejorar la producción, establecía premios a los ranchos
según la cantidad y la calidad del trabajo realizado. Esto favorecía la asistencia y la productividad de
las operarias. Como la mayoría de labores eran manuales y habían adquirido habilidad y experiencia
en sus años de trabajo, competían impulsadas por los premios de la empresa, lo que hacía conseguir
auténticos récords de producción. La factoría llegó a producir a finales del siglo XIX, en un sólo día,
900.000 cigarrillos de Marca Chica, 3 millones de Cigarros Comunes Fuertes, 20 millones de
cigarrillos Superiores y el mismo número de cigarrillos Finos.

Los premios de la fábrica de tabaco de Gijón eran los más bajos de la Compañía
Arrendataria, siempre se precisa el bajo coste de la mano de obra como factor que justifica el
mantenimiento de la actividad en períodos de crisis. Durante la crisis de subsistencia paralela a la
Primera Guerra Mundial, la CAT decidió compensar la pérdida de poder adquisitivo con
subvenciones para todas las operarias.

El tema de las jubilaciones de las trabajadoras que no formaban parte del personal fijo era
muy debatido, ya que carecían de los derechos pasivos del personal para asegurar un retiro. Las
soluciones fueron varias dependiendo de las personas, desde mantener la labor en los talleres sin
límite de edad hasta el traslado a talleres de desvenado, donde la habilidad necesaria era menor.

A partir de 1920 se eliminó la obligación de asistir diariamente a la fábrica y las ancianas


recibían mensualmente un salario de 35 pesetas sin contraprestaciones, dando lugar así a una
especie de jubilación.

III. III. Los salarios

Conocer los salarios concretos es complejo debido a la ausencia de datos desde la fábrica y
por la imposibilidad de utilizar referencias. Solo eran fijos los sueldos de los cargos administrativos,
técnicos, peones, maestras y porteras ya que el resto de la plantilla cobraba a jornal. La segunda
variable estaba relacionada con la jornada de trabajo y cobraba gran relevancia en el salario final la
habilidad y destreza de cada trabajadora.

TALLERES OPERARIAS SALARIO SALARIO SALARIO


TOTAL % MÍNIMO MEDIO MÁXIMO
Cigarros Peninsulares 150 8.93 20 22.5 30

41
Cigarros Marca Chica 120 7.15 20 22.5 30
Cigarros Comunes 780 46.5 20 22.5 30
Cigarrillos 342 20.4 26 30 35
Desvenado 140 8.34 15 17 25
Embotado 118 7.03 13 16 25
Fundas 20 1.2 13 16 25
Empapeladoras 8 0.5 17 20 25
Total 1.678 100

En primer lugar, sólo eran fijos los sueldos de los cargos administrativos, técnicos, peones,
maestras y porteras, que eran el 3% de la plantilla, ya que el resto cobraba a jornal, a "premio" se
decía en las fábricas de tabaco, según la labor realizada, la calidad de la misma y el canon
establecido por la CAT para los distintos tipos de tabacos y labores. Además, la jornada de trabajo de
cada operaria podía ser irregular según las necesidades o preferencias de cada una. Por último, en el
salario final tenía mucha importancia la habilidad y la destreza de cada trabajadora que dependía
sobre todo de la experiencia. El salario de las operarias sufría unas condiciones nefastas, situándose
entre los más bajos de España. La norma general era que cobraran entre 26-28 pesetas mensuales;
existiendo siempre algunas excepciones. Analizando el funcionamiento interno que se regía y
podemos constatar que era muy arcaico: las trabajadoras que menos laboraban, eran las
explotadoras de las compañeras más sacrificadas.

Por todo esto, es muy difícil concretar los honorarios diarios o mensuales de las operarias,
que podían ser a principios de siglo, desde 4 pesetas diarias de una pitillera habilidosa y
experimentada hasta 1,20 pesetas de una aprendiza. Además, los "premios" eran diferentes en cada
fábrica, a pesar de que la Compañía pretendía unificarlos. Parece ser que los premios de la Fábrica
de Gijón estaban entre los más bajos de la Compañía ya que siempre se precisa el bajo coste de la
mano de obra en la factoría gijonesa como principal motivo de mantenimiento de la actividad en los
períodos de crisis.

La política salarial no sufrió apenas modificaciones a principios del siglo XX. En 1916 la
Dirección nacional destinó 200.000 pesetas para mejorar los sueldos inferiores a 1250 pesetas
anuales. Como durante ese año la inflación en España ascendió un 10%, al año siguiente hubo que
revisar la subvenciones mensuales, establecieron que se doblaran para las operarias (de 7,5 a 15
pesetas) y para el resto de empleados (de 9 a 18 pesetas), y subieran para las ancianas de Faenas
Auxiliares (de 25 a 30 pesetas). En 1919 la política salarial se vio afectada por los comienzos del

42
sindicalismo tabaquero y por la implantación de la jornada de ocho horas, lo que provocó una huelga
en todas la fábricas entre diciembre de 1919 y enero de 1920 y obligó a la Compañía a revisar una
vez más los porcentajes fijos estableciéndolos en 60 pesetas mensuales para las cigarreras, 35
pesetas para las de Faenas Auxiliares y 30 pesetas para las maestras y porteras. También se
aumentaron los destajos o premios en un 25% para compensar la pérdida de salario real que había
supuesto la reducción de jornada a ocho horas.

Salarios aproximados en pesetas por talleres en 1885 según la Comisión de Reformas Sociales

43
Tales incrementos salariales hay que analizarlos teniendo en cuento el contexto de grave
crisis económica y social de aquel momento en España debido al mantenimiento del alza de precios,
crisis que en Gijón tuvo repercusiones más intensas, si atendemos a los términos que plantea la
situación de las clases bajas según el diario El Comercio: "La vida en Gijón se ha hecho insoportable.
No hay jornal ni sueldo, por muy elevado que sean, que sacie la codicia de los explotadores. Si en
todo el norte de España el encarecimiento de las subsistencias destaca sobre el resto de la nación, los
abusos de los obreros de la villa gijonesa dan quince y raya a los de todas las demás localidades. Aún
entre Oviedo y Gijón existen enormes diferencias en el costo de varios artículos", que acaba
afirmando "Se impone una acción dura antes que el pueblo se tome la justicia por su mano".

Durante los años inflacionistas de la guerra y los posteriores, la evolución salarial de los
cargos administrativos y de los cargos técnicos de la empresa no tuvo una aplicación lineal, sino que
se produjo de forma muy desigual, pues hubo que modificar las plantillas de la Arrendataria de
Tabaco para homologarlas con las establecidas por el Ministerio de Hacienda, hecho que sin duda
favoreció un aumento salarial de los cargos administrativos por encima del resto de empleados.

Durante la Dictadura de Primo de Rivera se mantuvo la tendencia al alza de los sueldos de las
cigarreras cuyas retribuciones pasaron de ser un 65% superior a la media nacional en 1914 a un
100% en 1930, año en que doblaban el salario medio femenino. En estas mismas fechas el jornal
diario medio de una operaria de tabacos pasó de ser 2,8 a 6,7 pesetas, con un aumento que
superaba el 130%.

Dentro de la política social de la empresa el tema más candente era el de la jubilación de las
trabajadoras que no eran fijas, y por lo tanto, carecían de derechos para asegurar un retiro. La
Arrendataria no fue capaz en las primeras décadas del siglo XX de buscar una solución a este
problema por la oposición de la Hacienda Pública a integrarlas como trabajadoras de plantillas, por
lo que se optó por mantenerlas en la nómina de la fábrica hasta su muerte, ya que la mayoría habían
ingresado en la fábrica siendo niñas. Como el deterioro físico era inevitable e impedía el desarrollo
de cualquier labor productiva, en 1905 la Compañía estableció en Sevilla los llamados Talleres de
Faenas Auxiliares, a los que pertenecían las operarias ancianas, que cobraban un salario muy
reducido sólo por personarse a diario y desempeñar pequeñas labores secundarias como barrer,
recoger el material o ayudar a las operarias. El sistema se fue extendiendo por toda España y llegó a
la Fábrica de Gijón en 1908.

44
IV. DE LOS CIGARROS ARTESANALES A LA PRODUCCIÓN
INDUSTRIAL

45
Analizando las labores fabricadas, se aprecia la pervivencia de la producción manual de
cigarros y cigarrillos debido a la escasa, por no decir nula, mecanización de la producción. En 1890, la
inicial fabricación de cigarros fue reduciéndose en mano de obra hasta ocupar solo el 28,51% de
cigarreras, dedicándose el resto a la elaboración manual de cigarrillos (60%) o al empaquetado de
picaduras. La labor más apreciada de la factoría de Gijón eran los Cigarros Peninsulares (elaborados
con tabaco habano en España) que podían ser de Marca Grande o Marca Chica que fabricaban
manualmente las 238 cigarreras con mayor experiencia, bajo el control de dos maestras. Con
tabacos de menor calidad se elaboraban los cigarros Comunes Fuertes en un sólo grupo o partido,
controlado por cuatro maestras que inspeccionaban la labor de 228 operarias.

Durante principios del siglo XX la industria tabaquera española sufrió varios altibajos en el
precio mundial de la hoja y su producción, sujeta a temporadas de malas cosechas o de
sobreabundancia, la distinta competencia del contrabando, tolerado en unas épocas y reprimido
fuertemente en otras (Dictadura de Primo de Rivera), la situación económica mundial y nacional tras
la Primera Guerra Mundial, la crisis social de 1917 o la Revolución del 34, sin olvidarnos de los gustos
tan cambiantes de los fumadores de la época.

El gran impulso de los cigarrillos vino en la década de los años treinta bajo la influencia de los
consumidores americanos, con el cine como medio de difusión del tabaco. En 1902, se produjo la
recuperación del sector gracias a la bajada de los precios del tabaco tras la reanudación del comercio
con América del Norte y con las antiguas colonias españolas.

Este factor permitió una recuperación notable de la Fábrica de Gijón durante el bienio 1902-
1904, seguida de un periodo de crisis (1904-1908). Durante estos años, EEUU y Filipinas fueron los
principales proveedores y la Primera Guerra Mundial no cortó este suministro, aunque la
importación de hoja disminuyó al mismo tiempo que los precios se dispararon.

La crisis mundial de la posguerra (1919-1923) también tuvo repercusiones en la producción


gijonesa, aunque la recuperación fue más rápida gracias a la aparición de nuevos proveedores como
Brasil surgidos durante la Gran Guerra.

Gijón, una ciudad de costumbres y tradiciones, refleja su identidad también a la hora de


elaborar cigarrillos. Elabora cigarros comunes siguiendo las pautas de las prácticas tradicionales.

En el siglo XIX suceden numerosos cambios que devalúan al ya mencionado rapé y tabaco en
polvo. Seguidamente, los hombres se sustituyen en esta industria por un número de cigarreras que
trabajan de manera manual. Como se puede comprobar, esto no es un avance más un retraso en la

46
evolución tecnológica. Estos cambios se debían a los gustos del consumidor, la decreciente tasa de
ocupación de los varones, así como la falta de maquinaria adecuada hasta finales del siglo XIX.

El traspaso de hombres a mujeres en este trabajo tan concreto tiene se entiende claramente
examinando la trayectoria de una Fábrica de Tabacos de Sevilla. Mientras que, en esta primera
fábrica, donde trabajaban hombres, el resultado final de los cigarros dejaba mucho que desear por
culpa de las prisas que le ponían; el trabajo final de las operarias en la Fábrica de Gijón resultaba
más hábil y preciso. Sin embargo, también hemos de tener en cuenta que las mujeres recibían un
sueldo menor, así como era notable su flexibilidad a horarios o cambio de labores. Estos dos puntos
negativos se contrarrestan con otras medidas que hacían más llevadero su trabajo; podían delimitar
con mayor facilidad sus horarios de entrada y salida a la par que se les permitía llevar consigo al
taller a los chavales más pequeños.

Es fácil pensar que el espacio que se necesita para albergar miles de cigarreras, materias
primas y productos elaborados es enorme. De manera consecuente, se buscaban edificios gigantes;
capacitados para erigirse como talleres y almacenes. Los lugares idóneos se encuentran entre los
edificios desamortizados; sean conventos, sean cuarteles. Gracias a sus grandes espacios, resultan
adecuados para producir de manera manual masivamente; siendo el único inconveniente el grado
de dificultad que presentaban a una posterior mecanización.

La Fábrica de Sevilla en aquel momento, era la mayor de España con diferencia. Trabajaban
en ella más de seis mil cigarreras, siendo este más del 23% del personal obrero perteneciente a la
industria tabacalera en el país. Le seguían las fábricas de Alicante, Madrid, La Coruña, Valencia y
Cádiz. En orden de importancia, se impone la Fábrica de Gijón en séptimo lugar. En esta última,
trabajaban 1.600 mujeres y tan solo 41 varones. Ellos sostienen los puestos de dirección, capataces o
mozos de faena. La administración del edificio contaba con un superintendente, cuatro ayudantes,
un contador-interventor, un notario, un par de porteros y varios mozos de faena.

La organización se regía al estilo preindustrial y artesanal. Las cigarreras se agrupaban en


grupos de seis a diez personas, tenían una maestra de taller, siendo esta la que las guiaba y
controlaba toda la producción. Su responsabilidad era alta; debían hacer seguir unas normas de
disciplina. Las más perseguidas eran el respeto hacia la hoja distribuida y el producto final de
cigarros, así como la no consumición de vinos o licores. Mantener el silencio y la calma eran también
condiciones sine qua non. Uno de los delicados escenarios que podía darse en la Fábrica sería el
robo de cigarros; las medidas que se utilizaban contra estas acciones eran estrictas. Dependiendo de
la cantidad robada, se debería pagar la suma de la misma, siendo la cárcel otra opción; la expulsión

47
de la Fábrica venía implícita con las sanciones. Quedaba claramente escrito que ellas habían de ser
quienes aportaran los útiles de labranza necesarios.

Uno de los efectos positivos de ser mujer y trabajar en este edificio, como antes se
comentaba, era la posibilidad que se ofrecía de cuidar a los niños más pequeños en la Fábrica. Las
operarias que tenían a su cargo bebés, podían salir hasta dos veces al patio para amamantarlos.
Seguidamente, los niños de cuna contaban con un lugar en el taller. Por último, se deja paso a la
creación de guardería-escuelas. Llegaron a acogerse más de 500 niños, como la demanda era tan
grande, este proyecto se tuvo que suspender. El motivo de tal permisividad, se debía a las
necesidades de producción que acompañaban cada período de tiempo. Es curioso el hecho de que
se diera preferencia a las hijas de las cigarreras cuando quedaba vacante una plaza. De esta manera,
se convierte en un empleo hereditario.

La producción material consta de tres procesos indispensables para asegurar el buen


funcionamiento de la fábrica. El más infravalorado, pero también el primero y base de toda posterior
labor, es la materia prima utilizada. Esta debía ser de calidad y de fácil manejo, así como aceptada
por el público. El segundo paso de esta cadena se corresponde con el proceso de formación,
teniendo que ver con la estructura organizativa del trabajo, sin dejar de lado las técnicas que se
utilizan. Por último, entran en juego los resultados; el producto final que deja su lugar de fabricación
para ser distribuido por los diferentes territorios españoles.

Se tiene entendido, aunque sin una corroboración exacta, que existían talleres domésticos
especializados en la elaboración de ‘rapé en polvo’ y cigarros de ‘torcer’.

La primera idea de fábrica surge en 1823. Se traen hasta Gijón hojas provenientes de
Virginia. Sin embargo, su funcionamiento no sobrepasa los dos primeros meses. Se abre de nuevo en
1837, y en el 41 cuenta ya con un importante valor de mercado. Al año siguiente, se estila un nuevo
ingrediente: ‘el boliche’, hoja que proviene de Puerto Rico. Esta labor era extremadamente costosa,
ya que era enteramente manual, contando simplemente con cuchillas, trapos y una pequeña tabla
como apoyo. Al contrario de lo que podría parecer, estas herramientas eran propiedad y
responsabilidad completa de las operarias. Se remarca lo parecidos que son los resultados en cuanto
a tamaño y peso, a pesar de ser artesanales en su totalidad.

El formato en picadura surge gracias a dos razones; el aprovechamiento de los restos que
surgían de la producción actúa como primer factor; siendo el segundo la cuestión del creciente
consumo habitual. Debido a los altos precios, se estilaba liar trozos de puro cortados con una navaja
en un papel.

48
Gijón, tampoco se quedaría atrás en este fenómeno, empaquetando raciones de tabaco ya
en el 1853. No obstante, gracias a la máquina de vapor, el esfuerzo utilizado era mucho menor. Se
intensificaba la productividad, reduciendo costes, así como aumentando los beneficios. Es un orgullo
mencionar que siendo el precio de los más bajos de España, fue también de los mejores valorado
por los consumidores. La procedencia local era visible, y la calidad viraba en torno a cómo se habían
utilizado las materias primas y el método seguido para su conservación.

De la mano de la picadura tenemos a la tan conocida industria de los cigarrillos. A pesar de


que se tarda casi un centenar de años en pasar del librillo de fumar a esta práctica, en 1871 se
elaboran de manera ordinaria entre 4.000 y 5.000 cigarrillos diarios.

Dos grandes razones se encuentran en el resultado de que el proceso de mecanización sea


lento y conflictivo. El primero se compone por los problemas que muestra Hacienda para invertir en
maquinaria. El segundo, tiene lugar en el ámbito laboral; las trabajadoras ven en peligro sus puestos
de trabajo, creyendo que iban a ser completamente sustituidas por la maquinaria.

Las primeras máquinas de picado se estrenan en 1861, gracias a un contrato firmado por
Hacienda y la empresa Portilla y Hermanos. El tratado se manifiesta en los generadores y dos
picadoras traídas a Gijón. Aportaban una fuerza de 64 caballos, y unos veinte años de
funcionamiento.

La Hacienda se da cuenta de las consecuencias positivas que las maquinas tenían en cuanto a
la industria. En 1880, se plantea renovar la maquinaria, que había quedado ya obsoleta por el
tiempo. Las cigarreras se reafirman protestando ante cualquier proceso de mecanización.

A pesar de las protestas, se introducen nuevas máquinas. El proceso es lento y costoso


debido a los motines que se producen. Los rumores también influyen en el orden público y provocan
reacciones luditas.

La mecanización se vio forzada a ser reducida. En 1886, se implantan seis generadores de


vapor sistema ‘Arrige’, que producían 40 caballos de fuerza. Las nuevas máquinas eran desconocidas
para las empleadas y se sorprendían cada vez que llegaba una nueva. En 1890, se incorporan las
máquinas virutadoras sistema ‘Anitúa’, que servían para laminar la vena del tabaco, así como para
obviar cualquier posible desperdicio.

A pesar de las difíciles y costosas reformas, la Fábrica de Tabacos de Gijón consigue


mantener unos niveles de productividad más que suficientes para abastecer la demanda de tabaco
de la zona norte de España. Cabe señalar que su producción era artesana en su mayoría.

49
Analizamos diversos factores que definen esta instalación que desarrolla la primera actividad
fabril de Gijón. El primero de ellos, es el hecho de que tuviera más de 1500 empleadas
contribuyendo de forma activa. Seguidamente, los sueldos y los impuestos locales se veían
repercutidos por el volumen de ventas que la fábrica obtenía. Es necesario mencionar la significativa
importancia que tenían todos los aspectos que concernían a este negocio. El hecho de que la factoría
sufriera de pequeños imprevistos, afectaba de manera directa al funcionamiento de la ciudad, ya
que suponía la pérdida de ingresos para mil quinientas familias; en una villa que contaba con poco
más de veinte mil habitantes.

Para dar cuenta de la relación que existía entre la Fábrica y la economía, pondremos de
ejemplo una de las ‘crisis del hambre’ que sucede a mediados de siglo. Se pedía mantener y ampliar
las actividades fabriles con el objetivo de salir de la crisis, abogando que influiría positivamente en el
ámbito económico.

A pesar de que funcionaba magníficamente, también sufrió daños derivados por la gran
crisis. Fue amenazada con el cierre o el traslado a Oviedo en tres ocasiones. Finalmente, se mantiene
en Gijón, aunque funciona paralelamente una sucursal en la capital. A mediados del siglo XIX, la
factoría apuesta por la especialización en cigarros; dando paso a la elaboración de picaduras a la par
que cigarrillos.

El origen religioso del edificio condicionaría todos los espacios de la Fábrica de Tabacos de
Gijón. El maridaje entre la finalidad inicial y su función fabril resultó siempre muy difícil, y la cuestión
se agravó con la introducción de los cambios tecnológicos en la producción, los sistemas de
almacenamiento, la distribución y la organización del trabajo.

La creación de la Compañía Arrendataria de Tabacos en 1887 significó una transformación al


adoptar medidas racionalizadoras con escasas repercusiones en los sistemas tradicionales de
producción. Además, se estableció una nueva división del trabajo con el mantenimiento de los
“ranchos” (dirigidos por una “ama de rancho”), agrupados en “partidos” y a su vez integrados en
“talleres”, al frente de cada uno de los cuales se colocaba a una “maestra”.

Se suprimieron las labores menos rentables de la fábrica, los puros llamados Conchas y
Regalías y se centró la producción en el sector más popular: Peninsulares, Superiores, Finos,
Entrefinos y Fuertes.

El tabaco en rama utilizado en 1889 procedía de Cuba, Puerto Rico, Canarias, Filipinas y
Estados Unidos. Las diferentes clases de trabajo se mezclaban aun libremente según el capricho de
cada fábrica y el nivel de sus reservas. Se establecieron cuatro ligas de mayor a menor calidad y

50
precio. La primera llevaba únicamente tabacos habanos y filipinos; la segunda, tabacos habanos,
filipinos y “de boliche”; la tercera, a base de hojas filipinas y estadounidenses (Virginia o Kentucky) y
la cuarta, realizadas únicamente con tabaco procedente de Virginia o Kentucky.

Los años posteriores traen consigo un aumento sostenido y constante de la producción y de


la inversión a pesar de caídas puntuales en los envíos de materia prima debido a la guerra colonial y
la oscilación periódica de las cosechas.

La guerra hispano-americana de 1898 tuvo importantes efectos negativos en la elaboración


del tabaco ya que los suministros procedentes de Puerto Rico, Filipinas y Cuba descendieron
radicalmente. Durante el paréntesis de la guerra, se introdujeron soluciones de urgencia como la
importación de hoja de Sumatra, de Java, Brasil, Santo Domingo y hasta de Hungría y de Alemania.
La Compañía Arrendataria de Tabacos no frenó nunca sus deseos renovadores y mantuvo la
diversificación de los cigarrillos con la introducción de la variedad hebra, más apta para la
mecanización, la persecución del contrabando y la modernización técnica de la energía eléctrica.

La paulatina mecanización y la mejora de la calidad y de los beneficios comerciales alcanzan


su culminación en vísperas de la Guerra Civil, habiendo arrancado lentamente en 1907. La
mecanización aceleró vertiginosamente entre los años 1921 y 1924 gracias a mejoras como los
ascensores, grúas y tecnología mecánica. La electricidad se convirtió en la energía dominante en la
fábrica desde 1921 sustituyendo definitivamente al vapor como fuerza motriz y no sólo como fuente
de luz.

A pesar de toda esta nueva maquinaria y avances, la renovación de los productos elaborados
fue mucho más lenta y será en los primeros años de la República cuando se fabriquen las dos marcas
más simbólicas: el Farias, cuya producción se inició en 1932, y los Ideales, que comenzaron a
elaborarse en 1936.

Los períodos de bajas cosechas y baja producción responden a factores como la competencia
del contrabando, tolerado en unas épocas y fuertemente reprimido en otras (como en la dictadura
del General Primo de Rivera), la situación económica mundial y nacional, restricciones derivadas de
la Primera Guerra Mundial, la crisis social de 1917 o la Revolución del 34, sin olvidar los gustos
cambiantes de los consumidores que hicieron decaer las labores de cigarros y de las picaduras, que
fueron cediendo terreno ante los cigarrillos, influenciados por los consumidores americanos y por la
elaboración desde 1933 de las primeras marcas auténticas de cigarrillos: los Americanos y los
Bisonte, elaborados con tabaco amarillo.

51
Tras el análisis de todas etapas, entendemos la importancia que tuvo la mecanización en la
producción de este tipo de industria en particular.

La primera es la etapa artesanal, los productos se elaboran de manera totalmente artesanal,


siendo las herramientas aportadas por las operarias.

En un principio se confeccionaban solamente cigarros manuales y esta fábrica adquirió


pronto fama por su elaboración, entre las que se encontraban hasta cerca de veinte vitolas distintas,
algunas de ellas con nombres que sonarían mucho dentro del mundillo de los fumadores: vegueros,
coronas, brevas, regalías, Londres etc..

Al pasar una década desde su inauguración, se comienza a fabricar la picadura, un nuevo


producto. Llega a la Fábrica una máquina de picado. Se adquiere después una empaquetadora para
picaduras y cigarrillos. A finales del siglo XIX, esta industria gijonesa cuenta ya con un generador de
vapor de 50 caballos, dos máquinas picadoras, otra para laminar, un ventilador para el oreo de
picaduras, una cribadora y una máquina de empaquetar. Este período constituye la primera
mecanización.

El 7 de enero del 1853 se instaló el empaquetado manual de picaduras y el 21 de agosto de


1971 la confección de cigarrillos, para lo cual se refundió la Fábrica de Oviedo, de la cual podemos
decir que se instaló hacia el año 1860, en una antigua fábrica de armas que fue fundada por
operarias madrileñas, siendo su única labor la de los cigarrillos.

En el año 1873 era una de las seis fábricas, de las ocho que tenía entonces la Renta, en la
que había instalada máquina de vapor y una de las tres, las otras dos eran Sevilla y Valencia, que solo
picaban la rama de tabaco a máquina, pues el resto de fábricas lo hacían a brazo y en ocasiones a
máquina, menos en Cádiz y en La Coruña que solo se hacía a brazo. En el año 1886 se instalaron las
primeras máquinas picadoras al cuadro.

El precio que salía la picadura elaborada a máquina en Gijón era de 1,45 pesetas los 100
kilos, y era el mínimo, siguiendo a Santander con una costa de 2,39 pesetas, una diferencia de gran
importancia. El número de operarias era de 1700 con 23 maestras y 2 porteras y el de operarios era
de 22 con 2 capataces y un portero.

No obstante, es necesario mencionar que a pesar de todos los inconvenientes que existían
en la Fábrica, esta se convierte en una marca personal de la ciudad y compite con otras españolas de
mayor tamaño y con mejores instalaciones.

52
El cambio de siglo, confluye con una nueva oleada tecnológica. Se mecaniza el transporte,
siendo un claro ejemplo la instalación del puente grúa. Se instalan también nuevas picadoras,
embutidoras y prensas. Muchos de los cambios que se podían llevar a cabo, conllevaban la
reconversión de diversos espacios conventuales.

En los años 20, sucede el definitivo despegue tecnológico. En 1930, se desarrolla una intensa
modernización. Tras la Guerra Civil, se produce un estancamiento en la modernización de la
maquinaria y, se vuelve a la mecanización.

Las labores que se efectuaban eran:

• Cigarros habanos peninsulares


• Cigarros comunes
• Cigarrillos de papel
• Picados.

Los cigarros y cigarrillos se elaboraban manualmente, pero las picaduras y los cigarrillos se
empaquetaban desde 1900 utilizando empaquetadores Flinsch. La primitiva máquina de vapor se
cambió por otra en el año 1885 y se instaló la nueva caldera Naeyer en el año 1906. Esta máquina y
caldera continuaron un servicio hasta la electrificación de la fábrica en 1921. La actual central de
reserva es de 1925 y muy posterior la estación transformal actual.

Los cigarros semimecánicos comenzaron a producirse en el 1920 en las mesas de succión Du-
Brull y en 1921 empezaron a funcionar las empaquetadoras Pollard para picados al cuadrado. De
aquellas fechas son también las máquinas Vilaseca, elaboradoras de cigarrillos al cuadrado y algo
posteriores a las Universales de cigarrillos de Hebra.

Los primeros cigarros mecánicos de marca Condestables, se empezaron a liar en 1955, con
seis máquinas de Arenco-Mir. En 1959 se amplió a veinte el número, se producen además Finos y
Entre Finados Cortados. En 1963 desaparecen de esta fábrica los cigarrillos de hebra y más tarde las
labores que se producían eran:

• Cigarros Farias, Condestables, Bohemios y Finos y Entre finados Cortados.


• Cigarrillos Ideales al cuadrado.
• Picado Fino Superior y Picadura Selecta.

53
V. SINDICALISMO EN TABACALERA

54
Las cigarreras, trabajaban sin límite de edad, pues había niñas desde 8 años hasta ancianas
con cerca de un siglo de vida, trabajaban hasta la puesta del sol, asociadas en pequeños grupos de
los cuales dirigía una "ama de rancho"; cada una de ellas venía con su vela para alumbrarse en su
puesto de trabajo y del dinero que pagaban a su auxiliar cuartillera. Había alguna de ellas que
trabajaban las labores de sus propias casas y pronto, el barrio de Cimavilla, donde estaba situada la
fábrica, cobró gran personalidad, no solo por sus pescadores, sino también por las cigarreras.
Durante el siglo XX la masa laboral inicia un proceso de reducción (de 1219 empleadas en 1910 a 829
en 1935), y el perfil de las trabajadoras cambia ligeramente: ingresan a una edad más avanzada (más
de 14 años), con mejores condiciones laborales, jornadas de ocho horas, salario fijo y mejora de la
jubilación encubierta. A lo largo de este período surge un sindicalismo autónomo de tendencia
católica y obrera que da origen a sendas asociaciones de cigarreras.

Durante esta época surge una nueva forma de conflictividad social conocida como protesta
espontánea. El propio régimen organizativo de la fábrica no propiciaba la existencia o aparición de
una conflictividad laboral intensa pero sí surgían problemas espontáneos que se manifestaban con
protestas dentro de la factoría o con la huelga en determinados talleres. Las protestas del siglo XIX
se debieron a la radical oposición a la mecanización ya que suponía la desaparición de numerosos
puestos de trabajo. En las dos primeras décadas del siglo XX las movilizaciones respondieron a
cuestiones internas y sectoriales y al período destacablemente conflictivo durante la Primera Guerra
Mundial, es en este período cuando se inicia un primer sindicalismo tabaquero en España de
limitada duración y eficacia.

A finales del siglo XIX se produjo en Gijón un motín de consumos en el que las cigarreras
jugaron un papel protagonista en una revuelta femenina encabezada por las pescaderas de Cimavilla
que se negaban a pagar un aumento de los impuestos municipales al consumo. La inicial
confiscación de pescado en la plaza por no haber pagado el nuevo impuesto motivó un tumulto de
trabajadores y consumidores que recorrieron varias calles de la ciudad apedreando la fábrica y la
vivienda de Tomás Zarracina (alcalde de Gijón durante la Primera República y propietario de la
fábrica de harina).

Las operarias de tabacos se incorporaron a la protesta y esta aumentó significativamente y


se dirigió directamente a la Oficina central de Consumos y a los fielatos, donde se quemaron
utensilios y documentos, siguiendo después por la cárcel y el ayuntamiento, donde las fuerzas
militares tuvieron que intervenir y realizaron dos cargas de bayoneta y disparos al aire. Durante esa
noche, fueron quemadas varias casetas de consumos y la báscula del muelle, lo que produjo nuevas

55
cargas militares y la declaración del estado de sitio en Gijón. Al día siguiente, el pleno municipal
retiró los impuestos al consumo y se comprometió a buscar nuevos sistemas de recaudación.

Durante las primeras décadas del siglo XX se fue introduciendo en las fábricas un espíritu de
asociación obrera o sindical en defensa de los intereses conjuntos de todos los trabajadores. La
primera agrupación sindical conocida en la fábrica gijonesa es el Sindicato Católico de Obreras
Cigarreras de Gijón “Nuestra Señora de Covadonga”. La documentación de la sociedad se presentó
ante el Gobierno Civil en marzo de 1931 con la firma de 21 mujeres asociadas. Desconocemos las
actividades realizadas por el sindicato ya que el libro donde se recogían, el Libro de Actas del
Sindicato, desapareció en un incendio en 1923. En junio de 1917 se fundó el sindicato “La
Constancia” de Obreros y Obreras de la Fábrica de Tabacos de Gijón. La cuota mensual que
aportaban los afiliados era de 0,25 pesetas y la que debían abonar las mujeres era de 0,15 pesetas.

Nos adentramos así en los albores que anticipaban el conflicto civil en España, y se abre un
nuevo período que se dejará sentir notablemente en la Fábrica de Tabacos de Gijón.

Además, también existía la ‘Hermandad de Cigarreras de la Fábrica de Tabacos de Gijón’,


institución de índole local que servía para el beneficio común. Su objetivo era cuidar y tratar las
posibles desgracias que pudieran ocurrirle a las operarias. Solían recibir subvenciones públicas,
aunque también hubo algún caso de donaciones privadas. Las cigarreras podían contribuir
aportando un pequeño importe mensual que se utilizaba básicamente para cubrir los seguros
médicos y ayudar a grupos de mujeres que acabaran de sufrir una trágica situación, como, por
ejemplo; la pérdida de un familiar. Esta institución fue pionera y modelo copiado en otras fábricas
posteriormente.

Durante principios del siglo XX, se llevaron a cabo cambios en el personal de las fábricas de
tabaco que marcaron el tránsito de las antiguas cigarreras artesanales a obreras fabriles, receptoras
de un pequeño sueldo fijo y un complemento por el trabajo realizado. Además, se fue introduciendo
en las fábricas el espíritu de la asociación obrera o sindical en defensa de los derechos de
trabajadores y trabajadoras frente a la empresa, iniciando la creación de sindicatos permanentes en
todas las fábricas. Las primeras agrupaciones obreras surgieron en la fábrica de La Coruña con el
nombre de “Asociación de Cigarreras” y “Unión Tabacalera” en los años 1910 y 1915,
respectivamente. Un año después, se creó en Alicante “La Feminista”.

La primera organización sindical que conocemos en la fábrica gijonesa fue el Sindicato


Católico de Obreras Cigarreras de Gijón “Nuestra Señora de Covadonga”, legalizado ante el
Gobierno Civil el 5 de marzo de 1913 y presidido por Consuelo Rivera. En los estatutos de este

56
primer sindicato se reflejaba el principal objetivo, “la defensa y desarrollo de los intereses
profesionales y el mejoramiento moral y económico de las socias sindicadas” y se planteaba “la
enseñanza general y profesional, estableciendo clases especiales, la creación de cajas de ahorro de
préstamo y socorro, de retiro para vejez, de oficinas de colocación...” sin hacer ninguna referencia a
las reivindicaciones laborales y salariales sino basando la mejora de las asociadas en la enseñanza y
la solidaridad.

Cuatro años después, en junio de 1917, se creó el sindicato “La Constancia de Obreros y
Obreras de la Fábrica de Tabacos de Gijón” dirigido por una Junta Directiva con mayoría masculina
cuyo presidente era Ramón Martínez. Solo había cuatro mujeres (una Contadora y tres vocalías).
Esta sociedad planteaba unir a todos los obreros y obreras de la fábrica y buscar la mejora moral y
material de todos ellos y la defensa de sus intereses. Sorprendentemente, la cuota mensual que
debían abonar los afiliados varones (0,25pts) era mayor que la que abonaban las mujeres (0,15pts),
lo cual no era común en otros sindicatos.

Documentos referentes al sindicato “La Constancia” encontrados en el Archivo Histórico de Asturias

El primer conflicto que tuvieron que afrontar ambos sindicatos fue la huelga general del
verano de 1917 que tuvo una especial incidencia en Asturias y que fue seguida en la Fábrica de
Tabacos de Gijón, ya que la mayoría de trabajadores abandonaron sus puestos el 13 de agosto y no

57
se reincorporaron hasta los días 21 y 22 del mismo mes. El conflicto finalizó con la detención del
presidente del sindicato “La Constancia”, Ramón Martínez, acusado de haber promovido una huelga
ilegal.

Durante la Primera Guerra Mundial, se desarrolló la puesta en marcha de la Federación


Tabacalera Española (FTE), fundada en octubre de 1918, constituida por once secciones, una por
cada fábrica del país, y presidida por Severino Chacón, que se vinculó a la Unión General de
Trabajadores.

Desde un punto de vista organizativo, “La Constancia” funcionó con total autonomía e
independencia entre 1917 y 1926, año en el que dejó de ser una entidad asociada a la Federación
Tabaquera para pasar a formar parte de ella y denominarse Federación Tabaquera Española, Sección
de Gijón “La Constancia”.

Acta de una junta del sindicato “La Constancia”

A pesar de que la mayoría de mano de obra fuera femenina, la sección tabaquera en Gijón, y
también en Madrid, estaba presidida por un varón, Ramón Martínez.

58
La existencia de dos sindicatos (católico y socialista) abrió una brecha en la plantilla de la
Fábrica de Gijón. Esta rivalidad se confirmó con el conflicto entre las llamadas “rojas” de “La
Constancia” y las “amarillas” del Sindicato Católico que se produjo al final de la huelga navideña del
año 1919. En este conflicto, quedaron claras las distancias que separaban a los dos sindicatos
tabaqueros.

- La Huelga Navideña de 1919-1920

Una vez organizada la Federación Tabaquera de España en las once fábricas del país,
pudieron demostrar su fuerza y unidad con la convocatoria de la primera huelga de trabajadores y
trabajadoras del tabaco realizada en todo el territorio nacional durante las navidades de 1919. El
conflicto surgió debido a la aplicación, dos meses antes, de la jornada de ocho horas, que según el
sindicato, perjudicó en un 50% la cuantía de los salarios de las cigarreras y de los operarios
mecánicos, cuya jornada era de entre 10 y 12 horas, según la conveniencia y necesidad de los
mismos. Frente a la nueva legislación, se solicitaba un aumento del 50% de los salarios pagados por
la Compañía. La huelga comenzó en la mañana del 24 de diciembre y se planteó como una huelga de
brazos cruzados con presencia de los trabajadores en las fábricas sin realizar ninguna actividad, lo
cual fue secundado en otras nueve fábricas más del país, con la excepción de la fábrica de Madrid.

Derechos y deberes de los asociados de la Federación Tabaquera Española

59
En la fábrica de Gijón la convocatoria tuvo un seguimiento general ya que fue secundada por
todo el personal de talleres, incluidas las afiliadas del Sindicato Católico. El conflicto también contó
con el apoyo de los carreteros que se negaron a sacar las cajas de tabaco elaborado en la fábrica con
destino a Vigo y a trasladar fardos de tabaco depositados en la estación de Langreo.

Tras una semana de huelga, las fábricas fueron clausuradas en los primeros días de enero,
vigiladas por la Guardia Civil, mientras que las operarias permanecían en sus casas manteniendo una
coordinación en los locales de la sociedad “La Constancia” con notas de prensa diarias que el
sindicato publicaba en el periódico El Noroeste.

Superada la tercera semana del conflicto, comienzan a surgir rumores que apuntan a una
solución pactada con la Compañía que consiste en la concesión de un aumento de los salarios del
25%. El sindicato local difunde consignas a las trabajadoras para que permanezcan en huelga, no se
dejen llevar por esos rumores y mantengan la disciplina sindical necesaria para afrontar la última
fase de la huelga con unidad interna y coordinada con el resto de fábricas españolas.

La dirección de la fábrica de Gijón intentó la reapertura de la fábrica el 14 de enero,


lanzando una escueta nota a la prensa, pero la reincorporación al trabajo fue casi nula y esta
iniciativa solo consiguió avivar los enfrentamientos entre el sindicato católico y el socialista.

Fracasado el primer intento de reapertura, el día 16 el director de la fábrica de Gijón inserta


un aviso en la prensa local anunciando oficialmente el aumento del 25% en los salarios de todo el
personal y pidiendo la reintegración al trabajo a lo que “La Constancia” alega que no traten de
reanudar la actividad laboral hasta que no lo decida su sociedad y el resto de la Federación del
Tabaco. En una asamblea posterior, el sindicato rechaza el aumento del 25% y solicita bajar la
petición inicial del 50% al 40%, más una subvención de 60 pesetas por persona en compensación por
los sueldos perdidos durante el conflicto. La Federación Nacional acabó aceptando el aumento del
25% y planteó el retorno al trabajo para el lunes 19 de enero.

El retorno a la normalidad laboral fue sumamente complicado y se produjo con retraso con
relación a otras fábricas, tanto por la postura intransigente de la dirección de la fábrica como por la
reanudación de enfrentamiento entre “rojas” y “amarillas”. Con una posición poco negociadora, el
director de la fábrica de Gijón, Antonio Fuentes, decidió cerrar la factoría el viernes 17, ante lo que
“La Constancia” amenazó con la persistencia de la huelga y el aumento de reclamaciones en el caso
del cierre de la fábrica. La radicalización del conflicto provocó la publicación de notas de prensa por
parte del sindicato amenazando a la dirección de soberbia y provocación. Tras la mediación del
alcalde accidental de Gijón, Gervasio Riera, se decidió la reapertura de la fábrica para el 20, la cual

60
fue minoritaria, pues solo se presentaron 138 operarias “amarillas” que acusaron a “La Constancia”
de coaccionar a las obreras para acudir al trabajo, respondiendo las “rojas” que todo formaba parte
de “una campaña de jesuíticas intenciones”.

El director de la fábrica tuvo que rectificar y reconocer que el cobro del aumento desde
octubre afectaba a todas las trabajadoras que, a su vez, tuvieron que firmar el documento de
aceptación del Reglamento de Régimen Interno. Tras estos acuerdos entre la dirección y “La
Constancia”, en los que actuaron como intermediarios los alcaldes Gervasio Riera e Isidro del Río, se
reanudó la actividad fabril el jueves 22 de enero de 1920, tras un mes de huelga. Las dificultades
para recuperar la normalidad no fueron exclusivas de la factoría gijonesa ya que en las fábricas de
Cádiz y Sevilla se produjeron despidos, posteriormente negociados. Las consecuencias de la primera
gran huelga nacional del tabaco se arrastraron durante meses ya que la oferta tardó en
normalizarse.

Las autoridades franquistas no empezaron desde cero con los criterios de protección social,
pues tomaron como referentes las normas establecidas durante la Dictadura de Primo de Rivera y la
Segunda República. Ahí se estipulaban leyes sobre las retribuciones en caso de enfermedad, el
derecho de asistencia a familiares enfermos, aumentar la cuantía por nacimiento de hijos, ayudas
para el entierro de los operarios y sus familiares directos, paga única para las viudas y acogida de
huérfanos.

Estos beneficios sociales servían para paliar la congelación de los salarios y convertía en
privilegiados a los empleados, especialmente al sector femenino, lo que explica que muchas
personas quisiesen ocupar un puesto en la fábrica, porque además de las ventajas citadas, suponía
un seguro de colocación familiar para los familiares y allegados que se acogían a la fórmula de
contratación ya citada.

Otras ayudas fueron la entrega de uniformes de trabajo, la existencia del economato de


comestibles y ciertas ratificaciones llamadas “pluses”.

A la vez que evolucionaba la sociedad española se fueron añadiendo nuevos servicios como
la baja por maternidad, el permiso de lactancia y ayudas por estudios. Al prohibirse el sindicalismo
democrático, durante el Franquismo, existió un sindicalismo que se materializaba en la existencia de
un Jurado de Empresa y controlado por el Movimiento Nacional. La Organización Sindical Española
(OSE), conocida comúnmente como Sindicato Vertical, fue la única central sindical que existió en
España entre 1940 y 1977, durante el período de la dictadura franquista. Durante casi cuarenta años
se convirtió en el único sindicato legal que estuvo autorizado.

61
Todos los trabajadores y empresarios, que pasaron a ser conocidos como «productores» en
la terminología franquista, estaban obligados por ley a estar afiliados al Sindicato Vertical. La
Organización Sindical fue establecida tras el final de la Guerra Civil, al tiempo que otras
organizaciones sindicales anteriores como CNT y UGT fueron proscritas. Por el contrario, esto no fue
un impedimento para que organizaciones clandestinas como las Comisiones Obreras se ininfiltraránn
su seno y lideraran la lucha obrera antifranquista.

En este sindicato se trataban asuntos relacionados con el cobro del “plus familiar”, el
funcionamiento del economato y algunos asuntos vinculados a la seguridad e higiene en el trabajo.
No había mucho interés en participar en los actos de sindicalismo oficial pues, por ejemplo, para
trasladarse a Madrid a participar en la Demostración Sindical del Primero de mayo de 1969 sólo se
apuntó un operario con el correspondiente permiso.

A partir de 1970 se detectan ciertas peticiones en el Comité de Empresa referidas a mejoras


en la gestión de las dependencias laborales y a demandas de clarificación en el cobro de los salarios.
Otras cuestiones están relacionadas con el establecimiento de los turnos, antelación con la que se
fijaban los mismos, establecimiento de microbuses y la decisión sobre el mes en que se debían
realizar las vacaciones.

La crisis económica del periodo 1973-1976 reactivó la actividad sindical que seguía teniendo
una representación mayoritariamente masculina y con permanentes reclamaciones económicas.

62
VI. LA ANTIGÜEDAD QUE DESCUBRIÓ LA ACTUALIDAD

63
Dentro de las actuaciones arqueológicas llevadas a cabo en el edificio de Tabacalera con el
fin de desarrollar los protocolos requeridos para el cuidado, protección y conservación de los
edificios y espacios relevantes a nivel patrimonial, se sacó a la luz una estructura de factura romana
que a todas luces parecía ser un pozo-depósito para el agua y que, además de permitir conocer un
poco más de la historia del Gijón romano, acabó resultando ser un descubrimiento sorprendente
debido a las especiales condiciones de conservación que se generaron dentro del mismo. Debido a
las mismas han podido rescatarse restos de calzado de cuero, de mobiliario de madera y de restos
de fauna que permiten establecer relaciones comerciales entre Gijón y la Roma norteafricana; entre
otras cosas.

El pozo-depósito presenta una planta cuadrangular y fue excavado en la ladera meridional


del Cerro de Santa Catalina. Ahora mismo la mayor parte de este depósito se encuentra en el muro
norte de la estructura, bajo el patio de la época conventual. El pozo muestra una tendencia a la
modulación, como gran parte de las obras romanas debido a que el pie romano (29,5-30 cm) se usó
como unidad de referencia: el exterior del cuadrado era de 24x24 pedes, el interior 20x20 pedes y
los contrafuertes 1x1,5 pedes. Se calcula que era capaz de contener entre 100 y 150 metros cúbicos
de agua, aunque las referencias de estas instalaciones romanas tienen una utilidad relativa, ya que
los datos vienen de cisternas y depósitos, que tienen sistemas de recarga distintos a un pozo.

De la parte aérea de este pozo no quedan más que restos de la construcción, como muros
caídos, material constructivo romano, como latericio, tégulas e ímbrices, y, aunque esto no está muy
claro, se han encontrado restos de madera que podrían haber formado parte de una estructura
aérea. Aunque no hay datos concluyentes sobre cómo era esta, está más que claro que había una
estructura aérea, debido a la anchura de los muros y sus contrafuertes.

Sobre su historia, debido a que la mayor parte de los restos encontrados son de la época en
la que el pozo en cuestión se encontraba en desuso, por lo tanto cualquier propuesta sobre su
actividad, el acceso al agua o la extracción de esta no pasa de ser especulativa.

El final de su mantenimiento es lo único que tenemos realmente documentado, sabiéndose


que el pozo perdió su función original y se descuidó su mantenimiento, provocando un proceso
rápido de expolio y amortización de sus elementos aéreos para ser utilizados en otras edificaciones,
siendo un fenómeno habitual en las obras hispanorromanas de esta época. Para saber esto, se ha
tenido en cuenta la aparición de vegetación y de ácaros en el fondo del pozo. Desde entonces, el
pozo nunca más abasteció de agua en buenas condiciones y diversos vertidos sólidos fueron
rellenando la cámara.

64
Una cuestión morfológica llamativa del pozo es su amplia boca. Normalmente los pozos
romanos con esas bocas responden al uso de máquinas elevadoras de agua, pero esto no puede
confirmarse en el de la Tabacalera, debido a los restos conservados en su interior.

No han quedado restos de posibles conexiones con otros elementos relacionados con la
captación o distribución de agua, aunque no es descartable la existencia de un aliviadero o salida de
agua por encima de la cota conservada. En caso de su existencia, estaría hacia el oeste o sudoeste, a
favor de la pendiente natural de la ladera. Eso exigiría acondicionar una fuente o bien conectarlo con
otro depósito. En cualquier caso, esto no se ha conservado y es una mera propuesta teórica, aunque
de haber sido así, se ha establecido una posible conexión con el depósito de la Plaza de Jovellanos,
fechado entre mediados del siglo III d.C. y principios del siglo IV d.C.

No podríamos concluir este capítulo sin mencionar algunos de los hallazgos más destacados
que salieron a la luz en las excavaciones y que, debido a las especiales condiciones que permitieron
el sellado completo del pozo y la ausencia de humedad dentro del mismo, nos permiten contemplar
hoy restos cotidianos de la Roma gijonesa casi en el mismo estado de conservación en el que fueron
desechados. Entre ellos queremos mencionar la abundante cantidad de flora que se encuentra en
esta zona y que se debe al uso como pozo-depósito de la época romana, y el estudio de estas plantas
ayuda a esclarecer el uso que se le dio al pozo a posteriori, primero como muladar y luego como
vertedero.

La acumulación de restos de fauna es muy abundante y resulta sumamente esclarecedora. El


hecho de que se localice en este espacio se debe al ya mencionado uso de este como muladar. Entre
los muchos restos, destacan los de:

Perros.-Se encontraron dos tipos de perros que parecen haber poblado el barrio de
Cimavilla durante la etapa romana de la ciudad. Un tipo que se utilizó como perro de caza, de
guardia o incluso como perro pastor, y otro, similar a lo que hoy en día llamamos perro rastreadores,
que probablemente fueron perros de compañía.

Meloncillo.-A pesar de que la existencia de esta especie en Europa y en España no es


llamativa, si resulta muy interesante que se encontraran restos de esta especie del siglo VI o VII a.C.
en el norte de España, donde su presencia es más anecdótica; pues nos indica la importancia de las
rutas de comercio y la presencia de familias adineradas en la ciudad que pudieron permitirse la
compra de dicho animal.

Peces.-Los peces encontrados en estas excavaciones fueron besugos y maragotas, lo que ha


permitido pensar a los investigadores sobre la existencia de lo que se ha dado en llamar ‘episodios

65
pesqueros’ en esta zona, teniendo en cuenta que no tiene sentido que una población pesquera
consumiera únicamente esas dos especies.

La existencia de un tipo específico de ácaros confirma la existencia de la especie del topillo


campesino (Microtus arvalis), lo que resulta sorprendente debido a que es una especie que suele ser
de vocación continental, con inviernos fríos, pero, sin embargo, se encontraba en un ambiente
oceánico de inviernos suaves, condiciones que favorecen a su congénere y presunto competidor, el
topillo agreste (Microtus agrestis)

También cabe destacar la aparición de diversas piezas de madera, de vajilla y diversos


recipientes, cubos, una silla y otros utensilios. Es un descubrimiento poco común en la Península,
debido al deterioro que suele sufrir la madera, pero gracias a las condiciones anaerobias que tiene el
interior del depósito están en un estado excepcional. Esto también se aplica a las diversas suelas de
cuero que había en la zona, de origen romano y medieval, y a una cesta que se recuperó de forma
íntegra. Es llamativa también la existencia de diversas piezas metálicas, como un caldero, porque es
algo más que esporádico encontrar este tipo de pieza al completo.

Esto es una muestra más de las particularidades que tiene el espacio de esta fábrica, un
pasado más que asombroso.

66
VII. HEMEROTECA

67
Hemos incluido en esta sección una selección de artículos sobre el edificio de nuestro
estudio para dejar constancia de la relevancia mediática que tiene a nivel local y la importancia que
desde sus comienzos tiene para la ciudad de Gijón y más concretamente, para el barrio de Cimavilla.
No sólo como parte del patrimonio histórico y arqueológico de la ciudad, sino como parte integrante
de la vida y de la cotidianeidad de la misma.

68
69
70
VIII. LA FÁBRICA DE GIJÓN NOVELADA

71
Removiendo aquella taza de café, me di cuenta de que todo lo que estaba haciendo era
inútil. No por el hecho de que estuviera mal planteado, ya que las reformas son necesarias para que
la industria de la ciudad mejore, sino porque no interesa. A los adinerados burgueses que gobiernan
les va mejor de esta forma, poco les importa que estemos décadas por detrás de Europa en todos los
ámbitos mientras puedan tener sus bolsillos llenos.

Al menos no soy el único que piensa así. Me he ganado la posibilidad de hablar y discutir
todas estas propuestas con el voto de la ciudad. Supongo que de no ser articulista en ‘El Noroeste’
no tendría la influencia que tengo, por poca que sea. Me preocupa especialmente la fábrica de
tabaco de la ciudad. Sabemos que es un pilar fundamental de la industria en Gijón y en toda
Asturias, y nos estamos estancando. Si seguimos así, pronto otras fábricas de España nos
aventajarán y no tendremos el prestigio actual. Los compradores bajarán y las consecuencias
pueden ser muy negativas. Precisamente, he publicado un artículo recientemente sobre el tema.
Debemos sustituir el sistema de abastecimiento de energía de vapor por la electricidad. Ya es así en
prácticamente toda Europa y su producción ha mejorado considerablemente. Bueno, con este clima
político reciente… no me quiero ni imaginar qué pasará. Colonias, imperios, armas… esto estallará de
un momento a otro, hay muchos intereses en juego.

Media hora llevo ya reflexionando en este café y oyendo sandeces procedentes de otras
mesas. Me parezco a Fígaro, quien fuera un gran periodista de este país, uno de los primeros en
darse cuenta de lo mal que están las cosas aquí y uno de los primeros en alzar la voz y abrirnos los
ojos… Una lástima que nos dejara tan joven.

El camarero se me acercó y me preguntó si pensaba recoger todos los papeles que había
puesto sobre la mesa. No sabía si sentirme ofendido por tal trato o avergonzado por el increíble
montón de hojas que tenía sobre la mesa. Informes, cuentas, registros… de todo.

-Claro, todo esto es importante, no se deje engañar por la disposición, soy poco ordenado.
Terminaré pronto, sé que quieren cerrar. - respondí cordialmente, sin mostrar mi leve malestar por
su pregunta.

El camarero me sonrió y se fue. Yo comencé a recoger todo. Las nuevas máquinas para la
fábrica tendrían un coste elevado pero el balance sería positivo gracias al aumento de producción,
debo poner estas cuentas en conocimiento de la Compañía Arrendataria de Tabacos.

Pasada la medianoche llegué a casa. Dejé todo sobre el escritorio y me acosté. Al día
siguiente tenía que despertarme antes de lo normal ya que había concertado una entrevista con una
operaria de la fábrica. De nombre Julia, era una importante pieza en el engranaje sindical de Gijón, y

72
por mi forma de ser, me había ganado su agrado tiempo atrás. Dos veces me había reunido con ella
previamente para analizar la situación general de la industria desde su punto de vista. La crisis
surgida como consecuencia de la Guerra de Cuba en el 98 me hizo convocarla para charlar por
primera vez y desde entonces, tenemos una buena relación. De hecho, esto me pasó factura ante un
miembro del partido conservador, que inició una campaña de desprestigio político tratando de sacar
de contexto alguno de mis intervenciones en ‘El Noroeste’. A punto estuvo de conseguir que Julia y
yo perdiésemos la relación, cosa que para mis intereses no sería nada buena. Todo lo que me cuenta
es muy útil a la hora de desarrollar programas de desarrollo en la fábrica. Además, aparcando el
ámbito profesional, es una mujer de carácter fuerte, responsable y estoy encantado de colaborar
con ella. Me parece fantástico que la Tabacalera brinde la oportunidad de trabajar en este sector a
mujeres como ella.

Ya por la mañana le eché un vistazo al periódico. De nuevo la posible guerra a gran escala en
Europa acaparaba la portada. Esto podría tener dos posibles repercusiones en nuestro país, teniendo
en cuenta que nos mantendremos al margen de la contienda. Una posibilidad sería la aparición de
una crisis económica, basada en la ruptura del comercio de mercancías entre España y Europa o la
opción de que mejore nuestra economía, ya que al resto de países nos importarían bienes de cara a
la recuperación y reconstrucción posterior. De todas formas, el objetivo principal debe ser evitar
esta contienda, aunque parece complicado debido a las férreas alianzas que se están estableciendo
entre potencias según sus intereses.

Tras desayunar en casa, salí en dirección a la Plaza Mayor, donde me encontraría con Julia
para que me pusiera en conocimiento de todas las novedades con respecto a la fábrica.

La conversación duró más de una hora, me habló sobre la maquinaria que se está
introduciendo y la nueva contratación de operarias cigarreras. Al parecer está aumentando
notablemente la plantilla con el fin de ser la tabacalera que más produzca del país. Nadie de mi
partido me había hablado de esto ni me había enterado por ninguna otra fuente. No entendía por
qué me ocultaban información de esa forma.

Aquella misma tarde, encontré en mi recibidor una carta. Estaba escrita a mano, con una
letra redondeada, elegante y pintoresca, perfectamente legible. Alguien la había deslizado por
debajo de la puerta. En el sobre, tan solo estaba escrito mi nombre, es decir, el destinatario, ‘D.
Alberto Sánchez’.

Dentro, una hoja pequeña, escrita por una sola cara. Sin más pausa, comencé a leer dicha
carta:

73
‘D. Alberto Sánchez Villa,

Escribo de forma anónima para advertirle de las consecuencias a las que usted se enfrenta si no cesa
en sus críticas al Gobierno de España, a la gestión de la pasada Guerra de Cuba y la actual situación
económica de nuestro país.

Se adentra usted en terreno pantanoso, señor, y no sería de extrañar que pueda ser víctima de algún
ataque contra su integridad física en cualquier momento y lugar. Todos podemos tener opinión, por
supuesto, pero lo que usted hace, es adoctrinar a la gente, a sus lectores. Cientos de personas, miles,
leen su artículo semanal, otros tantos, elogian sus intervenciones en los plenos del ayuntamiento y se
convierte usted en un peligro para nuestra sociedad y nuestra forma de hacer política. Nada puede
ofrecerle a esa pobre gente que le sigue y le tiene como referente, ya que no pertenece a esta clase.
Deje que aquellos entendidos se ocupen del poder, no un simple profesor que se dedica a escribir
tonterías en un periódico para alentar a la población a que se rebelen contra todo orden.

No pretendo amenazarle, Dios quiera que no le pase nada, simplemente es una advertencia, la gente
normal no es como usted y no está gustando.’

Sí, me habían amenazado con una carta anónima. En primer lugar, cerré delicadamente la
cerradura de la puerta principal, mientras mi mente se apresuraba en trazar líneas y vínculos que me
pudieran ayudar a dar con el remitente de la carta. Nadie de mi partido podía ser, por supuesto, si
estoy con ellos es porque pensamos igual, y esta carta me amenazaba precisamente por mis
pensamientos. Ninguna persona beneficiada por mis propuestas de reforma enviaría tal cosa, no
podrían estar interesados en la paralización de todas ellas. Quizás algún otro periodista de ‘El
noroeste’... pero no tengo rivalidad con nadie. Qué extraño era todo.'

Volví hacia la puerta principal, cogí un abrigo y salí de nuevo a la calle, rumbo a la mansión
de D. Roberto Argüelles, un buen amigo, mi mejor amigo y a la vez un adinerado médico de gran
fama en la localidad.

Su casa se situaba en el corazón de la ciudad, una imponente mansión con todo lujo,
procedente de la herencia de su difunto padre, quien fuera un magnífico empresario. A la muerte de
éste, su hijo vendió la empresa siderúrgica familiar a unos inversores franceses que pretendían
reconstruirla prácticamente desde cero, con los planes industriales más avanzados del momento.

Cuando llegué a su casa ya eran las nueve de la noche, una hora algo tardía para una visita
así. Me recibió su mayordomo, que amablemente me indicó que D. Roberto se encontraba aún en su
consulta, y que no había regresado a casa. Me invitó a quedarme a esperar, pero a esas horas, y tras

74
el papel que había recibido, me pareció más apropiado volver a casa y acostarme. Ya seguiría
investigando al día siguiente.

A eso de las diez de la mañana, fue D. Roberto quien golpeó sonoramente mi puerta. Por
precaución, pregunté desconfiadamente quién era antes de abrir y me respondió sarcásticamente.
Su sentido del humor es inconfundible, peculiar y para algunas personas, puede resultar molesto.

-Ayer me viniste a buscar a casa por la noche, ¿no? Me lo dijo Mariano, que te fuiste muy pronto y
que no quisiste esperarme. - dijo él.

-Sí, así es. Tenía que enseñarte esto, ahora lo entenderás. - dije mientras sacaba del bolsillo del
pantalón el sobre con la carta.

D. Roberto examinó el sobre minuciosamente y al igual que yo, comentó la genial caligrafía,
que resultaba llamativa con sólo leer mi nombre en el exterior del sobre. Después, cuidadosamente,
lo abrió y comenzó a leer. A medida que avanzaba, su cara me iba dando pistas de lo que se le
pasaba por la cabeza. Es un hombre expresivo y no me fue difícil saber que estaba sorprendido y
extrañado ante aquello.

- ¿Tienes alguna idea de quién puede haber sido el autor de esto? - me preguntó.

-Lo mismo te quería preguntar a ti. - respondí.

-No pensarás que he sido yo, ¿verdad? ¿Cómo voy a escribir algo así? Y a ti, que eres mi amigo. - dijo
visiblemente alterado.

-No, tranquilo. Precisamente te lo cuento por eso, porque eres mi amigo. Quería comprobar si tú
sabes algo, te codeas con mis enemigos políticos. Tengo la sensación de que ha tenido que ser uno
de ellos. - comenté.

-Los conozco bien, no los considero capaces de escribir algo así. Respetan las opiniones de la gente…
- dijo mostrando una expresión de decepción, de tristeza.

Tras esto, lo invité a tomar un café en algún lugar tranquilo. Aceptó con la condición de que
no nos alargáramos mucho ya que tenía consultas a las doce del mediodía, hora un poco extraña
para ver pacientes.

Llegamos al café donde me reuní el día anterior con Julia y comenzamos a charlar de otros
temas, nada que nos recordara la extraña carta. Me habló de un conocido suyo, Florencio Rodríguez,
y sus planes de remodelación urbanística de Gijón, sobre todo en la calle Gumersindo Azcárate.

75
Tras la reunión, fui a dar un paseo por la playa de San Lorenzo, donde vi al hijo de un
conocido. El niño, de nombre Anselmo Ramón López Sánchez, estaba en la arena jugando con un
grupo de amigos a la pelota. En mi vida había visto ese juego, que según él mismo me contó, es un
deporte inglés. Es un joven de mente viva y despierta, entre sus intenciones está formar un equipo
de este deporte, llamado fútbol. Un equipo que represente a nuestra ciudad, aunque ya existe una
escuadra formada por los estudiantes del Colegio de la Inmaculada y otro grupo llamado Gijón Sport
Club. Me preguntó un nombre que me pareciera apropiado, y sin pensar mucho le dije ‘Sporting
Gijonés’.

Ya casi había pasado una semana desde el día en que recibí la carta y nada había pasado.
Nada destacable, quiero decir. Seguí haciendo mi vida, con mi día a día habitual, sin sobresaltos.
Reuniones por aquí, charlas por allá y artículos por el otro lado. ‘El Noroeste’ es un diario
‘democrático independiente’, nadie de la redacción podría estar en contra de mis publicaciones,
pero como me quedaban algunas dudas sobre el origen de la carta, decidí endurecer el tono de cara
al próximo artículo, y con esa seguridad, comencé a redactar:

‘Queridos lectores, sé que esto que escribo cada semana es generalmente bien recibido por todos
ustedes; sin embargo, como es lógico, a otras personas no les agrada por igual. Bien sea porque no
tenemos los mismos intereses, las mismas opiniones o la misma ideología, es normal que no logre
satisfacer a todo el mundo con esto que escribo. En realidad, las disparidades, la diferencia de
opinión y el entendimiento y superación de todas ellas, es lo que nos lleva a avanzar. Imagínense por
un momento lo monótono e inmóvil que sería un mundo en el que todos fuéramos iguales, en el que
todos siguiéramos las mismas pautas. No solo no habría progreso, ni avances, sino que seríamos un
rebaño de mansas ovejas, manipulables y sometidos.

Es esto último lo que critico hoy. Hay personas tan inconscientes que creen que todo sería mejor de
esa forma, si todos pensáramos igual. Antes de nada, me gustaría ponerles en situación. El pasado
jueves, recibí una carta anónima que advertía de la posibilidad de que me ocurra algo grave en caso
de no cesar con el tono crítico y progresista de mis artículos en este diario.

No solo no cesaré en las críticas, sino que expresaré con total libertad todo aquello que me parezca
injusto, inapropiado, antiguo, trasnochado y en lo que sea necesario un cambio. La libertad de
expresión no se verá coartada por personas cuyo propósito es oprimir al pueblo.’

Esa misma tarde lo entregué en la sede del periódico, en la Puerta la Villa. Pedí
expresamente que no fuera retocado, ya que normalmente pasan una revisión antes de ser

76
publicados. No quería que se perdiera ni una sola gota del malestar que reflejo en él, ni tampoco de
mi deseo de mantenerme firme en estas convicciones en las que creo.

Mi mensaje pareció recalar en todas aquellas personas que me leían, aunque a otros los
cogió por sorpresa. Nadie podía creerse que yo estuviera corriendo peligro por el mero hecho de
decir la verdad, quizás no la única verdad, pero sí una de ellas.

Mucha gente se interesó y ofreció su ayuda para averiguar el origen de la carta, pero
sinceramente ya no me importaba, no me iba a amedrentar por ella, no iba a darle esa satisfacción a
la persona que la escribió.

A los pocos días ocurrió. Sin que yo me sintiera en peligro, todo fue muy rápido. Estaba
paseando por Cimavilla, era una mañana normal de verano, soleada y calurosa. Recuerdo haber oído
gente hablar a mis espaldas, no parecían estar cerca, no entendía nada de lo que hablaban y
tampoco estaba pendiente de ello. De un instante a otro, noté que alguien aceleraba su paso para
acercarse a mí, apoyó una mano en mi hombro y con la otra me apuñaló hasta tres veces por la
espalda, sin que yo pudiera darme la vuelta o defenderme. El dolor en ese momento era horrible, el
frío de la hoja entrando en mi cuerpo, notar la sangre brotar al intentar tapar la herida con mi
mano… fue una sensación indescriptible. Perdí todas mis fuerzas, no me fijé en mis agresores, que
salieron corriendo. Ni siquiera acertaba a recordar cuántos eran. No podía gritar, mi cuerpo estaba
paralizado del dolor, del miedo y la angustia. Allí estaba yo, tirado en el suelo, desangrándome,
malherido…

Varias horas más tarde desperté en una cama. Estaba en un dormitorio pequeño, con una
pequeña mesa, una ventana por la que entraba poca luz y un baúl, sobre el que se apoyaban un par
de libros. No me atrevía a levantarme ya que no sabía cómo eran los cortes, ni tampoco a pedir
ayuda o a llamar a alguien, así que decidí hacerme el dormido y escuchar atentamente todo lo que
ocurría en ese lugar. Oí a una mujer hablar con otra y eso me relajó, ya que mis agresores habían
sido hombres, era lo único de lo que estaba seguro. Después, oí como una puerta se cerraba, y por el
golpe entendí que se trataba de la puerta exterior de una casa corriente.

Al rato, escuché unos pasos que se acercaban hacia el cuarto donde yo me encontraba.
Mientras la puerta se abría, yo abrí ligeramente los ojos para ver a la persona que me había recogido
de la calle. Era una mujer mayor, de unos cincuenta años, vestía una especie de delantal, con un
bolsillo del que se escapaban un par de cigarrillos. Sin duda se trataba de una operaria de la
tabacalera de Cimavilla. De hecho, su cara me resultaba familiar, ya había coincidido con ella
anteriormente.

77
- Quien lo haya hecho sólo quiere asustar. No es un corte profundo, ni ha perdido mucha sangre. Es
una herida pequeña. - me dijo.

- Gracias por recogerme, no tenía fuerzas ni para pedir ayuda. - le respondí.

- Cuando lo encontré estaba inconsciente, se había desmayado. Vi la agresión desde una de las
ventanas de la fábrica y bajé a ayudar. Estamos al lado, si quiere ya puede irse, está vendado y no
corre peligro. - me dijo amablemente.

Le agradecí la compasión y le di algo de dinero. Ella me contó la crispación que se vivía en


torno a mí. Al parecer, la CAT no es precisamente uno de mis simpatizantes. No les gusta que opine
sobre lo que consideran sus asuntos, me toman por un entrometido arrogante y mentiroso. Puede
que ellos estén detrás de todo, pero yo cuento con el apoyo unánime de las operarias y del personal
de la fábrica. El sindicato católico de las operarias ya había mostrado su interés sobre el tema y
estaban dispuestos a presentar una queja escrita a la CAT para que dejaran de censurar todos los
documentos que se publicaban sobre la tabacalera.

Al poco tiempo, tras un nuevo artículo en ‘El Noroeste’, la CAT publicó también un informe
oficial en el que anunció la retirada de numerosos puestos de trabajo en la fábrica de tabaco. Las
operarias, los trabajadores, la gente, todo el mundo se echó a las calles. Las revueltas duraron días,
se quemaron sacos enteros de cigarrillos y puros listos para su venta en señal de hartazgo y protesta
por la terrible gestión y la deriva de la fábrica.

Cansados, los dirigentes de la CAT, llamaron un día a mi puerta.

Estaban dispuestos a reunirse oficialmente conmigo para llegar a un acuerdo de reforma,


modernización y consolidación de la factoría. Acepté encantado, con la condición de que también
Julia me acompañara.

En aquella reunión, propusimos todos los cambios que habíamos estado desarrollando
desde hacía tanto tiempo. La mayoría fueron aceptados e introducidos al poco tiempo, como la
energía eléctrica, la apertura de nuevos puestos de trabajo, la jornada laboral de ocho horas…

Con estos cambios, la fábrica se colocó como la mayor productora de tabaco de España, y se
abrió un nuevo período de crecimiento en toda nuestra ciudad.

78
IX. CONCLUSIÓN GRUPAL

79
Muchos meses han pasado desde que iniciamos este proyecto, con abundante trabajo y
esfuerzo. No hay duda alguna de que la situación actual de los proyectos no se parece en nada a la
del principio, jamás nos hubiésemos imaginado que la Fábrica de Tabacos de Gijón se transformaría
en la nueva sede del FICX. Tampoco nos hubiésemos creído capaces de reunir a tanta gente, mover
tanta información, ser capaces de entender el contexto actual de este lugar y poder comprender la
importancia que ha tenido en la historia de esta ciudad.

Francamente, hemos visto mucho, muchas ideas, muchos proyectos, muchos puntos de
vista, mucho trabajo invertido, mucha preocupación y sin lugar a dudas, muchísimo esfuerzo para
que esto saliera adelante. Tanto de los ciudadanos como de los políticos. Es fascinante ver cómo ha
creado plataformas, ver a la población inmiscuirse en asuntos que no han dejado de rondar en la
cabeza de los distintos partidos políticos, ver la palabra ‘Tabacalera’ en los titulares de los periódicos
y, sin lugar a dudas lo que nos causa más satisfacción, ver cómo la gente logró comprender que este
lugar ha tenido mucha importancia, y más allá de representar a un barrio y a unos trabajadores,
representa una ciudad, es Gijón en el sentido estricto de la palabra. Y nada podrá cambiar eso.

A decir verdad, nos hemos encontrado con diversos problemas a lo largo de nuestra
investigación entre los diversos proyectos. Sí, es cierto, todos han tenido grandes ideas, algunas de
ellas habrían tenido buena acogida y otras no tanto, pero buenas ideas. El problema fundamental
que nos encontramos, al que aún no creemos encontrar respuesta, es la comunicación, el diálogo
entre estas. Sin lugar a dudas, hay ciertos proyectos incompatibles, proyectos que son descartados
con total facilidad sin tener en cuenta su posible viabilidad, gente a la que se presta más atención
que a otra y eso causa una sensación de invisibilidad a ciertos grupos.

Es innegable que ha habido participación ciudadana, y se recibieron muchas propuestas,


pero de lo que no se está tan seguro es de si se les ha prestado la más mínima escucha. No es falso
decir que los recientes anuncios de Carmen Moriyón, la alcaldesa de Gijón, no han causado una
buena acogida entre la población gijonesa. Se ha tachado de populista u oportunista entre otras
cosas, y eso no da una buena imagen a todas las personas que han trabajado en estos proyectos.

Como grupo, tenemos claro que la idea de hacer un edificio de usos polivalentes sería la
mejor opción. Teniendo en cuenta que este edificio debe representar lo que es, ha sido y será Gijón.
Debe tener lo que los ciudadanos quieren y se ha visto que todos quieren tener su representación
ahí dentro, así que consideramos que lo mejor sería que ellos representaran el futuro del edificio
llevando a cabo sus proyectos dentro del recinto.

80
Lo importante, lo que todos debemos tener en la cabeza, es que esto no es el fin y para nada
es el proyecto definitivo. Aún queda trabajo y muchísimas decisiones por tomar pues este el inicio
de un largo recorrido en el que los ciudadanos de Gijón debemos tomar conciencia de lo que es esta
fábrica y que todo su futuro está en nuestras manos. Así que hay que abrocharse los cinturones,
porque muchas personas van a hacer de la Tabacalera un lugar que de verdad represente a Gijón y
es el tiempo de los ciudadanos para tomar decisiones.

81
X. MEMORIA TUTORIAL

82
Volvemos a tener la suerte este año de encontrarnos con un equipo de entusiastas alumnos
de 1º de Bachillerato que, tomando el relevo de sus compañeros, participantes en ediciones
anteriores de Eustory, han demostrado, a lo largo de todo el curso escolar, su capacidad de entrega,
organización, compromiso y superación. La labor tutorial ha resultado fácil este año, pues sus
propuestas de investigación, sus ganas de trabajar, sus magníficas ideas, les han permitido ir
descubriendo el camino que querían recorrer a lo largo de esta investigación que hoy tenemos la
suerte de presentar. Dos son las materias que confluyen y se interrelacionan en este proyecto y han
sabido trabajarlas conjuntamente desde la investigación documental y la patrimonial, de tal manera
que tanto sus conocimientos de Lengua castellana, como de Historia han podido combinarse y
desarrollarse.

Como en la anterior edición, el tema propuesto este año por Eustory les ha otorgado la
suficiente libertar de actuación para poder desarrollar una investigación en la que pudieran
combinarse distintos medios y composiciones. Partiendo de un interés común por el edificio que
querían estudiar y que es uno de los más representativos de la ciudad de Gijón, han sabido organizar
un grupo de trabajo que de forma disciplinada y muy organizada ha ido llevando a cabo una
investigación metódica que les ha permitido concluir una interesante investigación.

A lo largo de la misma han podido comprobar cómo se trabaja en diferentes archivos


históricos, qué documentación se custodia en los mismos y qué información podemos extraer del
estudio detallado de las palabras que escribieron los que habitaron estas tierras antes que nosotros.
Han tenido acceso, además, a diferentes instituciones públicas, que, desde algunos de sus miembros
más destacados, les han facilitado información sobre su tema de estudio y les han permitido acceder
a los distintos planes y proyectos que pretender realizarse sobre el edificio objeto de su
investigación.

Una de sus intenciones desde un primer momento fue la de poder dar forma a su proyecto
no sólo desde un punto de vista tradicional, sino también desde la utilización de medios digitales que
les permitieran conjugar un estudio más tradicional con una propuesta de investigación más
actualizada. Debido a esta intención, acompaña el proyecto un documental en el que han plasmado
una buena parte de su trabajo, incluyendo las entrevistas que realizaron a algunas de las
personalidades más relevantes del mundo de la cultura y del patrimonio, no sólo gijonés, sino
asturiano.

A modo de conclusión, han tenido la valentía de presentar su propia propuesta de actuación


y uso y disfrute por parte de los ciudadanos de un edificio que, desde hace años, ha sido centro de
controversia a nivel político, cultural y popular. Cristina, Lucía, Sergio, Alejandro y Edgar dejan muy

83
claro, después de todo este tiempo, qué es lo que quieren para el edificio de Tabacalera, y lo hacen
desde un conocimiento adquirido a través de meses de trabajo, constancia, dedicación y esfuerzo.

Marisa Morán y Cristina García-Sampedro

Tutoras

84
X. ANEXOS

85
No queríamos dar por finalizada esta investigación sin incluir en ella algunos de los aspectos
que ha resultado determinantes a lo largo de este año de trabajo: las propuestas del Ayuntamiento,
las propuestas ciudadanas y la opinión de los gijoneses con respecto al edificio y a sus posibles usos
nos han ayudado a entender las dimensiones y la importancia de la Tabacalera en nuestra ciudad.
Considerando, el objeto de nuestro estudio como algo vivo que se desarrolla en el tiempo y en el
espacio, hemos aprendido a admirarlo en su plenitud, intentando abstraernos de nuestros propios
ojos del siglo XXI, y apreciar los cambios acaecidos a lo largo de las centurias en este edificio, sin
olvidarnos por ello de la memoria que lo creó, con sus propios afanes e inquietudes, tan distantes de
los nuestros.

X. I. Programa URBACT

Muchos son los factores que pueden determinar el futuro del Edificio de Tabacalera, y uno
de ellos es el plan que desempeña Europa de cooperación transnacional, el plan URBACT.

URBACT es un programa europeo de cooperación transnacional que tiene como objetivo la


cooperación entre ciudades europeas para que consigan un desarrollo urbano sostenible e
integrado. Forma parte de la política de cohesión de la unión europea y es cofinanciado con fondos
europeos de Desarrollo Regional (FEDER). No se trata en ninguno de los casos de un programa de
inversión ya que no se dedica a pagar infraestructuras, financia actividades de redes de aprendizaje
e intercambio.

Gracias a URBACT, las ciudades europeas pueden trabajar juntas para desarrollar soluciones
integradas para retos urbanos comunes, trabajando en red, aprendiendo unas de otras,
identificando buenas prácticas y mejorando políticas urbanas. Además, contribuye a lograr los
objetivos de la estrategia Europa 2020.

Los objetivos del URBACT son: mejorar la capacidad de las ciudades para gestionar políticas
urbanas sostenibles, prácticas, de una manera integrada y participativa; mejorar el diseño de
políticas urbanas sostenibles y prácticas en las ciudades; mejorar la implementación de las políticas,
estrategias y acciones de manera sostenible e integrada y, por último, asegurar que se tenga acceso
a conocimientos y el saber hacer en todos los aspectos del desarrollo urbano sostenible para lograr
la mejora de las políticas de desarrollo urbano.

Para lograr estos objetivos, el plan URBACT realiza, intercambios transnacionales, desarrollos
de capacidades y aprovechamiento de lo aprendido.

Existen tres tipos de redes; la primera llamada "Action Planning Networks" tiene como
objetivo el diseño de "planes de acción", planes o estrategias para lograr un desarrollo urbano

86
sostenible. Este sería el caso de 2nd Chance (plan el cual implica a Tabacalera); por otro lado, estaría
el plan "Implementation Networks" que pretende la mejora de capacidades para implementar
planes de acción, y en último lugar estaría el plan "Transfer Networks" que tiene como objetivo
mejorar las capacidades de las ciudades para implementar planes de acción adaptando,
transfiriendo y reutilizando a nivel local buenas prácticas.

Gijón ha participado en siete "Action Planning Networks" en el pasado, siendo 2nd chance su
octavo proyecto dentro de dicho programa.

Estar en una de estas redes citadas anteriormente implica la realización de una serie de
actividades, tales como: tomar parte de una forma activa en intercambios transnacionales y
actividades de aprendizaje; producir un plan de acción; poner en marcha y dirigir el grupo de apoyo
local y asegurar la comunicación y diseminación de los resultados.

Las ciudades que forman parte de las redes deben ser una parte activa y participar en
actividades de intercambio y aprendizaje con las otras ciudades pertenecientes a la red. Por lo tanto,
deberán atender a esas reuniones, pero además deberán contribuir, por ejemplo en cuanto a la
preparación y realización. Esto significa participar en una media de 8-10 reuniones en las dos fases
del proyecto.

Cada socio del proyecto debe producir su propio plan de acción como resultado de la
participación en las reuniones transnacionales de intercambio y aprendizaje como también como
principal resultado del proceso de coproducción con los socios locales en el grupo de apoyo local.

Este plan integrado de acción debe de ser concebido principalmente como una herramienta
concreta y útil para la ciudad, en concreto, para solucionar los problemas locales y mejorar la
situación. Por ello, el contenido y formato puede variar dependiendo de cada caso, temas
afrontados, situación local, condiciones etc. No obstante, el URBACT proporciona unas pautas para
lograr un plan de acción de calidad usando un enfoque integrado para resolver los problemas
urbanos combinando las dimensiones sociales, económicas y medioambientales del desarrollo
urbano. Se fomenta un enfoque participativo al diseño de políticas urbanas con la involucración de
socios locales clave en el codiseño de las políticas urbanas. Los planes de acción deberían de ser ejes
impulsores a nuevas maneras de construir políticas trabajando con la comunidad local.

Cabe resaltar de nuevo que URBACT solo financia actividades de intercambio y aprendizaje,
por lo tanto, no financiaría la ejecución del plan de acción, no obstante, uno de los puntos que
podría desarrollar el plan de acción sería detectar posibles vías de financiación para su
implementación.

87
Cada socio debe involucrar a socios locales relevantes en el diseño del plan de acción que se
producirá dentro del proyecto. Por lo tanto, cada ciudad debe poner en marcha y dirigir su grupo de
apoyo local. El grupo deberá estar compuesto por técnicos municipales de diferentes departamentos
relacionados con el proyecto, así como representantes electos y miembros del equipo de gobierno a
cargo del tema afrontado en el plan de acción. Por otro lado, se sumarán a su vez Asociaciones de
Vecinos, grupos ciudadanos, beneficiarios (afectados por el tema en cuestión, otras asociaciones y
socios privados afectados.

Se pretende reunir en un foro común a los diferentes intereses involucrados, las diferentes
perspectivas y prioridades políticas para diseñar soluciones concretas de forma consensuada y poder
afrontar los problemas urbanos de forma eficiente y participativa. El grupo de apoyo local permite
que lo aprendido en las reuniones transnacionales tenga un impacto en las políticas locales y a su
vez que los socios locales logren influir en las políticas de su ciudad.

Formar parte de una red URBACT conlleva la oportunidad de aprender y desarrollar


determinadas habilidades necesarias para diseñar políticas urbanas. No obstante, esto también
conlleva la obligación de compartir lo aprendido y los resultados del proyecto con otros socios
locales (diferentes a los del grupo local de apoyo) y a más ampliamente, con otras ciudades
europeas que puedan estar afrontando los mismos problemas.

Se espera que lo aprendido sea compartido a una audiencia más amplia en Europa durante
el proyecto a través de diferentes actividades y herramientas de comunicación (actualización de la
web, boletines, redes sociales, eventos de diseminación local, producción y diseminación de
informes y publicaciones, artículos etc.)

Gijón ha estado presente en el proyecto URBACT desde el primer momento y adquirido


experiencia en el mismo formando parte de siete proyectos de este programa: los jóvenes de la
exclusión a la inclusión; actividades culturales e industrias creativas; ECO FIN NET; sociedad de la
información; coNet; Fin-Urb-Act; Prevent.

Second Chance es un proyecto de URBACT liderado por la ciudad italiana de Nápoles.


Maribor, Liverpool y Dublín son las otras ciudades que han estado presentes en la primera fase.
Gijón se unió en la segunda fase junto a Bruselas, Caen, Chemnitz, Dubrovnik, La Universidad de
Génova y Oporto.

El reto común que afrontan estas ciudades europeas es tener grandes edificios o zonas de
desuso cercanas al casco urbano. Estos edificios o zonas representan una gran oportunidad ya que
podrían desempeñar funciones necesarias de carácter social, económico, cultural etc. para el

88
desarrollo sostenible de las ciudades. Pueden convertirse en lugares estratégicos para dar un
impulso al desarrollo de la ciudad, potenciar la eficiencia de recursos, proteger el patrimonio cultural
e histórico del edificio, desarrollar un planteamiento y proceso participativo. A su vez, se resalta la
oportunidad de beneficiarse del bien común siguiendo el interés de la ciudad, por ejemplo, un lugar
para impulsar la economía con espacio para start-ups, actividades culturales, un lugar donde crear
nuevas oportunidades de trabajo.

Siguiendo la filosofía del programa URBACT, su objetivo es aprender, encontrar nuevas


prácticas e intercambiar ideas y experiencias que ayuden a rehabilitar estos grandes edificios y
beneficiar a la ciudad.

El edificio objeto del proyecto en Gijón, es el de la Tabacalera, la antigua fábrica de tabaco.


El grupo de apoyo local deberá desarrollar un Plan de Acción Local que aborde como reformar este
tipo de edificios de forma conjunta con la comunidad, como cooperar y qué modelos de financiación
seguir.

A su vez, cabe destacar que Tabacalera se enmarca dentro de la zona de la Estrategia


Integrada de Desarrollo Urbano Sostenible, zona susceptible de recibir fondos FEDER del Programa
Operativo de Crecimiento Sostenible. También podría ser objeto de cofinanciación con otros
proyectos europeos en el futuro.

La red de ciudades de 2nd chance pretende responder a una serie de preguntas a lo largo de
la duración del proyecto: ¿cuáles son los objetivos y perspectivas de desarrollo de la ciudad?; ¿cuáles
son los objetivos y necesidades del barrio?; ¿qué oportunidades ofrece la reutilización del edificio
para la ciudad? Etc.

X. II. Manifiesto Tabacalera

Constatamos que:
La oferta cultural en la ciudad de Gijón lleva años en constante retroceso, capitalizada por
propuestas institucionales cada vez más desconectadas de la realidad.

Hay reclamaciones de tipo social emitidas por colectivos de barrios de la ciudad, que llevan años sin
ser atendidas por las sucesivas corporaciones municipales.

Existen numerosos edificios de propiedad pública que se hallan actualmente desocupados o sin
propuestas efectivas para su uso.

89
Proponemos:
La creación de una asamblea ciudadana que reflexione sobre el futuro de la ciudad de Gijón y
garantice que los cargos electos den respuesta a las necesidades y deseos de la ciudadanía. Es
preciso cuestionar el modelo actual, basado en delegar a los representantes políticos la toma de
decisiones referidas a la vida cotidiana.

Mediante una herramienta de reflexión colectiva, crítica y a la vez propositiva como esta se puede
llegar a una confluencia de lo social y lo cultural en un tipo de política no sólo institucional, que nos
capacite para imaginar en común un futuro que ponga fin a la inercia de desempleo, emigración y
declive que caracteriza hoy por hoy a nuestra ciudad y nos empodere para materializarlo.

Imaginamos Tabacalera como la cabeza visible de un cuerpo deslocalizado y múltiple, un espacio de


producción de conocimiento con voluntad de acoger y dar voz a múltiples modos de hacer de
agentes y colectivos locales y exteriores, que devuelvan o sitúen la necesidad de pensar y trabajar en
cultura como un elemento sustancial para el desarrollo político: un espacio materializado en un
lugar físico de utilidad social y cultural ubicado en el edificio de la antigua Fábrica de Tabacos del
barrio de Cimavilla.

La recuperación de este espacio supone una oportunidad única para establecer este nuevo modelo
de participación ciudadana, en el que los distintos colectivos e individuos que componen el tejido de
la ciudad se involucren tanto en la confección de propuestas como en el desarrollo y mantenimiento
de las mismas. Hay que tener en cuenta que esto no solo beneficiaría a la ciudad, sino que
devolvería al histórico barrio una actividad diurna beneficiosa y necesaria, revitalizando el mismo y
facilitando que se atiendan algunas de sus peticiones en cuestiones tan fundamentales como el
transporte público y la atención sanitaria.

Fdo.: Plataforma Ciudadana Tabacalera Gijón

X. III. Entrevistas

Entrevista a un miembro de la Asociación de Vecinos de Cimavilla

• ¿Cuál es el papel que tiene la Asociación de Vecinos en el asunto de la Tabacalera?

La Asociación viene trabajando en los diferentes procesos participativos que hay en todo el
edificio y el papel que tiene, sobre todo, abrir a la participación al resto de colectivos y de vecinos
del barrio para que opinen y que se llegue a la conclusión de qué es lo necesario para el barrio que
se haga en la Fábrica de Tabacos.

90
Según los procesos participativos, se han ido recopilando distintas opiniones del barrio
partiendo de las necesidades que tiene el barrio. Los ciudadanos reivindican, por ejemplo, salas
polivalentes, centros de salud, espacios educativos.... Entonces, la Asociación se encarga de trasladar
las necesidades del barrio al edificio.

• ¿Cuál es la opinión de estos colectivos con respecto a las decisiones que se han tomado
sobre el edificio?

Su opinión, principalmente, es trabajar sobre ese plan de usos que plantea el Ayuntamiento de
Gijón. A partir de eso, hay que coger parcela por parcela y empezar a trabajar sobre ello, abriéndolo
lo máximo posible a la ciudadanía y no teniendo en cuenta solo las necesidades del barrio de
Cimavilla, sino las de todo Gijón. Hacer que Tabacalera sirva como una palanca de cambio al sector
cultural y social de la ciudad.

• ¿Creéis que se ha ido respetando vuestra opinión en los actuales proyectos?

Las opiniones siempre se respetaron, habiendo distintos puntos de vista con respecto al uso final
del edificio. Aunque los distintos procesos participativos pudieron ser mejores, la participación
ciudadana fue redirigiendo el proceso. Ahora mismo estamos negociando con la Administración,
frente a frente, para hablar de los posibles usos para el edificio.

• ¿Creéis que la ciudadanía ha estado contenta con respecto a esto?

No lo sé porque no sé hasta qué grado la ciudadanía conoce el proceso de participación.

• Ahora que todo el proyecto está finiquitado, ¿creéis que habrá algún otro proyecto en la
Tabacalera?

El proyecto no está finiquitado y nadie sabe todavía que se va a hacer. La propuesta de usos es
una propuesta abierta sobre la que hay que trabajar. Hay mucho trabajo por delante y hay que ver
que se puede hacer. Es una propuesta totalmente abierta tanto a la ciudadanía como a grupos
municipales y políticos. Tiene que ser un proyecto que no condene al edificio, que si no funciona se
pueda cambiar.

Entrevista a Enrique Rodríguez Martín, delegado de asuntos europeos en el Ayuntamiento de


Gijón

• ¿Cuál es tu rol en el Ayuntamiento y en el proyecto europeo? ¿Cómo es tu día a día y cómo


llevas tu trabajo?

91
Mi día a día es bastante dinámico. Yo soy el responsable de asuntos europeos e internacionales
del Ayuntamiento de Gijón desde una perspectiva general. El departamento, hace un año
aproximadamente, desarrolló una estrategia de ciudad basada en unos pilares. Por un lado, nosotros
trabajamos promoviendo la participación de Gijón en proyectos con financiación europea, grandes
proyectos vinculados a fondos estructurales o proyectos de otro perfil vinculados a la cooperación
territorial, cultural, asuntos sociales, deporte, pero no solamente nos centramos en esa perspectiva
de captación de fondos promoviendo esta participación sino que también desarrollamos una
estrategia europea participando en redes de ciudades eurocities o la Conferencia de ciudades del
Arco Atlántico promoviendo la cooperación bilateral o multilateral con otras ciudades sin necesidad
de que exista una perspectiva económica o financiera. Además, desarrollamos a lo largo del año una
serie de campañas de sensibilización hacia la ciudadanía sobre el proyecto europeo. Celebramos
cada año el día de Europa, desarrollando una serie de actividades en torno al 9 de mayo. También
desarrollamos la semana europea de la movilidad y, año a año, vamos incorporando este tipo de
campañas con objeto de sensibilizar a los gijoneses y a las gijonesas sobre el proyecto europeo.
Además, llevamos a cabo acciones de comunicación. Hoy en día, un departamento municipal que se
precie tiene que estar en contacto con los ciudadanos a través de redes sociales, webs y proyectos
vinculados estrechamente a la ciudadanía. El conjunto de todas esas actividades con la coordinación
de mis compañeros de otros departamentos que gestionan sus proyectos es mi día a día.

En el proyecto europeo Second Chances desarrollamos la actividad de coordinación con otros


departamentos municipales que están involucrados en el mismo, en particular, en la agricultura, en
el desarrollo económico, en la arquitectura, desarrollamos esa labor de coordinación y el
departamento de asuntos europeos se ha reservado, por esas perspectivas transversales, la
coordinación del grupo local de apoyo.

• ¿Cómo crees que está la situación actual entre el plan europeo y el plan local?

Yo os lo puedo contar desde mi perspectiva como coordinador del grupo de apoyo local del
proyecto URBACT SECOND CHANCES. Es un proyecto en el que varias ciudades están trabajando e
intercambiando experiencias y valorando como dar una segunda oportunidad a edificios en desuso,
abandonados. Nosotros hemos puesto sobre la mesa el caso Tabacalera porque es un edificio
emblemático para la ciudad con mucho interés y perspectivas de trabajo arqueológico e industrial y
con un gran impacto. El grupo de apoyo local, donde hay reflejados representantes de la plataforma
Tabacalera, asociaciones de vecinos del barrio, representantes municipales, representantes del
sector creativo, nos hemos reunidos en varias ocasiones desde el mes de octubre hasta ahora,
hemos celebrado una sesión de trabajo abierta, el pasado mes de diciembre y el fruto de los debates

92
hasta el momento actual, marzo de 2017, lo que arroja es una pluralidad de ideas y posiciones. Por
un lado, el proyecto antiguo de museo de la ciudad, proyectos más cercanos al sector creativo, a la
innovación social y cada uno de los representantes del grupo local se mueve entre unas ideas y
otras.

El grupo local de apoyo tiene su vida hasta la primavera del año 2018, por tanto, queda un año
largo de trabajo. Confiamos en que ese largo año de duro trabajo y debates internos unido a otros
instrumentos que el ayuntamiento ha puesto en marcha, como los mecanismos participativos y la
comisión de dinamización del barrio de Cimavilla, todos acaben confluyendo en unas ideas comunes
sobre el futuro del edificio.

Entrevista a un vecino del barrio de Cimavilla

• ¿Cuál sería la mejor utilidad para el edificio desde tu punto de vista?

Yo conocí Cimavilla cuando tenía industria pesquera, industria conservera, industria de hierro,
industria tabaquera. Todas esas industrias fueron desapareciendo y nadie hizo nada por revitalizar el
barrio. Ahora mismo se puede decir que es una ciudad dormitorio donde sólo funciona el mundo de
la hostelería. Entonces, es la última oportunidad de recuperar flujos económicos para el barrio de
personas e iniciativas empresariales. Yo creo que este edificio puede recuperar parte de los que se
perdió a través de pequeñas PYMES de creatividad, artesanía, escultura, pintura, música... de tal
forma que genere flujo de personas durante el día y que deje ser un barrio para dormir.

93
XI. BIBLIOGRAFÍA
ARIAS GONZÁLEZ, LUIS (2005): Liadoras, cigarreras y pitilleras: la Fábrica de Tabacos de Gijón (1837-
2002)
BELLÓN RAMÍREZ, J. (1977): “Nuevas aportaciones a la arqueología romana de Asturias”. BIDEA 90-
91: 373-381

CAMINO MAYOR, J. (2005): “Prehistoria e Historia Antigua”. En FERNÁNDEZ PÉREZ, A. y FRIERA


SUÁREZ, F. (Coords.): Historia de Asturias. KRK Ediciones. Oviedo: 15-148

DIEGO SANTOS, F. (1993): “Gigia y otras ciudades astures. Anotaciones al texto de Ptolomeo”.
ÁSTURA núm. 10. Nuevos Cartafueyos D’Asturies: 79-86

FERNÁNDEZ-MIRANDA, M. y FERNÁNDEZ OCHOA, C. (Comisarios científicos) (1995): Astures. Pueblos


y culturas en la frontera del Imperio Romano. Gran Enciclopedia Asturiana. Gijón.

FERNÁNDEZ OCHOA, C. (1996): Manuel Fernández-Miranda y el Proyecto Gijón de Excavaciones


Arqueológicas. En FERNÁNDEZ OCHOA, C. (Coord.): Actas del Coloquio Internacional de los Finisterres
Atlánticos en la Antigüedad. Gijón: 17-18

FERNÁNDEZ OCHOA, C. (2003): El lenguaje de las piedras. La recuperación del Patrimonio


Arqueológico de Gijón. Silverio Cañada Editor. Gijón.

FERNÁNDEZ OCHOA, C. y MORILLO CERDÁN, A. (2002c): Romanización y asimilación cultural en el


Norte Peninsular. Algunas reflexiones sobre un “topos” historiográfico desde una perspectiva
arqueológica. En: BLAS CORTINA, M. A. de, y VILLA VALDÉS, A. (Ed.): Poblados fortificados del
Noroeste de la Península Ibérica: formación y desarrollo de la Cultura Castreña. Coloquios de
Arqueología en la Cuenca del Navia. Navia: 261-277

FERNANDEZ OCHOA, CARMEN (2015): La Fábrica de Tabacos de Gijón: arqueología e historia de un


espacio milenario.
Del archivo municipal de Gijón:

-Descripción de la Fábrica de Tabacos de Gijón (1901)


Del Archivo Histórico de Asturias:

-''Registro de Asociaciones del Gobierno Civil de Oviedo'' Libro 1º,5 de marzo de 1913

-''Estatutos del Sindicato Católico de Obreras Cigarreras de Gijón'', Caja 20.062

-''Reglamento por el que ha de regirse la Sociedad de Obreros y Obreras de la Fábrica de Tabacos de


Gijón denominada ''La Constancia'',16 de Mayo de 1918, Caja 20.062

-''Reglamento de la Federación Tabaquera Española, Sección de Gijón 'La Constancia' de 10 de


diciembre de 1926''.Caja 20.062

94
Webgrafía
-Propuesta de usos de la Tabacalera

http://www.gijon.es/noticias/show/30403-propuesta-de-usos-para-el-edificio-de-tabacalera

http://participatabacalera.gijon.es/

-Manifiesto Tabacalera

https://tabacaleragijon.org/manifiesto

Se han consultado los siguientes diarios:

-El Comercio

-La Nueva España

95
Uno de los puntos fuertes de esta edición ha sido la elaboración de un documental
que acompaña a la investigación en papel y en el que los alumnos han trabajado con mucho
interés. Este es el resultado final.

http://www.CodemaEustory2017.tk
Codema Eustory 2017

96
EPÍLOGO

El Edificio de Tabacalera es un icono para la ciudad de Gijón. Si alguien quiere acercarse a la


historia de la ciudad, solo tiene que adentrarse en la antigua Fábrica de Tabacos, su entorno y sus
muros le trasladarán al Gijón romano, barroco e industrial. El trabajo que precede a este Epilogo
atestigua esta realidad centrándose en el período más dilatado y con más convulsiones en nuestra
historia como es el período industrial, la conversión del edificio en una fábrica y con ello la llegada
de la industrialización a Gijón.

El desarrollo industrial define a Gijón, cuando se describe en reuniones de distinto ámbito


siempre se hace referencia a su perfil industrial, a su entorno siderúrgico, minero, pesquero… Todo
ello es intrínseco a Gijón y a Asturias. Y en ese marco la Fábrica de Tabacos siempre está presente,
acentúa el carácter industrial llevándolo al barrio histórico, Cimavilla, y plasmado además en el
colectivo de las cigarreras, todo un símbolo de la ciudad. Como no podía ser de otra manera, en el
vaivén de la historia, Tabacalera, también está presente a la hora de mostrar el declive industrial de
la villa marinera.

El proceso de transformación económica de la ciudad supuso también el cierre de la Fábrica


de Tabacos. La reconversión de todos los sectores presentes en la ciudad, siderúrgico, naval,
pesquero, llegó también a la Tabacalera, y el año 2002 supuso su cierre definitivo, no exento de
polémica siguiendo la tradición inconformista y rebelde de nuestra ciudad. Ello supuso también un
letargo en la vida del barrio del que es preciso salir.

Este hecho nos lleva al momento actual en el que el debate sobre su futuro está abierto a la
ciudadanía. La idea de una nueva vida para Tabacalera ha generado una corriente de participación y
de creación de comunidad dando lugar a unas expectativas que no pueden verse defraudadas. No
cabe duda de que nos encontramos en un momento trascendental pues las decisiones en torno al
futuro del Edificio de Tabacalera serán de gran importancia no sólo para el barrio histórico de la
ciudad, sino para Gijón. La Fábrica de Tabacos volverá a ser uno de los ejes de desarrollo de la
ciudad.

No hay duda de que el entorno en el que se encuentra el Edificio y la legislación incidirán en


el proceso de toma de decisiones. Sin embargo, sería bueno observar cómo otras ciudades están
abordando estos procesos de reutilización de edificios en desuso, en cómo están integrando estos
equipamientos en las estructuras económicas y sociales, y así contribuir a su desarrollo. Gijón
siempre ha sido una ciudad abierta al exterior, se ha enriquecido de su mirada a otras ciudades y
entornos. El fenómeno de los edificios vacíos o en desuso no es exclusivo de España, por el

97
contrario, la realidad europea nos muestras diversos ejemplos, algunos ya reutilizados y otros en
pleno proceso. Conocer estas experiencias que se están desarrollando en ciudades como Oporto,
Caen, Nantes, Liverpool… pueden contribuir a la nueva vida de nuestra Tabacalera. Y sin lugar a
dudas, a seguir escribiendo la historia de Gijón.

Enrique Rodríguez Martín

Jefe Departamento de Iniciativas Internacionales

Ayuntamiento de Gijón

98
AUTORES

Edgar Fernández Álvarez(4-4-2000), DNI:53775784J

Lucía Durán Sánchez(14-4-2000), DNI: 53783915W

Cristina Otero Cruz(13-1-2000), DNI: 53777688P

Alejandro Penín González(12-9-2000), DNI: 34293143M

Sergio Muñoz Solís(18-3-2000), DNI: 58427401H

TUTORAS

Cristina García-Sampedro Clérigo, DNI: 53532138Y

Marisa Morán Rodríguez, DNI: 10839625R

99

También podría gustarte