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Eduardo Aliverti:

Si nosotros vamos para atrás y pensamos en iconos de lo que en la historia argentina se


considera la educación en términos globales. Y pienso ya no en la generación del 80, sino en
la del 37, y pienso en los elementos más destacados; uno puede pensar en Echeverría, en
Alberdi y en Sarmiento, por ejemplo. ¿Querían lo mismo para la educación? ¿Qué surge de
aquella generación que, se aduce, fue la más brillante de la historia argentina? Respecto de lo
educativo…

Rubén Cucuzza:
Si la intención fuera buscar antecedentes, habría que ir un poco más atrás.

Eduardo Aliverti:
¿A ver?

Rubén Cucuzza:
Quiero decir, el momento en que comienzan a discutirse los problemas político-educativos en
términos modernos, el debate político-educativo en términos modernos lo inicia Manuel
Belgrano con un documento muy conocido que es una de las memorias que presenta al
Consulado. Allí están planteados, por primera vez, los problemas político-educativos en
términos modernos. No sé si fui claro. Es decir, antes de este planteamiento…

Eduardo Aliverti:
¿Antes de Belgrano?

Rubén Cucuzza:
Antes de Belgrano no se problematizaban determinadas circunstancias. Durante toda la época
colonial, por ejemplo. Antes de Belgrano, la educación en términos modernos, siguiendo una
onda expansiva que se da en todo el mundo euro-occidental. Yo no encuentro, no
encontramos formulaciones de problemas del tipo de la gratuidad. Esa es una discusión o un
problema típicamente moderno. El de la obligatoriedad, el de la educación femenina y,
especialmente, el de la relación entre educación y trabajo, que Belgrano en esa memoria lo
plantea con mucha fuerza por su influencia fisiocrática, especialmente, la relación trabajo-
agricultura, trabajo-comercio, trabajo-industria. Todos esos problemas son planteados de una
manera como una primera semilla del planteamiento de un debate que después va a arrastrar
todo el siglo XIX y el siglo XX, harán largas, largas…

Eduardo Aliverti:
Obvio. Y después de aquel germen de Belgrano, ¿qué viene?

Rubén Cucuzza:
Y, una primera tentativa frustrada de reorganizar u organizar el sistema educativo copiando el
modelo francés de la Universidad Napoleónica de París, que es la Universidad de Buenos
Aires de la época de Rivadavia. Es decir, ahí por primera vez, se plantea la circunstancia de
que la Universidad –creada por Rivadavia en ese momento– tenía que hacerse cargo de todos
los otros niveles de estudios. Es decir, un alumno era alumno de la universidad desde ya
ingresando al Departamento de Primeras Letras, que pertenecía a la universidad. Al
Departamento de Estudios Preparatorios (que sería el bachillerato). Y después estaban los
cuatro, cinco departamentos de Teología, Derecho… Esa estructura rompe con la estructura
de las universidades coloniales, que venían fundamentalmente de la influencia de la
Universidad de Salamanca, de la conquista española. Es una primera ruptura que fracasa. Un
intento de difundir la escuela primaria de manera obligatoria, pese a la escasez de maestros,
adoptando un sistema de origen inglés, el llamado Sistema Lancaster, por el cual un solo
maestro, trabajando con una cantidad de tutores, podía enseñar a leer y escribir, los
conocimientos básicos elementales. Los cuatro conocimientos básicos que enseñó
tradicionalmente la enseñanza primaria desde la época de los griegos. Ese Sistema Lancaster
fue adoptado, con distinta suerte, por todos los gobiernos recién surgidos de la época de la
Independencia. Es decir, San Martín lo introduce en el Perú, Bolívar invita a Lancaster, en
México el sistema lancasteriano llegó a constituir casi algo así como un Ministerio de
Educación. Con muy pocas resistencias, salvo de algún pensador latinoamericano
escasamente difundido, aun en estos últimos tiempos del Bicentenario, como fue Simón
Rodríguez, que se opuso lúcidamente llamando a estas escuelas las “escuelas de vapor”.

Eduardo Aliverti:
¿De vapor?

Rubén Cucuzza:
De vapor. Es decir, es la lucidez de un rousseauniano, es un ilustrado. La lucidez de advertir
que este tipo de formación masiva respondía a la Revolución Industrial. Las escuelas
Lancaster eran grandes galpones donde los alumnos obedecían a determinados ritmos de
producción con silbatos, con banderas y un solo maestro. El sistema permitía, o prometía,
manejar a 400, 500 alumnos simultáneamente a través de los monitores. Fracasó. Ya te digo,
solamente en México tuvo una vigencia un poco más consolidada, es decir, fue una de las
alternativas que pensaron los ilustrados que hicieron la revolución de lograr formar la
ciudadanía para las nuevas repúblicas a través de la educación.

Eduardo Aliverti:
Y cuándo eso fracasa, ¿qué sigue?

Rubén Cucuzza:
Y sigue la anarquía, siguen las prácticas coloniales de la enseñanza de las primeras letras a
través de un preceptor, no era un maestro, no se lo llamaba maestro; el nombre maestro
aparece precisamente en el 80, va a aparecer junto con las Escuelas Normales. Es decir, en el
momento en que el sistema se propone la obligación escolar, es decir, formar masivamente
lectores, podríamos decir. Formar ciudadanos, nacionalizar, en el caso argentino, debido al
aluvión inmigratorio. Ahí aparece la idea de la obligatoriedad y para extender la
obligatoriedad, necesito maestros y formar maestros; y ahí viene la Escuela Normal para
atender este fin.

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