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Lección: Considerar las consecuencias mas remotas y de largo plazo de una medida o política, y

su implicancia no solo en un grupo, sino en todos los sectores.

Aprovechamiento por parte de malos economistas y demagogos, de la pereza intelectual para


mediantes términos denigrantes de gran impacto, instalar sofismas y hacerlos doctrina.

El sofisma del escaparate roto: donde la destrucción belica estimula la demanda agregda, es
una falacia; necesidad no es demanda, demanda tiene que tener necesidad pero poder de
compra para estimular nuevos negocios.

La guerra y posguerra crean una demanda forzada y acumulación de demanda de ciertos


bienes en contra de otros, estas industrias luego deberán dejar lugar para la satisfacción de
otros bienes

La inflación, como mera emisión de dinero con consecuencias de aumento de salarios y


precios, parece estimular la demanda pero en realidad es una ilusión, en términos de
producción real e intercambio de mercaderías no lo es, el poder adquisitivo es menor; la
demanda posbélica es menor a la prebélica en valor absoluto. La oferta posbélica termina
siendo menor, porque disminuye la capacidad productiva. Pero la inflación al distorsionar los
precios relativos puede mostrar un “aumento de la renta nacional”. Estos principios son
aplicables en amplias proporciones.

Salvo los dones de la naturaleza, todo debe ser pagado de una u otra manera; así, los gastos de
gobierno son satisfechos mediante la correspondiente exacción fiscal, hasta la misma inflación
se puede considerar como un tributo vicioso.

En la cuestión, no se critica a la cuota indispensable de obra pública, aquella que atiende a las
necesidades como seguridad, infraestructura básica tal como calles, puentes, rutas, inmuebles
para legisladores, túneles, necesaria para los servicios públicos básicos. Se critica a la obra
publica concebida como creadora de riqueza o paleadora de carencias.

Cuando la finalidad de la obra publica es ser fuente de trabajo, la necesidad pasa a ser
secundaria. Se hace entender que esos puestos de trabajo no pueden conseguirse de otro
modo. Cada unidad monetaria empleada en la obra pública es “aportada” por los
contribuyentes mediante impuestos, quitando recursos al sector privado, dejándolos sin la
posibilidad de utilizarlos en lo que realmente necesitan, produciendo una desviación de
actividades. El tema esta en que los funcionarios tienen el discurso para disfrazar la realidad,
los que no ven mas alla (sin mirada a largo plazo) no ven el costo de oportunidad, las
actividades que el privado podría haber llevado a cabo, inversión, reinversión, innovación,
investigación y desarrollo, ya sea en la industria automotriz, textil, de moda, agrícola,
cualesquiera ser considerada.

No se trata aca de cuestionar las razones éticas de tales obras, sino de deshacer dos falacias
sobre estas, la primera es que construyen trabajo y la segunda es que crean riqueza que no se
podría conseguir de otro modo.

Si se concentran obras publicas en un sector geográfico concreto, no es licito olvidar que el


resto o un conjunto de sectores serán mas pobres o desmerecidos a favor del primero.
También hay que considerar que lo que se hizo “porque el capital privado no podía” resulta de
la exacción fiscal sobre el capital privado.

Los impuestos como modo de financiamiento para la inversión pública desalientan la


producción. Los impuestos excesivos para cubrir gastos de estados perturba las acciones de los
privados, que ven que soportan sus perdidas pero de sus ganancias se les arrebata gran parte.
Desincentiva la innovación, el desarrollo a ser grandes empresas, la formación de nuevos
empresarios, conformación con inversiones de bajo riesgo, la inversión en nuevas tecnologías
que permitan a fin de cuentas otorgar a los consumidores mejores productos a bajo precio.
A los particulares que se dan cuenta de que mas de la mitad del año trabajan para el estado,
deciden inmovilizar sus capitales, por lo cual el ahorro privado deja de destinarse a la
inversión, paralizando nuevos comercios y producciones.

Siempre una cuota está bien, los impuestos razonables son necesarios para cubrir los gastos
indispensables; los servicios públicos luego resultan como una contraprestación.

El crédito publico afecta la producción. Si se trata de una fuente de financiamiento privado, el


agente prestador está arriesgando su propio capital, por lo cual cargará con los resultados de
la operación, sean buenos o malos; por lo cual, tomará garantías como hipotecas o prendas, y,
primeramente, realizará una investigación sobre los fines que se darán al crédito, su nivel de
riesgo, capacidad y la honestidad del prestatario.

En definitiva, el otorgamiento de créditos por parte del Estado termina quitando los bienes de
capital a los solicitantes mas eficientes, con mayor posibilidad de solvencia y mas honestos,
terminando los bienes de capital que son escasos (y son en definitiva lo que se otorga, el
dinero es un medio de cambio) en productores ineficientes, en operaciones de mayor riesgo,
con mas posibilidades de no devolver el dinero, o siendo luego menos productivos. Logrando
así, que la comunidad toda reciba el impacto de una actividad menos productiva.

El riesgo de correr con créditos de mayor riesgo, aparte de obtenerse para este fin con
exacción fiscal, también luego serán compensados con exacción dichos riesgos y perdidas.
También puede existir aquel que diga que si el Estado otorga dichos créditos puede participar
de las ganacias.

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