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Seminario de Estudios de Género

Alumna: Alin Yuritzi López Rodríguez

Una princesa con un collar de perlas moradas en su cuerpo.

H abía una vez, en un país no muy lejano una princesa con un collar de
perlas moradas en su cuerpo... No, no es una equivocación, este no es
un cuento de princesas que cumplen sus sueños más deseados, en
donde la vida es color de Rosa; en el que las mujeres encuentran a su príncipe
ideal, y les va de maravilla, y tienen una vida completamente feliz; no, este
cuento es diferente tiene lágrimas en cada párrafo, cada letra está escrito con
sangre literalmente, de cada párrafo emana sufrimiento, cada poro lastimado de
mi piel, con recuerdos de todas y cada una de las ofensas por las que pasé, esta
simplemente es parte de la realidad, de lo que se sufre día con día, empezaré
por contarles sobre mí, mi historia, el dolor que me tuvo durante mucho tiempo
muerta en vida, en el que fui presa de un aterrador demonio, que no me dejaba
ser libre, que ya ni recordar mi nombre podía, convirtiéndome en una más, ¡en
un Objeto Sexual más!, en una víctima de trata de personas.

Mi nombre es Fernanda, nací y crecí hasta los 15 años, en Valle de Bravo, un


bello lugar, y bellos recuerdos, en donde siguen mis raíces, y mis recuerdos,
siempre fui una mujer noble, nací en cuna de humildes, soy de tez morena, y
Provengo de una familia buena, muy unida y respetuosa. A los 15 años conocí a
Luis Ángel, mi victimario, el responsable de todo este dolor que siento, quien ha
provocado que ahora este bañada en sangre, que durante seis años me humilló,
y me engañó, de tal manera que en ocasiones se me olvidaba, quien era y de
donde venía, porque aquí era Suzzeth, una bailarina y sexoservidora más de un
centro de Table Dance de la Ciudad de México, ahí yo cumplía con las
obligaciones según mi padrote, de bailarle a los clientes, quitarme la ropa, cada
vez que bailaba, y tenía que sentarme en las piernas de los clientes, me daba
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asco observar cómo me veían, como si yo hubiese sido un objeto, al que solo se
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le debe admirar por su forma, el tener que sentarme en la mesa con varios
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hombres, y tener que soportar sus palabras enfocadas únicamente a mi sexo,


sus frases machistas, y el que me tocaran cada parte de mi cuerpo
morbosamente, el lugar siempre estaba lleno de funcionarios públicos, de gente
importante, que o eran empresarios, o eran políticos.
Conocí a Luis Ángel, en Valle de Bravo, mi lugar de origen, el comenzó a
conquistarme, primero fuimos amigos, me trataba muy bien, el era muy cariñoso
conmigo y detallista, cada minuto que pasaba, era muy romántico conmigo,
después el me pidió ser su novia, en ese entonces no había cambiado, mis
padres lo conocían poco, sin embargo siempre me dijeron que tuviera mucho
cuidado con él, ya que tenía escasos meses de conocerlo; sin embargo yo creía
que el si era diferente; un día me pidió que nos fuéramos juntos a la Ciudad de
México, yo no estaba segura de hacerlo, pero mi amor por el me cegó
completamente, aun sin el consentimiento de mis padres, decidí irme a vivir con
él al Distrito Federal, él me había dicho que sus padres tenían un negocio en el
Distrito Federal, y que quería llevarme para pedirme matrimonio frente a sus
padres. De manera que acepté, acepté todo lo que él me ofrecía, porque creía
que mi vida sería muy feliz al lado del él. Me presentó como sus padres a
Susana y su acompañante, la dueña del lugar que tanto aborrezco, del lugar que
ha sido mi prisión, sin yo haberme dado cuenta, con el paso del tiempo el
comenzó a cambiar, me dijo que yo estaba aquí para trabajar y para obedecer
las órdenes de él. Que ahora yo le pertenecía a ellos, intenté varias veces huir
de ahí, pero no lo logré, lo único que obtuve fueron las primeras golpizas. Aún
recuerdo el primer día que me quedé en el Table Dance, me daba mucha
vergüenza salir sin ropa, y acostarme con hombres desconocidos, yo aún creía
que Luis Ángel era la persona que se me había presentado aquella tarde, sin
embargo el me obligaba a punta de golpes a bailarle a los clientes, cuando salía
a la calle, con los clientes la gente me miraba como si yo hubiese sido un
adefesio, al que se le tiene que aborrecer, en ocasiones iba acompañada de los
cuidadores de la casa de citas de Susana, quienes me dejaban en la puerta de
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los moteles, o en el cuarto para esperar a los clientes, en otras ocasiones un taxi
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pasaba por mí, para llevarme hasta el lugar pactado con el cliente, nunca recibía
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yo dinero alguno, todo el dinero se lo quedaba la madrota Susana. Después me


di cuenta que Luis Ángel era el encargado de llevar a las muchachas a esa casa,
ya que continuamente el llevaba a las mujeres, cada vez más jóvenes, y siempre
de diferentes lugares y edades.

Dentro de mis pocas ganas de vivir, aún queda la esperanza en mi de salir de


aquí, e iniciar una vida nueva, mi sueño siempre fue ser Enfermera y cuidar de
los ancianos, pero no me queda más que aceptar que hoy inicio otro día, otro
maldito día mas de ver caras de lujuria, viene hacia mí la persona que me trajo
hasta aquí, mi padrote, conocido por su fama en el oficio como el “El Galán”,
¿para mí?, Luis Ángel, el mismo hombre, o bueno ya no sé si sea el mismo
hombre, el hombre del que me enamoré, que me mostró en poco tiempo que
podía hacerme feliz, y después me engaño, pagando precios demasiado caros,
¿Qué precios?, el ser víctima de trata, y haberme convertido en prostituta; ya no
sé si mirarlo con odio, me avienta un vestido de encaje, como si fuera un perro
al que le avientan hueso, sus únicas palabras son: ¡Muévete perra! Ni que
fuera para tanto, dándome un jalón de cabellos, y apretándome mis senos, la
rabia llena mi mente, por un momento imagino darle un golpe en la cabeza, con
el tubo de la cortina de baño, pero regreso en sí, y solo observo su maldita risa
burlona, como si yo fuera su juguete al que compro... estoy recostada en la
ventana, tapada Solo con una chamarra negra, la misma chamarra con la que
llegue aquí, quien también ha seguido sobreviviendo al igual que yo. La niebla
no me permite ver las calles con perfecta claridad, siento miedo, apenas puedo
casi respirar, los coágulos que tengo en la nariz no me dejan hacerlo, sí, tengo
miedo pero no más miedo y no más niebla que la que siento con mi alma. Mis
ojos han sido cegados por hombre de mis sueños, por mi osadía, alguien que yo
creí que era lo perfecto para mí, el hombre modelo, hay más niebla dentro de mi
mente, la soledad embarga mi mente, embarga mi vida.
Durante todos estos años me siento abandonada, incrédula; regreso el tiempo
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en mi mente y aun no logró explicarme cómo fue que caí. Estuve encerrada,
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habitando entre la suciedad, siendo mis únicas compañeras las ratas y


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cucarachas que pasaban continuamente alrededor de mis manos, ya no siento


asco, ellas sólo me están acompañando en este camino de dolor y sufrimiento,
puedo sentir como la sangre de mi cuerpo se impregna en la almohada, la
almohada que ha sido testigo durante estos cinco años, de humillaciones,
golpes, me tiemblan las manos, tengo múltiples llagas en mi cuerpo, los
moretones y mordiscos que tengo en mis senos tapan el color de mi piel. Puedo
sentir como sangra mi pezón al ser reventado ayer por uno De mis tantos
victimarios, al querer evitar que me violara, una herida más que es testigo de mi
historia, de cada uno de mis sufrimientos, cada lágrima que he derramado desde
que llegue aquí. Me intento poner en pie y no logro hacerlo, me vienen a la
mente varios recuerdos, del lugar donde viví, extraño a mis padres, mis
hermanos, quisiera que esto fuera un sueño, del que quiero despertar ya, me
siento ausente. Luis Ángel por la mañana me había dicho que tenía un trabajo,
así que según el yo tenía que prepararme y ponerme bella para mi cliente, ya
que él era un político importante de la Ciudad de México, y yo tenía que
obedecer todo lo que él me pidiera, no importaba si yo lo quería o no,
repitiéndome una y otra vez, ¡tú tienes que hacer todo lo que yo te diga!, porque
de lo contrario ¡Mataré a tu familia, y a ti también!, siendo estas, las mismas
palabras que durante seis años me continuaba diciendo. Como él me tenía
encerrada en una casa vieja, por no haberme portado bien con un cliente,
primero me golpeó nuevamente, y me encerró, castigándome de esa manera,
sin comer y sin poder ver al menos la luz; me llevó a la casa de citas y me dio
ahora un vestido rojo entallado, que apenas si podían tapar mis glúteos,
comencé a llorar, a golpear la puerta, e intenté salir por la ventana de un baño
que está en el cuarto en donde regularmente nos cambiábamos las “chicas”.
Escuché que el cerrojo de la puerta se abría y entró Susana, la encargada de los
negocios, la mujer que se encargaba de buscar a los clientes, comenzó a
gritarme, y me jaló continuamente del brazo para que me callará, me aventaba
contra la pared, diciéndome cada vez más fuerte ¡Cállate, maldita, tú te lo
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buscaste, eres una ofrecida, si no te gustara esto ya te hubieras ido! Me llené de


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impotencia al escuchar esto, por un momento recordé como fue la primera vez
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que llegué a la casa de citas, ella, Susana, haciéndose pasar por la madre de
Fernando, pero con el paso de los días ella comenzó a cambiar, al igual que
Fernando, hasta darme cuenta yo de en donde estaba, y que eran lo que ellos
querían de mí.

Al terminar de arreglarme, bajé a la sala de citas, ahí se encontraba el


responsable de mis últimas heridas, mis últimas suplicas, y de mi último aliento,
todavía, aunque no puedo expresarlo, siento su asquerosa saliva en todo mi
cuerpo, recuerdo claramente como ayer por la noche me penetraba con tanta
fuerza, como si estuviese vengándose de algo, me uso de tal manera que ayer,
me sentí más denigrada y más utilizada que nunca, me amarró de las manos y
comenzó a jalarme el cabello, a golpearme en la cara hasta sangrarme la nariz,
pude observar cómo me miraba, su mirada estaba llena de odio, sin embargo en
momentos parecía que le gustaba golpearme, me sentí humillada, utilizada en
impotente se sentía demasiado satisfecho al verme sangrando, le supliqué de
rodillas que ya no me golpeará, me desgarró la vagina, sentí un profundo dolor,
pero no mas dolor del saber que estaba siendo maltratada, y que no podía hacer
mucho al respecto, me sentí impotente, le mordí, la oreja y me aventó contra la
pared. Por un momento quedé conmocionada, logré despertarme y seguir
luchando sin embargo no fue posible, comenzó a azotar mi cabeza en el piso,
me tomó del brazo, pasamos por la recepción del motel, muchos empleados
vieron y escucharon lo que me estaba pasando, grité ¡Auxilio!, sin embargo
prefirieron darse la vuelta, iba llorando, ensangrentada de mis manos, mi
asesino en ese momento era un demonio, me aventó contra el asiento del carro,
y manejó durante toda la madrugada, yo iba en el asiento del copiloto, con la
cabeza casi volando, se me dificultaba respirar, pero con mi voz entrecortada le
pedí a mi asesino que no me matará, el solo se limitó a decirme - el mundo ya
está lleno de perras como tú, sin saber que yo no había escogido esto que me
estaba pasando, sin saber que fui engañada y maltratada durante seis años,
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seis años que no veía el fin, el momento en el que solo ellos decidieran dejarme
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ir, porque simplemente ya no les servía, como lo habían hecho con otras
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mujeres, que habían llegado en la misma situación que yo. Le pedí a mi


victimario que me dejará ir, abrí la puerta cuando el coche se encontraba en
movimiento para escapar de ahí, caían sobre mi cara las gotas de sangre que
me había provocado cuando me azotó contra la pared y el piso, pero aun así,
decidí aventarme del coche, caí del coche, y quedé conmocionada por un
momento, ya no podía respirar, seguía brotando sangre de mi cráneo como si
hubiera sido un venero de rio, y sentía como salía sangre de mi vagina debido al
desgarre que me había provocado mi asesino. A lo lejos puedo ver como
retrocede con el coche, se para a un lado de mi cuerpo agonizante, trae en la
mano una llave de cruz, el temor y la resignación invade todo mi cuerpo,
comienza a golpear mi cuerpo agonizante tirado en la acera de la calle y lleno de
tierra, con la piel rasgada, apenas casi puedo abrir los ojos, tomo fuerza de lo
más profundo de mi ser, y comienzo a gritar, a llorar muy fuerte, al lado de mi
cuerpo, veo una casa, una señora de edad avanzada se entre asoma en su
puerta, le pido auxilio, pero solo cierra la puerta, comienzo a llorar, y a recordar
mi vida antes de mi viacrucis, nunca supe nada de mis padres, solo lo único que
hago es mirar al cielo y sollozar, esperar solo el momento, no puedo levantarme,
ya no tengo fuerzas, me escurre la sangre por todo mi cuerpo, tengo mis labios
rotos, y me cuesta trabajo respirar

Mi cuerpo está congelado, tengo mucho frio en mi cuerpo, mis manos están
raspadas, hay mucha neblina, estoy tirada en una calle solitaria y oscura, a lo
lejos puedo observar unas milpas y una calle con terracería y muchas piedras,
tengo mucho miedo, no veo casi nada, la sangre que escurre de mi cabeza me
nubla la vista, ¡me duele mi cuerpo, estoy cansada!, siento como si mi alma se
hubiese desprendido de mi cuerpo, tengo muchos raspones en mi cuerpo, se me
ha desprendido la piel de mis pies y tobillos, escucho voces, y aunque mi alma
está completamente desprendida de mi cuerpo, observo como hay personas al
lado de mi cuerpo, la misma señora que anoche presencio mi asesinato colocó
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una veladora en mi cabeza, aunque ya no siento dolores físicos, siento un dolor


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en mi alma, el dolor de haber sido asesinada.


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