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AD Fairclough Unidad 3
AD Fairclough Unidad 3
En este capítulo se presenta una visión del discurso y un marco para su análisis.
Discurso
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configuran y la determinan, directa o indirectamente.
Podemos distinguir tres aspectos de los efectos constructivos del discurso: (i) el discurso
contribuye a la construcción de identidades sociales y de "posiciones de sujeto" para los sujetos
sociales; (ii) ayuda a construir las relaciones sociales entre la gente; (iii) contribuye a la
construcción de sistemas de conocimiento y creencias.
Estos tres efectos corresponden respectivamente a las tres funciones del lenguaje y
dimensiones del significado que coexisten e interactúan en todo discurso: la identidad, la
relacional y la ideacional (Halliday reúne las dos primeras como "interpersonal" y agrega la
"textual", que se podría agregarse a esta lista).
La práctica discursiva es constitutiva en un modo convencional y creativo: contribuye a
reproducir la sociedad (identidades sociales, relaciones sociales, sistemas de conocimiento y
creencias) tal como es y también contribuye a transformar la sociedad.
Es importante analizar la relación entre estructura social y discurso como dialéctica.
Cabe destacar que la constitución discursiva de la sociedad no emana de un libre juego de
ideas en las cabezas de las personas; está en relación con una práctica social que está firmemente
enraizada en y orientada a estructuras sociales reales, materiales.
La perspectiva dialéctica ve a la práctica discursiva y al evento como contradictorios y en
lucha con relaciones variables y complejas con estructuras, las cuales manifiestan una fijeza
temporal, contradictoria, parcial.
La práctica social tiene diversas orientaciones -económica, política, cultural, ideológica-
y el discurso puede estar implicado en todas ellas sin que ninguna sea reducible al discurso. Es el
discurso como un modo de práctica ideológica y política lo que concierne al libro. El discurso
como una práctica política establece, sostiene y cambia las relaciones de poder y las entidades
colectivas. El discurso como una práctica ideológica constituye, naturaliza, sostiene y cambia
significaciones del mundo desde diversas posiciones en relaciones de poder. Ambas prácticas no
son independientes una de la otra, siendo la ideología las significaciones generadas en relaciones
de poder como una dimensión del ejercicio de poder y la lucha por el poder. Entonces, la práctica
política es una categoría supraordinada.
Diferentes tipos de discurso en diferentes dominios sociales o marcos institucionales
pueden ser política o ideológicamente investidos en modos particulares.
Respecto de las "convenciones" y las normas, esta posición es más cercana a la escuela
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francesa y se opone a la tradición sociolingüística código/variación social. Se sugiere que el
"interdiscurso", la configuración compleja interdependiente de las formaciones discursivas tiene
primacía sobre sus partes y tiene propiedades que no son predecibles de sus partes. El
"interdiscurso" es la entidad estructural que subyace a los eventos discursivos antes que la
formación individual o el código: muchos eventos discursivos manifiestan una orientación a
configuraciones de elementos del código y a las uniones/límites de lo existente del evento
discursivo construido fuera de la instaciación normativa de un código simple para ser observado
como regla. En lugar de interdiscurso, se utilizará el término foucaltiano "orden del discurso".
Asimismo se usará el término "elemento" antes que código o formación para hacer referencia a
las partes de un orden del discurso. Se asume que las relaciones entre elementos pueden ser
contradictorias y que los límites entre los elementos pueden ser líneas de tensión. Es posible que
las fronteras entre situaciones y prácticas esté tan naturalizada que el sujeto las viva como
complementarias. Bajo diferentes circunstancias sociales, las mismas fronteras pueden volverse
un foco de resistencia y lucha y las posiciones de sujeto y las prácticas discursivas con ellas
asociadas pueden ser experimentadas como contradictorias.
Lo que se aplica a los límites entre las posiciones de sujeto y las prácticas discursivas se
aplica también generalmente para los elementos del orden del discurso y para los límites entre
diferentes órdenes del discurso. Los resultados de estas luchas son rearticulaciones de órdenes
del discurso, tanto de las relaciones entre elementos en órdenes locales de discurso, como la
escuela, y de relaciones entre órdenes locales de discurso en un orden social del discurso. En
consecuencia los límites entre los elementos (y los órdenes del discurso) pueden ser
relativamente fuertes y volverse relativamente débiles y viceversa, dependiendo de su
articulación: los elementos pueden ser discretos y bien definidos o difusos y no definidos. Una
consecuencia de la lucha articulatoria es que los nuevos elementos están constituidos a través del
rediseño de los límites entre viejos elementos. Los elementos a los que se refieren pueden ser
variables en una "escala". Hay casos donde ellos deben corresponder a lo que se comprende
como "registro" (Halliday), como un bloc de variantes a diferentes niveles con de patrones
gramaticales distintivos (de todos los niveles). En otros casos las variables son de escala menor,
como sistemas de toma de turnos, vocabularios/clasificaciones, convenciones de cortesía, etc. Se
sugiere (como se verá en el cap. 4) un pequeño número de tipos de diferentes de elementos:
géneros, estilos, actividades y discursos.
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¿Qué es lo que hace a una práctica discursiva específicamente discursiva? La práctica
discursiva se manifiesta en forma lingüística, en forma de textos. La práctica discursiva no
contrasta con la práctica social, es una forma particular de ésta.
El análisis de un discurso particular como práctica discursiva se centra en los procesos de
producción, distribución y consumo del texto. Todos estos procesos son sociales y requieren
referencia a la situación económica, política y social en la cual se genera el discurso (y se
interpreta, ojo). La producción y el consumo tienen una naturaleza parcialmente sociocognitiva,
en lo que hace a los procesos cognitivos de producción e interpretación, que se basan en la
internalización de estructuras y convenciones sociales. El objetivo central es trazar conexiones
explicativas entre los modos (innovadores, normativos, etc.) en que los textos son puestos de
manera conjunta e interpretados, cómo son producidos, distribuidos y consumidos en el amplio
sentido, y la naturaleza de la práctica social en término de su relación con estructuras sociales y
conflictos. No se puede reconstruir el proceso de producción ni dar cuenta del proceso de
interpretación por referencia exclusiva a los textos: éstos son respectivamente huellas de y pistas
para esos procesos y no pueden ser producidos ni interpretados sin los recursos de los
participantes.
La concepción tridimensional del discurso es un intento de articular tres tradiciones
analíticas: la del análisis lingüístico y textual, la tradición macrosociológica del análisis de la
práctica social en relación con estructuras sociales y la tradición interpretacionista o
microsociológica de ver a la práctica social como algo que las personas producen activamente y
a lo que dan sentido sobre la base de procedimientos comunes. Se agrega a esto, sin embargo,
que al producir su mundo, las prácticas de los miembros está configurada en modos no
necesariamente concientes por relaciones de poder, estructuras sociales y la naturaleza de la
práctica social en la que están involucrados los participantes. A su vez, estas prácticas tienen
resultados y efectos sobre las estructuras sociales, las relaciones sociales y los conflictos. Estos
procedimientos, además, son heterogéneos y contradictorios.
La parte del procedimiento que trata con el análisis de los textos puede denominarse
"descripción" y la que trata con el análisis de la práctica discursiva y de la práctica social puede
ser llamada "interpretación".
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El discurso como texto.
Práctica discursiva.
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Una fuerte limitación del enfoque de los procesos sociocognitivos es que son
puestos generalmente en términos universales, como si el efecto del contexto en el
significado y la reducción de ambivalencia fueran siempre las mismas. Pero no es así.
La incidencia del contexto en la interpretación varía de un tipo de discurso a otro. Y la
diferencia entre tipos de discurso en este sentido es socialmente interesante porque
apunta a supuestos y reglas de "ground" (cimientos, base) que a menudo tienen carácter
ideológico. Esto se da, por ejemplo, cuando el hablante intenta interpretar la fuerza
ilocucionaria de un acto (sobre todo de un acto de habla indirecto).
La “fuerza” de una parte de un texto (no necesariamente del tamaño de una
oración) es su componente accional, es parte de su significado interpersonal, es para lo
que está siendo usado socialmente, para llevar a cabo qué tipo de acto de habla. La
fuerza está en contraste con la proposición: el componente proposicional, que
corresponde al significado ideacional, es el proceso o relación que se predica de las
entidades.
El “contexto” es muy importante para reducir la ambivalencia. Antes de poder
basarse en el contexto, el intérprete debe haber logrado una interpretación del contexto.
Esto es análogo a la interpretación del texto: involucra una interacción entre las pistas y
los recursos de los miembros pero los recursos de los miembros en este caso es un
efecto de un mapa mental del orden social, que es necesariamente una interpretación de
las realidades sociales.
Por lo tanto, un efecto sobre la interpretación del lector de la situación es
destacar o "background" aspectos de la identidad de los participantes (género, edad). El
efecto del contexto en la situación depende de la posición del intérprete en la situación.
Coherencia. Un texto coherente es un texto cuyas partes constituyentes están
significativamente relacionadas, por lo que el texto como un todo tiene sentido, aun
cuando haya relativamente pocos marcadores formales de estas relaciones significativas.
Pero el texto sólo tiene sentido para alguien que le "otorga sentido", que es capaz de
inferir las relaciones significativas en la ausencia de marcadores explícitos (ejemplo: un
telegrama).
Intertextualidad: Es la propiedad que tiene los textos de estar llenos de
"pedazos" de otros textos, que puede ser explícitamente demarcada o mezclada y a los
cuales el texto puede asimilar, contradecir, ironizar, etc.
Fairclough distingue entre "intertextualidad manifiesta", donde otros textos son
incluidos específicamente, e "interdiscursividad", la concepción heterogénea de textos
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de elementos (tipos de convención) fuera de órdenes del discurso.
El análisis de la práctica discursiva involucra micro-análisis (como el de los
analistas de la conversación) y macro-análisis (orden social y participantes).
Así, el micro-análisis es el tipo de análisis que realiza el análisis de la
conversación: la explicación precisa de cómo los participantes producen e interpretan
los textos de acuerdo con los recursos que poseen. Este debe ser completado con el
análisis macro, con el fin de conocer la naturaleza de dichos recursos (los órdenes de
discurso) y si el uso de éstos se está realizando de manera normativa o creativa.
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a la lucha o la posibilidad de transformación. Cuando están en uso prácticas discursivas
contrastantes es probable que parte del contraste sea ideológico.
Respecto de la pregunta de si la ideología es una propiedad de las estructuras o
una propiedad de los eventos, la respuesta es: de ambos. Algunos autores muestran a la
ideología como parte de la estructura, del código, de la formación, lo que tiene la virtud
de mostrar los eventos como determinados por convenciones sociales, reduciendo a los
eventos a instanciaciones de la estructura. Esto hace perder de vista la idea de cambio o
posible transformación. Otros ven la ideología en los eventos, priorizan la fluidez. Estos
tienen como problema la posible ilusión de que toda producción es “libre”. Por otro
lado, la lingüística crítica ubicaba la ideología en los textos.
Lo que aquí se afirma es que la ideología está ubicada en las estructuras (i.e., en
los órdenes de discurso), que constituyen el resultado de eventos pasados y las
condiciones de eventos actuales, y en los eventos mismos, en tanto éstos reproducen y
transforman sus estructuras condicionantes. Es una orientación naturalizada y
acumulada, encastrada en normas y convenciones así como un trabajo permanente para
naturalizar y desnaturalizar dicha orientación en eventos discursivos.
No debe suponerse que las personas son conscientes de las dimensiones
ideológicas de sus prácticas. Aun cuando una práctica sea vista como resistente a la
norma y transformadora, esto no necesariamente significa que sea conciente. Se
propone un modelo educativo que enfatice la conciencia crítica sobre las propias
prácticas discursivas.
Respecto de la interpelación de los sujetos, se entiende que los sujetos están
ideológicamente posicionados, pero que son capaces de actuar creativamente para hacer
sus propias conexiones entre las diversas prácticas y las ideologías a las que están
expuestos y reestructurar su posicionamiento. El balance entre el sujeto como “efecto”
ideológico y el sujeto como agente activo es una variable que depende de condiciones
sociales tales como la estabilidad relativa de las relaciones de dominación. Las prácticas
discursivas están investidas ideológicamente en tanto incorporan significaciones que
contribuyen a sostener o reestructurar relaciones de poder. Las relaciones de poder
pueden, en principio, ser afectadas por prácticas discursivas de cualquier tipo, incluso
científicas o teóricas. Pero no por ello todo discurso es irremediablemente ideológico.
Las ideologías surgen en sociedades caracterizadas por relaciones de dominación de
clase, de género, de grupos culturales, etc. y en la medida en que los seres humanos sean
capaces de trascender esas sociedades, serán capaces de trascender las ideologías.
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Hegemonía. El concepto de hegemonía es la clave del análisis gramsciano y está
en armonía con el tipo de visión de discurso que se propone aquí, particularmente en lo
que hace a la teorización sobre el cambio y la evolución de las relaciones de poder.
Hegemonía es el liderazgo así como la dominación a través de los dominios
económico, político, cultural e ideológico de una sociedad. La concepción de lucha
hegemónica en términos de articulación, desarticulación y rearticulación de elementos
está en armonía con la visión dialéctica entre eventos y estructuras discursivas.
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