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FACULTAD DE FILOSOFIA Y HUMANIDADES
CENTRO DE ESTUDIOS JUDAICOS
Miraflores 579 – Metro Estación Bellas Artes
Tel. 9771550 ‐ Fono‐fax 6387513 – POBox 14837
Santiago de Chile
DIPLOMA DE EXTENSIÓN EN RELIGIONES COMPARADAS CON MENCION EN
JUDAISMO, CRISTIANISMO E ISLAM
Año lectivo 2011
EL SÁBADO (ŠABAT)
COMO TIEMPO SAGRADO EN LA TRADICIÓN JUDAICA1
Prof. Ana María Tapia Adler
El presente texto es un extracto de la ponencia que fuera presentada en las II Jornadas de Historia Antigua,
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realizadas en la Universidad Adventista de Chillán, entre los días 23 y 24 de agosto de 1995.
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EL SÁBADO (ŠABAT) COMO TIEMPO SAGRADO EN LA TRADICIÓN JUDAICA
Difícil resultaría a un judío hablar del Šabbat como un objeto visto desde lejos, como algo
que está fuera de él, y hacer uso de un afilado bisturí para cercenar cada una de sus partes
e indagar en ellas con un pensamiento total y absolutamente objetivo.
¿Por qué?
Porque su sólo nombre evoca imágenes, símbolos, gestos, palabras, olores y sabores que
traen ‐a la mente del judío tradicional o no tan tradicional‐ estampas de familias que,
cohesionadas en torno a la imagen venerable del abuelo, están sentadas alrededor de una
mesa cubierta de elementos simbólicos, de manjares especialmente preparados. El Šabbat
trae a nuestra memoria el retrato de una familia que come, reza y canta unida.
Es quizás en esa unión familiar del Šabbat que reside el milagro que viene a explicar, en
parte, la supervivencia del pueblo de Israel.
El Šabbat es un día que emergió en los albores de la historia del pueblo para llegar a
convertirse en una de las fiestas más significativas cuya celebración se mantiene viva hasta
hoy.
Si hubiera que sintetizar el judaísmo en una sola palabra, esta sería, ‐a juicio de grandes
pensadores judíos‐ el término Šabbat.
Celebrar un Šabbat que sea ʹtodo Šabbatʹ es experimentar una vivencia inefable, imposible
de transmitir; es vivir un tiempo diferente.
¿Qué es el Šabbat?, ¿por qué tendríamos los judíos que diferenciarlo del resto de los días?
¿En que reside esa dimensión especial qué nos lleva a demarcarlo a través de ritos
específicos y que hace que todos los días de la semana giren en torno a él?. ¿Por qué es
aceptado como Yom kadoš, un día santo?, ¿en qué reside su santidad?.
Es posible que las respuestas a estas interrogantes nos entreguen, ‐en la medida de lo
posible‐, algunas pistas. Para lograrlas, empezaremos desde la primera meción del Šabbat
en el texto bíblico y, desde allí, intentaremos llegar hasta nuestros días.
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El Šabbat se menciona por primera vez en el Libro de Génesis y aparece como el punto
culmine del proceso de la creación. En otros textos es mencionado en relación a Dios, ‐por
lo que se llama día del Señor‐, como día de reposo y como recuerdo de la liberación de la
esclavitud en Egipto. También hay quienes lo interpretan en relación con la experiencia en
el Sinai ‐ el Pacto‐ y el deseo constante de ʺregresar a casaʺ.
De lo dicho anteriormente, se infieren algunas de las razones para su observancia.
ʺEl Šabbat ‐escribió Rabí Pinjas Hacohen Peli2‐ confirma y afirma la historia bíblica de la
Creación y se alza como un testimonio constante, vivo y continuamente renovado de esta
historia, que une ʹel cielo con la tierraʺ.
Dios llevó a cabo su proyecto en seis días y a medida de su implementación, lo fue
evaluando paso a paso, encontrándolo no sólo bueno sino más que bueno3
La creación divina, fue una creación material y, como tal, pesable, medible, y además,
poseedora de seis dimensiones4. Sin embargo, le faltaba lo esencial, la dimensión
espiritual que le permitiera funcionar armónicamente. Esa es la dimensión que le otorgó el
día séptimo que, a su vez, dotó de significación a las dimensiones anteriores.
El mundo creado de la Biblia es un mundo de tiempo y espacio. El texto dice: ʺEn el
principio Dios creó el cielo y la tierraʺ: ʺEn el principio ‐tiempo‐ Dios creó el cielo y la
tierra ‐espacioʺ.
Este Dios creador le otorgó al hombre la facultad de dominar el mundo, el espacio, gober‐
narlo y someterlo con la condición de no perder su posibilidad de encuentro con su
Creador, porque de ocurrir eso, el hombre, ‐única criatura dotada de ʹimagen de Diosʹ‐,
correría el peligro de ver enajenada su libertad.
Debemos entender, pues, al séptimo día como el tiempo especial que Dios creó para
celebrar ‐con el hombre‐ ʺel nacimiento de un mundo nuevoʺ. Entonces, el Šabbat habría
surgido como ʹel punto de ʺencuentroʺ entre Dios y el hombreʹ y le otorga al hombre la
posibilidad de ʺencontrarse con Diosʺ sin abandonar el aquí y ahora terrenal.
2 Pinjas Hacohen Peli Sabbat Shalom: reencuentro contemporáneo con el Shabbat. Depto. de Educación de Woman
International Zionist Organization, Jerusalem 1984, p. 10.
3 En Génesis 1:31 está escrito que era ʺbueno en gran maneraʺ.
4 Las seis dimensiones son norte, sur, este, oeste, arriba y abajo. Esta Idea aparece en los escritos de Rabbi Yehudá
Loew, Praga 1520‐1609 ‐conocido como Maharal‐, y está citado por Pinjas Hacohen Peli, cfr. op. cit. p. 11.
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Dios enseña al hombre que así como El, en el día séptimo, desistió de toda obra de
creación con el fin de santificar, el hombre debe detener toda labor con el objeto de
santificar y santificarse y de encontrarse con Dios.5.
De ese modo es en el Šabbat cuando ʺel hombre, en su limitación de criatura, y Dios, en su
inmensidad creadora, se citan para celebrar la santidad en el tiempoʺ6.
Al crearse esta sociedad Dios‐hombre, ambos se unen en el vínculo y propósito común de
hacer y de convertir este mundo en un mundo en cuyo centro está el Šabbat. Lo que
implica que también el Šabbat debe ser hecho, moldeado e insuflado de santidad cada
semana. El hombre tomó conciencia de ello gracias a la Revelación. Y supo que, para que
ello ocurriese, a él le corresponde apartar, santificar y declarar sagrado o especiales ciertos
fragmentos de tiempo y espacio: Debe guardar y recordar el Shabbat.
El Šabbat es perfecto, un día pleno de libertad e igualdad, sin choques entre el hombre y la
naturaleza, sin agresiones entre el hombre y sus congéneres, es la esperanza de un mundo
mejor y mas perfecto, como se supone que lo será el mundo redimido. Por eso se le
percibe y recibe como un anticipo del mundo por venir. Y por eso se nos ordena guardarlo
y recordarlo.
Dios reposó el séptimo día, bendijo al séptimo día y lo santificó. Santificar, bendecir y
reposar son los verbos aquí empleados. Pero empleados sólo en relación con Dios, aún no
hay mención del hombre.
Volvemos a encontrar el Šabbat en Exodo (cap. 20). Allí todavía aparece envuelto en el
misterio divino y se le denomina ʹel día santo de reposo, el reposo consagrado a Dios.ʹ7
Pero aunque es Su Šabbat, también lo es nuestro. Porque en ese momento ya nos habían
sido entregados los Diez Mandamientos. En el decálogo, el Šabbat forma parte de un
reglamento religioso‐nacional que confiere a Israel su consolidación como pueblo: la
experiencia del Sinai es la aceptación del Pacto.
En el Libro de Exodo el Šabbat adquirió la forma de una mitzvá (deber) fundamental, y se
erigió como uno de los cimientos del pueblo. Esta mitzvá (deber) se nutre del fascinante
mito y misterio que le precedió y atraerá ‐a futuro‐ significados y recuerdos tales como el
5 cfr. Exodo 20:8‐12
6 P.Hacohen Peli, op. cit. p. 12
7 cfr. Exodo 16:23.
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de la esclavitud y el éxodo y la combinación de reposo y santidad tal como ha sido
cumplido por el pueblo judío través de la historia8.
Los primeros libros de la Torá nos muestran dos instancias diferentes: Génesis9 donde
sólo Dios santifica el Šabbat y Exodo, donde se le pide al hombre que recuerde el Šabbat
para santificarlo10. Estas instancias prueban que es en el Šabbat cuando esta sociedad
Dios/hombre se mancomunan en santidad. Es en la medida en que el hombre intensifica
su sociedad con Dios, que aumenta su participación en el Šabbat.
Pareciera ser que el objetivo de Dios, al entregar al hombre el Šabbat en calidad de alianza
eterna, ‐ dice Peli‐, es que el hombre entienda de que es Dios quien le permite ser dueño y
señor del mundo.
Por esa razón, al hombre le es permitido controlar y supeditar el mundo a sus propios
fines durante toda la semana, pero en Šabbat él debe retornar a Dios y abstenerse de
realizar actos que demuestren su dominio sobre la tierra.
De este modo, el hombre reconoce que el dominio humano es un don que Dios le ha
otorgado y que por ése motivo, en Šabbat, el debe abstenerse de efectuar acciones que lo
asemejen a Dios, como lo son, por ejemplo, la creación de cosas nuevas, cambiar cosas de
un estado a otro, etc.
Ahora bien, Los Diez Mandamientos que nos fueron entregados en el Monte Sinai, como
símbolo del Pacto, aparecen en el texto bíblico en dos versiones casi idénticas. Decimos
casi, porque en el cuarto mandamiento ‐el Šabbat‐ apreciamos una diferencia
¿redaccional?.
En Exodo 20:8‐12 leemos:
Acuérdate del Shabbat para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, mas
el séptimo día es Šabbat para el Señor tu Dios, no hagas en él obra alguna tú. ni tu
hijo, ni tu hija ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro
de tus puertas. Porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra y todas las cosas
que en ellos hay, y reposó en el séptimo día. Por tanto, el Señor bendijo el Šabbat y lo
santificó.
8 P.Hacohen, op. cit., 19
9 Génesis 2:3 ʺY bendijo Dios el día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que hizoʺ.
10 Exodus 20:8:ʺAcuérdate del día de reposo para santificarloʺ.
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En cambio, en Deuteronomio 5;12‐15 está escrito:
Guardarás el Šabbat para santificarlo, como el Señor ti Dios te ha mandado. Seis días
trabajarás y harás toda tu obra, mas el séptimo día es Šabbat para el Señor tu Dios,
ninguna obra harás tu, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu
asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que está dentro de tus puertas, para que
descansen tu siervo y tu sierva como tú. Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto
y que el Señor, tu Dios, te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido, por lo cual el
Señor, tu Dios, te ha mandado que guardes el Šabbat.
La primera diferencia la marca justamente la primera palabra con la que se inicia cada uno
de los textos: Acuérdate; zajor, Guarda, šamor.
Inferimos entonces que ‘Guardar el Šabbat para santificarloʹ no es lo mismo que ʹRecor‐
darlo para santificarloʹ. Ambas frases tienen en común el mandato de ʺsantificarloʺ.
Pero.... ¿Cómo se santifica un día?
Rabí.Pinjas Hacohen Peli explica que ʹguardaʹ y ʹrecuerdaʹ se refieren a dos conceptos
distintos. Dos conceptos que, juntos, forman la piedra angular para la completa compren‐
sión del Šabbat, así como de muchas prácticas del judaísmo.
Zajor ‐recuerdaʺ equivale a un mandamiento positivo y representaría a la ley sin la cual
el Šabbat, a pesar de los mas nobles sentimientos que él pueda despertar, no existiría
ʹZajor, recuerda, representaría el amor.11
En cambio Šamor, guarda, es un precepto negativo, es decir, que concierne solamente a lo
que no se debe hacer.
Dicho de otro modo, Šamor, ʹguardaʹ sería el cuerpo del Šabbat y Zajor,ʹrecuerdaʹ sería su
ʹalmaʹ12.
11 ʹRecuerda es representada en la simbólica imaginería del Šabbat como ʹreinaʹ y ʹguardaʹ despierta la imagen
de una ʹnoviaʹ. Ambos vocablos, reina y novia, son utilizados con frecuencia como epítetos en la liturgia
sabática, y en la literatura rabínica la expresión cobra el respeto y la honra a la reina y el ansia y deleite en
presencia de la esposa.
12 cfr. P.Hacohen, op. cit, 29.
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La segunda diferencia en la redacción del cuarto mandamiento está en el énfasis dado: en
éxodo es teocéntrico ‐universal: la creación; en Deuteronomio es antropocéntrico y parti‐
cularista: el énfasis está puesto en la liberación. No hay exclusión, ambos se comple‐
mentan y deben estar presentes para ser recordadas o mas bien para ser experimentadas
cada Šabbat.
Tanto la creación que culmina con el Šabbat como la liberación, representan la libertad
divina y humana, expresada claramente en el kiduš, la apertura de la liturgia sabática.
Tanto la creación como la liberación deben ser re‐vividos y celebrados en cada Šabbat.
Respecto al mandato de no trabajar, debemos recordar que el abstenerse de trabajar no es
lo mismo que descansar.
Si descansar en Šabbat significa emular el tipo de descanso que Dios tomó después de los
seis días de la Creación, tendremos primero, que descubrir qué significa descanso en
relación con Dios.
Los conocedores del tema señalan que el descanso que se exige equivale a la Menujá šlemá
(descanso total) y arguyen que los cielos y la tierra fueron creados en seis días, y en el
séptimo día fue creada la menujá. Esta, la menujá šlemá, debe ser re‐creada cada Šabbat,
porque es con el Šabbat que llegó la menujá y el universo se completó.
¿A qué se refieren con el término descanso total [menujá shlemá]?. ¿Que fue aquello que
Dios creó el séptimo día?
La respuesta es simple, dicen los sabios, Dios creó tranquilidad, sosiego, paz y quietud,
esto es, creó la menujá šlemá.
Se nos hace comprensible entonces que el gran `pensador judío Abraham Yeošua Heschel,
llamara al Šabbat ʺislaʺ. El sostenía que ʺen el tempestuoso océano del tiempo y del duro afán de
la existencia hay islas de sosiego donde el hombre puede anclar y reivindicar su dignidad. La isla es
el séptimo día, el šabbat, un día de alejamiento de las cosas, de las herramientas y asuntos del diario
vivir y de acercamiento al espíritu...ʺ13.
Celebrar Shabbat es crear una isla en el tiempo, y equivale a re‐crear la menujá. Esto sólo
es posible de ritos de pasaje que permitan separar el tiempo profano del sagrado.
13 A.Y.Heschel El Šabbat y el hombre moderno
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Eso y no otra cosa es lo que debe suceder en todo hogar judío, cada día viernes, antes de la
puesta de sol, cuando la mujer judía, ‐o el hombre si ella no estuviese‐, inician el ritual de
recepción del sábado, el Kabbalat Šabbat14, a través del encenido de las luminarias y una
bendición.
Con ese sencillo acto, establecemos la diferenciación entre el tiempo profano (el semanal)
y el tiempo sagrado (el sabático) y de ese modo ingresamos al Šabbat, un día para todos:
Barylko señala que es en el todos donde reside la novedad revolucionaria del Šabbat:
Todos, sin excepción, un día a la semana, debemos hacer un alto en la actividad usual y
aprender a vivir de otra manera. Y, vivir de otra manera es santificar.
Y he aquí que un mandato bíblico nos manda santificar el Šabbat, hacerlo diferente,
separarlo del resto de los días y para ello empleamos luz, vino y pan, elementos que tienen
una explicación simbólica.
Transcurrido ese tiempo diferente que hemos iniciado la tarde del viernes, ‐al anochecer
del sábado‐, cuando son visibles tres estrellas en el firmamento, con otro rito de pasaje,
llamado Havdalá, (separación), los judíos despediremos el Sábado y nos prepararemos
para re‐ingresar a la vida habitual, a la profanidad.
También en este rito de separación estarán presentes el vino y las luminarias. Habrá,
además, especies y una bendición especial para cada uno de los elementos. La ceremonia
concluirá con la llamada bendición de la ʺseparaciónʺ donde agradeceremos a Dios por
establecer una distinción entre
ʺlo sagrado y lo profano, entre la luz y la oscuridad, entre Israel y los demás pueblos,
entre el día séptimo y los seis días de la creación”.
Para concluir diciendo:
Bendito eres Tú, Adonai, que estableciste distinción entre lo sagrado y lo profanoʺ
El Šabbat también es considerado como símbolo del retorno. A lo largo de nuestra historia
los judíos siempre lo hemos asociado con la idea de regreso al hogar.
14 Kabbalat Šabbat significa, literalmente, recepción del sábado.
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En medio del exilio y la dispersión, el Šabbat representa un pedazo de Eretz Israel al que
podemos acceder en la diáspora.
Por eso es que sólo en Šabbat, nunca en otro día de la semana, se recita ‐antes de la
oración de gracias por las comidas‐ el Salmo 116:
ʺCuando el Señor nos haga retornar a Sión, seremos como los que sueñan,...entonces
nuestra boca se llenará de risa y nuestra lengua de alabanzaʺ.
Es posible que la vivencia judía de la santidad en el tiempo haya exacerbado la añoranza
por la santidad en el espacio. Si esto fue así, entonces habremos de aceptar que, en los
tiempos modernos, el Šabbat jugó un importante papel en el despertar del ansia de retorno
de los judíos a su tierra.
No en vano lo había profetizado Isaías:
Si te guardas de profanar el Šabbat, de tratar tus asuntos en mi día santo; Si llamas al
Šabbat delicia, venerable día consagrado al Señor, si le veneras evitando los viajes, no
tratando negocios ni arreglando asuntos, entonces encontrarás en el Señor tus delicias,
yo te subiré triunfante a las alturas del país; y te alimentaré de la heredad de tu padre
Jacob.,
(Isaías:58:13‐14)
Resumiendo podemos decir que el Šabbat es, sin lugar a dudas, un día especial planteado
como la instancia propicia para el encuentro del hombre con Dios y el re‐encuentro
consigo mismo.
El Šabbat es un notable punto de encuentro de la creación, la revelación y la redención, es
como un ʺanticipo del mundo venideroʺ, que puede ser re‐vivido cada Šabbat.ʺ
Para el hombre moderno que vive en las postrimerías del siglo XX, el Šabbat adquiere una
nueva dimensión, una nueva significación simbólica: el valor de la liberación, liberación de
la tecnología y de la automatización e incluso liberación de la soledad, porque entrega
tiempo para ser y compartir. Sin prisas, sin ese oír sin escuchar, o ese mirar sin ver.
El šabbat brinda tiempo para volver a ser uno mismo, para re‐encontrarse y al re‐
encontrarse encontrar al otro, al prójimo y por supuesto re‐encontrarse con Dios.