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INTRODUCCIÓN
1
Ayako MIURA, Un samurái cristiano. Relato de una conversión. Palabra
(Arcaduz, 103), Madrid 2006, p. 7. Ese libro era una novela sobre la vida de
Masao Nagano (que sería el “samurái cristiano”); su autora, Ayako Miura
(1922-99), confesó que dicho libro tenía mucho de autobiográfico (cf. ib., p.
7). Tras la II Guerra Mundial, en junio de 1946 contrajo la tuberculosis; en el
hospital en que se curaba conoció a Tadashi Mekawa, quien la atrajo al cris-
tianismo; Mekawa murió de tuberculosis y Ayako intentó suicidarse. Tres
años después se convirtió al cristianismo y en 1959 se casó con Mitsuyo Miu-
ra, también cristiano. En los sesenta su primera novela, Punto de congela-
ción, ganó un premio y la hizo famosa en todo Japón. A partir de ese momen-
to se dedicó a la literatura llegando a ser una autora muy conocida en su país
y fuera de él. Un samurái cristiano, su novela más conocida, ha sido traduci-
da a numerosos idiomas y ha vendido más de un millón de ejemplares.
2
Aquí se pueden intuir estas obras de misericordia: dar de comer al ham-
briento y beber al sediento, dar posada al peregrino y vestir al desnudo: si se
hubiera desecho de su madre, ésta habría acabado en un asilo de mala muerte
(en la posguerra japonesa), hambrienta, sedienta, harapienta y muy proba-
blemente desahuciada; y estando así, el hijo hubiera tenido una “enferma” a
quien visitar, pero manteniéndola en casa, la “visitaba” de continuo. Además
de mantener a su madre, empleaba el dinero para «personas necesitadas» en
esas situaciones.
3
Con esta acción asociativa podemos entender la obra de misericordia de
enseñar al que no sabe. Y, apurando la deducción, se podría alcanzar a ba-
rruntar la obra de misericordia de corregir al que está en error, dada la posible
función de directivo y una especie de maestro en esa asociación, de cara a los
más jóvenes e inexpertos.
4
Aunque no lo dice exactamente, se podría interpretar la acción mencio-
nada desde el punto de vista de la obra de misericordia que consiste en sopor-
tar con paciencia los defectos del otro.
5
Queda patente la obra de misericordia de dar consejo al que lo necesita;
podemos intuir también la obra de misericordia de consolar al triste (pues en
más de una ocasión sus compañeros acudirían a él por estar tristes).
6
Con esta frase se puede comprender lo dicho en la nota 4: soportar con
paciencia los defectos del otro, hasta que, por efecto de la obra de misericor-
dia, el otro cambia y muda su condición.
7
La compasión es la típica acción interior (en el corazón, en las entra-
ñas... de misericordia) del que practica las obras de misericordia, porque ha
tenido previamente experiencia de la misericordia de Dios.
8
Alusión a la obra de misericordia de dar posada al peregrino... de la vi-
da. También le vestiría, le daría de beber agua y bebidas no alcohólicas, le
daría de comer... Muchas obras de misericordia en una sola acción.
9
Clarísima alusión a la obra de misericordia de soportar con paciencia los
defectos del otro. Una adicción tal hace que los defectos se multipliquen y se
amplifiquen poderosamente; sobrellevarlos con paciencia es arduo.
10
De algún modo, Nagano ejerció la obra de misericordia de socorrer al
preso, puesto que este hombre al que acogió, adicto como era, estaba preso de
esa adicción al alcohol, fuera de sí, y Nagano consiguió socorrerle.
11
Con esta determinación, juntó dos obras de misericordia: la de corregir
al que está en error (las autoridades, por efecto de las sospechas) y la de en-
señar al que no sabe (gracias a escribir en los periódicos). De alguna manera,
consiguió también que el misionero extranjero fuera acogido en el país (dar
posada al peregrino)...
12
De nuevo, la obra de misericordia de enseñar al que no sabe.
13
Al decir «su libro», el editor se refiere a la novela de Ayako Miura titu-
lada Un samurái cristiano.
14
A. MIURA, Un samurái cristiano, op. cit., pp. 7-9. Dice a continuación
el editor: «La información sobre Masao Nagano procede de los documentos
de la iglesia de Asahikawa y de un anciano que le recordaba y que se había
hecho cristiano gracias a su influencia» (ibíd., p. 9). Y añade respecto de la
autora del libro: «La señora Miura indica que “Nobuo Nagano” no es el mis-
mo personaje que Masao Nagano, aunque haya empleado el mismo apellido.
Nobuo y Fujiko son invención suya. Gracias a este libro escrito en japonés,
Ayako Miura ha hecho mucho para eliminar prejuicios y para presentar el
cristianismo a su propio pueblo» (ibíd.).
15
Ignacio HUSILLOS TAMARIT, «Un paseo espiritual por Conversilandia»,
Revista de Espiritualidad 72 (2013) 117-129.
28
Cf. William JOHNSTON, Mística para una nuera era. De la teología
dogmática a la conversión del corazón. DDB, Bilbao 2003.
29
Cf. A. SCATTIGNO, «María Magdalena», en Diccionario de los santos.
II. San Pablo, Madrid 2000, pp. 1.615-1620; abundante iconografía como
conversa y penitente, en J. CARMONA MUELA, Iconografía de los santos. Akal
(Básica de Bolsillo, 154), Madrid 2009, pp. 309-317.
30
Cf. J.-R. FLECHA ANDRÉS, San Pablo y convertidos de la Biblia. Edibe-
sa, Madrid 22009, pp. 17-164; J. CÔTE, 100 palabras clave de la teología de
Pablo. Monte Carmelo, Burgos 2008, pp. 171-172 (voz misericordia; cf. «re-
conciliar», pp. 216-218; «redención-rescate», pp. 218-220); M. P. HUERTA
ROMÁN, «Conversión y enamoramiento: Pablo y Teresa de Jesús», Revista de
Espiritualidad 67 (2008) 275-289; F. PASTOR RAMOS, «Conversión», en Dic-
cionario de San Pablo. Monte Carmelo, Burgos 1999, pp. 238-242.
31
Cf. Rafael DEL OLMO VEROS, San Agustín y convertidos de la era
patrística. Edibesa (El camino de Damasco, 2), Madrid 2008, pp. 45-163; J.
OROZ RETA – A. ESPOSITO – A. FITZGERALD, «Conversión», en A. Fitzgerald
– J. García (dirs.), Diccionario de San Agustín. Monte Carmelo, Burgos
2001, pp. 331-336; J. L. LARRABE, «Conversión de san Agustín y mundo ac-
tual», Revista de Espiritualidad 45 (1986) 631-640.
32
El noveno o penúltimo caso del §.VI, sub§. Edad Contemporánea.
33
Cf. Augusto GUERRA, «El cristiano del futuro: conversión al hombre y
experiencia de Dios», Revista de Espiritualidad 43 (1984) 9-38; John
O’BRIEN, Los prodigios de la gracia. (The Road to Damascus). Historias de
convertidos anglo-norteamericanos. Studium, Madrid 1952 (y toda la serie
del mismo autor publicada en las décadas de 1940-1950).
34
Como introducción en ese tema, cf. Conrad DE MEESTER, «Misericor-
dia – Misericordioso», en Nuevo Diccionario de Santa Teresa de Lisieux.
Monte Carmelo, Burgos 22003, pp. 622-625; Vicente MARTÍNEZ BLAT, Dic-
cionario de espiritualidad de Santa Teresita. Edibesa, Madrid 2003, pp. 214-
217 (textos nn. 580-591). Analiza la misericordia en Sta. Teresita la III sesión
del Congreso Cor Iesu, vultus misiericordiæ (Barcelona 2016).
35
Cf. A.-M. ROUÉ, Thérèse, éléve à l’Abbaye. La nuit de la conversion,
Noël 1886. Médiaspaul, Paris 1993; Gustavo VALLEJO, «Conversión», en
Nuevo Diccionario de Santa Teresa de Lisieux, o. c., pp. 224-227; Ismael
BENGOECHEA, «Convertidos», en ib., pp. 228-231. Ver nota siguiente.
36
Cf. Jean ABDOU, «Y Dios convirtió el corazón de Teresa del Niño
Jesús», Revista de Espiritualidad 73 (2014) 373-391 (§. «5. Dios, el miseri-
cordioso, convirtió el corazón de Teresa», pp. 388-389).
Edad Media
44
Ibíd., p. 690.
Edad Contemporánea
Entre los siglos XVIII y XIX: Beato Carlos Steeb (†1856), sacerdo-
te alemán, fundador del Instituto de Hermanas de la Miseri-cordia
(Verona, Italia); su memoria se celebra el 15 de diciembre46 (en el
párrafo siguiente -conversos nacidos en el siglo XIX y muertos en el
XX- se hallan dos hermanas conversas que se hicieron religiosas del
instituto fundado por el beato Steeb). Thomas Scott Preston (1824-
91), eclesiástico episcopaliano; secretario del arzobispo Hughes; can-
ciller y vicario general de la Archidiócesis de Nueva York; adminis-
trador apostólico de esa diócesis (1890); protonotario apostólico, pre-
dicador y ensayista estadounidense; fundador y director de las Her-
manas de la Divina Compasión47.
Entre los siglos XIX y XX: Charles Rose Chase (1844-1908), pri-
mer superior de las Misioneras Diocesanas de Nuestra Señora de la
Compasión de Westminster48. Alan Silberg, médico director de la
clínica de Pradnik (Cracovia, Polonia), atendió a Faustina Kowalska
(la santa de la misericordia) en su clínica49. Sor Mary Aquin Fein-
berg, hermana de la Misericordia (1899-1995)50 y sor Mary Philip
Feinberg (1900 ca.-después de 1995)51, hermanas carnales de origen
45
«Cada vez más alejada de los afectos del mundo y probada en compen-
sación con mayor intensidad, Emiliana llegaba extenuada por la enfermedad a
los umbrales de la muerte, acaecida el 19.V.1246» (ibíd., p. 691).
46
Cf. Martirologio Romano, op. cit., p. 721 (texto 7º).
47
Cf. M. LAVELLE, «Thomas Scott Preston», en The Catholic Encyclope-
dia. T. 12. Robert Appleton Co., New York City (New York) 1911.
48
El título inglés de dicho instituto es como sigue: «Westminster Dioce-
san Missionaries of Our Lady of Compassion». Sobre su primer superior, cf.
H. P. RUSSELL, From hussar to priest. A memoir of Charles Rose Chase, first
superior of the Westminster Diocesan Missionaries of Our Lady of Com-
pasion. With a foreword by Walter Croke Robinson. And five portraits. Ke-
gan Paul, Trench, Trübner & Co., London 1913.
49
Á. PEÑA, Sta. Faustina Kowalska y el Señor de la misericordia, p. 40.
50
Conversa y religiosa en 1918; Chicago Tribune (18.V.95), «Aurora».
51
Conversa y seguramente religiosa en 1918. Se la menciona en la ne-
crológica de su hermana sor Mary Aquin; también figura en el censo de 1940.
52
D. PINTO, «Caironi, Francesco», en C. E. O’Neill – J. M. Domínguez
(dirs.), Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús I. Institutum Histori-
cum S. I.–Universidad Pontificia Comillas, Roma–Madrid 2001, pp. 598-599.
53
Donna STEICHEN (ed.), Conversos. 12 testimonios recientes. Rialp,
Madrid 2011, pp. 190-206.
metió “la luz de la vida”. Yo quería seguir a Jesucristo pero no estaba se-
guro de cómo lo haría. No tuve que leer mucho más de la Biblia para des-
cubrir que yo era un pecador que necesitaba el perdón de Cristo. Pasé por
dos ciclos de arrepentimiento de mis pecados y los confesé a Dios en pri-
vado, pero no me sentí diferente.
«Por este tiempo, un compañero de barco me regaló una Biblia roja
de bolsillo que alguien había tirado o perdido. Tenía trozos de las Escritu-
ras que hablaban de nuestra pecaminosidad y de cómo Cristo nos prome-
tió que nos lavaría de nuestros pecados y nos haría más blancos que la
nieve. También tenía una oración corta de arrepentimiento y creencia. Di-
je la oración con profunda sinceridad y me sentí cubierto por una ola de
convicción sobre mis pecados del pasado. La realidad y gravedad de mis
años de rebeldía, mi porfía e ingratitud a Dios estaban delante mío. Re-
trocedía horrorizado al hacer consciente mi pecaminosidad y me pregun-
taba si Dios podría jamás perdonar a una persona como yo. Rogué por el
perdón y me volqué hacia su misericordia. Me fui a la cama sin la seguri-
dad de que Dios me había perdonado. Pero al despertar a la mañana si-
guiente, me sentí como un hombre nuevo, más liviano. Se me había qui-
tado el peso de la culpa. Un gozo enorme y una nueva vida rebosaban en
mi corazón. Sabía que mis pecados habían sido perdonados. ¡Dios me
había aceptado!»54.
Recordemos: Me volqué hacia su misericordia; he ahí el punto de
inflexión del proceso conversivo. La cita ha resultado muy extensa;
pero ha servido para resumir el auténtico periplo vital de ese joven de
los años 60 (siglo XX), que va de un sitio para otro, de una idea a otra,
sin parar mientes ni en los sitios ni en las ideas..., hasta que se vuelca
en la misericordia.
Sobre el testimonio del laico André Pighiera, escribió Mons. Guy
Gaucher en el prólogo de la obra-testimonial de Pighiera:
«En el ministerio episcopal que vengo desempeñando en Lisieux des-
de 1987, puedo decir que he visto maravillas. “Maravillas” quiere decir:
historias “increíbles” de personas cuya vida cambió por completo al en-
contrarse con aquella Teresa Martin que se convirtió en santa Teresa del
Niño Jesús y de la Santa Faz y que desde hace más de un siglo ha dado a
conocer en todo el mundo el nombre de Lisieux.
54
P. MADRID (ed.), (2003), Asombrado por la Verdad. 11 conversos
comparten las razones históricas y bíblicas que los hicieron católicos. Basi-
lica Press, Encinitas (California), pp. 90-93. La traducción es mejorable.
55
Cf. Mons. Guy GAUCHER, Así era Teresa de Lisieux. Monte Carmelo,
Burgos 32003.
56
G. GAUCHER, «Prólogo», en A. Pighiera, Un faro en la noche. Salvado
por Teresa de Lisieux. Monte Carmelo, Burgos 2004, pp. 5-7 (recensioné el
original francés en Revista de Espiritualidad 62 [2003] 635-636).
57
Recordemos la famosa «lluvia de rosas» prometida por santa Teresita;
esa expresión fue escogida como título o cabecera de la revista divulgativa
que se publica desde el Santuario teresiano-lexoviense de Lérida.
58
Cf. T. ÁLVAREZ, En camino, op. cit., pp. 9-15, 23; Martirologio Roma-
no, op. cit., p. 222 (25 de marzo, texto 2º).
59
«En Egipto, san Moisés Etíope, que de conocido ladrón se convirtió en
célebre anacoreta, convirtió a muchos de su condición de malhechores y los
condujo con él al monasterio» (ib., p. 518 [28.VIII, texto 9º]). Cf. Mª S. CA-
RRASQUER PEDRÓS – A. DE LA RED VEGA, Madres del Desierto. Antropo-logía–
Prehistoria–Historia. Monte Carmelo (Matrología, 1), Burgos 22000, p. 271.
60
Cf. Martirologio Romano, op. cit., p. 365 (del 15 de junio, texto 6º),
donde se lee: «convertido por san Autberto de una vida de latrocinio al ejer-
cicio de la virtud».
61
Cf. Luis PÉREZ SIMÓN et alii, San Francisco y convertidos de la Edad
Media. Edibesa (El camino de Damasco, 3), Madrid 2009, pp. 163-168.
62
Cf. ibíd., pp. 164-166.
63
Martirologio Romano, op. cit., p. 369 (17 de junio, texto 10º).
64
Ibíd., p. 372 (19 de junio, texto 10).
65
Cf. Martirologio Romano, op. cit., p. 334 (28 de mayo, texto 12).
66
Cf. ISMAEL DE SANTA TERESITA, «Santa Teresita y la historia moderna
de las conversiones», Revista de Espiritualidad 6 (1947) 373-375; T. ÁLVA-
REZ, En camino, op. cit., p. 14; I. BENGOECHEA, «Pranzini», en Diccionario
de Santa Teresa de Lisieux, op. cit., pp. 805-808 (el autor es el mismo que el
del artículo de 1947); Ángel PEÑA, Vale la pena vivir. Lima 2006, p. 16.
67
Cf. M. E. DALY, Roger Casement in Irish and World History. Royal
Irish Academy, Dublin 2005.
68
Cf. Félix NÚÑEZ URIBE, El san nuestro de cada día. Verbo Divino, Es-
tella (Navarra), 1991, p. 219: «El gorila fue condenado a 30 años de trabajos
forzados. Más tarde se convirtió, y tuvo la ocasión insólita de asistir a la bea-
tificación de María, junto a Assunta, la madre, en 1947»; Mons. Joseph DORÉ
(dir.), Le Livre des Merveilles. 365 histoires vraies à lire chaque jour où l’ont
voit Dieu à l’oeuvre dans le monde. Conseil de présidence du Grand Jublié de
l’An 2000–Mame/Plon, Paris 1999, pp. 1.257-1.258; Luigi COCO (ed.), Tes-
tamentos espirituales de hombres y mujeres ilustres. San Pablo (Testigos,
47), Madrid 2012, p. 293.
69
Cf. Oswald POHL, Credo. Mein Weg zu Gott. A. Girnth, Landshut
1950; Giovanni ROSSI, Hombres que encontraron a Cristo. Studium (Unum
Ovile), Buenos Aires 1954 [traducción del italiano]; Giovanni BARRA, Psico-
logia dei convertiti. Edizioni Paoline (Psychologia. II serie, 103-104), Roma
1959, pp. 13, 46-47, 106-107, 122, 226-227 [tuvo traducciones a varias len-
guas, entre ellas, al castellano, con varias ediciones; es obra clásica].
70
Cf. ISMAEL DE SANTA TERESITA, art. cit. (1947), p. 365. Se convirtió
durante el juicio de Núremberg, del cual fue condenado a la ejecución.
71
Cf. ibíd., p. 365.
72
Fue bautizado por el irlandés mons. Hugh O’Flaherty (1898-1963), a
quien Kappler había perseguido en la IIGM. La dramática vivencia de ambos
(en época de ocupación) fue llevada a la literatura por la novela de J. P. Ga-
llagher, The Scarlet Pimpernel of the Vatican (1967), cuyo título aludía al
apodo que recibió el sacerdote irlandés de “Pimpinela del Vaticano” (por la
Pimpinela Escarlata); novela adaptada al cine por Jerry London en The Scar-
let and the Black (o bien traducida al español con el título de Púrpura y ne-
gro; 1983), protagonizada por Gregory Peck en el papel de O’Flaherty y por
Christopher Plummer en el de Kappler.
73
El testimonio de Jacques FESCH se toma de su propio diario de prisión:
Dentro de cinco horas veré a Jesús. Diario de prisión (Palabra [Arcaduz
102], Madrid 22006, 32007, 52012). Cf. A. MANARANCHE, Preguntas jóvenes
a la vieja fe. PPC, Madrid 1990 (21992); T. ÁLVAREZ, En camino, op. cit., pp.
14-24; V. MARTÍNEZ-BLAT, Historia póstuma de Santa Teresa de Lisieux, op.
cit., pp. 269-270; José Luis VÁZQUEZ BORAU – Jaime PERAIRE FERRER, Car-
los de Foucauld y convertidos del siglo XX. Edibesa (El camino de Damasco,
6), Madrid 2009, pp. 275-276. Su Causa de beatificación la abrió en 1993 el
también converso Jean-Marie Card. Lustiger, arzobispo de París.
74
Un mensajero en la noche. Belacqua, Barcelona 2003 (otra edición, en
Ed. Zeta Bolsillo [Ficción, 169], Barcelona 2011); mencionado en Gonzalo
ALTOZANO, No es bueno que Dios esté solo. Ciudadela, Madrid 2011, p. 82.
75
Véase su testimonio en: André LEVET, La prison du render-vous ou la
liberté de Dieu. Nouvelle Cité, Paris 1983; ID., Ma dernière cavale avec
Jésus-Christ. Nouvelle Cité, Paris 1988; A. MANARANCHE, Preguntas jóve-
nes a la vieja fe, o. c. Y un vídeo de Levet: Lumière dans la prison (1987).
76
Fue convicto por pertenencia al IRA.
77
Su propio testimonio, narrado en Shane O’DOHERTHY, No más bom-
bas. Libros Libres, Madrid 2008. Ver una síntesis en la entrevista que le hace
G. ALTOZANO, No es bueno que Dios esté solo, op. cit., pp. 171-174.
78
En la bibliografía se omite su apellido a propósito, para salvaguardar la
privacidad y la fama de la persona. Cf. Mª Victoria MOLINS, Félix, ex droga-
dicto, enfermo de sida. Ediciones STJ, Barcelona 1996; J. PERAIRE FERRER –
José Antonio MARTÍNEZ PUCHE, Edith Stein y convertidos de los siglos XX y
XXI, Edibesa (El camino de Damasco, 7), Madrid 2009, pp. 239-244.
79
Su testimonio está publicado en: John PRIDMORE, From Gangland to
Promised Land. Darton, Longman & Todd, London 2002.
80
Cf. J. PERAIRE FERRER – J. A. MARTÍNEZ PUCHE, Edith Stein y conver-
tidos de los siglos XX y XXI, op. cit., pp. 401-402.
81
Cf. ibíd., pp. 166, 170-171. «Encontró a Cristo en la prisión de Soto del
Real y completa, en Aranjuez, el cumplimiento de condena» (ib., p. 170; es-
crito en 2009; y ya en 2011: «Raúl Oreste, ex presidiario» [G. ALTOZANO, o.
c., pp. 133-136]). Su propia narración, en: Un parto en la cárcel. (Testimo-