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Se dice que Islandia es lo más cercano a un paraíso terrenal. Tiene una de las mayores rentas
per cápita del mundo (50.320 USD), la segunda tasa de desempleo más baja de Europa (3%) y
una de las esperanzas de vida más altas de todos los tiempos (82,5 años). Sin embargo, este
país nórdico, de no más de 338.000 habitantes, circula en todos los medios con otro titular:
dentro de algunos años sería la primera nación del planeta en alcanzar la igualdad de género.
Le puede interesar: Islandia, el mejor país del mundo para ser mujer
Desde entonces, alcanzar la paridad se convirtió en una obsesión del país. Ahora, con la
reciente ley que busca erradicar la brecha salarial, Islandia emprende el camino final para
lograr la igualdad de género. Una meta que sus habitantes esperan cumplir en diez años.
Víglundsson, quién tendrá la tarea de poner en marcha esta ley que cambiará por completo la
historia, explica por qué todas las naciones deberían interesarse por equiparar los derechos de
los hombres y las mujeres.
SEMANA: ¿Cómo Islandia llegó a convertirse en el país con mayor legislación sobre el tema
de género en el mundo?
Thorsteinn Víglundsson: Yo diría que tiene mucho que ver con el proceso que empezó en
1975. En ese momento hubo una búsqueda de participación femenina en política que quedó
acentuada luego de una huelga nacional de las mujeres en ese mismo año. Después de eso,
incrementó considerablemente la preocupación por la calidad de vida la mujer, por su vida
profesional y su educación, lo que hizo que para ellas fuera más fácil dar el primer paso para
superar la desigualdad, pues el primero siempre es el más crítico.
T.V.: En 2000, por ejemplo, se estableció que ambos padres tenían que cumplir 9 meses de
licencia posnatal, es decir, que la madre y el padre tienen derecho a 3 meses cada uno y,
luego, se reparten los otros 3 como quieran. Sin embargo, lo más importante fue que las
mujeres lograron que los hombres entendieran que dejar el trabajo por la maternidad debería
ser una responsabilidad y un derecho compartidos. Esto logró que ambos estuvieran al mismo
nivel en el tema.
T.V.: Sí, en 2013, se estableció que todas las instituciones y compañías con más de 50
empleados deberían tener al menos un 40 por ciento de uno de los dos sexos en sus consejos
de administración. Fue un gran cambio porque eso hizo que las cifras de trabajo de la mujer
incrementaran de una forma dramática en la sociedad. Ahora, estamos trabajando en que las
compañías no puedan pagar salarios distintos a hombres y mujeres solo por el hecho del
género. La ley ya se aprobó en marzo de 2017 y nuestra meta es que dentro de diez años se
haya erradicado totalmente esa brecha.
SEMANA: ¿Cómo han vivido los hombres este proceso, hubo algún tipo de resistencia?
T.V.: Sí, la hubo, pero se viene enfrentando y trabajando, pues son socios de compañías, parte
activa del trabajo, como también empleados y trabajadores corrientes. Sobre la ley de brecha
salarial hubo pruebas de implementación y hemos venido trabajando mucho para que ningún
sector se vea afectado. Hay toda una política nacional sobre eso, pero lo cierto es que el
mercado laboral tiene que mejorar y a eso es a lo que le estamos apostando.
T.V.: Hay un material de enseñanza obligatorio en todas las escuelas sobre la igualdad de
género, pero lo más importante es que se toma seriamente. Creo que eventualmente
podríamos hacer más de lo que estamos haciendo, pero seguimos mejorando. El reto más
grande en la educación en cuanto a la equidad de género son los valores inconscientes o
patrones indebidos que tiene la sociedad y que están en todas partes; muchos de ellos
discriminatorios con las mujeres.
T.V.: Para trabajar en eso tenemos guías que mandamos desde el Ministerio al sistema
educativo, algunas sobre cómo seguir enfrentando el tema o sobre cómo construir un pensum
de enseñanza igualitaria. Esto tiene que ver con el desarrollo de ciertas actividades y la
elección de una profesión, sobre las que siguen habiendo prejuicios muy grandes. Por eso,
tratamos de ofrecer Igualdad de posibilidades en el acceso a la educación y, también, en
mejorar la forma de atraer a más mujeres a la fuerza laboral. En eso hemos tenido éxito, sin
embargo, hemos tenido menos éxito en atraer a los hombres a profesiones que han sido
enmarcadas para las mujeres. Por otra parte, hemos trabajado en temas que tienen que ver
con la dominación y la imposición. Hay que interesarse en los deberes y en lo que en sí
involucra la profesión para lograr mantener una equidad; y no en crear agendas separadas
entre los géneros.
SEMANA: Ustedes han demostrado que los liderazgos femeninos pueden llegar a salvar a un
país en momentos de crisis como en la recesión de 2008. Sin embargo, es un hecho que hoy
en día solo el 22 por ciento de los cargos parlamentarios del mundo son ocupados por
mujeres. ¿Cree que sigue existiendo resistencia a que las mujeres ocupen altos cargos de
poder?
T.V.: Bueno, yo creo que el empoderamiento de las mujeres es crucial para asegurar una
igualdad. Si tomamos el caso de Islandia, nos tenemos que devolver a los años 80 donde
empezó a haber un importante acceso de las mujeres a la política. En 1980, Vigdís
Finnbogadóttir se convirtió en la primera mujer en llegar a la Presidencia y fue reelegida cuatro
veces, desde 1980 hasta 1996. Desde entonces, la mujer tuvo un crecimiento fantástico en
política.
T.V.: Sí, a Jóhanna Sigurðardóttir, entre 2009 y 2013. Es decir, las mujeres han sido activas en
política y desde esa época hemos estado compartiendo responsabilidades en el parlamento de
forma importante. Y creo que vamos en la dirección correcta.
SEMANA: Hace poco un eurodiputado polaco -Janusz Korwin-Mikke- aseguró que “las
mujeres deben ganar menos porque son más débiles y menos inteligentes”. ¿Qué opina de
que hombres en importantes cargos conserven este pensamiento?
T.V.: Yo estaría más preocupado por la inteligencia de la persona que dijo eso. Por supuesto,
que es algo inapropiado, absolutamente, y no merece la pena armar un debate con alguien
que hizo un comentario tan tonto.
T.V.: Bueno, se han implementado leyes que permiten actuar más rápidamente en casos de
violencia doméstica. Por ejemplo, la policía tiene la posibilidad de actuar. Pero en Islandia no
arrestamos a la gente sino que buscamos una mejoría social. Nuestro énfasis es proteger a la
víctima y enfocarnos en ella. Darle una armadura muy completa. Por otra parte, hacemos una
declaración muy fuerte: si una mujer es violada, no es su culpa. Una violación nunca es culpa
de la víctima. Además de la vergüenza que pasa la persona, hay que hacer todo para
establecer quién es el verdadero responsable y proteger a la víctima.
SEMANA: En algún momento usted dijo: “Si quieres progreso, debes forzarlo” ¿Cree que para
un país como Colombia, que acaba de darle resolución a un conflicto armado de 50 años,
sería prematuro apostarle a políticas tan contundentes como las de Islandia?
T.V: En eso siempre deberían influir más las características individuales que el género de cada
candidato. En Islandia los electores se enfocaron en las políticas que ofrecían.
SEMANA: Finalmente, ¿Cuál cree que ha sido la clave para que todas estas propuestas e
ideas hayan tenido éxito?