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Labiologayelmundodelsiglo XXI
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Prácticas y saberes de la relación educativa y su implicación en la formación inicial del profesorado. Estudio narrativo sobre experiencias docentes en Educación
Primaria. (GV/2014/058) View project
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Así comienza el prólogo que Hiden T. Cox, secretario ejecutivo del American Institute
of Biological Sciences, escribió en la primavera de 1962 para el volumen titulado Fron-
tiers of Modern Biology, que recogió las conferencias de veinte eminentes biólogos que
radiodifundió La Voz de América ―servicio oficial de radiodifusión internacional del
gobierno de los Estados Unidos de América― con extraordinario éxito en la primavera
y el verano de 1961. La serie fue traducida al alemán, al árabe, al ruso y al español, y se
programó en países tan exóticos como Sierra Leona, Israel o España. Hoy, casi medio
siglo después, la vigencia de su significado sirve perfectamente de introducción a este
capítulo que persigue fines análogos.
La biología ha sido en la última década lo que fue la física a mitad del siglo pa-
sado: un área en la que los descubrimientos se han ido sucediendo exponencialmente. Si
algo parecía imposible en biología en la década de 1980, en la de 1990 ya era realidad, y
en 2000 se había convertido en materia rutinaria de estudio en las clases de biología de
bachillerato. Las ciencias biológicas están preparadas para anunciar una nueva época de
prosperidad y riqueza sin precedentes.
ÓSCAR BARBERÁ Y CRISTINA SENDRA, 2011. La biología y el mundo del siglo XXI, en:
Biología y geología, complementos de formación disciplinar (Pedro cañal, coord.),
Barcelona, Graó/Ministerio de Educación, páginas 77-96.
Estas dos raíces, las dos tendencias que modelan los avances en la investigación
biológica, son reflejo de la naturaleza fundamental de la vida, a la vez que dependen de
ella. El tremendo potencial de la biología actual descansa en dos hechos poderosos. El
primero es que todos los organismos vivos están relacionados por evolución, por lo que
trabajar sobre un gen, una célula, un organismo o una especie, es directamente relevante
para mejorar la comprensión de todos los demás, ya que los procesos pueden mostrarse
muy similares, incluso idénticos, entre diferentes organismos dada su ascendencia com-
partida. El segundo es que el proceso de evolución ha generado a lo largo del tiempo
geológico incontables variaciones de los mismos temas comunes, y ello hace que la
comparación como herramienta se convierta en un iluminador muy potente.
Naturalmente, no hay forma de predecir qué nuevas tecnologías o qué futuras
industrias emergerán de la unificación de la biología y de su convergencia con otras
ciencias y con la ingeniería, pero una medida de la importancia de esta integración es la
inclusión de los estudios de bioingeniería en la oferta del Massachusetts Institute of Te-
chnology (MIT), o que el plan estratégico de 2008 de la Harvard Medical School pro-
grame el inicio de los estudios de bioingeniería para el curso 2010-11.
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En las ciencias, la mayoría de las investigaciones no llevan a nada y la mayor parte de
cuanto se publica no tiene efectos perceptibles. Las buenas ideas no se presentan sin
más. Hacer ciencia es un proceso de selección laborioso y desperdiciador: por cada idea
exitosa desaparecen en silencio otras mil. En 1989, el National Research Council de los
Estados Unidos (NRC) publicó un informe titulado Opportunities in Biology; cuatro
años de trabajo y más de cuatrocientas páginas organizadas en nueve capítulos, recogie-
ron la excitación que reinaba hace poco más de dos décadas. Capítulo a capítulo, página
a página, se describieron las nuevas tecnologías y las promesas de nuevos descubri-
mientos en el diversificador campo de la biología. Las tecnologías cubrían niveles muy
distintos, desde el molecular ―la secuenciación de ADN acababa de progresar del mo-
do manual al automático― hasta el ecológico ―ingenios robóticos para explorar y
muestrear los fondos abisales―. Hoy, al leer el informe, se extrae la impresión de que
muchos autores subestimaron las capacidades de las nuevas tecnologías que en él des-
cribieron entonces con admiración: los quince millones de nucleótidos de secuencias de
ADN que habían sido determinados hasta 1989 provocan una sonrisa al ser comparados
con los más de 100 millones de nucleótidos al día que secuencian las máquinas actuales;
por no hablar de los datos tomados por satélites que permiten a los biólogos examinar
en remoto los cambios en el paisaje o seguir los rastros de la fauna salvaje con cada vez
mayor detalle; o de la capacidad de la World Wide Web para almacenar, recuperar y
compartir una cantidad inmensa de información.
Un informe reciente del mismo NRC, A New Biology for the 21st Century, concluye que
en las ciencias biológicas se ha alcanzado un punto de inflexión que puede dar lugar al
inicio de un nivel de investigación nuevo, un nivel que si bien se construye aprovechan-
do la fortaleza de la investigación tradicional realizada en las distintas subdisciplinas
biológicas, está dotado de una estructura capaz de incorporar esa fortaleza para enfocar-
la sobre grandes preguntas cuyas respuestas pueden tener consecuencias prácticas muy
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beneficiosas. Este enfoque puede dirigirse a cuestiones clave de los sectores económicos
más críticos como el alimentario, el de la salud, la energía o el medioambiente.
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La investigación básica sobre retrovirus, motivada por su papel en algunos tipos de cán-
cer, facilitó en su momento la comprensión que acabó mostrándose crucial para identifi-
car la causa de la epidemia de SIDA y para desarrollar fármacos capaces de controlar la
enfermedad. Nuevas investigaciones sobre genética bacteriana producirán nuevos tra-
tamientos para enfermedades infecciosas que han desarrollado mecanismos que eluden
los tratamientos actualmente disponibles. Aplicar bioingeniería a células madre permiti-
rá una secreción regulada de insulina en diabéticos o la regeneración de nervios en la
médula espinal.
El enfoque para la salud de la nueva biología tiene como objetivo convertir en realidad
la capacidad de controlar la salud individualmente y tratar cualquier disfunción a su
medida, es decir, proporcionar una vigilancia predictiva y un cuidado individualizados.
Este objetivo implica conocer las relaciones entre una miríada de componentes de la
función sistémica conjunta. Actualmente la toma de decisiones médicas sigue basada
principalmente en el cálculo de probabilidades: sabemos que niveles altos de colesterol
están asociados con enfermedades del corazón, y también que determinados cánceres
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producen metástasis en estadios tempranos con una frecuencia predecible. No obstante,
también sabemos que algunos individuos con altos niveles de colesterol no padecen
enfermedades cardíacas, y que las metástasis de un determinado tipo de tumor aparecen
con una velocidad prodigiosa en algunos individuos pero no se dan en absoluto en otros.
Cada individuo posee un conjunto único de genes y una historia medioambiental única,
pero nuestro conocimiento de la relación de estas variantes con la salud es incierto.
Promoción de industrias que respondan a problemas globales
Además de las aplicaciones en salud humana, las ciencias biológicas proporcionan plan-
teamientos que pueden contribuir a avances en muchas industrias, desde la producción
energética a la descontaminación, o a la producción de nuevos materiales biológicos o
inspirados en la biología.
Palas de turbina eólica que imitan la forma de las aletas de la ballena jorobada
Megaptera novaeangliae (Borowski, 1781) Fuente (27/02/2010): The Biomimicry Institute, http://asknature.org
Algunos microbios se utilizan para producir biofuel y quizás el futuro nos depare que
acaben siendo una fuente energética principal. Hay organismos, tanto marinos como
terrestres, capaces de extraer bióxido de carbono de la atmósfera, lo que sugiere que los
sistemas vivos pueden ayudar a gestionar el cambio climático. El estudio de sistemas
complejos característicos de la biología está rindiendo resultados que pueden aplicarse a
redes que se interconectan de manera similar en muchas áreas científicas, y viceversa.
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La agricultura es un buen ejemplo. La industria biotecnológica agrícola es muy
joven, apenas sobrepasa una década. El primer cultivo de bioingeniería, una semilla de
soja con un gen que proporciona tolerancia a un herbicida, se comercializó en 1996.
Hoy, los cultivos procedentes de la bioingenería suponen más del 20% de la tierra culti-
vada en el mundo, y este porcentaje se duplicará muy pronto cuando adopten plenamen-
te la nueva tecnología países como India y China. Se trata, sin duda, de la tecnología
más rápidamente adoptada en la historia de la agricultura.
La introducción de diversos genes en una cada vez más amplia variedad de cul-
tivos, no sólo mejora sus rendimientos espectacularmente, sino que también produce
beneficios medioambientales muy importantes. Alterando las características de los cul-
tivos se ha conseguido que los agricultores utilicen menos pesticidas y demás productos
químicos y que los productos agrícolas sean más saludables (Normile, 2008). Sobre las
plantas de cultivo denominadas transgénicas se ejercen los más rigurosos controles de
calidad y de seguridad alimentaria y medioambiental, pero aun así encuentran muchas
trabas para su cultivo y comercialización: desde el maíz transgénico de Monsanto auto-
rizado en 1998, han pasado doce años para que Europa autorice un segundo cultivo
transgénico, la patata Amflora de BASF, en marzo de 2010. Son muchos los países que
siguen negándose a autorizar la introducción de cultivos transgénicos, aun a pesar de las
enormes pérdidas comerciales debidas a plagas y otros problemas de los cultivos actua-
les, y para los que la bioingeniería ofrece remedios fiables (Bagla, 2010).
Por vez primera desde la Revolución Verde, los responsables políticos vuelven a tomar
en serio la seguridad alimentaria. Las evaluaciones de instituciones como la U.S. Natio-
nal Academy of Sciences, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura (FAO) o la U.K. Royal Society, muestran que el crecimiento de la pobla-
ción mundial, la urbanización, el cambio climático y la disponibilidad de recursos natu-
rales, representan importantes desafíos, cuando no amenazas, a la seguridad alimentaria
en el mundo (The Royal Society, 2009; AAAS, 2010). En algún momento próximo en
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el tiempo deberemos incrementar la producción alimentaria entre el 50 y el 100% de la
actual, y bajo restricciones ambientales que nunca hemos aplicado anteriormente.
Hay estudios que muestran que la tecnología actual es capaz de producir sufi-
cientes alimentos para todos, pero sus datos y conclusiones ocultan la desigualdad y la
falta de sostenibilidad del modelo actual de producción alimentaria en el mundo. La
desigualdad no hay que demostrarla cuando hay mil millones de personas que pasan
hambre. La falta de sostenibilidad es una realidad indiscutible, ya que la alta productivi-
dad alimentaria alcanzada en muchas regiones es a costa del agotamiento de recursos no
renovables, de infligir daño a los ecosistemas y de producir una enorme huella de car-
bono. El desafío no es sólo sobre la cantidad de alimento producido, sino también sobre
la equidad en su distribución, la eficiencia en el uso energético y la sostenibilidad de la
práctica agrícola.
Dado que los mismos informes señalan que no es posible aumentar significati-
vamente la superficie cultivada sin producir daños medioambientales graves, se propone
lo que se ha convenido en denominar una ‘intensificación sostenible’, en la que las
ciencias biológicas juegan un papel prominente: desarrollo de cultivos resistentes a con-
diciones adversas ―restricciones de agua y excesos salinos, plagas y enfermedades, por
ejemplo―, rendimientos compatibles con el uso de aditivos renovables ―previniendo
el agotamiento de minerales, de biodiversidad y de capital natural― y protección de los
ecosistemas (Domingo et al, 2009).
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Conocimientos en biología básica
El tercero de los campos en los que las ciencias biológicas prometen avances a la huma-
nidad es el de proporcionar explicaciones a los fenómenos más fundamentales e intere-
santes que pueden interesar al intelecto: ¿Cómo funcionan las células en su nivel fun-
damental? ¿Qué papel juegan los seres vivos en la dinámica planetaria? ¿Cómo se ha
producido la diversidad de los seres vivos y por qué es importante? ¿Qué determina la
manera en que los organismos se comportan? ¿Hasta qué punto podemos conocer el
pasado, y predecir el futuro, estudiando la vida actual?
Biología de sistemas y biología sintética: dos recién llegadas con un futuro brillante
El desarrollo de la biología y su sinergia con algunos avances tecnológicos ha constituido re-
cientemente dos nuevas disciplinas: la biología de sistemas y la biología sintética. La biología
de sistemas conecta el estudio del comportamiento de cada uno de los componentes de un sis-
tema biológico con el estudio del comportamiento del sistema completo. El sistema biológico
más sencillo es la célula, y elaborar una descripción completa de las estructuras moleculares y
comprender las conexiones entre las interacciones moleculares y las respuestas fisiológicas es
un objetivo de la biología sistémica.
La segunda de las disciplinas nuevas, la biología sintética, se fundamenta, en gran parte, en
los nuevos conocimientos que aporta la biología de sistemas. El objetivo de la biología sintética
consiste en diseñar y construir nuevos componentes y sistemas biológicos, o bien rediseñar sis-
temas biológicos ya existentes. La investigación ya ha comenzado por los microorganismos más
sencillos, por aquellos sistemas biológicos con menor número de genes y de complejos protei-
cos. Investigadores del Centre de Regulació Genòmica (CRG), trabajando conjuntamente con
otras instituciones como el EMBL (European Molecular Biology Laboratory de Heidelberg)
publicaron recientemente tres artículos en el mismo número de Science (27 November 2009)
sobre Mycoplasma pneumoniae, uno de los microorganismos más pequeños y sencillos de vida
libre y con capacidad de división autónoma: una célula bacteriana sin pared y de apenas de 2
µm de diámetro y sólo 689 genes, que se desplaza entre las células de los pulmones tomando de
ellas aminoácidos, lípidos y glucosa hasta matarlas. Sin embargo, su estudio ha revelado un
transcriptoma, un proteoma y un metaboloma mucho más dinámicos de lo esperado. Luis Se-
rrano, investigador de la ICREA, Institució Catalana de Re-
cerca i Estudis Avançats, y uno de los investigadores princi-
pales en este proyecto, ha declarado: “Nosotros queríamos
tener por primera vez un modelo matemático que permitiera
explicar un ser vivo; tener la bacteria replicándose y dividién-
dose en el ordenador. Esa era la idea original, y seguimos con
ella, pero pensábamos que iba a ser más fácil”.
Mycoplasma pneumoniae
Ya hemos escrito que el potencial explicativo de las ciencias biológicas se basa en gran
parte en que descansan sobre un pequeño número de principios organizativos funda-
mentales. Dada la gran complejidad de los seres vivos, una gran parte de la experimen-
tación biológica ha debido centrarse en las unidades individuales o, como mucho, en un
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número reducido de componentes pertenecientes a un único nivel de organización con-
creto. Este enfoque reduccionista ha rendido excelentes resultados en los niveles básicos
molecular, celular, fisiológico y ecológico en los que la vida está organizada, y así se-
guirá ocurriendo en el futuro.
No obstante, quedan por resolver muchos aspectos de la biología funcional.
Ahora los investigadores en biología están conquistando la capacidad de ir más allá de
los componentes individuales y las conexiones entre los distintos campos de la biología
comienzan a ser más sencillas de abordar.
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proporcionan micrografías que no han sido estudiadas por humanos. El poder actual de compu-
tación ha reducido entre 50 y 100 veces el tiempo de cálculo.
Los National Institutes of Health (NIH) de Estados Unidos, han lanzado en 2009 un pro-
yecto de cinco años con una financiación de 30 millones de dólares: The Human Connectome
Project pretende desarrollar nuevas técnicas para resolver la conectividad en el cerebro humano.
Algunos neurocientíficos se han declarado esperanzados en que los datos del cartografiado de
conectomas acaben teniendo un impacto equivalente al de la secuenciación del genoma humano.
La revolución de la genómica es descrita como una especie de ‘déjà vu’ por Freeman
Dyson (2009). La primera reunión de la British Association for the Advancement of
Science (BAAS) se celebró en 1831 en York, Inglaterra. El matemático Charles Babba-
ge lideró el ataque al antiguo orden con su libro de 1830 Reflections on the Decline of
Science in England, en el que acusó de esnobs ociosos e incompetentes a los dignatarios
de la Royal Society de Londres y dijo de ellos que estaban fuera de lugar en el mundo
moderno de la ciencia y la industria. La BAAS, en su tercera reunión de 1833 en Cam-
bridge, acuñó el término ‘científico’ para enfatizar la ruptura con el pasado de los ‘filó-
sofos naturales’. ¿Es posible que hayamos protagonizado ya una nueva ruptura, que los
multimillonarios tecnológicos hayan tomado el papel de los aristócratas ilustrados del
siglo XVIII? Si bien es pronto aún para responder con solidez esta pregunta, sí podemos
examinar algunos hechos. Si realmente se trata de una era nueva, sin duda deberá esta-
blecerse en torno a la biología y la computación: los protagonistas podrían ser estrellas
de la biología como Kary Mullis, Dean Kamen y Craig Venter, y magos de la compu-
tación como Larry Page, Sergey Brin y Charles Simonyi. Craig Venter es el emprende-
dor que demostró al mundo que se podían leer los genomas a mucha más velocidad,
Kary Mullis es el surfero que nos dijo cómo multiplicar los genomas mucho más rápido
y Dean Kamen es el ingeniero médico que nos enseñó cómo construir manos artificiales
que funcionen realmente. Todas estas estrellas guardan ecos del pasado. Venter navega
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ahora en su yate por los mares del mundo recolectando y secuenciando genomas de mi-
croorganismos, a la manera que Joseph Banks recolectó plantas en su circunnavegación
en el Endeavour del capitán Cook. Mullis, tras inventar la reacción en cadena de la po-
limerasa (PCR), se ha dedicado casi en exclusiva a surfear en las playas de California, al
igual que Humphry Davy, que tras inventar la lámpara de seguridad para las minas, pasó
la mayor parte de su tiempo pescando con mosca en los ríos escoceses. Kamen constru-
ye uniones funcionales entre cerebros humanos vivos y dedos mecánicos, al estilo del
Victor Frankenstein de Mary Shelley. Page y Brin han construido el gigante Google®,
el motor de búsqueda capaz de llevarnos hasta los límites del conocimiento humano, al
igual que William Herschel construyó un gigante telescopio para alcanzar los límites del
universo. Simonyi, arquitecto jefe de sistemas de software de Microsoft®, dos veces
cosmonauta en la Estación Espacial Internacional, trae a la memoria las intrépidas haza-
ñas de los aeronautas Blanchard y Jeffries, que cruzaron por vez primera de Inglaterra a
Francia en globo en 1795.
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fluencia de la transferencia horizontal de genes en microorganismos, hasta el punto de
desafiar a los conceptos clásicos de organismo, especie y evolución (Goldenfeld &
Woese, 2009).
Genómica, del griego génos (γένος), generación y del latín omnis, todo: la madre de todo
Con las primeras secuenciaciones de genomas nace una nueva disciplina científica, la genómica,
que no se limita a coleccionar secuencias sino que también trata de comprenderlas. Su hito ha
sido, sin duda, la secuenciación del genoma humano, concluida en 2003, que nos sorprendió
modificando el dogma de la biología molecular, ‘un gen, una proteína’, dado el reducido núme-
ro de genes descubierto respecto de los esperados. Al abrigo de estos descubrimientos, se mos-
tró que el número de proteínas presentes en una célula excedía su potencial de codificación, y
nació la proteómica para resolver las nuevas preguntas que sobre proteínas habían generado los
descubrimientos de la genómica. Su objeto de estudio es el proteoma, el conjunto de proteínas y
péptidos presentes en una célula bajo determinadas condiciones específicas.
Análogamente, la transcriptómica se dedica al estudio de transcriptomas, el conjunto de los
ARNm que una célula expresa en un determinado momento. La metabolómica hace lo propio
con el metaboloma, el conjunto total de metabolitos de una célula en un momento determinado.
El estudio combinado de estas –ómicas permitirá definir en términos moleculares un determina-
do fenotipo, y promete rendir datos relevantes para la diagnosis, prognosis o estrategias terapéu-
ticas en patologías humanas.
La metagenómica es otra –ómica, ésta dedicada a estudiar metagenomas, que se definen
como el conjunto de genomas presentes en un determinado medio, ya se trate de una flora intes-
tinal o de una población de microorganismos en un medio marino. Todas estas nuevas discipli-
nas son infatigables generadoras de una inmensidad de datos, y su utilidad es absolutamente
dependiente de las bases de datos biológicos de acceso público, de sus motores de búsqueda y
de sus servidores en Internet.
Tan potente se ha hecho la capacidad explicativa de las ciencias biológicas que incluso
las ciencias sociales están acercándose a ellas buscando inspiración y legitimidad (Bell,
2006). Tras la Segunda Guerra Mundial, fue la física el modelo teórico más apropiado a
seguir ―especialmente en términos de ‘método científico’― para las ciencias sociales,
especialmente la economía. Hoy la biología ha suplantado ese modelo de la física dentro
y fuera de la academia, y se ha convertido en la ciencia más notable, mejor fundamenta-
da y en la más ambiciosa de todas, en lo referido al potencial explicativo.
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que se había modificado drásticamente en el de humanos. El trozo se llamó HAR1, abreviatura
de Human Accelerated Region 1. Prácticamente no cambió en trescientos millones de años des-
de el ancestro común de pollos y ratones hasta el de chimpancés y humanos, para evolucionar
con rapidez en los últimos seis millones de años, desde el ancestro común de chimpancés y hu-
manos hasta los humanos modernos, en los que se han fijado dieciocho cambios.
Otro hecho importante que se conoce acerca de HAR1: es activo en el desarrollo del córtex
del cerebro del embrión durante el segundo semestre de la gestación materna, el momento en
que se organiza la estructura fina del cerebro. El equipo de Haussman encontró otro pedazo
similar de ADN en el genoma de vertebrados que denominó HAR2. Éste es activo en el desarro-
llo de las muñecas de las manos en el embrión. Las manos y el cerebro son los dos órganos que
más diferencian a los humanos de sus parientes vertebrados más próximos.
Es posible que el descubrimiento de estos trozos de ADN, HAR1 y HAR2, resulte de im-
portancia seminal para el estudio de la naturaleza humana a nivel molecular. Abre las puertas a
una nueva ciencia que puede facilitarnos el control de nuestra propia especie y cambiar profun-
damente en sentido de las posibles aplicaciones biológicas de nuestro conocimiento, ya resulte
finalmente para bien o para mal. Pero esta última parte, relacionada con la ética y la política, no
puede ser discutida y vigilada desde la ciencia, sino desde la responsabilidad científicamente
informada de la sociedad global.
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el comportamiento cooperativo? ¿Cómo serán las descripciones que emerjan del océano
de datos biológicos? ¿Hasta dónde podemos llevar el autoensamblaje químico? ¿Cómo
podemos detener selectivamente las respuestas autoinmunes? ¿Es posible una vacuna
efectiva para el VIH? ¿Cómo de caliente llegará a ser el efecto invernadero? ¿Qué re-
emplazará al petróleo barato, y cuándo? ¿Continuará Malthus estando equivocado?
De las cien preguntas más específicas, sesenta y cinco de ellas entran plenamen-
te en el campo de la biología, y esta sobrerrepresentación la convierte en la ciencia de la
que más queremos saber y, posiblemente también, de la que más necesitados estamos y
de la que menos sabemos. Es decir, no hay duda de que la biología es la ciencia del pre-
sente y del próximo futuro, la atalaya desde la que observar.
El año 1968 fue un año de conflicto y tumultos, el año en que el Apollo 8 puso por pri-
mera vez a un ser humano en el espacio lo suficientemente lejos como para escapar de
la fuerza de la gravedad y orbitar la Luna diez veces antes de volver a la Tierra. En la
cuarta órbita, la cápsula giró y por vez primera la Tierra quedó a la vista por su ventana.
Bill Anders, uno de los astronautas a bordo del Apollo 8, tomó una fotografía de
la Tierra saliendo sobre el horizonte lunar, y más tarde declaró: “Hicimos todo ese viaje
para explorar la Luna, y la cosa más importante que descubrimos fue la Tierra”.
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Figura 10. Earthrise, fotografía tomada por Bill Anders, astronauta a bordo del Apollo 8,
el 24 de diciembre de 1968, mientras orbitaba la Luna.
Fuente: NASA (http://grin.hq.nasa.gov/ABSTRACTS/GPN-2001-000009.html)
Hoy, ese punto distante y ventajoso desde el que contemplar nuestro planeta y descubrir
parte de lo mucho que de él aun ignoramos, desde donde empezar a perseguir la oportu-
nidad de comenzar a construir una nueva era de prosperidad para toda la humanidad, sin
ninguna duda debemos buscarlo en el mismo corazón de la biología.
No obstante, para que prospere la biología del futuro se precisarán investigado-
res competentes en lo que hoy consideramos en la educación campos disjuntos: ingenie-
ría, física, computación, biología molecular, ecología, evolución, biogeografía, medici-
na, agronomía, zoología, etc. Las señales de emergencia de la nueva biología deben
hacernos considerar la necesidad de cambiar la manera en la que educamos científica-
mente; necesitamos motivar a una nueva generación de estudiantes para que considere
que convertirse en científico o ingeniero es una acción importante para contribuir a me-
jorar algunos de los problemas sociales de la mayor importancia.
No es aquí el lugar para lamentarse de la baja calidad y el mínimo nivel de inte-
rés que la educación científica muestra en nuestro país, ni tampoco para discutir posi-
bles soluciones para su remedio. Pero sí es pertinente declarar que la nueva biología
presenta un enfoque integrado y centrado en problemas que es completamente consis-
tente con la investigación que señala las mejores formas en las que nuestros alumnos
aprenden. Igual que la conquista de la Luna motivó a muchos estudiantes de una gene-
ración anterior, proyectos claramente visibles que utilicen la biología para resolver pro-
blemas importantes pueden atraer a los estudiantes actuales hacia las ciencias y la inge-
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niería, y comprometerlos en la resolución de problemas relevantes. Hace falta un pro-
grama ambicioso y muy visible, capaz de mostrar que la investigación básica en cien-
cias no es algo ajeno al devenir de la sociedad, sino un ingrediente crítico para el desa-
rrollo de soluciones innovadoras a los problemas sociales.
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