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Ulises y su tripulación navegan de regreso a la isla de Circe, donde hacen una pira funeraria

para Elpenor. Circe les ofrece un festín, y por la noche advierte a Ulises de los peligros que
enfrentará su barco al día siguiente. Así, la tripulación sigue luego sus instrucciones, tapándose
los oídos para que la canción de las Sirenas no los tiente a salirse de su curso. Ulises las
escucha, pero luego de que sus hombres lo aten al mástil del barco. A continuación, deben
navegar entre Esquila, un monstruo marino de seis cabezas que devora a los marineros, y los
peligrosos remolinos de Caribdis. Ulises no les cuenta sobre la muerte inminente, ya que se
asustarían. Pero, de hecho, Escila atrapa y se come a seis hombres.

La tripulación atraviesa los peligros y llega a la isla de Sol Hiperión. Ulises toma el consejo de
Tiresias y Circe de no comer los rebaños, y ni siquiera desembarcar en la isla. Cansados y
hambrientos, sus hombres quieren dormir en la isla, pero Ulises les hace prometer no tocar los
rebaños. Amarran el barco, comen y lloran a sus compañeros muertos.

Los vientos les impiden volver a zarpar durante un mes, y sus alimentos se van acabando. Un
día, mientras Ulises ora a los dioses, aislado, Euríloco incita a los demás a sacrificar los bueyes.
Ulises regresa y ve lo que ha sucedido. Inmediatamente, Helios le pide a Zeus que los castigue.
Después de celebrar durante seis días, zarpan. Zeus levanta una tormenta a modo de castigo y
dispara un rayo contra el barco, destruyéndolo. Los hombres caen al agua y Ulises se agarra a
unos restos flotantes de la nave. Vuelve a Caribdis, de donde logra escapar por poco. Protegido
por los dioses, apenas logra pasar por Escila y se dirige a la isla de Calipso. Ulises le recuerda a
su público que ya les contó esto último.

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