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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior

Universidad “Bicentenaria de Aragua”

Ética y Cultura Universitaria

Profesor: Bachiller:

Miguel Guzmán Heidi Palma

San Juan de los Morros, diciembre 2019


La igualdad es un valor que todos anhelamos experimentar, pero se cuestiona si será
una utopía. La definición del término “igualdad” nos indica que se refiere al trato idéntico
que un organismo, empresa, estado, comunidad, asociación, grupo o persona les brinda a
los diferentes individuos, sin importar raza, color, clase social, ideología, orientación sexual
o cualquier diferencia de criterio o pensamiento. Es el derecho inherente que tienen todos
los seres humanos a ser reconocidos como iguales ante la ley y la sociedad, y gozar de
todos los derechos que se le otorgan. Por lo antes citado nos da la impresión de que la
igualdad ofrecería un balance perfecto, sin la existencia de ningún tipo de discriminación.

La sociedad moderna se afirma sobre el principio de la igualdad. Sin embargo, este


principio no ha logrado prevenir las desigualdades sociales con las que día a día tenemos
que luchar en un mundo donde se es valioso por lo que se tiene y no por lo que se es. Adela
Cortina cita en su libro “Ciudadanos del mundo”, que “padres y profesores acaban
enseñando como «habilidades sociales» efectivas las de relacionarse con los compañeros
más fuertes, con mejor futuro social. El mundo de relaciones -que no de amistad- con los
fuertes es el que se acaba imponiendo”. Esta ideología de “el débil debe seguir al fuerte” es
una de los principales causantes de la, comúnmente conocida, aporofobia. La
discriminación hacia las personas pobres, débiles o discapacitadas no es un tema nuevo,
desde los principios de la existencia del hombre esto ha existido; las sociedades suelen
rechazar o apartar a estas personas ya que, mencionado anteriormente, la ideología de “el
débil no puede sobrevivir en un mundo de fuertes” se sigue cultivando.

Un claro ejemplo de lo dicho anteriormente, es la mujer. La mujer ha sufrido


siempre diferentes tipos de discriminación, además de por raza, religión o condición social,
su género mismo ha sido motivo para darle un trato diferente, humillante y peor que al
hombre, ya que este último ha sido, en mayoría, el culpable de esto.

Los antropólogos tienen diversas teoría sobre el porqué la mujer ha sufrido siempre
el sometimiento al hombre y la más aceptada es que ha sido por el tema de los hijos. Al
someter a la mujer y recortar su libertad, el hombre se ha asegurado la paternidad de los
hijos que estas tengan. Un hombre, al desposarse, quería una mujer no tocada por otro
hombre, para garantizar así que era una mujer a la que era posible someter, no rebelde, que
no daría problemas y que pariría su descendencia y realizaría las tareas del hogar. A cambio
la mujer obtenía “protección” para ella y sus hijos. E incluso, para las familias, la mujer era
un objeto de intercambio con el que negociaban un matrimonio que proporcionaría fortuna
y riquezas a una familia.

No ha sido hasta los tiempos modernos en los que las mujeres han comenzado a
valerse por sí misma, han comenzado a trabajar fuera del hogar. Han demostrado que
pueden mantenerse a ellas mismas y que pueden tener una vida autosuficiente e
independiente, incluso cuando deciden compartirla con un hombre. Primero tuvieron que
conquistar su derecho a ser consideradas seres humanos y sola tras eso pudieron comenzar
a conquistar otros pequeños logros. Hasta el siglo XXI, que hemos podido apreciar a
grandes mujeres siendo dueñas de enormes y exitosas empresas, increíbles doctoras,
enfermeras, maestras e incluso deportistas.

Es importante resaltar que la igualdad de hombre y mujer siempre debe llevarse a


cabo desde el respeto a las diferencias de género que existen entre ellos. Cierto es que una
mujer siempre va a ser la que quede embarazada o que su fuerza física no es totalmente
igual a la del hombre en general, pero esto no debe considerarse malo, sino algo
diferenciador y enriquecedor. Un hombre es más fuerte, una mujer crea vida. Ni mejores ni
peores, con diferencias, pero iguales ante la ley y la sociedad.

Otra lucha más antigua de la humanidad junto a la lucha de las mujeres ha sido por
el derecho a la igualdad de las diferentes razas. Los hombres siempre se han enfrentado
entre sí por motivos de razas y nacionalidades. Para justificar estas luchas, los dirigentes
potenciaban el odio hacia aquellos que eran diferentes, bien porque vivían en otros países y
tenían otras culturas, bien porque tenían otra religión e ideología o porque su color de piel
era diferente. Cuantas más cosas diferenciaban a las personas, más fácil era encender el
odio y fomentar guerras y enfrentamientos que siempre terminaban beneficiando a los
poderosos, permitiendo que sus imperios se extendieran.

Otro punto que se debe resaltar es la discriminación a las personas con una
orientación sexual diferente. Una persona debe ser juzgada por lo hace y lo que muestra,
no por quién elija para compartir su vida. Esto debería ser una opinión personal de cada uno
y que para nada fuera motivo de discriminación o burla.

La homosexualidad ha tenido un tratamiento diferente en las sociedades que han ido


sucediéndose a lo largo de la historia del hombre, aunque solo las más antiguas lo
aceptaban como algo normal. Lo más común siempre ha sido que los homosexuales
llevaran sus prácticas como algo oculto y se desposaran y tuvieran hijos, aunque a
escondidas tuvieran relaciones con personas de su mismo sexo. La homosexualidad en un
hombre o en una mujer era un peligro, ya que “impedía” algo fundamental en las
sociedades: la reproducción. Sin hijos no había herederos ni perpetuación del apellido. Por
tanto, era inaceptable.

Hoy en día la mentalidad general hacia la homosexualidad parece que comienza a


cambiar, pero todavía no es algo tan sólido como se piensa e incluso países con leyes
permisivas dan en ocasiones pasos atrás. Incluso sociedades avanzadas, como la rusa,
pretenden penalizar esa opción sexual y permiten que se golpee y se discrimine a personas
homosexuales de manera totalmente impune.

Las leyes cada vez más, comienzan a proteger los derechos de las personas
homosexuales, pero no hay duda de que aún falta un largo camino por recorrer para
conseguir la normalización.

Las desigualdades étnicas, religiosas, ideológicas, fueron y son las principales


causantes de los más temibles y horrorosos conflictos de la historia universal, así como de
las disputas más minúsculas de la vida cotidiana. Las desigualdades entre los Hombres, son
la causa de todas las injusticias que devienen de decisiones humanas, las personas
pensamos mal, elegimos mal, juzgamos mal sin tener en cuenta las consecuencias que
podrían tener estos juicios.

En las leyes el principio de igualdad debe de ir incluido en el principio de la


legalidad. Ningún acto que atente contra la igualdad de las personas debería de ser legal en
ningún país.

Y no solo las leyes deben encargarse de garantizar el derecho a la igualdad de las


personas. La sociedad en general y cada uno de nosotros como ciudadanos, podemos
contribuir a que en nuestro entorno haya mayor justicia y unos principios basados en la no
discriminación por razón de género, de edad, de raza, ideología u orientación sexual.

Por ejemplo, la familia es la principal fuente de valores para los niños, que serán los
que construyan la sociedad del mañana. Las familias no deben de ser ejemplos con sus
palabras, sino con las acciones que realizan día a día ya que estos serán los que realmente
dejen huella en sus hijos.

La educación en el colegio, además de su papel en la enseñanza de los valores, los


maestro y los sistemas educativos deben ser capaces de mostrar a los niños el largo camino
que se ha recorrido en la conquista de la igualdad de género o de razas y lo que todavía
queda por hacer. Se les debe enseñar la Ley, lo que se defiende en estos terrenos y lo que
ellos pueden hacer para mejorar la sociedad.

En conclusión, existen muchas herramientas que ayudarían a lograr la igualdad


entre seres humanos. Están allí al alcance de nuestras manos, solo se necesita verlas y
utilizarlas. La igualdad constituye un valor esencial para el desarrollo de una sociedad, sin
embargo, ésta y su antítesis, la desigualdad, se mantienen en constante conflicto. No
obstante, como seres humanos debemos luchar para que cada individuo pueda vivir en
igualdad de oportunidades y derechos. Todos merecemos ser parte de este mundo, todos
tenemos el derecho de cumplir nuestros sueños, de lograr grandes cosas, de luchar por un
futuro mejor, de amar a quienes queramos. Porque, al final y sin importar nuestras
diferencias, todos somos seres humanos, todos conformamos la humanidad. Sin importar
nuestro color de piel, nuestro género, nuestros gustos; todos somos parte de este mundo.

“Nadie nace odiando al otro por el color de su piel, su origen o su religión. El odio
se enseña, y si se puede aprender a odiar, también se puede enseñar a amar”

Nelson Mandela
Bibliografía

 Adela Cortina. (1997). Ciudadanos del Mundo


Alianza Editorial. S.A., Madrid, España 1997, 1998, 1999, 2001.
 Igualdad de Género. La lucha por la justicia.

https://www.unrisd.org.com

 Francisco J. Fontaine S. (2016). Libertad e Igualdad.


https://www.cepchile.cl
 https://es.wikipedia.org/wiki/Derecho_a_la_igualdad.
 https://www.ikerjimenez.com/cuartomilenio/9-
temporada/9x36/videos/reflexion/
 https://www.amnistiacatalunya.org/edu/es/historia/inf-mujeres-hist.html

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