Está en la página 1de 24

1

Autora: Ana Carolina Gálvez Comandini*

Título: Lupanares, burdeles y casas de tolerancia: Tensiones entre las prácticas sociales y la
reglamentación de la prostitución en Santiago de Chile: 1896-1940.
Title: Brothels, bordellos and whorehouses: Tension between social practices and
regulation of prostitution in Santiago de Chile: 1896-1940.
Resumen
El auge de las enfermedades venéreas y su rápida diseminación durante la primera mitad
del siglo XX en Chile, provocó que el fenómeno de la prostitución fuera un tema
ampliamente tratado y debatido por todos los sectores de la sociedad, ya que se creía que
era la prostitución el principal agente diseminador de las lúes. Debido a esto, la necesidad
de regulación y control del comercio sexual cobró relevancia excepcional en el debate de
las políticas sanitarias. Lo que intentaremos demostrar en este artículo, es que durante este
periodo asistiremos a una intensa lucha en el campo de las representaciones sociales por
controlar el fenómeno meretricio, entre el Estado “racional y moderno”, que intentó
disciplinar el mundo prostibulario por medio de normativas y reglamentos, y los actores
sociales de la prostitución, que transgredieron con sus prácticas permanentemente dicho
control.
Abstract
The rise of venereal disease and its rapid spread during the first half of the twentieth
century in Chile, caused the phenomenon of prostitution was a topic widely discussed and
debated by all sectors of society, as it was believed to prostitution the main spreading agent
of syphilis. Because of this, the need for regulation and control of the sex trade gained
exceptional importance in the health policy debate. What I try to show in this article, is that
during this period will witness an intense battle in the field of social representations to
control the meretricious phenomenon between "rational modern" state, which tried to

*
Estudiante de Doctorado en Historia en Universidad de Santiago de Chile. Magíster en Historia por la
Universidad de Chile 2011. Licenciada en Educación y Profesora de Historia por la UMCE 2001. Postítulo en
Estudios Regionales del Cono Sur en Universidad de Santiago de Chile 2002. Este artículo es parte de la tesis
de magíster en Historia aprobada el año 2011 en la Universidad de Chile. Email: comandinig@gmail.com
2

discipline the brothel world through policy and regulations, and social actors of
prostitution, who transgressed their practices such control permanently .
Palabras Clave
Prostitución, prácticas sociales, representaciones sociales, disciplinamiento, control social.
Keywords
Prostitution, social practices, social representations, discipline, social control.
Introducción
Santiago de Chile a comienzos del siglo XX fue una ciudad que se caracterizó por
mantener amplias brechas sociales, sumiendo a la mayoría de la población en la más
profunda pobreza. Muchas mujeres habitantes de la ciudad o provenientes de las zonas
rurales, generalmente las más pobres y con escasa instrucción, debieron buscar sustento
económico en la prostitución, lo que sumado a las precarias condiciones sanitarias de la
época, y a los escasos avances de la medicina para controlar las enfermedades venéreas,
disparó rápidamente las cifras del meretricio y la sífilis en el país. Esta situación motivó a
que las autoridades decidieran tomar cartas en el asunto, normando e intentando controlar el
ejercicio del comercio sexual. La masiva presencia de las mujeres en el espacio público, no
solo en el comercio sexual, sino también en fábricas y diversos oficios como la lavandería,
costura, planchado, entre otros, conllevó a “la aplicación de ciertas reformas parciales al
trabajo de las mujeres, generando las primeras legislaciones laborales y prácticas
proteccionistas”1.
Es en este contexto de regulación y normalización general de la sociedad, es que
durante la primera mitad del siglo XX el Estado moderno, influenciado por el racionalismo
de la ciencia médica, dictaminó códigos sanitarios y sistemas legales que ampararon,
prohibieron o intentaron controlar la prostitución, situándonos frente a lo que Michel
Foucault denominó como sociedades disciplinarias2, donde todo el accionar del sujeto se
pretendía controlar, examinar y sancionar por medio de la reglamentación jurídica, lo que
denominaremos en este estudio como panóptico3 higienista, representado en el sistema
1
Ana López Dietz, “Feminismo y emancipación en la prensa obrera femenina Chile, 1890-1915”, en Tiempo
Histórico1 (Santiago 2010), 75
2
Michel Foucault, La verdad y la forma jurídica (Barcelona: Editorial Gedisa, 1996)
3
Utilizaremos el concepto que Foucault emplea sobre el Panóptico, según los términos expresados por él
mismo y que han tomado como base la idea original del filosofo Bentham, esta es que la vigilancia y el
3

sanitario/legal que pretendía organizar y vigilar el mundo de la prostitución, por medio de


agentes del Estado que debían velar por el fiel cumplimiento de la ley (policía, médicos y
visitadores sanitarios), creando una idea de orden a partir del celo y control de los cuerpos
enfermos de sífilis y alcoholismo. Por tanto, las reglamentaciones para la prostitución
fueron más producto -si se mira desde Foucault- de una estrategia de saber-poder, que veía
en el conocimiento científico y la mirada médica, formas de control sobre el ejercicio de la
prostitución, prácticas que terminaron objetivando a las meretrices dentro del conjunto de la
sociedad.
Roger Chartier señala que existe una distancia entre los mecanismos que apuntan a
controlar y someter y las resistencias e insumisiones de aquellos y aquellas que son su
objetivo. Por lo tanto, la fuerza de los instrumentos disciplinadores siempre debe transar
con los rechazos, distorsiones y artimañas de los sometidos, tratándose, más que un
avallasamiento, de un enfrentamiento4 entre discursos y prácticas sociales. Este
enfrentamiento, sin duda también existió entre las prácticas sociales de la prostitución y los
elementos disciplinadores del panóptico higienista en Chile, ya que éste lo que trató de
instituir fue que las bases sociales pensaran y actuaran como el Estado ordenaba, intentando
para ello permear el imaginario social desde arriba hacia abajo, por medio de leyes, normas
y reglamentos, aspirando a que los sujetos sociales asimilaran como propios elementos
exógenos a su cultura e idiosincrasia5. Sin embargo, esta estrategia no surtió efecto alguno
en la población de Chile, ya que como veremos en este trabajo, normativas y reglamentos
fueron permanentemente transgredidos y vulnerados por la población. En Chile
coexistieron, por lo menos, dos representaciones sociales en pugna respecto de la
prostitución, aquella instituida desde el Estado por medio del panóptico higienista, y
aquella representada en las prácticas sociales arraigadas en la población.
1. La reglamentación de la Tolerancia: 1896-1925

disciplinamiento social se simbolizan por medio de la presencia de un Vigilante permanente (el Ojo Soberano)
que registra y examina todas las acciones de la sociedad, clasificando aquellas que son punibles de las que no,
apoyado por la creación de normas jurídicas e instituciones de secuestro para mantener el control social, como
cárceles, hospitales, escuelas, fábricas, etc.
4
Roger Chartier, Escribir las prácticas. Foucault, de Certeau, Marin (Argentina: Editorial Manantial, 2001),
45
5
Manuel Baeza, Los imaginarios Sociales. Apuntes para la discusión teórica y metodológica (Concepción:
Editorial Universidad de Concepción, Serie Monografías, 2003), 27
4

La reglamentación de la prostitución por medio del Reglamento de Casas de Tolerancia


en Santiago, puesto en vigencia el 1 de agosto de 1896 6, tiene su origen en la necesidad del
Estado chileno por controlar un aspecto de la vida social de la ciudadanía, el comercio
sexual, que hasta ese momento había transcurrido en lo íntimo de los lupanares, sin existir
formalmente un reglamento que indicara las condiciones de su funcionamiento. El interés
principal del reglamento de 1896 se centraba, no en mejorar las condiciones de vida de las
prostitutas o en evitar la esclavitud blanca7, sino en disminuir la propagación de
enfermedades venéreas y otros padecimientos sociales, pero principal y explícitamente la
sífilis y la gonorrea, males que venían provocando altos índices de mortalidad y morbilidad
en la población, y cuyo principal foco de contagio fue identificado en la prostitución.
El surgimiento de este reglamento vendrá de la mano con el surgimiento de la medicina
estatal en el país8, la que comenzó a crear una serie de instituciones que ayudarían a poner
en práctica las medidas de profilaxis social, examinando los aspectos más íntimos de la
vida de las personas, como su sexualidad, en el nombre del Estado y de la ciencia. Es así
como en 1886 se crea la Policía Sanitaria, en 1889 el Consejo Superior de Higiene y en
1892 el Instituto de Higiene, por medio de la promulgación de la Ley Orgánica de Higiene
Pública. En este contexto, la creación de un Reglamento para regular el funcionamiento de
los prostíbulos, los ponía administrativamente al mismo nivel de otras instituciones del
Estado que debían ser fiscalizadas en sus tareas, tal como escuelas, hospitales, servicios
públicos, cárceles, etc. El reglamento, instruía sobre el registro que se debía llevar de las
Casas de Tolerancia en la Municipalidad de Santiago, y el registro de las prostitutas que allí
trabajan, incluía el diseño de una libreta que debían llevar consigo las meretrices y en la
que los médicos registraran su estado de salud. El Reglamento se pronunciaba, además,
sobre la ubicación físico-espacial que los lupanares, éstos debían estar a más de 150 metros
de escuelas, cuarteles o iglesias, prohibía la venta de alcohol, y señalaba que tanto las
prostitutas asiladas (aquellas que ejercían la prostitución en burdeles) como las clandestinas
(aquellas que ejercían la prostitución callejera) deberían ajustarse a él. Pero además tenía
6
Reglamento de Casas de Tolerancia, 28 de noviembre de 1896. Archivo Histórico Nacional de Chile, Fondo
Municipalidad de Santiago (A.N.CH.M.S.), vol. 368
7
Este concepto fue ampliamente utilizado por los médicos abolicionistas del periodo.
8
Carlos Molina Bustos, Institucionalidad sanitaria chilena. 1889 – 1989 (Santiago: LOM ediciones, 2010),
14
5

una acápite especial dedicado a la labor que debían cumplir los médicos del servicio, los
que serían nombrados por la Municipalidad y deberían visitar una vez a la semana a las
asiladas de los prostíbulos para verificar su condición de salud por medio de un control
sanitario que implicaba un examen físico y ginecológico. Este Reglamento, tenía la
particularidad de extender derechos y obligaciones a personas situadas frecuentemente en
los márgenes de la sociedad y de la legalidad.
El reglamento original de 1896, se fue ajustando y modificando paulatinamente de
acuerdo a los reparos o necesidades higiénico-sociales que fueron surgiendo en el tiempo.
Por ejemplo, el 22 de diciembre de 1899, la Municipalidad de Santiago dictó un decreto
que prohibía a las asiladas de los burdeles estacionarse en las puertas y ventanas, y su
intromisión en paseos públicos, el que es refrendado con un decreto de la Intendencia de
Santiago el 30 de diciembre del mismo año, este señala:
“ 1) Queda estrictamente prohibido que las asiladas de las Casas de Tolerancia se
estacionen en las puertas, ventanas o veredas de sus habitaciones;
2) Las puertas, ventanas a la calle de una casa de tolerancia deberán permanecer
constantemente cerradas; ó bien provistas de una mampara que impida la vista al
interior;
3) Los regentes o dueñas de las casas de tolerancia son responsables del cumplimiento de
los artículos anteriores;
4) Queda prohibido la intromisión o permanencia de prostitutas en los paseos o lugares
públicos;
5) Sin perjuicio de la inspección de la oficina municipal, la policía de seguridad cuidará
de dar estricto cumplimiento a las disposiciones anteriores.
6) Las infractoras a cualquiera de dichas disposiciones pagarán una multa de veinte pesos
por cada infracción.”9
Asimismo, en 1902 se decretó que los cafés asiáticos10 y casas de citas quedarían
sujetos al reglamento de casas de tolerancia, y que a las prostitutas que concurrían a estos

9
Decreto de la intendencia de Santiago, 30 de diciembre de 1899. Archivo Histórico Nacional de Chile,
Fondo Intendencia de Santiago (A.N.CH.I.S.), vol. 200
10
Se denominó Cafés Asiáticos a los prostíbulos administrados por gente del oriente, principalmente de
China, quienes inmigraron al Perú y posteriormente a Chile a fines del siglo XIX.
6

lugares se les deberá exigir la libreta con el examen médico al día. En 1917 se prohibió la
instalación de “nuevas” casas de tolerancia y/o sus derivados cerca de avenidas principales
y de líneas de tranvía.
Como se aprecia, la tolerancia tenía límites, la prostitución se podía ejercer siempre y
cuando se hiciera discretamente, y al interior de las casas destinadas exclusivamente para
ello. Este decreto lo que hace es invisibilizar y excluir de la vida cotidiana y citadina a la
prostitución ya que cualquier manifestación pública del oficio era considerada una grave
ofensa contra el orden moral imperante. Las prostitutas, objetivadas socialmente como la
cuna del mal venéreo, son aisladas desde el punto de vista espacial, moral e higiénico.
El Dr. Luis Prunés señaló que en la década de 1920 el 33% de las consultas por
afecciones cutáneas eran producto de la sífilis 11, lo que motivó que la autoridad sanitaria
considerara que tolerar la prostitución y reglamentarla era el mal menor, ya que la
prostitución clandestina producía mayores trastornos que la prostitución asilada en los
burdeles, sobre los que se creía tener el control. En palabras de Foucault, según la economía
del poder, resultaba más eficaz y más rentable vigilar que castigar. En consecuencia,
“siendo la prostitución una enfermedad social, hasta hoy incurable i la causa principal de
difusión de las enfermedades venéreas, la Municipalidad la tolerará dentro de la comuna i
la vijilará mientras se encuentran los medios de evitarla”12.
El Reglamento de las Casas de Tolerancia vendrá a operar como un mecanismo o
herramienta que vehiculará por medio de la ley el sentido y representación que el burdel
tiene para la sociedad chilena. Si bien el reglamento no mencionaba las faltas que la
tolerancia de la casa colectiva ayudaba imaginariamente a suprimir (expansión de la sífilis,
adulterio, incesto, violación, etc.), ellas eran conocidas por la sociedad en general, por lo
tanto la reglamentación no vendrá más que a confirmar el reconocimiento social de que el
prostíbulo era necesario para poner límite a otros morbos indeseados. La importancia de la
reglamentación de las Casas de Tolerancia, entonces, no se manifestó en su operatividad o
11
Luis Prunés. “Discurso pronunciado en la ceremonia de su incorporación como Miembro de Número de la
Academia de Medicina del Instituto de Chile, el 25 de noviembre de 1965”, en Boletín Academia de Medicina
(Santiago: Vol.1, N° 2. 1966), 51
12
Francisco Landa. “Sobre reglamentación de la prostitución”. Observaciones que el Rejidor don José D.
Gajardo hace al Proyecto de reforma del actual Reglamento de Casas de Tolerancia, presentado por el
Doctor don Francisco Landa Z. a la I. Municipalidad. Santiago de Chile: Librería e Imprenta “Artes y Letras”,
1919. Pp. 7
7

efectividad para controlar la prostitución, sino que se fundó en la creencia de su capacidad


de interponerse, indirectamente y por medio de la prostitución, a otros males sociales,
siendo considerada como el mal menor13.
Una de las principales críticas sobre la reglamentación de la prostitución, durante todo
el periodo de estudio, es que esta fue desde su origen letra muerta, por tanto muchos
médicos en intelectuales pugnaban por su abolición. Este debate, que se origina en Francia
en siglo XIX, se traslada rápidamente a América Latina 14, donde intelectuales,
principalmente médicos abolicionistas y moderados reglamentistas, transaban en sus
posturas para acotar el tema prostibulario. Los médicos abolicionistas chilenos criticaban la
reglamentación y escribieron numerosos ensayos, artículos y tesis al respecto. En 1901 el
médico Elías Ascarrunz Vega en su tesis de medicina “Base racional para el mejoramiento
de la hijiene de la prostitución en Santiago”, hace una dura crítica al sistema reglamentario,
por considerarlo ineficaz, señalando que la vigilancia sanitaria, tanto de los médicos y de la
policía de seguridad es inútil, “...hasta el cumplimiento de la vijilancia sanitaria de la
ordenanza que ha dictado no es sino un sarcasmo!” 15. Veinticinco años después, y en el
mismo sentido, el Dr. Prunés, declarará, “La prostitución es un mal social, no una
necesidad. Para combatirla no basta una ley, por draconiana que sea” 16. Fiel reflejo de
ello es que desde la promulgación del Reglamento de Casas de Tolerancia, comenzamos a
encontrar en los archivos de la Intendencia de Santiago numerosos partes policiales, quejas
de instituciones y de vecinos con respecto a la poca efectividad del reglamento. Casi un año
después de su entrada en vigencia, los archivos de la Intendencia dejan ver que éste, desde
su nacimiento, estuvo destinado al fracaso. Tal como se expresa en una nota del Jefe de la
Oficina de Casas de Tolerancia al Intendente de Santiago el año 1900, en la ciudad existían

13
Francisco Vázquez. "Mal menor": Políticas y representaciones de la prostitución (siglos XVI-XIX) (España:
Universidad de Cádiz, Servicio de Publicaciones, 1998)
14
Rosalina Estrada Urroz, “La lucha por la hegemonía francesa en la medicina mexicana: el caso de los
medicamentos para combatir la sífilis” en Nuevo Mundo Mundos Nuevos http://nuevomundo.revues.org/3115
(consultado el 12-07-12)
15
Elías Ascarrunz Vega, “Base racional para el mejoramiento de la hijiene de la prostitución en Santiago”,
(Memoria de Prueba para optar al grado de Licenciado en la Facultad de Medicina y Farmacia de la
Universidad de Chile, Santiago de Chile, 1901), 38
16
Luís Prunés. La Prostitución. Evolución de su concepto hasta nuestros días. El Neo Abolicionismo frente al
nuevo Código Sanitario de Chile. (Santiago de Chile: Publicación de la Liga Chilena de Higiene Social,
Imprenta Universo, 1926), 138
8

numerosos prostíbulos clandestinos amparados bajo la nomenclatura de Cafés Chinos o


Asiáticos17, y más curioso aún, es que algunos de ellos estaban emplazados en propiedades
de distinguidos hombres de la elite nacional y por las que cobraban arriendo, tal como se
muestra en el Cuadro N° 1.
AQUÍ CUADRO N° 1
El sistema de control fue cada vez dando mayores muestras de su vulnerabilidad a la
acción de los agentes dedicados al negocio de la prostitución. En 1902 una carta del
Prefecto de Policía indica al Intendente lo siguiente:
“El Comisario de la 2° sección, en nota N° 74 de fecha de hoi, me dice lo que sigue: “Se
han establecido recientemente en la calle San Isidro N° 65 i 69 las casas de prostitución
de Sinforosa Gajardo i Elena Duval, respectivamente, frente a la Escuela Superior N° 9.
Como esta clase de casas no pueden estar situadas a menos de doscientos metros de
distancia de dichos establecimientos, lo pongo en su conocimiento para los fines del
caso.”18
Dentro de las principales multas cursadas a las casas de tolerancia, chincheles, cafés
chinos y casas de remolienda (todos ellos adjetivos utilizados por la Policía de Seguridad
para referirse a los negocios de comercio sexual) se encuentran las de infracciones a la ley
de alcoholes, ya que tenían prohibido expender licor, y por supuesto, peor aún, sin patente.
Las denuncias de la Inspección Sanitaria sobre las violaciones a la ley de Alcoholes son
reiteradas, en 1919 de 40 multas cursadas en una semana por esta infracción, el 52.5%
correspondía a casas de tolerancia o sus derivados, por ejemplo,
“4° Comisaría.-... a las 11.55 PM., en el prostíbulo de Francisca Osorio, Arauco 831, y
rejentado por Juana Miranda Maturana, mismo domicilio, se expendía vino como a diez
personas que lo consumían en el salón... a las 11.35 PM., en el prostíbulo de Fidelisa Fritz
Briones, Victoria 1147, se espendía vino en el salón como á quince personas que lo
consumían en el salón.”19
Igualmente, las denuncias sobre la irregularidad de las visitas médicas, tanto de los
médicos a los lenocinios, como de las asiladas a los dispensarios municipales para el
17
Los asiáticos tendieron a occidentalizar sus nombres, y es así como figuran en los registros municipales.
18
Carta Prefecto de Policía al Intendente de Santiago, 8 de abril de 1902 (A.N.CH.I.S.), vol. 218
19
Multa por venta ilegal de alcohol, 17 de noviembre de 1919 (A.N.CH.I.S.), vol. 481
9

control semanal, eran recurrentes en la Municipalidad e Intendencia de Santiago apenas se


puso en vigencia el reglamento. En algunas oportunidades eran los mismos médicos los que
no cumplían con la normativa, “Se ha presentado doña Berta Ramírez B. Reclamando por
segunda vez a esta oficina que Ud. no ha hecho la visita reglamentaria en la casa de
tolerancia de la calle San Carlos N° 3. Sirvase Ud. Informar sobre el particular”20
Frente a esta situación, el gremio médico declarará que su capacidad de respuesta es
escasa debido a que el número de profesionales no alcanzaba a cubrir todas las casas de
tolerancia de la comuna según los tiempos estipulados en el reglamento (cada 8 días). El
Dr. Ramón Staforelli señalaba que en la comuna de Santiago durante 1921 había 505
mujeres bajo la vigilancia médico municipal, y sólo dieciséis médicos para hacer las visitas
sanitarias a domicilio, y dos médicos para atender el Policlínico de la calle Bartolomé
Vivar, número de profesionales claramente insuficiente, indicando además que para el
mismo año se habían descubierto 182 prostíbulos clandestinos. Los médicos serán el cuerpo
social más crítico de esta situación y los primeros en dar la luz de alerta de que para
modificar estas conductas sociales, se debía partir por educar a la población, es decir,
intentar modificar prácticas socio-culturales por medio de la instrucción, siendo la
educación considerada como la principal herramienta de cambio de la mentalidad de la
población. Es por ello que en 1917 se crea la Liga Chilena de Higiene Social, la que tenía el
objetivo de difundir procedimientos disciplinarios y profilácticos en la población, no a
partir de una institución cerrada, sino por medio de focos de control diseminados en la
sociedad21. La Liga, como organización de beneficencia, desempeñó durante mucho tiempo
el papel de "organización disciplinaria", principalmente educando para modificar prácticas
sociales y prevenir el contagio de la sífilis, “...educar a nuestra juventud, a difundir la
profilaxia y el tratamiento gratuito, a solucionar el problema del alcoholismo y a destruir
la casa colectiva, creando una Autoridad Sanitaria única y responsable, para formar así el
más sólido baluarte de la Raza y de la Patria.”22

20
Oficio de la Municipalidad de Santiago a médico de la oficina de Casas de Tolerancia, 28 de noviembre de
1896 (A.N.CH.M.S.), vol. 369
21
Michael Foucault. Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, (Buenos Aires: Siglo XXI editores, 2002),
128
22
Liga Chilena de Higiene Social Folleto N° 15, Concepto científico moderno de la esclavitud blanca, Carlos
Westphal Thurston (Santiago de Chile: 1919), 14
10

Sin embargo, estas campañas educativas no surtieron el efecto deseado y fracasaron


objetivamente, lo que se evidenciaba en el progresivo aumento de la sífilis y otras
enfermedades venéreas, viniendo sin duda a empeorar la cuestión de la prostitución
tolerada, ya que todos los elementos anteriores se conjugaban para facilitar la propagación
de la enfermedad. En 1919 la Liga Chilena de Higiene Social, estimaba que existían
alrededor de 500 casas de tolerancia en Santiago 23, y la mayoría de ellas no cumplía las
mínimas condiciones estipuladas en el reglamento, además de que el 97% de las prostitutas
estaba contagiada con sífilis24, y siendo la sífilis catalogada como una de las más mortíferas
enfermedades que atacaban al hombre, la ciencia médica consideraba que era su deber
prevenir y curar este mal social.
La presencia de los médicos en la administración del Estado, y su lugar en puestos de
influencia y de poder, coinciden justamente con una era de adelantos en el ámbito científico
que posicionaron el saber-poder de la razón científica por sobre la “barbarie social”. En
1921, el médico Alfredo de María lo plantea claramente,
“El Estado debe procurarse recursos extraordinarios para iniciar una enérgica campaña
antivenérea de acuerdo con los principios modernos de la lucha contra las enfermedades
sexuales”25
A pesar de todos los esfuerzos médicos, ninguno de los tratamientos era completamente
efectivo en curar la sífilis, por lo que los facultativos impulsaron una fuerte campaña a
favor de la abstinencia y en contra de la prostitución reglamentada, esfuerzo que será
coronado con el Código Sanitario de 1925.
2. El Código Long o el fin de la tolerancia: 1925 – 1931
Al alero de los informes médicos sobre el avance de la sífilis en la población y del
desprestigio higiénico-moral que sufría el prostíbulo en el mundo científico, el 13 de
octubre de 1925 se promulgó un nuevo Código Sanitario. Este, en su Título IV, Artículos
167 a 171, prohibía la prostitución y creaba sanciones para todos aquellos que la

23
Ibidem. Pág. 8
24
Liga Chilena de Higiene Social Volante N° 5, Lo que debe saber para evitar la sífilis en Ud. y los que lo
rodean, (Santiago: Secretaría y Farmacia, Imprenta Selecta, 1924), 7
25
Alfredo de María, “Situación actual de la lucha contra las enfermedades venéreas”, (Memoria de Prueba
para optar al grado de Licenciado en la Facultad de Medicina y Farmacia de la Universidad de Chile.
Santiago. 1921), 48
11

practicaran y/o fomentaran. Además, el 10 de marzo de 1926, se crea un reglamento para


normar la ejecución de las disposiciones del Título IV. Este es uno de los periodos más
críticos en lo referente a la sujeción de las prácticas de la prostitución, por cuanto existió
una negación total de las prácticas sociales vinculadas a ella, siendo esta perseguida y
llevando el panóptico higienista a su extremo más radical.
El efecto inmediato de esta medida es que transformó legalmente una práctica social de
suyo habitual en la población, en algo ilícito. Evidentemente el nuevo Código Sanitario no
contemplaba en sus dictámenes el arraigo y tradición que tenía el prostíbulo en la sociedad
chilena y tampoco en sus representaciones sociales, pues este era parte del panorama de la
sociabilidad masculina, por lo tanto era un espacio de recreación que se había ganado su
lugar por derecho consuetudinario, siendo además una fuente de ingreso para muchas
mujeres sumidas en la pobreza. Como resultado, comenzó una persecución de todos
aquellos y aquellas vinculados al mundo prostibulario, una especie de inquisición sanitaria
y moral en contra de los burdeles y las prostitutas. El saber científico, el nuevo culto del
siglo XX, se había impuesto por derecho a la ignorancia y retraso de la sociedad chilena.
Sus primeros efectos fueron drásticos. En 1926, una nota enviada por el Tribunal de
Vivienda de Santiago a la Intendencia, con motivo del embellecimiento del sector central de
la ciudad para que este dejara de ser una “afrenta a nuestra cultura y civilización...”, señala
que debían ser demolidas una serie de propiedades, “... muchos de estos lupanares se
encuentran disfrazados como negocios lícitos, y por consiguiente, nuestra acción no podrá
ejercerse hasta que la Dirección de Sanidad ordene su clausura y el Consejo Superior de
Bienestar Social solicite a este Tribunal su demolición.”26
Santiago avanzaba hacia la modernidad, y su infraestructura tenía que ir de acuerdo a
los nuevos requerimientos imaginarios de lo que significaba ser moderno. La demolición de
las propiedades que reflejaban la barbarie social, era parte de un proyecto político que
pretendía limpiar la ciudad de todas aquellas lacras sociales indeseables, muy en sintonía
con lo planteado por Marshall Berman respecto del modelo faústico de desarrollo27.
26
Nota del Tribunal de Vivienda de Santiago a la Intendencia de Santiago, 29 de julio de 1926 (A.N.CH.I.S.),
vol. 591
27
Marshall Berman. Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad, (Buenos Aires:
Editorial Siglo Veintiuno, 1982). En este sentido Berman se refiere a modelo faústico de desarrollo como un
modelo que reúne el lado trágico y contradictorio del capitalismo y la modernidad. Se sustenta en la idea de
12

Además del prostíbulo, las prostitutas también fueron sancionadas legalmente, siendo el
Artículo 167 del Código Sanitario “Prohíbese el ejercicio de la prostitución” el más aludido
por las autoridades para cobrar multas o poner restricción a su libertad. Los archivos de la
Intendencia de Santiago así lo manifiestan, siendo las notas de la Prefectura de Policía
(Carabineros de Chile a partir de 1928), y de la Inspección General de Sanidad las que dan
mayor cuenta de esta situación. Ahora bien, si la penalización iba desde la multa a la
prisión, quedaba, una vez más, en entredicho el tratamiento de las enfermedades venéreas,
o por lo menos la efectividad de la normativa para poner atajo a tan terrible mal social. En
teoría, las prostitutas detenidas debían ser examinadas en la Sección de Higiene Social de la
Dirección de Sanidad, y las que se encontrasen enfermas debían ser derivadas para su
tratamiento al Hospital San Luís. No encontramos ningún caso de estos en los archivos
revisados. Sin embargo, hemos podido evidenciar que el pago de la multa actuaba como un
salvoconducto para que la prostituta pudiera seguir ejerciendo, sin haber de por medio
ningún tipo de control sanitario que resguardara la salud de ella y la profilaxis de
transmisión de las enfermedades de las que era potencial portadora,
“En atención al decreto de esa Intendencia N° 259 de fecha 20 de los corrientes, debo
manifestar a Us. que fue detenida en su domicilio, San Alfonso 130, Sofía Estivil Silva, por
infringir las disposiciones del artículo 167 del Código Sanitario.
Hago presente a Us. que la Estivil fue puesta en libertad por haber pagado la multa
correspondiente, según recibo de la Dirección General de Sanidad que me permito
acompañarle.”28
Este caso, entre muchos otros que pudimos pesquisar, pone de manifiesto que las
mujeres dedicadas a la prostitución continuaron ejerciendo el oficio a pesar de la dureza de
la nueva normativa, y que esta, lejos de ser disuasiva, empujó a la prostitución a la
clandestinidad, recurriendo las prostitutas a múltiples ingenios para librarse de la acción de
la ley.

progreso material, mediante grandes obras públicas que traerán consigo bienestar y crecimiento a los
hombres, aunque los costos sociales sean dramáticos, lo que se relaciona principalmente con el autoritarismo
del modelo.
28
Pago de multa infracción artículo 167 Código Sanitario, 25 de mayo de 1926 (A.N.CH.I.S.), vol. 591
13

En 1929 Carabineros de Chile, en conjunto con el Servicio Sanitario, hicieron llegar


una memoria anual a la Intendencia de Santiago sobre las actividades desarrolladas por
ambas reparticiones en diversos ámbitos, entre las que se incluye un informe de
prostitución. En este último, Carabineros hace hincapié en la dificultad que existía para
poder controlar la prostitución, a pesar de las disposiciones y severidad del Título IV del
Código Sanitario; éste evidentemente no se respetaba, “... se puede decir que las
prostitutas no tienen el menor control higiénico, moral o policial.”29
Sin importar lo implacable que fuera la nueva legislación, ésta, tampoco era respetada,
y al igual que el Reglamento de Casas de Tolerancia de 1896, solo servía para ser
quebrantada una y otra vez. ¿Cuál es la explicación a este tipo de comportamiento social?
De acuerdo a la información encontrada en los archivos de la Intendencia de Santiago, la
explicación es una sola, “la idiosincrasia del pueblo”. En la memoria anual de Carabineros
del año 1929, estos lo señalan claramente,
“En esta situación, hay conveniencia suma de que el Supremo Gobierno afronte cuanto
antes la solución de este problema, para poner coto de una vez por todas a tanta
depravación y libertinaje que degenera la raza, para lo cual, los legisladores deben tratar
de acercarse lo más posible a la realidad de la vida, tomando muy en cuenta la
idiosincrasia y costumbres del pueblo.”30
Siendo Carabineros de Chile la institución que sostuvo el trato más directo con el
mundo de la prostitución en este periodo -ya que en ellos recaía su vigilancia y control-
estos tenían una visión del mundo prostibulario que no alcanzaba a tener el Gobierno
Central. Carabineros entendía claramente que no bastaba con una ley para modificar las
prácticas sociales de la población y, en la memoria anual de 1930, enviada a la Intendencia
de Santiago, señalaban que era urgente modificar Código Sanitario en su Título IV. La
insistencia de Carabineros en la modificación de la reglamentación persistió, tanto así, que
cinco días después de enviada la memoria anual a la Intendencia, estos volvieron a enviar
un oficio desestimando la legislación vigente en la lucha contra la prostitución y las
enfermedades de trascendencia social, ya que a su juicio

29
Memoria anual de Carabineros de Chile, 24 de diciembre de 1929 (A.N.CH.I.S.), vol. 685
30
Idem.
14

“El problema de la prostitución, desde la vigencia de dicho Código, viene presentando


caracteres aún más alarmantes de los que tenía en la época en que esta estaba
reglamentada… Pero, ya sea, porque el referido Código no contempló disposiciones que
facilitaran su aplicación perfecta, como tampoco los reglamentos que para su aplicación
se han dictado, sea porque la idiosincrasia de nuestro pueblo no se acomoda con una
legislación de esa naturaleza, es el caso de que los resultados obtenidos en la práctica, no
se acomodan, ni con mucho, a la finalidad que inspiró su dictación.”31
Como el Título IV del Código Sanitario resultaba inaplicable, el mismo Servicio
Sanitario informó a la Intendencia que para poder ejercer algún tipo de control efectivo
sobre la prostitución, se puso en práctica un reglamento municipal de 1929 que exigía a las
bailarinas de cabarets un certificado sanitario 32, disposición muy similar a la de 1896, sólo
que la de 1929 no contemplaba la prostitución abiertamente, se la encubría bajo el rótulo de
“bailarinas de cabarets”. Asociado a la prohibición de la prostitución, podemos observar
que existe una diversificación del oficio, una reinvención del mismo que va de la mano con
la normativa vigente, en cuanto esta le permitía o no ejercer libremente el comercio sexual.
A pesar de la severa legislación, las prácticas sociales con respecto a la prostitución
seguían intactas, siendo el lugar predilecto para dicha transacción el prostíbulo, cabaret o
casa de citas. Las campañas de profilaxis y de educación sexual no lograron alterar las
representaciones sociales sobre la prostitución y, por ende, no llegaron a tocar las prácticas
sociales vinculadas a la misma. El intento de remplazar la representación social de la
prostitución en el ideal masculino, desapegándolo de su representación como espacio de
sociabilidad vinculado a la virilidad y a la iniciación sexual, por medio de campañas de
terror vinculadas a la sífilis, no surtieron efecto en la población, no sólo porque las
prostitutas seguían ahí, sino que también, porque la clientela seguía demandando un
servicio que en el mundo de las representaciones iba más allá del coito y, que no había
logrado ser reemplazado por las campañas de prevención.
Una vez más el discurso oficial, sustentado en la racionalidad moderna, perdía la batalla
frente a la raigambre consuetudinaria de las prácticas sociales. Si bien el panóptico
31
Memoria anual de Carabineros de Chile , 30 de mayo de 1930 (A.N.CH.I.S.), vol. 734
32
Nota del Servicio Sanitario a la Intendencia sobre control de la prostitución, 12 de enero de 1931
(A.N.CH.I.S.), vol. 783
15

higienista pretendía erguirse como el mecanismo fundamental de organización y control del


espacio social, ello no significó que disciplinara efectivamente las prácticas, y tal como lo
entendió Chartier, la radicalización del control y del disciplinamiento no nos remite
necesariamente a su eficacia, sino a su debilidad33.
En el campo de las representaciones, será la prostitución la que salga fortalecida de esta
batalla, ya que existe un reconocimiento de su importancia en el campo de las prácticas
sociales masculinas; pero además, se explicita por parte de la autoridad que, ante la
imposibilidad de erradicarla, esta debe ser reconocida como parte de la idiosincrasia del
pueblo.
3. La reglamentación del comercio sexual: 1931-1940
Frente al evidente fracaso de la prohibición de la prostitución y a las demandas
emanadas de Carabineros de Chile y de la autoridad Sanitaria, el 15 de mayo de 1931 se
dictó un nuevo Código Sanitario, reglamentación que en su Título III De las enfermedades
Transmisibles, Párrafo I De las Enfermedades Venéreas, prohibía la prostitución asilada, es
decir, en burdeles y casas de prostitución colectiva, pero que permitía el comercio sexual
aislado o independiente. El Artículo 73 de dicho Código así lo señalaba,
“Para las personas que se dedican al comercio sexual, se llevará una estadística
sanitaria, no permitiéndose su agrupación en prostíbulos cerrados o casas de
tolerancia”34.
De acuerdo a esta normativa, era responsabilidad de la autoridad sanitaria prevenir la
propagación de las enfermedades venéreas por medio de la educación de la población, ya
fuese en escuelas, cuarteles, hospitales, lazaretos, etc., y era responsabilidad de los médicos
denunciar a los enfermos venéreos que se negasen a realizarse el tratamiento o que no
dieran continuidad al mismo. En este sentido, los médicos y la policía tenían la potestad de
obligar la internación en un hospital de los enfermos venéreos contagiosos. Además, las
Prefecturas de Carabineros, tenían facultad legal para clausurar los locales donde
funcionasen dichos prostíbulos. Es así, como en seis sucintos artículos, el Código Sanitario
de 1931 pretendía prevenir la propagación de las enfermedades venéreas.
33
Roger Chartier, Obra Citada, Pág. 44
34
Código Sanitario 1931, Decreto con Fuerza de Ley N° 226 (Santiago: Talleres Gráficos de “La Nación”
S.A. Agustinas 1269, 1935), 23
16

¿Cuál fue el efecto inmediato de esta medida? No surtió efecto alguno, al igual que los
anteriores Códigos Sanitarios y Reglamentos, este nuevo Código fue transgredido
permanentemente por las regentas, prostitutas, y los clientes que frecuentaban los
prostíbulos. El 30 de diciembre de 1931, a sólo siete meses de dictado el nuevo Código
Sanitario, vecinos de la calle Coquimbo reclamaban a la autoridad por un prostíbulo
ubicado en la casa número 373, en respuesta y como medida cautelar hasta el desalojo del
prostíbulo, la 2° Comisaría indica
“... que mantendrá una vigilancia especial en este sitio con el objeto de impedir que se
moleste al vecindario con desórdenes que en esa casa se producen, como también que las
mujeres salgan a la calle o se asomen a las ventanas a incitar a los transeúntes a la
prostitución”.35
En 1934 se dictamina un Reglamento de apoyo al Código Sanitario, titulado Profilaxis
de las Enfermedades Venéreas36. Este es más específico aún en determinar las formas de
prevención y control pero, por sobre todo, es novedoso por cuanto se refiere de manera
explícita a la denuncia y castigo del contagio venéreo como una nueva forma legal de
luchar contra el esparcimiento de la enfermedad. Se apelaba a que el temor al castigo fuese
un disuasivo que ayudase a crear responsabilidad y conciencia social. El artículo 11 del
reglamento señalaba que,
“Si alguna persona afectada de sífilis, gonorrea u otro mal venéreo, deliberadamente o
por negligencia, contribuyere a la propagación de su enfermedad, podrá ser hospitalizada
por la autoridad sanitaria, o recluida mientras dura la posibilidad de contagio.”37
Por lo tanto los individuos comienzan a ser controlados en sus comportamientos
sexuales aunque sin dolo infringieran la ley, presumiendo que de esta forma se podría evitar
la expansión del mal venéreo al resto de la población. Al igual que en el reglamento del
siglo XIX, ahora en el siglo XX se encuadran junto al poder judicial una serie de
instituciones encargadas de prevenir el potencial de criminalidad venérea de cada
individuo, como Carabineros, la escuela, los médicos, hospitales, regimientos, etc. El

35
Carta de la 2° Comisaría a la Intendencia de Santiago, 30 de diciembre de 1931 (A.N.CH.I.S.), vol. 793
36
Decreto Supremo N°147, Reglamento sobre profilaxis de las enfermedades venéreas (Santiago: 3 de abril
de 1934)
37
Ibidem. P. 3
17

objetivo de estas instituciones fue la de controlar y sancionar, pretendiendo por medio de la


disuasión penal corregir las virtualidades y potencialidades de contagio venéreo antes que
lamentarlas, su misión no era otra que la de disciplinar los cuerpos y su sexualidad. No
obstante lo anterior, sólo en 1935 encontramos algunas sanciones policiales cursadas a
regentas de prostíbulos por infringir el Art. 18 del reglamento de Profilaxis y Enfermedades
Venéreas (asistencia a dispensarios de higiene social para examen médico) justo un año
después de que se promulgara el reglamento, después, estos desaparecen de los registros de
la Intendencia.
Ante esta situación, cabe hacerse la pregunta, si el artículo 73 del Código Sanitario que
facultaba a Carabineros para que clausurase las casas de prostitución, y el Art. 11 del
Reglamento penalizaba explícitamente el contagio venéreo ¿por qué esta ley no se aplicó?
La respuesta viene de la misma voz de Carabineros de Chile, quienes en 1936, por medio
Jorge Díaz Valderrama, Coronel de Carabineros y Prefecto Jefe, señalaban a la Intendencia
que la clausura de los prostíbulos traía como consecuencia inmediata la prostitución
clandestina, lo que era sin duda mucho más perjudicial para los fines morales y
profilácticos que perseguía la autoridad,
“En diversas oportunidades, obedeciendo a reclamos de vecinos, o a campañas de prensa,
u oficiosamente, la Prefectura a clausurado en determinados barrios los prostíbulos; pero,
dicha medida ha dado resultados contraproducentes porque las asiladas que no están
adaptadas para trabajos lícitos, han salido a la calle a aumentar el comercio sexual
clandestino, de más funestas consecuencias, y creando problemas sociales que
Carabineros no ha podido resolver.”38
Las cifras que manejaba Carabineros con respecto a la prostitución en Santiago en 1936
eran las siguientes: 257 prostíbulos, con 969 mujeres que se dedicaban al comercio sexual.
Las prostitutas transeúntes o callejeras vendrían a aumentar este número en un 50% según
sus estimaciones, lo que sumaría un total aproximado de 1.454 prostitutas en la capital. El
Prefecto de Carabineros señalaba que a la fecha del envío de la carta a la Intendencia (08 de

38
Carta de Jorge Díaz Valderrama, Coronel de Carabineros de Chile y Prefecto Jefe, a la Intendencia de
Santiago, 08 de julio de 1936 (A.N.CH.I.S.), vol. 932
18

julio de 1936), se habían clausurado 200 lenocinios, pero también señalaba que esa medida
por si misma no era suficiente ni resolvía el problema de la prostitución39.
A continuación en el Cuadro N° 2, se exponen algunas cifras sobre la prostitución
obtenidas de las fuentes revisadas, donde se da cuenta de que el número de prostitutas
reconocidas por los sistemas formales de control sanitario, académico o punitivo, fue en
franco aumento hacía la década de 1940.
AQUÍ CUADRO N° 2
En vista de lo expuesto, en 1936 Carabineros de Chile envío a la Intendencia una
exposición de motivos referente a los cuales debiera considerarse la legalización de la
prostitución y sobre todo de la casa colectiva. Ponen de manifiesto que los Servicios
Sanitarios intervienen para evitar que se sigan clausurando prostíbulos por parte de
Carabineros, ya que tal medida sorteaba cualquier tipo de control que se pudiera ejercer
sobre las mujeres que practicaban el comercio sexual, con el consiguiente aumento de las
enfermedades venéreas. Sin miramientos, y con argumentos sólidos, el Prefecto de
Carabineros indicaba que la abolición del prostíbulo por el Código Sanitario fue un fracaso
porque no logró evitar la propagación del mal venéreo, ni disminuyó los índices de
prostitución. Finalmente indicaba que la ley no se cumplía “porque no puede
cumplirse...”40. Junto a esta exposición de motivos, envió al Intendente un proyecto de ley
que permitía, a juicio de Carabineros, ejercer un mejor control de la prostitución, teniendo
como premisa fundamental “reconocer como inevitable la existencia de prostíbulos” y la
necesidad de “modificar la legislación vigente y ponerla en armonía con la realidad
existente” 41.
La medida contemplaba la legalización de la agrupación de mujeres en casas colectivas
(como en el Reglamento de 1896), la agrupación de los prostíbulos en un barrio exclusivo
de la ciudad, y el control sanitario permanente de las prostitutas, evitando la diseminación
venérea y otorgando un mayor y mejor control sobre este tipo de comercio. A pesar de las
reiteradas solicitudes de Carabineros y de los funcionarios sanitarios, el Código Sanitario
de 1931 no fue modificado. Sin embargo, se recurrió a un artificio administrativo para

39
Idem.
40
Idem.
41
Idem.
19

poder neutralizar el mandato de clausura de los prostíbulos, este fue la Orden


Administrativa N° 3 de la Dirección General de Sanidad, dictada con fecha 22 de
septiembre de 1934. Dicha Orden contenía instrucciones para que Carabineros y la
Inspección Sanitaria pudieran aplicar el Reglamento sobre Profilaxis de Enfermedades
Venéreas. Contrariamente a lo señalado en el Código Sanitario de 1931, la Orden
Administrativa N° 3 admitía abiertamente la existencia de prostíbulos, ya que en su párrafo
tercero se refería a las multas y sanciones aplicables a los Dueños o Encargados de las
casas donde habitasen o concurrieran mujeres que ejercían el comercio sexual,
“III.- De los Dueños o Encargados
1°) El dueño de casa o encargado de ella, donde habiten o concurran mujeres que ejerzan
el comercio sexual que no hayan sido identificadas, será sancionado con una multa de
cien a mil pesos, y en caso de no hacer cumplir aquel requerimiento en el plazo de 48
horas se solicitará clausura de la casa...”42
Como se aprecia, las sanciones no tenían que ver precisamente con ser dueño o
encargado de una casa de prostitución, sino que estaban orientadas a sancionar el no
cumplimiento de la normativa sanitaria de inscripción y registro médico de las prostitutas
que allí habitasen o concurriesen a realizar su comercio. Claramente esta orden de la
Dirección General de Sanidad era absolutamente contraria al espíritu del legislador pero, a
su vez, necesaria de acuerdo a la realidad social que presentaba la lucha y control contra la
prostitución. Este espíritu de interpretación acomodaticia de la ley se mantendrá hasta la
década de 1940, donde aún estaba vigente el Código Sanitario de 1931. En 1941, el
Ministerio de Salubridad, Previsión y Asistencia Social, mediante el Decreto Supremo N°
105, del 14 de febrero de 1941, introduce una modificación al Reglamento de 1934 Sobre
Profilaxis de las Enfermedades Venéreas, en él se incluye el control que se deberá ejercer
sobre las mujeres de cabarets o bailarinas, las que recibirán un trato similar a aquellas que
ejercen el comercio sexual, aunque éstas no lo practiquen.
En el año 1943, una nueva orden de la Dirección General de Sanidad es emitida para la
aplicación del Reglamento sobre Profilaxis de las Enfermedades Venéreas. Esta es la
42
Humberto Reyes, Capitán de Carabineros, La Prostitución. Contribución a su estudio relacionado con el
servicio de Carabineros, (Santiago: Instituto Superior de Carabineros, Cátedra de Ciencia Policial. Imprenta
Carabineros de Chile, Santiago, 1941), 87-88
20

ordenanza administrativa N° 2 del 14 de septiembre de 1943. En ella se señalaba que será


labor de los funcionarios sanitarios o de Carabineros denunciar ante el Departamento de
Higiene Social a las mujeres que practicaren el comercio sexual sin estar inscritas ni
haberse realizado el control sanitario correspondiente. Esta orden, al igual que la de 1934,
en su Párrafo III reconoce la prostitución asilada, e impone multas a las personas que
facilitan el comercio sexual, en la medida que las prostitutas no cumplieran con la
normativa vigente,
“Párrafo III. De las personas que facilitan el comercio sexual.
15) El que de cualquier modo facilite o ampare el ejercicio del comercio sexual de mujeres
que no hayan sido inscritas en el Registro Sanitario, será sancionado con multa de cien a
mil pesos, y en caso de no hacer cumplir aquel requisito dentro del plazo de 48 horas, se
solicitará la clausura de la casa.”43 Para el caso de los dueños o encargados de cabarets, se
aplicaba la misma figura administrativa.
Retomando la línea del análisis del panóptico higienista, a todas luces fue mucho más
conveniente para la autoridad sanitaria y policial, poder vigilar y fiscalizar el
comportamiento de las prostitutas al interior del lupanar. Lo que pareciera ser una
contravención a todas las normativas anteriores, no tenía sino por objetivo anular las
debilidades del sistema de control, permitiendo perfeccionar las medidas de intervención
por medio de la reclusión de las prostitutas a un espacio físico delimitado y conocido,
tratando de disminuir de esta forma la clandestinidad. En este caso, el prostíbulo vendría a
operar como una institución de secuestro (en el sentido que Foucault concede al término),
en el cual se recluye a la prostituta para poder tener una mejor vigilancia sobre su cuerpo y
sus acciones. La prostitución asilada, considerada un mal inevitable, encerrada dentro de
ciertos límites y vigilada por el Estado, fue considerada mucho menos dañina que la
prostitución clandestina.
Paralelamente, en 1943 aproximadamente, se comienza a impulsar en Chile el
tratamiento de la sífilis con penicilina, aunque su masificación fue lenta debido a su alto
costo. El tratamiento con el antibiótico comenzó a tomar protagonismo entre los médicos

43
Dirección General de Sanidad, Orden Administrativa N° 2 (Santiago: Ministerio de Salubridad, Previsión y
Asistencia Social,14 de septiembre de 1943), 17
21

hacia 1949, así por lo menos lo señala el Dr. Prunés en un discurso dado en la Sociedad
Médica de Chile el 22 de junio de 1949 44. La aplicación y masificación de la penicilina para
el tratamiento y cura de la sífilis resultó fundamental, considerando que en 1945 la
Licenciada en Ciencias Jurídicas de la Universidad de Chile, Sofía Vila, estimaba que el
número de prostitutas inscritas en Santiago llegaba a las 3.000 45, y de las cuales casi la
mitad estaba enferma de algún mal venéreo. En la medida que la prostitución dejó de ser
“peligrosa” gracias a la penicilina, la tensión creada en torno al intento de sujeción de los
individuos a los reglamentos, versus la preservación de su identidad por medio de las
prácticas sociales que transgredían esos reglamentos, se fue relajando. Al ser la prostitución
un fenómeno imposible de regir ni de gobernar mediante leyes, lo único que se podía
esperar era que en algún momento el discurso oficial dejará de luchar contra un ente que no
podía subyugar. Finalmente, el prostíbulo y sus prácticas sociales terminaron imponiéndose
en esta batalla simbólica al Estado racional y moderno.
Conclusiones
Frente a la crisis social y económica que el modelo desarrollista imponía a los más
pobres, las mujeres debieron dar respuesta a las necesidades familiares trasladando su
fuerza de trabajo desde el espacio doméstico al espacio público. Es por ello que, entrados
los años ‘20, advertimos una explosión del negocio de la prostitución, medido en el
aumento de burdeles y de las prostitutas en los registros municipales, policiales y sanitarios.
La imposibilidad de eliminar la prostitución del escenario nacional llevó a que la
autoridad estatal finalmente la terminara reconociendo, subrepticiamente, como parte de la
idiosincrasia nacional y de las prácticas de sociabilidad de la población masculina. Es por
ello que, finalmente, se termina accediendo a que los prostíbulos funcionen solapadamente
al alero del control de la legislación sanitaria emanada desde el Estado, bajo el argumento
de ser ésta la única forma de controlar la expansión de las enfermedades venéreas.
Claramente, el Reglamento de Casas de Tolerancia, los Códigos Sanitarios y las
Ordenanzas Administrativas de 1934 y 1943, nos ponen frente a una elaboración “peri
44
Luís Prunés, “et. al.”, “Una circular imperativa de la Caja de Seguro Obrero Obligatorio sobre tratamiento
antisifilítico”, en Sociedad Médica de Santiago (Santiago: Sesión 22 de junio de 1949), 473-480.
45
Sofía Vila Schiavetti, “Profilaxis de las Enfermedades Transmisibles Código Sanitario”, (Memoria de
Prueba para optar al grado de Licenciado en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de
Chile. Taller Gráfico Casa Nacional del Niño. Santiago de Chile, 1945), 47
22

racional”46 de la autoridad (situada fuera de la racionalidad), la que pretende controlar por


medio de reglamentos y leyes una situación que a todas luces, como evidencian los
documentos, fue incontrolable por medio de la reglamentación, pero que le dio un sentido
de autoridad al Estado frente al indomable arraigo del burdel en la sociedad chilena.
Bibliografía
Fuentes Documentales
Archivos:
Archivo Histórico Nacional de Chile, Intendencia de Santiago (A.N.CH.I.S.) Volúmenes N°
200 a 1073.
Archivo Histórico Nacional de Chile, Municipalidad de Santiago (A.N.CH.M.S.)
Volúmenes N° 368 a 372.
Fuentes Primarias Impresas:
Ascarrunz V., Elías. 1901. “Base racional para el mejoramiento de la hijiene de la
prostitución en Santiago”. Memoria de Prueba para optar al grado de Licenciado en la
Facultad de Medicina y Farmacia de la Universidad de Chile.
De María, Alfredo. 1921. “Situación actual de la lucha contra las enfermedades venéreas”.
Memoria de Prueba para optar al grado de Licenciado en la Facultad de Medicina y
Farmacia de la Universidad de Chile.
Landa, Francisco. 1919. Sobre reglamentación de la prostitución. Santiago de Chile:
Librería e Imprenta “Artes y Letras”.
Liga Chilena de Higiene Social. 1924. “Lo que debe saber para evitar la sífilis en Ud. y los
que lo rodean”. Volante N° 5. Secretaría y Farmacia. Santiago: Imprenta Selecta.
Prunés Luís, “et. al.”. 1949. “Una circular imperativa de la Caja de Seguro Obrero
Obligatorio sobre tratamiento antisifilítico”, en Sociedad Médica de Santiago, Sesión
22 de junio de 1949. Pp. 473-480.
Prunés, Luís. 1926. La Prostitución. Evolución de su concepto hasta nuestros días. El Neo
Abolicionismo frente al nuevo Código Sanitario de Chile. Publicación de la Liga
Chilena de Higiene Social. Santiago de Chile: Imprenta Universo.

46
Manuel Baeza. Obra Citada Pág. 81
23

Prunés, Luis. 1966. “Discurso pronunciado en la ceremonia de su incorporación como


Miembro de Número de la Academia de Medicina del Instituto de Chile, el 25 de
noviembre de 1965”, en Boletín Academia de Medicina. Vol. 1, N° 2.
Reyes, Humberto. 1941. Capitán de Carabineros. La Prostitución. Contribución a su
estudio relacionado con el servicio de Carabineros. Instituto Superior de Carabineros.
Cátedra de Ciencia Policial. Santiago: Imprenta Carabineros de Chile.
Vila Schiavetti, Sofía. 1945. “Profilaxis de las Enfermedades Transmisibles (Código
Sanitario)”. Memoria para optar al grado de Licenciado en la Facultad de Ciencias
Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile.
Westphal T., Carlos. 1919. “Concepto científico moderno de la esclavitud blanca”. Folleto
N° 15 Liga Chilena de Higiene Social. Santiago de Chile: Liga chilena de higiene
social.
Fuentes Oficiales
Código Sanitario. 1935. Decreto con Fuerza de Ley N° 226. Santiago 15 de Mayo de 1931.
Santiago de Chile: Talleres Gráficos de “La Nación”.
Decreto Supremo N° 147. 1934. Reglamento sobre profilaxis de las enfermedades
venéreas. Santiago 3 de abril de 1934.
Orden Administrativa N° 2. 1943. Dirección General de Sanidad. Ministerio de Salubridad,
Previsión y Asistencia Social. Santiago 14 de septiembre de 1943. Sobre la aplicación
del Reglamento sobre Profilaxis de Enfermedades Venéreas.
Orden Administrativa N° 3. 1934. Dirección General de Sanidad, Santiago 22 de
septiembre de 1934. Sobre la aplicación del Reglamento sobre Profilaxis de
Enfermedades Venéreas.
Fuentes Secundarias
Baeza, Manuel. 2003. Los imaginarios Sociales. Apuntes para la discusión teórica y
metodológica. Concepción: Editorial Universidad de Concepción, Serie Monografías.
Berger, Peter y Luckmann, Thomas. 1968. La construcción social de la realidad (2001).
Buenos Aires: Amorrortu editores.
Berman, Marshall. 1982. Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la
modernidad. Buenos Aires: Editorial Siglo Veintiuno
24

Castoriadis, Cornelius. 2002. Figuras de lo pensable. (Las encrucijadas del laberinto IV).
México: Fondo de Cultura Económica.
Chartier, Roger. 2001. Escribir las prácticas. Foucault, de Certeau, Marin. Argentina:
Editorial Manantial.
Estrada Urroz, Rosalina. 2012. “La lucha por la hegemonía francesa en la medicina
mexicana: el caso de los medicamentos para combatir la sífilis”. Nuevo Mundo
Mundos Nuevos http://nuevomundo.revues.org/3115 (revisado el 12-07-12)
Foucault, Michael. 2002. Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo
XXI editores.
Hutchison, Elizabeth. 1998. “El fruto envenenado del árbol capitalista. Mujeres
trabajadoras y la prostitución laboral en el Chile urbano, 1896-1925”, en Journal of
Women’s History, Volumen 9, Número 4.
López Dietz, Ana. “Feminismo y emancipación en la prensa obrera femenina Chile, 1890-
1915”, en Tiempo Histórico 1 (Santiago 2010): 63-83
Molina B., Carlos. 2010. Institucionalidad sanitaria chilena. 1889 – 1989. Santiago: LOM
Ediciones.
Vázquez, Francisco. 1998. "Mal menor": Políticas y representaciones de la prostitución
(siglos XVI-XIX). España: Servicio de Publicaciones Universidad de Cádiz.

También podría gustarte