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El Psicoanálisis Interpelado Por La Teoría Queer
El Psicoanálisis Interpelado Por La Teoría Queer
(O no-hay-rapport-sexual, y hay-relation-sexual)
Claudio S. Cabral
En ese extenso apartado se muestran los textos que abordan lo que llaman el cambio
de paradigma sexual hacia el que parece encaminarse nuestro tiempo.
En ese cambio de paradigma sexual, ese nuevo paradigma traería un planteo-otro que
el psicoanalítico respecto a la sexualidad.
De ese encuentro quedó una cierta inquietud: hay una serie de autores y estudiosos del
género, que plantean nuevas cosas respecto de la sexualidad, en una posición crítica
respecto al psicoanálisis, y más aún, con la consecuencia de no necesitar de él ¿Qué le
podría ofrecer un psicoanálisis a un queer? ¡Nada! Es lo que leí de lo que escuché de
lo que quizás dijo Sladogna…
Más aún: tiempo después, cae en mis manos el mencionado número 14 de la revista
Poubellication, cuya primera sección reza: El psicoanálisis interpelado… ¿Por
quién?...por la teoría queer. Nueva embestida. Recuerdo muy bien que llegué a mi
casa, comencé a leer dicho número de la revista, y al poco trecho la arrojé a un lado
con cierto fastidio…
Era la tercera ocasión para mí, de encuentro con esta teoría queer que ahora decidía
tomar en cuenta, leer.
Reunión El Psicoanálisis interpelado por la teoría queer
Lacanoamericana (o no-hay-rapport-sexual y hay-relation-sexual)
de Psicoanálisis
Buenos Aires 2013
Claudio Cabral
Abyección es un término importante en sus planteos. Halperin, lo toma casi como punto
pivote, cuestión central que lo llevaría a la renovación paradigmática que promueven.
“La tradición francesa de donde Halperin recoge la abyección enhebra el libro de Julia
Kristeba, Pouvoirs de l’horreur. Essai sur l’abjection de1980, la extensa introducción de
Jean-Paul Sartre a las obras completas de Jean Genet, titulada Saint Genet, de 1952 y
el libro de Marcel Jouhandeau, De l’abjection, de 1939”.
1) Es notable la larga trayectoria que tiene la cultura queer en volver productivo el uso
de la abyección. Para convertir la abyección infligida por el HIV/SIDA en un recurso
potente para el desafío social.
tener sexo de riesgo que cualquiera de los otros factores que acabo de enumerar. (…) no
necesitamos al psicoanálisis para que nos ayude a lidiar con eso. Necesitamos teóricos
sociales y activistas para que nos ayuden a reflexionar sobre su poder y su peligro (…)
enseñándonos cómo inventar, en medio de la crisis, nuevas modalidades de placer.
¿Nuevas modalidades de placer? Podríamos nombrar aquí como empuje al goce, este
movimiento que se pide a teóricos sociales y activistas. Más no al psicoanálisis.
Entonces podríamos hacer una división, con los fines de orientarnos: Por un lado
empuje al goce: teóricos sociales y activistas. Por otro lado acotamiento de goce:
psicoanálisis.
Tomamos al sesgo esta cuestión del tratamiento del goce, en tanto todo discurso tiene
que vérselas con una pérdida inaugural de goce en términos de castración,el discurso
capitalista promueve su recuperación.
Nuestra ciudad se parece cada vez más a la París del año 2002 de Charles
Melman: “lo que tenemos que pensar hoy en día es sobre todo una forma de
identificación, que, me parece, no fue observada ni por Freud ni por Lacan y que
consiste en la organización de comunidades reunidas alrededor de un mismo
goce”. Nuestra ciudad se parece cada vez más a la París del año 2003-4 de
Jacques-Alain Miller: “las conquistas de la ciencia están acompañadas del
ascenso al cenit social del valor de goce, del derecho de gozar, del derecho a
gozar”. ¿Será la despatologización del discurso psicoanalítico la superación, la
tarima, el escabel, para un nuevo lugar del psicoanálisis en la ciudad? [–Shhh!...
Cuidado! Prohibido interpretar que el travestismo de Schreber pudiera indicar…
un delirio!-] (…) una sublimación de la clínica que la convierte en estética.
Es decir, correr riesgos es una expresión de la condición queer. ¿Qué es una condición
que se expresa por medio del “ponerse en riesgo”? Warner contesta así: puede estar
representando un pensar profundo y mayormente inconsciente acerca del deseo y de
las condiciones que hacen de la vida algo que valga la pena vivirse.
Puedo pensar leyendo estas palabras, que algo de lo Real, en tanto que muerte y
sexualidad se pone en juego en éste cavilar de nuestro autor en cuestión. Muerte y
sexualidad en tanto límite. Punto no simbolizable, que situado como imposible, hace de
la vida algo que valga la pena vivirse. Ahora bien, ¿Esto tiene necesariamente que
cobrar la forma de correr un riesgo que es el contagio del virus HIV, en particular, tal y
como lo está fundamentando Warner?
Una fascinación por la muerte. Muerte que como hilo recorre una serie de seis obras
de teatro titulada “Teatro Queer”, publicada por la editorial Colihue, en este año. Sólo
tomo un fragmento de una de las seis obras titulada: Es inevitable. Ya el título, Es
inevitable, hace alusión a una cualidad, por decir así, de la muerte: concepto abstracto
de contenido negativo nos dice Freud.
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Buenos Aires 2013
Claudio Cabral
En el prólogo a esta obra de teatro, el compilador Ezequiel Obregón nos dice que se
trata de: una historia de amor entre dos mujeres a las que la muerte acaba de separar
(al menos en su esfera terrenal, como apreciarán los lectores) . Es decir una muerte
que separa, pero no. Retengo esto.
Rosa: Cada año, de toda la gente que muere en el mundo, el 30 por ciento muere
por causas naturales. Mueren de viejos, porque les llegó la hora, Dios lo decidió y
punto. No se hable más. Yo creí que Dios mataba más gente por año. El otro 40
por ciento muere por enfermedad. SIDA, tuberculosis, cáncer, infartos cerebrales,
de corazón, de todo tipo. (…) Y ahora encima dicen que la gordura es una
enfermedad. Mortal. (…) que se vayan a la mierda, que me dejen en paz, que se
tiren por un puente o que se vayan a bailar. Me da igual, yo no puedo pensar ni por
un segundo en la muerte. Ya está, ya lo dije, es verdad. Que se mueran los
demás, que se mueran los demás…(…) el otro 30 por ciento, se mata. Se suicida,
se encargan de ir a buscar su propia muerte, y le dicen, “Hola, qué tal, te vine a
visitar”. Como si nada. (…) Todo esto puede estallar. ¡Que se vayan a cagar! Yo
prefiero bailar.
¿Qué lugar ocupa la muerte en este “nuevo” paradigma sobre la sexualidad? Al menos
un advenimiento de un nuevo paradigma respecto a la sexualidad es lo que augura
este movimiento queer. Entonces cabe la pregunta: ¿Qué lugar es reservado para la
muerte?
-Con la obra “es inevitable” tocamos otro modo de tramitar la muerte, en tanto se trata
de la muerte del partenaire, del compañero de vida, que reenvía a la propia muerte.
No perdamos de vista que no hay experiencia de la propia muerte que como tal resta
real. No hay en el inconsciente, nos dice Freud, representación de la muerte, ni de la
vagina. No hay significantes, decimos con Lacan, que designen o nombren muerte y
sexualidad; por innombrables y sin designación lo llamamos real, que no es más que
una forma de designar, circunscribir el vacio-imposible.
Scott O’Hara, estrella porno, escritor, activista, autoproclamado inventor del “montar a
pelo”, da testimonio del sentimiento de exaltación al adoptar y dar vuelta la abyección
ligada a la infección. Su calidad de portador –nos dice Halperin- consolidó una actitud
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Una abyección que daría en el clavo al conectar con lo esencial, produciendo una
beatitud, una omnipotencia sostenida en una creencia: mi vida es mucho más
despreocupada que la de ellos. Se juega ahí, con una lógica especular, la agresividad
propia del estadio del espejo. Esta es la parte que mas enoja a la gente, dice O’Hara:
estar infectado me da la libertad de comportarme irresponsablemente.
Volvemos con Rosa, en el velatorio de su pareja Carmen, ahí donde la habíamos dejado
hablando de la muerte. Que se mueran los demás, ¡Que se vayan a cagar! Yo prefiero bailar.
Una rima poética que la lleva a danzar:
Rosa se quita el vestido violeta mostrando uno diferente que lleva puesto debajo y
que destaca su femineidad, su cuerpo de mujer. Suena una canción flamenca
sobre el amor.
Pero es una danza, una serie de movimientos con el cuerpo de mujer que no la llevan
a un lugar-otro, es decir, que no reúnen las condiciones de un acto, en el sentido
psicoanalítico del término, que marquen un antes y un después para el sujeto, sino que
la reenvían a un encuentro con la muerta. A un abrazo con la muerta. Con el partenaire
perdido, que retorna en un abrazo desmintiendo la muerte, en tanto desaparición.
“El discurso analítico no se sostiene sino con el enunciado de que no hay relación
sexual, de que es imposible formularla. Eso es lo que sostiene el avance del discurso
analítico, y por allí es como determina cuál es realmente el estatuto de todos los
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Claudio Cabral
Este año tengo que agradecer profundamente una colaboración que llegó durante la
realización de mi trabajo: se trata de una reseña en un artículo todavía inédito que
Ricardo Bianchi escribió sobre éste número 14 de Poubellication; su texto va a
aparecer en el próximo número de la revista Nadja, pero tuvo la amabilidad de
permitirme acceder a él, lo cual agradezco profundamente. Su artículo concluye de una
forma brillante, no la voy a decir aquí para que puedan encontrarse con él en el
próximo número de Nadja; pero si voy a tomar un aspecto de su lectura que aquí nos
viene como orientador en relación a la despatoligización: “¿Qué perduraría de la clínica
psicoanalítica si desaparece la patología? Sabemos que quizás la clínica desaparezca,
muchos clínicos lo vaticinan desde hace algunos años. Pero permanece enigmática
para el lector de la revista ¿Cómo es esa desaparición de la patología? Es decir, nos
hacemos eco de la lectura de Ricardo, en tanto no quedan claras las coordenadas de
esa despatologización… una sublimación de la clínica que la convierte en estética,
decíamos antes citando también a Ricardo Bianchi. “La histeria de Hamlet
–identificación con Ofelia- es tan generosa como la de Dora. La criatura de papel tiene
un carácter verdaderamente ‘histerodiabólico’. Con razón Freud no hallaba el escalón
entre la dramaturgia y la clínica. Le daba lo mismo”, nos dice Zöpke.
plagado el pensamiento analítico, nos dice Lacan: El amor no es hacerse uno, ya que
la experiencia analítica se opone a ello y demuestra lo contrario.
Esto nos lleva a tomar en cuenta la lógica lacaniana de la sexuaciòn. Dos lados. Dos
goces. Uno enteramente sometido a la función fálica, y otro que no; no-todo, no
enteramente sometido a la función fálica. Hablo de goces: masculino y femenino,
respectivamente, por nombrarlos con el lenguaje corriente. De este no-todo del que se
desprende el axioma La mujer, en tanto Universal, no-existe y no-hay-relación-sexual:
las dos fórmulas negativas que resumen, al decir de Moustapha Safouan, la teoría
lacaniana.
Aquí nos sale al paso una propuesta de Juan Ritvo que vamos a tomar en cuenta. Se
trata de un cuestionamiento a la existencia de dos sexos. Principalmente nos interesa
retener una propuesta en tanto “la parte femenina sometida a la función fálica” no es
equivalente al sometimiento-todo del hombre a la función fálica. No pone el goce fálico
en paralelo al Otro sexo, en tango goce femenino. Sino que ese Otro sexo lo sitúa
como un núcleo de ser que es causa del inconsciente, en forma de trauma, y que ese
núcleo de ser hace obstáculo a la relación sexual.
es posible nombrar un goce Uno, uno goce Uno sería el goce de una fusión entre un
sujeto y otro sujeto, entre un sujeto y el Otro, no hay ninguna posibilidad de que haya
tal fusión; lo que puede pasar es que el Otro me apriete hasta reventarme, pero ahí no
hay ninguna fusión sino, de última, asesinato. Esto que dice Lacan: ‘ustedes podrían
apretar a la Otra todo lo que quieran pero fusión, no’” Entre Rosa y Carmen, por
ejemplo.
La lengua francesa distingue entre las palabras ‘relation’ y ‘rapport’, distinción que
hace posible la negación de uno de estos términos y la afirmación del otro. (Hay
relación y no hay relación). Tomemos el ejemplo de los números enteros 2 y 3.
Estos números tienen relaciones (relations) de sucesión, y de desigualdad, pero no
tienen correspondencia (rapport) de numerador-denominador, o de divisor-dividido.
Para obtener esta correspondencia (rapport) debemos producirla nosotros
componiendo la fracción o el número racional 2/3. De la misma manera podemos
decir que hay relaciones (relations) sexuales y al mismo tiempo negar que haya
correspondencia (rapport) sexual, en el sentido de que no hay nada que vuelva
necesario que un hombre y una mujer entablen relaciones (relation) sexuales entre
ellos”