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Me identifico
"A través de los jóvenes nos ponemos en contacto con una civilización que nos está
vedada y en ellos vemos la sociedad del mañana, nos asomamos al mundo futuro"
Pedro Arrupe SJ.
Me identifico con la sociedad que describe Bauman porque tengo 26 años y vivo de lleno en
esta sociedad de la rapidez y la comodidad. Además soy profesor porque lo he decidido y
compruebo que Arrupe tiene razón, todavía no conocemos la sociedad del futuro pero en los
jóvenes podemos vislumbrarla. La cuestión es: yo a mi edad no quiero construir una sociedad
como la que actualmente conozco, como me fue enseñada. Por eso me siento parte de una
nueva generación, entiendo la modernidad líquida que se describe. Además confirmo que
gracias a los enormes cambios y avances tecnológicos, muchas acciones de mis alumnos de
15 años, a quienes no adelanto ni una década, me desconciertan. Yo no me siento
comprendido por el paradigma educativo imperante y además no entiendo a mis alumnos.
Concuerdo con el ejemplo de Bauman, sobre la persona que está desesperada porque
no puede enseñar sobre compromiso a sus hijos, él dice seguramente tampoco hay muchas
pruebas de compromiso en las vidas de esos mismos padres y ¡es eso! Las instituciones han
caído todas, ninguna se salva gracias al gran poder de la información. No estoy hablando de
internet solamente: en el caso de la frase de Bauman, es un hecho que nuestra generación la
piensa demasiado antes de establecer un compromiso, son demasiados los divorcios que
conocemos como para engañarnos y pensar que será fácil. Además hemos sido testigos de
cómo nuestros padres empeñaron sus vidas por cumplir con un mandato social y ahora
muchos (no todos) viven la amargura de saberse dentro de un matrimonio que no quieren,
añorando la vida que podrían haber tenido.
Lo sé porque lo viví
Como diría Platón, nadie dentro de la cueva le creería al iluminado que salió y vio las cosas
como eran. Así dentro de la educación. Sé que como educador me quedaría corto si en un
arranque de modestia (inculcada por el moralismo que impera en mi país) dijera Yo no soy
quién para decirles, pero trato. No estaría haciendo justicia a lo que en la vida me llegó como
regalo y como regalo he de dar. Puedo asegurar que entiendo las experiencias que menciona
Bauman en su texto, como comprendo la analogía del niño que da vueltas, porque lo viví y
no porque me lo contaron.
Sé lo que es vivir en la inmediatez, en el hartazgo y la satisfacción del placer. Sé
también el asco que da conocer la podredumbre de las instituciones y el mundo en su absurda
idea de poder. Pero también sé, lo agradezco, lo que se siente observar al mundo como un
gran entorno donde seres humanos IGUALES cometen el error más grande de todos: pensar
que hay algún factor económico-social-cultural-físico-trascendental, que haga a unos valer
más que otros.
Esta vida líquida, esta modernidad líquida, nos hace transcurrir de un estado al otro
con una velocidad impresionante. A veces me doy cuenta que estoy dando vueltas sobre mí
mismo, imaginándome el mundo como yo quisiera. Luego me desanimo, pero el mejor
momento llega cuando comprendo que a pesar de ensimismarme, siempre podré detenerme
y esperar a que pase el mareo: sólo hasta que tenga la cabeza fresca podré caminar en el
mundo así como es y no como la sociedad lo indica.
Pero no puedo quedarme solo, no puedo morir sin antes explicarle a los demás, a mis
alumnos ensimismados y asqueados, que algo puede cambiar. Pero no quiero mentirles, no
es cuestión de trasformar la sociedad como se transforma al mundo. Eso sería sumergirlos en
la vorágine de pensar que la sociedad ES el mundo. No, quiero explicarles que el sol y la luna
salen por igual para todos, por ello nuestra sociedad da vueltas sobre sí misma, porque no
quiere ver al mundo tal cual es. Pero aún más importante que esto: quiero que los alumnos
que ven el mundo como yo lo veo, se dediquen a cambiarlo. Yo todavía nací en 1989 y creo
que este mundo necesita nacidos en el 2000 (en adelante) para comenzar a verle sentido a la
sociedad que Bauman describe. Recuperando la pregunta que hice al inicio, creo que la
modernidad líquida no debe asustar a nadie, a nadie de la nueva generación que vea al mundo
tal cual es. Ha de asustar a muchos, sobre todo a los que quieren que las instituciones
sobrevivan porque no lo harán. A ellos sí les crecerá la desesperanza porque creen que es el
mundo el que se transforma…
Pero lo que se transforma es la sociedad, no el mundo. A los nuevos, los que vienen
detrás de mí, a ellos se les ocurrirá una forma distinta de ser humano unos con otros. Yo soy
de la avanzada y un día si llego a viejo vislumbraré, como Arrupe, a la sociedad del futuro.
Hoy sólo me puedo dedicar a decirles a los que quieran dejar de ensimismarse, a los que
quieren recuperar la esperanza y a los que ven con extrañeza al mundo: el sol y la luna salen
para todos, eso nos hace (A TODOS) iguales.