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Un claro ejemplo de las contradicciones internas de las que hizo gala el presidente de los Estados

Unidos, Woodrow Wilson (1913-1921) y que refleja parte de las características de la política
exterior de dicho país, es el discurso mantenido contra el presidente Victoriano Huerta (1913-1914)
y las acciones tomadas en su contra, violando incluso la soberanía y política interna de México. Las
acciones llevadas a cabo en materia de política exterior por el vigésimo octavo presidente
estadounidenses, evidencian el carácter pragmático que suele distinguir las relaciones de este
Estado, especialmente hacia sus vecinos del continente y que en este caso, chocaron con los ideales
personales del inquilino de la Casa Blanca.

Esta característica puede hacer entender cómo un jefe de Estado que durante toda su vida expresó
una firme creencia en la democracia, como el sistema político más justo y necesario para el
desarrollo de los pueblos, pudo afectar negativamente las relaciones con México, sobre la base de
una lucha por imponer un régimen democrático, al estilo estadounidense en suelo azteca, en tanto
defendió con igual tenacidad, la continuación la dictadura de Juan Vicente Gómez en Venezuela.

De acuerdo a su visión particular del mundo, todos los pueblos estaban capacitados, tarde o
temprano, para vivir en democracia, sólo que por regla general, era una etapa que, según él y la
ideología positivista de la época, requería años de práctica. Periodo durante el cual los Estados
Unidos, “ejemplo” de democracia en el mundo, tenía la obligación moral de acompañar o dirige el
proceso en los países latinoamericanos.

Para el presidente Wilson, la Revolución Mexicana, con toda tu carga de violencia se convirtió en la
oportunidad perfecta para enseñar a sus vecinos, cómo transitar hacia la democracia y la libre
determinación de los pueblos, aun si ello implicaba intervenir en sus asuntos o violar su territorio.
Según la opinión del líder del partido demócrata, la llega al poder de Victoriano Huerta, un hecho
solo posible tras la intervención directa de empresarios y políticos estadounidenses durante la
pasada gestión de Taft (1909-1913) era inmoral, así que se propuso como meta personal, impulsar
unas elecciones que permitieran cambiar el régimen y encausar a México por la senda correcta de la
democracia a lo estadounidense. Esta posición refleja un lado mesiánico de su personalidad que lo
ubica en un nivel moral más alto que el de su predecesor, según el cual el sí sabía como encausar
los destinos de otros pueblos. Así que la solución para resolver el grave problema de
ingobernabilidad en medio de revolución social, según él, eran una elecciones libres y limpias que
permitieran el ascenso al ejecutivo de un hombre que entendiera que las riquezas de México estaban
mejor representadas y protegidas por el empresariado estadounidense, que el bienestar de la región
dependía de la protección de esta especie de hermano mayor del continente.
¿Creía realmente Wilson que los mexicanos estaban preparados para vivir en democracia según el
estilo estadounidense?, ¿Sí, según sus palabras, bastaban años de práctica para alcanzar ese nuevo
estado, en qué momento los mexicanos habían pasado por ese proceso?, ¿O es que pensaba que con
él en la presidencia, había llegado la hora de experimentar con los mexicanos?. Llevándonos de la
mano, cual infantes, por nuevos derroteros ya visualizados, trazados, desde los Estados Unidos?

De acuerdo a gran variedad de fuentes documentales, la vida de los mexicanos durante el Porfiriato
(1876-1910), estuvo caracterizada por la censura moral ejercida sobre la mayoría de las
publicaciones periódicas1 Porfirio se aseguró de perseguir a los bandoleros, también a los
opositores, se consolidó el despojo de tierras contra indígenas y campesinos, obligados a trabajar
por casi nada y a vivir endeudados con el patrón, mientras la implacable policía rural bañaba de
sangre y muerte el campo, donde la Constitución era letra muerta para los miles de pobres.
Gobernadores y autoridades de cartón, sin poder de decisión que no fuese emanado del líder
máximo. Un Estado donde ni los diputados ni los senadores se atrevían a llevarle la contraria, pero
eso sí, había traído la paz a México, en especial para el florecimiento de los negocios. Un Estado
donde las fuerzas armadas “profesionales” fueron derrotadas fácilmente por los insurgentes
revolucionarios, y peor aún, disueltas en agosto de 19142 y que se caracterizó entre 1905 y 1907 por
su corrección y desmoralización3.
La modernización del ejército mexicano (...) despegó por lo menos 10 o 20
años más tarde [que en el resto del continente] La rivalidad
interimperialista por el predominio de mercado y áreas de influencia (...)
influyó en la política del gobierno mexicano [y lo llevaron a] una
dependencia militar de Alemania o de Francia.4

¿En estas circunstancias, hasta qué punto Estado y Porfirio no eran lo mismo? ¿Los largos años
vividos bajo la dictadura porfirista habían enseñado, realmente, al pueblo mexicano en general a
vivir en democracia? O solo era orden, sin importar de qué manera, lo que ansiaba el gobierno y
empresarios estadounidenses?

1 Jaime R. González, La vida cotidiana en Xalapa en las Postrimerías del Porfiriato 81900-1910). Facultad de
Historia, Universidad Veracruzana, 1988, p. 30. En:
https://cdigital.uv.mx/bitstream/handle/123456789/48158/ExtensionNo31Pag30-31.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Fecha de consulta (2/2/19)
2 Ver: Alicia Hernández Chávez, Historia Mexicana. Vol. 39, N. 1, Homenaje a Silvio Zabala II (Jul.-Sep., 1989), pp.
257-296. En: https://www.jstor.org/stable/25138279 Fecha de consulta (4/4/19)
3 Ídem, p. 284
4 Ibídem, p. 259
Es probable que la creencia en el Destino Manifiesto de los Estados Unidos, fuera la base de una
particular política exterior que usando métodos imperialistas pretendía enseñar a punta de
intimidaciones, el sentido de la democracia.¿Acaso Huerta era el único que había sido presionado
por el gobierno de los Estados Unidos?. Igual presión enfrentó en su momento Francisco Madero,
quien
“… no satisfizo los intereses económicos de los Estados Unidos, y todo el
año de 1912, el presidente William Taft, a través de su embajador Henry
Lane Wilson, amenazó y atacó al gobierno de Madero, por diferentes
medios5.”

Difícilmente estaban preparados los mexicanos y mucho menos sus líderes y caudillos para iniciar
el tránsito hacia un régimen de respecto a las leyes viniendo de una dictadura de 35 años. Desde
1876 hasta el término del período porfirista, habían padecido el control férreo impuesto por la
censura, los partidos políticos, con excepción del oficialista, no estaban permitidos, imperaba el
fraude electoral, las persecuciones, la intimidación y el asesinato. Solo las multitudinarias huelgas
que estallaron a inicios del siglo XX, rompieron en algo el velo de la mordaza. Atrevimiento que
trajo consigo persecución, prisión y muerte. En estas circunstancias, difícilmente prepararon a los
mexicanos para la imposición desde arriba y desde el Norte, para la llegada de la democracia.

La primera instrucción que debía cumplir el gobierno mexicano con Huerta a la cabeza, si quería el
reconocimiento del gobierno estadounidense, era cumplir con un conjunto de petitorios o
condiciones, una de las cuales le impedía, arbitrariamente, postularse para el cargo de presidente de
su país, sin duda una intromisión directa y descarada en los asuntos internos de los mexicanos, que
provocó una firme respuesta del Canciller de ese país ‘… ninguna nación, no importa que tan fuerte
o respetable sea, debe intervenir6’
Una respuesta mal recibida por la nueva administración norteamericana. Decidido a que los
mexicanos se tomaran la “medicina” que pondría fin a sus males, según el doctor Wilson, el
gobierno estadounidense se preparó para hacer cumplir la receta, aún si para lograrlo tuviera que
usar el garrote. A través del apoyo a los constitucionalistas contrarios a Huerta, o incluso
redactando las órdenes presidenciales que harían posible la salida de Huerta. Una posición que deja
en evidencia la dudosa moralidad de Wilson. No aceptaría que Huerta asumiera poderes
dictatoriales (noviembre 1913-abril 1914), los mismo que habían mantenido en el poder a Porfirio

5 La Decena Trágica. Momentos Estelares del Ejército Mexicano. p. 2 en:


http://www.sedena.gob.mx/pdf/momentos/fasciculo_5.pdf Fecha de Consulta (10/02/19)
6 Martha Strauss Neuman. Wilson y Bryan ante Victoriano Huerta: ¿ Intervencionismo convencional o imperialismo
moralista? La perspectiva norteamericana. p.211. En:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/revistas/moderna/vols/ehmc11/142.pdf Fecha de Consulta (16/1/19)
por nada más que 35 años. Según recoge una comunicación del Secretario de Estado Bryan a sus
embajadores:‘Si el general Huerta no se retira por la fuerza de las circunstancias, se volverá deber
de los Estados Unidos utilizar medios menos pacíficos para echarlo...’7 Esto explica la decisión de
levantar el embargo de armas a México, con el firme propósito de inclinar la balanza a favor de los
enemigos de Huerta. Cuando ni esto lo hizo tambalear, el gobierno estadounidense tomó la decisión
más directa: invadir.

De este modo, el paladín del sistema democrático, no sólo violaba las leyes internacionales, sino
incluso las de su propio país, al actuar unilateral mente sin esperar la aprobación del Congreso. Una
acción que ni el propio James Monroe (1917-1925), co-autor de la Doctrina Monroe, llegó a
atreverse. Wilson estaba decidido a hacer creer al mundo y a su pueblo que las decisiones y destino
de las naciones que comparten el continente americano con ellos, pasan por la aprobación del
gobierno de los Estados Unidos. El rechazo de los sectores liberales de su país lo llevó a plantear la
situación en los siguientes términos:‘La función de ser guardián de México no me satisface (...)
esperamos probar al mundo que la doctrina Monroe no es lo que el mundo (…) cree, una mera
excusa para obtener territorios8….’ Vaya manera de demostrarlo¡

De nada valdrán las arengas de Huerta sobre gobernar para todo México, tomando los ideales de la
Revolución, re estableciendo el orden interrumpido por ésta. Lo grave, según los inversores y el
embajador de los Estados Unidos, era que entre aceptar los intereses de estadounidenses y
británicos, se había decidido por estos últimos, quienes a fin de cuentas eran los que habían
financiado la salid de Porfirio Díaz, interesados en que México recuperara la paz porfirista sin
Porfirio, pero molesto por una revolución social que atentaba contra sus inversiones. Huerta había
firmado el llamado Pacto de la Embajada (18-2-13) en presencia del general Feliz Díaz y el
embajador estadounidense Henry Lane Wilson. Quien le dio el consentimiento para derrocar a
Francisco Madero.

7 Ibídem, p. 213
8 Ibídem, p. 217 en: Mensaje de Wilson publicado en el Saturday Evening Post (23 de mayo de 1914). Day.op.cit.,p.
162-163

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