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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE CIENCIAS PSICOLÓGICAS


CARRERA PSICOLOGÍA CLÍNICA
NOMBRE: Paulina Caizaluisa
FECHA: 28 de marzo del 2019

El Experimento de los Perros de Pavlov (Condicionamiento Clásico)


Pavlov cambió el curso de sus investigaciones a partir de un descubrimiento fortuito. Durante sus
estudios sobre el sistema digestivo, se centró en la secreción de saliva en los perros. Observó que
cuando se ponía comida en la boca de un perro, éste empezaba a salivar automáticamente. Asimismo,
puedo comprobar que, éste también salivaba si veía la comida o la olía. Es más, emitía la misma
respuesta cuando veía su plato de comida o a la persona que se la daba. Incluso salivaba al oír los
pasos de esa persona. En principio Pavlov pensó que esas respuestas del perro interferían en sus
experimentos, pero posteriormente descubrió que esto demostraba una forma de aprendizaje. A partir
de este momento, dirigió sus investigaciones a entender este fenómeno.
Pavlov y sus colaboradores comenzaron por tratar de comprender qué pensaba y sentía al perro
cuando salivaba al ver la comida. Sin embargo, esto no les llevó a ningún resultado. Luego empezaron
a realizar experimentos para tener una visión más objetiva de la reacción del perro. Para que no
hubiera otros estímulos que pudieran afectar el experimento, se puso al perro en una habitación
aislada, lo ataron con unas correas y le colocaron un dispositivo para recolectar y medir la saliva. Los
investigadores se pusieron en otra habitación desde la cual podían darle la comida al perro en un
recipiente. Quisieron averiguar si un estímulo neutro (que no tiene ningún significado para el perro
ni relación con la comida) podía convertirse en una señal de que la comida iba a aparecer. Así, querían
observar si el perro aprendía a asociar ese estímulo con la comida.
Decidieron utilizar como estímulo neutro el sonido de una campana. De esta forma, hacían sonar la
campana justo antes de entregarle la carne el polvo al perro. Tras varias repeticiones campana-
comida, descubrieron que el animal comenzaba a salivar sólo con el sonido de la campana, aunque
no apareciera la comida. Así, lograron que un estímulo neutro, que no tenía significado, provocara la
misma respuesta que la comida: la salivación. A partir del experimento, Pavlov entrenó a otros perros
para que salivaran ante otros estímulos como una luz, un zumbido, al tocarle la pata o incluso cuando
le enseñaba un círculo dibujado. Encontró que el perro aprendía a asociar cualquiera de estos
estímulos con la aparición de la comida, provocando éstos por si mismos la salivación.
Existen varios elementos fundamentales en el experimento de Pavlov que necesariamente debes
conocer:
– Estímulo neutro (EN): como se ha explicado, es un estímulo sin significado que puede
consistir en una luz, un sonido, una imagen, etc.
– Estímulo no condicionado (ENC): se trata de un estímulo que causa una reacción natural e
innata del organismo de forma automática. En este caso, un estímulo no condicionado es la
comida.
– Estímulo condicionado (EC): se llama así al estímulo neutro cuando se aprende a asociar
con otro elemento que provoca una respuesta automática. Por ejemplo, el sonido de la
campana al principio era un estímulo neutro y gracias al aprendizaje, se relacionó con la
comida. Se convierte así en un estímulo condicionado, provocando por sí mismo la salivación.
– Reflejo incondicionado o respuesta no condicionada (RNC): es la que se produce por la
aparición de un estímulo no condicionado. El ejemplo es la salivación como respuesta innata
del perro ante la comida en su boca.
– Respuesta condicionada (RC): es la respuesta provocada por un estímulo condicionado. Esto
ocurrió con el sonido de la campana, que fue capaz de desencadenar la salivación (respuesta
condicionada) como si fuera un estímulo no-condicionado (comida).
Todo este proceso se denominó condicionamiento clásico, siendo un elemento esencial de la
psicología conductista. En la actualidad se sigue utilizando para explicar por qué se establecen ciertas
conductas como las asociadas a fobias, o adicciones.
La caja de Skinner

Skinner materializó la demostración de la ley del reforzamiento instaurando el proceso de


condicionamiento operante con la jaula diseñada por él mismo y llamada caja de Skinner. El término
de condicionamiento operante hace referencia al proceso por el que la frecuencia de presentación de
una conducta queda modificada por sus consecuencias.

Así, la probabilidad de aparición de una conducta operante está determinada, principalmente, por los
hechos que sucedieron después de realizar esta conducta en el pasado. Skinner introdujo el término
de conducta operante para definir todas aquellas respuestas que tienen el mismo efecto sobre el
ambiente. En este sentido, la conducta operante de pulsar la palanca puede ser ejecutada por una rata
realizando diferentes respuestas, como por ejemplo, pulsar con una pata, con el morro o con la cola.
Todas estas respuestas constituyen el mismo operando.

Este aparato permitía que un animal como una rata (también utilizó palomas como sujetos
experimentales) aprendiera una conducta arbitraria como es pulsar una palanca, siempre que la
realización de esta conducta fuera seguida de la presentación inmediata de comida que reforzaría esta
conducta operante. La caja diseñada por Skinner se basa en los siguientes elementos:

 Una palanca situada en el interior de la jaula que el animal ha de pulsar para obtener comida
y que está automáticamente conectada al mecanismo que dispensa la pequeña bolita de
comida que caerá dentro comedero situada junto a la palanca.
 Un mecanismo de registro acumulativo que muestra gráficamente en qué momento y con
qué frecuencia responde al animal durante la sesión.

El proceso de Condicionamiento Operante

Un procedimiento típico de condicionamiento operante consiste en los siguientes pasos:

 Privación.- Se trata de privar de comer la rata que estará condicionada, hasta que se encuentre
a un 80% de su peso habitual, es decir, hasta alcanzar una reducción del 20% de su peso.
 Adaptación a la jaula.- Durante las sesiones de adaptación se sitúa al animal dentro de la
jaula para habituar las respuestas de exploración típicas de la rata y observar, asimismo, cuál
es el nivel operando inicial del animal; es decir, con qué frecuencia toca la palanca antes de
comenzar con el acondicionamiento de esta respuesta. Esta línea de base operando servirá de
referencia para constatar el incremento posterior de la tasa de respuesta provocado por la
presencia del refuerzo.
 Entrenamiento en el dispensador de comida.- Esta fase tiene un doble objetivo: por un lado,
que el animal sepa por donde le aparecerá la comida y, por otro, que aprenda, por
condicionamiento clásico, a asociar el ruido del mecanismo dispensador de la comida (sonido
que devendrá estímulo condicionado o señalizador de la presencia de comida) con la
disponibilidad de la comida en el pesebre.
 Modelado por reforzamiento diferencial o aproximaciones sucesivas.- En esta fase es
cuando el animal aprende la conducta operante de pulsar la palanca; para lograrlo, cada vez
que el animal haga un movimiento que forme parte o que la aproxime a la conducta final
recibirá comida. Así, por ejemplo, se irá presentando el reforzamiento únicamente cuando
aparezcan las siguientes conductas: en primer lugar, se reforzará que la rata esté orientada
hacia la palanca; después, cuando se acerque; posteriormente, cuando levante las patas por
encima de la palanca; y, finalmente, cuando haga la presión adecuada sobre la palanca.
Watson - pequeño Albert
Watson llevaba unos años como investigador interno en la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore,
cuando en 1920 comenzó con el experimento del pequeño Albert. Su objetivo era probar en un bebé
de escasa edad y lo menos condicionado posible cómo el ser humano podía adquirir miedos por
entornos condicionados, después trasladar estos miedos a otros estímulos, y por último intentar
corregirlos. Lo malo, es que nunca logró revocar los efectos de aquellos miedos que inoculó al bebé.
La idea de provocar miedo al bebé no era cruel en sí misma, aunque sí científicamente perturbadora.
En su opinión, los niños recién nacidos solo presentan tres sentimientos reconocibles: el miedo,
condicionado por los ruidos fuertes y la falta de sustentación (por ejemplo, cuando un bebé pasa de
brazos y no nota apoyo), el amor, condicionado por las caricias, y la cólera, cuando se le impedía
realizar movimientos. Simplemente el miedo era el más fácil de condicionar y probar de los tres.
El investigador y su ayudante Rosalie Rayner, quien acabaría firmando el artículo que muestra sus
conclusiones junto con Watson, encontraron a Albert en el orfanato para niños inválidos Harriet Lane
Home, según cuentan ellos mismos en su exposición. Su madre trabajaba como nodriza allí, dando
de mamar a otros niños, mientras el pequeño Albert se criaba en ese entorno hospitalario y en cierto
modo frío, ideal para que fuera ese lienzo en blanco que necesitaban. "Nadie lo había visto nunca en
estado de miedo o cólera. El niño apenas había llorado desde que nació", relatan Watson y Rayner en
su estudio, publicado a finales de 1920.
Así pues, a la edad de 8 meses y 26 días, probaron su primera toma de contacto. Expusieron a Albert
a una fogata y a varios animales, y el niño no tenía miedo a nada. Solo lloró en esa primera vez cuando
Watson golpeaba fuertemente una barra metálica, cumpliendo con el patrón que había marcado de
que los lactantes tienen un rechazo innato a los ruidos bruscos.
Dos meses después, el experimento comenzó. La idea era ver si podían influir a Albert para que
temiera a distintos estímulos. El primero de ellos fue una rata blanca de laboratorio. Al presentársela
a Albert, el niño quiso alcanzarla. La tocó, hizo varios ademanes de acercarse más a ella, y en ese
momento Watson hizo sonar la barra metálica. El niño se echó para atrás alterado. Lo volvieron a
intentar una vez más, el niño extendió su mano para tocar la rata, y la barra volvió a sonar. El niño en
ese momento comenzó a llorar. Ya se había cumplido el primer condicionante.
"Para no perturbar al niño seriamente, postergamos el resto de pruebas una semana", escribió Watson
en una de las pocas muestras de empatía que deja ver en el texto. El problema es que después se
sucedieron tres jornadas aún más duras para el bebé con solo cinco días de lapso entre ellas. En la
segunda jornada, Watson realizó siete intentos para que el niño llorara al presentarle la rata y hacer
sonar la barra metálica. En el octavo, solo con la presencia de la rata y sin sonido, el niño empezó a
llorar sin más. El propio investigador lo contaba así:
 Intento número 7: Estimulación conjunta con rata y sonido. El niño comenzó a moverse
violentamente y lloró, pero no se cayó.
 Intento número 8: Rata sola. En el instante en que se le mostró a la rata, el bebé comenzó a
llorar. Casi instantáneamente, giró bruscamente hacia la izquierda, cayó sobre el lado
izquierdo, se puso a cuatro patas y comenzó a arrastrarse tan rápido que fue atrapado con
dificultad antes de llegar al borde de la mesa. La reacción fue tan convincente como habíamos
representado teóricamente. En total, se dieron siete estimulaciones conjuntas para provocar la
reacción completa. No es improbable que, si el sonido hubiera sido mayor, el número de
estimulaciones conjuntas se hubiera reducido sustancialmente",
Bibliografía
 A.B. Sulzer i M.G. Roy (1983). Procedimientos del análisis conductual aplicado con niños y
jóvenes. Mèxic: Trillas.
 D.L. Whaley i R.W. Malott (1983). Psicología del comportamiento. Barcelona: Fontanella.

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