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Popper versus Escuela de Frankfurt

La «disputa del positivismo» es la denominación por la que se conoce la polémica que nació en
torno a la lógica de las ciencias sociales. Surgió entre Theodor W. Adorno (1903-1969) y Karl R.
Popper (1902-1994), representantes de la teoría crítica de la sociedad y el racionalismo crítico,
respectivamente. Esta disputa tuvo lugar en un congreso organizado por la Sociedad Alemana de
Sociología, que se celebró en Tübingen (Alemania) en 1961.
Más allá de una mera discusión metodológica, esta polémica se tradujo en una investigación sobre el
fin de las ciencias sociales, pues se cuestionó su función transformadora en la sociedad
contemporánea.
Popper sostiene que las instituciones no actúan, que solo lo hacen los individuos en o para las
instituciones. Por tanto, la sociología podría elaborar una teoría de las consecuencias institucionales
buscadas y no buscadas de las acciones que se efectúan con arreglo a unos fines, así como una
teoría de la génesis y el desarrollo de las instituciones sociales.
La aplicación del racionalismo crítico a las ciencias sociales supone que, aunque no podamos
justificar de un modo racional nuestras teorías ni evidenciarlas al modo cartesiano, sí es posible
mejorarlas, al criticarlas racionalmente. Es decir, aunque el ideal racionalista moderno de la certeza
esté descartado, podemos reconocer el error y distinguir lo mejor de lo peor. Es así como avanzan
las ciencias, y también las ciencias sociales: a pesar de que partimos de la ignorancia, podemos
reconocer y corregir los errores, buscando lo mejor. En este sentido, Popper es optimista. Afirma
que vivimos en el mejor de los mundos que jamás han existido. Frente a las tesis neomarxistas de la
Escuela de Frankfurt, Popper defiende la eficacia del valor de la libertad del individuo como
elemento dinamizador en las sociedades democráticas.
Adorno, por su parte, se niega a creerlo así. Como fiel exponente de la Escuela de Frankfurt,
considera que la realidad social posee un carácter eminentemente contradictorio y que solo a partir
de este reconocimiento es posible que las ciencias sociales avancen. La libertad del individuo es una
quimera, ya que está condicionado por la estructura social. Frente al ideal positivista, Adorno
postula la necesidad de una teoría crítica de la sociedad que no adopte una postura de resignación
ante la realidad social y que no dude de su capacidad de transformarla. Es preciso imaginar una
sociedad distinta de la existente y es necesario atribuir a las ciencias sociales una labor
transformadora. Por consiguiente, Adorno afirma que el racionalismo crítico de Popper no es
suficiente para dotar a las ciencias sociales de su auténtico carácter. De este modo, el neomarxismo
de la Escuela de Frankfurt dota de un nuevo contenido a la sociología: no se contenta con el
análisis de los fines de la administración pública y privada, sino que aspira a darles forma basándose
en su crítica a las estructuras derivadas del capitalismo.

Unidad 12 • Interacción, cultura y estructura social

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