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Juan Pablo II dijo: “Quizás una de las más vistosas debilidades de la civilización actual está en una inadecuada
visión del hombre,... de su identidad y de su destino…” Esto es el humanismo ateo.
Naturaleza humana
- Cuerpo material
- Alma espiritual (naturaleza racional y libre)
Sociabilidad
- El carácter social no es una opción para el hombre
- Contrato Social (doctrina errónea)
Espiritualidad
- El pensar y el hacer no está sujeto a las limitaciones del tiempo y el espacio, debe tener en cuenta la inmortalidad
del alma.
- El querer no está determinado. La inteligencia y la voluntad libre nos conduce.
- La felicidad y el destino últimos son espirituales.
- Libertad
- Consecuencia de la espiritualidad.
- La verdadera Libertad no está tanto en la posibilidad de elegir como en el acto de elegir bien.
- Voluntad
- Elección
- Responsabilidad por sus actos: es capaz de responder por sus consecuencias
Inclinación al mal
- Naturaleza caída
- Lutero: naturaleza totalmente destruida y corrompida
- Pelagio / Rousseau: naturaleza totalmente buena
Trascendencia
- Inquietud: lo temporal no satisface plenamente, de ahí la necesidad de Dios y de lo infinito.
Dignidad
- Hecho a imagen y semejanza de Dios
- Hijo de Dios
- Racional y libre
- Puede relacionarse
- Puede ser señor
- Es capaz de palabra y de diálogo con Dios
- La sociedad se ordena a la perfección de las personas
- Es sujeto de derechos.
Escala de Valores
Según el lugar que ocupe el hombre en la escala de valores, serán las consecuencias para el mismo: si se considera
al hombre sin trascendencia, desvinculado de una precisa teología, se podrían realizar con el toda clase de
experimentos. Si en cambio se lo considera con fines trascendentes, concluiremos que es titular de derechos que el
Estado no puede afectar.
Con respecto al bien de la persona en relación con los bienes materiales (al “ser” y al “tener”): PP#18 El
crecimiento personal y comunitario se vería comprometido si se alterase la verdadera escala de valores. Es legítimo
el deseo de lo necesario, y el trabajar para conseguirlo es un deber: el que no quiera trabajar, que no coma. Pero la
adquisición de los bienes temporales puede conducir a la codicia, el deseo de tener cada vez más y a la tentación de
acrecentar el propio poder. La avaricia de las personas, de las familias y de las naciones puede apoderarse lo mismo
de los más desprovistos que de los más ricos, y suscitar en los unos y en los otros un materialismo sofocante.
SRS#28 Este es pues el cuadro: están aquellos -los pocos que poseen mucho- que no llegan verdaderamente a "ser",
porque, por una inversión de la jerarquía de los valores, se encuentran impedidos por el culto del "tener"; y están los
otros - los muchos que poseen poco o nada- los cuales no consiguen realizar su vocación humana fundamental al
carecer de los bienes indispensables. El mal no consiste en el "tener" como tal, sino en el poseer que no respeta la
calidad y la ordenada jerarquía de los bienes que derivan de la subordinación de los bienes al "ser" del hombre y a
su verdadera vocación. Si el desarrollo tiene una necesaria dimensión económica, puesto que debe procurar al
mayor número posible de habitantes bienes indispensables para "ser", no se agota con esta dimensión. Si se limita a
ésta, el desarrollo se vuelve contra aquellos mismos a quienes se desea beneficiar. Un desarrollo pleno, "más
humano" sin negar las necesidades económicas, procure estar a la altura de la auténtica vocación del hombre y de la
mujer.
Con respecto a las normas morales universales e inmutables al servicio de la persona y de la sociedad: VS#95. La
doctrina de la Iglesia, y en particular su defensa de la validez universal y permanente de los preceptos que prohíben
los actos intrínsecamente malos, es juzgada no pocas veces como signo de una intransigencia intolerable, ya que no
muestra comprensión y compasión, en las situaciones complejas y conflictivas de la vida moral del hombre y de la
sociedad actual. Pero, en realidad, la maternidad de la Iglesia no puede separarse jamás de su misión docente:
«Como Maestra, no se cansa de proclamar la norma moral... De tal norma la Iglesia no es ciertamente ni la autora ni
el árbitro. En obediencia a la verdad que es Cristo, cuya imagen se refleja en la naturaleza y en la dignidad de la
persona humana, la Iglesia interpreta la norma moral y la propone a todos los hombres de buena voluntad, sin
esconder las exigencias de radicalidad y de perfección». En realidad, la verdadera comprensión y la genuina
compasión deben significar amor a la persona, a su verdadero bien, a su libertad auténtica. Y esto no se da,
ciertamente, escondiendo o debilitando la verdad moral, sino proponiéndola con su profundo significado de
irradiación de la Sabiduría eterna de Dios, recibida por medio de Cristo, y de servicio al hombre, al crecimiento de
su libertad y a la búsqueda de su felicidad. Al mismo tiempo, la presentación límpida y vigorosa de la verdad moral
no puede prescindir nunca de un respeto profundo y sincero, del que el hombre necesita siempre en su camino
moral, frecuentemente trabajoso debido a dificultades, debilidades y situaciones dolorosas. La Iglesia, que jamás
podrá renunciar al «principio de la verdad y de la coherencia, según el cual no acepta llamar bien al mal y mal al
bien» ha de estar siempre atenta a: “No disminuir en nada la doctrina salvadora de Cristo”. #96. La firmeza de la
Iglesia en defender las normas morales universales e inmutables no tiene nada de humillante. Está sólo al servicio
de la verdadera libertad del hombre. Dado que no hay libertad fuera o contra la verdad, la defensa categórica, de las
exigencias absolutamente irrenunciables de la dignidad personal del hombre, debe considerarse camino y condición
para la existencia misma de la libertad. Este servicio está dirigido a cada hombre, considerado en la unicidad e
irrepetibilidad de su ser y de su existir. Sólo en la obediencia a las normas morales universales el hombre halla plena
confirmación de su unicidad como persona y la posibilidad de un verdadero crecimiento moral. Precisamente por
esto, dicho servicio está dirigido a todos los hombres; no sólo a los individuos, sino también a la comunidad, a la
sociedad como tal. En efecto, estas normas constituyen el fundamento inquebrantable y la sólida garantía de una
justa y pacífica convivencia humana, y por tanto de una verdadera democracia, que puede nacer y crecer solamente
si se basa en la igualdad de todos sus miembros, unidos en sus derechos y deberes. Ante las normas morales no hay
privilegios ni excepciones para nadie. Estos mandamientos están formulados en términos generales. Pero el hecho
de que «el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana», permite
precisarlos y explicitarlos en un código de comportamiento más detallado. En ese sentido las reglas morales
fundamentales de la vida social comportan unas exigencias determinadas a las que deben atenerse tanto los poderes
públicos como los ciudadanos. Más allá de las intenciones, a veces buenas, y de las circunstancias, a menudo
difíciles, las autoridades civiles y los individuos particulares jamás están autorizados a transgredir los derechos
fundamentales e inalienables de la persona humana. Por lo cual, sólo una moral que reconoce normas válidas
siempre y para todos, puede garantizar el fundamento ético de la convivencia social, tanto nacional como
internacional.
Individuo y Persona
Maritain: en el ser humano hay un individuo que es parte del todo o de la especie humana y hay además una
persona, es decir, una sustancia portadora de valores trascendentes.
Otros: sin distinguir entre persona e individuo, entienden que en el ser humano hay cosas que le son propias (los
valores de la intimidad) y que no pueden ser reguladas por el Estado.
Berdiaeff: todos los hombres constituyen el Estado, pero no todo el hombre está en el Estado.
Santo Tomás: el hombre está ordenado a la sociedad política, pero no está todo lo suyo (ciertas cosas no entran en el
Estado) Art.19 Constitución Nacional
Afirma que existen derechos naturales (individuales, personales, humanos) anteriores y superiores al Estado que le
corresponden al hombre como tal. No son estructurados (no es una enumeración taxativa), sino son como
vocaciones dentro de las cuales la conducta humana puede desarrollarse de acuerdo a las circunstancias
(enumeración enunciativa). No son absolutos (sin límites) sino relacionales (se tienen en relación con los derechos-
deberes propios y de otros).
Ontológico natural: Santo Tomás: la persona es el ente más perfecto de la naturaleza, existe como un todo
independiente espiritual y material; constituye una sustancia completa. La espiritualidad se manifiesta en la
inteligencia y la voluntad libre. Es imagen de Dios, no sólo una cosa. Domina la naturaleza, tiene aspiraciones
propias. Puede relacionar, distinguir los medios y los fines, comprender, juzgar, escoger; finalmente es el único ser
que puede decir: yo puedo, yo quiero, yo pienso.
Ontológico sobrenatural: la dignidad se acrecienta si consideramos al hombre partícipe de la naturaleza divina,
redimido por Cristo, hijo de Dios, heredero del cielo, templo de Dios y habitáculo del Espíritu Santo. El humanismo
cristiano encuentra en Dios el fundamento último de la dignidad humana. PT#10 Si, por otra parte, consideramos la
dignidad de la persona humana a la luz de las verdades reveladas por Dios, hemos de valorar necesariamente en
mayor grado aún esta dignidad, ya que los hombres han sido redimidos con la sangre de Jesucristo, hechos hijos y
amigos de Dios por la gracia sobrenatural y herederos de la gloria eterna.
PP#42 Es un humanismo pleno el que hay que promover. ¿Qué quiere decir esto sino el desarrollo integral de todo
el hombre y de todos los hombres? Un humanismo cerrado, impenetrable a los valores del espíritu y a Dios, que es
la fuente de ellos, podría aparentemente triunfar. Ciertamente, el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero "al
fin y al cabo, sin Dios no puede menos que organizarla contra el hombre". El humanismo exclusivo es un
humanismo inhumano.". No hay, pues, más que un humanismo verdadero que se abre al Absoluto, en el
reconocimiento de una vocación, que da la idea verdadera de la vida humana. Lejos de ser la norma última de los
valores, el hombre no se realiza a sí mismo si no es superándose. Según la tan acertada expresión de Pascal, "el
hombre supera infinitamente al hombre"
El hombre CREADO
A imagen de Dios: provisto de inteligencia, conciencia y libertad; vale por lo que es y no por lo que tiene o sabe;
la creación está bajo su dominio; jamás puede ser tratado como objeto.
Único e irrepetible: individual; cada uno es un ser al que Dios crea, conoce y llama por su propio nombre.
Social con destino trascendente: llamado a la unidad fraterna entre los hombres y a la unidad con El, co-creador
del Reino de Dios, que comienza en la tierra y tiene su realización plena en la vida del cielo.
Cuerpo y alma: unidad sustancial de cuerpo y alma, no es una partícula más sino que es superior a toda ella.
Con inteligencia y sabiduría: puede descubrir el sentido de su vida, dominar el resto de la naturaleza con la
inteligencia; humanizar los nuevos descubrimientos con la sabiduría.
Con conciencia moral: Dios ha escrito su ley de amor en el corazón del hombre, una voz que le señala el bien y
el mal.
Libre: característica más saliente de la predilección y del amor de Dios por el hombre; por su inteligencia puede
conocer el camino del bien, por esto, no sería completa su dignidad si no tuviera simultáneamente la libertad.
Dios le ha dado este don para que por libre elección, busque la unidad de los hombres entre sí y con su Creador,
y alcance así la felicidad eterna.
El hombre PECADOR
Fue creado libre para que espontáneamente buscara su propia perfección, uniéndose libremente al Creador. “En vez
de adorar al Dios verdadero, adoró ídolos, las obras de sus manos, las cosas del mundo, se adoró a sí mismo.
Entraron el mal, la muerte, la violencia, el odio y el miedo. Todos experimentamos, una inclinación al mal, que
muchas veces nos domina y nos impide ser como quisiéramos ser y actuar como quisiéramos actuar, según nuestro
deseo.
¿Qué es el pecado? Es la actitud del hombre que rompe con Dios, lo niega, lo desprecia. Al pecar, se engaña a sí
mismo y se separa de la verdad. Cree ser más libre, pero se desvía de su verdadero destino: compartir la vida divina.
Esa vocación, ese anhelo de infinito, no pueden colmarse con cosas o personas “limitadas”. Por eso alejado de Dios
no puede encontrar la paz ni la felicidad. El pecado altera el orden: * interior: la inteligencia no domina a la
voluntad; la voluntad no controla al cuerpo ni a los sentimientos. * de la sociedad: en las relaciones con los demás
reina el egoísmo, la ambición, la envidia, el orgullo, la búsqueda exagerada del placer y del sexo; se producen
“estructuras de pecado” (injusticia, dominación, violencia, lucha entre individuos, grupos, clases y pueblos,
corrupción, discriminación racial o religiosa, etc.). * de la naturaleza: contamina la atmósfera, los mares y ríos;
produce extinción de especies animales y vegetales, destrucción de bosques, cambios del clima, etc.
El hombre REDIMIDO
Pero Dios no dejó a la humanidad librada a su suerte, sometida al pecado. Con la encarnación, el Padre se une a los
hombres en Cristo. Con la muerte y la resurrección Jesucristo nos reconcilia con Dios, nos libera del pecado, nos da
su Gracia, nos hace hijos de Dios (podemos llamarlo Padre) y nos hace sus hermanos y hermanos entre nosotros.
No significa que el pecado haya desaparecido. Pero gracias a Cristo, tenemos la posibilidad de vencer al pecado, no
sólo individualmente, sino como comunidad, mediante la “conversión” (el cambio de rumbo de nuestra vida), que
debe ser constante como es constante nuestra debilidad.
Igualdad: común origen, naturaleza y destino. Desigualdades Aceptadas: Naturales (sexo, raza, salud) Funcionales
(profesión, oficio) Posesión de Bienes (fortuna, cultura). Desigualdades Condenadas (inaceptables): Personales
viciosas (desórdenes personales) Sociales Viciosas (mala distribución de la riqueza).
Si bien todos son iguales ante el Creador, cada uno es una persona distinta, única e irrepetible. La igualdad no
significa uniformidad. Existen accidentes distintivos: Naturales: sexo, raza, salud, fuerza... Funcionales:
profesiones, oficios, vocaciones... Económicas: remuneración, fortuna, bienes... Culturales: costumbres, hábitos,
lenguaje... Viciosas: - personales: fruto de abusos individuales. – sociales: originadas por la mala distribución de los
bienes.
Libertad
GS#17 Grandeza de la libertad. La orientación del hombre hacia el bien sólo se logra con el uso de la libertad, la
cual posee un valor que nuestros contemporáneos ensalzan con entusiasmo. Y con toda razón. Con frecuencia, sin
embargo, la fomentan de forma depravada, como si fuera pura licencia para hacer cualquier cosa, con tal que
deleite, aunque sea mala. La verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre. Dios ha
querido dejar al hombre en manos de su propia decisión para que así busque espontáneamente a su Creador y,
adhiriéndose libremente a éste, alcance la plena y bienaventurada perfección. La dignidad humana requiere, por
tanto, que el hombre actúe según su conciencia y libre elección, es decir, movido e inducido por convicción interna
personal y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. El hombre logra esta
dignidad cuando, liberado totalmente de la cautividad de las pasiones, tiende a su fin con la libre elección del bien y
se procura medios adecuados para ello con eficacia y esfuerzo crecientes. La libertad humana, herida por el pecado,
para dar la máxima eficacia a esta ordenación a Dios, ha de apoyarse necesariamente en la gracia de Dios. Cada cual
tendrá que dar cuenta de su vida ante el tribunal de Dios según la conducta buena o mala que haya observado.
¿Qué es ser libre?
Espontáneamente decimos el que puede hacer lo que quiere sin ser impedido por ninguna fuerza exterior, el que
posee plena independencia.
Catecismo: “el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de
ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas… es una fuerza de crecimiento y maduración en la verdad y la
bondad… alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios.” (n.1731)
La libertad no puede ser absoluta: *Tenemos limitaciones físicas e intelectuales (queremos más de lo que podemos,
o queremos - por error - un bien falso). *Convivimos en sociedad, por eso, nuestra voluntad tiene que armonizarse
con la de los demás, sobre la base de la verdad y la justicia.
La libertad, entonces, no es hacer cualquier cosa, sino buscar el bien, en el cual reside la felicidad. El hombre se
hace libre cuando conoce la verdad, y ésta guía su voluntad. Jesús: “La verdad os hará libre”. Libertad es: dominio
de los propios actos; capacidad para elegir y tomar decisiones; liberación del mal para elegir el bien (liberación de
la esclavitud del pecado).
Ser libre nos permite: relacionarnos con el mundo como señor, mediante el trabajo, la ciencia y la técnica;
relacionarnos con las personas como hermanos, vinculándonos en el amor fraterno, el servicio, la aceptación y la
promoción de los otros, de los más necesitados; relacionarnos con Dios como hijos, Dios nos llama como Padre,
pero nos da la libertad para rechazarlo. Somos verdaderamente hombres cuando aceptamos, libremente, nuestra
condición de hijos de Dios.
Libertad: atributo de la voluntad, que le permite determinarse por sí misma a obrar o no obrar, sin ser obligable por
ninguna fuerza externa o interna. Puede perderse a consecuencia de hábitos que la debiliten, ya que la libertad de los
seres creados no está confirmada en el ser y en el bien. La libertad de Dios por la perfección del ser divino es
inseparable del bien. Nuestra libertad que nos hace capaces de amar a Dios se perfecciona con ese acto que le va
uniendo a la perfecta libertad de Dios.
Pruebas de nuestra libertad
- Metafísica: consecuencia de nuestra razón
- Psicológica: por la conciencia de la libertad de nuestro querer. En el acto voluntario deliberamos no como
espectadores de la respuesta de nuestros instintos y nuestros hábitos sino como actores que evalúan y pueden
discernir. Luego decidimos o elegimos, y al hacerlo, tenemos conciencia de que podríamos haber elegido lo
contrario. Al ejecutar lo decidido sabemos que podríamos estar haciendo lo contrario.
- Moral: el sentimiento de obligación moral innato. Sentirnos obligados a ser justos con los demás, sería absurdo
sin la libertad.
- Conciencia social: la sociedad sanciona la conducta con recompensas y castigos, lo cual supone mérito o
desmérito, lo cual supone libertad. El uso continuo del contrato que supone seres libres para el compromiso.
Como ve nuestra época la dignidad del hombre: Visiones Inadecuadas del hombre
Determinista: Niega la libertad. El hombre no es dueño de sí mismo, de su conducta sino víctima de fuerzas ocultas,
superiores. Ignorancia de la autonomía propia. Hechicería. Astrología, horóscopos, adivinatorias. Pasivismo
providencialistas. Fatalismo social inevitable; los hombres no son esencialmente iguales, algunos son esencialmente
privilegiados, superiores.
Psicologísta: La persona se reduce a mecanismos de respuesta a estímulos. Víctima del instinto erótico. Niega la
responsabilidad por sus actos.
Economistas: Consumista: instrumento de producción y objeto de consumo. La posesión de objetos da placer y
prestigio. Individualista (capitalista o liberal). Eficacia económica. Libertad individual. Salvación individual.
Colectivista (marxista) engranaje de máquina, resultado del desarrollo de las fuerzas materiales de producción.
Enfatiza el interés colectivo, resultando la negación de derechos personales. Ateo, niega la trascendencia.
Estatista: Prioridad existencial del Estado y ante el peligro de ataque contra el Estado se limitan los derechos
individuales. La voluntad del Estado se confunde con la voluntad de la nación.
Cientista: Solo se reconoce como verdad lo que la ciencia puede demostrar. La ciencia todo lo justifica. Clonación.
El hombre se reduce a la definición científica.
Todas las visiones mencionadas limitan o reducen la dignidad de la persona humana. La visión cristiana
afirma que el hombre hecho a imagen de Dios y redimido por Él, posee una nobleza inviolable que no
debe ser limitada, menospreciada o manipulada de forma alguna.
El hombre según el Catecismo de la Iglesia
El hombre ocupa un lugar único en la creación: está hecho a imagen de Dios: es el único capaz de conocer y amar a
su Creador, es amado y llamado a participar en la vida de Dios. Esto constituye la razón fundamental de su dignidad
de persona; no sólo es algo sino alguien. Todo lo creado es para el hombre y el hombre es para Dios, ya que también
el origen es Dios. Todos los hombres, por tanto, somos verdaderamente hermanos. en su naturaleza une el mundo
espiritual y el material: alma humana: principio espiritual; el cuerpo participa de la dignidad de la imagen de Dios.
Cuerpo material y alma espiritual constituyen una única naturaleza. Cada alma inmortal es creada directamente
por Dios. creado hombre y mujer: con la misma dignidad “imagen de Dios”. Dios no es imagen del hombre, no es ni
hombre ni mujer, es espíritu puro. Las perfecciones del varón y de la mujer reflejan algo de la infinita perfección de
Dios. El hombre y la mujer están hechos el uno para el otro, cada uno puede ser ayuda del otro y ambos
complementarios. En la unión de estos está la transmisión de la vida. establecido en amistad con Dios: después del
pecado original la salvación es ofrecida a todos gracias a la redención de Cristo.