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Es fácil caer presa de una dinámica de pensamientos negativos, especialmente cuando hemos
acumulado varios y hemos generado una inercia que afecta sobre todo a los filtros que
utilizamos para procesar la información. Los pensamientos de los que hablamos pueden
encadenarse de la misma forma que engorda una pequeña bola de nieve que dejamos rodar
pendiente abajo. Así, un pequeño e inocente pensamiento, liberado sin consciencia ni intención,
puede terminar convirtiéndose en un gran coloso que contamine todas nuestras emociones,
conductas y al resto de pensamientos.
Como la fuerza de la bola que cae sin control, cada vez más grande, cada vez más rápida, los
pensamientos negativos nos drenan de energía y nos arrebatan la fuerza. Y cuanto más te
entregas a esos pensamientos negativos, más fuertes se vuelven. Es más, de la misma manera que
es más difícil de detener esa pequeña bola de nieve cuando ya ha rodado varios metros sobre el
valle y ha ganado en tamaño, también lo es detener una bola de pensamientos negativos que ya ha
comenzado a rodar.
Así, intervenir a tiempo para parar el rodar de la esfera puede ser una gran estrategia para después
no tener que hacer un gran esfuerzo para lograr el mismo objetivo.
Los pensamientos negativos forman las paredes de tu propia cárcel, una cárcel que creas para ti
mismo. Liberarte de tu prisión es tan simple como cambiar tu manera de pensar.
Entonces, ¿por qué alimentamos el pensamiento negativo cuando sabemos que nos hace
daño? El problema empieza cuando nos saltan los primeros pensamientos negativos y no los
tratamos bien. En definitiva, cuando la bola es pequeña y no ha contaminado a todo lo que toca.
Por ejemplo, hay personas que tratan a los pensamientos negativos, o mejor dicho, a la ansiedad
que producen «atracando» la nevera. Una estrategia que suele generar todavía más pensamientos
negativos, en este caso respecto a nuestra capacidad de auto-control y a nuestro cuerpo.
Con este tipo de pensamientos se da otro fenómeno curioso: incluso aunque seas consciente de
que tienes que olvidar ese pensamiento, es muy difícil desactivarlo. Cuanto más piensas en
olvidarlo más presente lo tienes. Y ahí te quedas, rumiando una idea que no solo te hace pasar un
mal rato, sino que puede llevarte a comprometer gravemente tu salud mental.
Solo siendo conscientes de nuestros pensamientos negativos podemos tomar medidas para
desactivarlos.
También puedes pensar que son como nubes. Los observas pero no los juzgas, de esta forma, no
te implicas emocionalmente y no te activas fisiológicamente. Estableces una distancia entre tú y
el pensamiento y caes en la cuenta de que no eres tu pensamiento. Para ello, la técnica de
mindfulness, sería muy beneficiosa.
Las rumiaciones son patrones de pensamiento excesivo. Cuando rumiamos una idea lo hacemos
convencidos de que podremos solucionar algo solo por pensar más en ello. Algo que, por lo
general, es inútil. Debes despejar lo que hay de verdad en tus pensamientos y desechar lo que has
creado tú en tu mente antes de empezar buscar una solución. No te extrañes si después de
eliminar la fantasía te encuentras que no hay ningún problema, más allá del que has creado tú
mismo.
Para ello lo ideal es observar el pensamiento sin juzgarlo. ¿Por qué? Por al juzgarlo nos implicamos,
le damos un juicio de valor subjetivo. Si lo observamos sin prejuicio, veremos la realidad tal cual es.
De este modo, no nos iremos por las ramas pensando una cosa u otra o elaborando diferentes
películas en nuestra mente que solo nos llevan a estados de tristeza.
Una canción, una imagen, una lectura, lo que ves en la televisión, la compañía de ciertas
personas… En cuando descubras qué estímulos desencadenas tus pensamientos negativos,
evítalos. Y, en la medida que puedas, sustitúyelos por otros que despierten en ti sensaciones
agradables. No te martirices ni te lo pongas más difícil.
Si lo que ves, lo que escuchas y lo que lees es positivo, si la gente que te rodea es positiva, será
más fácil mantener el pensamiento negativo lejos. Cualquier disparador de pensamiento negativo
será más fácil de desactivar si el optimismo te rodea. Los estímulos que nos acompañan en nuestro
día a día son muy importantes a la hora de general una buena atmósfera. Así que lo mejor será
intentar buscar aquello que nos aporte bienestar.
El pensamiento negativo suele ser un hábito aprendido. Así que, en vez de dejarte invadir por
cualquier pensamiento negativo habitual, adquiere el hábito de pensar en positivo en esas
circunstancias. Para recordarlo o reforzarlo, puedes tenerlo presente, escrito en un papel, en tu
ropa, en el fondo de pantalla de tu ordenador o de tu móvil, o incluso en tu propia piel.
Es fácil detenerte en tus errores. Pero lo único que puedes hacer es aprender de ellos y seguir
adelante. Nada va a cambiar por mucho que rumies. Y si lo que despierta tus pensamientos
negativos es una debilidad o una limitación, céntrate en tus fortalezas y en tus virtudes. Si no
puedes cambiar lo que hay, sácale el máximo partido a lo que tienes. Poseemos el potencial de
aprender de cualquier situación por muy adversa que parezca. Así que si cometemos un error, en
lugar de fustigarnos, mejor aprender de él.
Los pensamientos negativos son fugaces y temporales, salvo que nosotros hagamos por lo
contrario. No tienen poder real propio, pero pueden hacer mucho daño si les damos la
oportunidad para crecer. Un pensamiento no tiene otro poder que el que tú le das. Los
pensamientos negativos ganan impulso cuando se activan. Desactivarlos después es una tarea
difícil: ya no es un pensamiento, hablamos de una dinámica.
Cada uno es responsable de la manera que tiene de gestionar sus propios pensamientos. Da igual
por qué ese pensamiento surgió: lo importante es que puedes apagarlo y que puedes generar un
entorno adecuado para que ese tiempo de pensamientos se reduzcan. La clave pasa por detectar
esos pensamientos negativos antes de que tengan tiempo de atrincherarse en tu cabeza y
conquistar aliados.
5 abril, 2016
Este artículo fue redactado y avalado por la psicopedagoga María José Roldán
Los hábitos que tenemos nos definen ya sea para bien o para mal, pues no solo pueden ejercer
como las estrategias que nos ayudan a superar obstáculos, sino que también pueden ser como
aquella manzana envenenada que a pesar de tener un apetecible aspecto guardaba en su interior
una trampa.
Por lo tanto, a pesar de que muchos de nuestros hábitos nos permiten optimizar nuestros
esfuerzos y se consideran como saludables, existen otros muchos que resultan tóxicos para
nuestra salud y la vida misma, impidiéndonos ser felices.
Incluso, puede que hábitos que consideras relativamente “buenos” no lo sean tanto o que ni
siquiera seas consciente de las consecuencias de tu repertorio de hábitos en tu vida. Hoy te
traemos 5 hábitos tóxicos que pueden estar impidiéndote ser feliz. Reflexionemos sobre ello.
“Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia
absoluta”
-Aristóteles-
Pensar en negativo
Solemos tener la mala costumbre de pensar en negativo. Somos expertos en lo que no queremos,
no tenemos, no merecemos o no somos capaces, focalizando nuestra atención en ello. Cultivar el
pensamiento negativo puede ser un mal hábito que termine limitándonos tanto a nivel social como
individual. Porque si crees que no puedes, ¿realmente vas a intentarlo?
El pensamiento negativo puede erigirse como un gran enemigo que nos atrape poco a poco en su
tela de araña, convirtiendo todo nuestro alrededor en una neblina gris que en sus casos más
extremos desemboque en depresión junto a otras variables.
La dificultad radica en que como hábito, nos hemos acostumbrado y desaprenderlo no es tan
sencillo. Para ello, hay que comenzar a prestar atención a nuestra manera de pensar, que
inevitablemente va ligada a la forma de hablarnos y juzgarnos. Además, dirigir tu atención hacia lo
que quieres también será una herramienta que te permita hacer aparecer la luz entre aquella
niebla gris espesa.
Culpar a otras personas de lo que te ocurre es evadirte de la responsabilidad de tus propios actos
e incluso de tus propios sentimientos. De esta manera, estarás diciendo que tú no eres dueño de
tu vida sino que son los demás o las propias circunstancias.
Es necesario recordar que tienes el control sobre ti mismo y solo tú tienes las respuestas de lo
que te ocurre. El reconocido piloto de las fuerzas aéreas y líder religioso Dieter Uchtdorf dijo una
vez: “Cuando más crecemos, más miramos hacia atrás y nos damos cuentas de que las
circunstancias externas no importan porque no determinan nuestra felicidad. Nosotros
determinamos nuestra felicidad”.
La felicidad es una actitud y si decides culpar a los demás de lo que te ocurre en lugar de tomar
conciencia sobre qué puedes hacer para seguir avanzando, difícilmente podrás saborearla.
Puedes vivir intentando ser tú mismo o de lo contrario, intentando ser la persona que los demás
quieren que seas. Tú decides, pero evidentemente convertirte en el personaje que los demás
desean supondrá una traición a tu forma de ser. Piénsalo… ¿Cómo podrás llegar a ser feliz si no
eres tú mismo?
Ponerse una máscara es un arma de doble filo, una trampa que extendida en el tiempo te alejará
de ti y de quien crees ser. Por lo tanto, descúbrete, aprende a aceptarte, a quererte y muéstrate tal
como eres, solo así la relación contigo y los demás, será auténtica.
Compararse con los demás no nos servirá de nada ya que cada uno de nosotros es único e
irrepetible y ha vivido experiencias diferentes. Su historia, la tuya y la mía no tienen nada que ver,
¿para qué compararnos? ¿Para consolarnos o para creernos superiores? ¿Cuál es la finalidad que
perseguimos?
Comparar las diferentes experiencias no tiene sentido puesto que no existen las mismas
condiciones en las personas.
Mi felicidad puede ser muy diferente a la de mi amigo, por lo tanto, ¿hacer lo que él hace me
convertirá en alguien feliz? Pregúntate: ¿qué es la felicidad para mí? Y así podrás saber cómo
actuar. La gratitud es el antídoto a la comparación y el mejor jarabe para alcanzar la felicidad.
Escribe diariamente las cosas que hacen que tu vida sea maravillosa, por pequeñas que sean… eso
te hará feliz.
Los errores pueden ser nuestros mejores maestros si aprendemos de ellos. Si nos confundimos
pero lo dejamos pasar sin reflexionar qué ha pasado y qué lección podemos sacar de ello,
probablemente pueda ocurrirnos algo similar.
Para entender este tipo de pensamiento, solo tienes que seguir las palabras que una vez
dijo Thomas Edison a un reportero que le preguntó sobre su invento de la bombilla
incandescente: “No he fracasado ni una sola vez, solo he descubierto diez maneras que no
funcionan”. Así, podrás ver que con persistencia y buen hacer, el error y el fracaso, son solo una
parte del camino hacia el éxito.
Pensar negativo, culpabilizar a los demás, ponernos una máscara, compararnos o no aprender de
nuestros errores son tan solo 5 hábitos que pueden estar repercutiéndonos sin casi ser conscientes
de ellos en nuestro estado emocional impidiéndonos ser felices.
La felicidad está en nuestro interior y somos nosotros los que podemos crearla y contribuir a su
desarrollo, no lo olvides. Presta atención a tus hábitos y modifícalos si es necesario.
A veces pensamos que solo las fechas especiales son dignas de vivirse intensamente. Es un gran
error. Cada día, por común que sea, puede volverse extraordinario si sabemos aliñarlo con esta
actitud. Pues bien, la sal de esta forma de encarar la vida, el sabor, pueden ser frases bonitas que
nos ayuden a lograrlo.
Muchas de las mujeres y de los hombres que han hecho historia por su claridad de pensamiento
han logrado sintetizar aspectos clave de sus ideas en pequeñas sentencias. Son frases bonitas y
sabias que muchas veces actúan como un destello en la oscuridad. Alumbran el camino hacia una
nueva perspectiva.
Una buena selección de frases bonitas sirve mucho, en el momento menos pensado. Por
eso, hemos elegido algunas que se destacan por su profundidad y sabiduría. Vale la pena que las
tengas cerca, para dejarte alcanzar por su luz, especialmente cuando sientas que todo se oscurece.
“No es verdad que las personas paran de perseguir sueños porque se hacen viejos, se hacen viejos
porque paran de perseguir sus sueños”.
Bertrand Rusell fue un filósofo inglés, Premio Nobel de Literatura. Una de las mentes más
brillantes del siglo XX. Un gran pensador que, sin embargo, afirmó: “Nunca moriría por mis
creencias porque podría estar equivocado”.
Aunque Rusell nunca fue un pacifista radical, esta frase suya es un auténtico llamado a la
humildad y la tolerancia. Nos recuerda que cualquiera puede caer en convicciones erróneas y que,
por lo mismo, jamás se debe tener certeza absoluta sobre lo que se piensa.
Lo que nos recuerda este maravilloso escritor irlandés es que la grandeza es hija de la
dificultad. Son los problemas los que nos llevan a elevarnos por encima de nosotros mismos, de
lo que hemos sido. La vida apacible, en cambio, nos conduce al conformismo.
En esta selección no podía faltar Aristóteles, el gran filósofo griego. Con su lógica implacable y su
interés en la ética, legó a la humanidad varios de los aforismos más universales. Uno de ellos dice:
“Somos lo que hacemos de forma repetida. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un
hábito”.
Una gran reflexión. En nuestra mente puede haber toda suerte de maravillas, pero son nuestros
actos los que definen quiénes somos. Los actos repetidos despliegan una inercia. Y esa inercia
marca la naturaleza y la calidad de nuestras vidas. Piensa que vivir de manera ordinaria o elevada
es, ante todo, una costumbre cultivada.
4. El verano interior
Albert Camus siempre ha sido asociado con el existencialismo y el nihilismo. Sin embargo, la
dimensión de este pensador y escritor es inclasificable. Prueba de ello una de las frases más
bonitas que nos legó: “En la profundidad del invierno, finalmente aprendí que dentro de mí yace
un verano invencible”.
Una hermosa manera de simbolizar la fortaleza interior. Alude a esos momentos límite, en donde
es posible reconocer que, pese a todo, hay una fuerza vital que se resiste a desaparecer. Cuando
parece no haber razón por la que seguir, emerge ese impulso misterioso que nos invita a seguir con
el paso, a seguir eligiendo.
Gandhi fue el más destacado exponente del pacifismo en la historia. Su resistencia pacífica no era
solo una postura política, sino un modelo de vida. Por eso, todo su mensaje está atravesado por la
idea del perdón y del entendimiento. También le mostró al mundo otra cara de la fortaleza, que
queda bien retratada en esa frase.
6. La clave de todo
Epícteto fue un filósofo griego que tuvo que pasar parte de su vida como esclavo en Roma. Pese a
esto, se dice que llegó a tener más respeto entre sus contemporáneos del que había tenido Platón.
Aunque no dejó textos escritos, muchas de sus enseñanzas fueron recogidas por otros. Entre ellas
está la siguiente: “La clave es mantener la compañía de gente que te aporta, cuya presencia saca
lo mejor de ti”.
Todas estas frases bonitas tienen aplicación en el día a día de cualquier persona. Nos hablan de
grandes valores humanos y nos invitan a vivir de una forma más evolucionada. Son sabiduría
pura, comprimida en pequeñas sentencias.
22 enero, 2018
El test del Árbol de Karl Koch es una prueba proyectiva interesante para analizar nuestra
personalidad, así como nuestro universo emocional subyacente. Por la facilidad de su aplicación es
común que se use en niños; sin embargo, suele ser también una herramienta de autoanálisis
bastante entretenida para intentar conocernos un poco mejor.
El test del Árbol es conocido también como la prueba de Baum y fue desarrollada sobre los años
50 por un psicólogo llamado Charles Koch. Tiene ya bastantes años, pero su uso sigue siendo
frecuente. Ahora bien, si decimos que esta prueba consiste únicamente en pedirle a un niño o a un
adulto que dibuje un árbol con sus raíces, su tronco y su copa, es posible que más de uno de
nuestros lectores duden casi al instante de la fiabilidad y validez de este instrumento.
Las ventajas de la prueba del Test del Árbol es que puede administrarse rápidamente a una gran
variedad de personas. Ofrece una información interesante sobre aspectos emocionales que más
tarde, se comparará con el resultado de otras pruebas.
Antes de llegar a esta conclusión, vale la pena tener en cuenta algún detalle. Las pruebas
proyectivas constituyen un tipo de instrumento clínico bastante útil. Gracias a ellas, logramos
recavar diversos datos sobre cómo las personas perciben, entienden y manejan su mundo. Así,
instrumentos como el test de Rorschach, el test del hombre bajo la lluvia o el test del
Árbol resultan muy eficaces como pruebas complementarias (no exclusivas) que podemos usar
junto a muchas otras.
Por otro lado, y como simple curiosidad, cabe señalar que el doctor Koch eligió esta figura para
diseñar su prueba diagnóstica por el simbolismo que tienen los árboles. Todas las culturas, todos
los países tienen en los árboles una referencia entre mitológica y totémica, que se enraíza mucho
en el ser humano sin importar la edad. Intentar plasmarlos, intentar dibujarlos es casi como sacar
al exterior las luces y las sombras que llevamos dentro…
El test del Árbol de Kosch, al igual que todo ejercicio que nos obligue a hacer un dibujo, a elegir
unos colores, a crear una figura de la nada plasmándola en una hoja en blanco, ofrece unas pistas
sobre el estilo de nuestra personalidad. Asimismo, también denota un estado emocional
determinado.
Por otro lado, ciertas corrientes psicológicas, como el psicoanálisis, indican que esta
prueba revela también la estructura de la psique o contenido de nuestro inconsciente.
Se ha visto por ejemplo que los árboles dibujados por pacientes con deterioro cognitivo o
principio de Alzheimer son diferentes a los dibujados por sujetos sanos. Tanto las copas de los
árboles, como el tamaño y la uniformidad aparecen como muestras de ese declive cerebral tan
característico en las demencias.
¿Cómo se aplica?
El test del Árbol puede aplicarse a cualquier persona a partir de los 5 o 6 años. Solo se requiere
que el niño o el adulto tenga ciertas habilidades motoras básicas para dibujar.
En el caso de que los pacientes sean niños de 5 o 6 años, les pediremos que hagan dos
dibujos. El primero será de estilo libre: «dibuja el árbol que tú quieras, uno a tu gusto», les
diremos. Más tarde, les indicaremos que hagan un nuevo dibujo, y que ahora el árbol sea
diferente al primero. De ese modo contaremos con dos dibujos para poder hacer mejor la
evaluación.
El tiempo estimado va entre los 10 minutos y la media hora. Lo que necesite cada
persona.
Suelo
Un dibujo donde no hay línea de suelo o raíces puede indicar falta de estabilidad
emocional y personal en el paciente.
Tronco
Un tronco muy delgado: se asocia a personas muy sensibles y delicadas o, por otro lado,
puede denotar la presencia de tensiones o demandas externas que alteran la calma y el
bienestar del paciente.
Un tronco muy ancho: personas impulsivas, con alta emotividad y poca capacidad
de autocontrol.
Tronco formado por líneas rectas: persona correcta, con buena capacidad de abstracción.
La copa
La copa de los árboles refleja la interacción con el medio físico y exterior. Mientras las raíces y el
tronco se relacionan más con el mundo interior y emocional, las ramas se supone que representan
ya otro nivel psíquico.
Copa pequeña: los niños de hasta 9 años siempre dibujan copas pequeñas, es algo
normal. Pueden denotar inmadurez, relación con el mundo infantil.
Copa grande: puede decirnos que la persona que ha hecho el dibujo cuenta con gran
fantasía, entusiasmo o incluso que puede tener un punto más destacado de narcisismo.
Árbol sin copa: puede decirnos que la persona que ha hecho el dibujo cuenta con una falta
de desarrollo, posible problema cognitivo.
Copa en espiral: puede tratarse de una persona comunicativa, con buen gusto, delicada.
Copa en forma de rayos o varas: persona terca, impulsiva, con cierta rabia o sentimientos
desafiantes.
A estos valores descritos se le añaden muchos más, como la aparición de otros «accesorios» como
casas, pájaros, colinas… Es decir, detalles no demandados por el psicólogo que también pueden
aportar información relevante. Asimismo, también es bueno tener en cuenta los colores elegidos
para pintar el árbol e incluso el tamaño de las figuras.
Además, elementos como ramas cortadas, agujeros o heridas en los troncos, falta de raíces o la
presencia de colores oscuros pueden llamar nuestra atención. Todo ello revelaría la presencia de
posibles traumas. Sin embargo, como hemos señalado al inicio, el test de Árbol no se utiliza como
única prueba diagnóstica. Hablamos de una herramienta interesante, que junto con algunas otras,
nos puede ayudar a recabar información para dar un diagnóstico final más preciso.
¿Es fiable la prueba del árbol de Koch?
Tal y como hemos señalado a lo largo del artículo, esta herramienta complementaria de la
práctica clínica es tan utilizada como válida. Los psicólogos, pisquiatras, médicos y pedagogos
recurren a ella por su sencillez y por el gran valor informativo que puede darnos sobre el mundo
emocional de adultos y sobre todo niños.
Así, y solo como ejemplo, cabe destacar el estudio realizado por el doctor Yutaka Hatano de la
Universidad de Kioto. El trabajo fue publicado en la Japanese Journal of Clinical
Oncology, y gracias a él, quedó en evidencia, por ejemplo, que esta prueba es muy utilizada en los
departamentos de oncología infantil para valorar el estado emocional de los pequeños. En la
muestra analizada se pudo ver que la gran mayoría de los niños enfermos se muestran
esperanzados con su recuperación, y así lo demostraron en la forma, calidad y originalidad de los
árboles dibujados…
¿Has alcanzado ya esas metas que considerabas importantes? El test para valorar nuestra
satisfacción con la vida (SWLS) nos permite conocer si nos sentimos felices y realizados por todo lo
logrado hasta el momento. Te explicamos en qué consiste.
El test para valorar tu satisfacción con la vida (SWLS) sigue siendo el instrumento más utilizado
para conocer nuestro nivel de felicidad. Creado en los años 80 por los psicólogos Ed Diener,
Robert A. Emmons, Randy J. Larsen y Sharon Griffin se alza como un recurso muy interesante para
obtener una información fiable sobre el nivel de satisfacción de adultos, adolescentes y diferentes
grupos sociales de cualquier país y cultura.
Decía Confucio que donde hay satisfacción no hay revoluciones. Esta idea encierra en sí misma
una verdad y también un problema. La verdad es que, cuando uno se siente bien con lo que es y
lo que tiene, no hay necesidad de buscar ni hacer nada más. Sin embargo, como bien sabemos,
algo así no siempre es fácil de alcanzar; con lo cual, las personas estamos casi siempre obligadas a
iniciar pequeñas o grandes revoluciones para envolvernos de ese ansiado bienestar.
Disponer de escalas como esta prueba nos permite, entre otras cosas, saber qué falla en una
sociedad. También, entender qué áreas de nuestra vida nos falta por explorar, por trabajar o
madurar. Por tanto, podríamos decir que la satisfacción más que un estado es un proceso en
continua construcción; por tanto, tener este recurso es de gran ayuda, tanto para el área de
intervención psicológica como en cualquier escenario de investigación social.
«La verdadera felicidad es disfrutar del presente, sin dependencias ansiosas por el futuro. Se trata
solo de descansar satisfechos con lo que tenemos; eso debería ser suficiente».
-Séneca-
¿De qué manera podríamos definir la satisfacción con la vida? El tema no es sencillo. Habría
quien se adelantaría al decir que ese estado se alcanza con un buen trabajo y una cuenta corriente.
Otros, señalarían que la felicidad está al lado de la persona que amamos y que nos ama. En este
sentido, nada es tan subjetivo, particular y singular como la propia satisfacción.
Por tanto, a la hora de evaluar esta dimensión, Ed Diener, Robert A. Emmons, Randy J. Larsen y
Sharon Griffin tenían claro que debían plantear una serie de cuestiones muy generales que fueran
más allá de aspectos materiales e incluso afectivos. De ahí que el test para valorar tu satisfacción
con la vida (SWLS) esté basado en juicios cognitivos, en aquello que cada persona dentro de su
particularidad, valore que ha alcanzado o no.
¿En qué consiste el test para valorar tu satisfacción con la vida (SWLS)?
Esta prueba consiste en 5 ítems (preguntas) que la persona debe responder partiendo de
una escala likert, es decir, 5 tipos de respuesta que van desde «muy en desacuerdo, de acuerdo,
neutro, de acuerdo, hasta muy de acuerdo». Como podemos ver, el test para valorar tu satisfacción
con la vida (SWLS) es uno de los más cortos, pero ello no significa ni mucho menos, que sea fácil de
realizar.
De algún modo, al enfrentarnos a esas cuestiones que Ed Diener, Robert A. Emmons, Randy J.
Larsen y Sharon Griffin nos plantearon por primera vez en 1985 a través del Journal of Personality
Assessment, nos obliga a reflexionar sobre aspectos muy profundos de nuestra vida. Ser sinceros
es lo más importante en este instrumento. Solo entonces tendremos claro cuál es nuestro punto
de partida para seguir trabajando en nuestro bienestar, en esa felicidad que parte precisamente de
la propia satisfacción con lo que somos y hemos logrado.
Tal y como hemos señalado, este instrumento parte de cinco preguntas muy concretas. Son las
siguientes:
La Escala de Satisfacción con la Vida (SWLS) no se desarrolló para evaluar aspectos como la salud,
finanzas, relaciones afectivas, etc. Es un instrumento que mide realidades muy subjetivas
representadas en cinco ítems. Es posible que a simple vista nos genere ciertas dudas. ¿Se puede
saber realmente con este test si una persona está satisfecha con cómo es su realidad en el
momento presente?
La respuesta es «sí». Estudios, como el llevado a cabo por el doctor William Pavot, de la
Universidad de Minnesota, nos señalan que estamos ante una prueba con una buena validez
comparada con otras escalas que evalúan la misma dimensión. Además, el SWLS, permite valorar
como avanza la satisfacción con la vida de la persona durante el transcurso de una intervención
clínica. Estamos, por tanto, ante un recurso altamente fiable, útil y muy interesante en el ámbito
psicológico y de investigación
Este artículo ha sido verificado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas el 11 enero,
2018
Test de apercepción temática (TAT): dime qué ves y te diré cómo eres
¿Alguna vez has conocido a alguien que te ha hecho sentir inferior, puede que hasta una auténtica
piltrafa, a la vez que veías a esa persona como lo máximo que uno podría aspirar a ser en la vida?
Seguro que sí. Lo más curioso de todo es que, detrás de su actitud de seguridad y grandeza suele
encontrarse una persona insegura.
Es bastante habitual que las personas inseguras escondan sus miedos y temores tras una actitud
de fingida seguridad, que pasa por hacer sentir a los demás inferiores. Esto no es falta de
humildad, sino que se trata de lo que el Alfred Adler denominó complejo de inferioridad. No en
vano detrás de una persona con complejo de inferioridad se encuentra una persona insegura.
Según Adler, las personas que se sienten inferiores intentan compensar este sentimiento a través
de lo que él llama lucha por la superioridad. La única manera que estas personas encuentran para
hacer frente a la incertidumbre de sus capacidades y sentirse bien es haciendo a otras infelices.
Para Adler, esta lucha por la superioridad reside en el núcleo de la neurosis.
Inseguridad y narcisismo
En la actualidad, se cree que esta lucha por la superioridad es una característica del trastorno de
personalidad narcisista, que es una desviación en el desarrollo normal de la propia personalidad
que se traduce en una persona que busca constantemente aumentar la autoestima.
Por el contrario, el narcisista vulnerable es muy sensible a la crítica o la frustración, hasta tal
punto que las críticas pueden llegar a obsesionarle. Además, se hace patente el deterioro de sus
relaciones sociales debido a su pretenciosidad y necesidad constante de admiración.
En cualquiera de los casos, cuando se está tratando con alguien que te está haciendo sentir
inferior, es muy probable que el narcisismo y la falta de autoestima sean los culpables. De
hecho, aunque el narcisismo no siempre llega a niveles patológicos, sí que puede caracterizar a
las personas en mayor o menor medida.
Autoestima y narcisismo
En este sentido, el psicólogo James Brookes, de la Universidad de Derby (Reino Unido), decidió
investigar cómo las personas con alta tendencia narcisista se veían a sí mismos en términos de
autoestima, autoeficacia y confianza en su capacidad para tener éxito. Utilizando una muestra de
estudiantes universitarios, Brookes analizó la relación entre el narcisismo abierto y encubierto, la
autoestima y la autoeficacia.
Rasgos narcisistas que delatan a una persona insegura
¿Sueles cuestionar tu propio valor cuando estás con alguna persona en concreto? ¿Esa persona
está siempre transmitiendo sus puntos fuertes? Si eres una persona que por lo general no te
sientes insegura, que si cerca de ciertas personas empiezas a dudar o a sentirte inferior, lo más
probable es que esas personas estén proyectando sus inseguridades sobre ti.
No siempre es necesario que una persona insegura se refuerce a sí misma con un comportamiento
que empuje al otro a sentirse inseguro. Muchas veces, para las personas inseguras es suficiente
con alardear de su gran estilo de vida, de su gran educación o de lo fantástica que es su familia. Es
su forma de convencerse de que realmente tienen valor.
4. Las personas inseguras suelen quejarse de que las cosas no son lo suficientemente buenas
Las personas con gran complejo de inferioridad no sienten que tengan lo suficiente para sentirse
afortunados. Como que en el presente se sienten inseguros, se fijan metas muy altas, con
prestigio y que seguramente no van a poder alcanzar para adquirir una notoriedad frente a los
demás que no les da sus logros actuales.
Comentarios finales
Ser capaz de detectar la inseguridad en las personas que te rodean puede ayudar a eliminar
todas esas dudas que te atesoras sobre tu propia imagen y tus capacidades. De esta manera
podrás ponerle remedio a esas dudas que las personas inseguras necesitan fomentar en ti para
sentirse mejor con ellas mismas.
No ceder ante estas dudas te puede ayudar a cultivar sentimientos de plenitud, tanto en ti como
en las personas inseguras que tienes a tu alrededor. El complejo de inferioridad de esa persona
insegura no mejora mientras tú te sientes inferior, sino que es solo un arreglo pasajero. Sin
embargo, puede causarte una herida profunda y difícil de curar.
No te dejes pisar. Es suficiente con que no tomes en serio lo que este tipo de personas te
digan. No adquieras una postura defensiva y de crítica. En su lugar, compadécete de e