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“Tu colegio es botón de Azucena, tu colegio es rosal en botón, aquí el alma se siente tan buena,

cual si fuera del cielo una flor”

Muy buenos días Hermana rectora Mgs. Mabel Romero, Señora vicerrectora Dra. Enith
Quezada, respetable jurado calificador, distinguidos maestros, apreciados compañeros y compañeras,
publico presente. Mi nombre es Eduardo André Lalangui Iñiguez, tengo el honor de representar al
7mo año paralelo “C” con el tema: “Vida y Obra de Santa Mariana de Jesús”

Mariana de Paredes y Flores, nació un sábado 31 de octubre de 1618 en la ciudad de Quito.


Su padre fue el capitán Jerónimo de Paredes Flores y Granobles, y su madre la aristócrata Mariana
Jaramillo. Antes de cumplir los cuatro años de edad quedó huérfana, desde ese entonces pasó al
cuidado de su hermana mayor, Jerónima y de su esposo el capitán Cosme de Caso, quienes se
convirtieron en sus padres adoptivos y la educaron con principios y valores en la profunda fe católica.

A temprana edad demostró una gran inclinación hacia la piedad y un enorme aprecio por
la pureza y la caridad con los pobres, invitaba a sus sobrinas (de su misma edad) a rezar el santo
rosario, hacer el viacrucis, evangelizar paganos y ayudar a los indigentes.

Mariana poseía un gran talento tanto para la aritmética como para las manualidades. Aprendió
además a cantar y tocar la guitarra, cultivó las virtudes naturales con las que Dios le había adornado,
tenía un carácter suave, atrayente y simpático. Los quiteños la apodaron como “la niña de la estrella”
debido a la alegría contagiosa y cautivante, a la sonrisa y a la belleza incomparable de su rostro,
también por los primorosos cantos que entonaba con su vihuela y tantas otras manifestaciones fruto
de una oración mística y asidua en su trato con Dios.

A los ocho años fue admitida a hacer la Primera Comunión. El padre Juan Camacho, al
examinarla, quedó deslumbrado de la inteligencia y comprensión de los divinos misterios que había
en aquella niña. Desde entonces se despojó de toda gala mundana y movida por el Espíritu Santo, se
ofreció completamente a Jesucristo, haciendo votos de perpetua castidad, al que unió luego los de
pobreza y obediencia, cambiando su nombre por el de Mariana de Jesús. Sin buscarlo se
convirtió en el centro de la familia congregada y consejera de propios y extraños. Su afán apostólico
y de caridad hacia los demás le llevaron a intentar ejercer de misionera entre los indios mainas y a
asistir a los enfermos y desamparados.

Al verla tan piadosa y espiritual sus familiares prepararon todo para que ingresara al
monasterio de Santa Catalina; pero ella prefiere su propio hogar y no un convento como era lo usual
en aquella época. Mariana de Jesús decidió servir a Dios de manera laica, se consagró a la oración y
a la penitencia hasta límites insospechados por un sublime amor oblativo, tan propio de su
espiritualidad “dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado”

Se propuso a cumplir aquel mandato de Jesús: "Quien desea seguirme que se niegue a sí
mismo". Dese los doce años dividió su tiempo en tres partes: una para Dios en la oración, otra para
los pobres en el trabajo manual y una pequeña parte para su descanso en el que compartía con su
familia la música y el canto.

En Quito, sucedieron espantosos terremotos que destruían casas y ocasionaban muchas


muertes, los cuales cesaron cuando Mariana hincada frente al Santísimo Sacramento ofreció a
cambio su vida. Esa misma mañana al salir del templo ella empezó a sentirse muy enferma pero
desde ese día ya no se repitieron aquellos desastres naturales. Al cabo de dos meses, tiempo en el que
una enfermedad atacó a la santa y le causó la muerte, sucedió algo extraordinario, en el lugar donde
habían botado la sangre que salió del cuerpo de Mariana, broto una hermosa azucena, razón por la
cual a Santa Mariana de Jesús se la conoce como la azucena de Quito.

Antes de su muerte, Mariana hizo varias predicciones de hechos que sucederían en el futuro,
y así como ella los anunció, así acaecieron, incluyendo la fecha de su muerte, que según advirtió sería
un viernes 26, día en que entregó su heroica vida al padre y fue desde entonces tenida por santa. El
26 de abril de 1950 Pio XII declaró oficialmente su santidad en Ecuador.

La nota fundamental de su perfil espiritual es el Cristo-centrismo, pues todo cristiano


verdadero debe tener a Cristo por centro, “verdad, camino y vida, luz y puerta, alfa y omega”, que
no es una devoción solamente sino una dedicación tan espiritual que lo unifica todo sin excluirlo, así
de sencillo y hermoso es el rostro humano de Mariana de Jesús, sus obras su devoción, su alegría,
podríamos decir las santas locuras de su sublime amor eran el hermoso reflejo de su alma diáfana y
pura. La vida de Mariana de Jesús fue tomada como inspiración por Narcisa de Jesús (catequista de
Nobol), la segunda santa ecuatoriana Mercedes de Jesús Molina y otras personas carismáticas menos
conocidas, así mismo no podemos omitir al Instituto de “Hermanas de Santa mariana de Jesús” la
primera congregación religiosa ecuatoriana que hoy en día reflejan la vida y obra de Santa Marianita
como cariñosamente quienes somos parte de esta hermosa azucena.

Esa es Mariana de Jesús, marcada enteramente por Jesucristo. De todos y para todos sin
límites ni exclusivismos, grande, sublime, heroica, por eso no se la puede atrapar para tal o
cual esquema o escuela espiritual es una santa en su tiempo y de su tiempo que lo desborda y
lo trasciende.

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