Está en la página 1de 2

D.

JUAN:
¡Cálmate, pues, vida mía!
Reposa aquí; y un momento
olvida de tu convento
la triste cárcel sombría.
¡Ah! ¿No es cierto,
ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Esta aura que vaga, llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena;
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando el día,
¿no es cierto, paloma mía,
que están respirando amor?
(…)
Dª INÉS:
Callad, por Dios, ¡oh, don Juan!,
que no podré
resistir
mucho tiempo sin morir,
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad, por compasión,
que oyéndoos, me parece
que mi cerebro enloquece,
y se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.
(…)
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan!, ¡don Juan!,
yo lo imploro
de tu hidalga compasión
o arráncame el corazón,
o ámame, porque te adoro.

En este fragmento, Doña Inés que ha sido raptada se despierta en casa de Don Juan, y
él trata de tranquilizarla haciéndole entender que no le hará daño y que se encuentra
segura, la enamora con sus palabras y le declara su amor. Se puede apreciar cómo
hace un contraste entre el ambiente de su convento y lo que le ofrece este nuevo paisaje
con rio, olor a flores la serenidad pura del lugar que sería perfecto para disfrutar de su
amor. Además, compara a doña Inés con una gacela por su finura, delicadeza y porte y
manifiesta que ella tiene encendida la llama de amor tanto como él, en pocas palabras
que ambos se aman.

Por su lado, Doña Inés le responde con pasión el amor que siente por Don Juan y la
debilidad que siente ante sus palabras que no puede resistir aun pensando que no es
correcto pero ya había sido atraída como imán según lo manifiesta en una parte del
verso.

También podría gustarte