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Introducción

Durante los últimos años la dinámica de la integración mundial se ha trasladado de los procesos multilaterales al
auge de los procesos bilaterales. La aparición de numerosas negociaciones traducidas en Tratados de Libre Comercio
(TLC), en particular en América Latina y el Caribe con el resto del mundo, han generado un entramado y
superposición de TLC y por ende de compromisos jurídico económicos en materia comercial y no comercial
(Spaghetti Bowl), que hacen cada vez más compleja las relaciones comerciales, y el papel de los Estados en la
administración de los tratados, el respeto de los compromisos internacionales y las relaciones público privadas
locales o globales. En este marco la búsqueda de iniciativas que aseguren una convergencia de los múltiples
acuerdos bilaterales existentes entre los países del continente puede ayudar a la transparencia del marco jurídico
comercial que se está consolidando. Para ello, analizar los escenarios posibles de convergencia en América Latina, es
el primer paso. http://works.bepress.com/ivan_rojasv/2/)ZX (Rojas, 2011) (Editorial Sol 90, 2005)

Antecedentes
(Editorial Sol 90, 2002)
SOCIALES

La integración latinoamericana atraviesa un prolongado periodo de parálisis o una crisis mayúscula, según
cómo se mire y según cuán profundo y lapidario quiera ser el juicio. Si bien no hay problemas en el
diagnóstico, sobre el que existe prácticamente unanimidad más allá de los mensajes políticamente
correctos y bien intencionados, el consenso desaparece cuando se abordan las causas que explican esta
parálisis. En el último tiempo, la discusión se ha centrado en por qué América Latina no se integra, en lugar
de debatir para qué y cómo debe integrarse. Esta desviación analítica permite emitir mensajes optimistas,
generalmente desde círculos cercanos a los gobiernos (especialmente el brasileño y el venezolano) y desde
sus cajas de resonancia mediáticas. Por distintas razones, vinculadas básicamente a sus objetivos
regionales y globales, los dos principales impulsores de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur),
Brasil y Venezuela, se empeñan en decir que las cosas van razonablemente bien y que quienes no
comparten semejante juicio son agoreros o, incluso, defensores de posturas anti latinoamericanas.

Para reforzar la visión optimista se apela a un conjunto de argumentos, todo cierto pero bastante
peregrinos en relación con la cuestión de fondo: la no integración. Entre ellos, se destacan las menciones al
prolongado periodo de democracia que vive América Latina, el crecimiento económico del último lustro
(2004-2008), las posibilidades que brindan la energía o la infraestructura, las nuevas capacidades para
resolver ciertos conflictos regionales o la mayor sintonía político-ideológica entre los gobiernos de la región
(el famoso giro a la izquierda). Pese a su importancia y trascendencia, se trata de cuestiones periféricas a la
integración, que no aluden a sus problemas centrales, vinculados al para qué y al cómo se debe integrar
América Latina.

A la hora de buscar culpas y culpables, se nota un sesgo importante que lleva a mirar más hacia fuera que
hacia dentro de América Latina. Es así como se suele acudir recurrentemente a elementos y presiones
exógenas: cuando no es Estados Unidos el causante directo de tal desaguisado, se acusa a la Unión
Europea, como apuntó recientemente el presidente de Ecuador, Rafael Correa. Según su particular
interpretación, la decisión de la Comisión Europea de negociar directamente con Colombia y Perú un
tratado de asociación –en lugar de hacerlo con la Comunidad Andina de en su conjunto– era un golpe
mortal contra la integración regional. Pero ocurre que los europeos estaban, están, cansados, aunque por
delicadeza no lo digan públicamente, de las contradicciones existentes en el seno de la CAN y de los
obstáculos a la negociación que permanentemente impone Bolivia y también, aunque en menor medida,
Ecuador. Y además sucede que los responsables directos de los problemas de la CAN son sus Estados
miembros, las desavenencias entre ellos, las propuestas descabelladas de algunos y la salida de Venezuela.

La tentación de buscar más allá de las fronteras lo que en realidad son responsabilidades propias no es
nueva. En su momento, la teoría de la dependencia fue el punto más alto de este tipo de análisis, algunos
de cuyos contenidos hoy vuelven con fuerza renovada. En el caso de la integración regional, el
razonamiento que se suele utilizar es sencillo pero eficaz: a EEUU, y a los demás poderosos del mundo, no
les interesa una América Latina integrada y unida, y por eso aplican la macabra política del «divide y
vencerás». Ya en su momento el nacimiento de Uruguay se explicó en estos términos, mediante la gráfica
idea de la balcanización.

Aunque el proceso de integración en América Latina es prácticamente tan antiguo como el europeo, pues
ambos se originaron tras la Segunda Guerra Mundial y comenzaron a despegar en la década del 50, los
resultados de uno y otro son palmariamente diferentes. No se trata aquí de recalcar, de forma
caricaturesca y una vez más, todo aquello de bueno que teóricamente tiene Europa y todo lo que tanto le
falta a América Latina, sino de rastrear en la propia realidad latinoamericana los obstáculos, grandes y
pequeños, que han impedido que la integración llegue a buen puerto.

(http://www.nuso.org/upload/articulos/3585_1.pdf) (Malamud, 2009)

Ocho problemas:

Con la constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) se rompió la inercia


que inmovilizaba a la integración regional. Hasta ese momento, parecía inconcebible que este continente,
forjado en una historia compartida y el pensamiento de sus Libertadores, careciera de un organismo
independiente y ajeno de las injerencias estadounidenses y europeas.

Más de doscientos años, después de iniciado el camino de la independencia, fue necesario para que al fin
pudiera concretarse un espacio llamado a convertirse en el foro de la unidad latinoamericana.

Esta unidad, bajo las actuales condiciones, resulta estratégica para los pueblos y los gobiernos de la
región. En estos tiempos, donde por doquier se levantan alianzas económicas, y se conforman y
reconfiguran grandes bloques para la competencia en el mercado mundial, resulta esencial disponer de un
espacio soberano que defienda los intereses comunes.

Frente a la crisis, además, la integración se concibe como una oportunidad para resguardar el comercio e
incentivar el crecimiento económico.

Pero el camino a transitar no es sencillo, sino más bien está plagado de obstáculos y desafíos, de cuya
superación depende la materialización de todas las expectativas que se han depositado en la Celac.

Sería oportuno entonces comenzar analizando –sin pretender ser exhaustivos, pero como un ejercicio
imprescindible- algunos de esos obstáculos a los cuales se enfrenta la integración latinoamericana.
Identificar las dificultades es parte del camino a transitar para su solución.

(1)En primer lugar, nuestra región no ha podido evitar la presencia de múltiples conflictos entre sus países.
Disputas territoriales –pudiera mencionarse la solicitud boliviana realizada a Chile para recuperar su salida
al mar-, conflictos de naturaleza política, o inclusive confrontaciones en el ámbito militar –recuérdese la
incursión de tropas colombianas en Ecuador en 2008-, lastran las potencialidades reales de impulsar un
proyecto común.

(2) A ello habría que sumar el sesgo ideológico de ciertos líderes latinoamericanos, en ocasiones mucho
más interesados en contubernios con las grandes economías que en desarrollar el potencial de la región.
Detrás de ellos, están por supuesto, los poderes económicos que buscan la ganancia a toda costa y no
dudan en enrolarse en el juego de la subordinación-conjunción con los capitales provenientes del Norte.

La integración, resulta entonces la alternativa que una vez surgida desde la defensa de “lo
latinoamericano” entra en contradicción con esos poderes e influencias foráneas, que constituyen un serio
obstáculo para su consecución.

Así asoman la cabeza, los “Judas” a los que se refirió José Martí, al hablar sobre “El agrupamiento de los
pueblos de América” en 1883, que actúan dispersando el esfuerzo continental y de cierta forma desdeñan
la construcción de esquemas genuinos dentro de la región, lo cual, a la larga, contribuye a su des-
integración.
(3) En tercer lugar, en muchas de las esferas de la integración, se carece del sustrato teórico que sea capaz
de satisfacer las necesidades de los países implicados. Cuanto se ha concebido hasta ahora –con la
excepción del ALBA- posee una fuerte influencia librecambista, neoliberal y a partir de allí resulta en
extremo difícil –considerando las relaciones de producción capitalistas dominantes- brindar un tratamiento
adecuado a las asimetrías entre los países, más allá del otorgamiento de ventajas comerciales que resultan
generalmente transitorias.

(4) Tampoco resulta fácil conciliar las demandas del conjunto de países latinoamericanos, determinada por
la poca complementariedad entre sus economías. Nuestra región, subdesarrollada y dependiente, en la
mayoría de los casos ve limitada su oferta a recursos naturales o servicios tradicionales, como el turismo, y
esto en la práctica desestimula el esfuerzo integrador, que se diluye en la competencia entre sus países por
captar cuotas de mercado e inversiones.

(5) Ello se ve agravado por la falta de una infraestructura adecuada (energía, telecomunicaciones,
transporte, etc.), es decir, de un “sistema circulatorio” que viabilice las iniciativas de la integración. En este
ámbito, aunque se trabaja en la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana
(IIRSA) y se realizan esfuerzos similares en Centroamérica, sus resultados aún resultan insuficientes en
relación con las necesidades de la región.

Pero aún pensando que estos valladares puedan ser superados, quedan al menos otros tres no menos
importantes a la hora de concebir el proyecto de unión continental

(6) Aunque América Latina no dispone de un espacio de integración diseñado a escala regional, los
esquemas subregionales, una densa red de Tratados de Libre Comercio (TLCs) y otros acuerdos similares,
conllevan a que –en ciertas ocasiones- los compromisos ya alcanzados obstaculicen la posibilidad de
avanzar en nuevos acuerdos.

(7) En séptimo lugar, el papel clave que desempeña América Latina en el contexto geoeconómico y
geopolítico mundial, entre otras causas, por las enormes reservas de recursos naturales, la hace una región
no desdeñable para los objetivos imperialistas de las grandes potencias y destino de sus esfuerzos
encaminados a obstaculizar el esfuerzo de unificación. Para estas, resulta muy distinto influir sobre las
posiciones de países aislados, que en una concertación capaz de ofrecer singular resistencia a habituales
prácticas de dominación.

(8) Por último la “integración real” presiona los avances en la firma de acuerdos integracionistas y
sobrepasa los límites de la integración “dirigida” desde los Estados. Esta pudiera ser, una de las fuerzas que
actualmente está determinando la materialización de diferentes variedades de asociaciones con los países
asiáticos, y no puede descartarse que su influencia vaya en detrimento de los esfuerzos centrados en la
integración latinoamericana.

Sin embargo, todos estos obstáculos no han sido suficientes para frenar la voluntad de la integración
regional, ni para detener las fuerzas que la van conformando. Sobre las individualidades y las divisiones,
entonces se imponen la necesidad de la unidad y la visión del futuro compartido, que resultan apoyadas
desde los gobiernos y desde los pueblos, representados por sus movimientos sociales. De estas voluntades
–a pesar de todos los desafíos- es que se renuevan las esperanzas y las oportunidades para América Latina.
La Celac forma parte de ellas.

(http://alainet.org/active/58183) (Alzípar, 2012)


ALBA

El ALBA, bases y proyecciones.

El ALBA, un nuevo tipo de integración que va tomando fuerza, no tiene como fin el lucro del comercio, sino
el desarrollo paulatino de las economías en un camino que, para llevar a una verdadera integración
política, económica y social, deberá también incluir a la moneda y al hombre únicos, así como propender al
desarrollo de economías que funcionen sobre nuevas bases generales comunes que posibiliten y no traben
las relaciones de integración.

La estrategia del ALBA debe cuidarse, entre otros peligros importantes, de la integración por la integración
misma, lo cual pudiera dar entrada a países que ya tienen firmados TLC y a través de ellos, el capital
norteamericano pueda minar la unión sobre las nuevas bases. En esa dirección estuvo inscrita la posición
de Venezuela, al retirarse del CAN ante la firmas de TLC por algunos de sus miembros. Los eventuales
fracasos de los TLC pueden llevar a algunos países a buscar apoyo y refugio en el ALBA, lo cual solo debería
ser posible bajo ciertas condiciones socio-económicas.

Es prácticamente imposible que economías dominadas por el Imperialismo y la oligarquía nacional,


puedan integrarse en un proyecto como el promovido por el Presidente Chávez. Por ello el ALBA, además
de la integración, ha estado manejando también otros proyectos de cooperación, con otros países, para el
desarrollo en esferas de interés común. La cooperación no implica integración necesariamente, aunque
puede ser un camino hacia ella.

Difícilmente pueda lograrse la integración política y económica que el ALBA se propone, si no lleva
aparejada la aplicación de la noción económico-social del nuevo socialismo o Socialismo del Siglo XXI,
participativo, democrático, autogestionario e inclusivo, que contemple diferentes formas de producción,
pero con la tendencia al predominio de las relaciones basadas en el colectivismo y la autogestión social
socialista, cuyo progreso permitiría un verdadero intercambio no comercial, no basado en el lucro, sino en
la equidad, en la economía de equivalencias y en el interés común del desarrollo social compartido para
todos, tanto a nivel nacional como entre los países que integran el grupo.

Fines y medios. Participación popular.

Como todo fin determina los medios para conseguirlo, el ALBA deberá recorrer un camino de amplia
cooperación hacia la integración que vaya estableciendo mecanismos y vías para el desarrollo multifacético
de una basta red que contemple todos los aspectos que le darán forma al cuerpo que se pretende
finalmente.

Para lograr esa integración, es muy importante la determinación de los gobiernos a la cooperación, pero es
sobre todo imprescindible, la disposición de los pueblos y la comprensión de los mismos sobre su
conveniencia práctica. Esto dependerá del ejercicio cabal y pleno de los beneficios tangibles, palpables,
que genere esa integración para los pueblos.

Así por ejemplo los pueblos latinoamericanos que están siendo directamente favorecidos por la Operación
Milagro, o los planes de Alfabetización en que existe una amplia cooperación entre Cuba y Venezuela, ya
están recibiendo beneficios directos de los planes de integración. De la misma forma, deberán encontrarse
mecanismos que permitan a todos los pueblos participantes beneficiarse directamente de esta
integración.

La idea del Banco del Sur es clave, sin embargo algunas propuestas están encaminadas en la visión
tradicional de resolver los problemas de la deuda y préstamos a gobiernos para programas destinados a
resolver graves problemas sociales, que en el fondo son improductivos y por tanto tienden a un mayor
endeudamiento. Estas concepciones no tienen que ver con la estrategia socialista de desarrollo
autogestionario y comunal y siguen una visión equivocada de resolver los problemas desde el Estado
paternal.

El Estado debe seguir jugando un papel muy importante, pero como promotor, garante y financiero del
auto desarrollo empresarial, regional y comunitario y no para subvencionar las necesidades directas de la
población. El respaldo a los pobres, debe estar no en proporcionarles el sustento, sino en garantizarle los
medios, la educación y los recursos que les permitan a ellos salir de la pobreza a través de sus propios
esfuerzos. Los subsidios directos a las personas, deben quedar para los casos de imposibilidad productiva.

Para que el Banco del Sur esté en consonancia con la estrategia integracionista, debe introducir fórmulas
directas, sin intermediarios estatales, que brinden financiamiento y recursos, en todos los países del ALBA,
para apoyar a todas las formas autogestionarias de producción (individual, cooperativa, empresarial y
cogestionaria) y a los proyectos comunales de desarrollo autofinanciados, todos los cuales podrían recibir
préstamos con bajos intereses. Estos tipos de financiamientos, contribuirían a promover el desarrollo
económico proyectado hacia el futuro socialista y por ser productivos, no generarían endeudamiento ni
inflación.

El ALBA, para lograr verdaderos avances de integración social, además de la cooperación gobierno a
gobierno, debe desarrollar, facilitar, estimular y financiar la libre cooperación horizontal entre empresas y
regiones de los países que la integran, en materia de comercio, capacitación, intercambios de personal,
científico técnico, culturales, y otros, de manera que el tejido de la integración se vaya formando también
desde abajo.

Una iniciativa comercial que tendría un efecto regulador, anti consumista y estabilizador de las economías
integradas en el ALBA, sería el establecimiento de un gran complejo financiero-comercial internacional, de
cadenas de tiendas -como las que ya existen en Venezuela- de artículos de primera necesidad a bajos
precios, sin interés de lucro comercial, que a su vez garantice la compra, en todos los países, de los
productos de la nueva economía socialista emergente.

Un área en la que ya se trabaja, pero que deberá recibir un mayor impulso integrista, es en la promoción
de las fuentes de energía alternativas y en el desarrollo de las tecnologías de punta, especialmente las
relacionadas con la informática y la biotecnología, cuyos resultados deberán aplicarse en forma más
masiva y procurar que lleguen a todas las mayorías.

Igualmente es estratégico el amplio desarrollo entre los países del ALBA de los medios masivos de
transporte y comunicaciones que abaraten los costos, disminuyan la contaminación y contribuyan a la
formación de nuevos patrones de conducta y consumo. Particularmente el desarrollo del transporte
suburbano e interregional por ferrocarril y el abaratamiento máximo de la telefonía, la computación
personal y las redes electrónicas. Específicamente es muy importante el papel que puede jugar Tele Sur,
como promotor de la integración cultural y defensor de la identidad común.
Un aspecto de extrema importancia es que los planes del ALBA sean discutidos en cada país por las bases
populares, en los debates de los barrios, en la prensa, a fin de movilizar a las masas en torno a esta
grandiosa tarea y generar su interés, aportes y compromisos. Por su importancia y significado para el
futuro de cada nación y de la región, acorde con la vocación popular y participativa del proyecto
bolivariano, debería estudiarse también la conveniencia de ser sometidos a referendo y considerarse como
apéndice constitucional. Un plan general regional con amplio apoyo popular, seguramente sería muchos
más completo y efectivo, y avanzaría más rápidamente, que el discutido y aprobado solo a nivel de
gobierno.

Una verdadera integración política, económica, social y cultural como la que pretende el ALBA, que
garantice en Nuestra América una región unida donde predomine una real justicia social, la libertad plena
de realización y creación, un desarrollo socioeconómico homogéneo y sustentable que conviva con la
naturaleza y el predominio de los ideales de la fraternidad entre los hombres, debe avanzar, tan rápido
como sea posible en la unificación monetaria, el libre flujo de personas, en el progreso de las bases
económico-sociales del nuevo Socialismo y en el desarrollo del tejido horizontal que fusione a nuestros
pueblos en todos los sentidos.

El ALBA es la primera y verdadera oportunidad de integración real que se ha presentado a los países
latinoamericanos. Su éxito depende de la disposición de los gobiernos y de que los pueblos se sientan
beneficiados y comprometidos con sus resultados concretos, vías y fines.

Gracias por esta gran idea a Chávez, a Fidel a Evo. Su realización es obra de todos

(http://www.oocities.org/es/amigos_pedroc/LAIntegracion.htm) (Campos, 2008)

Integración Justa: Alternativa Bolivariana para las Américas. (ALBA).

La Alternativa de Integración para América Latina y el Caribe (ALBA) es una propuesta de integración justa.
El ALBA pone su objetivo fundamental en la lucha contra la pobreza y la exclusión social, por lo tanto
expresa los intereses de los pueblos latinoamericanos. Mientras el ALCA responde a los intereses del
capital trasnacional y persigue la liberalización absoluta del comercio de bienes, servicios e inversiones.

El origen del ALBA fue impulsada por el presidente Venezolano Hugo Chávez en la Cumbre de la Asociación
de Estados del Caribe en el 2001, constituyendo una propuesta que se suma al despertar de la conciencia
de un nuevo liderazgo político, económico, social y militar en América Latina y el Caribe. Constituye
además un modelo de integración económico de amplio alcance y que no se limita en lo comercial sino
que se dirige hacia la integración política, social, cultural, científica, tecnológica, entre otras, donde los
derechos mercantiles no estarán por encima de los derechos sociales.

El ALBA, como propuesta bolivariana y venezolana, se suma a la lucha de los movimientos, de las
organizaciones y campañas nacionales que se multiplican y articulan a lo ancho y largo del todo el
continente contra el ALCA. Es en definitiva una manifestación de la decisión histórica de las fuerzas
progresistas de Venezuela para demostrar que “Otra América es Posible”.

La propuesta alternativa basada en la solidaridad es lo que predica el ALBA, tratando de ayudar a los países
más débiles a superar las desventajas que los separan de los países mas poderosos del hemisferio.

El ALBA posee características y principios a favor de la integración latinoamericana y caribeña que no se


parecen en nada al corte neoliberal de el ALCA. Estas características y principios son los siguientes:
1. El proceso de integración no va a tener en cuenta solamente a la economía, pues aunque sea de
vital importancia no será la meta final a alcanzar, ya que lo “social” será lo primordial.
2. La integración no se basará en el “libre comercio” pues esta integración tendrá en cuenta las
características de industrialización de cada país con la finalidad de ayuda y colaboración y no del
intercambio desigual que quiere el ALCA con su fachada de “libre comercio”.
3. La integración que propone el ALBA, no será controlada ni dirigida por las trasnacionales, ni tendrán
fuerza en esta integración.
4. En esta Integración justa no cuenta Estados Unidos para nada, ni su gobierno, ni sus empresas
trasnacionales.
5. La esencia del ALBA será de solidaridad y cooperación entre los pueblos.
6. El ALBA a través de sus medios masivos (Telesur) está y seguirá promoviendo la información de los
intereses latinoamericanos y caribeños, rompiendo el monopolio informativo del imperio.
7. Acceso al abastecimiento de energía de los países latinoamericanos mas necesitados con precios
preferenciales y facilidades de pago. En este caso Venezuela con su petróleo abasteciendo a los
países de la región.
8. El ALBA no es un dogma, se basará en la creatividad y flexibilidad, integrándose poco a poco con la
voluntad política e ideológica de los países miembros.
9. El ALBA entraría a funcionar en los territorios que no entraría el ALCA, pues los gobiernos
provinciales y municipales se beneficiarían de ello ya que la política neoliberal ha provocado un
desigual desarrollo territorial y el ALBA aplicaría proyectos sociales a estos territorios que se han
visto afectados por la desregulación.

Son muchos los ejemplos y la lista seria interminable de los beneficios humanos que traería el ALBA hacia
América Latina y el Caribe. Cuba es una muestra fehaciente de la colaboración y ayuda en los marcos del
ALBA con Venezuela, para citar algunos ejemplos veremos los siguientes:

 Misión Robinson I, mediante la cual Venezuela se declarará próximamente como el segundo


territorio libre de analfabetismo en América, habiendo enseñado a leer y escribir a un millón
cuatrocientos seis mil venezolanos.
 Misión Robinson II, en la que se encuentran estudiando un millón doscientos sesenta y dos mil
venezolanos para alcanzar el sexto grado.
 Misión Ribas, que forma bachilleres para darles acceso a los estudios universitarios a jóvenes
venezolanos a los que la Revolución Bolivariana les brinda esa oportunidad. Al respecto se
promoverá el cumplimiento del Plan de Becas que Cuba ofrece.
 Misión Sucre, para la universalización de la enseñanza superior.
 Misión Vuelvan Caras, para la formación de obreros especializados y darles acceso a las nuevas
fuentes de empleo.[4]

Además de todo lo anterior Venezuela y Cuba trabajarían en el diseño de un proyecto continental para
eliminar el analfabetismo en América Latina.

La Misión Barrio Adentro, que no es más que el envío de médicos, técnicos y personal de la salud cubana
hacia los lugares mas intrincado de Venezuela y la Misión Milagro en la que ambos países acordaron
devolverles la vista a millones de latinoamericanos entre ellos niños y ancianos que carecen de recursos
monetarios para tratarse, son muestras de ejemplos de la solidaridad y humanismo con la que soñó el Ché
y otros grandes hombres de la historia.
También como punto de partida en la colaboración y ayuda de Venezuela hacia el resto de los países de
Latinoamérica y el Caribe crea lo que se conoce como PETROAMERICA con el fin de unir a los países
productores de petróleo y gas de la región para lograr una integración energética basada en la solidaridad
entre los pueblos.

Uno de los objetivos de PETROAMERICA es que los países latinoamericanos tengan acceso al petróleo y
contribuir de esta forma a la disminución de las diferencias existente entre estos países.

Venezuela es uno de los mayores productores de petróleo del mundo al mismo tiempo que también es uno
de los mayores exportadores, pero también se destacan en su producción y exportación en la región países
como México, Brasil, Ecuador, Argentina, Colombia y Bolivia.

Además surge PETROCARIBE con el objetivo de brindar un trato diferenciado y especial a los países menos
desarrollados. Es una organización que no solo se basa en la cooperación económica y energética sino que
también contribuye a la protección del medio ambiente mediante la utilización de energía renovable.

PETROCARIBE trae varios beneficios para los países latinoamericanos de bajo desarrollo pues brinda
facilidades de pago y financiamiento a largo plazo, además que pagarían el flete de transporte a precio de
costo.

(http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/oel/era.htm)

(Rodríguez, 2006)

Bibliografía
Alzípar, G. (24 de 09 de 2012). Agencia Latinoamericana de Intomación. Recuperado el 05 de 06 de 2013, de
http://alainet.org/active/58183

Campos, P. (2008). OoCities. Recuperado el 2013, de http://www.oocities.org/es/amigos_pedroc/LAIntegracion.htm

Editorial Sol 90. (2005). América Central, Sur y Antártida. En Atlas del Estudiante (págs. 38 - 39). Barcelona.

Editorial Sol 90. (2002). El largo camino hacia la democracia. En Gran Atlas Universal (págs. 70 - 71). Barcelona.

Malamud, C. (2009). La crisis de la integración se juega en casa. Nueva Sociedad , 98 a 106.

Rodríguez, E. (2006). Observatorio de la Economía Latinoamericana. Obtenido de


http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/oel/era.htm

Rojas, I. (2011). Selected Works. Recuperado el 2013, de http://works.bepress.com/ivan_rojasv/2/

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