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La biología y el mundo del siglo XXI

Chapter · March 2011


DOI: 10.13140/2.1.1816.3521

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Óscar Barberá Cristina Sendra Mocholí


University of Valencia University of Valencia
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Primaria. (GV/2014/058) View project

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La biología y el mundo del siglo XXI
Las ciencias biológicas atraviesan una época revolucionaria: se realizan descubrimien-
tos de grandes consecuencias que afectan al hombre en forma directa por su repercusión
inmediata sobre su bienestar físico, y en forma indirecta al modificar su medio. Sabemos
hoy muchas más cosas sobre la célula individual y los organismos complejos, sobre la
genética, la química, la física, la fisiología y la ecología que explican sus fenómenos, que
lo que el biólogo de antaño podía imaginar. Sabemos también más que nunca sobre la
dinámica de las poblaciones vegetales y animales, sobre los procesos y las estructuras
moleculares que regulan la vida.
(Cox, 1962; citado en Moment, 1962)

Así comienza el prólogo que Hiden T. Cox, secretario ejecutivo del American Institute
of Biological Sciences, escribió en la primavera de 1962 para el volumen titulado Fron-
tiers of Modern Biology, que recogió las conferencias de veinte eminentes biólogos que
radiodifundió La Voz de América ―servicio oficial de radiodifusión internacional del
gobierno de los Estados Unidos de América― con extraordinario éxito en la primavera
y el verano de 1961. La serie fue traducida al alemán, al árabe, al ruso y al español, y se
programó en países tan exóticos como Sierra Leona, Israel o España. Hoy, casi medio
siglo después, la vigencia de su significado sirve perfectamente de introducción a este
capítulo que persigue fines análogos.
La biología ha sido en la última década lo que fue la física a mitad del siglo pa-
sado: un área en la que los descubrimientos se han ido sucediendo exponencialmente. Si
algo parecía imposible en biología en la década de 1980, en la de 1990 ya era realidad, y
en 2000 se había convertido en materia rutinaria de estudio en las clases de biología de
bachillerato. Las ciencias biológicas están preparadas para anunciar una nueva época de
prosperidad y riqueza sin precedentes.

Bases de la nueva biología


El potencial actual de las ciencias de la vida tiene dos raíces. La primera la constituyen
las poderosas herramientas que permiten recoger y analizar cantidades ingentes de in-
formación sobre sistemas complejos, inimaginables hasta hace poco tiempo y que ahora
están a disposición de los investigadores. La segunda raíz la constituye una profunda
reorganización que están experimentando las ciencias: muchos aspectos fundamentales
de las ciencias de la vida están combinándose con partes de las ciencias físicas y mate-
máticas, de la computación y de la ingeniería, creando así entornos científicos ‘transdis-
ciplinares’ que centran su atención en asuntos globales. Esta amalgama de disciplinas
está conduciendo a nuevos descubrimientos sobre los procesos vitales y está creando
nuevas oportunidades para traducir esos avances en aplicaciones prácticas.

ÓSCAR BARBERÁ Y CRISTINA SENDRA, 2011. La biología y el mundo del siglo XXI, en:
Biología y geología, complementos de formación disciplinar (Pedro cañal, coord.),
Barcelona, Graó/Ministerio de Educación, páginas 77-96.
Estas dos raíces, las dos tendencias que modelan los avances en la investigación
biológica, son reflejo de la naturaleza fundamental de la vida, a la vez que dependen de
ella. El tremendo potencial de la biología actual descansa en dos hechos poderosos. El
primero es que todos los organismos vivos están relacionados por evolución, por lo que
trabajar sobre un gen, una célula, un organismo o una especie, es directamente relevante
para mejorar la comprensión de todos los demás, ya que los procesos pueden mostrarse
muy similares, incluso idénticos, entre diferentes organismos dada su ascendencia com-
partida. El segundo es que el proceso de evolución ha generado a lo largo del tiempo
geológico incontables variaciones de los mismos temas comunes, y ello hace que la
comparación como herramienta se convierta en un iluminador muy potente.
Naturalmente, no hay forma de predecir qué nuevas tecnologías o qué futuras
industrias emergerán de la unificación de la biología y de su convergencia con otras
ciencias y con la ingeniería, pero una medida de la importancia de esta integración es la
inclusión de los estudios de bioingeniería en la oferta del Massachusetts Institute of Te-
chnology (MIT), o que el plan estratégico de 2008 de la Harvard Medical School pro-
grame el inicio de los estudios de bioingeniería para el curso 2010-11.

Bioingeniería: una nueva carrera


Los sistemas celulares pueden representarse
como esquemas eléctricos análogos a los que
acostumbramos a utilizar para describir circui-
tos electrónicos. Pero en el caso de las células
los componentes de los esquemas son proteí-
nas, ácidos nucleicos y demás moléculas bio-
lógicamente activas, y el cableado que las une
son las interacciones entre ellas. Esta manera
de representar la dinámica celular ha ayudado
a entender los procesos integrados que un or-
ganismo necesita para funcionar como una
célula viva. Se ha estudiado estos procesos en
la bacteria Caulobacter crescentus, identifi-
cándose cuatro proteínas que se utilizan como Cell-inspired electronics,
reguladores principales de la división y dife- gráfico de Christine Daniloff
renciación celulares: la variación de las canti- Fuente (27/02/2010): MITnews,
(http://web.mit.edu/newsoffice/2010/cytomorphic-0225)
dades de estas proteínas en partes concretas de
la célula es la causante de una exquisita regulación capaz de coordinar estos sucesos en una
rejilla tridimensional. La construcción de estos diagramas ha permitido identificar nodos que
controlan funciones celulares y que actúan como dianas para drogas diseñadas para alterar la
función celular: se han iniciado proyectos para diseñar la síntesis de dos nuevos antibióticos y
un nuevo antifúngico. El equipo investigador que ha obtenido este conocimiento está formado
por biólogos, ingenieros y físicos, y todos han debido aprender los respectivos lenguajes para
trabajar juntos y desentrañar así la dinámica celular generando una forma completamente nueva
de comprensión del funcionamiento de las células vivas (McAdams y Shapiro, 2009).

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En las ciencias, la mayoría de las investigaciones no llevan a nada y la mayor parte de
cuanto se publica no tiene efectos perceptibles. Las buenas ideas no se presentan sin
más. Hacer ciencia es un proceso de selección laborioso y desperdiciador: por cada idea
exitosa desaparecen en silencio otras mil. En 1989, el National Research Council de los
Estados Unidos (NRC) publicó un informe titulado Opportunities in Biology; cuatro
años de trabajo y más de cuatrocientas páginas organizadas en nueve capítulos, recogie-
ron la excitación que reinaba hace poco más de dos décadas. Capítulo a capítulo, página
a página, se describieron las nuevas tecnologías y las promesas de nuevos descubri-
mientos en el diversificador campo de la biología. Las tecnologías cubrían niveles muy
distintos, desde el molecular ―la secuenciación de ADN acababa de progresar del mo-
do manual al automático― hasta el ecológico ―ingenios robóticos para explorar y
muestrear los fondos abisales―. Hoy, al leer el informe, se extrae la impresión de que
muchos autores subestimaron las capacidades de las nuevas tecnologías que en él des-
cribieron entonces con admiración: los quince millones de nucleótidos de secuencias de
ADN que habían sido determinados hasta 1989 provocan una sonrisa al ser comparados
con los más de 100 millones de nucleótidos al día que secuencian las máquinas actuales;
por no hablar de los datos tomados por satélites que permiten a los biólogos examinar
en remoto los cambios en el paisaje o seguir los rastros de la fauna salvaje con cada vez
mayor detalle; o de la capacidad de la World Wide Web para almacenar, recuperar y
compartir una cantidad inmensa de información.

¿Qué es la NUEVA BIOLOGÍA?


Fuente: NRC, Committee on a New Biology for
the 21st Century, 2009.

Un informe reciente del mismo NRC, A New Biology for the 21st Century, concluye que
en las ciencias biológicas se ha alcanzado un punto de inflexión que puede dar lugar al
inicio de un nivel de investigación nuevo, un nivel que si bien se construye aprovechan-
do la fortaleza de la investigación tradicional realizada en las distintas subdisciplinas
biológicas, está dotado de una estructura capaz de incorporar esa fortaleza para enfocar-
la sobre grandes preguntas cuyas respuestas pueden tener consecuencias prácticas muy

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beneficiosas. Este enfoque puede dirigirse a cuestiones clave de los sectores económicos
más críticos como el alimentario, el de la salud, la energía o el medioambiente.

Las promesas de las ciencias biológicas


Las inversiones realizadas en las ciencias de la vida rinden grandes beneficios en tres
amplísimas áreas: mejoran la salud humana, promueven industrias que impulsan la eco-
nomía al capacitarlas para enfrentarse a desafíos medioambientales, energéticos, de sa-
lud o alimentarios, y generan conocimiento y comprensión acerca de algunos de los más
fascinantes sistemas del universo.
Mejora de la salud humana
Las ciencias biológicas han permitido a la mayor parte de la población humana disfrutar
de calidad y duración de la vida antes nunca alcanzados. La inversión hecha para com-
batir enfermedades del corazón ha reducido en más del 50% las muertes por infarto. El
conocimiento del metabolismo del colesterol ha permitido desarrollar medicinas como
las estatinas, que han reducido los ataques cardíacos. El estudio de los receptores de la
superficie de las células nerviosas ha dado a conocer nuevos β-bloqueantes que son uti-
lizados para tratar la hipertensión y las enfermedades del corazón.
Nuevos descubrimientos sobre el papel de factores de necrosis tumorales en las
enfermedades inflamatorias han conducido a tratamientos con anticuerpos que han cam-
biado completamente la vida de muchas personas que padecen artritis reumatoide. Se
han desarrollado materiales con los que se producen tejidos y órganos de reparación.

Nanotecnología: la retina artificial


La retina artificial es un instrumento micro-
electrónico implantable que sirve como mag-
nífico ejemplo de la estrecha interrelación de
determinados avances en las ciencias físicas
y en las ciencias de la vida que permiten
afrontar problemas hasta ahora considerados
inabordables: enfermedades como la retinitis
pigmentosa o la degeneración de la mácula,
la primera causa de ceguera en personas de
edad avanzada, pueden ver disminuida la
gravedad de sus efectos gracias a una micro-
cámara montada en unas gafas mediante un Fondo de ojo con una matriz de
microprocesador convierte la imagen de la microelectrodos implantada
Fuente (27/02/2010): (http://artificialretina.energy.gov)
cámara en una señal electrónica. El primer
modelo de retina artificial contenía 16 electrodos y fue implantado en seis pacientes. Un segun-
do modelo de 60 electrodos se ha implantado en treinta pacientes, lo que les ha permitido reco-
nocer objetos y caras e incluso recuperar la capacidad de leer tipos grandes de letra. Se está
diseñando actualmente un tercer modelo con más de 200 electrodos.

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La investigación básica sobre retrovirus, motivada por su papel en algunos tipos de cán-
cer, facilitó en su momento la comprensión que acabó mostrándose crucial para identifi-
car la causa de la epidemia de SIDA y para desarrollar fármacos capaces de controlar la
enfermedad. Nuevas investigaciones sobre genética bacteriana producirán nuevos tra-
tamientos para enfermedades infecciosas que han desarrollado mecanismos que eluden
los tratamientos actualmente disponibles. Aplicar bioingeniería a células madre permiti-
rá una secreción regulada de insulina en diabéticos o la regeneración de nervios en la
médula espinal.

Medicina evolutiva: otra mirada


El estudio de la enfermedad y de la vejez en un contexto evolutivo es reciente. Si bien su naci-
miento formal se puede datar en 1991 con el artículo de George C. Williams y Randolph M.
Nesse “El amanecer de la medicina darwiniana” (Quarterly Review of Biology, 66: 1-22), fue el
libro de 1994 de los mismos autores Why we get sick: the new science of Darwinian medicine
el que le proporcionó visibilidad. En la contraportada de su edición en rústica, Richard Dawkins
recomendó comprar dos ejemplares y regalar uno de ellos a nuestro médico personal. Esta nue-
va disciplina médica estudia las consecuencias dinámicas y rápidas de la selección natural sobre
las adaptaciones de los humanos y sus patógenos, la reconstrucción de sus historias evolutivas
conjuntas y sus consecuencias para la salud y la enfermedad. La selección natural no sólo confi-
gura las cosas que funcionan, sino que también ayuda a comprender las razones por las que
dejan de funcionar adecuadamente. La estrechez del canal del parto, la existencia de muelas del
juicio o la persistencia de genes que provocan trastorno bipolar y senescencia, son asuntos que
tienen sus orígenes en nuestra historia evolutiva. Un enfoque evolutivo de la medicina puede
resultar muy interesante: podemos beneficiarnos del reconocimiento de que la diarrea, el dolor,
las náuseas, la fiebre, la ansiedad o el vómito son, todos ellos, excepcionales mecanismos de
defensa y deberíamos pensar dos veces en su función beneficiosa antes de proceder a su bloqueo
mediante fármacos para sentirnos más confortables. En lo que respecta a la salud pública, es
importante evaluar los cambios ambientales que pueden provocar cambios en la virulencia de
patógenos, como también lo es para el diseño de vacunas. Son muchos los ejemplos que exigen
reconocer a la evolución biológica como una parte básica de la medicina, y las cuestiones que
pone de relieve la biología evolutiva generarán respuestas que ayudarán, sin duda, a mejorar la
salud humana.

El enfoque para la salud de la nueva biología tiene como objetivo convertir en realidad
la capacidad de controlar la salud individualmente y tratar cualquier disfunción a su
medida, es decir, proporcionar una vigilancia predictiva y un cuidado individualizados.
Este objetivo implica conocer las relaciones entre una miríada de componentes de la
función sistémica conjunta. Actualmente la toma de decisiones médicas sigue basada
principalmente en el cálculo de probabilidades: sabemos que niveles altos de colesterol
están asociados con enfermedades del corazón, y también que determinados cánceres

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producen metástasis en estadios tempranos con una frecuencia predecible. No obstante,
también sabemos que algunos individuos con altos niveles de colesterol no padecen
enfermedades cardíacas, y que las metástasis de un determinado tipo de tumor aparecen
con una velocidad prodigiosa en algunos individuos pero no se dan en absoluto en otros.
Cada individuo posee un conjunto único de genes y una historia medioambiental única,
pero nuestro conocimiento de la relación de estas variantes con la salud es incierto.
Promoción de industrias que respondan a problemas globales
Además de las aplicaciones en salud humana, las ciencias biológicas proporcionan plan-
teamientos que pueden contribuir a avances en muchas industrias, desde la producción
energética a la descontaminación, o a la producción de nuevos materiales biológicos o
inspirados en la biología.

Biomimética: aprender a aprovechar lo disponible


Aprender acerca del mundo natural es una cosa, y aprender del mundo natural es otra. Las res-
puestas a infinidad de problemas de la ingeniería están ahí, en la naturaleza, y no hay más que
recolectarlas. A esa búsqueda se dedica la biomimética. Infinidad de asuntos complejos como el
autoensamblaje de materiales y estructuras o su capacidad de resistencia, la generación de color
sin pigmentos, texturas capaces de mantenerse limpias, formas que reduzcan el rozamiento y
mejoren la eficiencia aero- o hidrodinámica, obtención de agua limpia, autodegradación pro-
gramada, generación de imágenes de gran pureza y vívidos colores, adhesivos no tóxicos y bio-
degradables, ya han sido resueltos en la naturaleza y están a nuestra disposición para imitarlos y
ayudarnos a resolver algunos de nuestros graves problemas ambientales de una forma natural y
sostenible.

Palas de turbina eólica que imitan la forma de las aletas de la ballena jorobada
Megaptera novaeangliae (Borowski, 1781) Fuente (27/02/2010): The Biomimicry Institute, http://asknature.org

Algunos microbios se utilizan para producir biofuel y quizás el futuro nos depare que
acaben siendo una fuente energética principal. Hay organismos, tanto marinos como
terrestres, capaces de extraer bióxido de carbono de la atmósfera, lo que sugiere que los
sistemas vivos pueden ayudar a gestionar el cambio climático. El estudio de sistemas
complejos característicos de la biología está rindiendo resultados que pueden aplicarse a
redes que se interconectan de manera similar en muchas áreas científicas, y viceversa.

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La agricultura es un buen ejemplo. La industria biotecnológica agrícola es muy
joven, apenas sobrepasa una década. El primer cultivo de bioingeniería, una semilla de
soja con un gen que proporciona tolerancia a un herbicida, se comercializó en 1996.
Hoy, los cultivos procedentes de la bioingenería suponen más del 20% de la tierra culti-
vada en el mundo, y este porcentaje se duplicará muy pronto cuando adopten plenamen-
te la nueva tecnología países como India y China. Se trata, sin duda, de la tecnología
más rápidamente adoptada en la historia de la agricultura.
La introducción de diversos genes en una cada vez más amplia variedad de cul-
tivos, no sólo mejora sus rendimientos espectacularmente, sino que también produce
beneficios medioambientales muy importantes. Alterando las características de los cul-
tivos se ha conseguido que los agricultores utilicen menos pesticidas y demás productos
químicos y que los productos agrícolas sean más saludables (Normile, 2008). Sobre las
plantas de cultivo denominadas transgénicas se ejercen los más rigurosos controles de
calidad y de seguridad alimentaria y medioambiental, pero aun así encuentran muchas
trabas para su cultivo y comercialización: desde el maíz transgénico de Monsanto auto-
rizado en 1998, han pasado doce años para que Europa autorice un segundo cultivo
transgénico, la patata Amflora de BASF, en marzo de 2010. Son muchos los países que
siguen negándose a autorizar la introducción de cultivos transgénicos, aun a pesar de las
enormes pérdidas comerciales debidas a plagas y otros problemas de los cultivos actua-
les, y para los que la bioingeniería ofrece remedios fiables (Bagla, 2010).

Amflora, la patata de BASF optimizada para la producción de almidón industrial.


Fuente (02/03/2010): BASF, http://www.basf.com/group/pressrelease/P-10-179

Por vez primera desde la Revolución Verde, los responsables políticos vuelven a tomar
en serio la seguridad alimentaria. Las evaluaciones de instituciones como la U.S. Natio-
nal Academy of Sciences, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura (FAO) o la U.K. Royal Society, muestran que el crecimiento de la pobla-
ción mundial, la urbanización, el cambio climático y la disponibilidad de recursos natu-
rales, representan importantes desafíos, cuando no amenazas, a la seguridad alimentaria
en el mundo (The Royal Society, 2009; AAAS, 2010). En algún momento próximo en

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el tiempo deberemos incrementar la producción alimentaria entre el 50 y el 100% de la
actual, y bajo restricciones ambientales que nunca hemos aplicado anteriormente.
Hay estudios que muestran que la tecnología actual es capaz de producir sufi-
cientes alimentos para todos, pero sus datos y conclusiones ocultan la desigualdad y la
falta de sostenibilidad del modelo actual de producción alimentaria en el mundo. La
desigualdad no hay que demostrarla cuando hay mil millones de personas que pasan
hambre. La falta de sostenibilidad es una realidad indiscutible, ya que la alta productivi-
dad alimentaria alcanzada en muchas regiones es a costa del agotamiento de recursos no
renovables, de infligir daño a los ecosistemas y de producir una enorme huella de car-
bono. El desafío no es sólo sobre la cantidad de alimento producido, sino también sobre
la equidad en su distribución, la eficiencia en el uso energético y la sostenibilidad de la
práctica agrícola.
Dado que los mismos informes señalan que no es posible aumentar significati-
vamente la superficie cultivada sin producir daños medioambientales graves, se propone
lo que se ha convenido en denominar una ‘intensificación sostenible’, en la que las
ciencias biológicas juegan un papel prominente: desarrollo de cultivos resistentes a con-
diciones adversas ―restricciones de agua y excesos salinos, plagas y enfermedades, por
ejemplo―, rendimientos compatibles con el uso de aditivos renovables ―previniendo
el agotamiento de minerales, de biodiversidad y de capital natural― y protección de los
ecosistemas (Domingo et al, 2009).

Plantas de arroz de la variedad Bomba (Oryza


sativa L.) modificadas genéticamente para
mejorar sus propiedades agronómicas.
Fuente: Concha Domingo, Instituto Valenciano de
Investigaciones Agrarias (IVIA)

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Conocimientos en biología básica
El tercero de los campos en los que las ciencias biológicas prometen avances a la huma-
nidad es el de proporcionar explicaciones a los fenómenos más fundamentales e intere-
santes que pueden interesar al intelecto: ¿Cómo funcionan las células en su nivel fun-
damental? ¿Qué papel juegan los seres vivos en la dinámica planetaria? ¿Cómo se ha
producido la diversidad de los seres vivos y por qué es importante? ¿Qué determina la
manera en que los organismos se comportan? ¿Hasta qué punto podemos conocer el
pasado, y predecir el futuro, estudiando la vida actual?

Biología de sistemas y biología sintética: dos recién llegadas con un futuro brillante
El desarrollo de la biología y su sinergia con algunos avances tecnológicos ha constituido re-
cientemente dos nuevas disciplinas: la biología de sistemas y la biología sintética. La biología
de sistemas conecta el estudio del comportamiento de cada uno de los componentes de un sis-
tema biológico con el estudio del comportamiento del sistema completo. El sistema biológico
más sencillo es la célula, y elaborar una descripción completa de las estructuras moleculares y
comprender las conexiones entre las interacciones moleculares y las respuestas fisiológicas es
un objetivo de la biología sistémica.
La segunda de las disciplinas nuevas, la biología sintética, se fundamenta, en gran parte, en
los nuevos conocimientos que aporta la biología de sistemas. El objetivo de la biología sintética
consiste en diseñar y construir nuevos componentes y sistemas biológicos, o bien rediseñar sis-
temas biológicos ya existentes. La investigación ya ha comenzado por los microorganismos más
sencillos, por aquellos sistemas biológicos con menor número de genes y de complejos protei-
cos. Investigadores del Centre de Regulació Genòmica (CRG), trabajando conjuntamente con
otras instituciones como el EMBL (European Molecular Biology Laboratory de Heidelberg)
publicaron recientemente tres artículos en el mismo número de Science (27 November 2009)
sobre Mycoplasma pneumoniae, uno de los microorganismos más pequeños y sencillos de vida
libre y con capacidad de división autónoma: una célula bacteriana sin pared y de apenas de 2
µm de diámetro y sólo 689 genes, que se desplaza entre las células de los pulmones tomando de
ellas aminoácidos, lípidos y glucosa hasta matarlas. Sin embargo, su estudio ha revelado un
transcriptoma, un proteoma y un metaboloma mucho más dinámicos de lo esperado. Luis Se-
rrano, investigador de la ICREA, Institució Catalana de Re-
cerca i Estudis Avançats, y uno de los investigadores princi-
pales en este proyecto, ha declarado: “Nosotros queríamos
tener por primera vez un modelo matemático que permitiera
explicar un ser vivo; tener la bacteria replicándose y dividién-
dose en el ordenador. Esa era la idea original, y seguimos con
ella, pero pensábamos que iba a ser más fácil”.
Mycoplasma pneumoniae

Ya hemos escrito que el potencial explicativo de las ciencias biológicas se basa en gran
parte en que descansan sobre un pequeño número de principios organizativos funda-
mentales. Dada la gran complejidad de los seres vivos, una gran parte de la experimen-
tación biológica ha debido centrarse en las unidades individuales o, como mucho, en un

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número reducido de componentes pertenecientes a un único nivel de organización con-
creto. Este enfoque reduccionista ha rendido excelentes resultados en los niveles básicos
molecular, celular, fisiológico y ecológico en los que la vida está organizada, y así se-
guirá ocurriendo en el futuro.
No obstante, quedan por resolver muchos aspectos de la biología funcional.
Ahora los investigadores en biología están conquistando la capacidad de ir más allá de
los componentes individuales y las conexiones entre los distintos campos de la biología
comienzan a ser más sencillas de abordar.

Conectoma: un nuevo ‘–oma’ en la comunidad


Caenorhabitis elegans Maupas, un pequeño gusano nema-
todo transparente de apenas un milímetro de longitud, tiene
un sistema nervioso compuesto de 302 células. En la déca-
da de 1970, un grupo de investigadores de Cambridge Uni-
versity decidieron crear el diagrama de conexiones comple-
to de esas neuronas. Recientemente estos diagramas han
sido denominados ‘conectomas’ por sus analogías concep-
tuales con otros –omas: genomas, proteomas, transcripto-
mas, metabolomas, etc. El conectoma de C. elegans se
completó en 1986 tras más de doce años de tenaces y tedio- Micrografía electrónica de
sas labores investigadoras. Caenorhabitis elegans
Ahora un puñado de científicos repartidos por el mundo ha decidido ponerse a una tarea
más ambiciosa: describir conectomas de cerebros más parecidos al nuestro, incluso del nuestro.
Confían en que los resultados alteren de manera fundamental nuestra comprensión del cerebro.
Cartografiar millones de conexiones neuronales del cerebro puede ayudar a los investiga-
dores a comprender cómo de las neuronas surge la inteligencia, la personalidad o la memoria,
asuntos que hasta ahora se han resistido a ser desentrañados. Investigadores en neurociencia
computacional han estado desarrollando instrumentos en los últimos años que permitan desvelar
estas conexiones; utilizan un enorme poder de computación para procesar imágenes del cerebro,
pero en primer lugar deben programar a los ordenadores para que enfoquen dónde y cómo mi-
rar.
Construir conectomas exige analizar enormes cantidades de imágenes de microscopía elec-
trónica de cortes ultrafinos de cerebro y trazar las enmarañadas conexiones entre neuronas
―muchas de ellas se proyectan a varios centímetros de distancia―. Es un proceso meticuloso,
lleva horas trazar cada neurona, y cada trazo debe ser repetido por varios investigadores para
depurar los errores debidos principalmente a la naturaleza tediosa del procedimiento. Se confía
en acelerar el proceso utilizando ordenadores de gran velocidad de procesamiento a los que se
capacite para analizar los cortes cerebrales mediante una técnica habitual en ciencias de la
computación denominada aprendizaje automatizado de máquinas. Esta técnica hace que los
ordenadores se puedan ‘adiestrar’ mediante el ejemplo: alimentan a sus ordenadores con micro-
grafías electrónicas así como con los trazos que de ellas obtienen los investigadores humanos; el
ordenador extrae un algoritmo capaz de imitar el resultado humano y una vez adiestrado se le

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proporcionan micrografías que no han sido estudiadas por humanos. El poder actual de compu-
tación ha reducido entre 50 y 100 veces el tiempo de cálculo.
Los National Institutes of Health (NIH) de Estados Unidos, han lanzado en 2009 un pro-
yecto de cinco años con una financiación de 30 millones de dólares: The Human Connectome
Project pretende desarrollar nuevas técnicas para resolver la conectividad en el cerebro humano.
Algunos neurocientíficos se han declarado esperanzados en que los datos del cartografiado de
conectomas acaben teniendo un impacto equivalente al de la secuenciación del genoma humano.

Mapping the brain, gráfico de Christine Daniloff


Fuente: MITnews, http://web.mit.edu/newsoffice/2010/brain-mapping.html

La revolución de la genómica es descrita como una especie de ‘déjà vu’ por Freeman
Dyson (2009). La primera reunión de la British Association for the Advancement of
Science (BAAS) se celebró en 1831 en York, Inglaterra. El matemático Charles Babba-
ge lideró el ataque al antiguo orden con su libro de 1830 Reflections on the Decline of
Science in England, en el que acusó de esnobs ociosos e incompetentes a los dignatarios
de la Royal Society de Londres y dijo de ellos que estaban fuera de lugar en el mundo
moderno de la ciencia y la industria. La BAAS, en su tercera reunión de 1833 en Cam-
bridge, acuñó el término ‘científico’ para enfatizar la ruptura con el pasado de los ‘filó-
sofos naturales’. ¿Es posible que hayamos protagonizado ya una nueva ruptura, que los
multimillonarios tecnológicos hayan tomado el papel de los aristócratas ilustrados del
siglo XVIII? Si bien es pronto aún para responder con solidez esta pregunta, sí podemos
examinar algunos hechos. Si realmente se trata de una era nueva, sin duda deberá esta-
blecerse en torno a la biología y la computación: los protagonistas podrían ser estrellas
de la biología como Kary Mullis, Dean Kamen y Craig Venter, y magos de la compu-
tación como Larry Page, Sergey Brin y Charles Simonyi. Craig Venter es el emprende-
dor que demostró al mundo que se podían leer los genomas a mucha más velocidad,
Kary Mullis es el surfero que nos dijo cómo multiplicar los genomas mucho más rápido
y Dean Kamen es el ingeniero médico que nos enseñó cómo construir manos artificiales
que funcionen realmente. Todas estas estrellas guardan ecos del pasado. Venter navega

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ahora en su yate por los mares del mundo recolectando y secuenciando genomas de mi-
croorganismos, a la manera que Joseph Banks recolectó plantas en su circunnavegación
en el Endeavour del capitán Cook. Mullis, tras inventar la reacción en cadena de la po-
limerasa (PCR), se ha dedicado casi en exclusiva a surfear en las playas de California, al
igual que Humphry Davy, que tras inventar la lámpara de seguridad para las minas, pasó
la mayor parte de su tiempo pescando con mosca en los ríos escoceses. Kamen constru-
ye uniones funcionales entre cerebros humanos vivos y dedos mecánicos, al estilo del
Victor Frankenstein de Mary Shelley. Page y Brin han construido el gigante Google®,
el motor de búsqueda capaz de llevarnos hasta los límites del conocimiento humano, al
igual que William Herschel construyó un gigante telescopio para alcanzar los límites del
universo. Simonyi, arquitecto jefe de sistemas de software de Microsoft®, dos veces
cosmonauta en la Estación Espacial Internacional, trae a la memoria las intrépidas haza-
ñas de los aeronautas Blanchard y Jeffries, que cruzaron por vez primera de Inglaterra a
Francia en globo en 1795.

Sistemática, genómica y computación: métodos filogenómicos escalables


Conocer las relaciones entre especies es un prerrequisito para comprender la manera en que la
diversidad morfológica y ecológica ha evolucionado en el tiempo. Examinar muchos genes de
muchas especies es el objetivo de los análisis filogenómicos, que utilizan métodos automatiza-
dos que permiten identificar y seleccionar genes comunes entre diferentes especies, y desarro-
llan herramientas de supercomputación optimizadas para reconstruir las relaciones entre las
secuencias de genes. Un trabajo reciente sobre un grupo de gusanos planos, que ocupaba una
posición inconsistente en los estudios filogenéticos y que se había mostrado entre los taxa más
inestables en los análisis filogenómicos, ha precisado de un enorme poder de computación para
alcanzar sus conclusiones: se ha servido de un sistema IBM BlueGene/L del San Diego Super-
computer Center, EUA, comprendido por tres racks de 1024 nodos cada uno y con dos procesa-
dores por nodo, lo que permitió un tiempo total de análisis equivalente a 2,25 millones de horas
de procesador (Hejnol et al, 2009).

La reciente y continuada revolución en genómica ha sido facilitada por la integración


interna de las ciencias de la vida ―de la que la biología evolutiva del desarrollo, evo-
devo, y su extensión ecológica, eco-evo-devo, son dos ejemplos―, y gana impulso con-
tinuamente gracias a su integración externa con otras disciplinas. La caída en picado de
los costes de secuenciación de los genomas y el aumento exponencial de su resolución y
velocidad de proceso, han generado enormes cantidades de información que han puesto
de manifiesto la necesidad de una expansión rápida de las matemáticas y la compu-
tación aplicadas a la biología. El tratamiento de estas vastísimas bases de datos está rin-
diendo conocimientos que amplían y confirman, a la vez que modifican, los principios
organizativos básicos de la biología. Por ejemplo, datos procedentes de estudios de me-
tagenómica o genómica ambiental han llevado mucho más lejos de lo esperado la in-

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fluencia de la transferencia horizontal de genes en microorganismos, hasta el punto de
desafiar a los conceptos clásicos de organismo, especie y evolución (Goldenfeld &
Woese, 2009).

Genómica, del griego génos (γένος), generación y del latín omnis, todo: la madre de todo
Con las primeras secuenciaciones de genomas nace una nueva disciplina científica, la genómica,
que no se limita a coleccionar secuencias sino que también trata de comprenderlas. Su hito ha
sido, sin duda, la secuenciación del genoma humano, concluida en 2003, que nos sorprendió
modificando el dogma de la biología molecular, ‘un gen, una proteína’, dado el reducido núme-
ro de genes descubierto respecto de los esperados. Al abrigo de estos descubrimientos, se mos-
tró que el número de proteínas presentes en una célula excedía su potencial de codificación, y
nació la proteómica para resolver las nuevas preguntas que sobre proteínas habían generado los
descubrimientos de la genómica. Su objeto de estudio es el proteoma, el conjunto de proteínas y
péptidos presentes en una célula bajo determinadas condiciones específicas.
Análogamente, la transcriptómica se dedica al estudio de transcriptomas, el conjunto de los
ARNm que una célula expresa en un determinado momento. La metabolómica hace lo propio
con el metaboloma, el conjunto total de metabolitos de una célula en un momento determinado.
El estudio combinado de estas –ómicas permitirá definir en términos moleculares un determina-
do fenotipo, y promete rendir datos relevantes para la diagnosis, prognosis o estrategias terapéu-
ticas en patologías humanas.
La metagenómica es otra –ómica, ésta dedicada a estudiar metagenomas, que se definen
como el conjunto de genomas presentes en un determinado medio, ya se trate de una flora intes-
tinal o de una población de microorganismos en un medio marino. Todas estas nuevas discipli-
nas son infatigables generadoras de una inmensidad de datos, y su utilidad es absolutamente
dependiente de las bases de datos biológicos de acceso público, de sus motores de búsqueda y
de sus servidores en Internet.

Tan potente se ha hecho la capacidad explicativa de las ciencias biológicas que incluso
las ciencias sociales están acercándose a ellas buscando inspiración y legitimidad (Bell,
2006). Tras la Segunda Guerra Mundial, fue la física el modelo teórico más apropiado a
seguir ―especialmente en términos de ‘método científico’― para las ciencias sociales,
especialmente la economía. Hoy la biología ha suplantado ese modelo de la física dentro
y fuera de la academia, y se ha convertido en la ciencia más notable, mejor fundamenta-
da y en la más ambiciosa de todas, en lo referido al potencial explicativo.

Lo que nos hace humanos: un conocimiento de doble filo


Un paso importante para comprender el genoma es el trabajo de David Haussler y sus colegas
de la University of California at Santa Cruz (Pollard, 2009). Haussler es un experto programa-
dor professional que decidió poner interés en los asuntos de la biología y utilizar como instru-
mento experimental el ordenador. Él y su grupo hicieron comparaciones precisas de genomas de
distintas especies. Descubrieron un pequeño trozo de ADN del genoma de los vertebrados que
se había conservado estrictamente en los genomas de pollos, ratones, ratas y chimpancés, pero

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que se había modificado drásticamente en el de humanos. El trozo se llamó HAR1, abreviatura
de Human Accelerated Region 1. Prácticamente no cambió en trescientos millones de años des-
de el ancestro común de pollos y ratones hasta el de chimpancés y humanos, para evolucionar
con rapidez en los últimos seis millones de años, desde el ancestro común de chimpancés y hu-
manos hasta los humanos modernos, en los que se han fijado dieciocho cambios.
Otro hecho importante que se conoce acerca de HAR1: es activo en el desarrollo del córtex
del cerebro del embrión durante el segundo semestre de la gestación materna, el momento en
que se organiza la estructura fina del cerebro. El equipo de Haussman encontró otro pedazo
similar de ADN en el genoma de vertebrados que denominó HAR2. Éste es activo en el desarro-
llo de las muñecas de las manos en el embrión. Las manos y el cerebro son los dos órganos que
más diferencian a los humanos de sus parientes vertebrados más próximos.
Es posible que el descubrimiento de estos trozos de ADN, HAR1 y HAR2, resulte de im-
portancia seminal para el estudio de la naturaleza humana a nivel molecular. Abre las puertas a
una nueva ciencia que puede facilitarnos el control de nuestra propia especie y cambiar profun-
damente en sentido de las posibles aplicaciones biológicas de nuestro conocimiento, ya resulte
finalmente para bien o para mal. Pero esta última parte, relacionada con la ética y la política, no
puede ser discutida y vigilada desde la ciencia, sino desde la responsabilidad científicamente
informada de la sociedad global.

Lo que queda por saber


Pero hay otra perspectiva desde la que contemplar todo esto. En las ciencias, el conoci-
miento y la ignorancia coevolucionan necesariamente, pero lo que realmente da forma a
una ciencia es la ignorancia. Conforme se acumula conocimiento disminuye lo que fue
ignorancia en el pasado, pero la comprensión genera preguntas nuevas que descubren
áreas vírgenes en las que la ignorancia campa a sus anchas. No hay manera mejor de
comprobar el estado actual de una ciencia que enumerar las preguntas para las que no
tiene respuesta, y eso es lo que planteó en 2005 la revista Science para conmemorar sus
125 años: reunió una parte importante de su plantilla de investigadores y les pidió que
recolectasen veinticinco grandes cuestiones difíciles para las que no tenemos respuesta
satisfactoria, y otras cien de ámbito más específico, más restringidas, de las que tampo-
co sabemos demasiado. De las veinticinco más amplias, diecinueve implican directa-
mente a las ciencias de la vida en la búsqueda de hipótesis para arrojar luz sobre ellas:
¿Cuál es la base biológica de la conciencia? ¿Por qué tenemos tan pocos genes
los humanos? ¿Hasta qué punto la salud personal y la variación genética están relacio-
nadas? ¿Cuánto podemos esperar que se dilate la esperanza de vida en las personas?
¿Qué controla la regeneración de órganos? ¿Cómo puede una célula epitelial convertirse
en una célula nerviosa? ¿Cómo se convierte una única célula somática en una planta
entera? ¿Estamos solos en el universo? ¿Cómo y dónde surgió la vida en la Tierra?
¿Qué determina la diversidad de especies? ¿Qué cambios genéticos nos hacen exclusi-
vamente humanos? ¿Cómo se almacenan y recuperan los recuerdos? ¿Cómo evolucionó

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el comportamiento cooperativo? ¿Cómo serán las descripciones que emerjan del océano
de datos biológicos? ¿Hasta dónde podemos llevar el autoensamblaje químico? ¿Cómo
podemos detener selectivamente las respuestas autoinmunes? ¿Es posible una vacuna
efectiva para el VIH? ¿Cómo de caliente llegará a ser el efecto invernadero? ¿Qué re-
emplazará al petróleo barato, y cuándo? ¿Continuará Malthus estando equivocado?
De las cien preguntas más específicas, sesenta y cinco de ellas entran plenamen-
te en el campo de la biología, y esta sobrerrepresentación la convierte en la ciencia de la
que más queremos saber y, posiblemente también, de la que más necesitados estamos y
de la que menos sabemos. Es decir, no hay duda de que la biología es la ciencia del pre-
sente y del próximo futuro, la atalaya desde la que observar.

El origen de la vida: una incógnita desde arriba y desde abajo


Sobre el asunto del origen de la vida ya se interesó el mismo Charles Darwin, que en una carta
de 1 de febrero de 1871 escribió a su amigo Joseph Hooker una hipótesis que hoy nos resulta
inesperadamente moderna (Peretó, 2009):
«Si (y oh, ¡qué gran si!) se pudiese imaginar que en una charquita templada con todo tipo
de sales amónicas y fosfóricas ―y en presencia de luz, calor, electricidad, etc.― se formó
químicamente un compuesto proteico, preparado para sufrir cambios todavía más comple-
jos; en la actualidad esta materia sería devorada o absorbida en seguida, pero eso no ha-
bría pasado antes de que se formaran los seres vivientes.»

Prácticamente desde entonces se está buscando la “charquita templada” y el “compuesto protei-


co” primordial. Se han empleado dos estrategias investigadoras para ello: la estrategia “desde
arriba”, que retrocede en el tiempo geológico desde las formas de vida actuales hasta sus ances-
tros más simples, y que ha conseguido localizar fósiles de microbios de 3400 millones de años
de antigüedad y restos de actividad vital de hace 3700 millones de años; y la estrategia “desde
abajo”, que avanza desde la formación de nuestro planeta hace 4550 millones de años, y explora
los compuestos químicos prebióticos que, presumiblemente, acabaron organizándose en materia
viva.
Los avances en ambos sentidos han sido notables, pero el trecho que queda por cubrir es
respetable, en concreto en asuntos como el autoensamblaje de compuestos químicos prebióticos
o la aparición de las primeras funciones susceptibles de reconocerse como biológicas, tales co-
mo las capacidades de reproducción y de evolución.

El año 1968 fue un año de conflicto y tumultos, el año en que el Apollo 8 puso por pri-
mera vez a un ser humano en el espacio lo suficientemente lejos como para escapar de
la fuerza de la gravedad y orbitar la Luna diez veces antes de volver a la Tierra. En la
cuarta órbita, la cápsula giró y por vez primera la Tierra quedó a la vista por su ventana.
Bill Anders, uno de los astronautas a bordo del Apollo 8, tomó una fotografía de
la Tierra saliendo sobre el horizonte lunar, y más tarde declaró: “Hicimos todo ese viaje
para explorar la Luna, y la cosa más importante que descubrimos fue la Tierra”.

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Figura 10. Earthrise, fotografía tomada por Bill Anders, astronauta a bordo del Apollo 8,
el 24 de diciembre de 1968, mientras orbitaba la Luna.
Fuente: NASA (http://grin.hq.nasa.gov/ABSTRACTS/GPN-2001-000009.html)

Hoy, ese punto distante y ventajoso desde el que contemplar nuestro planeta y descubrir
parte de lo mucho que de él aun ignoramos, desde donde empezar a perseguir la oportu-
nidad de comenzar a construir una nueva era de prosperidad para toda la humanidad, sin
ninguna duda debemos buscarlo en el mismo corazón de la biología.
No obstante, para que prospere la biología del futuro se precisarán investigado-
res competentes en lo que hoy consideramos en la educación campos disjuntos: ingenie-
ría, física, computación, biología molecular, ecología, evolución, biogeografía, medici-
na, agronomía, zoología, etc. Las señales de emergencia de la nueva biología deben
hacernos considerar la necesidad de cambiar la manera en la que educamos científica-
mente; necesitamos motivar a una nueva generación de estudiantes para que considere
que convertirse en científico o ingeniero es una acción importante para contribuir a me-
jorar algunos de los problemas sociales de la mayor importancia.
No es aquí el lugar para lamentarse de la baja calidad y el mínimo nivel de inte-
rés que la educación científica muestra en nuestro país, ni tampoco para discutir posi-
bles soluciones para su remedio. Pero sí es pertinente declarar que la nueva biología
presenta un enfoque integrado y centrado en problemas que es completamente consis-
tente con la investigación que señala las mejores formas en las que nuestros alumnos
aprenden. Igual que la conquista de la Luna motivó a muchos estudiantes de una gene-
ración anterior, proyectos claramente visibles que utilicen la biología para resolver pro-
blemas importantes pueden atraer a los estudiantes actuales hacia las ciencias y la inge-

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niería, y comprometerlos en la resolución de problemas relevantes. Hace falta un pro-
grama ambicioso y muy visible, capaz de mostrar que la investigación básica en cien-
cias no es algo ajeno al devenir de la sociedad, sino un ingrediente crítico para el desa-
rrollo de soluciones innovadoras a los problemas sociales.

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